Originalmente se llamaban apócrifos aquellos libros sagrados cuyo contenido era demasiado sublime para que lo comprendiera el público en general. Pero el término "apócrifo" fue tomando un matiz peyorativo, pues con mucha frecuencia resultaba discutible la ortodoxia de estos libros.
Dado que estos libros secretos eran a menudo escritos por herejes, los Padres de la Iglesia llegaron a aplicar el término "apócrifo" a las obras heréticas. Su lectura no estaba permitida en las iglesias.
En tiempos de San Jerónimo (c.400), el término "apócrifo" adquirió un nuevo sentido. Desde entonces se llaman apócrifos los libros que pretenden ser revelados pero que no forman parte del canon bíblico.
Los católicos consideramos como "apócrifos" los libros pertenecientes al período bíblico o que pretenden pasar como pertenecientes al mismo, pero que no han sido aceptados por la Iglesia en el canon de las Sagradas Escrituras. Entre ellos hay evangelios pseudónimos que llevan nombres de personajes famosos de la Iglesia primitiva (de La Virgen María, Apóstoles, Nicodemo, etc.). Otras veces, el título se refiere al contenido de la obra (Evangelio de la Verdad) o a su origen (evangelios atribuidos a Marción, a Cerinto).
Estos evangelios pertenecen a distintas categorías y tratan de varios temas. Uno de los favoritos temas de los círculos gnósticos es una aparición de Jesús resucitado a algún personaje famoso de la Iglesia, a través del cual Jesús revela un camino secreto de perfección. Por regla general, la revelación tiene poca semejanza con el pensamiento de Jesús que nos presentan los evangelios canónicos.
Otros libros apócrifos buscan suplir por los detalles de la vida de Jesús que no aparecen en los Evangelios canónicos. La curiosidad de la gente hace que estos sean muy populares. (Brown, R. : Apócrifos: CBSJ V, 101-102; 122).
Lutero eliminó varios libros de la Biblia con el pretexto de que los consideraba "apócrifos". Es por eso que a la Biblia protestante le faltan libros.
(fuente: www.corazones.org)
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