Hace varios años que los boliches empezaron a ocupar un segundo lugar en el espacio de diversión nocturna juvenil. La diversión adolescente cobra una dimensión mayor en el encuentro previo, "el preboliche". En una búsqueda de compartir un ritual de iniciación entre amigos. No importa ir a bailar. Interesa más tener un lugar considerado propio para consumir alcohol. Así lo señala un trabajo de campo del Observatorio de Drogas de la Sedronar presentado este año.
Cecilia Arizaga coordinó esa investigación, complementaria de otras realizadas por la Sedronar, para conocer los imaginarios adolescentes en el consumo de sustancias psicoactivas. Después de numerosas conversaciones con chicos y chicas en sus colegios o en la misma puerta de los boliches, el informe apunta a que "la previa o el preboliche pueden ser el lugar de salida en sí mismo".
¿Qué buscan los jóvenes cuando se juntan en una casa? En principio, tomar alcohol en un ambiente que creen más controlado. Supervisión que no se focaliza en la posible contención de excesos, sino en un imaginado límite de daños cuando el alcohol supera la capacidad de tolerancia física. Los padres de adolescentes parecen hoy confrontados por nuevas disyuntivas: permitir que beban alcohol en sus hogares o liberarlos hacia los peligros de la noche exterior.
"Hay un nuevo rol de la casa en los momentos de ocio adolescente y también de los padres, desde el lugar de la autoridad, teniendo en cuenta que es un momento de la semana en el que los jóvenes buscan poner a prueba su independencia", se indicó en el trabajo de la Sedronar, cuyas entrevistas fueron concretadas entre enero y diciembre de 2009.
La bebida siempre está
En esos doce meses de observación quedó en claro que "la previa no requiere mayor planificación que la posibilidad de reunir al grupo de pares y acceder al consumo de alcohol, los dos ejes principales de ese momento". "El pre" puede armarse en la calle o en un quiosco, pero los adolescentes de clases media y alta optan por juntarse en las propias casas.
"La calle sigue siendo un espacio donde poner a jugar la identidad, donde pasar el tiempo para muchos jóvenes de clase media y media baja. Para los adolescentes de sectores medios y altos, la calle es un lugar de fantasías cargadas de temores y adrenalina, por el que se circula y transita para pasarla de largo, con una lógica de movimiento de punto a punto", se explicó.
El consumo de alcohol es la base de la reunión. No hay previa sin la bebida. En junio último, se dio a conocer otro trabajo vinculado con el uso del alcohol y otras drogas. Fueron 80.000 los estudiantes de escuelas medias, públicas y privadas consultados para ese informe. Y el 46 por ciento declaró que había consumido bebidas alcohólicas en el mes previo al sondeo. Un porcentaje alto, pero que bajó desde el 59 por ciento detectado en 2007.
Para José Granero, titular de la Sedronar, empezaron a verse los resultados positivos de las medidas de control adoptadas contra el consumo de alcohol juvenil. En ese momento, el funcionario reconoció que debía aumentar la presión en ese sentido. El nuevo informe, esta vez sobre el pensamiento de los chicos, da herramientas para encontrar soluciones de fondo.
Una chica de 16 años, de una escuela privada y que vive en un country de Moreno, dio su testimonio en el trabajo oficial: "¿Cómo es la previa? Nos juntamos en alguna casa, compramos antes [bebidas] y tomamos todos ahí hasta las tres". Otra chica de 16 años de Villa Ballester fue directa cuando se le preguntó qué debía tener una buena fiesta: "Alcohol", dijo.
Apoyados en la experiencia cosechada en informes anteriores, los investigadores de la Sedronar recomendaron, entre otros puntos, que se generen espacios de reflexión con los padres sobre el consumo de alcohol y otras drogas "en el espacio del preboliche".
(fuente: www.lanacion.com.ar)
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