El Catecismo de Iglesia Católica (2343) dice: "La castidad tiene unas leyes de crecimiento; éste pasa por grados marcados por la imperfección y, muy a menudo, por el pecado… ", es decir, que aunque estemos intentando con todo nuestro corazón ser puros y castos es probable que alguna vez caigamos, o bien, si no caminamos, si no nos movemos probablemente no tengamos ninguna caída o tropiezo pero tampoco estamos avanzando ni madurando.
Así que si eres de los que se mueve y si eres de los que ha cometido errores, y justo aquel pecado que dijiste, prometiste y juraste jamás cometer es con el que haz tropezado, resbalado y caído, bienvenido al Club de los seres humanos.
Ahora es importante saber que hacer:
1. Reconoce tus límites. Eres un ser humano y a todos nos puede pasar.
2. Perdónate. La culpa que se genera después de hacer “algo mal” es la culpable directa de volverlo hacer, en la medida en que te perdones podrás evitar caer de nuevo. Y aúnque sigas cayendo, perdónate; piensa esto, si pecamos 70 veces 7, seguro Jesús nos perdonaría y sí él te perdóna: ¿por qué tú no?
3. Confiésate. El sacramento de la reconciliación es la mejor manera de enfrentar un pecado no sólo porque nos ayuda a perdonarnos sino porque nos da la gracia para no volverlo a hacer.
4. Repara el daño en la medida de lo posible. Si lastimaste a alguien o a ti mismo intenta componer esa situación. Desafortunadamente esto es lo más complicado, cuando nosotros lastimamos a alguien, a veces la herida que le provocamos es grave y no se puede reparar con un simple: Perdoname por favor, pero si hay otras cosas que podemos hacer para enmendarlo, una de ellas es ayudar a las personas que han sido victimas de cosas similares, o trabajar con personas que como nosotros no han actuado correctamente para que enmienden su camino.
5. Ten la conciencia de evitar la ocasión para volverlo a cometer. Intenta alejarte de las circunstancias que te llevarían a cometer la misma situación.
6. Aprende de lo que viviste. Aunque no lo creas un pecado puede ser de gran ayuda para tu vida espiritual, no cuando lo cometes sino justo cuando puedes arrepentirte de él y aprender la necesidad que tienes de Dios en tu vida. Puedes aprender de él sobre tus límites y sobre todo si tienes la humildad para darte cuenta que necesitas de Dios. Al reconocer que necesitas a Dios en tu vida esto te llevará a ser misericordioso con los demás.
Si te has caído, no te preocupes, ¡siempre te puedes levantar!
escrito por Mtra. Rosario Alfaro Martínez
(fuente: www.almas.com.mx)
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