Incluso, Arancedo consideró que parecería que el planteo de despenalización es el resultado "de un fracaso en las políticas llevadas a cabo", como decir ‘hemos perdido la guerra contra las drogas aceptémosla como una realidad ya instalada que no admite un juicio".
Así se expresó el titular del máximo órgano eclesiástico del país, la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), en la víspera de que el debate por la despenalización tenga este miércoles su tercera reunión en la Cámara de Diputados.
El proyecto, en tratamiento en el plenario de las comisiones de Prevención de Adicciones y Control del Narcotráfico y Legislación Penal de la Cámara baja, fue defendido la semana pasada por el titular de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni. Esta propuesta busca permitir el consumo personal de drogas y el autocultivo, y de aprobarse la ley, se podrá fumar marihuana en la calle, siempre que no haya niños cerca. En este contexto, en una nota de opinión publicada por el diario El Litoral, de Santa Fe, el prelado cuestionó los proyectos a favor de la despenalización del consumo de drogas.
"El tema de la despenalización de la droga es un tema que merece una seria y comprometida reflexión. No se trata de una cuestión académica o de solos derechos privados que puedan quedar en planteos teóricos, sino de reflexiones orientadas a clarificar principios de acción, sobre todo en el ejercicio de la autoridad pública", subrayó. Advirtió que ‘las determinaciones que se tomen hacen tanto a la vida y salud de las personas como al bien de la comunidad en su totalidad‘.
"Se maneja con mucha ligereza en estos casos el concepto de drogas blandas y drogas duras, como queriendo disminuir su nocividad o asimilarlas a otras adicciones. Esto carece de una sólida base científica", remarcó. "¿Qué significaría, para ese universo de actuales y posibles adictos, decirles que la droga tiene un reconocimiento legal? ¿Es correcto que, en defensa de un pretendido derecho privado o subjetivo, se llegue a provocar un daño público?", se preguntó. Subrayó que "es necesaria la presencia de un Estado, que en el ejercicio de sus poderes constitucionales, asuma una actitud clara, sin claudicaciones y ejemplar‘. ‘La droga no podría avanzar como lo hace si existiera una sociedad decidida en sus definiciones y actitudes. El silencio y la complicidad saben ser los mejores aliados de este negocio de la muerte", concluyó.
(fuente: www.portaljusticiaypaz.com.ar)
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