Lo mismo hizo el histórico capitán del Milan Franco Baresi, que regaló al Pontífice una camiseta del club rojinegro especialmente dedicada, informaron los medios locales.
Zanetti asistió con su esposa, Paula, y sus tres hijos -Sol, Ignacio y Tomás- al encuentro que mantuvo el Pontífice con miles de muchachos italianos que han hecho o están preparándose para la confirmación en el estadio de San Siro, donde juegan el Inter y el Milan.
Al final del acto, Zanetti regaló al Papa una camiseta del Inter con el nombre de Benedicto grabado en la espalda y el número 16, lo que agradeció el Pontífice.
Benedicto XVI preside en Milán (norte de Italia) el VII Encuentro Mundial de las Familias Católicas.
(fuente: www.record.com.mx)
La familia es escuela del más rico humanismo
Una pareja de esposos en el encuentro de Milán
ROMA, viernes 1 junio 2012 (ZENIT.org).- Roberto Tarazona es médico y Carolina Pedreros es profesora de escuela. Ambos son una pareja de esposos que ha viajado desde el Perú hasta Milán para asistir al VII Encuentro de las Familias con el Santo Padre. Fueron enviados por la Diócesis del Callao, donde viven y sirven ya sea a nivel parroquial como familiar, es decir, atendiendo y haciendo crecer como se debe a sus cinco hijos, a la espera del sexto según sueña ella, y augura él…
Luego de un paso veloz por Roma y el Vaticano --donde quisieron ir a rezar a la tumba de san Pedro y de Juan Pablo II, conocer las catacumbas y “ver al Papa”--, ZENIT conversó con esta familia que ha dejado a sus hijos por primera vez solos con una tía, para ser confirmados en la fe y testimoniar su amor en medio de las miles de familias que siguen llegando a la cita con Benedicto XVI.
¿Qué expectativas tienen de su participación en el Encuentro Mundial de las Familias?
--Roberto: La mayor expectativa es poder escuchar al santo padre con su mensaje a favor de la vida y de la consolidación de la familia como iglesia doméstica y escuela del más rico humanismo.
Será casi un millón de personas…, ¿por qué las familias van de todo el mundo hasta Milán para escuchar al papa?
--Carolina: Para que nos confirme en la fe y en nuestra vocación de esposos a ser fecundos en la vida, testimonio del sacramento de Dios como familia cristiana, para luego animar a otras familias a abrirse con respeto, dignidad y generosidad a la vida.
¿Qué es lo que más necesitan los hijos de sus padres?
--Carolina: Nosotros debemos ser testimonios del amor de Dios en medio de nuestros hijos. Que la familia sea un espacio donde el ser humano se sienta amado, pueda mirar y vivir con alegría el presente y con esperanza el futuro y que se pueda comprometer más a renovar la iglesia y la sociedad.
¿Cómo fueron seleccionadas las familias del Callao para venir hasta Milán?
--Roberto: Con nuestro obispo, y a través de la comisión diocesana de pastoral familiar, se tuvo un proceso de discernimiento comunitario, de diálogo con algunas familias para participar en este encuentro que nos animará en nuestra vocación de padres y madres de familia, animando así a la misma pastoral familiar.
¿Cuántas familias del país han venido?
--Roberto: Según la información que tengo, serían entre 500 a 700 las familias provenientes de las diferentes jurisdicciones del país. Esperamos encontrarlos en Milán y entre todos rezar al Señor de los Milagros, pedir a la Virgen del Carmen, a la Virgen de Chapi y a todas las advocaciones de nuestra santa Madre en el Perú, de tal manera que nuestra presencia sea un signo de comunión de la iglesia peruana con la iglesia universal.
¿Cómo han vivido sus hijos el hecho de su partida?
--Carolina: Con sentimientos encontrados; por un lado la enorme tristeza de que papá y mamá viajen y los dejen solos. Y por otro lado, intuyen que hay una profunda alegría en nuestros corazones de encontrarnos con el santo padre y con otras familias, lo que también les alegra.
¿Hay alguna forma de contrarrestar los ataques de algunos sectores en contra de la familia natural?
--Roberto: Primero se debe hacer tomar conciencia del enorme don que significa la familia en general y la familia cristiana en particular. Valorar la magnitud de lo que el Señor les encarga a dos personas --hombre y mujer, esposos--, de vivir al interior de una pequeña comunidad de personas, donde se pueden reconstruir relaciones humanas, relaciones personales, vivir con alegría y confirmar en la fe a los hijos dentro de la familia y el matrimonio.
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