1.- La alegría es para el hombre lo que la luz del sol para las plantas. Haz el favor de sonreír, aunque no tengas ganas. Sonríe siempre y estimula tu propia alegría.
2.- Si tienes que mandar, hazlo con tanto respeto y delicadeza como si te mandaras a ti mismo. Manda de tal forma que puedas ser obedecido con gusto.
3.- Que la antipatía, el desprecio o las actitudes de rechazo de los demás no te hagan cambiar tus modales amables. Es más, te sugiero que trates con simpatía a todas las personas.
4.- Sé amable y respetuoso siempre con todos, pero entrénate cada día en ser especialmente agradable con los tuyos y con quienes convives a diario.
5.- Evítales a los demás todos los disgustos que puedas.
6.- Si te equivocas, trátate con cariño mientras reconoces tu error y recuerda que eres capaz de hacer muchas cosas bien. Obrando así, no tendrás problemas en disculpar o comprender a los demás cuando se equivocan.
7.- Si tienes que reprender, corregir, ejercer autoridad, exigir disciplina, hazlo siempre partiendo de una actitud serena y equilibrada, interior y exteriormente. Ante ti tienes a una persona y como tal merece todo tu respeto, consideración y trato afectuoso.
8.- Que tus mayores debilidades sean la generosidad y el perdón.
9.- Una forma infalible de hacer el bien es fijarse en cuanto de bueno y positivo tiene cada se humano con quien te topes cada día. Entrena la pupila de tu mente y de tu corazón en ver siempre lo positivo en los demás.
10.- No estés disponible jamás para el odio. Deja al iracundo, al violento y al rencoroso masticando su odio. Hazlo por el bien de ellos y por el tuyo propio.
(Fuente: Pastoral La Salle)
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