Escribe: “La idea de los Oratorios nace de la visita a las cárceles de esta ciudad. En estos lugares de miseria espiritual y temporal se encontraban muchos jóvenes, de ingenio despierto, de corazón bueno (…) estaban allí encerrados, envenenados, hechos la vergüenza de la sociedad(…). En el Oratorio, poco a poco se les hacia experimentar la dignidad de ser hombres; que la persona es razonable y debe procurarse el pan de la vida con honestas fatigas y no con el robo”
Don Bosco nos expresa con mucha sencillez cuál es el origen de su obra y las intuiciones que la sostienen. Es la mirada inicial y penetrante del educador-pastor que descubre la realidad de los jóvenes y no se pierde en lamentos ni contemplaciones. Con brazos arremangados, Juan comienza su trabajo con los pies en la tierra y respondiendo a las dificultades de los muchachos que en aquel Turín de la Revolución Industrial eran carne de cañón de la nueva sociedad emergente.
Como en todo el tiempo, el corazón de los que respiramos en salesiano, respira una especial sensibilidad por los jóvenes más excluidos. No podemos olvidar nunca que la obra salesiana nace de una mirada aguda y penetrante sobre la realidad juvenil. El oratorio nace de un latido compasivo(en el sentido más literal del término) hacia aquellos a los que la vida, la historia y la sociedad les han arrancado la dignidad de ser hombres.
Las palabras de Don Bosco,“se les hacia experimentar la dignidad de ser hombre”, indican bien a las claras una de sus maneras de entender su propuesta educativa. Es tarea y compromiso del educador salesiano hacer sentir a los jóvenes la profunda dignidad del ser humano. Ser persona es tomar la riendas de la vida y ser dueño del propio futuro; experimentar la libertad que nos hace más humanos y abre espacios interiores de fidelidad a uno mismo y de lealtad para con los demás.
Detrás de la expresión “la dignidad de ser hombre”, se encierra lo mas noble del compromiso educativo de Don Bosco. Pan material y vestido que libre del frío; estudios y formación, capacitación profesional e inserción laboral…, pero sobre todo educar para que los jóvenes descubran horizontes para la propia vida que dé sentido a lo que son y les ayude a ser más persona. Educar en salesiano también es, pues, el afecto y el calor de la amistad, la sonrisa franca y abierta de la acogida, la incondicionalidad de querer personas así como son, ofrecer a Jesucristo, camino de verdad y vida… posibilitar, en definitiva, que los jóvenes crezcan y maduren liberados de cualquier cárcel (abandono, miseria, oscuridad, sinsentido…) y sean protagonistas de su propia vida.
Don Bosco, una vez más, nos recuerda a todos que nuestro primer Oratorio fue una visita a la cárcel y el empeño por liberar a los jóvenes de injustas prisiones. No podemos olvidarlo.
100 palabras al oído, CCS, Madrid
escrito por José Miguel Núñez
(fuente: www.boletinsalesiano.info)
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