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lunes, 17 de junio de 2013

Monseñor Víctor Manuel Fernández, rector de la UCA, fue ordenado arzobispo

Sabado 15 Jun 2013 Buenos Aires (AICA) Monseñor Víctor Manuel Fernández, rector de la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA), fue ordenado hoy arzobispo en la catedral metropolitana de Buenos Aires, donde agradeció al papa Francisco que le obsequiara una cruz pectoral réplica de la que conservaba desde su propia ordenación episcopal y que ahora utiliza como pontífice.

“El otro día el Santo Padre me llamó para decirme que estaba rezando por mí, y me contó que tenía otra cruz pectoral igual a la suya. Entonces me dijo: ‘No te hagas hacer una ¿Para qué quiero yo dos cruces si con una me alcanza? Así que si no te parece mal te mando una a vos’. Es esta que llevo puesta”, reveló el flamante prelado al exhibirla.

En un templo colmado y en un marco festivo, Mons. Joaquín Sucunza, obispo auxiliar y vicario general de Buenos Aires leyó la carta de salutación que le envió el pontífice, en la que exhorta al flamante prelado a lanzarse hacia adelante con verdadero coraje apostólico, con plena confianza en Dios y sin perder la alegría.

El Santo Padre sostuvo que “la Iglesia te quiere memorioso, esperanzado y constante en el servicio”.

“Recuerda, pues, que la iglesia también te quiere alegre, con la dulce y consoladora alegría de evangelizar”, subrayó.

Monseñor Sucunza también leyó un mensaje enviado por Mons. Miguel Esteban Hesayne, obispo emérito de Viedma, quien había sido elegido por monseñor Víctor Fernández como obispo co-consagrante y no pudo asistir por problemas de salud. En la misiva, el prelado alentó a monseñor Fernández a anunciar “sin retaceos” a Cristo, para poder “recrear una sociedad argentina en fraternidad y libertad, en justicia y solidaridad, dando preferencia a los pobres y los marginados”.

El ritual de ordenación fue presidido por el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Mario Poli, en calidad de consagrante principal, mientras que los co-consagrantes fueron monseñor José María Arancedo, arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina; monseñor Andrés Stanovnik, arzobispo de Corrientes; monseñor Eduardo Eliseo Martín, obispo de Villa de la Concepción del Río Cuarto, y monseñor Carlos José Tissera, obispo de Quilmes. En calidad de presbíteros asistentes del nuevo obispo lo hicieron los sacerdotes Ariel Príncipi y Raúl Vera.

El Nuncio Apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig, y un total de 36 obispos participaron de la ceremonia e impusieron sus manos sobre la cabeza del arzobispo electo.

También asistieron a la celebración eucarística más de un centenar de sacerdotes de diversas diócesis del país, miembros de congregaciones religiosas masculinas y femeninas y una nutrida cantidad de fieles que colmaron el templo catedralicio. Dos pantallas gigantes, ubicadas en las naves laterales, permitieron seguir los detalles de la ceremonia a quienes allí se encontraban. Se destacaba una alegre y bulliciosa delegación perteneciente al obispado de Río Cuarto, diócesis de origen de monseñor Fernández.

Asimismo, casi la totalidad de las autoridades de la Universidad Católica Argentina (UCA), vice-rectores, decanos, profesores y personal no docente estuvieron presentes para acompañar al rector en este importante momento de su vida.

Entre las autoridades civiles se pudo observar la presencia del gobernador bonaerense Daniel Scioli junto a su esposa y buena parte de su gabinete; el presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Julián Domínguez; el secretario de Culto de la Nación, Guillermo Oliveri; el Director General de Culto Católico, Luis Saguier Fonrouge; el director de Cultos de la Ciudad de Buenos Aires, Alfredo Abriani, en representación del Jefe de Gobierno porteño; el Ministro de Educación de la Ciudad de Buenos Aires, Esteban Bullrich; el director de cultos de la provincia de Buenos Aires, Enrique Moltoni; el referente socialista y ex candidato a presidente Hermes Binner y varios intendentes, entre otras autoridades.

En la Liturgia de la Palabra, la Sra. Nelly Arangue, de la parroquia Santa Teresita de la ciudad de Río Cuarto tuvo a su cargo la primera lectura (Isaías 61,1-3a) y el Sr. Daniel Pellizón, secretario personal del arzobispo electo, hizo lo propio con la segunda lectura(2 Timoteo 1, 6-14).

Luego de la proclamación del Evangelio (Juan 15, 9-17) comenzó el Rito de la Consagración invocando al Espíritu Santo con el canto del Veni Creator Spiritus. Seguidamente el Pbro. Gustavo Carrara pidió al obispo consagrante principal la ordenación del candidato al Episcopado y dió lectura de la Bula Papal de nombramiento.

A continuación, monseñor Mario Poli, consagrante principal, pronunció su alocución dirigida al clero, el pueblo y al electo, acerca del ministerio episcopal.

El Rito de Consagración Episcopal continuó con la Profesión de Fe y Promesas Episcopales; el canto de las Letanías de los Santos; la imposición de las manos por parte de los obispos presentes; la imposición del Libro de los Evangelios sobre la cabeza del electo; la Oración Consecratoria; la Unción de la cabeza; la entrega de Libro de los Evangelios; la entrega de los símbolos episcopales: anillo, mitra y báculo y finalmente el obispo ordenado se sienta en La Cátedra y recibe el saludo de paz de todos los obispos.

En la Liturgia de la Eucaristía los familiares del flamante obispo presentaron ante el altar las ofrendas de pan y vino para ser consagradas.

Un momento de emoción y alegría se vivió luego de finalizada la Comunión, cuando el nuevo obispo recorrió la nave principal catedralicia bendiciendo a la Asamblea. Aplausos, vivas y devoción acompañaron este momento de la ceremonia.

Lo mismo ocurrió cuando monseñor Víctor Fernández, acompañado de su madre Yolanda, de 87 años, depositó un ramo de flores al pie de la imagen de la Virgen de Luján y consagró su ministerio episcopal a la Madre de Dios.

Finalmente, el recién ordenado dirigió una palabras a todos los presentes: El rector de la UCA recordó a Alcira Gigena, el pequeño pueblo cordobés donde nació, y agradeció a su familia, sacerdotes y obispos –en especial a Rodolfo Bufano, Carmelo Giaquinta y Carlos Tissera- que lo acompañaron y aconsejaron a lo largo de este camino al servicio de la Iglesia.

Asimismo, destacó que aprendió mucho de la “paciencia, cansancios e inmensa fe” de los pobres, sobre todo durante su labor pastoral en las diócesis bonaerenses de San Justo y Quilmes.

El flamante arzobispo dijo que siguiendo los consejos del cardenal Jorge Bergoglio se preocupó por “acercar más la UCA al mundo de los pobres, de manera que el contacto con ellos nos ayude a ver mejor la realidad y no seamos sólo intelectuales de escritorio”.

“En esto hemos crecido, y también crecimos en el encuentro y el diálogo con la sociedad y la cultura”, aseguró.

Monseñor Fernández dijo, en otro momento, que el Papa estaba “acompañándolo espiritualmente” en la ceremonia y, tras reconocer que no quería ser obispo, aseguró que lo era por “la misericordia y la audacia” del pontífice argentino.

Por último, monseñor Fernández se despidió de los fieles presentes en la catedral al mejor estilo del Papa Francisco: “Por favor, recen por mí”.


Afectuoso mensaje del pontífice

Querido Tucho:

En este día quiero hacerte llegar la seguridad de mi cercanía y de mi oración. Pido al Señor que te dé la gracia de ser un buen pastor. Él no te dejará solo si le permites estar a tu lado. Él te seguirá acompañando en el camino de la vida como lo ha hecho hasta ahora. La memoria del camino andado con Él es promesa de esperanza futura y, a la vez, alianza cotidiana de fidelidad.

Memoria, promesa, alianza: tres realidades, tres dimensiones existenciales sobre las que crecerá y se realizará tu ministerio.

La primera te defenderá de caer en el olvido de las gracias recibidas. Es muy triste encontrar pastores desmemoriados de las maravillas que hace el Señor a lo largo de la historia y de la propia vida.

La promesa te lanzará hacia adelante con verdadero coraje apostólico, aferrado a la soga del ancla, mirando siempre la meta con seguridad y alegría, "saludándola desde lejos".

La alianza se condensa en la fidelidad cotidiana, en la abnegación en todas las cosas posibles, a fin de que el Señor Jesús se manifieste a través de nuestra vida.

Memorioso, esperanzado y constante en el servicio: así te quiere la Iglesia. Y cuando se dan estas tres dimensiones de la vida de gracia, entonces se manifiestan el gozo y la alegría del discípulo que ama al Señor y se deja amar por Él. Recuerda, pues, que la iglesia también te quiere alegre, con la "dulce y consoladora alegría de evangelizar".

Todo esto te lo deseo de corazón. Que Jesús te bendiga y la Virgen Santa te cuide. Y, por favor, te pido que no te olvides de rezar por mí.

Un abrazo. Fraternalmente. Francisco.


Obispos concelebrantes

Además del obispo consagrante, monseñor Mario Poli y los co-consagrantes, monseñores Arancedo, Stanovnik, Eliseo Martín y Tissera, pusieron sus manos sobre la cabeza del nuevo obispo y concelebraron la Eucaristía el nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig; los arzobispos Alfonso Rogelio Delgado, de San Juan de Cuyo; José Luis Mollaghan, de Rosario; Mario Antonio Cargnello, de Salta y Alfredo Horacio Zecca, de Tucumán.

Y los obispos Alcides Jorge Pedro Casaretto, emérito de San Isidro; Luis Teodorico Stöckler, emérito de Quilmes; Baldomero Carlos Martini, de San Justo; Antonio Juan Baseotto C.ss.R., obispo castrense emérito; Rubén Oscar Frassia, de Avellaneda-Lanús; Juan Rubén Martínez, de Posadas; Francisco Polti, de Santiago del Estero; Guillermo Rodríguez-Melgarejo, de San Martín; Sergio Alfredo Fenoy, de San Miguel; Jorge Rubén Lugones SJ, de Lomas de Zamora; Jorge Eduardo Lozano, de Gualeguaychú; Carlos Humberto Malfa, de Chascomús; Joaquín Mariano Sucunza, auxiliar de Buenos Aires; Juan Horacio Suárez, de Gregorio de Laferrère; Oscar Sarlinga, de Zárate-Campana; Eduardo Horacio García, auxiliar de Buenos Aires; Eduardo María Taussig, de San Rafael; Carlos José Tissera, de Quilmes; Eduardo Eliseo Martín, de Villa de la Concepción del Río Cuarto; Raúl Martín, auxiliar de Buenos Aires; Hugo Manuel Salaberry SJ, de Azul; Oscar Vicente Ojea, de San Isidro; Santiago Olivera, de Cruz del Eje; Enrique Eguía Seguí, auxiliar de Buenos Aires; Ariel Edgardo Torrado Mosconi, auxiliar de Santiago del Estero; Luis Alberto Fernández, auxiliar de Buenos Aires; Miguel Ángel D'Annibale, de Río Gallegos; y Alberto Germán Bochatey OSA, auxiliar de La Plata.

También concelebraron unos cien sacerdotes diocesanos y religiosos de Buenos Aires, Río Cuarto y otras diócesis.


Palabras de agradecimiento del flamante arzobispo

Aunque estén cansados, permítanme compartir con ustedes algunos recuerdos. A los que me aprecien, estos detalles pueden ayudarles a entenderme.

En primer lugar, quiero recordar a Alcira Gigena, el pueblo de Córdoba donde nací. Aunque dicen "pueblo chico, infierno grande", crecer en un pueblo de 5.000 habitantes es como crecer en una gran familia, en una gran casa donde todos nos conocemos. Y siempre pensé que es mejor estar expuesto a las diferencias y a los conflictos, que te incorporan, antes que a la indiferencia que te excluye. En ese pueblo siempre me sentí querido, valorado y alentado a desarrollar mis capacidades.

Agradezco a mi familia el apoyo de siempre, y a mi madre de 87 años que tuvo que sufrir unas cuantas tormentas pero que siempre miró para adelante. Mi familia sabe que desde muy chico tuve un genuino amor por Jesucristo.

Allí en Alcira estaba el cura que me bautizó y me educó en la fe. El padre Staffolani, que luego fue obispo de Río Cuarto. Siempre me impactó ver las ganas de ser cura que tenía, el amor al pueblo, y una cosa muy significativa: cuando sabía que había alguien enfermo se lo veía inquieto, no descansaba hasta que lograba visitarlo. Porque no soportaba que alguien se muriera sin recibir el consuelo cristiano. Fíjense, se obsesionaba por estar al lado de alguien que se iba a morir, y que humanamente hablando no se lo iba a retribuir con nada. Eso a mí me mostraba la nobleza del sacerdocio.

Con 17 años entré al Seminario de Córdoba. Yo era un adolescente pueblerino y despistado, llegaba asustado al Seminario. Pero con cuánto cariño recuerdo la comunidad del Seminario que me fue modelando. Recuerdo especialmente las clases y los consejos de Mons. Arancibia, y el acompañamiento sabio y generoso de Mons. Rovai, que nos infundía tanto amor a la misión de la Iglesia y a la Eucaristía.

Después Mons. Arana me envió a Buenos Aires para que completara mi formación en la Facultad de Teología. Allí me recibieron generosamente los Operarios diocesanos, que me regalaron toda su comprensión y su amistad, que siempre voy a agradecer. En esa época, iba los fines de semana a ayudarle al padre Pablo Tissera. Gran sacerdote, generoso hasta el sacrificio, que era mi director espiritual. Su casa era realmente la casa de los pobres. Yo acompañaba a sus jóvenes a visitar un barrio muy pobre en Grand Bourg, y allí aprendí lo que es el sufrimiento y la sabiduría de los pobres.

Luego, cuando me ordenaron diácono, fui a verlo a Mons. Bufano para ofrecer ayuda en San Justo. Recuerdo que Bufano me besó la frente y me dijo: "¡Cuánto te agradezco!". Claro, tenía parroquias de más de 100.000 habitantes con un solo cura. Empecé a ir a la parroquia de Rafael Castillo. Una vez más, cuánto me enseñaron los pobres en esos barrios: con su paciencia, sus cansancios, su inmensa fe. ¡Cuánto aprendí a quererlos!

Tiempo después de estudiar un tiempo en Roma, volví a Río Cuarto como formador del Seminario, y luego de un intervalo como párroco fui nuevamente formador. ¡Qué lindo seminario! Una comunidad sacerdotal con un objetivo común, y una familia.

De aquellos formadores uno es el actual obispo de Quilmes, el amigo Cacho Tissera que estuvo siempre a mi lado. ¡Si me pongo a contar todo lo que compartimos! Allí estaba también el querido Padre Filipuzzi, a quien uno se podía quedar horas escuchándolo y aprendiendo. Rezamos por él en esta Misa.

Mi Obispo quiso darme un regalo y me nombró párroco en un barrio de Río Cuarto, por siete años. En ese momento se creó la parroquia Santa Teresita, que tanto amé. ¡Cómo nos divertíamos en la parroquia! Peleábamos también, pero cuánta vida y qué fiesta espiritual y pastoral. No hablo de jarana, porque había trabajo, fuerza misionera, oración y muchas ganas de formarse. Les digo a los seminaristas: no hay nada más lindo que ser párroco, más que rector, quizás más que arzobispo.

Esto fue hasta el año 2.000. Reconozco que en estos 13 años la cultura de la participación y el compromiso ha decaído, es más difícil. Pero los desafíos están para superarlos.

Quiero agradecer con mucho afecto y alegría a los curas del Presbiterio de la diócesis de Río Cuarto. No sólo porque siempre me sentí valorado, apoyado y sostenido por todos, sino por esa fraternidad donde quizás nos criticamos, pero igual nos juntamos, nos acompañamos, nos escuchamos, no nos abandonamos unos a otros. Yo espero poder vivir lo mismo en este colegio que es la Conferencia Episcopal Argentina. Creo en ese lazo espiritual del episcopado que ahora nos une, y agradezco inmensamente que lo hayan hecho visible con su presencia en esta ordenación. Por don de Dios un nuevo hermano ha nacido hoy para ustedes.

Mientras era párroco en Río Cuarto, viajaba semanalmente a dar clases a nuestra querida Facultad de Teología. Agradezco el apoyo y la comprensión de los colegas que también me acompañan hoy. Especialmente los años en que aprendí mucho de la sabiduría de Carlos Galli, acompañándolo como vice decano. En la Misa recordamos a algunos de ellos que ya nos dejaron. Con mucho cariño quise pedir por algunos maestros como el recordado Padre Lucio Gera, el Padre Rafael Tello que me enseñó tantas cosas en los últimos años de su vida, y el obispo Carmelo Giaquinta.

También debo dar gracias al Clero de Buenos Aires, del cual, siendo yo un extraño, recibí muchos gestos de fraternidad.

En estos últimos años me tocó llegar, un poco accidentado, al rectorado de la Universidad Católica. Yo soy catequista de alma, de manera que me preocupa que los alumnos reciban el anuncio del Evangelio y una formación cristiana que les ayude a vivir. Pero también amo una teología que dialogue con las ciencias y la cultura dando luz a una hermosa síntesis. En estas dos tareas todavía hay muchas deudas pendientes, y es un largo camino.

Seguí los consejos del anterior arzobispo de Buenos Aires, y me preocupé por acercar más la UCA al mundo de los pobres, de manera que el contacto con ellos nos ayude a ver mejor la realidad y no seamos sólo intelectuales de escritorio. En esto hemos crecido, y también crecimos en el encuentro y el diálogo con la sociedad y la cultura.

Pero no quiero dejar de valorar la tarea más escondida de los investigadores, que persisten en la búsqueda de la verdad a veces con resultados poco visibles, y quizás con la incomprensión de los demás. Yo mismo he escrito algunos artículos que me robaron mucho tiempo y que nadie lee, pero reconozco la oculta belleza de esa búsqueda que también da gloria a Dios.

Agradezco a los vicerrectores que me acompañan con su amistad y su trabajo intenso y generoso, y a todos los que se empeñan cada día con un amor genuino por la Universidad, que es un bien de la Iglesia de Jesucristo.

En la contratapa del libro que les entregaron hoy tienen mi logo episcopal. Allí está el origen y sentido último de todo. El círculo naranja representa al Padre Dios, que es la fuente última, el Principio sin principio. Sobre ese fondo aparece la cruz de Cristo, mi querido Señor, amigo y redentor. Encima de la cruz, el Espíritu Santo, que llenó la vida y el Corazón de Jesús y lo impulsaba a la misión. Desde allí tiene sentido el báculo, que es el ministerio de los pastores, metido, como dice el lema "en medio de tu pueblo", en el corazón del pueblo de Dios y no arriba o a un costado. La Virgen María, que es madre, está también allí, donde debe estar, en medio de su pueblo. Y en medio de ese pueblo también está un comprovinciano mío que es un amigo y un modelo, el querido cura Brochero.

Reconozco mis miserias y mis límites, pido perdón a todos los que pueda haber ofendido o a los que esperaban más de mí. Pero el pueblo de Dios me educó a lo largo de todos estos años, el pueblo de Dios me preparó más que los libros. Aunque a los cincuenta años podría decir que recién ahora me sentiría mínimamente preparado para ser cura y ahora me toca ser obispo.

Pero quiero sinceramente ser cada vez más fiel a Dios y confío intensamente en lo que le dijo Jesucristo a San Pablo: "Te basta mi gracia, porque mi fuerza se manifesta perfectamente en tu fragilidad". O, como escuchamos hoy: "Sé en quien he puesto mi confianza".

Entonces, no sé qué será de mí, pero tengo la certeza de que, por la gracia de Dios, aun a través de los fracasos, cruces y humillaciones, Dios sacará algo bueno de mí para su pueblo.

Me gusta el Evangelio, me gusta la Iglesia madre, me gusta nuestro pueblo argentino, me gusta esta misión que es una inmensa posibilidad de hacer el bien, así que no me queda más que agradecer a Dios.

Para terminar, quiero tener presente a una persona que nos está acompañando espiritualmente, el querido Papa Francisco.

Ante la insistencia de un amigo mío que quería que yo fuera obispo, le dije una vez que si eventualmente me ofrecían ser obispo yo no lo iba a aceptar. "Tomame la palabra", le dije. Ahora me da vergüenza. Pero en aquel momento yo no contaba con que quien me lo iba a pedir sería este Papa, que conoce bien mis pocas capacidades y también mis defectos. Que yo sea obispo tiene que ver con su misericordia y su audacia.

El otro día el Santo Padre me llamó para decirme que estaba rezando por mí, y me contó que tenía otra cruz pectoral igual a la suya. Entonces me dijo: "No te hagas hacer una ¿Para qué quiero yo dos cruces si con una me alcanza? Así que si no te parece mal te mando una a vos". Es esta que llevo puesta.

Gracias de corazón a todos ustedes por acompañarme en este hermoso momento, y como dice el Papa: "por favor, recen por mí"


Víctor Manuel Fernández. Datos biográficos

Nació en Alcira Gigena, provincia de Córdoba, el 18 de julio de 1962 y fue ordenado sacerdote en su pueblo natal (diócesis de Río Cuarto) el 15 de agosto de 1986.Es licenciado en Teología con especialización bíblica por la Pontificia Universidad Gregoriana, de Roma, en 1988, y doctor en Teología por la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires (UCA) en 1990.

Fue primero vicedecano durante dos períodos y luego, desde agosto de 2008 hasta diciembre de 2009, decano de la Facultad de Teología de la UCA. Desde 2002 hasta 2008 fue director de la revista Teología de esa facultad. El 15 de diciembre de 2009 asumió a cargo del Rectorado de la UCA y el 20 de mayo de 2011 prestó juramento como rector, cargo que seguirá desempeñando como arzobispo.

De 1993 a 2000 fue párroco de Santa Teresita en la ciudad de Río Cuarto, donde además se desempeñó como director de Catequesis y asesor de diversos movimientos laicales. De 2007 a 2009 fue presidente de la Sociedad Argentina de Teología.

Entre otras actividades fue fundador y rector del Instituto Diocesano de Formación Laical de Río Cuarto; productor y locutor de programas radiales; formador y director de estudios del seminario diocesano Jesús Buen Pastor; perito del Secretariado para la Formación Permanente, de la Conferencia Episcopal Argentina; miembro del equipo de reflexión que asesoró al episcopado argentino para la actualización de las Líneas Pastorales; y perito y miembro de la Comisión de redacción de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Aparecida (Brasil, 2007).

En diversos centros de Buenos Aires y de Córdoba fue profesor de Ética, Hermenéutica, Antropología, Método Exegético, Nuevo Testamento, Homilética, Gracia y Teología Espiritual, además de seminarios para Licenciatura.

Ha dictado numerosos cursos y conferencias en la Argentina y en otros países. Entre libros, subsidios y artículos científicos, cuenta con más de 300 publicaciones en la Argentina y en varios países de América Latina y Europa.

Algunos de sus libros son: "Actividad, espiritualidad y descanso", San Pablo, Madrid 2001; "La gracia y la vida entera", Herder, Barcelona 2003; "Teología espiritual encarnada. Profundidad espiritual en acción", San Pablo, Buenos Aires 2004; "Valores argentinos o un país insulso. Hacia el Bicentenario", Bouquet, Buenos Aires 2006; "Cómo interpretar y cómo comunicar la Palabra de Dios", San Pablo, Buenos Aires 2009; "Conversión pastoral y nuevas estructuras", Ágape, Buenos Aires 2010; "La fuerza sanadora de la mística", San Pablo, Buenos Aires 2012.+

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