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viernes, 19 de abril de 2013

La Eucaristía, fuente de santidad

“No tengáis miedo de ser los santos del Nuevo Milenio”, fue una de las grandes exhortaciones del Santo Padre a toda la Iglesia en el Año Jubilar. En este grito amoroso, el Papa hace una invitación que manifiesta la esperanza puesta en los hijos e hijas de la Iglesia de hoy y su visión del futuro de la historia. En este “no tengáis miedo” nos llama a asumir, con determinación, valentía y gozo, el reto a vivir la vocación universal a la santidad que se nos ha sido dada en la gracia bautismal y también a desplegar toda su fuerza transformadora y misionera, llegando a ser la presencia viva de Cristo, presencia tan viva y real que tiene el poder de transformar la historia de este nuevo milenio.

Nuestro mundo y nuestra civilización vive una especie de “ruina espiritual y moral, y por lo tanto, de decadencia en todas las áreas de la vida humana. La única forma de reconstruir la humanidad contemporánea es construyendo una nueva civilización de amor, de vida, de solidaridad, de valorización de la persona humana. A la Iglesia del TM, le toca la ardua tarea de remar mar adentro y adentrarse en las ruinas de esta civilización, para construirla desde adentro. Este remar la barca de la Iglesia hacia las profundidades de la civilización actual, se hará con dos grandes remos: La Santidad y la Misión. Misión que no dará fruto, nos dice el S. Padre en su carta NMI, si no proviene de la Santidad, por que la Misión requiere un testimonio, coherente y elocuente, de vida. "Esta generación tiene la misión de llevar el Evangelio a la humanidad del futuro. Vosotros sois los testigos de Cristo en el nuevo milenio. Sed muy conscientes de ello y responded con pronta fidelidad a esta urgente llamada. La Iglesia cuenta con vosotros." (SS JP II, 21 de nov, 2000)

Juan Pablo II nos ha dicho en NMI que el Camino pastoral de la Iglesia de hoy es uno solo y es urgente: el de la santidad. Para Juan Pablo II, la nueva primavera de la Iglesia es ante todo un momento de gracia abundante, por la cual se forjarán grandes santos y santas. Los nuevos santos de este Milenio.

Hemos escuchado tantas veces las profecias que el Señor diera en el Congreso Internacional de la Renovación Carismática en Roma, en 1975: “tiempos de oscuridad vienen para el mundo y tiempos de gloria para la Iglesia”. ¿Cuál es la gloria de la Iglesia? Es la santidad de sus hijos, santidad que refleja la luz de Cristo, la vida de Cristo en el mundo.. “La Iglesia aumenta, brilla, crece y se desarrolla por la santidad de sus fieles (cf LG 39)”. La característica principal de la Iglesia del TM debe ser la santidad. Nos toca a nosotros reconocer este llamado y esta responsabilidad. La historia se forja con la vida de los hombres y mujeres que viven en ella.

El siglo pasado, el siglo que cerró el II milenio, ha pasado a la historia como uno de los más oscuros para la humanidad, por su egoísmo generalizado y olvido de Dios. Ha sido el siglo de las guerras mundiales, de grandes sistemas políticos opresores, de la bomba atómica, del aborto legalizado, del holocausto, de los experimentos humanos, del ateísmo... el siglo de gran persecución a la Iglesia y el que ha dado más mártires. En este siglo, en medio de tanta oscuridad y de figuras potentes de mal, hemos visto surgir en medio de esa historia de sombras, grandes rayos de luz. En este mismo siglo, la Iglesia ha sido coronada con hombres y mujeres que en medio del mal han surgido para ser en el mundo “grandes candelabros que iluminan”: Santa Teresita de Lesiux, Santa Gemma Galgani, Santa María Goretti, San Maximiliano Kolbe, Santa M. Faustina, Santa Teresa de los Andes, San Padre Pío, Santa Edith Stein, S. Josemaría Escribá, Beatos Jacinta y Francisco, Beato Pier Georgio, Beato Padre Pro, el beato P. Hurtado, el beato Obispo Manuel Gónzalez, beato Carlos Rodríguez, los esposos Beltrame y pronto a ser beatificada, Madre Teresa de Calcuta. Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, matrimonios, solteros, niños y niñas. Más los cienes de cristianos que han dado su vida en el martirio por su fidelidad a Cristo. . “Días de oscuridad para el mundo y de gloria para la Iglesia.” En medio de la historia oscura de la humanidad, Dios revela su presencia santificadora... La luz de Cristo no puede ser apagada por la oscuridad. “La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la vencieron”. Juan 1,4 - Precisamente para mostrar que la luz de Cristo nunca es vencida por la oscuridad es que SS Juan Pablo II, ha revelado la abundante santidad que ha surgido en la Iglesia a través de las tantas beatificaciones y canonizaciones. Esto es prueba que el poder de Dios trasciende la oscuridad del mundo y que en medio de una generación hostil e indiferente, se confirma lo que Jesús nos dice en San Juan: «Mi Padre obra siempre» (5,17). Cuando el mundo ha querido excluir a Dios de la historia, Dios manifiesta que El es su Señor: a través de los santos.


¿Quienes son los santos?

Hombres y mujeres que han tenido el amor y la valentía suficiente para sobrepasar las tentaciones del demonio, las seducciones del mundo y las inclinaciones de su carne, y así, crecer a la estatura de Cristo, hasta llegar a decir, como S. Pablo: “ya no soy Yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mi”. Los santos se hacen presente en la historia de la Iglesia, y con un paso al frente dicen: Aquí estoy. Presente. Igual que hizo S. Maximiliano Kolbe, al dar un paso al frente entre el grupo de prisioneros en el campo de concentración, para dar testimonio del amor heroico al tomar el lugar de otro prisionero y morir en ves de él. Testimonio vivo de la presencia de Cristo en el mundo.


La santidad es para todos

‘Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad’ (LG 40)

Para alcanzar esta perfección, los cristianos deben disponerse con todo el corazón a seguir las huellas de Cristo haciéndose conformes a su imagen, y siendo obedientes en todo a la voluntad del Padre. De esta manera, la santidad del Pueblo de Dios producirá frutos abundantes, como lo muestra claramente en la historia de la Iglesia la vida de los santos. (LG 40).

“La perfección cristiana sólo tiene un límite: el de no tener límite en el amor y la virtud’ (San Gregorio de Nisa, v. Mos.). S. Josemaría Escribá nos explica: "El gran secreto de la santidad se reduce a parecerse más y más a El, que es el único y amable Modelo". (Forja, 752).


¿Donde se forman y forjan los santos?

En el mismo lugar en donde ustedes están, ante la presencia real de Jesús en la Eucaristía. La Eucaristía es “Dios con nosotros”, el Emmanuel. “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (S. Juan 1)... y habita... “Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo”. (Mt. 28,20) Y está con nosotros para actualizar todo su poder salvador y santificador en cada generación. “ Su misericordia llega de generación a generación”, nos dijo la Santísima Virgen en el Magnificat. (Ya en esta proclamación se profetiza el poder de la Eucaristía)

Un día alguien dijo a Santa Teresa de Ávila: “Si tan solo hubiese vivido en el tiempo de Jesús. Si tan solo le hubiese visto y le hubiese hablado. Santa Teresa le respondió: Pero acaso no tenemos ante nosotros a Jesús vivo, verdadero y realmente presente en la Eucaristía?

La Eucaristía es Nuestro Señor realmente presente, su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, oculto bajo las apariencias de pan, pero real y físicamente presente en la Hostia Consagrada. Vive en medio de nosotros para santificarnos, transformarnos en su imagen, para liberarnos del pecado, del demonio y de la carne, para levantarnos con el poder de su vida divina resucitándonos de toda muerte y esterilidad espiritual. Está con nosotros para calmar las tempestades interiores de nuestras pasiones bajas; para abrir los ojos ciegos de nuestras almas, para romper las cadenas de opresiones, hábitos pecaminosos, ataduras a lo terreno y elevar todas nuestras potencias humanas a los bienes celestiales. Para transmitir la caridad y misericordia de su corazón, y darnos corazones generosos capaces de perdonar y hasta de hacer el bien a los enemigos. Para capacitarnos formarnos, forjarnos en su imagen... para ser modelados en él, de tal forma que el mundo reconozca el rostro de Cristo en los nuestros. La Eucaristía es Cristo Mismo, Luz del Mundo: : "Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8, 12). Quien está ante la luz, y se impregna de la luz, no puede hacer nada mas que iluminar. ¡"No se enciende una lámpara para ponerla debajo del celemín" (cf. Mt 5,15). “Bajó Moisés del Monte Sinaí y, cuando bajó del monte con las 2 tablas del testimonio en su mano, no sabía que la piel de su rostro se había vuelto radiante, por haber hablado con él.”. Ex 34.29 San Esteban fijó sus ojos en el cielo y contempló al Hijo de Dios. Su rostro se llenó de la luz de Cristo.(Hecho 6, 15)

“La santidad es el mensaje elocuente que no necesita palabras, la santidad representa al vivo el rostro de Cristo". (NMI, 7). La santidad es visible, hermanos, y con esto no hablo necesariamente de manifestaciones extraordinarias, que muchas veces El Señor ha permitido en la vida de los santos para revelar externamente su gran obra interior. A muchos santos se le iluminaban sus rostros, con ello manifestaban la luz de Cristo de la cual estaban llenas sus almas, como Santa Clara de Asís que le sucedía después de estar horas ante el Santísimo. Otros, por donde pasaban dejaban un aroma de rosas, flores, para revelar que eran el buen olor de Cristo, como el Padre Pío. Otros, levitaban, para mostrar cuan elevadas en santidad estaban sus almas como S. José de Cupertirno que en la misa durante la Consagración al Contemplar la hostia consagrada y el calíz, se elevaba tan alto, que a veces llegaba al techo de la iglesia....etc...

La Eucaristía es el secreto de los Santos. (JPII) ¿No nos dijo acaso Jesús?: “Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mi y yo en él, ese da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada.” (S. Juan 15, 5).

La santidad es fruto de la Eucaristía porque esta es su fuente. Solo quien está en comunión con la vid, Jesús Eucarístico, puede ser una sarmiento fecundo. Veamos la vida de los santos, testigos elocuentes de esta verdad: La Eucaristía es el secreto de los santos. Es la escuela en donde se forjan las grandes almas.


Cura de Ars

Cuando S. Juan M. Vianney llegó a la pequeña villa de Ars, alguien le dijo con amargura: “aquí no hay nada que hacer”. El Santo replicó: “pues entonces hay mucho que hacer”. E inmediatamente comenzó a actuar: se levantaba a las 2:00 am para estar en oración ante el S. Sacramento, pasaba horas hasta que temprano en la mañana celebraba la Santa Misa. Al terminar, volvía a quedarse en adoración, con el rosario en mano y sus ojos fijos en Jesús Eucarístico.

La santidad del Cura de Ars, santidad forjada en esas horas ante la Eucaristía, atrajo a tantos hombres y mujeres, que se vio obligado a escuchar confesiones por 10, 15 y hasta 18 horas. ¿Quien logró esta transformación? El poder de la Eucaristía.


Beato Padre Damian, Apóstol de los Leprosos:

“Si no fuese por la constante presencia de Nuestro Divino Maestro en nuestra humilde capilla, no hubiese podido perseverar en participar de la misma suerte de los leprosos en Molokai. La Eucaristía es el pan de vida que me da fuerza para todo esto. Es la prueba mas elocuente de Su Amor y el medio mas poderoso para aumentar en nosotros su misma caridad. El se nos da diariamente para consumir nuestros corazones con su fuego purificador y transformador, para que incendiemos a los demás con el ardor de su amor”.


Madre Teresa

“Recién en 1973, cuando empezamos nuestra Hora Santa diaria, fue que nuestra comunidad comenzó a crecer y florecer . . . En nuestra congregación solíamos tener adoración una vez a la semana durante una hora; luego en 1973 decidimos dedicar una hora diaria a la adoración. El trabajo que nos espera es enorme. Los hogares que tenemos para los indigentes enfermos y moribundos están totalmente llenos en todas partes. Pero desde el momento que empezamos a tener una hora de adoración cada día, el amor a Jesús se hizo más íntimo en nuestro corazón, el cariño entre nosotras fue más comprensivo y el amor a los pobres se nos llenó de compasión, y así se nos ha duplicado el número de vocaciones. La hora que dedicamos ante Jesús en la Eucaristía es la parte más valiosa de todo el día, es lo que cambia nuestros corazones.”


San Padre Pío

la vida del Padre Pío se mueve alrededor del Tabernáculo. La Eucaristía es su centro de gravitación. La gente de Pietrelicina atestigua que desde niño visita asiduamente a Jesús Sacramentado. Ya de fraile, nos dicen, pasaba largas horas ante la Eucaristía, a veces noches enteras. Durante la adoración sentía un gran fuego en su pecho, que consumía todo su interior. Si el Padre Pío no estaba en el altar, sus ojos estaban continuamente dirigidos hacia el tabernáculo. Igual durante las largas horas de confesiones. Una de las hijas espirituales del Padre Pio que murió en olor de santidad, participando de una Misa celebrada por el Padre Pío, vio como un rayo de fuego salir del corazón del santo hacia el tabernáculo. Jesús le explicó que era el amor que se comunicaba constantemente entre el corazón del P. Pio y el Corazón Eucarístico de Jesús. Ya no se diga, las Misas del Padre Pío.... duraban a veces hasta 2horas y media... Sumergido en completa comunión con el sacrificio de Cristo.


Santa Faustina

Nos narra en su diario: “ A los siete años, cuando estaba ante Jesús expuesto en la custodia, entonces, por primera vez se me comunicó el amor de Dios y llenó mi pequeño corazón y el Señor me hizo comprender las cosas divinas. Desde aquel día mi amor al Dios oculto ha crecido hasta alcanzar la más estrecha intimidad. Todo el poder de mi alma procede del Santísimo Sacramento.”

Sor Crecencia (una hna de Congregación) dijo: La hna Faustina “Vivía en total recogimiento la Misa sin ver nada de cuanto estaba a su alrededor. Tenía una devoción inmensa por el Santísimo Sacramento. Cuando estaba ante la Eucaristía oraba con profundo fervor y con mirada fija y ardiente en Jesús. En todos los momentos libres corría a visitar a Jesús Sacramentado”.


Santa Teresita de Lesieux

El centro de toda su vida, su afecto y atención era “el prisionero de amor” como llamaba a Jesús Eucarístico. A tal punto que compuso un hermosa poesía que nos revela su amor ardiente y dependencia total por el Sacramento de Amor. En esta poesía abre su corazón para manifestar un gran deseo : “quiero ser llave del sagrario para abrir la prisión de la Santa Eucaristía. Quiero ser la lámpara que se consuma cerca del sagrario.. Quiero ser la piedra del altar para ser un nuevo establo en donde repose la Eucaristía. Quiero ser corporales para guardar en ella la hostia consagrada. Quiero ser patena .... quiero ser custodia... quiero ser cáliz ..” Ese era su gozo... Cuenta como una gran dicha, un día en que en el momento de la Comunión, habiendo caído la Santa Hostia de las manos del sacerdote, ella tendió el escapulario para recibirla.. Consideraba esto un privilegio tan grande como el de la Virgen Santísima, pues había tenido en sus brazos al mismo Jesús.


Venerable Alejandrina da Costa

Vivió para la Eucaristía, se alimentó de la Eucaristía y murió queriendo ser enterrada en la iglesia parroquial y que la colocaran de tal forma que su rostro contemplara el Sagrario.


SS Juan Pablo II 

Seguramente pasará a la historia como uno de los Papas más grandes que ha dado la Iglesia.. De donde surge su grandeza tanto en santidad como en un pontificado tan fecundo? Lo entenderemos a la luz de esta historia, narrada por un sacerdote que trabaja muy cercano al Papa.

Recién elevado JPII al pontificado, uno de sus secretarios lo buscaba. No sabía nadie donde se encontraba. Nos narra que fue a su cuarto después de cena, tocó la puerta, fue con una montaña de papeles para que leyera y firmara, y él no estaba allí. Preguntaba a todos los Cardenales, nadie sabía donde él estaba. Fue a la cocina pensando que quizás el Santo Padre al no haber cenado, tenía hambre y fue en búsqueda de algo de comer. Lo cierto es que no se encontraba por ninguna parte y nadie sabía donde estaba.

En eso, este secretario se encontró con el sacerdote que era secretario del Santo Padre desde Polonia. Cuando le preguntó, éste le contestó: Cuando sepas donde está el Santo Padre, puedes estar seguro que lo encontrarás en la capilla orando ante la Eucaristía. Fue a buscarlo a la capilla para confirmar la información y lo encontró: postrado con su rostro en tierra y con sus manos extendidas ante Jesús Eucarístico.”

El Papa nos ha dicho que en sus 50 años de sacerdocio lo mas importante ha sido y es la celebración de la Eucaristía. He tenido el privilegio de estar en la Misa Privada de Su Santidad, en Roma, y no se pueden imaginar lo que se experimenta. He visto en sus ojos, profundamente fijos en la Eucaristía... entra en una dimensión que nos trasciende a los que estamos con él. Me sentí estar presenciando un alma sacerdotal completamente sumergida en el misterio de la Presencia real. Aquí se ha forjado Juan Pablo II. Pude ver como sus palabras se cumplían: “La Santa Misa es el centro absoluto de mi vida y de cada día de mi vida”. Como no llamarle a su última encíclica “La Iglesia vive de la Eucaristía”.. Si Juan Pablo II, vive de la Eucaristía? “La adoración del Santísimo Sacramento tiene cotidianamente una importancia destacada y se convierte en fuente de vida y santidad.” (Enciclica de JPII Ecclesia de Eucharistia). Desde su primera comunión ha recibido la Eucaristía todos los días.

“Sigamos, queridos hermanos la enseñanza de los Santos, grandes intérpretes de la verdadera piedad eucarística. Con ellos la teología de la Eucaristía adquiere todo el esplendor de la experiencia vivida, nos contagia y nos enciende”. EE, 62)


Conclusión

En estas horas de sombras, necesitamos que brille la luz de Cristo en la santidad de los hijos de la Iglesia. Debemos presentar a la humanidad la "luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo" (Jn 1, 9). Milagro Eucarístico de Cracovia: del pantano surgía una luz tan fuerte que podía verse a larga distancia... Encontraron la hostia consagrada después de drenar la porción de pantano, completamente limpia.

Jesús, el Redentor y Salvador de los hombres permanece con nosotros realmente en la Santa Eucaristía. Jesús en el Santísimo Sacramento se da por completo "para la vida del mundo" , para nuestra vida, para la vida de nuestro mundo y nuestra historia. La Eucaristía es la presencia sublime del amor de Cristo.. Amor permanente, santificador, eficaz y poderoso. Decía el beato obispo Manuel Gónzalez, obispo de la Eucaristía: el sagrario es el lugar mas poderoso de la tierra”. De verdad lo creemos? Aquí está el tres veces Santo, para forjar y formar santos con el poder de su gracia y en su escuela de santidad. El mundo de hoy necesita “testigos” para que pueda con gozo decir: “Dios está con nosotros, pues visto los efectos de su presencia en hombres y mujeres que no han tenido miedo de abrir de par en par, generosamente, las puertas de su corazón a Jesús y que se han dejado transformar en imágenes vivientes de su amor y su santidad.

Concluyo con las palabras de Su Santidad Juan Pablo II: "Pido a Dios tres veces santo, que, por intercesión de esta inmensa multitud de testigos, los haga santos, los santos del tercer milenio".

escrito por Madre Adela Galindo, Fundadora SCTJM
(fuente: www.corazones.org)

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