Lo sabemos porque muchos casos tuvieron fuerte eco en el país, de la mano de personalidades y famosos. Los tratamientos de alquiler de vientre son habituales y legales en los Estados Unidos. Muchísimas parejas, hetero y homosexuales, recurren a esta opción por diferentes motivos y el debate al respecto ha bajado el tono en los últimos años. Sin embargo, un caso conmociona al país del Norte y está dando que hablar en todo el mundo: todos coinciden en que la protagonista de la historia cruzó un límite hasta ahora impensado.
Resuelta a tener un hijo de cualquier modo, una mujer había acordado con Crystal Kelley, de 29 años, alquilar su vientre por la suma de 2.222 dólares al mes. Todo iba normal hasta que, a los 5 meses de embarazo, una ecografía del feto demostró que la beba sufría anomalías graves y que era poco probable que tuviera en el futuro una vida normal (hablaron de un 25% de probabilidades de supervivencia). Con esos datos sobre la mesa, la madre biológica ofreció a Kelley dinero para que interrumpiera el embarazo.
El contrato entre ambas partes incluía una cláusula de interrupción del embarazo en caso de malformaciones graves, y pese a que la mujer le ofreció 10 mil dólares extra, Kelley se negó a interrumpir el embarazo aduciendo razones religiosas y morales. "No voy a jugar a ser Dios", dijo, y hasta se mudó a otro Estado para sentirse respaldada por la ley (se fue a Michigam, donde consideran a la madre portadora de vientre la responsable legal del bebé en casos como éste).
Sin embargo, un par de semanas después Kelley cambió de idea y pidió 15 mil dólares para abortar, pero la familia se negó a pagarlo y el embarazo llegó a término. La niña nació con graves malformaciones físicas, pero conquistó a Kelley. "No me importa lo que nadie piense: yo me he convertido en su madre y creo que mi hija tiene un espíritu de lucha impresionante y que saldrá adelante", comentó.
(fuente: www.clarin.com)
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