Los
jóvenes solemos tener mucha energía para comprometernos con varias
actividades, servicios; no tenemos miedo de ir por más y estamos
dispuestos a seguir sumando personas, actividades y compromisos a
nuestra agenda. Y es por eso que la palabra "límites" no nos suena tan
bien. Solemos relacionar los límites con cuestiones externas que vienen a
coartarnos la libertad. En la medida que vamos creciendo y comenzamos a
tomar nuestras propias decisiones la experiencia del límite resulta
dolorosa... No podemos con todo lo que querríamos, el tiempo es finito,
los recursos y nuestras energías también.
Pero los límites también pueden ser buenos. Los
limites dan cause a la vida, y bien administrados más que "cortarnos
las alas" pueden ser generadores de nuevas posibilidades y de una vida
más sana. Conversamos con Diego Cmet, licenciado en Psicología y docente de la Universidad Siglo XXI de Córdoba.
"Parece ser que hoy hablar de límites socialmente no es muy aceptable, pero son super necesarios y para todo"
comentó apenas iniciada la conversación nuestro especialista. A lo que
agregó que "la piel contiene todo lo que yo tengo adentro, por
ejemplo... eso me permite delimitar mi yo". Los limites tienen que ver
con la libertad, por lo general nuestro mundo nos plantea una juventud
"sin limites", los jóvenes "no tienen fronteras"... Pero la libertad va
directamente relacionada con la responsabilidad.
Los
límites existen, los respete o no, están. Y muchas veces es posible
traspasarlos, el problema radica en qué pasa cuando voy más allá de mis
límites... ¿me hacen ser mejor, me contruyen o me dañan?.
Por
otro lado los límites se relacionan con la posibilidad de decir
algunas veces que no. No se puede con todo, por ende algunas veces
decir que "No" y renunciar a ciertas propuestas, por más que estén
buena, es válido y hasta saludable. Los limites nos encausan, nos demarcan la cancha, para dentro de sus márgenes poder expandirnos con libertad.
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