Buenos Aires (AICA): La Comisión Episcopal de la Salud recordó que el Día Nacional del Enfermo, que se realizará este domingo 11 de noviembre con el lema "Vendar las llagas de los corazones rotos", quiere ser un llamado de atención y “despertar la conciencia de los fieles sobre la realidad del sufrimiento humano”, al tiempo que busca rescatar que los sacramentos de la Confesión o Reconciliación, la Comunión y la Unción de los Enfermos, son “las medicinas de Dios”.
“Es nuestro deseo que llegue una ‘buena noticia’ a los que sufren, en el alma o en el cuerpo, y a todos los hermanos en la fe un llamado a no pasar de largo ante el dolor del prójimo herido. En la parábola del buen samaritano Jesús nos enseña qué actitud tomar ante el hermano caído: no desviar la mirada, sino acercarse, interesarse, ofrecer ayuda concreta. Detenernos junto al enfermo y necesitado, no por curiosidad, sino con disponibilidad y sensibilidad, capaces de compadecernos del que sufre y ofrecer la ayuda eficaz, hasta la entrega de nosotros mismos”, explicó.
El organismo episcopal sostuvo en un mensaje que “estar cercanos a las familias que llevan la sobrecarga de familiares enfermos, ancianos, con capacidades especiales, o sufren las consecuencias de la violencia o del flagelo de las adicciones, a las que la sociedad actual olvida, saturada de relativismo y permisivismo y lejos del sumo y único verdadero bien, que es Dios, abre el camino de la caridad a las nuevas generaciones”.
Por esto, subrayó es que “no podemos permanecer indiferentes ante los cuestionamientos e incoherencias de una sociedad que camina a la deriva, porque ha perdido la brújula de la fe y los mandamientos de Dios. También la ignorancia, sobre todo religiosa, y la ausencia de valores en la vida personal, familiar y social, es una grave situación de pobreza a la que debemos atender”.
Tras señalar que “queremos mirar con esperanza y positivamente el futuro”, aseguró que “si realmente vivimos la fe como experiencia de encuentro con Cristo, sabremos acercarnos a los hermanos que sufren, llevarles la buena noticia y ‘vendar las llagas de los corazones rotos’, ofreciéndoles la riqueza de la fe”.
“Tenemos, en efecto, a nuestra disposición, como un don de la misericordia y providencia de Dios, en primer lugar la Palabra de Dios, y también las medicinas de Dios, que son los sacramentos de curación. A través de ellos el amor de Cristo nos libera del pecado que nos esclaviza y enferma, y nos conforta en la debilidad corporal y espiritual”, agregó.
Los obispos miembros de la Comisión insistieron en que “estas ‘medicinas’ de Dios son el sacramento de la Confesión o Reconciliación, por el que nos reconciliamos con Dios y con la Iglesia, recobramos la paz y nos sanamos espiritualmente; el sacramento de la Unción de los Enfermos, que sana el alma y el cuerpo, ayuda a asumir la enfermedad desde la fe y prepara a esperar con serena confianza el abrazo del Padre Dios, y la Comunión, el encuentro con Jesús Eucaristía, alimento del hombre peregrino, que nos da vida.
“El papa Benedicto XVI insiste en que redescubramos la riqueza de la fe y la belleza de la vida cristiana para ofrecérselas a los hombres sedientos o heridos del mundo de hoy. María, la madre de Jesús, con su ejemplo e intercesión nos inspira confianza y la voluntad de asumir el dolor, unirlo al sufrimiento de Cristo y convertirlo en signo eficaz de salvación”, concluyeron.+
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