Como todos los años, el Papa ha enviado su mensaje cuaresmal para el 2012, en el que nos comunica a los católicos sus propias reflexiones sobre un versículo de la Carta a los hebreos que dice: “Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras”.
Fijarnos los unos en los otros es algo que hacemos constantemente pero pocas veces para estímulo de la caridad, quizás más bien para criticar o envidiar. El Papa nos dice que es necesario que vivamos la atención al otro, la reciprocidad y la santidad personal.
La atención al otro debe significar para el cristiano que no me es indiferente la suerte de los demás, pues estoy obligado a amar a mis prójimos, a preocuparme de su bien, de todo su bien. A menudo prevalece en nosotros la indiferencia o el desinterés que nace del egoísmo. Pero no podemos ignorar que tenemos una responsabilidad respecto a los otros y esta responsabilidad significa querer el bien del otro, de los otros, deseando que ellos también se abran a la lógica del bien.
Imaginemos como cambiaría nuestro mundo si esta solicitud fuera recíproca, si nacieran en nuestro corazón la fraternidad, la solidaridad, la justicia, la misericordia y la compasión. Buen momento es esta Cuaresma para intentarlo seriamente.
Preocuparse por el hermano comprende también, dice el Papa, la solicitud por su bien espiritual. La corrección fraterna para ayudar y ser ayudados en el camino que nos lleva a nuestro fin último, parece haberse olvidado por completo. Estamos tan marcados por el relativismo y sus falsos valores, que nos atrevemos a señalar el camino equivocado que muchos llevan. Cuesta trabajo a los padres reprender a sus hijos, recordar a los demás sus deberes o advertirles del peligro de los placeres irresponsables. También reaccionamos mal si alguien nos corrige o nos señala los defectos.
Parecemos convencidos de que lo verdadero y lo falso, la bueno y lo malo, dependen de nosotros mismos, que la verdad es lo que cada cual decide según sus gustos o preferencias, o lo que piense la mayoría, pero si la verdad es lo que opine cada cual, no existe la verdad y si el bien solo lo estimo en la medida que me beneficia, el bien deja de existir. Pero la verdad y el bien existen con independencia de toda la propaganda relativista que nos corroe. Para ayudarnos unos a otros a descubrir la verdad y el bien, la corrección fraterna es un buen instrumento, siempre que lo manejemos con amor. La Cuaresma nos llama a la conversión, a la oración, a la limosna, pero sobre todo a la caridad, que es buscar todo el bien de los demás que va más allá de esta vida, a la santidad.
escrito por Francisco Rodríguez Barragán
(fuente: www.forumlibertas.com)
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