Eso es lo que encontramos en estos tres días que preceden al Triduo de la Pascua: ternura y amistad. En medio de los abrojos y de las espinas que crecieron en torno a la figura de Jesús; en el entorno de un mundo que no entendía y cerraba los ojos al señorío de Jesús…..surge, en este lunes de Semana Santa, una mujer como excepcionalidad y oasis en medio del desierto.
Tal vez en sus últimas horas, Jesús, quiso arroparse del cariño y de la cercanía de los suyos. Y, éstos, le ofrecieron lo que simbolizaba su lealtad y su amistad, su aprecio y su confianza: ¡PERFUME EN ABUNDANCIA, PREÁMBULO DE SU UNCIÓN PRÓXIMA!
Aquella que derrochaba amor y admiración por Cristo… no quiso poner precio a un perfume vertido a los pies de Jesús
Pudieron más los gestos que las palabras: arrodillada a los pies del Maestro, su esencia, era presagio de la muerte anunciada.
Aquel que selló de palabra y de obra la venta de Jesús… puso, antes y después, plata a su entrega. ¡30 monedas eran poco comparado con la riqueza que regalaba María a los pies del Nazareno!
Y… ¿NUESTRO PERFUME?
Acostumbrados a tasar las cosas y las personas… nos cuesta ofrecer gratuitamente el aroma de nuestro servicio a los demás.
Mediatizados por la competitividad… corremos serios riesgos de “vender” en vida la fama y la credibilidad de prójimos que nos rodean
Empujados por el máximo beneficio… medimos con cuentagotas la calidad para los demás y en sobreabundancia lo que es para nuestro bien personal.
Educados para la palabra… se nos hace difícil entender gestos como el de María: se desprendía de lo más caro y valioso que tenía en su casa.
Condicionados y justificados por el ambiente… buscamos mil excusas para que sean siempre los demás los que tengan que hacer frente a los grandes dramas del mundo (pobreza, hambre, enfermedades…) mientras procuramos guardar con mimo la bolsa de nuestra personal riqueza.
JESÚS VIENE A NUESTRA CASA
Antes de iniciar la Pascua, el Señor, viene a la casa de cada uno de nosotros. Hemos vivido muy de cerca de El en este tiempo de Cuaresma y, ahora en contraprestación, parece como si fuera a despedirse de aquellos que supieron estar a su lado. ¿Lo hemos estado nosotros?.
Ojalá, que en estas vísperas de la Semana Santa, sepamos volcar lo más caro y mejor de nosotros mismos sobre El.
Ojalá, en estos días que se acercan, sepamos contagiar el ambiente con nuestra FE pública como lo hizo el Nardo que María echó a los pies de Jesús.
Ojalá, en estas horas de juicio y de condena, seamos hombres y mujeres firmes en nuestro amor a Dios y en nuestra lealtad a su Hijo.
Ojalá, todas nuestras casas como cristianas que son, se llenen del aroma de una vida cristiana que en Semana Santa se tiene que consolidar, fortalecer, purificar y derramar.
Ojalá, aunque sea caro el perfume de nuestro tiempo, seamos capaces de ofrecerlo en abundancia a los pies clavados de Jesús:
Velando con El en la noche de Jueves Santo.
Besando sus pies al ser crucificado en Viernes Santo
Y quedándonos asombrados porque, de su pasión, lo único que quedó fueron sus llagas y cicatrices en manos, pies y costado.
Javier Sacerdote
SOLO DESDE EL AMOR PONEMOS A LAS PERSONAS POR ENCIMA DE LO MATERIAL
(fuentes: encuentra.com; www.mercaba.org)
No hay comentarios:
Publicar un comentario