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domingo, 30 de noviembre de 2014

"Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento"

Lectura del Santo Evangelio según San Marcos
(Mc 13, 33-37)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Velen y estén preparados, porque no saben cuándo llegará el momento. Así como un hombre que se va de viaje, deja su casa y encomienda a cada quien lo que debe hacer y encarga al portero que esté velando, así también velen ustedes, pues no saben a qué hora va a regresar el dueño de la casa: si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la madrugada. No vaya a suceder que llegue de repente y los halle durmiendo. Lo que les digo a ustedes, lo digo para todos: permanezcan alerta".

Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.

¡Despierten! I domingo de Adviento.

San Cristóbal de las Casas, 27 de noviembre de 2014 (Zenit.org) Mons. Enrique Díaz Diaz

Isaías 63, 16-17. 19; 64, 2-7: “Ojalá, Señor, rasgaras los cielos y bajaras”
Salmo 79: “Señor, muéstranos tu favor y sálvanos”
I Corintios 1, 3-9: “Él nos hará permanecer irreprochables hasta el fin”
San Marcos 13, 13-37: “Velen y estén preparados”

Si el oráculo de Isaías no hubiese sido escrito hace muchos siglos, pensaríamos que está describiendo las penurias y sufrimientos de nuestro país en los momentos actuales como una desgracia nacional. Un grito de auxilio brota del dolor y se dirige al Único que puede auxiliarlos en ese momento. La súplica se convierte en un deseo ardiente de la vuelta del Señor. Dios tiene que volver, no por deber sino por amor. Tras la petición de auxilio del profeta, se desgrana una confesión genérica de los pecados, los mismos ayer y hoy, personales y comunitarios. El pecado es general: una justicia convertida en un trapo asqueroso que conlleva la muerte interior del hombre y lo deja desnudo e impotente a merced de su propia culpa. “¿Por qué has permitido que nos alejemos de Ti y has dejado endurecer nuestro corazón?” El reconocimiento de la propia culpa, personal y nacional, es el inicio de la conversión y de la reconstrucción de un pueblo afligido y aniquilado. “Ojalá rasgaras los cielos y bajaras, estremeciendo las montañas con tu presencia”, suspira lleno del esperanza el profeta. El mismo suspiro y deseo que expresamos nosotros también, confiados no en nuestros propios recursos, sino sostenidos en el amor siempre fiel de nuestro Dios. También nosotros hoy exclamamos: “Señor, tú eres nuestro padre; nosotros somos el barro y tú el alfarero”. El pueblo suspira por la llegada del Señor de la paz, de la verdad, de la justicia.

El primer domingo de Adviento nos lanza a prepararnos y a estar atentos a la venida del Hijo del Hombre. En esta primera etapa hay un doble juego que nos impulsa a estar expectantes tanto por el último día, el día del juicio final, como por la venida en la carne del Verbo, Mesías, que viene a salvarnos. Tanto en la Encarnación como en la Parusía, el Dios que nos ama y esperamos, es un Dios sorprendente. Sorprendente porque no es ocasional ni episódico, sino es el “Dios con nosotros” que quiere estar en medio de nosotros, en el centro de nuestra existencia. Sorprendente porque puede llegar en cualquier momento: “al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la madrugada”. Sorprendente porque para acogerlo hay que vivir el hoy en plenitud. Sorprendente porque nos invita a discernir los signos de los tiempos, a andar por caminos de justicia. Sorprendente porque no viene ante todo a exigir, sino a dar, pues por Él “hemos sido enriquecidos en todo”. Sorprendente porque cuando todo parece perdido, enciende la luz de la esperanza.

El adviento es un tiempo de esperanza, de un dinamismo interior muy profundo que se desarrolla entre la expectación y la vigilancia, entre la búsqueda y el movimiento. Un llamado a superar la apatía, el estancamiento, la pasividad o la indiferencia, a despertar de nuestras somnolencias, iluminar y descubrir nuestras corrupciones. El pequeño ejemplo que nos ofrece el evangelio de este día es la última parte de las enseñanzas que ofrece Jesús a sus discípulos. Y esta última palabra de Jesús es una invitación a la esperanza y a una paciencia activa, pues con su venida al mundo, muerte y resurrección, han llegado los últimos tiempos. El desconocimiento del cuándo futuro no puede hacer disminuir la importancia del presente. En resumidas cuentas, lo que se necesita es despertar a los hombres, pues cada momento, cada instante, puede ser tiempo de Dios y no solamente tiempo mundano. Es precisamente la espera del “momento” final la que otorga este carácter divino-humano a la historia concreta de cada hombre. Así, la tarea del creyente es avivar la esperanza a la luz del futuro definitivo.

“¡Despierten!”, nos dice el Señor. Es el grito para todos los mexicanos azorados, paralizados ante tanta maldad. Porque no se puede estar atentos al tiempo de Dios en la inconsciencia; no se puede ser fiel a un Dios sorprendente ¡estando dormidos! Hay que estar alerta. No podemos delegar a nadie este encargo de vigilar y trabajar. Hay que estar siempre con el corazón abierto para recibirlo. Somnoliento, adormilado, el cristiano no se da cuenta de nada, llega la tormenta, destruye su casa y patrimonio, causa enormes daños, y él sólo acierta a decir ¿Por qué brota la corrupción? ¿Por qué tanta mentira y tantos crímenes?... La violencia, la inseguridad, los robos y secuestros nos angustian y mortifican, no estamos preparados para enfrentarlos, por todos lados nos invaden, a nosotros que vivíamos tan seguros, que descuidamos la educación para conseguir unos pesos más. La ambición de los bienes terrenos ha agotado nuestro interés y nuestro tiempo y nos hemos vuelto sordos a la voz de Dios. Han vulnerado nuestra casa y nuestras personas y ahora nos sentimos indefensos. ¿Cómo hacer para prepararnos a recibir al Señor?

Este tiempo de adviento es – o debería ser – una fuerte llamada que nos despierta y nos pone alertas para prepararnos a la venida del Señor. Es el aguijón que nos sacude para descubrir en cada momento la presencia irrepetible y única de nuestro Dios, aun en medio de las oscuridades que parecen ahogar la verdad. ¡Nuestro Dios está con nosotros! Vigilantes para recibir a Jesús, construimos no en la angustia del día final, sino en la espera enamorada de quien sabe llega la persona amada. Para descubrir a este Jesús que ya llega es preciso tener el oído fino, los ojos limpios y abiertos, el corazón expectante y comprometerse en el presente con lucidez, con perspectiva de plenitud y de futuro y la mirada fija en Él. ¿A qué me compromete personalmente? ¿Qué consecuencias ha tenido en nuestra vida espiritual, familiar, pastoral, social, el no estar vigilantes y atentos? ¿Cuáles son nuestros descuidos? ¿Qué podemos hacer para estar atentos a recibir a Jesús que ya llega? Contemplemos con ansia y deseo a este Jesús, Mesías, que se avecina. ¡Despertemos! Avivemos el anhelo de que ya esté presente en medio de nosotros.

Señor Jesús, que con tu llamado a despertar, nos recuerdas la urgencia de responder a tu amor, concédenos que en este Adviento, llenos de esperanza, hagamos presente tu Reino, que se manifieste con mayor claridad que Tú te haces “Dios con nosotros”, das sentido a nuestras vidas y las llenas de amor. Amén.

(27 de noviembre de 2014) © Innovative Media Inc.

sábado, 29 de noviembre de 2014

¡Mañana domingo ya empieza el Adviento!

Cuatro domingos de Adviento tendrán que pasar para que ya, una vez más, estemos en Navidad...

El próximo domingo será el primero y el advenimiento que vamos a celebrar es la conmemoración de la llegada del Hijo de Dios a la Tierra.

Es tiempo de preparación puesto que siempre que esperamos recibir a una persona importante, nos preparamos.

La Iglesia nos invita a que introduzcamos en nuestro espíritu y en nuestro cotidiano vivir un nuevo aspecto disciplinario para aumentar el deseo ferviente de la venida del Mesías y que su llegada purifique e ilumine este mundo, caótico y deshumanizado, procurando el recogimiento y que sean más abundantes y profundos los tiempos de oración y el ofrecimiento de sacrificios, aunque sean cosas pequeñas y simples, preparando así los Caminos del Señor.

Caminos que llevamos en nuestro interior y que tenemos que luchar para que no se llenen de tinieblas, de ambición, de lujuria, de envidia, de soberbia y de tantas otras debilidades propias de nuestro corazón humano, sino que sean caminos de luz, senderos que nos conduzcan a la cima de la montaña, a la conquista de nuestro propio yo.

Hace unos días celebrábamos el día de Cristo Rey. Cristo es un Rey que no es de este mundo. El reino que El nos vino a enseñar pertenece a los pobres, a los pequeños y también a los pecadores arrepentidos, es decir, a los que lo acogen con corazón humilde y los declara bienaventurados porque de "ellos es el Reino de los Cielos".... y a lo "pequeños" es a quienes el Padre se ha dignado revelar las cosas ocultas a los sabios y a los ricos.

Es preciso entrar en ese Reino y para eso hay que hacerse discípulo de Cristo.

A nosotros no toca ser portadores del mensaje que Jesús vino a traer a la Tierra.

Cristo no vivió su vida para sí mismo, sino para nosotros desde su Encarnación. por "nosotros los hombres y por nuestra salvación hasta su muerte, por nuestros pecados" (1Co 15,3) y en su Resurrección "para nuestra justificación (Rm4,1) "estando siempre vivo para interceder en nuestro favor" (Hb 7,25). Con todo lo que vivió y sufrió por nosotros, de una vez por todas, permanece presente para siempre "ante el acatamiento de Dios en favor nuestro" (Hb 9,24).

Cuatro domingos faltan para que celebremos su llegada. Días y semanas para meditar, menos carreras, menos cansancio del bullicio y ajetreo de compras y compromisos, de banalidades y gastos superfluos... mejor preparar nuestro corazón y tratar de que los demás lo hagan también para el Gran Día del Nacimiento en la Tierra de Dios que se hace hombre.

PREPARÉMOSNOS CON ILUSIÓN Y CON FE.

escrito por María Esther De Ariño 
(fuente: catholic.net)

Para rezar en familia junto a la Corona de Adviento

La corona o guirnalda de Adviento es el primer anuncio de Navidad. Es un círculo de follaje verde, la forma simboliza la eternidad y el color la esperanza y la vida... Va enrollada con un listón rojo, símbolo del amor de Dios que nos envuelve y también de nuestro amor que espera con ansiedad el nacimiento del Hijo de Dios. En el círculo se colocan las cuatro velas (pueden ser tres moradas y una rosa o bien todas blancas) para encenderse una cada domingo de Adviento. En el centro de círculo se coloca una vela blanca, luz de Cristo. Se tiene que notar que la Navidad es más importante que la espera del Adviento. si se quiere se puede situar la imagen del Niño.

Dios se hace presente en la vida de cada ser humano y de cualquier manera le hace sentir su amor y deseo de salvarle. La palabra ADVIENTO es de origen latín y quiere decir VENIDA. Es el tiempo en que los cristianos nos preparamos para la venida de Jesucristo. El tiempo de adviento abarca cuatro semanas antes de Navidad; costumbre muy significativa y de gran ayuda para vivir este tiempo:

La corona se sitúa en un lugar digno y principal. La corona, tiene raíces simbólicas universales: la luz como salvación, el verde como vida, forma redonda como eternidad. Simbolismos para expresar la espera de Cristo Jesús como Luz y Vida, junto a otros importantes, como son las lecturas bíblicas, los textos de oración y el repertorio de cantos.


Primer Domingo: LLAMADA A LA VIGILANCIA

ENTRADA. Se entona algún canto.

Saludo:
Guía: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Acto de Contrición.

Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores. Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso...

LITURGIA DE LA PALABRA.

Lectura del santo evangelio según san Marcos 13,33
Estén preparados y vigilando, ya que nos saben cual será el momento. Palabra del Señor. Palabra del Señor

(Breve pausa para meditar). Reflexión.

Guía: Vigilar significa estar atentos, salir al encuentro del Señor, que quiere entrar, este año más que el pasado, en nuestra existencia, para darle sentido total y salvarnos.


ENCENDIDO DE LA VELA.

Oración.

Todos: Encendemos, Señor, esta luz, como aquel que enciende su lámpara para salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene. En esta primer semana de Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con alegría. Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen. Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú traes la luz más clara, la paz más profunda y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús!. ¡Ven, Señor Jesús!

PADRE NUESTRO.

Guía: Unidos en una sola voz digamos: Padre Nuestro... CONCLUSION.

Guía: Ven Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros. Todos: Y seremos salvos.


Segundo Domingo CUESTION DE «ENDEREZAR»

ENTRADA. Se entona algún canto.

Saludo.

Guía: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Acto de Contrición.

Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores. Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso...


LITURGIA DE LA PALABRA.

Lectura de la II carta de San Pedro 3,13-14
Nosotros esperamos según la promesa de Dios cielos nuevos y tierra nueva, un mundo en que reinará la justicia. Por eso, queridos hermanos, durante esta espera, esfuércense para que Dios los halle sin mancha ni culpa, viviendo en paz. Palabra de Dios. Palabra del Señor

(Breve pausa para meditar) Reflexión:

Guía: ¿Qué va a cambiar en mí, en nosotros en este Adviento? ¿ Se notará que creemos de veras en Cristo?


ENCENDIDO DE LA VELA.

Oración: Todos: Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo, encendemos estas dos velas. El viejo tronco está rebrotando estremece porque Dios se ha sembrado en nuestra carne... Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la esperanza. ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven, Salvador!

PADRE NUESTRO.

Guía: Unidos en una sola voz digamos: Padre nuestro...

CONCLUSION. Guía: Ven Señor haz resplandecer tu rostro sobre nosotros. Todos: Y seremos salvos.


Tercer Domingo CRECER EN ALEGRIA, CRECER EN EL TESTIMONIO DE VIDA

ENTRADA. Se entona algún canto.

Saludo.

Guía: En el nombre del Padre y del Hijo Y del Espíritu Santo. Acto de Contrición.

Acto de Contrición.

Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso...

LITURGIA DE LA PALABRA.

Lectura de la Primera carta a los Tesalonicenses 5,23
Que el propio Dios de la paz los santifique, llevándolos a la perfección. Guárdense enteramente, sin mancha, en todo su espíritu, su alma y su cuerpo, hasta la venida de Cristo Jesús, nuestro Señor. Palabra de Dios. Palabra del Señor

(Breve pausa para meditar).

Reflexión:

Guía: Los hombres de hoy no verán en persona a Cristo en esta Navidad. Pero sí verán a la Iglesia, nos verán a nosotros. ¿Habrá más luz, más amor, más esperanza reflejada en nuestra vida para que puedan creer en El?

ENCENDIDO DE LA VELA.

Oración:
Todos: En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se anuncia la buena noticia: ¡El Señor va a llegar! ¡Preparen sus caminos, porque ya se acerca! Adornen su alma como una novia se engalana el día de su boda. ¡Ya llega el mensajero!. Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz. Cuando encendemos estas tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha tuya para que brilles, llama para que calientes. ¡Ven, Señor, a salvarnos, envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor!

PADRE NUESTRO.

Guía: Unidos en una sola voz digamos: Padre nuestro...

CONCLUSION. Guía: Ven Señor haz resplandecer tu rostro sobre nosotros. Todos: Y seremos salvos.


Cuarto Domingo EL SI DE MARIA ES NUESTRO SI

ENTRADA. Se entona algún canto.

Saludo.

Guía: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Acto de Contrición.

Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores. Todos: Yo confieso ante Dios Todopoderoso...

LITURGIA DE LA PALABRA.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1,38
En aquel entonces respondió María al Angel Gabriel. "Yo soy la servidora del Señor, hágase en mi lo que has dicho". Palabra del Señor.

(Breve pausa para meditar)

Reflexión:

Guía: Para que haya encuentro no basta con que alguien venga. Hay que salir a su encuentro. María es el modelo perfecto de lo que debe ser nuestro seguimiento del Señor, de nuestra actitud de adviento.

ENCENDIDO DE LA VELA.

Oración:

Todos: Al encender estas cuatro velas, en el último domingo, pensamos en Ella, la Virgen, tu madre y nuestra madre. Nadie te esperó con más ansias, con más ternura, con más amor. ¡Nadie te recibió con más alegría. Te sembraste en ella, como el grano de trigo se siembra en el surco. Y en sus brazos encontraste la cuna más hermosa. También nosotros queremos prepararnos así: en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día. ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven a salvarnos!

PADRE NUESTRO.

Guía: Unidos en una sola voz digamos: Padre nuestro...

CONCLUSION.

Guía: Ven Señor haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.

Todos: Y seremos salvos.


Noche del 24 de Diciembre

SE PRENDE LA VELA BLANCA DEL CENTRO Y SE HACE EL RITO DE ARRULLAR Y ACOSTAR AL NIÑO DIOS Y DESPUÉS… LA BENDICIÓN DE LA CENA DE NAVIDAD

(fuente: catholic.net)

viernes, 28 de noviembre de 2014

Siete hábitos diarios para la santidad

La santificación es un trabajo de toda la vida y requiere nuestro determinado esfuerzo para cooperar con la gracia santificante de Dios que viene por medio de los sacramentos.

Estás leyendo esto porque estas interesado en tomar tu vida espiritual más seriamente de ahora en adelante. Aceptar de corazón uno de los puntos clave del Concilio Vaticano II: la importancia de la doctrina de la llamada universal a la santidad. También conoces que Jesús es el único camino a la santidad “Yo soy el camino, la verdad y la vida.” El secreto de la santidad es la oración constante la cual puede ser definida como el continuo contacto con la Santísima Trinidad “reza siempre y sin desfallecer” (Lc. 18:1). Hay varios caminos para llegar a conocer a Jesús. Nosotros vamos a hablar brevemente sobre algunos de ellos en este artículo. Si quieres llegar a conocer, amar y servir a Jesús de la misma forma que aprendes a amar y enamorarte de otras personas: tu esposa, miembros de tu familia y amigos íntimos, por ejemplo, pasando un tiempo considerable con el en forma regular y, en este caso básicamente todos los días. El retorno, si lo haces, es la única verdadera felicidad en esta vida y la visión de Dios en la próxima. No hay sustituto a esto.

La santificación es un trabajo de toda la vida y requiere nuestro determinado esfuerzo para cooperar con la gracia santificante de Dios que viene por medio de los sacramentos.

Los siete hábitos diarios que propongo consisten en el ofrecimiento de la mañana, la lectura espiritual (Nuevo Testamento y un libro espiritual sugerido por tu director espiritual), el Santo Rosario, la Santa Misa y Comunión, al menos quince minutos de oración mental, la recitación del Ángelus al mediodía y un breve examen de conciencia por la noche. Estos son los principales medios para alcanzar la santidad. Si eres una persona que quiere llevar a Cristo a otros a través de la amistad, estos son instrumentos con los cuales almacenarás la energía espiritual que te permitirá hacerlo. La acción apostólica sin los sacramentos, volverá ineficaz una sólida y profunda vida interior. Puedes estar seguro que los santos incorporaron por uno u otro camino todos esto hábitos en su rutina diaria. Tu objetivo es ser como ellos, contemplativos en el medio del mundo.

Quiero remarcar varios puntos antes de examinar los hábitos. Uno, recuerda que el crecimiento en estos hábitos diarios son como una dieta o un programa de ejercicio físico es un trabajo de proceso gradual. No esperes incorporar los siete o aún dos o tres de ellos en tu agenda diaria inmediatamente. No puedes correr una carrera de cinco kilómetros si antes no te has entrenado. Tampoco puedes tocar a Liszt a la tercera clase de piano. Esta prisa te invita al fracaso, y Dios quiera que tengas éxito tanto en tu ritmo como en el Suyo. Debes trabajar cercanamente con tu director espiritual y gradualmente incorporar los hábitos a tu vida en el período de tiempo que corresponda a tu particular situación. Puede ser el caso que por las circunstancias de tu vida se requiera la modificación de los siete hábitos. Segundo, al mismo tiempo tu debes hacer el firme propósito, con la ayuda del Espíritu Santo y tus especiales intercesores, para hacer de ellos la prioridad de tu vida–más importante que comer, dormir, trabajar y descansar. Quiero aclararte que estos hábitos no se pueden adquirir a las corridas. Ese no es el modo que nosotros queremos tratar a los que amamos. Ellos deben hacerse cuando estemos más atentos durante el día en un lugar en silencio, y sin distracciones donde sea fácil ponerse en presencia de Dios y estar con Él. Después de todo, ¿no es más importante nuestra vida eterna que nuestra vida temporal? Todo esto redundará al momento de nuestro juicio como una cuenta de amor a Dios en nuestro corazón Tercero, quiero dejar en claro que vivir los hábitos no es pérdida de tiempo. No estas perdiendo el tiempo en realidad lo ganas. Nunca conocerás una persona que viva todos ellos diariamente que sea menos productiva como trabajador o peor esposo o que tenga menos tiempos para sus amigos o no pueda cultivar su vida intelectual. Todo lo contrario, Dios siempre recompensa a los que lo ponen al El primero. Nuestro Señor multiplicará asombrosamente tu tiempo como multiplicó los panes y los peces y dio de comer a la multitud hasta saciarse. Puedes estar seguro que el papa Juan Pablo II, la Madre Teresa o San Maximiliano Kolbe rezan o han rezado mucho más que la hora y media que se sugiere en estos hábitos repartidos a lo largo del día.


Primer Hábito

El primer hábito es el ofrecimiento del día por la mañana, cuando te arrodillas y utilizando tus propias palabras o una fórmula, ofreces todo tu día a la gloria de Dios. Lo que no es simple es lo que sucederá antes del ofrecimiento. Como el fundador del Opus Dei indica “Véncete cada día desde el primer momento, levantándote en punto, a la hora fija, sin conceder ni un minuto a la pereza.

Si, con la ayuda de Dios, te vences, tendrás mucho adelantado para el resto de la jornada.

¡Desmoraliza tanto sentirse vencido en la primera escaramuza! (Camino, 191)

En mi experiencia pastoral, quien puede vivir el “minuto heroico” en la mañana y, a la noche va a la cama en el tiempo previsto, tiene la energía física y espiritual a lo largo del día para parar lo que este haciendo para cumplir los otros hábitos.


Segundo Hábito

El segundo hábito es por lo menos quince minutos de oración en silencio. Puedes agregar otros quince minutos extras en otro momento del día. Después de todo, ¿Quien no desea pasar más tiempo con tan excelente compañía? La oración es una conversación uno a uno, directa con Jesucristo, preferentemente frente al Santísimo Sacramento en el Sagrario. Esta es tu hora de la verdad o tu momento superior. Si lo deseas puedes abrirte y hablar acerca de lo que esta en tu mente y en tu corazón. Al mismo tiempo adquirirás el hábito de escuchar cuidadosamente y meditar como otra María (Lc. 10.38-42) para ver que es lo que Jesús te esta pidiendo y que te quiere dar. Es aquí que nosotros comprendemos su dicho “Sin Mí, nada pueden hacer.”


Tercer Hábito

El tercer hábito son quince minutos de lectura espiritual que usualmente consistirá en unos pocos minutos de sistemática lectura del Nuevo Testamento para identificarnos con la Palabra y acciones de nuestro Salvador y el resto del tiempo en un libro clásico de espiritualidad católica recomendado por tu director espiritual. Decía el Beato Josemaría Escrivá “No dejes tu lección espiritual. La lectura ha hecho muchos santos” (Camino 116). En cierto sentido, es el más práctico de nuestros hábitos porque con su práctica a través de los años leeremos varias veces la vida de Cristo y adquiriremos la sabiduría de los santos y de la Iglesia junto con la lectura de docenas de libros los cuales enriquecerán nuestro intelecto. También podremos poner las ideas allí expresadas en acción.


Cuarto Hábito

El cuarto hábito es participar en la Santa Misa y recibir la Santa Comunión en estado de gracia. Este es el hábito más importante de todos los siete (cfr. Jn. 6, 22-65). Ella debe estar muy en el centro de nuestra vida interior y consecuentemente de nuestro día. Este es el acto más íntimo posible del hombre. Encontramos a Cristo vivo, participamos en la renovación de Su sacrificio por nosotros y en unidad cuerpo y alma hacia el Cristo resucitado y nosotros mismos. Como el papa Juan Pablo II dijo en su Exhortación Apostólica Ecclesia in America “La Eucaristía es el centro viviente y eterno centro alrededor del cual la comunidad entera de la Iglesia se congrega” (n°35).


Quinto Hábito

El quinto hábito es rezar cada día al mediodía el Ángelus o Regina Coeli invocando a Nuestra Santísima Madre de acuerdo al tiempo litúrgico. Esta es una costumbre católica que se remonta a muchos siglos. Este es un hermoso modo de honrar a Nuestra Señora por un momento, como niños recordamos a Nuestra Madre durante el día y meditamos sobre la Encarnación y Resurrección de Nuestro Señor el cual da sentido a toda nuestra existencia.


Sexto Hábito

El sexto hábito también es Mariano. El rezo del Santo Rosario cada día y la meditación de los misterios, los cuales versan sobre la vida de Nuestro Señor y Nuestra Señora. Como el Beato Josemaría señaló “El Rosario es eficacísimo para los que emplean como arma la inteligencia y el estudio. Porque esa aparente monotonía de implorar a Nuestra Señora, como niños con su Madre, puede destruir todo germen de vanagloria y de orgullo” (Surco 474). El Rosario es un hábito que una vez adquirido es difícil abandonar. Junto con la repetición de las palabras de amor a María y el ofrecimiento de cada decena por nuestras intenciones, nosotros tomamos un atajo hacia Jesús el cual pasa a través del corazón de María. El no puede rechazar nada de Ella.


Séptimo Hábito

El séptimo hábito es un breve examen de conciencia por la noche antes de ir a la cama. El santo Fundador del Opus Dei decía “Examen de conciencia. Labor diaria. Contabilidad que no descuida nunca quien lleva un negocio. ¿Y hay negocio que valga más que el negocio de la vida eterna? (Camino, 235). Te sientas, pides luces al Espíritu Santo y por varios minutos revisas tu día en presencia de Dios preguntádote si te has comportado como un hijo de Dios en el hogar, en el trabajo, con tus amigos. También miras una particular área la cual tu tienes identificada con ayuda de tu director espiritual quien conoce tus necesidades para mejorar y llegar a la santidad. También puedes hacer una rápida mirada para ver si has sido fiel en los hábitos diarios que hemos discutidos en este artículo. Luego haces un acto de gratitud por todo lo bueno que has hecho y un acto de contrición por aquellos aspectos en los que voluntariamente has fallado.

Luego tomarás tu merecido descanso, que te esforzaras para santificar a través de tu diálogo interior con la Santísima Trinidad y tu madre María mientras te quedas dormido. Si una persona honestamente mirase su día, no importa cuan ocupado este, (y nunca me pareció encontrarme con gente que no este muy ocupada a no ser que este permanentemente retirada), puede frecuentemente encontrar que usualmente mal gasta un poco de tiempo cada día. Piensa, ¿que necesidad hay de una taza de café extra cuando puedes usar ese tiempo para visitar el Santísimo Sacramento quince minutos antes de comenzar el trabajo? O la media hora o mucho más gastada mirando programas de televisión o videos. También es común, gastar tiempo durmiendo en el tren o escuchando la radio en el auto cuando puede ser usado para rezar el Rosario. Como también, ¿el diario no lo puedes leer en diez minutos en lugar de veinte dejando espacio para la lectura espiritual?

¿Y esa comida no podría hacerse en media hora dejando espacio para la Misa? No olvides que esta media hora es tiempo mal gastado cuando al final del día podrías haberla usado para una buena lectura espiritual, examinar tu conciencia e ir a la cama a tiempo para recuperar energías para las batallas del día siguiente. La lista continúa. Puedes hacer la tuya.

Sé honesto contigo y con Dios. Estos hábitos, vividos bien, nos capacitan para obedecer la segunda parte del gran mandamiento amar a los otros como a nosotros mismos. Estamos en la tierra como estuvo el Señor “para servir y no para ser servido.” Esto sólo puede ser alcanzado junto a nuestra gradual transformación en otro Cristo a través de la oración y los sacramentos. Viviendo estos siete hábitos llegaremos a ser personas santas y apostólicas siempre, ten por seguro, que cuando caemos en algo grande o pequeño, tenemos siempre un Padre que nos ama y espera en el Sacramento de la Penitencia y la devota ayuda de nuestro consejero espiritual para que volvamos a nuestro curso correcto.

escrito por Padre John McCloskey
(fuente: servcathispano)

Francisco pide no tener miedo de dejar los odres viejos

Francisco recibe a la plenaria de de la Congregación para los Institutos de vida consagrada. 'Si los consagrados no nos detenemos cada día delante de Dios en la gratuidad de la oración, el vino será vinagre'

Ciudad del Vaticano, 27 de noviembre de 2014 (Zenit.org) No tener miedo de dejar los odres viejos y renovar las costumbres y estructuras que ya no sirven. Es el consejor del santo padre Francisco a los participantes de la Plenaria de la Congregación para los Institutos de vida consagrada y las sociedad de vida apostólica que del 25 al 29 de noviembre se reúnen bajo el lema "Vino nuevo en odres nuevos".

Tal y como ha recordado el Papa en su discurso, después del Concilio Vaticano II, el viento del Espíritu Santo ha continuado soplando con fuerza, por un parte "empujando a los Institutos a realizar la renovación espiritual, carismática e institucional" y por otra "suscitando en el corazón de hombres y mujeres nuevas modalidades de respuesta a la invitación de Jesús a dejar todo para dedicar la propia vida a su secuela y al anuncio del Evangelio".

A propósito del tema de la plenaria, Francisco ha pedido no tener miedo de dejar los "odres viejos: de renovar esas costumbres y esas estructuras que, en la vida de la Iglesia y por tanto también en la vida consagrada, ya no reconocemos como respuesta a lo que Dios nos pide hoy para hacer avanzar su Reino en el mundo", es decir, "las estructuras que nos dan falsa protección y que condicionan el dinamismo de la caridad, las costumbres que nos alejan del rebaño" y "nos impiden escuchar el grito de cuántos esperan la Buena Noticia de Jesucristo".

En esta tarea que les reúne, el Papa ha señalado que les guían algunos criterios orientativos: "originalidad evangélica de las elecciones, la fidelidad carismática, el primado del servicio, la atención a los más pequeños y frágiles, el respeto de la dignidad de cada persona".

Francisco ha recordado que "nosotros, consagrados, estamos consagrados para servir al Señor y servir a los otros con la Palabra del Señor, ¿no?". Por ello invitó a decir "a los nuevos miembros que rezar no es perder el tiempo, adorar a Dios no es perder el tiempo, alabar a Dios no es perder el tiempo. Si nosotros consagrados no nos detenemos cada día delante de Dios en la gratuidad de la oración, el vino será vinagre".

Por eso, el Santo Padre ha animado a los presentes a continuar trabajando con generosidad e ingenio en la viña del Señor, "para favorecer el crecimiento y la maduración de grandes racimos, de los que poder sacar vino generoso que podrá revitalizar la vida de la Iglesia y alegrar el corazón de tantos hermanos y hermanas necesitados de vuestros cuidados atentos y maternos".

Así, el Pontífice ha señalado que la sustitución de los odres viejos por nuevos no sucede automáticamente, "sino que exige compromiso y habilidad, para ofrecer el espacio idóneo a acoger y hacer fructiferar los nuevos dones con los que es Espíritu continúa a embellecer la Iglesia su esposa".

"No olvidar dar gracias al Patrón de la viña que nos ha llamado a esta tarea estimulante", ha pedido el Santo Padre. Asimismo ha pedido a los presentes, llevar adelante el camino de renovación comenzado y en gran parte realizado en estos 50 años, aventando cada novedad a la luz de la Palabra de Dios y en escucha de las necesidades de la Iglesia y del mundo contemporáneo, utilizando los medios que la sabiduría de la Iglesia pone a disposición para avanzar en el camino de vuestra santidad personal y comunitaria.

Al concluir el discurso, el Papa ha recordado que esta plenaria se sitúa en la vigilia del inicio del Año de la Vida Consagrada. De este modo, ha invitado a pedir al Señor "para que nos ayude en este Año a poner 'vino nuevo en odres viejos".

(27 de noviembre de 2014) © Innovative Media Inc.

jueves, 27 de noviembre de 2014

El Papa pide oraciones por su viaje a Turquí­a

Al finalizar la audiencia general, el Santo Padre ha deseado que su visita traiga frutos de paz, sincero diálogo entre las religiones y concordia a la nación turca

Ciudad del Vaticano, 26 de noviembre de 2014 (Zenit.org) El santo padre Francisco, al finalizar la audiencia general ha invitado a todos a rezar para que su visita a Turquía de este viernes a este domingo, "visita de Pedro al hermano Andrés, traiga frutos de paz, sincero diálogo entre las religiones y concordia a la nación turca".

Esta mañana, la lluvia no ha impedido a los peregrinos de todas las partes del mundo, han gritado y alzado los brazos para saludar el Pontífice argentino, que hoy ha salido con el jeep cubierto. Entre paraguas, chubasqueros y capas de plástico, los fieles agitaban sus banderas y pancarta al paso del Papa. Aunque en esta mañana la plaza estaba más vacía respecto a otros miércoles, el entusiasmo de los presentes se oía con fuerza.

En la catequesis de esta semana, Francisco ha reflexionado sobre la Iglesia que peregrina hacia el Reino. En el resumen hecho en español ha afirmado que "como bien afirma el Concilio Vaticano II, la Iglesia no es una realidad estática, sino que camina continuamente en la historia hacia la meta última y maravillosa que es el Reino de los Cielos, del cual la Iglesia es en la tierra su semilla e inicio. En este camino, es hermoso percibir la comunión entre la Iglesia del Cielo, que nos sostiene con su intercesión, y nosotros, que en la Eucaristía estamos invitados a ofrecer oraciones por las almas que se encuentran a la espera de la felicidad eterna. Desde la perspectiva cristiana, la distinción ya no es entre quien está muerto o quien no lo está, sino entre quien está con Cristo y quien no lo está; éste es el elemento fundamental y decisivo para nuestra felicidad.

Aunque no sabemos el tiempo en el que llegará el fin de todo lo creado, sabemos por la Revelación que Dios nos prepara una nueva tierra, donde habitará la justicia y la felicidad saciará de manera sobreabundante los deseos del corazón del hombre. Esto es el “Paraíso”, que no es un lugar sino un “estado”, donde nuestras esperanzas serán verdaderamente colmadas, en una nueva creación, con plenitud de ser, verdad y belleza, libre de todo mal y de la misma muerte".

A continuación, ha saludado a los peregrinos de lengua española, "en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, México, así como a los venidos de otros países latinoamericanos. Conscientes del don maravilloso de pertenecer a la Iglesia, pidamos a la Virgen María, nuestra Madre del cielo, que nos acompañe siempre y nos ayude a ser, como ella, signo gozoso de esperanza para nuestros hermanos".

Al finalizar los saludos en todas las lenguas, el Santo Padre ha dirigido como cada semana, un pensamiento especial a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. A ellos ha recordado que el próximo domingo inicia el Tiempo litúrgico del Adviento. "Queridos jóvenes, la espera del Salvador llene vuestro corazón de alegría; queridos enfermos, no os canséis de adorar al Señor que viene también en la prueba; y vosotros, queridos recién casados, aprended a amar, sobre el ejemplo de aquel que por amor se ha hecho hombre para nuestra salvación".


Turquía: cada vez más es necesario encontrar modos de convivencia

Entrevista con el sacerdote Claudio Monge o.p., residente en Estambul y consultor del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso

Ciudad del Vaticano, 27 de noviembre de 2014 (Zenit.org) Turquía se prepara para recibir la visita del Santo Padre este fin de semana. Y allí está Claudio Monge o.p., dominico que vive en Estambul y es residente en Turquía desde hace más de 10 años, pero frecuenta esta país desde el 1997. Además de la vida de la comunidad, de la que fue superior durante 7 años, es responsable del DOST-I, un centro cultural que permite acoger estudiantes en gran parte turcos para ayudarles en sus investigaciones y estudios. Por otro lado, han creado una pequeña biblioteca que se ocupa de temas de teología occidental y teología del diálogo interreligioso, mística comparada, y otro pequeño sector de historia de la presencia de las órdenes religiosas en esta área de Oriente Medio. Asimismo, se ocupa desde hace varios años de la animación de una oración ecuménica con un grupo de jóvenes. Además del trabajo pastoral, es también profesor en teología de las religiones y el diálogo interreligioso en la Universidad de Friburgo (Suiza). En abril fue nombrado por el Papa Francisco como consultor del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso.

Con él ha hablado ZENIT para profundizar algunos aspectos sobre el viaje del Papa a un país mayoritariamente musulmán, que también recibidió la visita de Benedicto XVI en el 2006. Por otro lado, el padre Claudio ha explicado cómo es la situación de los cristianos en este país, y lo que supone ser una minoría. Un gran trabajo el de ecumenismo y diálogo interreligioso es el que te tiene que realizar en la nación turca, que aunque aún haya mucho trabajo por delante "tenemos esperanza porque Espíritu Santo sigue soplando"

Menos del 1 por ciento de la población turca es cristiana ¿cómo se está preparando esta pequeña comunidad para el viaje del Santo Padre?
-- Padre Monge: Esta premisa es muy importante, no se puede imaginar algo muy visible. Es una pequeña comunidad que intenta preparar las cosas. No sólo somos una ínfima minoría, es necesario tener en cuenta la variedad de iglesias y de ritos. En el origen de este viaje papal está la invitación del patriarca ortodoxo Bartolomé, en el ámbito de una relación muy fraterna que existe entre ellos y de una tradición que contempla presencia de representantes de las dos iglesias en las fiestas patronales. Obviamente, el Papa viene como jefe de la Iglesia católica y como católicos intentamos prepararnos lo mejor posible y vivir al máximo el encuentro con Francisco en la eucarística del sábado 29. Una preparación muy complicada, porque sólo los católicos nos expresamos en cuatro ritos diferentes --latino, armeno, siriaco, caldeo-- porque la diversidad lingüística y cultural es muy importante. El hecho de estar juntos en una única celebración eucarística es ya una prueba.

¿Qué recuerda de la visita del papa Benedicto XVI a Turquía en el 2006? ¿Qué frutos tuvo?
-- Padre Monge: El primer recuerdo que tengo es que esa visita se contextualizaba en un momento muy particular donde la figura del Papa en Turquía no tenía "buena publicidad". Estabamos a pocas semanas después del famoso discurso de Ratisbona, estabamos en plena crisis internacional por las caricaturas de Mahoma. Había una tensión enorme y cierto mundo islámico se consideraba al jefe de la Iglesia católica no como a un amigo. En estos días Francisco llega con otro tipo de "publicidad" aunque ahora tampoco estamos en una situación ideal. Por distintos motivos, los dos viajes se sitúan en momentos delicados. Del viaje de Benedicto XVI recuerdo que a pesar de este punto de partida difícil fue realmente una recuperación casi milagrosa de la relación del Papa con el mundo turco. En pocas horas de la página 15 pasó a la primera página de los periódicos, también gracias a gestos sorprendentes que no imaginaban de Benedicto XVI.
Sobre los frutos es difícil responder. Un viaje por sí solo aunque sea importante, no puede hacer primavera. Puede ser un momento importante de impulso, invitar a la reflexión pero el problema es la capacidad de concretizar en lo cotidiano estos estímulos y entusiasmo. En este sentido, es importante señalar el Sínodo sobre Oriente Medio que nos dio premisas importantes, se insistió que la unidad y la colaboración como primer testimonio, no solo alternativas al testimonio.

¿Cuál es el ambiente en Turquía previo al viaje apostólico? ¿Qué opinión hay sobre el Papa?
-- Padre Monge: Es necesario entender que del viaje no se sabe mucho. Un Papa católico no puede tener en Turquía, un país 99 por ciento islámico, el mismo impacto que tiene en occidente. Para la gente, papa Francisco es un líder religioso... Tiene el mismo efecto que si un líder islámico de un grupo concreto va a occidente. Seguramente en los días de la visita, desde el punto de vista mediático bastará una palabra o un encuentro que hará aumentar la atención. Otra cosa es a nivel de autoridades religiosas o del mundo político. Cada uno lo ve desde su òptica o desde sus intereses. Pero seguramente, sucederá como en el 2006, que en los días de la visita estará en la primera páginas de los periódicos.

En un país como Turquía, en el que los cristianos son una minoría, ¿cómo se trabaja en el diálogo interreligioso?
-- Padre Monge: Es necesario entender qué comprendemos por diálogo interreligioso. Cada vez estoy más convencido que el diálogo islámico cristiano como tal no existe, porque no existe un diálogo de sistemas. Lo que sí existe, y soy testigo, es un diálogo cotidiano entre los creyentes, entre personas. Y primero de todo se expresa con una necesidad de ciudadanía compartida, vivir juntos. Cada vez es más necesario encontrar modos de convivencia. Después obviamente hay iniciativas, que son más a nivel de creyentes. Hay individuos, más que instituciones, y ciertos grupos que hacen de este intercambio espiritual teológico su vocación principal.
En los últimos años en Turquía se ha centrado mucho sobre la importancia simbólica de esta tierra, tierra de Abraham, padre común en la fe. Y también hay cursos, seminarios... en los que se aborda este tema.

Y en esta realidad, ¿los cristianos se sienten discriminados como minoría?
-- Padre Monge: Seguramente, el hecho de que aún haya grupos minoritarios que no gozan de reconocimiento jurídico ha llevado a discriminaciones. Discriminaciones, que a lo largo de los años se han acentuado porque hay obligación de poner en el documento de identidad la pertenencia religiosa. En este sentido, sí. Hay discriminaciones aún presentes hoy. Además, en este momento se multiplican las dificultades que van más allá de la discriminación religiosa y afectan sobre todo a los extranjeros. Estamos en un momento en el que conseguir el permiso de residencia se ha hecho muy difícil.

¿Cómo se debe trabajar en el ecumenismo, tan importante en un país en el que hay variedad de ritos?

-- Padre Monge: Debemos señalar que las relaciones en el vértice entre los responsables de las iglesias no se corresponde necesariamente con la relación en la base. Estoy convencido que la primera cosa urgente es el encuentro recíproco. El hecho de encontrar momentos de rezar juntos como cristianos, no rezar uno junto a otro haciendo cada uno su oración, sino rezar juntos; es lo primero. Además, para avanzar en el proceso ecuménico sería necesario hacer un proyecto más estructurado de formación. Creo que esto es un problema general: tener una verdadera formación. Otro tema a tener en cuenta es la fractura entre generaciones. Esta es causada por una histórica tendencia de las Iglesias orientales a identificar fe e identidad étnico-culturales: la historia de las Millet otomanas, las Iglesias-naciones que reivindicaban una autonomía respecto al mundo turco identificado con el Islam. El fervor religioso que se convierte en operador identitario contribuye a la firmeza de los ritos y de las creencias que dicen poco o nada a las jóvenes generaciones. Este romper con las Iglesias identitarias tienden a romper con la fe en breve.
Es un camino largo y difícil pero tenemos esperanza porque el Espíritu Santo sigue soplando y él trabaja, pero también tenemos que dejarle trabajar.

Oriente Medio está viviendo una situación muy delicada y dolorosa, ¿cómo se vive esto en Turquía? 
-- Padre Monge: En Turquía se vive de forma muy fuerte la crisis palestina-israelí. Sabemos que en los últimos años ha habido una nueva toma de posición política oficial de las autoridades turcas, que históricamente siempre han estado cerca del gobierno israelí. El problema es que por el momento no parece que esta cuestión avanza. Y estamos convencidos de que la solución de muchos problemas de la región depende mucho de la solución del problema palestino-israelí porque se convierte en una especie de símbolo que justifica muchas violencias.
Después, nosotros también vivimos el drama humanitario de los inmigrantes. Turquía hospeda más de un millón de refugiados sirios, algunos también del norte de Irak... No se puede cerrar los ojos respecto a esta situación. Y hay un sentido de impotencia, y lo que impresiona es la tragedia humanitaria, que no es sólo de los cristianos. No se puede ver el drama solo desde un visto de vista confesional. No hay futuro sin el reconocimiento de una humanidad común a todas las víctimas de estas tragedias y en en ausencia de una condena sin llamamientos del desprecio de la sacralidad de la vida hecho a menudo en el nombre que Dios que afirmamos como Creador.

(27 de noviembre de 2014) © Innovative Media Inc.

Hoy es la Fiesta de la Virgen de la Medalla Milagrosa

ROMA, 27 Nov. 14 / 12:03 am (ACI).- "Haz que se acuñe una medalla según este modelo. Todos cuantos la lleven puesta recibirán grandes gracias. Las gracias serán más abundantes para los que la lleven con confianza", dijo la Virgen María a Santa Catalina Labouré un 27 de noviembre de 1830.

En la aparición, la Madre de Dios estaba con una túnica blanca y un velo del mismo color que cubría su cabeza hasta los pies. Su rostro era bellísimo. Los pies se posaban sobre un globo blanco y aplastaban una serpiente.

Sus manos, a la altura del corazón, portaban un globo pequeño de oro, coronado con una crucecita. En los dedos aparecieron anillos con piedras preciosas que brillaban y alumbraban en toda dirección.

La Virgen miró a Santa Catalina y le dijo: “este globo que ves (a los pies) representa al mundo entero, especialmente Francia y a cada alma en particular. Estos rayos simbolizan las gracias que yo derramo sobre los que las piden. Las perlas que no emiten rayos son las gracias de las almas que no piden”.

El globo de oro que tenía la Virgen entre manos se desvaneció y sus brazos se extendieron abiertos, mientras los rayos de luz continuaban cayendo sobre el globo blanco de los pies.

De pronto apareció una forma ovalada en torno a la Virgen con una inscripción en el borde interior que decía: "María sin pecado concebida, ruega por nosotros, que acudimos a ti".

Las palabras formaban un semicírculo que iniciaba a la altura de la mano derecha, pasaba por arriba de la cabeza de María y terminaba a la altura de la mano izquierda. Es aquí donde la Virgen le pide a Catalina que acuñe una medalla según lo que está viendo.

La aparición dio media vuelta y en el reverso estaba una “M” con la cruz sobre una barra, la cual atravesaba la letra. Debajo estaban el corazón de Jesús, circuncidado con una corona de espinas, y el corazón de la Virgen María, traspasado por una espada. Alrededor había doce estrellas.

La manifestación se repitió hacia fines de diciembre de 1830 y a principios de enero de 1831. En un principio la medalla era llamada “de la Inmaculada Concepción”, pero cuando se expandió la devoción y se produjeron muchos milagros, se le llamó “La Medalla Milagrosa”, como es conocida hasta nuestros días.

Alertan sobre los efectos de la legalización de drogas

La principal experta en EE.UU. sobre abusos de drogas señaló el aumento de consumo de marihuana.

Estrategias de marketing, tolerancia social, experimentación por costumbres transmitidas entre amigos, información equivocada sobre efectos y búsqueda de soluciones mágicas a la violencia criminal, por esas líneas de acción se introdujo en el mundo un debate sobre la legalización del mercado de drogas. Así lo entiende la principal funcionaria de los Estados Unidos en esa materia, Nora Volkow, psiquiatra, una de las cien personas más influyentes del mundo para la revista Time en 2007 y directora del Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas.

"Se ha manipulado la información sobre los efectos de la marihuana y eso provocó un cambio de actitud. Más gente piensa que la marihuana no es dañina. La gente está aceptando que es beneficiosa. Y eso es un error", expuso Volkow en un diálogo en Buenos Aires con un reducido grupo de especialistas en adicciones.

Y agregó: "El 9% de los expuestos a la marihuana se vuelve adicto y en un mayor porcentaje los adolescentes".

Volkow está a cargo desde 2003 del instituto que emite los informes sobre consumos de sustancias psicoactivas en los Estados Unidos. Un organismo oficial, pero que no depende de las políticas de la administración gubernamental de turno. En ese puesto vivió el debate que se dio en Colorado, el primer estado norteamericano que aprobó la venta de marihuana para uso recreativo.

Volkow no está de acuerdo con esa experiencia: "Los indicadores de Colorado no son positivos. Tiene 15% más de consumidores que el resto de los estados", sostiene.

Uno de los puntos que puso a Colorado como un territorio amistoso para la marihuana fue la fijación de la idea sobre que esa droga ayuda a soportar tratamientos médicos invasivos. Para la especialista norteamericana para sostener esa teoría, fueron usados estudios no confirmados científicamente.

"La marihuana afecta el cerebro, Tiene algunos componentes que potencialmente pueden contar con capacidades terapéuticas, pero no es un medicamento", dijo.

"En el estado de Colorado la legalización del uso médico de marihuana empezó en los años 90 y tomó fuerza en la última década. Pero la mayor parte de los individuos que consigue la receta tiene entre 20 y 30 años, por lo que parece una forma de facilitar el acceso a la droga."

Diferente es el caso del tabaco, que fue combatido con señalamientos sociales y tratado como una mala costumbre. "El uso del tabaco disminuyó 50% entre los jóvenes en los Estados Unidos. Con la marihuana hay que aplicar la misma estrategia que funcionó con el tabaco. Pero algunas compañías tabacaleras hoy son las que sostienen el marketing de la marihuana." Según Volkow, ante el mercado del tabaco cercado y en disminución, parece buscarse un reemplazo que consolide ganancias a futuro.

De nuevo pone como ejemplo lo que ocurre en Colorado. En ese estado, desde este año, se puede vender libremente marihuana a mayores de 21 años, pero la votación que dio paso a esa legalización se realizó en 2012 y mayor es el período de permisividad local con esa droga. El resultado parcial: "Colorado es el estado donde más se consume marihuana y donde más accidentes fatales están vinculados con su uso. No bajó el crimen; al contrario de lo que esperaban, el delito aumentó un 12%. Se registró, además, un 30% más de abandono escolar. Y como la marihuana legal es más cara que la conseguida en las calles, entonces sigue el mercado negro", reseñó Volkow.

La experiencia que intentan llevar adelante las autoridades uruguayas le parece a la experta en drogas interesante por la intención de dejar en manos de un gobierno la producción y distribución de la marihuana. "Al menos no habrá una empresa que necesite generar adictos para obtener ganancias", expresó, pero mantuvo las dudas sobre la eficacia y oportunidad del proceso de legalización de Uruguay. "El costo sanitario de todas las legalizaciones será alto en el futuro", indicó.

escrito por Daniel Gallo 

miércoles, 26 de noviembre de 2014

El Papa ante el Parlamento Europeo: "Para lograr el bien de la paz es necesario ante todo educar para ella"

Instaurar “una nueva colaboración social y económica, libre de condicionamientos ideológicos, que sepa afrontar el mundo globalizado, manteniendo vivo el sentido de la solidaridad y de la caridad mutua, que tanto ha caracterizado el rostro de Europa”, éste es el deseo del Papa en su discurso dirigido al Consejo de Europa, reunido en Sesión Solemne para la ocasión


Texto completo del Discurso del Santo Padre Señor

Secretario General, Señora Presidenta, Excelencias, Señoras y Señores

Me alegra poder tomar la palabra en esta Convención que reúne una representación significativa de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, de representantes de los países miembros, de los jueces del Tribunal Europeo de los derechos humanos, así como de las diversas Instituciones que componen el Consejo de Europa. En efecto, casi toda Europa está presente en esta aula, con sus pueblos, sus idiomas, sus expresiones culturales y religiosas, que constituyen la riqueza de este Continente. Estoy especialmente agradecido al Señor Secretario General del Consejo de Europa, Sr. Thorbjørn Jagland, por su amable invitación y las cordiales palabras de bienvenida que me ha dirigido. Saludo también a la Sra. Anne Brasseur, Presidente de la Asamblea Parlamentaria. Agradezco a todos de corazón su compromiso y la contribución que ofrecen a la paz en Europa, a través de la promoción de la democracia, los derechos humanos y el estado de derecho.

En la intención de sus Padres fundadores, el Consejo de Europa, que este año celebra su 65 aniversario, respondía a una tendencia ideal hacia la unidad, que ha animado en varias fases la vida del Continente desde la antigüedad. Sin embargo, a lo largo de los siglos, han prevalecido muchas veces las tendencias particularistas, marcadas por reiterados propósitos hegemónicos. Baste decir que, diez años antes de aquel 5 de mayo de 1949, cuando se firmó en Londres el Tratado que estableció el Consejo de Europa, comenzaba el conflicto más sangriento y cruel que recuerdan estas tierras, cuyas divisiones han continuado durante muchos años después, cuando el llamado Telón de Acero dividió en dos el Continente, desde el mar Báltico hasta el Golfo de Trieste. El proyecto de los Padres fundadores era reconstruir Europa con un espíritu de servicio mutuo, que aún hoy, en un mundo más proclive a reivindicar que a servir, debe ser la llave maestra de la misión del Consejo de Europa, en favor de la paz, la libertad y la dignidad humana.

Por otro lado, el camino privilegiado para la paz −para evitar que se repita lo ocurrido en las dos guerras mundiales del siglo pasado− es reconocer en el otro no un enemigo que combatir, sino un hermano a quien acoger. Es un proceso continuo, que nunca puede darse por logrado plenamente. Esto es precisamente lo que intuyeron los Padres fundadores, que entendieron cómo la paz era un bien que se debe conquistar continuamente, y que exige una vigilancia absoluta. Eran conscientes de que las guerras se alimentan por los intentos de apropiarse espacios, cristalizar los procesos avanzados y tratar de detenerlos; ellos, por el contrario, buscaban la paz que sólo puede alcanzarse con la actitud constante de iniciar procesos y llevarlos adelante.

Afirmaban de este modo la voluntad de caminar madurando con el tiempo, porque es precisamente el tiempo lo que gobierna los espacios, los ilumina y los transforma en una cadena de crecimiento continuo, sin vuelta atrás. Por eso, construir la paz requiere privilegiar las acciones que generan nuevo dinamismo en la sociedad e involucran a otras personas y otros grupos que los desarrollen, hasta que den fruto en acontecimientos históricos importantes[1].

Por esta razón dieron vida a este Organismo estable. Algunos años más tarde, el beato Pablo VI recordó que «las mismas instituciones que en el orden jurídico y en el concierto internacional tienen la función y el mérito de proclamar y de conservar la paz alcanzan su providencial finalidad cuando están continuamente en acción, cuando en todo momento saben engendrar la paz, hacer la paz»[2]. Es preciso un proceso constante de humanización, y «no basta reprimir las guerras, suspender las luchas (...); no basta una paz impuesta, una paz utilitaria y provisoria; hay que tender a una paz amada, libre, fraterna, es decir, fundada en la reconciliación de los ánimos»[3]. Es decir, continuar los procesos sin ansiedad, pero ciertamente con convicciones claras y con tesón.

Para lograr el bien de la paz es necesario ante todo educar para ella, abandonando una cultura del conflicto, que tiende al miedo del otro, a la marginación de quien piensa y vive de manera diferente. Es cierto que el conflicto no puede ser ignorado o encubierto, debe ser asumido. Pero si nos quedamos atascados en él, perdemos perspectiva, los horizontes se limitan y la realidad misma sigue estando fragmentada. Cuando nos paramos en la situación conflictual perdemos el sentido de la unidad profunda de la realidad[4], detenemos la historia y caemos en desgastes internos y en contradicciones estériles.

Por desgracia, la paz está todavía demasiado a menudo herida. Lo está en tantas partes del mundo, donde arrecian furiosos conflictos de diversa índole. Lo está aquí, en Europa, donde no cesan las tensiones. Cuánto dolor y cuántos muertos se producen todavía en este Continente, que anhela la paz, pero que vuelve a caer fácilmente en las tentaciones de otros tiempos. Por eso es importante y prometedora la labor del Consejo de Europa en la búsqueda de una solución política a las crisis actuales.

Pero la paz sufre también por otras formas de conflicto, como el terrorismo religioso e internacional, embebido de un profundo desprecio por la vida humana y que mata indiscriminadamente a víctimas inocentes. Por desgracia, este fenómeno se abastece de un tráfico de armas a menudo impune. La Iglesia considera que «la carrera de armamentos es una plaga gravísima de la humanidad y perjudica a los pobres de modo intolerable»[5]. La paz también se quebranta por el tráfico de seres humanos, que es la nueva esclavitud de nuestro tiempo, y que convierte a las personas en un artículo de mercado, privando a las víctimas de toda dignidad. No es difícil constatar cómo estos fenómenos están a menudo relacionados entre sí. El Consejo de Europa, a través de sus Comités y Grupos de Expertos, juega un papel importante y significativo en la lucha contra estas formas de inhumanidad.

Con todo, la paz no es solamente ausencia de guerra, de conflictos y tensiones. En la visión cristiana, es al mismo tiempo un don de Dios y fruto de la acción libre y racional del hombre, que intenta buscar el bien común en la verdad y el amor. «Este orden racional y moral se apoya precisamente en la decisión de la conciencia de los seres humanos de buscar la armonía en sus relaciones mutuas, respetando la justicia en todos»[6].

Entonces, ¿cómo lograr el objetivo ambicioso de la paz?

El camino elegido por el Consejo de Europa es ante todo el de la promoción de los derechos humanos, que enlaza con el desarrollo de la democracia y el estado de derecho. Es una tarea particularmente valiosa, con significativas implicaciones éticas y sociales, puesto que de una correcta comprensión de estos términos y una reflexión constante sobre ellos, depende el desarrollo de nuestras sociedades, su convivencia pacífica y su futuro. Este estudio es una de las grandes aportaciones que Europa ha ofrecido y sigue ofreciendo al mundo entero.

Así pues, en esta sede siento el deber de señalar la importancia de la contribución y la responsabilidad europea en el desarrollo cultural de la humanidad. Quisiera hacerlo a partir de una imagen tomada de un poeta italiano del siglo XX, Clemente Rebora, que, en uno de sus poemas, describe un álamo, con sus ramas tendidas al cielo y movidas por el viento, su tronco sólido y firme, y sus raíces profundamente ancladas en la tierra[7]. En cierto sentido, podemos pensar en Europa a la luz de esta imagen.

A lo largo de su historia, siempre ha tendido hacia lo alto, hacia nuevas y ambiciosas metas, impulsada por un deseo insaciable de conocimientos, desarrollo, progreso, paz y unidad. Pero el crecimiento del pensamiento, la cultura, los descubrimientos científicos son posibles por la solidez del tronco y la profundidad de las raíces que lo alimentan. Si pierde las raíces, el tronco se vacía lentamente y muere, y las ramas −antes exuberantes y rectas− se pliegan hacia la tierra y caen. Aquí está tal vez una de las paradojas más incomprensibles para una mentalidad científica aislada: para caminar hacia el futuro hace falta el pasado, se necesitan raíces profundas, y también se requiere el valor de no esconderse ante el presente y sus desafíos. Hace falta memoria, valor y una sana y humana utopía.

Por otro lado −observa Rebora− «el tronco se ahonda donde es más verdadero»[8]. Las raíces se nutren de la verdad, que es el alimento, la linfa vital de toda sociedad que quiera ser auténticamente libre, humana y solidaria. Además, la verdad hace un llamamiento a la conciencia, que es irreductible a los condicionamientos, y por tanto capaz de conocer su propia dignidad y estar abierta a lo absoluto, convirtiéndose en fuente de opciones fundamentales guiadas por la búsqueda del bien para los demás y para sí mismo, y la sede de una libertad responsable[9].

También hay que tener en cuenta que, sin esta búsqueda de la verdad, cada uno se convierte en medida de sí mismo y de sus actos, abriendo el camino a una afirmación subjetiva de los derechos, por lo que el concepto de derecho humano, que tiene en sí mismo un valor universal, queda sustituido por la idea del derecho individualista. Esto lleva al sustancial descuido de los demás, y a fomentar esa globalización de la indiferencia que nace del egoísmo, fruto de una concepción del hombre incapaz de acoger la verdad y vivir una auténtica dimensión social.

Este individualismo nos hace humanamente pobres y culturalmente estériles, pues cercena de hecho esas raíces fecundas que mantienen la vida del árbol. Del individualismo indiferente nace el culto a la opulencia, que corresponde a la cultura del descarte en la que estamos inmersos. Efectivamente, tenemos demasiadas cosas, que a menudo no sirven, pero ya no somos capaces de construir auténticas relaciones humanas, basadas en la verdad y el respeto mutuo. Así, hoy tenemos ante nuestros ojos la imagen de una Europa herida, por las muchas pruebas del pasado, pero también por la crisis del presente, que ya no parece ser capaz de hacerle frente con la vitalidad y la energía del pasado. Una Europa un poco cansada y pesimista, que se siente asediada por las novedades de otros continentes.

Podemos preguntar a Europa: ¿Dónde está tu vigor? ¿Dónde está esa tensión ideal que ha animado y hecho grande tu historia? ¿Dónde está tu espíritu de emprendedor curioso? ¿Dónde está tu sed de verdad, que hasta ahora has comunicado al mundo con pasión?

De la respuesta a estas preguntas dependerá el futuro del Continente. Por otro lado −volviendo a la imagen de Rebora− un tronco sin raíces puede seguir teniendo una apariencia vital, pero por dentro se vacía y muere. Europa debe reflexionar sobre si su inmenso patrimonio humano, artístico, técnico, social, político, económico y religioso es un simple retazo del pasado para museo, o si todavía es capaz de inspirar la cultura y abrir sus tesoros a toda la humanidad. En la respuesta a este interrogante, el Consejo de Europa y sus instituciones tienen un papel de primera importancia.

Pienso especialmente en el papel de la Corte Europea de los Derechos Humanos, que es de alguna manera la «conciencia» de Europa en el respeto de los derechos humanos. Mi esperanza es que dicha conciencia madure cada vez más, no por un mero consenso entre las partes, sino como resultado de la tensión hacia esas raíces profundas, que es el pilar sobre los que los Padres fundadores de la Europa contemporánea decidieron edificar.

Junto a las raíces −que se deben buscar, encontrar y mantener vivas con el ejercicio cotidiano de la memoria, pues constituyen el patrimonio genético de Europa−, están los desafíos actuales del Continente, que nos obligan a una creatividad continua, para que estas raíces sean fructíferas hoy, y se proyecten hacia utopías del futuro. Permítanme mencionar sólo dos: el reto de la multipolaridad y el desafío de la transversalidad.

La historia de Europa puede llevarnos a concebirla ingenuamente como una bipolaridad o, como mucho, una tripolaridad (pensemos en la antigua concepción: Roma - Bizancio - Moscú), y dentro de este esquema, fruto de reduccionismos geopolíticos hegemónicos, movernos en la interpretación del presente y en la proyección hacia la utopía del futuro.

Hoy las cosas no son así, y podemos hablar legítimamente de una Europa multipolar. Las tensiones −tanto las que construyen como las que disgregan− se producen entre múltiples polos culturales, religiosos y políticos. Europa afronta hoy el reto de «globalizar» de modo original esta multipolaridad. Las culturas no se identifican necesariamente con los países: algunos de ellos tienen diferentes culturas y algunas culturas se manifiestan en diferentes países. Lo mismo ocurre con las expresiones políticas, religiosas y asociativas.

Globalizar de modo original −subrayo esto: de modo original− la multipolaridad comporta el reto de una armonía constructiva, libre de hegemonías que, aunque pragmáticamente parecen facilitar el camino, terminan por destruir la originalidad cultural y religiosa de los pueblos.

Hablar de la multipolaridad europea es hablar de pueblos que nacen, crecen y se proyectan hacia el futuro. La tarea de globalizar la multipolaridad de Europa no se puede imaginar con la figura de la esfera −donde todo es igual y ordenado, pero que resulta reductiva puesto que cada punto es equidistante del centro−, sino más bien con la del poliedro, donde la unidad armónica del todo conserva la particularidad de cada una de las partes. Hoy Europa es multipolar en sus relaciones y tensiones; no se puede pensar ni construir Europa sin asumir a fondo esta realidad multipolar.

El otro reto que quisiera mencionar es la transversalidad. Comienzo con una experiencia personal: en los encuentros con políticos de diferentes países de Europa, he notado que los jóvenes afrontan la realidad política desde una perspectiva diferente a la de sus colegas más adultos. Tal vez dicen cosas aparentemente semejantes, pero el enfoque es diverso. La letra es similar, pero la música es diferente. Esto ocurre en los jóvenes políticos de diferentes partidos. Y es un dato que indica una realidad de la Europa actual de la que no se puede prescindir en el camino de la consolidación continental y de su proyección de futuro: tener en cuenta esta transversalidad que se percibe en todos los campos. No se puede recorrer este camino sin recurrir al diálogo, también intergeneracional. Si quisiéramos definir hoy el Continente, debemos hablar de una Europa dialogante, que sabe poner la transversalidad de opiniones y reflexiones al servicio de pueblos armónicamente unidos.

Asumir este camino de la comunicación transversal no sólo comporta empatía intergeneracional, sino metodología histórica de crecimiento. En el mundo político actual de Europa, resulta estéril el diálogo meramente en el seno de los organismos (políticos, religiosos, culturales) de la propia pertenencia. La historia pide hoy la capacidad de salir de las estructuras que «contienen» la propia identidad, con el fin de hacerla más fuerte y más fructífera en la confrontación fraterna de la transversalidad. Una Europa que dialogue únicamente dentro de los grupos cerrados de pertenencia se queda a mitad de camino; se necesita el espíritu juvenil que acepte el reto de la transversalidad.

En esta perspectiva, acojo favorablemente la voluntad del Consejo de Europa de invertir en el diálogo intercultural, incluyendo su dimensión religiosa, mediante los Encuentros sobre la dimensión religiosa del diálogo intercultural. Es una oportunidad provechosa para el intercambio abierto, respetuoso y enriquecedor entre las personas y grupos de diverso origen, tradición étnica, lingüística y religiosa, en un espíritu de comprensión y respeto mutuo.

Dichos encuentros parecen particularmente importantes en el ambiente actual multicultural, multipolar, en busca de una propia fisionomía, para combinar con sabiduría la identidad europea que se ha formado a lo largo de los siglos con las solicitudes que llegan de otros pueblos que ahora se asoman al Continente.

En esta lógica se incluye la aportación que el cristianismo puede ofrecer hoy al desarrollo cultural y social europeo en el ámbito de una correcta relación entre religión y sociedad. En la visión cristiana, razón y fe, religión y sociedad, están llamadas a iluminarse una a otra, apoyándose mutuamente y, si fuera necesario, purificándose recíprocamente de los extremismos ideológicos en que pueden caer. Toda la sociedad europea se beneficiará de una reavivada relación entre los dos ámbitos, tanto para hacer frente a un fundamentalismo religioso, que es sobre todo enemigo de Dios, como para evitar una razón «reducida», que no honra al hombre.

Estoy convencido de que hay muchos temas, y actuales, en los que puede haber un enriquecimiento mutuo, en los que la Iglesia Católica −especialmente a través del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE)− puede colaborar con el Consejo de Europa y ofrecer una contribución fundamental. En primer lugar, a la luz de lo que acabo de decir, en el ámbito de una reflexión ética sobre los derechos humanos, sobre los que esta Organización está frecuentemente llamada a reflexionar. Pienso particularmente en las cuestiones relacionadas con la protección de la vida humana, cuestiones delicadas que han de ser sometidas a un examen cuidadoso, que tenga en cuenta la verdad de todo el ser humano, sin limitarse a campos específicos, médicos, científicos o jurídicos.

También hay numerosos retos del mundo contemporáneo que precisan estudio y un compromiso común, comenzando por la acogida de los emigrantes, que necesitan antes que nada lo esencial para vivir, pero, sobre todo, que se les reconozca su dignidad como personas. Después tenemos todo el grave problema del trabajo, especialmente por los elevados niveles de desempleo juvenil que se produce en muchos países −una verdadera hipoteca para el futuro−, pero también por la cuestión de la dignidad del trabajo.

Espero ardientemente que se instaure una nueva colaboración social y económica, libre de condicionamientos ideológicos, que sepa afrontar el mundo globalizado, manteniendo vivo el sentido de la solidaridad y de la caridad mutua, que tanto ha caracterizado el rostro de Europa, gracias a la generosa labor de cientos de hombres y mujeres −algunos de los cuales la Iglesia Católica considera santos− que, a lo largo de los siglos, se han esforzado por desarrollar el Continente, tanto mediante la actividad empresarial como con obras educativas, asistenciales y de promoción humana. Estas últimas, sobre todo, son un punto de referencia importante para tantos pobres que viven en Europa. ¡Cuántos hay por nuestras calles! No sólo piden pan para el sustento, que es el más básico de los derechos, sino también redescubrir el valor de la propia vida, que la pobreza tiende a hacer olvidar, y recuperar la dignidad que el trabajo confiere.

En fin, entre los temas que requieren nuestra reflexión y nuestra colaboración está la defensa del medio ambiente, de nuestra querida Tierra, el gran recurso que Dios nos ha dado y que está a nuestra disposición, no para ser desfigurada, explotada y denigrada, sino para que, disfrutando de su inmensa belleza, podamos vivir con dignidad.

Señor Secretario, Señora Presidenta, Excelencias, Señoras y Señores,

El beato Pablo VI calificó a la Iglesia como «experta en humanidad»[10]. En el mundo, a imitación de Cristo, y no obstante los pecados de sus hijos, ella no busca más que servir y dar testimonio de la verdad[11]. Nada más, sino sólo este espíritu, nos guía en el alentar el camino de la humanidad.

Con esta disposición, la Santa Sede tiene la intención de continuar su colaboración con el Consejo de Europa, que hoy desempeña un papel fundamental para forjar la mentalidad de las futuras generaciones de europeos. Se trata de realizar juntos una reflexión a todo campo, para que se instaure una especie de «nueva agorá», en la que toda instancia civil y religiosa pueda confrontarse libremente con las otras, si bien en la separación de ámbitos y en la diversidad de posiciones, animada exclusivamente por el deseo de verdad y de edificar el bien común. En efecto, la cultura nace siempre del encuentro mutuo, orientado a estimular la riqueza intelectual y la creatividad de cuantos participan; y esto, además de ser una práctica del bien, esto es belleza. Mi esperanza es que Europa, redescubriendo su patrimonio histórico y la profundidad de sus raíces, asumiendo su acentuada multipolaridad y el fenómeno de la transversalidad dialogante, reencuentre esa juventud de espíritu que la ha hecho fecunda y grande.

Gracias.

[1] Cf. Evangelii gaudium, 223.
[2] Pablo VI, Mensaje para la celebración de la VIII Jornada Mundial de la paz, 8 diciembre 1974.
[3] Ibíd.
[4] Cf. Evangelii gaudium, 226.
[5] Catecismo de la Iglesia Católica, 2329; Gaudium et spes, 81.
[6] Juan Pablo II, Mensaje para la celebración de la XV Jornada Mundial de la paz, 8 diciembre 1981, 4.
[7] «Vibra nel vento con tutte le sue foglie / il pioppo severo; / spasima l'aria in tutte le sue doglie / nell'ansia del pensiero: / dal tronco in rami per fronde si esprime/ tutte al ciel tese con raccolte cime: / fermo rimane il tronco del mistero, / e il tronco s'inabissa ov'è più vero»: Il pioppo, en Canti dell'Infermità, ed. Vanni Scheiwiller, Milán 1957, 32.
[8] Ibíd.
[9] Cf. Juan Pablo II, Discurso a la Asamblea Parlamentaria del Consejo Europeo, Estrasburgo, 8 octubre 1988, 4.
[10] Carta Enc. Populorum progressio, 13.
[11] Cf. Ibíd.

(fuente: almudi.org)

"En el Paraíso seremos finalmente revestidos de la alegría, de la paz y del amor de Dios de forma completa", dijo Francisco

Texto completo de la audiencia general del miércoles 26 de noviembre

El Santo Padre reflexiona sobre la Iglesia que peregrina hacia el Cielo, donde seremos revestidos de alegrí­a, de paz y del amor de Dios

Ciudad del Vaticano, 26 de noviembre de 2014 (Zenit.org)

Queridos hermanos y hermanas,

un poco feo el día ¿eh? Pero vosotros sois valientes. Esperemos rezar juntos hoy.

En el presentar la Iglesia a los hombres de nuestro tiempo, el Concilio Vaticano II tenía muy presente una verdad fundamental, que no hay que olvidar nunca: la Iglesia no es una realidad estática, quieta, un fin en sí mismo, sino que está continuamente en camino en la historia, hacia la meta última y maravillosa que es el Reino de los Cielos, del que la Iglesia en la Tierra es la semilla y el inicio.

Cuando nos dirigimos hacia este horizonte, nos damos cuenta que nuestras imaginación se para, descubriéndose capaz apenas de intuir el esplendor del misterio que sobrepasa nuestros sentidos. Y surgen en nosotros algunas preguntas espontáneas: ¿cuándo sucederá este paso final? ¿Cómo será la nueva dimensión en la que entrará la Iglesia? ¿Qué será entonces de la humanidad? ¿Y de la creación que le rodea? Pero estas preguntas no son nuevas, las habían hecho ya los discípulos a Jesús en aquel tiempo. ¿Cuando será esto? ¿Cuando será el triunfo del Espíritu sobre la creación...? Son preguntas humanas, preguntas antiguas. También nosotros hacemos estas preguntas.

La Constitución conciliar Gaudium et spes, frente a estas preguntas que resuenan desde siempre en el corazón del hombre afirma: "Ignoramos el tiempo en que se hará la consumación de la tierra y de la humanidad. Tampoco conocemos de qué manera se transformará el universo. La figura de este mundo, afeada por el pecado, pasa, pero Dios nos enseña que nos prepara una nueva morada y una nueva tierra donde habita la justicia, y cuya bienaventuranza es capaz de saciar y rebasar todos los anhelos de paz que surgen en el corazón humano". Esta es la meta a la que tiende la Iglesia, como dice la Biblia: es la "Nueva Jerusalén", el "Paraíso". Más que de un lugar, se trata de un "estado" del alma en el que nuestras esperanzas más profundas serán cumplidas de forma sobreabundante y nuestro ser, como criaturas y como hijos de Dios, alcanzará la plena maduración. Seremos finalmente revestidos de la alegría, de la paz y del amor de Dios de forma completa, sin ningún límite, y estaremos cara a cara con Él. Es bonito pensar esto. Pensar en el cielo. Per todos nosotros nos encontraremos allí. Todos, todos... Es bonito, da fuerza al alma.

En esta perspectiva, es bonito percibir como hay una continuidad y una comunión de fondo entre la Iglesia celeste y la que aún está en camino en la tierra. Los que ya viven a los ojos de Dios pueden de hechos sostenernos e interceder por nosotros, rezar por nosotros. Por otro lado, también nosotros estamos siempre invitados a ofrecer obras buenas, oraciones y la misma Eucaristía para aliviar la tribulación de las almas que están aún en espera de la beatitud sin fin. Sí, porque en la prospectiva cristiana la distinción ya no está entre quien esta ya muerto y quien no lo está aún, ¡sino entre quién está en Cristo y quien no lo está! Este es el elemento determinante realmente decisivo para nuestra salvación y para nuestra felicidad.

Al mismo tiempo, la Sagrada Escritura nos enseña que el cumplimiento de este diseño maravilloso no puede no interesar también todo lo que nos rodea y que ha salido del pensamiento y del corazón de Dios. El apóstol Pablo lo afirma de forma explícita, cuando dice que "también la misma creación, toda la creación, será la libertad de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios". Otros textos utilizan la imagen del "cielo nuevo" y de la "tierra nueva", en el sentido que todo el universo será renovado y será liberado una vez para siempre de todo rastro de mal y de la misma muerte.

Esta que se presenta, como cumplimiento de una transformación que en realidad está ya en acto a partir de la muerte y resurrección de Cristo, es por tanto una nueva creación; no por tanto una aniquilación del cosmos y de todo lo que nos rodea, sino un llevar cada cosa a su plenitud de ser, de verdad y de belleza. Este es el diseño que Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, desde siempre quiere realizar y está realizando.

Queridos amigos, cuando pensamos en estas realidades estupendas que nos esperan, nos damos cuanta de cuánto pertenecer a la Iglesia sea realmente un don maravilloso, ¡que lleva inscrita una vocación altísima! Podamos a la Virgen María, Madre de la Iglesia, vigilar siempre nuestro camino y ayudarnos a ser, como Ella, signo alegre de confianza y de esperanza en medio de nuestros hermanos.

(26 de noviembre de 2014) © Innovative Media Inc.
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