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martes, 30 de junio de 2009

La oración de contemplación

por el Cardenal Norberto Rivera.

La contemplación es mirada de fe, fijada en Jesús. "Yo lo miro y él me mira", decía, en tiempos de su santo cura, un campesino de Ars que oraba ante el Sagrario. Esta atención a Él es renuncia a “mí”. Su mirada purifica el corazón. La luz de la mirada de Jesús ilumina los ojos de nuestro corazón; nos enseña a ver todo a la luz de su verdad y de su compasión por todos los hombres.

La contemplación dirige también su mirada a los misterios de la vida de Cristo. Aprende así el "conocimiento interno del Señor" para más amarlo y seguirlo (Cf San Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales 104).

La contemplación es escucha de la palabra de Dios. Lejos de ser pasiva, esta escucha es la obediencia de la fe, acogida incondicional de siervo y adhesión amorosa del hijo. Participa en el “sí” del Hijo hecho siervo y en el "fiat" de su humilde esclava. La contemplación es silencio, este "símbolo del mundo venidero" (San Isaac de Nínive, Tractatus Mystici 66) o "amor silencioso" (San Juan de la Cruz). Las palabras en la oración contemplativa no son discursos, sino ramillas que alimentan el fuego del amor. En este silencio, insoportable para el hombre "exterior", el Padre nos da a conocer a su Verbo encar-nado, sufriente, muerto y resucitado, y el Espíritu filial nos hace partícipes de la oración de Jesús (Catecismo de la Iglesia Católica 2715 - 2717).

Junto a la oración vocal y a la meditación, la oración contemplativa es una de las tres grandes clases de oración cristiana. El Catecismo de la Iglesia Católica las resume así en los números 2721 - 2724:

"La tradición cristiana contiene tres importantes expresiones de la vida de oración: la oración vocal, la meditación y la oración contemplativa. Las tres tienen en común el recogimiento del corazón."

La oración vocal, fundada en la unión del cuerpo con el espíritu en la naturaleza humana, asocia el cuerpo a la oración interior del corazón a ejemplo de Cristo que ora a su Padre y enseña el “Padrenuestro” a sus discípulos (el Catecismo de la Iglesia Católica la explica con más amplitud en los números 2700 - 2704).

La meditación es una búsqueda orante, que hace intervenir al pensamiento, la imaginación, la emoción, el deseo. Tiene por objeto la apropiación creyente de la realidad considerada, que es confrontada con la realidad de nuestra vida (el Catecismo de la Iglesia Católica la explica con más amplitud en los números 2705 - 2708).

La oración contemplativa es la expresión sencilla del misterio de la oración. Es una mirada de fe, fijada en Jesús, una escucha de la Palabra de Dios, un silencioso amor. Realiza la unión con la oración de Cristo en la medida en que nos hace participar de su misterio (el Catecis-mo de la Iglesia Católica la explica con más amplitud en los números 2709 - 2719).

Esta forma de oración, la contemplativa, no por ser la última que se trata es la menos importante. Al contrario, la oración contemplativa es un medio privilegiado para llegar a un conocimiento íntimo y experimental de Jesucristo que acrecienta y fortalece el amor a Él. Es, como dice el Catecismo, la expresión sencilla del misterio de la oración (Cf Catecismo de la Iglesia Católica 2713). Al mismo tiempo, es la oración de los grandes santos, verdaderos maestros de la unión con Dios: San Ignacio de Loyola, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Jesús, Santa Catalina de Siena, San Francisco de Asís, etc. Es un tipo de oración que, precisamente por su simplicidad, está al alcance de todo el mundo, independientemente de su temperamento o de su mayor o menor capacidad intelectual. Es aquella en la que resulta más fácil iniciarse con verdadero fruto, sin rutina.

La oración contemplativa o de contemplación consiste en “hacerse presente” en la escena o el misterio que se contempla. Es tomar, por ejemplo, un pasaje evangélico y recrearlo en la mente metiéndose en él como protagonista (tomar el papel de uno de los personajes que aparecen como, por ejemplo, asumir la figura de Juan a los pies de la cruz de Cristo en Juan 19, 25-27) o destinatario (pensar que todo eso sucede por mí o para mí: Cristo nace para mí, muere por mis pecados, etc.).

La forma de “meterse” es a través de los sentidos actuados en y con la imaginación: ver las personas que entran en la escena, oír lo que dicen o pueden decir, lo que comentan entre sí, mirar buscando centrar la atención en lo que hacen los personajes, participar, ayudar, etc. Lo que se hace no es recordar un hecho histórico de forma artificial, sino actualizar la historia de la salvación compuesta de eventos situados en la historia, pero con un alcance universal (Cristo cuando muere, muere por los pecados de todos los seres humanos de todos los tiempos y los redime; cuando nace, nace para todos los hombres de todas las edades de la historia; sus enseñanzas son también para siempre y para todos). Por ello, no se trata de ser mero espectador de todos los sucesos y enseñanzas que presenta el Evangelio, sino de actualizarlos trayéndolos al aquí y al ahora de nuestras vidas. Por eso es válido revivirlos en el corazón, recrear un diálogo con el Señor, escucharlo, actuar en las distintas situacio-nes que presenta la Escritura (por ejemplo, ser recibido en los brazos del Padre como el hijo pródigo o recibir a Cristo en casa como Marta y María). De todo ello se sacan enseñanzas muy válidas para la vida espiritual que ayudan a revisar a fondo la conciencia y a dialogar con más naturalidad con Cristo.

El centro de este tipo de oración está en la aplicación de los sentidos y de todas las facultades humanas que actúan a partir de ellos: la imaginación, el entendi-miento, la voluntad. Efectivamente, el contemplar los misterios y meter en ellos el oído, el gusto, la vista, hace más fácil el paso a los sentimientos (por ejemplo, el amor a Dios al ver cómo nos acoge y perdona, el deseo de seguir a Cristo al ver su compor-tamiento paciente y humilde en los sufrimientos de la pasión, el contento, el descon-tento, el rechazo, la confianza, la alegría, etc.), a la valoración y apropiación de las verdades de fe (por ejemplo, la maldad del pecado al ver lo que hace Cristo para borrarlo, la divinidad de Cristo al contemplar su resurrección o los milagros que realizaba, etc.) o a las resoluciones de la voluntad (por ejemplo, el deseo de no cometer ningún pecado para corresponder así a la amistad de Cristo que sufrió mucho por mí, el propósito de confesar los propios pecados al contemplar la misericordia que usó Jesucristo con la adúltera, la resolución de imitar el amor de Cristo en el perdón y la disculpa de las ofensas al contemplar el momento en que pronuncia la frase: “perdónalos porque no saben lo que hacen” o el servicio humilde a los demás cuando les lava los pies en la Última Cena). Esto es lo que hace más sencillo este tipo de oración, porque involucra a todo el ser humano. En otras formas de oración resulta más trabajoso meter todas las facultades humanas.

El dinamismo de este modo de oración es, por tanto, el siguiente: parte de la contemplación de un misterio o de un hecho de la vida del Señor, de la Santísima Virgen o de la Historia de la salvación (ver las personas, escuchar lo que dicen, considerar las acciones) y sus implicaciones para la propia vida, hasta llegar a los afectos y las mociones de la voluntad que engendran la decisión de la entrega, el seguimiento y la imitación. Al final se recogen los frutos de la contemplación, que son muchos y, seguramente, el más importante es que nos hace partícipes del misterio de Cristo (Cf Catecismo de la Iglesia Católica 2718).

Todo lo dicho hasta aquí podría hacer pensar que en la oración contemplativa se avanza casi sin esfuerzo. Sin embargo, la oración contemplativa también requiere de ese necesario combate de la oración para vencer las objeciones, las distracciones, las dificultades, las tentaciones, y perseverar en el amor (Cf Catecismo de la Iglesia Católica 2725 - 2758). “La oración es un don de la gracia y una respuesta decidida por nuestra parte. Supone siempre un esfuerzo. Los grandes orantes de la Antigua Alianza antes de Cristo, así como la Madre de Dios y los santos con Él, nos enseñan que la oración es un combate. ¿Contra quién? Contra nosotros mismos y contra las astucias del Tentador que hace todo lo posible por separar al hombre de la oración, de la unión con su Dios. Se ora como se vive, porque se vive como se ora. El que no quiere actuar habitualmente según el Espíritu de Cristo, tampoco podrá orar habitual-mente en su Nombre. El combate espiritual de la vida nueva del cristiano es insepara-ble del combate de la oración” (Catecismo de la Iglesia Católica 2725).

Como ya se ha dicho, la contemplación simplifica mucho el trabajoso esfuerzo por poner orden e interés en todas las facultades durante la oración. Esto se verifica de modo especial con la imaginación, que Santa Teresa definió como “la loca de la casa” (Cf Castillo Interior, Moradas IV, capítulo 1, 13), y que siempre resulta difícil convertirla en aliada de la oración. Con este método contemplativo está siempre activa y metida de lleno en la recreación de los hechos que se presentan como fondo de nuestro diálogo con Dios. Para otros tipos de distracciones, siempre será conve-niente tener en cuenta lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el número 2729: “Salir a la caza de la distracción es caer en sus redes; basta volver a concentrarse en la oración: la distracción descubre al que ora aquello a lo que su corazón está apegado. Esta humilde toma de conciencia debe empujar al orante a ofrecer al Señor para ser purificado. El combate se decide cuando se elige a quién se desea servir”. Combatir la distracciones es absurdo; lo mejor, la única solución, es simplemente volver a concentrarse en la contemplación. De todas formas, hay que pedir a Dios la gracia de eligirlo siempre a Él y no a la distracción.

Siempre, para evitar la subjetividad, resulta muy importante seguir los textos de la Sagrada Escritura o de la liturgia y marcarse con claridad el fruto que se desea alcanzar de Dios como, por ejemplo, el amor de Pedro que sabe rectificar y pedir perdón por haber traicionado al Señor. Para que sea de verdad oración, todo esto ha de hacerse buscando el diálogo con Dios y la respuesta personal llevada a la vida. De nada serviría el esfuerzo si las actitudes, los afectos, las decisiones, que nacen en la contemplación, no tuviesen ningún efecto en la vida de todos los días. Esta gracia hay que pedírsela a Dios y, al mismo tiempo, hay que buscar sacar aplicaciones concretas de lo que se aprendió y contempló en la oración.

Por sus características, la contemplación tiene que hacerse con tranquilidad, con el tiempo suficiente. El Catecismo de la Iglesia Católica nos recomienda lo siguiente al respecto: “La elección del tiempo y de la duración de la oración de contemplación depende de una voluntad decidida, reveladora de los secretos del corazón. No se hace contemplación cuando se tiene tiempo, sino que se toma el tiempo de estar con el Señor con la firme decisión de no dejarlo y volverlo a tomar, cualesquiera que sean las pruebas y la sequedad del encuentro. No se puede meditar en todo momento, pero sí se puede entrar siempre en contemplación, independiente-mente de las condiciones de salud, trabajo o afectividad. El corazón es el lugar de la búsqueda y del encuentro, en la pobreza y en la fe” (Catecismo de la Iglesia Católica 2710).

Otro elemento que beneficia la oración contemplativa es el silencio. Toda oración requiere concentración, es decir, una atención lo más completa posible a lo que se está contemplando. Para ello, hay que olvidarse de todo lo demás y buscar un ambiente adecuado que no ofrezca estímulos que distraigan nuestra atención del diálogo con Dios. Vale la pena abandonar momentáneamente muchas cosas para meterse a fondo en la oración y después salir de ella enriquecidos.

Soy consciente de que faltan por tratar muchos temas relacionados con la oración y muchas formas de oración como la Liturgia de las Horas, el Ángelus, las novenas, la meditación cristiana, que no tiene nada que ver con las modernas formas de meditación, etc. Espero, con la ayuda de Dios, poder hacerlo en otro momento. Hay dos milenios de tradición cristiana en la que los discípulos de Cristo han buscado dialogar con su Maestro y toda esa riqueza es imposible agotarla en tan pocas páginas. Este esfuerzo se hizo con el fin de acercar un poco ese tesoro a los fieles de la arquidiócesis de México esperando que les sea de utilidad para conocer y amar mejor a Jesucristo, centro de la vida del hombre, verdadero y único Salvador.

(fuente: http://es.catholic.net/)

Se viene un Mallín Estilo de Chicas en Corrientes!

Queridos hermanos en el Cristo Joven:

Todos los que vivimos la experiencia de Mallín Estilo sabemos lo importante que son las chispas para ayudar a encender el fuego en cada uno, y el fuego comunitario en esa vivencia. También sabemos como se siente el saber que "hermanos mayores" dentro del Movimiento Mallinista a lo largo y ancho del país están rezando por nosotros y por todo el Mallín. Por eso les mando la lista de nombes de las participantes, delegadas y del equipo predicador del Estilo -286- de chicas que se va a hacer aca en Corrientes arrancando el martes 7 con las delegadas hasta el sábado 11 de julio, finalizando con la misa de clausura que se va a hacer en el Colegio Salesiano (San Juan 783) desde las 17 horas.

Las chispas pueden mandar a mallin.ctes@gmail.com o al mail de Juli jlzaninovich@hotmail.com hasta el martes 7 al mediodía aproximadamente.

A los que les quede mejor acercar al colegio salesiano, que lleve en un sobre o bolsa y deje en portería a nombre del Mallín. Por favor, reenvíen la lista a otros mallinistas, ya que no contamos con los correos de todos los que puedan llegar a estar interesados en ofrecer sus chispas. Desde ya muchas gracias. Contamos con su oración, que es lo más importante en todo.

Un abrazo. Nos vemos en el Ave.

Francisco
-305-

Mallín Estilo de Chicas -286- § 7 al 11 de julio de 2009
San Cayetano, Corrientes
Santa Fe
1. Di Pierro, Virginia

Posadas
2. Cabaña, Paula Virginia

Corrientes (María Auxiliadora)

3. Silva, Carolina
4. Gómez Morínigo, Sabrina
5. Báez, Guadalupe
6. Zacarías, Tamara
7. Zacarías, Valeria
8. Franco, Andrea
9. González Cabañas, Susana
10. Silvia

Corrientes (Pompeya)

11. Monzón, María de los Ángeles.
12. Contreras, Miriam de los Ángeles.
13. Troche, Virginia Mariel.
14. Ledesma, Yaquelin Estefanía.
15. Leiva, Yanina.
16. Barreto, Yamila Soledad.
17. Ramos, María José.
18. Ledesma, Lorena Beatriz.

Resistencia

19. Paula
20. Florencia
21. Romina
22. Sofía
23. Berenice
24. Natalia
25. Belén

Acompañante adulto
Ledesma, María Laura [Corrientes]

Delegadas (*)
Meza, Silvina (Chaqui) [Corrientes]
Cánepa, Leonella [Formosa]
Serial, Lucía [Resistencia]
Carey, Josefina [Resistencia]
Mosci, María Laura [Resistencia]
(*) falta una delegada de Posadas

Equipo Predicador

P. Marcelo Valsecchi
Cuba, Mercedes (Mechi)
Montiel, María del Rosario (Charito)
Odriozola, Lisa Valeria

lunes, 29 de junio de 2009

Oración, tipos y caminos

Los caminos de la oración son muchos. Se puede orar de varias formas. Existen muchos modos de entrar en contacto con Dios. Cada quien elegirá el suyo de acuerdo a su personalidad, a sus circunstancias personales, a lo que le llene más espiritualmente en cada momento determinado.

Las principales formas de oración son:
Oración vocal
→ Lectura meditada
→ Contemplación del Evangelio
→ Oración sobre la vida cotidiana
→ Oración de contemplación


Oración vocal

Consiste en repetir con los labios o con la mente, oraciones ya formuladas y escritas como el Padrenuestro, el Avemaría, el ángel de la guarda, la Salve. Para aprovechar esta forma de oración es necesario pronunciar las oraciones lentamente, haciendo una pausa en cada palabra o en cada frase con la que nos sintamos atraídos. Se trata de profundizar en su sentido y de tomar la actitud interior que las palabras nos sugieren. Es así como podemos elevar el alma a Dios. Podemos apoyarnos en la oración vocal para después poder pasar a otra forma de oración. Todos los pasos en la vida se dan con apoyos, y la oración vocal es un apoyo para las demás. La palabra escrita es como un puente que nos ayuda a establecer contacto con Dios. Por ejemplo, si yo leo "Tú eres mi Dios" y trato de hacer mías esas palabras identificando mi atención con el contenido de la frase, mi mente y mi corazón ya están "con" Dios.

La lectura meditada

Un libro nos puede ayudar mucho en el camino a encontrarnos con Dios. No se trata de leer un libro para adquirir cultura, sino de tener un contacto más íntimo con Dios y el libro puede ser una ayuda para conseguirlo. No se trata de aprender cosas nuevas, sino de charlar con Dios acerca de las ideas que nos inspire el contenido del libro.

Hay que leer hasta que encontremos una idea que nos haga entrar en contacto con Dios y ahí frenar la lectura "saboreando" el momento. Es así como se profundiza en las ideas del libro para escuchar a Dios.

Si cuando estamos leyendo, se produce una visita de Dios, abandonémonos a Él.

Al orar hay algo que nos "llama", una idea en la que sentimos la necesidad de profundizar. Para profundizar volvemos a la idea para verla en todos sus aspectos hasta que llegue a sernos personal, hasta que la hagamos propia. Esta idea mueve nuestra voluntad, nuestra capacidad para el amor, el deseo y el afecto. Esta oración debe terminar con un propósito de vida de acuerdo a las ideas en las que hemos profundizado en compañía de Dios.


Contemplación del Evangelio

Consiste en leer un pasaje del Evangelio, contemplarlo, saborearlo y compararlo con nuestra vida, tratando de ver qué es lo que debo cambiar para vivir de acuerdo a los criterios de Cristo. Al leer el Evangelio nos vamos a familiarizar con los gestos y las palabras de Cristo, y a comprender su sentido. Poco a poco iremos cambiando nuestra mentalidad y nuestra conducta de acuerdo a los criterios del Evangelio. Comparamos nuestro actuar en la vida con la vida de Jesús en el Evangelio. Se trata de mirar a Jesús más que mirar el pasaje del Evangelio, escuchar su Palabra.

Al orar de esta forma, hemos pasado de la reflexión que se detiene a mirar en cada punto a un mirar simplemente a Cristo.

Para ponerlo en práctica conviene seguir los siguientes pasos:

a) Ponernos en presencia de Dios y ofrecerle nuestra oración. Leer lentamente la escena del Evangelio para tener una visión rápida de conjunto, del lugar donde sucede. Por ejemplo, en Belén, en el templo de Jerusalén, etc. Después pedirle a Dios que adquiramos un conocimiento más hondo de Jesús para amarlo más y poderlo servir mejor.

b) Volvemos sobre el pasaje evangélico y:

- Vemos a los personajes que hablan y actúan en el pasaje. Fijarnos en cada uno en particular viendo primero su exterior para luego contemplar sus sentimientos más íntimos, sean buenos o malos. Sacar algún fruto personal.

- Después escuchamos las palabras: Penetrar en su sentido, poner atención a cada una de ellas. Algunas palabras las podemos escuchar dirigidas a nosotros personalmente. Sacar un fruto personal.

- Como tercer punto, consideraremos las acciones: seguir las diversas acciones de Jesús o de las demás personas. Penetrar en los motivos de tales acciones y los sentimientos que los han inspirado. Sacar algún fruto personal, recordando que la oración nos debe llevar a la conversión de corazón.

c) Terminar charlando con Jesús o con su Madre la Santísima Virgen María acerca de lo que hemos descubierto.


Oración sobre la vida cotidiana

Dios está presente en nuestra vida. Los acontecimientos de la vida son un camino natural para entrar en contacto con Dios. Es necesario buscar la presencia de Dios en nuestra vida y descubrir qué es lo que Dios quiere de nosotros. Esta búsqueda y este descubrimiento son ya una oración. Estar atentos a lo que Dios quiere de nuestra vida es hacer oración y nos invita a colaborar con Él. De esta "mirada" sobre mi vida nacerá el asombro, el agradecimiento, la admiración, el dolor, el pesar, etc. De esta manera nuestra vida entera será una oración.


Contemplación

Se le conoce también como silencio en presencia de Dios.

Este es el punto donde culminan todos las formas de orar de las que hemos hablado con anterioridad. Es el momento en que se interrumpe la lectura, o se deja la reflexión sobre un acontecimiento, una idea o un pasaje del Evangelio. Se da cuando ya no hay deseos de seguir lo demás: se ha encontrado al Señor con toda sencillez, después de recorrer un camino. Hemos experimentado interiormente que Dios nos ama a nosotros y a los demás. Es guardar silencio en presencia de Dios con un sentimiento de admiración, de confusión, de gratitud, cuando nos sentimos invadidos por la grandeza de Dios y su amor hacia nosotros y nos ofrecemos a Él.

La oración contemplativa es mirar a Jesús detenidamente, es escuchar su Palabra, es amarlo silenciosamente. Puede durar un minuto o una hora. No importa el tiempo que dure ni el momento que escojamos para hacerla.

Para tener una oración contemplativa, debemos:

a) Recoger el corazón: Olvidarnos de todo lo demás, encontrándonos con Él tal y como somos, sin tratar de ocultarle nada.

b) Mirar a Dios para conocerle: No se puede amar lo que no se conoce. Al mirarlo debemos tratar de conocerlo en su interior, sus pensamientos y deseos.

c) Dejar que Él te mire: Su mirada nos iluminará y empezaremos a ver las cosas como Él las ve.

d) Escucharle con espíritu de obediencia, de acogida, de adhesión a lo que Él quiere de nosotros. Escuchar atentamente lo que Dios nos inspira y llevarlo a nuestra vida.

e) Guardar silencio: Silencio exterior E INTERIOR. En la oración contemplativa no debe haber discursos, sólo pequeñas expresiones de amor. Hablar a Jesús con lo que nos diga el corazón.

(fuente: www.abandono.com)

domingo, 28 de junio de 2009

"No temas. Basta que tengas fe"

Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (Mc 5, 21-43)

En aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha gente.

Entonces se acercó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le suplicaba con insistencia: "Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las manos para que se cure y viva". Jesús se fue con él y mucha gente lo seguía y lo apretujaba.


Entre la gente había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de Jesús, vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando que, con sólo tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente se le secó la fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada.

Jesús notó al instante que una fuerza curativa había salido de El, se volvió hacia la gente y les preguntó: "¿Quién ha tocado mi manto?" Sus discípulos le contestaron: “Estás viendo cómo te empuja la gente y todavía preguntas: “¿Quién me ha tocado?” Pero Él seguía mirando alrededor, para descubrir quién había sido. Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado; se postró a sus pies y le confesó la verdad. Jesús la tranquilizó, diciendo; “Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad".


Todavía estaba hablando Jesús, cuando unos criados llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle a éste: "Ya se murió tu hija. “¿Para qué sigues molestando al Maestro?" Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: "No temas. Basta que tengas fe".

No permitió que lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de la gente y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo: "¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está dormida". Y se reían de El.


Entonces Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus acompañantes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: "¡Talitá, kum!", que significa: "¡Óyeme, niña, levántate!" La niña, que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar. Todos se quedaron asombrados, Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie y les mandó que le dieran de comer a la niña.


Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.

Son muchos los milagros y prodigios que hizo Jesús en su paso por este mundo. Varios de ellos fueron relatados en los Evangelios y retratan como Nuestro Señor fue haciendo el bien a toda aquellas personas que se acercaron humildemente a buscarlo, sanó a judíos y extranjeros, a aquellos que eran excluidos socialmente.

Con esos milagros, además de derramar el Amor de Dios en esas almas favorecidas, Jesús nos dice que Él es Dios.

Como en otros episodios que se cuentan en los Evangelios sobre curaciones milagrosas, el Dios hecho Hombre resalta la fundamental importancia de la fe.

En el caso de la mujer que sufría hemorragias, Nuestro Señor le dice que su fe la ha salvado. Hablar de salvación es mucho más amplio que una simple sanación corporal, por lo que Jesús manifiesta su compasión por el sufrimiento no solo físico sino que también Él pudo compadecerse de la angustia que nublaba el alma de aquella mujer.

Luego, Él se dirige a donde yacía la hijita de Jairo. Compadeciéndose nuevamente del sufrimiento humano ante ese misterio que es la muerte, Jesús toma la mano de esa niña y la devuelve a la vida, manifestando una vez más su señorío sobre la vida y la muerte.

En su tiempo como en estos que corren ahora, hubo gente que vio a Jesús como un simple curandero y no como Dios. Es por eso que mucha gente lo seguía para "arrancarle" algún milagrito y no tanto para detenerse a escuchar su mensaje. Hoy en día no son pocos los que explotan la fe de algunos desposeídos lucrando con la imagen de un "Jesucristo milagrero", como si se tratara de un mero talismán.

Jesús vino a salvar nuestras almas, a restaurar la dignidad humana que fue severamente herida por el pecado original. Jesús es Dios y nos lo demuestra con esos milagros que son solo signos de su divinidad.

Que esta lectura de hoy domingo nos ayude a reflexionar acerca de la importancia de nuestra fe en Dios. Que podamos examinar cuidadosamente el nivel de la fe, atender los peligros que pueden mellarla como así también de los recursos con los que podemos contar para alimentarla y fortalecerla.

sábado, 27 de junio de 2009

"Seréis como dioses", una tentación tan antigua (como eficaz)

Tomando a Santa Biblia, en el libro Génesis en su capítulo 3, leemos:

"La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yavé Dios había hecho.

Dijo a la mujer: '¿Es cierto que Dios les ha dicho que no coman de ninguno de los frutos del jardín?', La mujer respond
ió a la serpiente: 'Podemos comer de los frutos de los árboles del jardín, pero no de ese árbol que está en el medio del jardín pues Dios nos ha dicho q no comamos de él porque, si lo hacemos, moriremos'. La serpiente dijo a la mujer: 'No es cierto que no morirán. Es que Dios sabe muy bien que el día que coman de él, se les abrirán a ustedes los ojos; entonces, ustedes serán como dioses y conocerán lo que es bueno y lo que no lo es'.

A la mujer le gustó ese árbol que atraía a la vista y que era tan excelente para alcanzar el conocimiento. Tomó de su fruto y se lo comió y le dio también a su marido que andaba con ella, quien también comió.
Entonces se les abrieron los ojos y ambos se dieron cuenta de que estaban desnudos. Cosieron, pues, unas hojas de higuera, y se hicieron unos taparrabos.

Oyeron después la voz de Yavé que se paseaba por el jardín., a la hora de la brisa de la tarde. El hombre y su mujer se escondieron entre los árboles del jardín para que Yavé Dios no los viera. Yavé Dios llamó al hombre y le dijo : '¿Dónde estás?'. Éste contestó: 'He oído tu voz en el jardín y tuve miedo porque estoy desnudo; por eso me escondí'. Yavé Dios replicó: '¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol que te prohibí?'. El hombre respondió: 'La mujer que pusiste a mi lado me dio del árbol y comí'. Yavé dijo a la mujer: '¿Qué has hecho?', La mujer respondió: 'la serpiente me engañó y he comido'.

Entonces Yavé Dios dijo a la serpiente: 'Por haber hecho ésto, maldita seas entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás tierra por todos los días de tu vida. Haré que haya enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te pisará la cabeza pero tú herirás su talón'. A la mujer le dijo: 'Multiplicaré tus sufrimientos en los embarazos y darás a luz a tus hijos con dolor. Siempre te hará falta un hombre y él te dominará'.
Al hombre le dijo: 'Por haber escuchado a tu mujer y haber comido del árbol que Yo te había prohibido comer, maldita sea la tierra por tu causa. Con fatiga sacarás de ella el alimento por todos los días de tu vida. Espinas y cardos te dará, mientras le pides hortalizas que comes. Con el sudor de tu frente comerás tu pan hasta qu evuelvas a la tierra, pues de ella fuiste sacado. Sepas que eres polvo y al polvo volverás.'

El hombre dio a su mujer el nombre de Eva por ser la madre de todo viviente. En seguida Yavé Dios hizo para el hombre y su mujer unos vestidos de piel y con ellos los vistió.


Entonces Yavé Dios dijo: 'Ahora el hombre es como uno de nosotros, pues se ha hecho juez de lo bueno y lo malo. Que no haya también extender su mano y tomar del Árbol de la Vida, pues vivirá para siempre'. Y así fue como Dios lo expulsó del jardín de Edén para que trabajara la tierra de l
a que había sido formado. Habiendo expulsado al hombre, puso querubines al oriente del jardín de Edén, y también un remolino que disparaba rayos, para guardar el camino hacia el Árbol de la Vida."

(Gen. 3)

Este es el famoso relato bíblico que describe como fue la caída de los primeros seres humanos y su separación de Dios producto del pecado. Es un relato riquísimo en matices y metáforas de donde se desprende gran parte de los fundamentos básicos del Magisterio de la Iglesia Católica.

La Creación es descripta en la Biblia para que podamos entender a Dios y a la naturaleza humana, como así también cobra un sentido la necesidad de la venida de Jesús, Dios Hijo que se hizo hombre para restaurarnos y devolvernos a Dios.

Adán y Eva habían sido creados buenos, vivían en estado de pureza e inocencia, en perfecta armonía con Dios y todo lo creado. Todo cambió cuando decidieron libremente desobedecer a Dios y dejarse llevar por la sugerencia del demonio, representado en ese relato por la serpiente. El demonio era un ángel a quien Dios había dotado de una belleza sin igual y de una grandísima inteligencia... pero se dejó llevar por su arrogancia, se olvidó de que era tan solo una criatura más y desafió a Dios mismo. No satisfecho con ésto, lleno de ira y envidia por la felicidad de los primeros seres humanos quiso (y quiere) arrastrar a toda la humanidad consigo.

Conciente de su inteligencia superior, el diablo utiliza toda su astucia para tentar a Adán y Eva. Notemos que la frase clave para convencerlos para que tomen el fruto prohibido es "seréis como dioses". Es decir, mediante el engaño (cuando no...), el diablo hace que se despierte la soberbia en esos primeros seres humanos y, por ende, la tremenda irreverencia para con el Creador. La propuesta del ángel caído fue "ser como dioses"... pero sin Dios. Y Adán y Eva dejaron de confiar en Dios.

Aparentemente, después Dios le termina dando la razón a la serpiente cuando lamenta que "Ahora el hombre es como uno de nosotros". Pero no, los seres humanos no son como Dios. A lo que se refiere Dios es a que, al dejarse llevar por la tentación y pecar, Adan y Eva contaminaron la estado de pureza con el que habían sido creados porque supieron lo que es el mal...

No es un detalle menor que en el Génesis, Dios habla de si mismo en primera persona del plural, es decir, habla en "nosotros". Lo vemos claramente en el Primer Capítulo, Versículo 26 cuando Él dice "Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza..." (Gen. 1,26). De esta manera, confirma la Biblia la Verdad sobre la Santísima Trinidad que enseña Nuestra Madre Iglesia. Dios es Uno Solo formado por Tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Todos los seres humanos tenemos una tendencia hacia el mal casi inherente a nuestra misma naturaleza. Es por eso que ser una buena persona requiere de un constante esfuerzo y de una lucha sostenida contra las tentaciones que nos acechan cotidianamente. El Sacramento del Bautismo no solo nos hace parte del Cuepor Místico de Cristo que es Nuestra Madre Iglesia sino que nos unge de las consecuencias del pecado original

Día a día, hasta en los actos más mínimos, todos podemos ser tentados por el demonio. El llamado "padre de la mentira" (Jn 8,44) tiene poderes superiores a cualquiera de nosotros y sabe muy bien cómo tentarnos, se las ingenia siempre para saber seducirnos tocándonos los puntos más débiles para apartarnos de Dios. Todos y cada uno de nosotros somos débiles y falibles, por ende, proclives a caer fácilmente en los engaños del diablo: es por eso que se nos hace imprescindibles estar en Dios para poder vencer las tentaciones y permanecer en el Amor de Él.

Es por eso que San Pablo nos advierte y aconseja con sabiduría en su Carta a los Efesios diciéndonos: "Pónganse la armadura de Dios, para poder resistir las maniobras de diablo. Porque nuestra lucha no es contra fuerzas humanas, sino contra los Gobernantes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras. Nos enfrentamos con los espíritus y las fuerzas sobrenaturales del mal. Por eso pónganse la armadura de Dios, para que en el día malo puedan resistir y mantenerse en la fila, valiéndose de todas sus armas. Tomen la verdad como cinturón, la justicia como coraza y, como calzado el celo por propagar el evangelio de la paz. Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, y así podrán atajar las flechas incendiarias del demonio. Por último, usen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, o sea la Palabra de Dios. Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo, según los inspire el Espíritu. Velen en común y prosigan sus oraciones, sin desanimarse nunca, intercediendo a favor de todos los hermanos." (Ef. 6, 10-18)

Al pecar Adán y Eva y ser ellos los primeros seres humanos de lo que nacieron todas las generaciones, todos quedamos contaminados por ese pecado desde que llegamos a este mundo. Así lo dice San Pablo en una de sus Cartas a los Romanos "Por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores" (Rom 5,19).

Notemos que dicho relato bíblico encierra una mirada esperanzadora ante las terribles consecuencias del pecado original.

Dios no esperó a que sea el hombre el que le pida perdón y diseñó inmediatamente el Plan de Salvación de toda la humanidad que tuvo su culmen con la Muerte y Resurrección de Jesucristo. Durante varios siglos, Dios estuvo preparando a la humanidad para recibir al Mesías que salvaría al mundo entero de la condenación del pecado y frenar la obra demoníaca para darnos Nueva Vida en Dios. Así lo dice el Apóstol San Juan en su Primera Carta "El Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo" (1 Jn 3,8).

Dios Padre envía a su Hijo para que sea el Nuevo Adán, que tomó consigo todas las miserias del pecado con su Pasión y Muerte en la Cruz y les dio un sentido trascendental con su Resurrección: así, la muerte de los seres humanos dejó de ser algo malo en si misma y se convirtió tan solo en una pascua, en un paso de esta vida a la Vida en Dios.

De esta manera, la Gracia de Dios venció al pecado. Como dijo San Pablo: "Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Rm 5,20). Dios venció al pecado y a la muerte. Ahora los seres humanos tenemos un sentido para vivir.

¡Alabado sea Dios!

Para descargar la Biblia completa, hacer click aquí.

jueves, 25 de junio de 2009

¿Cómo orar a Dios?

NO oremos así

Como los hipócritas→
"Cuando ustedes recen, no imiten a los que dan espectáculo; les gusta orar de pie en las sinagogas y en lasesquinas de las plazas para que la gente los vea. Yo se lo digo: ellos ya han recibido su premio. Pero tú, cuando reces, entra en tu pieza, cierra la peurta y ora a tu Padre que está allí, a solas contigo. Y tu Padre que ve en lo secreto, te premiará." (Mt 6,5-6)

Como los paganos→ "Cuando pidan a Dios no imiten a los paganos con sus letanías interminables; ellos creen que un bombardeo de palabras hará que se los oiga." (Mt 6,7)

Como los orgullosos, que desprecian a los demás→ "Jesús dijo esta parábola por algunos que estaban convencidos de ser justos y despreciaban a los demás: 'Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo oraba en su interior de esta manera: "Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres que son ladrones, injustos y adúlteros, o como ese publicano... ayuno dos veces por semana y doy la décima parte de todas mis entradas" Mientras el publicano se quedaba atrás y no se atrevía levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: "Dios mío, ten piedda de mí que soy un pecador". Yo les digo que este último estaba en gracia de Dios cuando volvió a su casa, pero el fariseo no. Porque el que se hace grande será humillado y el que se humilla, será ensalzado." (Lc 18,9-14)

Como los que no perdonan→ "Y perdona nuestras deudas, como así nosotros también perdonamos a nuestros deudores;y nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno. Porque si ustedes no perdonan a los demás, tampoco el Padre les perdonará a ustedes. (Mt 6,12-14)

"Y cuando se pondan de pie a orar, si tienen algo contra alguien, perdónenlo para que su Padre en el Cielo les perdone también a ustedes sus faltas" (Mc 11,25)


Oremos así...

Al Abbá de Jesús→
"Ustedes, pues, recen así: Padre Nuestro, que eestás en el Cielo, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, hágase tu Voluntad así en la tierra como el Cielo. Danos hoy el pan que nos corresponde; y perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores; y no nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del Maligno". (Mt 6,9)

"Puesto que esos hijos son de carne y sangre, Jesús también experimentó esta misma condición y, al morir, le quitó su poder al que reinaba por medio de la muerte, es decir, al diablo. De este modo, liberó a los hombres que, por miedo a la muerte, permanecían esclavos en todos los aspectos de su vida. Jesús no vino para hacerse cargo de los ángeles, sino de la raza de Abraham. Por eso tuvo que hacerse semejante en todo a sus hermanos, y llegó a ser el sumo sacerdote lleno de comprensión, pero también fiel en el servicio a Dios, que les consigue perdón. Él mismo ha sio probado por medio del sufrimiento, por eso es capaz de ayudar a los que son puestos a prueba." (Heb 2,14-18)

"Nuestro sumo sacerdote no se queda indiferente ante nuestras debilidades, pues ha sido probado en todo igual que nosotros, a exceción del pecado. Por lo tanto, acerquémonos con plena confianza al Dios de bondad, a fin de obtener misericordia y hallar la gracia del auxilio oportuno." (Heb 4,15)

En nombre de Jesús→
"Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes y los prepraré para que vayan y den fruto y ese fruto permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que pidan en mi Nombre". (Jn 15,16)

Con confianza→
"Nadie puede servir a dos patrones: necesariamente odiará a uno y amará al otro, o bien cuidará al primero y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al Dinero. Por eso yo les digo: No anden preocupados por su vida con problemas de alimentos, ni por su cuerpo con problemas de ropa. ¿No es más importante la vida que el alimento y más valioso el cuerpo que la ropa? Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan, no guardan alimentos en graneros, y sin embargo, el Padre del Cielo, el Padre de ustedes, las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que las aves?" (Mt 6,24-26)

Con frecuencia→
"Les dijo también: Supongan que uno de ustedes tiene un amigo y va a medianoche a su casa a decirles: 'Amigo, préstame tres panes porque un amigo mío ha llegado de viaje y no tengo nada que ofrecerle'. Yese amigo les responde: 'No me molestes: la puerta está cerrada y mis hijos y yo estamos ya acostados; no puedo levantarme a dártelos'. Yo le digo: aunque el hombre no se levante para dárselo porque tú eres amigo suyo, si tú insistes, al final le dará todo lo que necesita. Pues bien, yo les digo: Pidan y se les dará, busquen y hallarán, llamen a la puerta y se les abrirá. Porque todo el que pide recibe, el que busca halla y al que llame a la puerta se le abrirá. ¿Habrá un padre entre todos ustedes que dé a su hijo una perpiente cuando le pida un pan? Y si le pide un huevo, ¿le dará un escorpión? Si ustedes que son malos saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del Cielo dará Espíritu Santo a los que se lo pidan!" (Lc 11,5-13)

En comunidad→
"Asimismo yo les digo: si en la tierra dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir alguna cosa, mi Padre Celestial se lo concederá. Pues donde están dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy yo, en medio de ellos." (Mt 18,19-20)

El Padre Chachón festejó sus 75 años de vida

Anteayer, el Padre Rafael Karlem sdb, conocido en el ambiente salesiano como "Chachón", cumplió 75 años de edad y lo festejó con sus hermanos salesianos en el Colegio Don Bosco de la Ciudad de Mendoza.

El Padre Leonardo Palazzo sdb, encargado de la Inspectoría San Francisco Solano, viajó desde Córdoba hasta Mendoza para saludar y acompañar personalmente a "Chachón".

"Chachón" nació el 23 de junio de 1934 en la Ciudad de San Rafael (Mendoza), realizó su profesión perpetua el 29 de enero de 1956 y fue ordenado sacerdote el día 13 de agosto de 1966.

Dedicó toda su vida trabajar apostólicamente con los jóvenes al estilo de Don Bosco. De gran carisma, "Chachón" tiene un carácter muy especial, paternal y tierno con los jóvenes invitándolos siempre a acercarse a Cristo.

Trabajó muchos años en el Movimiento Mallinista, tanto predicando mallines en todo el país como así también asistiendo espiritualmente a adolescentes y jóvenes. Colaboró también con los Exploradores de Don Bosco.

Actualmente, no está gozando de buena salud ya que, desde un tiempo, lo aqueja una enfermedad que le trae aparejado dolores físicos. Pero ni aún así, pierde su buen humor y ofrece a Dios el padecimiento de sus dolores físicos por los jóvenes.

Desde este sitio web, invito a elevar una plegaria por la salud de "Chachón" y también para dar gracias a Dios por la fecundidad de su ministerio sacerdotal.

miércoles, 24 de junio de 2009

¿Por qué hay que confesarse con un sacerdote?

Nuestra Madre Iglesia nos enseña desde hace siglos acerca del Sacramento de la Reconciliación como un eficaz Sacramento por el cual limpiamos nuestras almas de la destrucción del pecado.

En la Iglesia Católica Apostólica Romana, por mandato del mismísimo Cristo, los sacerdotes son los únicos que tienen la autorización para dar la absolución de los pecados a través de este Sacramento. Jesús dijo de si mismo: "El Hijo del Hombre tiene poder de perdonar los pecados en la tierra" (Mc 2,10) y antes de ascender hacia su Padre, dijo a sus discípulos "A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos" (Jn 20,23). Los obispos y sacerdotes son hoy los sucesores de los apóstoles y los primeros discípulos de Crist, por lo tanto, han recibido directamente de sus antecesores el poder otorgado por el Dios Hijo.

Ahora bien, suele cada vez más recurrente el cuestionamiento acerca de porqué tiene que ser un hombre común como un sacerdote el que tiene que escuchar los pecados y miserias de las los pecadores para poder otorgar el Perdón de Jesucristo. Y sí, no son pocas las veces en que el sacerdote en cuestión suele tener tantas o más miserias que la persona que recurre a él para obtener la absolución divina.

Pues bien, Dios es quien tiene la autoridad y poder para perdonar los pecados y Él la delega en sus ministros que son los sacerdotes. Un católico necesita de la confesión de los pecados para purgar sus faltas recurriendo a un sacerdote. Si ese sacerdote con el que uno se confiesa no honra a su ministerio, es una cuestión que solo Dios debe juzgar y no nos compete a ninguno de nosotros ponernos en jueces de los errores y miserias de los clérigos.

Además, a su vez, los sacerdotes deben confesarse con otros sacerdotes para poder estar en gracia de Dios. Tanto los sacerdotes como los religiosos y religiosas son seres humanos como cualquiera de nosotros que tienen también sus debilidades, defectos y tentaciones; en el caso particular de ellos, las tentaciones se les multiplican porque el diablo los ataca con más dureza al ser personas enteramente consagradas a Dios.

Por otra parte, producto del pecado original, todos y cada uno de nosotros tenemos marcadas tendencias a caer en el mal, las cuales se acentúan con las tentaciones que nos ofrece el diablo. El pecado contamina la relación del ser humano con Dios y es por eso que se hace preciso la inmediata reparación del daño, tanto a la misma persona que peca como aquellas otras a las que les afectó el propio pecado. Y Dios también resulta herido en su Infinito Amor por el pecado de cada ser humano.

Claro que no es sencillo tener que abrir el propio corazón para dejar expuestos todos nuestros pecados y más si el sacerdote es un desconocido. Confesarse es, básicamente, un acto de humildad porque uno se reconoce limitado y falible, como así también se asumen las consecuencias de los pecados cometidos.

La soberbia de decir que uno no tiene pecados o que no necesita de la Confesión es algo que viene del mismo demonio.

Y cuando uno se confiesa debe tener confianza en la Infinita Misericordia de Dios. Confesarse es un acto de humildad que proviene de Dios, a Él tenemos que recurrir para hacer una buena confesión, a Él tenemos que recurrir para tener el valor de pedir perdón y empezar de nuevo.

Por otro lado, el simple hecho de que uno probablemente vuelva a pecar no debe desanimarnos para recurrir al Sacramento de la Reconciliación. Nuestro Señor olvida los pecados cometidos por un corazón que se arrepiente sinceramente y que se compromete a luchar para evitar futuras caídas.

Dios nos ha creado a cada uno de nosotros y nos conoce perfectamente, al detalle; Él sabe de nuestras penas y luchas, fortalezas y debilidades y aún así está siempre dispuesto a perdonarnos.

Todos necesitamos confesar nuestros pecados para limpiar nuestras almas y estar en gracia de Dios. Debemos mirar más allá, no detenernos en el sacerdote que nos confiesa y mirar al Señor que es el que nos regala este hermoso Sacramento para restaurar nuestra dignidad de hijos de Dios.

Oración de Benedicto XVI para el Año Sacerdotal

"Señor Jesús

En San Juan María Vianney Tú has querido dar a la Iglesia la imagen viviente y una personificación de tu caridad pastoral.

Ayúdanos a bien vivir en su compañía, ayudados por su ejemplo en este Año Sacerdotal.

Haz que podamos aprender del Santo Cura de Ars delante de tu Eucaristía; aprender cómo es simple y diaria tu Palabra que nos instruye, cómo es tierno el amor con el cual acoges a los pecadores arrepentidos, cómo es consolador abandonarse confidencialmente a tu Madre Inmaculada, cómo es necesario luchar con fuerza contra el Maligno.

Haz, Señor Jesús, que, del ejemplo del Santo Cura de Ars, nuestros jóvenes sepan cuánto es necesario, humilde y generoso el ministerio sacerdotal, que quieres entregar a aquellos que escuchan tu llamada.

Haz también que en nuestras comunidades –como en aquel entonces la de Ars– sucedan aquellas maravillas de gracia, que tu haces que sobrevengan cuanto un sacerdote sabe 'poner amor en su parroquia'.

Haz que nuestras familias cristianas sepan descubrir en la Iglesia su casa –donde puedan encontrar siempre a tus ministros– y sepan convertir su casa así de bonita como una iglesia.

Haz que la caridad de nuestros Pastores anime y encienda la caridad de todos los fieles, en tal manera que todas las vocaciones y todos los carismas, infundidos por el Espíritu Santo, puedan ser acogidos y valorizados.

Pero sobre todo, Señor Jesús, concédenos el ardor y la verdad del corazón a fin de que podamos dirigirnos a tu Padre celestial, haciendo nuestras las mismas palabras, que usaba San Juan María Vianney:

'Te amo, mi Dios, y mi solo deseo
es amarte hasta el último respiro de mi vida.
Te amo, oh Dios infinitamente amable,
y prefiero morir amándote
antes que vivir un solo instante si amarte.
Te amo, Señor, y la única gracia que te pido
es aquella de amarte eternamente.
Dios mío, si mi lengua
no pudiera decir que te amo en cada instante,
quiero que mi corazón te lo repita
tantas veces cuantas respiro.
Te amo, oh mi Dios Salvador,
porque has sido crucificado por mí,
y me tienes acá crucificado por Ti.
Dios mío, dame la gracia de morir amándote
y sabiendo que te amo'.

Amén.

martes, 23 de junio de 2009

La comunión de los santos en Dios

El Credo es la oración que resulta en una declaración de la fe católica. En esa oración se especifica todo lo que Nuestra Madre Iglesia nos enseña.En dicha oración, decimos que los católicos creemos en la "comunión de los santos". Ahora bien, ¿somos ocncientes de lo que decimos en esa oración?

Comunión quiere decir "común unión"; y Comunión de los Santos quiere decir unión común con Jesucristo de todos los santos del cielo, de las almas del purgatorio y de los fieles que aún peregrinamos en la tierra.

Es la unión de todos los santos con la Cabeza de la Iglesia, que es Jesucristo, y de todos los santos entre sí. Los del cielo interceden por los demás; los de la tierra honran a los del cielo y se encomiendan a su intercesión, también oran y ofrecen sufragios por los difuntos del purgatorio, y estos también interceden a favor nuestro.

¿Qué es la comunión de los santos?

La comunión de los santos es la unión común que hay entre Jesucristo, Cabeza de la Iglesia, y sus miembros, y de éstos entre sí.

¿Quiénes son los miembros de la Iglesia?

Los miembros de la Iglesia son los santos del cielo, las almas del purgatorio y los fieles de la tierra.

Los que no están en gracia de Dios, ¿participan de la Comunión de los Santos?

Los que no están en gracia de Dios participan de la Comunión de los santos solamente en cuanto pueden alcanzar algunos beneficios del Señor y sobre todo, la gracia de la conversión.

(fuente: www.aciprensa.com)

lunes, 22 de junio de 2009

Acerca del CELIBATO SACERDOTAL

¿Por qué los sacerdotes no se casan?

En la Iglesia Latina, los sacerdotes y ministros ordenados, a excepción de los diáconos permanentes, «son ordinariamente elegidos entre hombres creyentes que viven como célibes y que tienen la voluntad de guardar el celibato "por el Reino de los cielos" (Mt 19,12)» (Catecismo de la Iglesia Católica n. 1579). En efecto, todos los sacerdotes «están obligados a observar una continencia perfecta y perpetua por el Reino de los cielos, y, por tanto, quedan sujetos a guardar el celibato» (Código de Derecho Canónico c. 277).

Don de Dios

Este celibato sacerdotal es un «don peculiar de Dios» (Código de Derecho Canónico c. 277), que es parte del don de la vocación y que capacita a quien lo recibe para la misión particular que se le confía. Por ser don tiene la doble dimensión de elección y de capacidad para responder a ella. Conlleva también el compromiso de vivir en fidelidad al mismo don.

Que capacita para la misión

El celibato permite al ministro sagrado «unirse más fácilmente a Cristo con un corazón entero y dedicarse con mayor libertad al servicio de Dios y de los hombres» (Código de Derecho Canónico c. 277). En efecto, como sugiere San Pablo(1Cor 7,32-34) y lo confirma el sentido común, un hombre no puede entregarse de manera tan plena e indivisa a las cosas de Dios y al servicio de los demás hombres si tiene al mismo tiempo una familia por la cual preocuparse y de la cual es responsable.
Opción por un amor más pleno

Queda claro por lo anterior que el celibato no es una renuncia al amor o al compromiso, cuanto una opción por un amor más universal y por un compromiso más pleno e integral en el servicio de Dios y de los hermanos.

Signo escatológico de la vida nueva

El celibato es un también un «signo de esta vida nueva al servicio de la cual es consagrado el ministro de la Iglesia» (Catecismo de la Iglesia Católica n. 1579) y que él ya vive de una manera particular en su consagración. El sacerdote, en la aceptación y vivencia alegre de su celibato, anuncia el Reino de Dios al que estamos llamados todos y del que ya participamos de alguna manera en la Iglesia.

El celibato sacerdotal se apoya en el celibato de Cristo

El celibato practicado por los sacerdotes encuentra un modelo y un apoyo en el celibato de Cristo, Sumo Pontífice y Sacerdote Eterno, de cuyo sacerdocio es participación el sacerdocio ministerial.

(fuente: www.aciprensa.com)

domingo, 21 de junio de 2009

¿Por qué tenían tanto miedo?

Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (Mc 4,35-41)

Un día, al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: "Vamos a la otra orilla del lago". Entonces los discípulos despidieron a la gente y condujeron a Jesús en la misma barca en que estaba. Iban además otras barcas. De pronto se desató un fuerte viento y las olas se estrellaban contra la barca y la iban llenando de agua. Jesús dormía en la popa, reclinado sobre un cojín. Lo despertaron y le dijeron: "¿Maestro, no te importa que nos hundamos?" El se despertó, reprendió al viento y dijo al mar: "¡Cállate, enmudece!" Entonces el viento cesó y sobrevino una gran calma. Jesús les dijo: "¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?" Todos se quedaron' espantados y se decían unos a otros: "¿Quién es éste, a quien hasta el viento y el mar obedecen?".

Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.

Desde tiempos antiguos, las fuerzas de la naturaleza que estaban lejos del alcance del ser humano eran vistas como algo sobrenatural. Fue así que distintas civilizaciones de tiempos remotos veían al sol, la luna, al fuego, al mar y al viento como deidades a las que les rendían culto.

En este pasaje de las Sagradas Escrituras, Jesús da una nueva prueba de que Él es Dios: no solo tiene el poder de devolver a los muertos a la vida, curar enfermos y expulsar demonios, Él es capaz de hasta dar órdenes al mar y al viento y ser obedecido de inmediato.

Sus amigos, los apóstoles que Él había elgido, estaban desconcertados porque nunca habían visto tanta ajestuosidad y divinidad en un hombre. A pesar de haberlo estado siguiendo por todos lados durante casi tres años, les llevó tiempo entender quien era Jesús.

Jesús los termina reprendiendo por su falta de fe.

A cualquiera de nosotros nos pasa que en más de una oportunidad, nos toca atravesar ciertas tormentas en esta vida. Son esos momentos difíciles que pueden resultar hasta situaciones límites de todo tipo, en donde se ponen a prueba la fe y el temple que cada uno tiene para superar esos trances.

Si somos personas de fe, en esos momentos de zozobra es cuando más tenemos que aferrarnos a Dios y confiarnos a Él. Son esas situaciones en que los ánimos pueden desfallecer y es cuando titubea la fe. Las personas dque tienen fe suelen levantar su voz protestando contra Dios porque,como sucede en este episodio, sienten que se desentiende de sus problemas.

No es así, Él siempre está.

Dios tiene poder por sobre toda tempestad que pueda desatarse sobre la vida. Solo basta tener que tener la humildad de reconocer las propias limitaciones y abandonarse con fe a Dios.

Dios respeta nuestra libertad siempre y está esperando que uno lo busque para abrazarlo con su Infinito Amor. Es cuestión de animarse, de no dejarse marear por la adversidad y dejar que Dios sea Dios en la vida de cada uno de nosotros

sábado, 20 de junio de 2009

Año Sacerdotal a partir del 19 de junio de 2009

Con ocasión del 150° aniversario de la muerte del Santo Cura de Ars, Juan María Vianney, Su Santidad ha anunciado esta mañana que, del 19 de junio de 2009 al 19 de junio de 2010, se celebrará un especial Año Sacerdotal, que tendrá como tema “Fidelidad de Cristo, fidelidad del sacerdote”.

El Santo Padre lo abrió presidiendo la celebración de las Vísperas, el 19 de junio D.m. solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús y jornada de santificación sacerdotal, en presencia de la reliquia del Cura de Ars traída por el obispo de Belley-Ars; lo cerrará, el 19 de junio de 2010, tomando parte en un “Encuentro Mundial Sacerdotal” en la Plaza de San Pedro.

Durante este Año jubilar, Benedicto XVI proclama a San Juan María Vianney “Patrono de todos los sacerdotes del mundo”. Se publicará además el “Directorio para los Confesores y Directores Espirituales”, junto con una recopilación de textos del Sumo Pontífice sobre los temas esenciales de la vida y de la misión sacerdotal en la época actual.

La Congregación para el Clero, de acuerdo con los Ordinarios diocesanos y los Superiores de los Institutos religiosos, se preocupará de promover y coordinar las diversas iniciativas espirituales y pastorales que se presenten para hacer percibir cada vez más la importancia del papel y de la misión del sacerdote en la Iglesia y en la sociedad contemporánea, como también la necesidad de potenciar la formación permanente de los sacerdotes ligándola a la de los seminaristas.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez]
(fuente: www.zenit.org)

Acto de desagravio al Sagrado Corazón de Jesús

¡Oh dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago, de los ingratos, más que olvido, negligencia y menosprecio! Vednos postrados ante vuestro altar, para reparar, con especiales homenajes de honor, la frialdad indigna de los hombres y las injurias con que, en todas partes, hieren vuestro amantísimo Corazón.

Mas recordando que también nosotros alguna vez nos manchamos con tal indignidad de la cual nos dolemos ahora vivamente, deseamos, ante todo, obtener para nuestras almas vuestra divina misericordia, dispuestos a reparar, con voluntaria expiación, no sólo nuestros propios pecados, sino también los de aquellos que, alejados del camino de la salvación y obstinados en su infidelidad, o no quieren seguiros como a Pastor y Guía, o, conculcando las promesas del Bautismo, han sacudido el suavísimo yugo de vuestra ley.

Nosotros queremos expiar tan abominables pecados, especialmente la inmodestia y la deshonestidad de la vida y de los vestidos, las innumerables asechanzas tendidas contra las almas inocentes, la profanación de los días festivos, las execrables injurias proferidas contra vos y contra vuestros Santos, los insultos dirigidos a vuestro Vicario y al Orden Sacerdotal, las negligencias y horribles sacrilegios con que es profanado el mismo Sacramento del amor y, en fin, los públicos pecados de las naciones que oponen resistencia a los derechos y al magisterio de la Iglesia por vos fundada.

¡Ojalá que nos fuese dado lavar tantos crímenes con nuestra propia sangre! Mas, entretanto, como reparación del honor divino conculcado, uniéndola con la expiación de la Virgen vuestra Madre, de los Santos y de las almas buenas, os ofrecemos la satisfacción que vos mismo ofrecisteis un día sobre la cruz al Eterno Padre y que diariamente se renueva en nuestros altares, prometiendo de todo corazón que, en cuanto nos sea posible y mediante el auxilio de vuestra gracia, repararemos los pecados propios y ajenos y la indiferencia de las almas hacia vuestro amor, oponiendo la firmeza en la fe, la inocencia de la vida y la observancia perfecta de la ley evangélica, sobre todo de la caridad, mientras nos esforzamos además por impedir que seáis injuriado y por atraer a cuantos podamos para que vayan en vuestro seguimiento.

¡Oh benignísimo Jesús! Por intercesión de la Santísima Virgen María Reparadora, os suplicamos que recibáis este voluntario acto de reparación; concedednos que seamos fieles a vuestros mandatos y a vuestro servicio hasta la muerte y otorgadnos el don de la perseverancia, con el cual lleguemos felizmente a la gloria, donde, en unión del Padre y del Espíritu Santo, vivís y reináis, Dios por todos los siglos de los siglos.

Amén.

(oración escrita por el Papa Pío XI)

viernes, 19 de junio de 2009

Un 19 de junio, fallecía el querido Padre Aldo

Caía la tarde. Eran cerca de las 20 hs. Era el 19 de junio de 1998, día del Sagrado Corazón de Jesús.

En el Colegio Pío X, ubicado en la Ciudad de Córdoba, el Padre Aldo Pérez sdb, fundador del Movimiento Mallinista, estaba terminando de predisponerse espiritualmente para presidir la Santa Misa como habitualmente lo hacía. En los días previos, se lo notaba preocupado por su estado de salud que estaba jaqueado por su vieja afección cardíaca; tal vez presintiendo el próximo desenlace, consultó a su médico de cabecera y, tal como acostumbraba, tomó los medicamentos correspondientes.

Se aproximaba la hora de inicio de la Santa Misa y Aldo ya terminaba de acomodar sus ornamentos, ultimando los últimos detalles cuando, repentinamente, el Señor lo llamó.

Aldo sufría un infarto. Su misión en esta vida había culminado y era tiempo de partir. Su endeble corazón ya no podía seguir latiendo y, como en otros momentos les tocó a su entrañables amigo Miguel Ángel y Carlos y su gran amigo el Padre Silvio Bardini, Aldo dejó este mundo para ir con el Señor.

Al otro día, 20 de junio, por la mañana se celebró una Santa Misa para rogar por Aldo en la que participaron sus familiares, sacerdotes salesianos llegados desde distintos puntos del país y mallinistas de siempre que se acercaron a darle el último adiós. Posteriormente, sus restos fueron trasladados hasta su amado San Juan en donde fueron sepultados en el Cementerio de la Municipalidad de la Capital.

Su muerte no puedo haber resultado una estupenda metáfora de lo que fue su vida. Al momento de morir, Aldo cayó a los pies del Sagrario. Durante toda su vida, él fue un fervoroso apóstol de la adoración a Jesús Sacramentado, pasó incontables momentos de intimidad con Dios frente al Sagrario y siempre recomendó ese hábito a todos los adolescentes y jóvenes.

De él, Fabián Ciampeccini, mallinista de la Ciudad de Rosario, dijo: "Hablar del P. Aldo Pérez es un desafío. Lo que pude conocer de Aldo me dejó la impresión de que él era un hombre donde el Espíritu Santo había actuado de una forma especial. El carisma le brotaba, aún en las charlas más insignificantes... escucharlo hablar de Mallín era como oír hablar de sus hijos. Recuerdo haberlo oído hablar de las columnas del Movimiento Mallinista, Miguel y Carlos, el suceso es simple pero encierra el poder que siente aquel que reconoce como Dios actuó en su vida."

Al momento de morir, el Padre Aldo Pérez tenía 68 años edad y 42 años de sacerdocio. Fue un hombre profundamente espiritual, de una carácter firme y siempre amorosamente paternal. Sin quererlo pero por voluntad del Señor, fundó el Movimiento Mallinista que fue un lugar especial en Nuestra Madre Iglesia en donde miles de jóvenes pudimos conocer a Dios, se formaron familias cristianas y surgieron vocaciones religiosas. Aldo dejó un formidable legado de amor por los adolescentes y jóvenes, a los que dedicó su vida entera como salesiano de Don Bosco.

Los que tuvimos la gracia de conocerlo personalmente sentimos hondamente su partida física pero, por otro lado, es un gran regocijo tener la certeza de que su vida fue muy fecunda en Dios y que ahora ruega por nosotros allá en la Otra Vida. Allí Aldo nos está esperando para que nos sumemos a la Gran Fiesta en Dios.

¡Dos años en la web!

En el día de hoy, 19 de junio de 2009, www.mallinista.com cumple dos años en la web.

Espero que siga siendo un espacio para que todos los internautas que pasen por acá puedan acercarse un poco más a Dios.

Quiero darles las gracias a todos y, especialmente, a Dios.

Les pido una oración para que Nuestra Madre Iglesia crezca en cuanto a la comunicación, que Nuestra Madre Celestial amapare a todos los medios católicos que con valentía hablan de Dios y pidamos también para que se multipliquen los medios de comunicación para la Gloria de Dios y para la salvación de las almas.

Oración al Sagrado Corazón por una necesidad especial

Oh Divino Jesús que dijiste: «Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra, y a quien llama se le abre». Mírame postrado a tus plantas suplicándote me concedas una audiencia. Tus palabras me infunden confianza, sobre todo ahora que necesito que me hagas un favor:

(Se ora en silencio pidiendo el favor)

¿A quién he de pedir, sino a Ti, cuyo Corazón es un manantial inagotable de todas las gracias y dones? ¿Dónde he de buscar sino en el tesoro de tu corazón, que contiene todas las riquezas de la clemencia y generosidad divinas? ¿A dónde he de llamar sino a la puerta de ese Corazón Sagrado, a través del cual Dios viene a nosotros, y por medio del cual vamos a Dios?

A Ti acudimos, oh Corazón de Jesús, porque en Ti encontramos consuelo, cuando afligidos y perseguidos pedimos protección; cuando abrumados por el peso de nuestra cruz, buscamos ayuda; cuando la angustia, la enfermedad, la pobreza o el fracaso nos impulsan a buscar una fuerza superior a las fuerzas humanas.

Creo firmemente que puedes concederme la gracia que imploro, porque tu Misericordia no tiene límites y confío en que tu Corazón compasivo encontrará en mis miserias, en mis tribulaciones y en mis angustias, un motivo más para oír mi petición.

Quiero que mi corazón esté lleno de la confianza con que oró el centurión romano en favor de su criado; de la confianza con que oraron las hermanas de Lázaro, los leprosos, los ciegos, los paralíticos que se acercaban a Ti porque sabían que tus oídos y tu Corazón estaban siempre abiertos para oír y remediar sus males.

Sin embargo... dejo en tus manos mi petición, sabiendo que Tú sabes las cosas mejor que yo; y que, si no me concedes esta gracia que te pido, sí me darás en cambio otra que mucho necesita mi alma; y me concederás mirar las cosas, mi situación, mis problemas, mi vida entera, desde otro ángulo, con más espíritu de fe.

Cualquiera que sea tu decisión, nunca dejaré de amarte, adorarte y servirte, oh buen Jesús.

Acepta este acto mío de perfecta adoración y sumisión a lo que decrete tu Corazón misericordioso. Amén.

Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre.

Sacratísimo Corazón de Jesús, en Vos confío. (3 veces).

jueves, 18 de junio de 2009

En las Hostias Cosagradas que tomamos en el Sacramento de la Eucaristía o en algunos Sagrarios, podemos encontrar las Siglas IHS.

"IHS": monograma del nombre de Jesucristo.

Desde el principio de la cristiandad, la nomina sacra (nombre sagrado) de Iesous Christos (Jesucristo) se abrevia de varias formas.

Las tres primeras letras de la palabra "Jesús" en griego son: IHC. Estas se transliteraron al latín como IHS.

Sentido latino:
"I": Iesus (Jesús), "H": Hominum (de los hombres), "S": Salvator" (Salvador) = Jesús, Salvador de los hombres. Aunque esta no representa el significado original griego, felizmente se refiere y honra al mismo Jesucristo.

San Bernardo (siglo XII) insistió mucho en la devoción al Santo Nombre de Jesús; en el siglo XIV con el beato Juan Colombini (d. 1367). San Vicente Ferrer (d. 1419) y San Bernardino de Siena (d. 1444) adoptaron este monograma IHS. San Ignacio de Loyola adoptó el monograma en su sello como general de los jesuitas (1541), por lo que se convirtió en el emblema de la orden.

(fuente: www.corazones.org)

martes, 16 de junio de 2009

Oración de abandono a Dios

Padre,
en tus manos me pongo,
haz de mí lo que quieras
.
Por todo lo que hagas de mí,
te doy gracias.
Estoy dispuesto a todo,
lo acepto todo,
con tal de que Tu voluntad se haga en mí
y en todas tus criaturas.
No deseo nada más, Dios mío.
Pongo mi alma entre Tus manos,
te la doy, Dios mío,
con todo el ardor de mi corazón
porque te amo,
y es para mi necesidad de amor el darme,
el entregarme entre tus manos sin medida,
con infinita confianza,
porque Tu eres mi Padre.

Amén.

domingo, 14 de junio de 2009

Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (Mc 14,12-16.22-26)

El primer día de la fiesta de los panes Azimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le preguntaron a Jesús sus discípulos: "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?" El les dijo a dos de ellos: "Vayan a la ciudad. Encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo y díganle al dueño de la casa en donde entre: 'El Maestro manda preguntar: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?' El les enseñará una sala en el segundo piso, arreglada con divanes. Prepárennos allí la cena". Los discípulos se fueron, llegaron a la ciudad, encontraron lo que Jesús les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Mientras cenaban, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo: "Tomen: esto es mi cuerpo". Y tomando en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias, se la dio, todos bebieron y les dijo: "Esta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos. Yo les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios". Después de cantar el himno, salieron hacia el monte de los Olivos.

Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.

Danos hoy nuestro pan de cada día”(Mt. 6, 11), pedimos en el Padre Nuestro.; Sin embargo, ese alimento diario, que pedimos y que Dios nos proporciona a través de su Divina Providencia, no es sólo el pan material, sino también -muy especialmente- el Pan Espiritual, el Pan de Vida.

No podemos estar pendientes solamente del alimento material. El pan material es necesario para la vida del cuerpo, pero el Pan Espiritual es indispensable para la vida del alma. Dios nos provee ambos.

Jesucristo murió, resucitó y subió a los Cielos, y está sentado a la derecha de Dios Padre.Pero también permanece en la hostia consagrada, en todos los sagrarios del mundo. Y allí está vivo, en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad; es decir: con todo su ser de Hombre y todo su Ser de Dios, para ser ese alimento que nuestra vida espiritual requiere. Es este gran misterio lo que conmemoramos en la Fiesta de Corpus Christi.

El Jueves Santo Jesucristo instituyó el Sacramento de la Eucaristía, pero la alegría de este Regalo tan inmenso que nos dejó el Señor antes de partir, se ve opacada por tantos otros sucesos de ese día, por los mensajes importantísimos que nos dejó en su Cena de despedida, y sobre todo, por la tristeza de su inminente Pasión y Muerte.

Por eso la Iglesia, con gran sabiduría, ha instituido esta festividad en esta época en que ya hemos superado la tristeza de su Pasión y Muerte, hemos disfrutado la alegría de su Resurrección, hemos también sentido la nostalgia de su Ascensión al Cielo y posteriormente hemos sido consolados y fortalecidos con la Venida del Espíritu Santo en Pentecostés.

Efectos del Sacramento de la Eucaristía

* nutre al alma,
* aumenta la Gracia y

Adicionalmente:

* borra los pecados veniales,
* nos da gracias para cumplir la Voluntad Divina,
* nos fortalece en las tentaciones,
* efectúa “comunión” del comulgante con Cristo y con el prójimo,

LA EUCARISTIA, ALIMENTO “ESPECIAL”

que nos une a Cristo
“El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en Mí y Yo en él” (Jn. 6, 56)

y nos conduce a la Vida Eterna
“Yo soy el Pan Vivo bajado del Cielo: El que come este Pan vivirá para siempre … Quien come mi Cuerpo y bebe mi Sangre, tendrá Vida Eterna y Yo lo resucitaré en el último día” (Jn.6, 52 y 54)

El Sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo, lo llamamos también Eucaristía o Comunión.

Pero … ¿SIEMPRE SE REALIZA LA “COMUNIÓN”?

La unión con Cristo o Comunión es posible sólo si al recibirlo lo hacemos con las debidas disposiciones.

Si no tenemos las actitudes correctas de fe y de deseo de imitar a Cristo en todo, no se realiza la “Comunión”.

Recibimos a Cristo con nuestra boca. Pero eso no basta, pues tenemos que unirnos a El en el pensamiento, en el sentir, en la voluntad; con nuestro cuerpo, con nuestra alma (entendimiento y voluntad) y con nuestro corazón.

Bien claro pone esto la Liturgia de la Iglesia en la oración después de la Comunión el Domingo 24 del Tiempo Ordinario:

“La gracia de esta comunión, Señor, penetre en nuestro cuerpo y en nuestro espíritu, para que sea su fuerza, no nuestro sentimiento, lo que mueva nuestra vida”.

Siendo así, nuestra vida humana podrá entonces participar de su Vida Divina, de manera que sea El y no nuestro “yo” el principio que guíe nuestra existencia y nos conduzca por la travesía que nos lleva a la Vida Eterna.

Dos elementos siempre unidos:

* Unión con Cristo (su Vida en nosotros)
* Vida Eterna (viaje a la eternidad: jornada a la Casa del Padre)

No en vano dice el Sacerdote antes de tomar el Pan y el Vino consagrados y de repartirlo a los comulgantes: “El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo guarde nuestras almas para la Vida Eterna”.
CONDICIONES PARA RECIBIR LAS GRACIAS EUCARISTICAS

Hay condiciones preparatorias a la recepción de la Eucaristía que conocemos por exigencia de la Iglesia:no estar en pecado mortal, guardar el ayuno requerido, estar debidamente vestido, etc.

Pero hay otras condiciones interiores, profundas, que están sobreentendidas y que a veces pasamos por alto:

* FE en la presencia real de Cristo en la Eucaristía

* CONFIANZA plena en Dios

La consecuencia de la Fe es la confianza. Fe y confianza en Dios son como dos caras de una misma moneda: no hay fe sin confianza y viceversa.

* ABANDONO Y ENTREGA TOTAL A DIOS

Al tener plena confianza en Cristo, podemos entregarnos a El sin reservas, totalmente, a todo lo que El tenga dispuesto.

Estas disposiciones fundamentales de parte nuestra permiten que haya “común-unión” o Comunión:unión de Cristo con nosotros, de nosotros con Cristo y unión entre nosotros en Cristo.

Pero cuando no hay estas debidas disposiciones, no sucede así. De allí que haya muchas almas que, aun comulgando frecuentemente, progresen tan poco en santidad. Al no encontrar Cristo la docilidad espiritual requerida, no puede derramar todas las gracias dispuestas en el Sacramento de la Eucaristía.

PREPARACION REMOTA:

Es así como, para prepararnos debidamente a la recepción de la Sagrada Eucaristía, es necesario estar pendiente en el tiempo que pase entre Comunión y Comunión, de entregarnos confiadamente a todo lo que vayamos sabiendo es la Voluntad de Dios para nuestra vida.

FORMA DE ORAR COMO PREPARACION INMEDIATA:

* ORACION DE FE: Creo en tu Presencia Viva: aumenta mi Fe.

* ORACION DE CONFIANZA: Como creo, confío en Ti, en tus designios para mí.

* ORACION DE ABANDONO: Me entrego totalmente a Ti, deseo tu Voluntad, me uno a tu Voluntad

ACCION DE GRACIAS:

Más allá del recogimiento conveniente enseguida de la comunión para agradecer a Dios este regalo de la Comunión con El en el Sacramento de Cuerpo y la Sangre de Cristo, la acción de gracias debe prolongarse entre Comunión y Comunión, tratando de permanecer en Cristo para que El permanezca en nosotros.

En el tiempo posterior a la recepción de la Eucaristía no podemos dejar, entonces, que las tendencias que se oponen a nuestra unión con Dios puedan disminuir o interrumpir esta comunión: actitudes en contra de la Voluntad Divina, faltas de Fe y confianza en Dios, pecados mortales o veniales, etc.

Por el contrario, debemos acrecentar la vida de Dios en nosotros y aumentar esta comunión e identificación con Cristo, mediante la oración, las buenas obras, la penitencia, aceptación de la Voluntad de Dios y colaboración activa en sus designios, el ejercicio de las virtudes, etc.

(fuente: www.homilia.org)
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