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lunes, 28 de febrero de 2011

El Bautismo, una vida nueva

1. Porque nos hace hijos de Dios: El bautismo es un verdadero acontecimiento que hay que encuadrarlo en la historia de la relación de Dios con el hombre, en la historia de la salvación. Si por esta historia Dios busca hacer partícipe al hombre de su propia vida, por el Bautismo esta participación se hace don y realidad. La vida que en el Bautismo se nos comunica supera toda expectativa humana, toda comprensión racional. Sólo se comprende y se acepta desde la fe. Por esta vida, el bautizado tiene algo de Dios en él: tiene su Espíritu, su libertad, aquello que le permite llamar a Dios, Padre. Porque nos hace hijos de Dios: El bautismo es un verdadero acontecimiento que hay que encuadrarlo en la historia de la relación de Dios con el hombre, en la historia de la salvación. Si por esta historia Dios busca hacer partícipe al hombre de su propia vida, por el Bautismo esta participación se hace don y realidad. La vida que en el Bautismo se nos comunica supera toda expectativa humana, toda comprensión racional. Sólo se comprende y se acepta desde la fe. Por esta vida, el bautizado tiene algo de Dios en él: tiene su Espíritu, su libertad, aquello que le permite llamar a Dios, Padre. Porque nos hace hijos de Dios: El bautismo es un verdadero acontecimiento que hay que encuadrarlo en la historia de la relación de Dios con el hombre, en la historia de la salvación. Si por esta historia Dios busca hacer partícipe al hombre de su propia vida, por el Bautismo esta participación se hace don y realidad. La vida que en el Bautismo se nos comunica supera toda expectativa humana, toda comprensión racional. Sólo se comprende y se acepta desde la fe. Por esta vida, el bautizado tiene algo de Dios en él: tiene su Espíritu, su libertad, aquello que le permite llamar a Dios, Padre. Porque nos hace hijos de Dios: El bautismo es un verdadero acontecimiento que hay que encuadrarlo en la historia de la relación de Dios con el hombre, en la historia de la salvación. Si por esta historia Dios busca hacer partícipe al hombre de su propia vida, por el Bautismo esta participación se hace don y realidad. La vida que en el Bautismo se nos comunica supera toda expectativa humana, toda comprensión racional. Sólo se comprende y se acepta desde la fe. Por esta vida, el bautizado tiene algo de Dios en él: tiene su Espíritu, su libertad, aquello que le permite llamar a Dios, Padre. Porque nos hace hijos de Dios: El bautismo es un verdadero acontecimiento que hay que encuadrarlo en la historia de la relación de Dios con el hombre, en la historia de la salvación. Si por esta historia Dios busca hacer partícipe al hombre de su propia vida, por el Bautismo esta participación se hace don y realidad. La vida que en el Bautismo se nos comunica supera toda expectativa humana, toda comprensión racional. Sólo se comprende y se acepta desde la fe. Por esta vida, el bautizado tiene algo de Dios en él: tiene su Espíritu, su libertad, aquello que le permite llamar a Dios, Padre.

* Porque nos hace partícipes de Cristo: El centro de la historia de la Salvación es Cristo. Y el centro de la vida de Cristo es su muerte y resurrección. El Bautismo actualiza y realiza en nosotros el misterio pascual de Cristo: nos sumerge en su muerte para morir a nuestro egoísmo y pecado, y nos hace partícipes de la resurrección para comunicarnos su amor y su vida. Ser bautizado significa comprometerse con Cristo en la tarea de instaurar el Reino de Dios y participar de su vida gracias a su muerte y resurrección.Porque nos hace partícipes de Cristo: El centro de la historia de la Salvación es Cristo. Y el centro de la vida de Cristo es su muerte y resurrección. El Bautismo actualiza y realiza en nosotros el misterio pascual de Cristo: nos sumerge en su muerte para morir a nuestro egoísmo y pecado, y nos hace partícipes de la resurrección para comunicarnos su amor y su vida. Ser bautizado significa comprometerse con Cristo en la tarea de instaurar el Reino de Dios y participar de su vida gracias a su muerte y resurrección.

* Porque nos comunica el don del Espíritu: Ser "bautizados en el agua y en el Espíritu", quiere decir participar de la vida de Dios, no en virtud del agua, sino por la fuerza del Espíritu, que es la vida de Dios en nosotros. Por eso en la tradición de la Iglesia siempre se ha bautizado empleando la fórmula trinitaria: "En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santos". Porque nos comunica el don del Espíritu: Ser "bautizados en el agua y en el Espíritu", quiere decir participar de la vida de Dios, no en virtud del agua, sino por la fuerza del Espíritu, que es la vida de Dios en nosotros. Por eso en la tradición de la Iglesia siempre se ha bautizado empleando la fórmula trinitaria: "En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santos". Porque nos comunica el don del Espíritu: Ser "bautizados en el agua y en el Espíritu", quiere decir participar de la vida de Dios, no en virtud del agua, sino por la fuerza del Espíritu, que es la vida de Dios en nosotros. Por eso en la tradición de la Iglesia siempre se ha bautizado empleando la fórmula trinitaria: "En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santos". Porque nos comunica el don del Espíritu: Ser "bautizados en el agua y en el Espíritu", quiere decir participar de la vida de Dios, no en virtud del agua, sino por la fuerza del Espíritu, que es la vida de Dios en nosotros. Por eso en la tradición de la Iglesia siempre se ha bautizado empleando la fórmula trinitaria: "En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santos". Porque nos comunica el don del Espíritu: Ser "bautizados en el agua y en el Espíritu", quiere decir participar de la vida de Dios, no en virtud del agua, sino por la fuerza del Espíritu, que es la vida de Dios en nosotros. Por eso en la tradición de la Iglesia siempre se ha bautizado empleando la fórmula trinitaria: "En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santos".

(fuente: club.telepolis.com/ritusky)

domingo, 27 de febrero de 2011

"No pueden ustedes servir a Dios y al dinero"

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo (Mt 6, 24-34)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no le hará caso al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero. Por eso les digo que no se preocupen por su vida, pensando qué comerán o con qué se vestirán. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que ni siembran, ni cosechan, ni guardan en graneros y, sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, a fuerza de preocuparse, puede prolongar su vida siquiera un momento? ¿Y por qué se preocupan del vestido? Miren cómo crecen los lirios del campo, que no trabajan ni hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe? No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el Padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas".

Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.

Una de las enseñanzas de Jesús se refieren al uso del dinero y de los bienes materiales. Nos dice: no se puede servir a Dios y al dinero (Mt. 6, 24-34).

Jesús usa la palabra servir. No quiere decir que no haya que tener bienes materiales y que no haya que procurarlos. Bien indica que se está refiriendo el Señor a ser esclavos del dinero, o sea, a dejar que el dinero nos domine.

Entonces, no es lo mismo tener riquezas que servir o ser esclavo de éstas. ¿Cómo diferenciar estas dos actitudes?

Habla Jesús de dos señores: un señor es Dios y otro es el dinero. Dios desea que nosotros seamos obedientes a El, pues El es el Señor. El nos creó, es nuestro Dueño, dependemos de El. A El debemos obediencia: ser y hacer lo que El desea de nosotros.

Pero Jesús nos está advirtiendo que el dinero también pretende ser señor. Y ¿puede el dinero hacernos depender de él? ¡Claro que sí! Cuando nuestra vida está centrada sólo y por encima de todo lo demás, en conseguir dinero y en obtener lo que el dinero nos puede dar, sin darnos cuenta, nos hemos convertido en esclavos del dinero y se ha convertido el dinero en señor nuestro.

Como medida del recto uso del dinero y de los bienes materiales, tendríamos que preguntarnos: ¿me está sirviendo el dinero y lo que obtengo con él a cumplir mejor la voluntad de Dios, o me aleja de ella? ¿El dinero y las riquezas que tengo me ayudan que Dios sea mi Señor, mi Dueño, o me alejan de este ideal?

También Jesús nos habla de cómo Dios nos cuida. Es lo que llamamos su Divina Providencia. Y Jesús nos la explica usando imágenes campestres de aves del cielo y lirios del campo para asegurarnos que El se ocupa directamente de nuestra alimentación y vestido. Que si su Padre del Cielo alimenta a las aves, ¿cómo no va a cuidar de nuestro alimento si nosotros valemos muchísimo más que las aves?

“Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe?” Nos está diciendo algo que es evidente, pero que no tomamos en cuenta: Dios, que cuida de la hierba que es perecedera y dura muy poco, ¡cómo no nos va a cuidar más aún a nosotros que estamos destinados a vivir con El para siempre!

Pero además, nos recrimina algo: nos dice que si estamos demasiado preocupados por la ropa es porque tenemos poca fe (!!!???). ¿Por qué nos acusa de poca fe? Porque para tener confianza plena en la Providencia Divina, hay que tener mucha fe: la confianza en Dios es una consecuencia de nuestra Fe en El.

Nos dice luego lo que debemos hacer y lo que El desea: “Busquen primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura”. Es decir, nuestra preocupación debiera estar en buscar ante todo los bienes espirituales, las cosas de Dios, lo que El desea de nosotros, buscar lo que necesitamos para llegar a poseer los bienes eternos del Cielo.

Si buscamos a Dios primero, lo demás, lo material, nos viene dado como un bono adicional, sin tener que buscarlo.

Lo más grave es que si buscamos la añadidura, el bono adicional, nos podemos quedar sin la añadidura y sin el Reino de Dios que es el Cielo.

(fuente: www.homilia.org)

sábado, 26 de febrero de 2011

Familia y Escuela: Algunas claves desde el Sistema Preventivo

1.- Premisas

No es nada fácil afrontar un tema como éste, el tema de la familia, tema abierto y complejo, con riesgo de caer en simplificaciones y sujeto a una gran incertidumbre debido a la evolución que la familia puede tomar en un futuro próximo.

Frente a las dificultades que presenta la familia tradicional, a la hora de realizar su tarea, muchos pronostican su extinción y el surgimiento de formas alternativas: familias monoparentales, familias recompuestas, parejas de hecho, una gran transformación a la hora de entender la maternidad y paternidad, un enfoque distinto en relación al trabajo y a la autoridad familiar...

Los cambios estructurales que han afectado a la familia son tan variados que resulta difícil hacer previsiones acerca de la dirección hacia donde se está yendo. ¿Se trata de sustituir la familia nuclear y tradicional por formas alternativas, por las “nuevas” formas de familia que se están multiplicando y que han encontrado no sólo acogida social sino también el reconocimiento jurídico en los países occidentales?

Lo cierto es que la familia, tal como la entendemos hasta ahora, a pesar de su complejidad, de las críticas y dificultades... está todavía muy viva. La familia continúa siendo un valor esencial y prioritario en la escala de valores de muchos, especialmente adolescentes y jóvenes.

Nosotros, siguiendo los pasos del optimismo salesiano y de una visión positiva de la vida, queremos destacar que en el mundo educativo la familia sigue siendo una institución prioritaria y esencial. Sigue teniendo tareas importantes que afrontar: vivir con gozo la experiencia de hacer de padres, redescubrir el matrimonio y la familia como proyecto de vida, como vocación.

La educación de los hijos / alumnos no puede prescindir de la familia, lugar primordial de educación. ¿Cómo educar en una familia que está cambiando? Algunas convicciones de las que no podemos claudicar: La familia es el espacio de relación fundamental; la educación al amor es responsabilidad imprescindible de los padres; la familia es el mejor espacio para la orientación de las decisiones, la búsqueda del sentido de la vida, la transmisión de valores, la elaboración de las pautas de comportamiento...

¿Qué podemos hacer para que todo esto sea posible? Formar a los padres para que sean capaces de educar así a sus hijos, contar con personar cualificadas para que ejerzan funciones de acompañamiento y asesoría: psicólogos, pedagogos, educadores familiares, escuelas de padres y madres...

Algunos interrogantes: ¿Qué puede decir ante esta realidad el espíritu de familia salesiano? ¿Cómo pilotar el cambio de la familia y sus diversas formas? ¿Qué acciones hay que poner en práctica en relación con una familia cambiante y en dificultad? ¿Cómo pensar en caminos educativos para que los jóvenes puedan prepararse a ser padres y madres?


2.- Algunas propuestas desde el Sistema Preventivo


2.1.- Actitud de escucha

Hoy día, en los programas de habilidades sociales, tanto en el campo educativo como en la empresa, se forma a personas para que aprendan y escuchen a los otros. Escuchar implica atención que formula preguntas y sugiere respuestas.

La escucha activa implica una disposición afectiva y positiva hacia el otro, sabe leer entre líneas. Supone también la escucha de lo que no se dice con palabras ya que el 93% de la comunicación es no verbal. Es esencial analizar las expresiones faciales, los gestos, las posturas, el tono de voz, la dirección y la intensidad de la mirada... La palabra representa sólo el 7% de la comunicación, el tono de voz el 38% y el lenguaje corporal el 55 restante.

Tenemos que pasar del simple oír a la escucha activa; de esta forma evitaremos muchos malentendidos. Generalmente cuando alguien nos habla estamos pensando en lo que nos quiere decir filtrándolo desde nuestro estado de ánimo, nuestras circunstancias... Muchos de nosotros estamos acostumbrados a oír, pero no a escuchar. ¿Cuántas veces suponemos que ya sabemos lo que el otro nos va a decir? ¿Cuántas veces, mientras nos habla, estamos preparando la respuesta que le vamos a dar? Una de las formas de expresar nuestro cariño a alguien es escucharle con atención; con nuestra actitud de escucha estamos diciendo “me interesas tú y lo que estás diciendo”. ¿Se escucha poco porque se ama poco?



2.2.- La acogida

El Sistema Preventivo es pedagogía de la acogida gratuita y desinteresada. No es una simple intuición teórica sino un modo de educar a los hijos / alumnos.

Supone la creación de un clima de relaciones interpersonales amistosas entre educandos y educadores (profesores / padres), un ambiente de confianza recíproca, de espontaneidad, de diálogo, de disposición para compartir y enriquecernos mutuamente.

Implica también la aceptación de los hijos / alumnos tal como son, que los educandos puedan sentirse en el colegio como en su casa. Debe existir una conexión entre lo que los hijos / alumnos llevan dentro de sí (expectativas, intereses, intuiciones...) y las propias propuestas que les ayuden a tomar decisiones. Acogida no es sinónimo de silencio educativo o ausencia de propuestas.

Los hijos / alumnos solos, sobre todo en una sociedad compleja, no consiguen desarrollar todas las posibilidades que llevan dentro de sí. En cambio, en contacto con los educadores adecuados, se sienten invitados a manifestar su mejor parte. La relación educativa salesiana cultiva la confianza, el compartir, la acogida; hace propuestas orientadas a construir más que a obstaculizar.

Si Don Bosco afirmaba: “me basta que seáis jóvenes para que yo os ame”, vivir según el estilo salesiano hoy es equivalente a sentir simpatía por los jóvenes, de modo que el educador sea para cada uno acogida y presencia activa y testimonial. La amistad hace que el educador sea un punto de referencia para todos, sobre todo para los más jóvenes y más necesitados; el educador está dispuesto a compartir sus problemas, su desorientación, los momentos críticos de su existencia. La apertura a todos los educandos no significa rebajar el listón de las metas educativas, sino la necesidad de ofrecer a cada uno todo lo que necesita, aquí y ahora.


2.3.- Presencia animadora-preventiva.

“... la familiaridad engendra afecto y el afecto, confianza. Esto es lo que abre los corazones y los jóvenes manifiestan todo sin temor a los educadores...; se prestan con facilidad a todo lo que les indica aquél que saben que los ama”. (Carta de Roma de 1884).

El centro del oratorio era la persona de Don Bosco, lleno de pasión y amor por los jóvenes. Conquistados por el afecto y la amistad se sentían a gusto en ese ambiente, disfrutaban en el patio y con las actividades propuestas. Sacados de las calles de Turín ya no abandonarán a Don Bosco.

Lo importante es que cada alumno pueda encontrar en el patio a un educador (padre-madre) con el corazón de un amigo, que esté cerca cuando hace falta, que nunca se manifieste cansado o enfadado de estar con los chicos, que disfrute estando con ellos en los momentos y en las actividades más diversas, que anime sus iniciativas, que sea el primero a la hora de hacer propuestas en línea que vaya con su edad, que sea modelo porque es coherente entre lo que propone y lo que vive, que se entregue, que esté pendiente de los más necesitados. Es una presencia-comunicación que, por supuesto, respeta a cada uno tal como es, sus ritmos de maduración y su intimidad.

¿Cómo entrar fácilmente en el mundo de los educandos? Amando lo que ellos aman; compartiendo con ellos cada jornada; leyendo-comprendiendo su mundo, rezando por los que no son tan fáciles...

Cuando Don Bosco nos presenta el Sistema Preventivo nos dice: tenemos dos formas de educar. Imaginad a vuestro hijo / alumno de cuatro años en el momento de meter los dedos en un enchufe. Podemos tomar dos caminos diferentes para afrontar el problema. El primero: “hijo mío, si sigues intentando meter los dedos en el enchufe, verás qué cachete te vas a ganar”. Casi seguro que el niño no tocará más el enchufe por miedo a vuestra reacción. Pero hay otro camino: “seguro que te acuerdas de lo que te dolió la última vez que pusiste la mano en la cocina eléctrica. Pues bien, si ahora metes los dedos en el enchufe, te aseguro que sentirás un dolor aún mayor”. El chiquillo tampoco ahora tocará el enchufe. ¿Diferencia? El segundo camino es el verdaderamente educativo porque permite interiorizar la norma. Imaginemos, siguiendo con el ejemplo, que ningún adulto está presente en la habitación. Si el niño sólo ha oído el primer discurso y está seguro de que ninguna persona mayor le ve, nada le impedirá meter la mano en el enchufe. Por el contrario, si ha recibido el segundo tipo de aviso, habrá interiorizado, esté presente un adulto o no, la idea de que el dolor será fuerte.

Una educación basada en la confianza y en el Sistema Preventivo exige que creamos firmemente en la capacidad de los hijos / alumnos de ser educados por este camino. No debemos prestar tanta atención al ruido de los árboles abatidos y sí debemos abrirnos a la admiración-belleza de lo que está germinando-creciendo. Muchos hijos / alumnos no se sienten a gusto en casa / colegio porque insistimos demasiado en los fallos, les recordamos la derrota y eso supone una pérdida de confianza en sí mismos, pérdida de la autoestima. Es más educativo pensar en positivo, apoyar sus capacidades, reforzar lo que hacen bien, animarles a progresar...

Don Bosco de pequeño fue saltimbanqui y eso le vino muy bien porque la educación es un arte, es un reto propio de equilibristas. Decía Jean Duvallet, compañero del Abbé Pierre, “vosotros tenéis obras, colegios, casas, pero tenéis sólo un tesoro: la pedagogía de Don Bosco. Arriesgad todo el resto pero salvad la pedagogía”.



2.4.- Amabilidad

Hoy estamos aquí quienes no tomamos las grandes decisiones del mundo, pero sí quienes podemos cambiar el pequeño mundo, ese en el que nos movemos día a día. Convenzámonos; no es la ONU, ni la OTAN, ni Wall Street, ni los grandes líderes políticos quienes van a realizar los cambios profundos; somos nosotros, porque lo que de verdad tiene futuro es lo que crece de abajo hacia arriba, de dentro hacia fuera. Somos los educadores y principalmente los padres de familia quienes tenemos ese privilegio.

Don Bosco entendió esto muy bien... porque en su persona experimentó de lo que es capaz el amor aún en las circunstancias más adversas. Creció sin padre; en un hogar donde el hermano mayor provocaba escenas de violencia dirigidas contra Juan, hacia el que sentía un especial resentimiento y envidia; nació en una época en la que las guerras napoleónicas habían dejado sembrado a su paso el norte de Italia de muerte, hambre, enfermedades y destrucción. Todo hubiera sido favorable para hacer de Juan un hombre resentido y violento... pero no, la presencia y la figura de su madre, Mamá Margarita, le permitió experimentar de forma positiva el amor en sus diferentes expresiones, que hicieron de él un hombre que destacó por su bondad y la entrega incondicional a los otros.

Hay una frase del Sistema Preventivo, escrita por Don Bosco hacia el final de su vida, que a mi juicio es un pequeño testamento para nosotros: “Que los jóvenes no sean solamente amados, sino que se den cuenta de que se les ama... el que sabe que es amado, ama... y el que es amado lo consigue todo, especialmente de los jóvenes”.

Para Don Bosco, “la educación es cosa del corazón”. El amor es la llave que permite al educador (padre, profesor...) entrar en el corazón del otro y obtener su plena colaboración. No puede haber Sistema Preventivo sin amor, sin ambiente de familia, sin alegría, sin confianza, sin apertura...

Si Don Bosco aseguraba que sin amor es imposible educar, cuánto más esta afirmación es válida para el entorno familiar. Frente a un mundo violento, inestable, desquiciado... los padres tienen una gran oportunidad para ofrecer una visión y una experiencia que sea alternativa para sus hijos.

Don Bosco insistía en la necesidad de crear un ambiente alternativo para sus muchachos. Su dolorosa experiencia al visitar las cárceles de Turín, donde tuvo contacto directo con los jóvenes presidarios se tradujo en una convicción: “Si estos jóvenes hubieran encontrado una mano amiga a tiempo, con toda seguridad no estarían ahora en la cárcel”. Ésta fue su gran intuición: prevenir, hacerles sentir a tiempo a los hijos / alumnos que alguien les quiere de verdad.

La casa, el hogar, la familia, el colegio son los lugares donde los hijos / alumnos deber hacer esta experiencia fundamental: saberse y sentirse queridos.

Repito lo que decía hace poco: los jefes del mundo pueden tomar las grandes decisiones, pero el futuro lo estamos creando en los hogares - centros educativos. La sociedad actual nos ha obligado a modificar nuestros hábitos de comportamiento y a veces hemos hecho dejación de la educación de nuestros hijos entregando la responsabilidad a las guarderías, a los MCS, a los abuelos...

Nos deberíamos preguntar de verdad ¿cuánto tiempo y de qué calidad dedicamos al diálogo en la familia? ¿qué esfuerzo dedicamos a cuidar el corazón de nuestros hijos? ¿con qué alimentamos sus sueños? ¿qué valores ponemos en su cabeza? ¿cómo resolvemos los conflictos dentro de casa?

Padres, hagámonos responsables de lo que está en nuestras manos, de aquello sobre lo que sí podemos hacer-influir: nuestro hogar, nuestra pareja, nuestros hijos, el ambiente familiar, la educación.

Don Bosco, en el sueño de los 9 años, aquel que marcó su vida, recibió un consejo que intentó poner siempre en práctica: “hazte humilde, fuerte y robusto; no con golpes, sino con amor...”. Este es el perfil del educador, del padre y la madre que quieren asumir su papel de auténticos educadores de los hijos / alumnos.

escrito por Emilio Fernández
Encargado de Escuela Inspectoría de Bilbao
(fuente: www.celauravicuna.edu.mx)

viernes, 25 de febrero de 2011

Ser cristianos en la era de Facebook

(ZENIT.org).- La verdad y la autenticidad son el programa y el manual de instrucciones que ofrece Benedicto XVI a los cristianos presentes en Internet y las redes sociales, explica Guillaume Anselin, especialista de comunicación de marcas e instituciones.

En esta entrevista, Anselin, quien ha trabajado en puestos de dirección de algunos de los grupos de comunicación más importantes como McCann Erickson, Ogilvy y Publicis, comenta con ZENIT el mensaje que el Papa ha enviado con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.

- "Las nuevas tecnologías no modifican sólo el modo de comunicar, sino la comunicación en sí misma", afirma Benedicto XVI. ¿Nos encontramos ante una post-cultura?

- Guillaume Anselin: El Santo Padre constata que "nace un nuevo modo de aprender y de pensar, así como nuevas oportunidades para establecer relaciones y construir lazos de comunión". De este modo no sólo hace referencia al canal Internet, sino a una nueva "era digital", signo de una nueva cultura en la que ya hemos entrado.

La era digital es una sociedad de "todo-comunicación", conectada en permanencia, en la que se redefine la relación individual con el mundo, con los demás, y la manera de consumir o producir información. En esta era "digital", la información circula prioritariamente a través de "círculos sociales", con el riesgo de dar más crédito a los que están más extendidos ("popularizados" por los "amigos" reales o virtuales) que a las fuentes oficiales. El peligro consiste evidentemente en una visión deformada de la realidad.

Supone, además, la abolición de las fronteras y distancias, una cultura de la imagen más que de la escritura, una sociedad "conversacional", en la que el contenido es el objeto mismo de la conversación a gran escala.

Es un fenómeno cultural inédito y reciente: social, mediático, de información inmediata que no deja tiempo para respirar, con sus comunidades de interés, y unos dos mil millones de personas conectadas en todo el mundo. Basta recordar que hace seis años Facebook, YouTube, Twitter, tan presentes en nuestra vida diaria, no existían.

En el caso de los países de cultura mediática intensa podemos hablar efectivamente de post-cultura, en el sentido de un giro hacia una "sociedad digital".

- "Los jóvenes están viviendo este cambio en la comunicación con todas las aspiraciones, las contradicciones y la creatividad propias de quienes se abren con entusiasmo y curiosidad a las nuevas experiencias de la vida", explica el Papa. ¿Cuáles son los riesgos y desafíos?

- Guillaume Anselin: La era digital implica evidentemente a un salto generacional. La televisión de nuestros padres ya no es la de hoy. Con la llegada del "todo multimedia" se da una intensa migración de públicos jóvenes al mundo digital (Internet, móviles...). Mañana habrá generaciones enteras que habrán conocido desde siempre Facebook como principal canal de proximidad para informarse, hablar o encontrarse.

Internet ejerce una fascinación: nos encontramos con un medio personal en el que puedo construirme la identidad que quiero, medirme con los demás, estar "conectado" y hablar de lo que quiero con quien quiero. Un lugar en el que puedo crear algo, sumergirme en universos preexistentes, jugar, escuchar música, ver vídeos, leer...

Se percibe Internet como el "último mundo libre", democrático, pues permite la expresión de todas las opiniones minoritarias, sin obligaciones ni consecuencias... y en aparente seguridad para quien lo utiliza.

El peligro, como explica el Papa, es el de la convivencia de dos identidades, una digital (un avatar de sí mismo) y otra real, así como dos vidas paralelas: una real y contingente y la otra virtual y fácil, aunque también sumamente real, pues ocupa una parte importante de mis días.

El desafío es la construcción de la persona, su unidad de vida, y la formación de la conciencia, gracias a una utilización equilibrada de Internet en lo que tiene de mejor: un maravilloso instrumento práctico y lúdico, cuando sabemos utilizarlo. Pues encontrar una información en Internet no significa siempre encontrar una solución.

- "Existe un estilo cristiano de presencia también en el mundo digital", afirma el Papa, quien llama al cristiano a "dar testimonio coherente" del Evangelio en la era digital. ¿Cómo responder a esta invitación del Papa?


- Guillaume Anselin: El Papa nos ofrece un programa y un manual de instrucciones muy claro: la verdad y la autenticidad. ¡En cuestión de estrategia de comunicación no podría hacer una propuesta mejor ! Es un aliento a comprometerse sin tener miedo y con lucidez. Podemos quedarnos con tres aspectos importantes para el comunicador cristiano.

1. En primer lugar, la verdad ante todo, pues en materia de fe nosotros, los cristianos, no tenemos nada mejor que ofrecer en respuesta a esa sed inscrita en el corazón de los hombres. En una época cada vez más saturada de información, esto quiere decir estar presente y dar razones: fuentes fiables de la doctrina (visibles, con un lenguaje accesible), y testimoniar con sencillez aquello en lo que creemos y la manera en que lo vivimos, con los medios a nuestra disposición (la información, la narración, los vídeos, los foros, los blogs... etc.

Implica también restablecer un equilibrio en el ecosistema digital, y dar a los jóvenes dos elementos esenciales: el derecho a saber y a elegir. Ser "cooperatores Veritatis" [colaboradores de la Verdad, eslogan de Benedicto XVI ndr.] para anunciar el Evangelio, y favorecer un encuentro personal con Jesús que es el Camino, la Verdad y la Vida.

En otras palabras: no estar decididamente presente en el continente digital es una contra-verdad. Es un deber de justicia y un servicio a la caridad en un mundo en aceleración, en el que con frecuencia se trata de borrar la dimensión espiritual y el valor del mensaje cristiano.

2. Para lograrlo, el Santo Padre nos ofrece el manual de instrucciones: hay que ser auténtico..., con coherencia, con constancia, para entrar en diálogo con el Otro. Ser uno mismo, sin ceder para nada en lo fundamental, con una escucha activa para hacerse todo a todos.

Como nos ha dicho en varias ocasiones Benedicto XVI, el estilo cristiano no trata de gustar, corriendo el riesgo de desvirtuar aquello que hemos recibido. Nuestra comunicación es afirmación alegre, positiva... y delicada. Es también coherente, a tiempo y a destiempo. Es social, pues se integra en las culturas de nuestro tiempo. Es evangelización para tocar los corazones y las inteligencias. Es unidad para apoyar a todas las realidades pastorales y eclesiales.

Pero el Santo Padre nos alerta también ante la tentación del "todo digital", pues las tecnologías deben permitir el acercamiento a una práctica de fe, vivida en nuestras comunidades cristianas, en Iglesia.

3. La verdad, por último, merece una nueva actitud. Por este motivo, Benedicto XVI concluye invitándonos a una "creatividad responsable" y a un sentido de "escrupulosa profesionalidad". Hacen falta particulares competencias, pues Internet exige hoy una actitud totalmente profesional y medios adecuados. Tenemos que edificar las catedrales del saber, los atrios y las ágoras del continente digital... formado de bulevares y plazas, pero también de rincones en los que se pierden las personas.


- "Mantener vivas las cuestiones eternas sobre el hombre". Como dice Benedicto XVI, la búsqueda de sentido y respuestas sobre la fe y la vida es intensa entre nuestros contemporáneos. ¿Qué ofrece en este sentido el continente digital?

- Guillaume Anselin: La oferta es diversificada pero también sumamente fragmentada. A muchas iniciativas les cuesta encontrar su audiencia por falta de recursos, de oferta editorial, o porque les es difícil ir más allá de los públicos tradicionales. Para entrar en una web católica hay que serlo, al menos un poco...

La fuerza de los grandes proyectos en Internet es su dimensión claramente multimedial y una inteligencia conectiva, a partir de una necesidad claramente identificada. En el campo de la fe, faltan iniciativas en las que, más allá de publicar noticias de actualidad, se ofrezcan respuestas sencillas en los formatos más variados a las cuestiones que se plantean las personas sobre la fe, la vida y la sociedad.

Tenemos que responder a esta cuestión eterna del hombre, su deseo de trascendencia, con proyectos grandes, interactivos, que transmitan lo que hemos recibido.

Responder al "por qué" y al "cómo" con creatividad, modernidad, y apoyar el trabajo pastoral de las personas sobre el terreno: sacerdotes, educadores, religiosos, catequistas, religiosos, y todos aquellos que en el mundo invierten sus energías en la producción de blogs y páginas web.

En el fondo no es nada nuevo: pues al igual que los cristianos se comprometieron antaño a favor del progreso de las sociedades en nuestras ciudades y campos, del mismo modo el continente digital espera también nuestra presencia visible, serena, a la altura de los desafíos de esta "sociedad digital".

Por Jesús Colina
(fuente: www.zenit.org)

Acerca del OPTIMISMO

Forjar un modo de ser entusiasta, dinámico, emprendedor y con los pies sobre la tierra, son algunas de las cualidades que distinguen a la persona optimista.

El optimismo es el valor que nos ayuda a enfrentar las dificultades con buen ánimo y perseverancia , descubriendo lo positivo que tienen las personas y las circunstancias, confiando en nuestras capacidades y posibilidades junto con la ayuda que podemos recibir.

La principal diferencia que existe entre una actitud optimista y su contraparte –el pesimismo- radica en el enfoque con que se aprecian las cosas: empeñarnos en descubrir inconvenientes y dificultades nos provoca apatía y desánimo. El optimismo supone hacer ese mismo esfuerzo para encontrar soluciones, ventajas y posibilidades; la diferencia es mínima, pero tan significativa que nos invita a cambiar de una vez por todas nuestra actitud.

Alcanzar el éxito no siempre es la consecuencia lógica del optimismo, por mucho esfuerzo, empeño y sacrificio que pongamos, algunas veces las cosas no resultan como deseábamos. El optimismo es una actitud permanente de “recomenzar”, de volver al análisis y al estudio de las situaciones para comprender mejor la naturaleza de las fallas, errores y contratiempos, sólo así estaremos en condiciones de superarnos y de lograr nuestras metas. Si las cosas no fallaran o nunca nos equivocáramos, no haría falta ser optimistas.

Normalmente la frustración se produce por un fracaso, lo cual supone un pesimismo posterior para actuar en situaciones similares. La realidad es que la mayoría de nuestro tropiezos se dan por falta de cuidado y reflexión. ¿Para qué sirve entonces la experiencia? Para aprender, rectificar y ser más previsores en lo futuro.

El optimista sabe buscar ayuda como una alternativa para mejorar o alcanzar los objetivos que se ha propuesto, es una actitud sencilla y sensata que en nada demerita el esfuerzo personal o la iniciativa. Sería muy soberbio de nuestra parte, pensar que poseemos el conocimiento y los recursos necesarios para salir triunfantes en toda circunstancia.

Cualquiera que ha sido campeón en alguna disciplina, llegó a colocarse en la cima por su esfuerzo, perseverancia y sacrificio, pero pocas veces, o mejor dicho nunca, se hace alusión a su optimismo, a esa entrega apasionada por alcanzar su fin, conservando la confianza en sí mismo y en las personas que colaboraron para su realización. El optimismo refuerza y alienta a la perseverancia.

El optimista no es ingenuo ni se deja llevar por ideas prometedoras, procura pensar y considerar detenidamente todas las posibilidades antes de tomar decisiones. Si una persona desea iniciar un negocio propio sin el capital suficiente, sin conocer a fondo el ramo o con una vaga idea de la administración requerida, por muy optimista que sea seguramente fracasará en su empeño, ya que carece de las herramientas y fundamentos esenciales para lograrlo.

En otras circunstancias nos engañamos e inventamos una falsa realidad para hacernos la vida más fácil y cómoda. Basta mencionar al estudiante que se prepara poco y mal antes de sus evaluaciones, esperando obtener la calificación mínima y necesaria para “salir del paso”, sin darse cuenta que su falso optimismo lo llevará –tarde o temprano- al fracaso.

Se podría pensar que el optimismo nada tiene que ver con el resto de las personas, sin embargo, este valor nos hace tener una mejor disposición hacia los demás: cuando conocemos a alguien esperamos una actitud positiva y abierta; en el trabajo, una personalidad emprendedora; en la escuela, profesores y alumnos dedicados. Si nuestras expectativas no se cumplen, lo mejor es pensar que las personas pueden cambiar, aprender y adaptarse con nuestra ayuda. El optimista reconoce el momento adecuado para dar aliento, para motivar, para servir.

En la amistad y en la búsqueda de pareja también es necesario ser optimista. Algunas personas se encierran en sí mismos después de los fracasos y las desilusiones, como si ya no existiera alguien más en quien confiar. El optimismo supone reconocer que cada persona tiene algo bueno, con sus cualidades y aptitudes, pero también sus defectos, los cuales debemos aceptar y buscar la manera de ayudarles a superarlos.


El paso hacia una actitud optimista requiere de una disposición más entusiasta y positiva, es tanto como darle la vuelta a una moneda y ver todo con una apariencia distinta:

- Analiza las cosas a partir de los puntos buenos y positivos, seguramente con esto se solucionarán muchos de los inconvenientes. Curiosamente, no siempre funciona igual a la inversa.

- Haz el esfuerzo por dar sugerencias y soluciones, en vez de hacer críticas o pronunciar quejas.

- Procura descubrir las cualidades y capacidades de los demás, reconociendo el esfuerzo, el interés y la dedicación. Esto es lo más justo y honesto.

- Aprende a ser sencillo y pide ayuda, generalmente otras personas encuentran la solución más rápido.

- No hagas alarde de seguridad en ti mismo tomando decisiones a la ligera, considera todo antes de actuar pues las cosas no se solucionan por sí mismas. De lo contrario es imprudencia, no optimismo.

No es más optimista el que menos ha fracasado, sino quien ha sabido encontrar en la adversidad un estímulo para superarse, fortaleciendo su voluntad y empeño; en los errores y equivocaciones una experiencia positiva de aprendizaje. Todo requiere esfuerzo y el optimismo es la alegre manifestación del mismo, de esta forma, las dificultades y contrariedades dejan de ser una carga, convirtiéndonos en personas productivas y emprendedoras.

jueves, 24 de febrero de 2011

Irradiando a Cristo

Oh, Amado Jesús.

Ayúdame a esparcir Tu fragancia
por donde quiera que vaya.
Inunda mi alma con Tu Espíritu y Vida.
Penetra y posee todo mi ser tan completamente,
que mi vida entera sea un resplandor de la Tuya.
Brilla a través de mi y permanece tan dentro de mí,
que cada alma con que me encuentre pueda sentir Tu presencia en la mía.
¡Permite que no me vean a mi sino solamente a Jesús!

Quédate conmigo y empezaré a resplandecer como Tú,
a brillar tanto que pueda ser una luz para los demás.
La luz oh, Jesus, vendrá toda de Tí, nada de ella sera mia;
serás Tú quien resplandezca
sobre los demás a través de mi.
Brillando sobre quienes me rodean,
permíteme alabarte como mas te gusta.

Permíteme predicarte sin predicar,
no con palabras sino a través de mi ejemplo,
a través de la fuerza atractiva,
de la influencia armoniosa de todo lo que haga,
de la inefable plenitud del amor
que existe en mi corazón por Tí.

Amén.

(Oración que rezan las Misioneras de la Caridad después de la misa cada día)

El Ángelus

El Ángel del Señor anunció a María.
Y ella concibió por obra del Espíritu Santo.

Dios te salve, María;
llena eres de gracia;
el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


He aquí la esclava del Señor.
Hágase en mí según tu palabra.

Dios te salve, María;
llena eres de gracia;
el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

La palabra se hizo carne.
Y acampó entre nosotros.

Dios te salve, María;
llena eres de gracia;
el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Oremos

Derrama, Señor tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección.

Por Cristo, nuestro Señor.

Amén.


El Ángelus, devoción de origen franciscano, que para el Diccionario de la Real Academia Española es «Oración en honor del misterio de la Encarnación», hace una síntesis admirable del mismo, de las personas que intervienen en tan gran acontecimiento y de la misión o actitud de cada una de ellas, con palabras tomadas del mismo Evangelio. En su extremada brevedad, ofrece materia sólida a la vez que asequible para la meditación cotidiana del creyente. San Lucas refiere que el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Luego añadió: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.» María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le aclaró: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.» Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Días después, María fue a casa de Zacarías y saludó a Isabel, la cual exclamó: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno» (cf. Lc 1,26ss). A modo de conclusión, San Juan añade en el prólogo de su Evangelio: «Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros» (Jn 1,14)

(fuente: www.franciscanos.org)

miércoles, 23 de febrero de 2011

¿Por qué los católicos rezan a los Santos?

Contrario a lo que creen, predican y discuten los cristianos no-católicos, la Biblia sí nos invita a solicitar en la oración la intercesión de los santos.

Desde el Antiguo Testamento vemos sugerencias en este sentido:

"Bendigan al Señor todos sus Angeles, héroes poderosos que ejecutan sus órdenes apenas oyen el sonido de su palabra. Bendigan al Señor todos sus ejércitos, servidores que hacen su voluntad ... Bendice alma mía al Señor” (Sal. 103, 20-21).

“Alaben al Señor desde los cielos, alábenlo en las alturas, alábenlo todos sus Angeles, alábenlo todos sus ejércitos” (Sal. 148, 1-2).

Cuando San Rafael Arcángel descubre su verdadera identidad a Tobías y Sara, le hace saber esto: “Cuando tú y Sara rezaban, yo presentaba tus oraciones al Señor” (Tob. 12, 12).

Tanto los Angeles, como los Santos, son intercesores activos ante Dios por nosotros los seres humanos.

San Juan en el Apocalipsis expresamente nos hace saber que esto es así, cuando nos describe a los Santos ofreciendo nuestras oraciones a Dios. Los describe como “los veinticuatro ancianos” (los guías del pueblo de Dios en el Cielo) “que tenían en sus manos arpas y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos” (Ap. 5, 8).

Así que los Santos, aquellos seres humanos que nos han precedido en la gloria eterna, interceden por nosotros ante Dios de manera activa y continua, como también lo hacen los Angeles de Dios.

Interceder significa que oran por nosotros personas que están en la tierra y muy especialmente los que están en el Cielo, Angeles y Santos. Pero también oran con nosotros. Y no es invento o imaginación de los católicos.

He aquí lo que nos revela San Juan en el Apocalipsis:


“Entonces vino otro Ángel y se paró delante del altar de los perfumes con un incensario de oro. Le dieron muchos perfumes para que los ofreciera con las oraciones de todos los santos ... y la nube de perfumes, junto con las oraciones de los santos, se elevó de las manos del Angel hasta la presencia de Dios” (Ap. 8, 3-4).

Jesús mismo nos hace saber que nuestros Ángeles de la Guarda interceden directamente ante el Padre por nosotros: “Sus Ángeles en el Cielo contemplan sin cesar la cara de mi Padre que está en los Cielos” (Mt. 18, 10).

Ahora bien, es cierto que San Pablo dice: “Único es Dios, único también es el mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, verdadero hombre” (1 Tim. 2, 5).

Pero esto no significa que no podemos o no debemos pedir a otros cristianos que oren por nosotros.

De hecho el mismo San Pablo recomienda que se hagan “peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres”, recalcando que “estas oraciones son buenas y Dios nuestro Salvador las escuchará” (1 Tim. 2, 1-3). ¿Qué es esto sino intercesión y mediación de unos por los otros?

Muy especialmente debemos solicitar la intercesión de los cristianos que ya están en el Cielo, aquéllos que han sido ya santificados plenamente, porque -según nos dice Santiago en su Carta- “la súplica del justo tiene mucho poder” (St. 5, 16).

Adicionalmente, la enseñanza de los Padres de la Iglesia no sólo testimonia su claro reconocimiento a la enseñanza bíblica de que los que están en el Cielo pueden y de hecho interceden por nosotros, sino que aplicaban esta enseñanza a su propia vida de oración:


“Que a través de sus oraciones y súplicas, Dios recibiera nuestra petición” (San Cirilo de Jerusalén, 350 AD).


“Vosotros santos interceded por nosotros que somos hombres tímidos y pecadores, llenos de pereza, para que la gracia de Cristo pueda venir sobre nosotros, e iluminad nuestros corazones para que podamos amarle” (San Efrén, 370 AD).


“Por la orden de tu Hijo unigénito nos comunicamos con la memoria de tus Santos ... por cuyas 
oraciones y súplicas tened misericordia de nosotros” (de la Liturgia de San Basilio, 373 AD).

“Sí, estoy seguro que la intercesión de (Cipriano) es de más utilidad ahora que su instrucción en días pasados, ya que está más cerca de Dios, ahora que se ha librado de sus ataduras corporales” (San Gregorio de Nacianceno, 380 AD).

“Celebramos ... la memoria de los Mártires, tanto para estimular el que sean imitados, como para participar de sus méritos y ser auxiliados por sus oraciones” (San Agustín, 400 AD).

(fuente: www.homilia.org)

martes, 22 de febrero de 2011

El Sacramento de la Reconciliación es una Gracia de Dios

1. Necesidad de la reconciliación

El cristiano se siente comprometido por su fe en un tipo de vida donde no debería caber el pecado, sino el ideal de una vida en el amor, pero es consciente de su fragilidad. Por eso, reconoce cómo su vida transcurre entre el gozo de ser salvado por Cristo y la experiencia de que aún esa salvación no es plena. De este modo, su fe va unida a una necesidad permanente de conversión. La fe no es un objetivo conquistado, sino una experiencia de fidelidad constante a lo largo de toda la vida. La fe que se inicia en el Bautismo necesita ser renovada cada día en la conversión permanente de la vida cristiana.

La reconciliación como acogida del perdón gratuito de Dios que perdona y convoca a una nueva vida se centra así en la conversión y por eso tiene un lugar central en la dinámica de la vida creyente.


2. ¿Qué es la reconciliación?

La reconciliación es la dimensión más profunda de la fe del cristiano, pues responde al plan pensado por Dios: reconciliar a todos los hombres entre si con El.

(Ef 1,3-14). Esta obra de reconciliación llega a realizarse plenamente en Jesucristo; en El se da la máxima unión entre Dios y el hombre. La Iglesia, comunidad de creyentes, ha recibido de Cristo la misión de continuar a lo largo de la Historia esamisma obra de reconciliación. Y esta misión la realiza y la expresa mediante el sacramento de la reconciliación que es un encuentro que salva y compromete.


3. Elementos del sacramento de la reconciliación

* Dios Padre: que toma la iniciativa de la reconciliación y la hace posible por su amor.

* La Iglesia: que colabora y hace visible sacramentalmente ese encuentro que re concilia.

* El hombre pecador y penitente: que busca, acoge y participa activamente en la obra de la reconciliación, convirtiéndose.

(fuente: http://club.telepolis.com/ritusky)

Para hacer un Examen de Conciencia para recibir el Sacramento de la Reconciliación, hacer click aquí.

lunes, 21 de febrero de 2011

Diez claves para orar a Dios

1.- Comienza por saber escuchar. El Cielo emite noche y día.

2.- No ores para que Dios realice tus planes, sino para que tu interpretes los planes de Dios.

3.- Pero no olvides que la fuerza de tu debilidad es la oración. Cristo dijo: «Pedid y recibiréis»

4.- El pedir tiene su técnica. Hazlo atento, humilde, confiado, insistente y unido a Cristo.

5.- ¿No sabes qué decirle a Dios? Háblale de vuestros mutuos intereses. Muchas veces. Y a solas.

6. -No conviertas tu oración en un monólogo, harías a Dios autor de tus propios pensamientos.

7. - Cuando ores no seas ni engreído, ni demasiado humilde. Con Dios no valen trucos. Sé cual eres.

8.-¿Y las distracciones involuntarias? Descuida. Dios, y el sol, broncean con solo ponerse delante.

9. - Si alguna vez piensas que cuando hablas a Dios Él no te responde..., lee la Biblia.

10.-No hables nunca de «ratos de oración»; ten «vida de oración».

(fuente: webcatolicodejavier.org)

domingo, 20 de febrero de 2011

"Amen a sus enemigos"... ¿¿amar a los enemigos??

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo (Mt 5, 38-48)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente; pero Yo les digo que no hagan resistencia al hombre malo. Si alguno te golpea en la mejilla derecha, preséntale también la izquierda; al que te quiera demandar en juicio para quitarte la túnica, cédele también el manto. Si alguno te obliga a caminar mil pasos en su servicio, camina con él dos mil. Al que te pide, dale; y al que quiere que le prestes, no le vuelvas la espalda. Han oído ustedes que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo; Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos , y manda su lluvia sobre los justos y los injustos. Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto”.

Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.

1.- Echemos un vistazo a nuestro alredor. Incluso, aquí dentro de la iglesia. Hay personas que por timidez, o soberbia, o miedo a no se sabe que contagio, ni siquiera aceptan dar la paz a sus vecinos. Y si dicho vistazo es fuera del templo, pues, incluso, la cosa de agrava. Caras hoscas en el metro o por la calle. Silencio sepulcral en un ascensor con las miradas puestas en el techo. ¿Esto es amor? ¿Y si somos así con los más cercanos, con los que tienen que ser nuestros amigos, nuestros próximos, que no haremos con quienes nos ofenden, nos zahieren o, incluso, nos persiguen? Es decir, si ni siquiera somos capaces de amar a los más próximos, a los prójimos, ¿cómo es posible que Jesús de Nazaret nos pida amar a los enemigos? ¿Qué nos pide? ¿Un amor imposible? No, no. Es un amor posible si nos dejamos de inundar del Espíritu de Cristo y de su amor surgido desde lo más profundo de la divinidad.

2. - El Sermón de la Montaña ha sembrado nuestra inquietud. Lo hace siempre, cada año, cuando se inicia por el sacerdote que proclama el Evangelio, la enumeración de las bienaventuranzas. Hemos oído muchos comentarios, numerosas homilías, hasta leído libros enteros dedicados a la gran proclama de Jesús de Nazaret. Pero seguimos sin entender. No son dichosos los que lloran, ni los que son perseguidos por causa de su creencia justa. No están contentos los pobres, más bien reniegan de su falta de buena suerte. ¿Y, entonces, que es lo que pasa? ¿Qué es lo que Jesús nos quiere decir?

3.- Una preocupación que siempre me asalta es si, verdaderamente, nos tomamos en serio a Jesús de Nazaret y a su Evangelio. Hay muchas formas de obviar lo que es obvio. Jesús nos dice: “Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian”. Pero nosotros interpretamos esto como un algo figurado. O como máximo: aguantar a los que nos fastidian, a los que nos caen mal, aunque sean buenísimos. Pero no es eso. Tenemos que amar a nuestros enemigos y hemos de rezar por los que nos persiguen y nos calumnian. ¿Habéis visto algo más terrible que el efecto de una calumnia, las implicaciones de una mentira que una vez propalada por alguien nos hace mucho daño, provoca la desconfianza de los más cercanos, de la gente que más nos quiere? Sabemos que se nos ha calumniado para hacernos daño, mucho daño, para hundirnos, para perder nuestro trabajo y hasta nuestra familia. Y, sin embargo, Jesús me dice que tengo que rezar por quien me calumnia y desearle bien y paz. ¿Es soportable? Parece que no, pero… Lo peor, desde luego, es no aceptar el consejo de Jesús por su imposibilidad y dejarlo todo pasar como si no fuera con nosotros. ¿No será mejor, en el caso de la duda, que le preguntemos al mismísimo Maestro lo que podemos hacer? Y que nos ayude con su fuerza y amor a seguir el camino que nos marca. La terrible, insisto, en dejarlo pasar y así no hacer sitio en nuestro corazón al mensaje de Jesús y dejarnos vencer por lo que nos rodea. Por un mundo de egoísmo y de desamor.

4.- Y si la exigencia de Jesús para nosotros hoy es casi inabordable decir que lo era mucho más para sus hermanos de religión de aquel entonces. Lo que entendemos como la Ley del Talión, y que aparece, por ejemplo, en el Antiguo en Éxodo 21:23-25, en Levítico 24:18-20 y en Deuteronomio 19:21, era una limitación en el exceso de venganza. Es decir, proporcionar la respuesta al mal recibido y no propasarse. Al final el “ojo por ojo” y el “diente por diente” obligaban a que el ofendido tuviera que respetar la vida de quien le había agredido, cosa que no era muy frecuente, la vida no valía mucho. Por eso los judíos se creían virtuosos en esa forma de contención. Pero Jesús no admite la devolución de la ofensa, ni siquiera limitando su efecto al, como decía, mal recibido. Todo el evangelio de Mateo de hoy y el correspondiente al domingo anterior es ir corrigiendo la ley mosaica para llevarla al principio del amor. Lo que queda por saber es si, incluso, los más cercanos, sus discípulos, entendían o aceptaban lo que Jesús decía. La lectura de todos los textos de los cuatro evangelistas nos demuestran que mucho, mucho, no le entendían; y que tuvo que llegar, primero, la Resurrección y, luego, la fuerza del Espíritu Santo para que comenzaran a hacer suya la doctrina de Jesús.

5.- Nuestro caso no es igual. La Iglesia lleva más de 20 siglos leyendo y analizando las Escrituras. Y algo, aunque sea conceptualmente, está en nosotros. Pero fuera del conocimiento de los textos, tenemos poco de lo que Jesús desea que debiéramos tener. Los enemigos son los enemigos y, ya se sabe, “al enemigo ni agua”. Pero no puede ser así. No podremos dormir tranquilos sabiendo que no aceptamos lo que Jesús nos enseña por su dificultad. Tampoco es válido decir que todo está dicho de manera figurada y que merece un análisis actualizado. La frase de “amar a nuestros enemigos es clara y sólo puede entenderse en el sentido claro que expresa. Lo demás sería mentir u ocultar el mensaje de Cristo.

Puede, finalmente, que tenga algo de amor imposible lo que Jesús nos pide, que sintamos amor por nuestros enemigos. Pero ello viene a desactivar la violencia surgida de la venganza. Además el sentimiento vengativo enloquece. Eso está claro. Lo que hemos de hacer es tan sencillo como lo que sigue: leer con atención todo el capítulo quinto de Mateo y pedirle a Dios ayuda para poder desarrollarle. Pedirle que su amor nos llegue y sane nuestras heridas. Dios es amor. Y nosotros hemos de implorar que ese amor no sea un imposible para nosotros. Pedir a Dios fe en el Amor.

escrito por Ángel Gómez Escorial

sábado, 19 de febrero de 2011

Don Bosco joven y animador de jóvenes

La vida de Don Bosco se puede definir en pocas palabras: “El hombre que consagró su vida a los jóvenes”. Éste fue el motivo que llenó completamente su existencia.

Juan Bosco nació el 16 de agosto de 1815, en un caserío llamado I Becchi, perteneciente a Castelnuovo de Asti, en el Piamonte italiano. Cuando tenía dos años quedó huérfano de padre. Vivían con él sus dos hermanos, Antonio y José, y su madre mamá Margarita, que permanecerá en su compañía hasta el fin de su vida. En un ambiente familiar muy humilde, ella lo fue educando y acompañando con cariño, con realismo y con un profundo sentido religioso de la vida.

Juan se mostraba despierto, inteligente, trabajador, con una imaginación viva, capaz de encandilar a sus amigos con diversas narraciones y lecturas de aventuras. Les repetía los sermones que había escuchado en la iglesia y después les entretenía con diversos juegos: caminar por una cuerda tensa, juegos de magia, pruebas de habilidad, instrumentos musicales, canciones, poemas... amaba la naturaleza y sabía leer su lenguaje.

A los nueve años tuvo un sueño que marcó su vida. Se hallaba en medio de una muchedumbre de chiquillos que reían, jugaban y también blasfemaban. Juan intentó hacerles callar con puñetazos. Entonces apareció un personaje que lo llamó por su nombre y le dijo: “No con golpes, sino con dulzura y con amor”.

También apareció una Señora que lo tomó de la mano y le hizo ver un extraño ganado de cabritos, perros, gatos, osos y otros animales feroces. “He aquí tu campo en el que debes trabajar, le dijo, hazte humilde, fuerte y robusto”.

Enseguida aquellas fieras se fueron transformando en mansos corderos que correteaban en torno al Señor y a la Señora. Juanito se echó a llorar. No entendía nada. La Señora le puso la mano sobre su cabeza y le dijo con cariño: “A su tiempo lo entenderás todo”. Juan se despertó. (MO 16).

Cuando contó este sueño en el ambiente familiar, su madre le dijo convencida: “Quizás un día seas sacerdote”. Y esa iba a ser la ilusión y vocación de su vida, aparecida en la edad de los sueños, que un día se convertiría en realidad.

Para ser sacerdote tiene que estudiar. Juan carece de medios. A los doce años tiene que salir de casa para poder trabajar en el campo y asistir a la escuela.

A los 16 años comienza a vivir en una pequeña ciudad cercana a Castelnuovo: Chieri. Llega a la ciudad como un muchacho de campo, lleno de buena voluntad, con necesidad de buscarse algún trabajo para pagarse la pensión. En Chieri estará 10 años, que corresponden a los años de su juventud. Los cuatro primeros años participa como estudiante en las clases del Instituto, y los seis siguientes como seminarista en el Seminario de Chieri.

El proceso interior que va viviendo en estos años el joven Juan es “una auténtica obra maestra de lo que es un itinerario vocacional” (D. Viganò).

Juan Bosco se muestra muy alegre. Es un auténtico lider para los jóvenes de la ciudad. Funda con ellos “la Sociedad de la Alegría”, lugar de encuentro, formación y diversión juvenil. Continúa llevando, a pesar de cambiar de lugar, una vida espiritual que privilegiaba la amistad con el Señor Jesús, la oración y la lectura de libros formativos, el sacramento de la confesión, la participación en la vida de la iglesia dando catequesis, la dirección espiritual como medio de crecimiento y discernimiento de la voluntad de Dios y la confianza en la Virgen María, que sigue alentando su vida y preparando el futuro de este joven apóstol.

De esta manera, y con verdadero deseo de superación, se va preparando el futuro sacerdote de los jóvenes. Ellos, y sus oraciones, serán los que le “devuelvan la vida” cuando cae gravemente enfermo a los 31 años. Sus palabras reflejan el compromiso definitivo que hace este sacerdote con los jóvenes de todo el mundo: “Os debo la vida. Estad seguros de que a partir de ahora será toda para vosotros” (MO 171).

(fuente: www.salesianosbilbao.com)

viernes, 18 de febrero de 2011

El que vive en Dios comunica alegría

Pasa que nos hemos acostumbrados a una racionalización de la fe, cuando no la conceptualización o adoctrinamiento de fe. Pero no hemos permitido el recorrido de la razón al corazón, y del corazón a la cabeza, con la fluidez que se necesita. Y entonces estamos como esquizofrénicamente viviendo la fe, como divididos por dentro. Necesitamos esa más auténtica integración de todo nuestro ser en nuestra adhesión creyente. Para que sea un corazón inteligente y una razón amante la que adhieran al misterio de Jesús.

Para no dejarnos ganar por la herejía afectiva debemos buscar maneras distintas, creativas y sencillas de celebrar la fe. La hemos cosificado, detrás de la sacramentalización. Y hemos hecho del templo y del lugar de encuentro nuestro celebrativo, casi una estación de servicio, donde cargamos un poquito la nafta para seguir adelante. Pero nos hemos olvidado de que la fe está para ser celebrada todo el tiempo.


Nuestro estado habitual es el gozo y la alegría.

Pum, para arriba! Decimos cuando nos hace falta un poquito más de esa energía positiva. En realidad, debería ser siempre para arriba. No cuando, estamos bajoneados. El estado habitual de un cristiano es el gozo. Si de verdad, el ser de Cristo supone el vivir en Cristo, alégrense siempre en el Señor, se lo dice Pablo a los filipenses. Se los vuelvo a repetir “alégrense”, y él está pasando por la cruz. Y desde el momento, de los más difíciles entre persecuciones, cárceles y naufragios, y demás, él invita a la alegría. Porque él vive la Alegría de la presencia del Señor que lo habita.

Un camino para recuperar la celebración, en un sentido de la fe, en un sentido genuino: es volver a los sacramentos. No haber recibido algún sacramento y haberme olvidado de que fui bautizado, que hice la comunión, que fui confirmado. Es volver y particularmente volver a los sacramentos de la sanidad, como es el de la Reconciliación. Y al alimento de un cristiano, que es el Cuerpo de Cristo, en la Eucaristía.

Es volver a la Palabra de Dios. Es hacerla nuestra. Bendecir la mesa con la Palabra de Dios. Acostarnos pidiéndole a Dios, que nos hable en Su Palabra. Es tener un momento de oración personal bien definido. Así como en nuestra agenda de todos los días de la semana incluimos nuestras maneras de tener buena salud en el gimnasio, en el encuentro con los amigos, en el trabajo intelectual, en la reflexión, ubicar en la agenda lo primero: abrirnos al encuentro con el Señor.

Solamente desde una fe celebrada con autenticidad vamos a encontrar la manera de vivir en Dios, y a partir de ahí, comunicar con alegría la presencia del Señor a los que lo buscan, y lo necesitan.



Causa de nuestra Alegría, ruega por nosotros:

En las letanías lauretanas, la reconocemos a María como la que es Causa de la Alegría, como la que nos trae la Alegría. Y oramos diciendo “Causa de nuestra Alegría, rogá por nosotros”. Esta letanía es como un eco que se prolonga en el tiempo, de aquella expresión de Isabel “apenas oí tu saludo el niño saltó de alegría en mi seno”.

Cuando estamos desolados, esto es cuando estamos bajoneados, decaídos, como tirados, sin ganas de nada, tristes, con Dios lejos de nosotros, así nos sentimos, como que nos traga la tierra. Es remedio saludable, para salir de estos lugares el volver a María, como la que nos contagia de gozo, paz y alegría. Con Ella podemos salir de esos momentos, purificando la memoria y trayendo al presente lindos recuerdos de momentos, en que fuimos muy felices.

También podemos hacerlo cantando, junto a María y su presencia llena de alegría, cerca de nosotros, un canto que nos llena el corazón. Ayer, mientras hacíamos la comida pusimos un canto muy sereno en nuestra casa, tan sereno que nos entró a deprimir. Jajaja, Entonces, alguien dijo pongamos otra cosa. Porque la música con su melodía tiene la posibilidad de aplacar a las fieras. Pero también las puede hundir a las fieras. Ciertamente, no? Pero cuando uno está en un estado de desolación, más bien poner un ritmo un poco más alegre, que levante el ánimo.

La música, el recuerdo de buenos momentos, nos purifica la memoria de lo que verdaderamente debe ser liberada de toda tristeza, de toda angustia, de toda depresión, de desolación interior.

Nos damos ahora un tiempo juntos, para revisar en el álbum de fotos de la vida los recuerdos más hermosos para que, con María podamos cantar llenos de alegría las grandezas de Dios en nuestra vida.

Entonces ésta va a ser la consigna. Vamos a armar un collage, a través de la comunicación. Y cada vez que lo recuerdo, es como que me contagio de la alegría que viví en aquel momento. ¿Sabés por qué? Porque sin dudas, ha sido un paso de Dios. Porque la alegría de Él permanece, permanece en lo hondo del corazón grabada. Y cuando registramos esos momentos vuelve como a aparecer.

Tener memoria de los momentos buenos vividos, es una manera de salirle al paso a cualquier tristeza que quiera apagar ese gozo, con el que Dios quiere que vivamos en Él, y nos comuniquemos con los hermanos.

escrito por el Padre Javier Soteras

El Padre es conocido por la manifestación del Hijo

Nadie puede conocer al Padre sin el Verbo de Dios, esto es, si no se lo revela el Hijo, ni conocer al Hijo sin el beneplácito del Padre. El Hijo es quien cumple este beneplácito del Padre; el Padre, en efecto, envía, mientras que el Hijo es enviado y viene. Y el Padre, aunque invisible e inconmensurable por lo que a nosotros respecta, es conocido por su Verbo, y, aunque inexplicable, el mismo Verbo nos lo ha expresado. Recíprocamente, sólo el Padre conoce a su Verbo; así nos lo ha enseñado el Señor. Y, por esto, el Hijo nos revela el conocimiento del Padre por la manifestación de sí mismo, ya que el Padre es conocido por la manifestación del Hijo: todo es manifestado por obra del Verbo.

Para esto el Padre reveló al Hijo, para darse a conocer a todos a través de él, y para que todos los que creyesen en él mereciesen ser recibidos en la incorrupción y en el lugar del eterno consuelo (porque creer en él es hacer su voluntad).

Ya por el mismo hecho de la creación, el Verbo revela a Dios creador; por el hecho de la existencia del mundo, al Señor que lo ha fabricado; por la materia modelada, al Artífice que la ha modelado y, a través del Hijo, al Padre que lo ha engendrado. Sobre esto hablan todos de manera semejante, pero no todos creen de manera semejante. También el Verbo se anunciaba a sí mismo y al Padre a través de la ley y de los profetas; y todo el pueblo lo oyó de manera semejante, pero no todos creyeron de manera semejante. Y el Padre se mostró a sí mismo, hecho visible y palpable en la persona del Verbo, aunque no todos creyeron por igual en él; sin embargo, todos vieron al Padre en la persona del Hijo, pues la realidad invisible que veían en el Hijo era el Padre, y la realidad visible en la que veían al Padre era el Hijo.

El Hijo, pues, cumpliendo la voluntad del Padre, lleva a perfección todas las cosas desde el principio hasta el fin, y sin él nadie puede conocer a Dios. El conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo está en poder del Padre y nos lo comunica por el Hijo. En este sentido decía el Señor: Nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Las palabras se lo quiera revelar no tienen sólo un sentido futuro, como si el Verbo hubiese empezado a manifestar al Padre al nacer de María, sino que tienen un sentido general que se aplica a todo tiempo. En efecto, el Padre es revelado por el Hijo, presente ya desde el comienzo en la creación, a quienes quiere el Padre, cuando quiere y como quiere el Padre. Y, por esto, en todas las cosas y a través de todas las cosas, hay un solo Dios Padre, un solo Verbo, el Hijo, y un solo Espíritu, como hay también una sola salvación para todos los que creen en él.

Extraído del tratado de san Ireneo, obispo, contra las herejías
Libro 4,6,3.5.6.7
(fuente: www.corazones.org)

¿Iglesia 2.0?

Internet ha cambiado radicalmente en los últimos seis años y quizá en la prensa católica no nos hemos enterado. La interactividad, o más bien, la producción de contenidos realizados directamente por los usuarios, ha generado los servicios de mayor éxito en los últimos años: Wikipedia, Youtube, Facebook, Twitter. Flicker, Google News... Incluso el Open Source es una forma de interactividad y de producción comunitaria. Y sin embargo, si vamos a ver las páginas web de la Iglesia católica, en general, podremos ver cómo la inmensa mayoría siguen igual que en 2004: ¡planas! Sin interactividad o con una interactividad marginal. Todo parece indicar que los comunicadores en la Iglesia hemos perdido el tren del web 2.0.



1. Web 2.0 y relativismo

¿Qué ha pasado? Hay ante todo una explicación que permite comprender el motivo por el que la interactividad no ha penetrado en la comunicación de la Iglesia. El modelo de producción de contenidos, sean vídeos, fotos, o artículos, se basa en un concepto implícito: el relativismo. Dado que no hay una verdad, entonces lo que diga uno u otro es indiferente, y todo es válido, todo está al mismo nivel.

La aplicación de este modelo interactivo, pero relativista, se realiza según objetivos editoriales propios de cada realidad editorial. La mayoría de las empresas web 2.0 tienen un objetivo: un plan de negocios que realizar para devolver la confianza puesta por los inversionistas. Es un nuevo modelo de negocio en Internet: de un lado, los usuarios, y su trabajo con frecuencia voluntario, con contenidos que en ocasiones están en contradicción, y del otro lado, los editores, que han encontrado la máquina de ganar dinero.

Es fácil comprender que un modelo de comunicación así tiene muy poco que ver con la Iglesia católica y explica, en parte, su rechazo.


2. El pecado original

Ahora bien, no es ésta la única razón que explica la falta de interactividad en tantos servicios informativos católicos. Se han hecho varios estudios, tanto en los Estados Unidos como en Francia, sobre los motivos por los que con frecuencia las páginas web de denominaciones protestantes logran un mayor impacto. Los que he leído llegan a la misma conclusión: los católicos "hablan"; los protestantes "escuchan". El pecado original de muchos comunicadores católicos suele estar muy extendido: el obispo, el párroco, el periodista católico tiene una "idea", encuentra financiación (ya sea una subvención con el presupuesto de la estructura eclesial, ya sea un donativo) y lanza una publicación, canal de televisión, página web... ¿Es esto comunicar? Los católicos, ¿estamos atentos a lo que la gente realmente está buscando en Internet? Antes, durante, y después del lanzamiento de un proyecto en Internet no es sólo necesario "escuchar" a la audiencia, hay que hacer que la audiencia participe. De hecho, cuando se piensa a la interactividad, en las web católicas, suele venir siempre a la mente el espacio en el que la gente puede enviar consultas a un sacerdote. Que está muy bien. Pero hay que preguntarse, los católicos y los mismos navegantes, ¿sólo saben hacer preguntas a un sacerdote? ¿Es esa su vocación como cristianos en la era digital?


3. Una Iglesia-comunión

Si hemos visto que el modelo de Web 2.0 tiene un margen de riesgo por así decir "relativista", ¿cómo deberían entonces los comunicadores católicos adoptar el modelo de interactividad? Está en juego sencillamente la misma presencia de la Iglesia en Internet. Si no superamos el "pecado original", hablar mucho y escuchar poco, la evangelización misma quedará gravemente condicionada.

Creo que el modelo de interactividad que pueden seguir las páginas web debe estar marcado por el modelo de Iglesia-comunión, al que está dedicando su pontificado Benedicto XVI. Una diócesis en la que sólo su obispo tiene una presencia en Internet, no es una Iglesia-comunión plena, pues el resto de sus ministerios y carismas quedarán ausentes. En la vida diaria de una diócesis hay, también, catequistas, hay párrocos, hay grupos juveniles, hay diáconos, ¿dónde están en Internet? Sería caer en el relativismo o en una Iglesia "plana", sin ministerios ni carismas, poner a todos en el mismo nivel, y hacer que todos hagan lo mismo y con el mismo lenguaje. Eso no es la Iglesia. Internet debería ser un reflejo de la vida de la diócesis, y no simplemente un instrumento de comunicación institucional de la oficina de comunicación y relaciones públicas de la diócesis. La interactividad auténtica tiene lugar cuando la vida real queda fielmente reflejada en la realidad virtual.

Es curioso, pero la industria del Web 2.0 ha "robado" al lenguaje cristiano el modelo de comunicación que persigue: la comunidad. Y comunidad es comunión. La Iglesia ha creado comunidades desde hace dos mil años. Ahora, el gran éxito de marketing en la Web 2.0 depende de la capacidad de crear "comunidades", que son luego reducidas a grupos de interés común a las que es posible venderles productos de anunciantes especializados, que son hoy quienes mejor pagan.

Si la Iglesia, al comunicar en Internet, lo hace como Iglesia-comunión, si su vida de "comunidad" se refleja en la web, entonces también será capaz de hacer "comunidad" en Internet. Para el navegante que visite sus servicios, se convertirá en algo casi evidente entrar en contacto con la realidad más cercana de la diócesis, que puede ser su misma parroquia, el servicio de Cáritas, o el coro diocesano...

Cuando una Iglesia comunica en Internet como comunión, en comunidad, la realidad deja de convertirse en virtual para hacerse algo muy real, pues pone en contacto al navegante con la vida real de la diócesis, parroquia o comunidad. Y entonces es cuando se logra la mayor interactividad, cuando de la realidad virtual se pasa al "encuentro", que es lo que al fin y al cabo cambia la vida de las personas.

(fuente: www.zenit.org)

miércoles, 16 de febrero de 2011

El noviazgo "free" ¿es la opción?

Es una actitud típica de personas superficiales, light, que no han aprendido a amar. Andar de free significa andar en amoríos con una pareja sin adquirir compromisos.

Un noviazgo free no es tan libre como parece porque también tiene sus reglas:

→ No hay obligación de llamarse.

→ Nada de andar con celos.

→ No hay compromiso.

→ No hay que pedir ni rendir cuentas, ni cuestionar al otro.

→ No esperar nada del otro, excepto el gusto de vivir el momento.

→ No tener un proyecto en común ni un plan a futuro.


→ Hay plena libertad para salir con otras parejas.

→ Cada una podrá tener aparte una pareja estable sin que ello sea un obstáculo para andar de free.


Lo que no se dice, porque es tabú, es: Nos gustamos pero no nos amamos, sólo “nos usamos”. En esa relación se impone el instinto, la atracción, no la generosidad, ni el sacrificio.

Karla decía: “¿para qué tener a uno si puedo tener a casi todos?”. Lo que Karla propone es que la mujer accesible a todos, y no se da cuenta de que ello lo puede llevar a una esclavitud: A ser adicta al sexo. Olvida que forma parte de la dinámica del amor aspirar a lo definitivo.


En el noviazgo sin compromiso la persona huye del riesgo, que es lo mismo que decir que “tiene miedo a la libertad”. El hombre prefiere ser masa receptiva de propaganda que factor individual de pensamiento crítico.

Muchos jóvenes aman la libertad y no saben ni qué es la libertad. ¿Qué es la libertad? "La libertad es la propiedad espiritual que tiene todo ser espiritual de elegir, de realizar la elección de su vida, que es la elección de su fin" (Cornelio Fabro). El uso de la propia libertad nos perfecciona o nos hace esclavos: depende de qué elegimos. El hombre no vale por lo que tiene o lo que es, sino por lo que decide.

El libertinaje contribuye al eclipse del valor de la vida humana. La libertad se entiende como la capacidad de hacer lo que a cada cual se le antoje, movido por su propio interés, iniciando de esa manera, la nueva cultura de un individualismo egoísta, que no debe rendir cuenta de sus actos a nadie.

La causa de que haya libertad no reside en mi conciencia de ella. Al revés, tengo conciencia de mi libertad debido a que soy libre. El hombre no es libre porque pueda prescindir de sus ataduras sino porque puede decidir a qué vinculaciones quiere quedar atado. Y no es más libre si las ataduras son menores. Al contrario, la libertad estará en proporción de la profundidad de los proyectos con que se vincule; la libertad llega a su fondo cuando llega a nuestro propio ser.

Para entender bien la esencia de la libertad debemos evitar los extremos del movimiento pendular: en un extremo, se confiere la primacía a la liberación sobre el proyecto, y en otro, se la otorga al proyecto por encima de nuestra propia naturaleza.

Me decía una chica de 17 años: “por el momento tengo miedo de casarme y de que mi marido no me deje trabajar ni desarrollarme en mi profesión. Y, ¿cómo conocer bien a las personas?”.

A las personas se les conoce observándolas. Y en un noviazgo, antes de enamorarse hay que preguntarle al otro qué piensa del trabajo de la mujer fuera de casa, de su desarrollo personal y profesional, para luego no tener sorpresas.

Si alguien sólo es de carácter respetuoso, considerado y servicial con determinadas personas y con otras no, definitivamente no es respetuoso, considerado y servicial: solamente “está actuando”. Hay que observar cómo se comporta esa persona con aquellos de quienes no espera nada, cómo soporta y reacciona ante los roces y tensiones que conlleva toda convivencia. A los seres humanos se les conoce en los momentos de tensión, de crisis, de fracaso, de frustración. Dice Saint-Exupery: que el hombre se mide a sí mismo con el obstáculo.

San Agustín dice: "si quieres conocer a una persona, no te fijes en lo que hace y dice; fíjate en ¿qué ama, qué desea? Lo que uno desea es lo que uno es". ¿A dónde se le va el corazón a mi novio (a)?... ¡allí están sus amores! Para conocerse hay que saber: “A mí lo que me mueve en la vida es esto” Eso simplifica mucho el propio conocimiento.

El matrimonio es la situación existencial que más felicidad puede proporcionar a la mayoría de los seres humanos. Por eso todo el mundo se quiere casar, pues el matrimonio es una estructura creada por el amor total para expresarse y perpetuarse.

Si hay una decisión importante en la vida del ser humano es la de casarse. Sin embargo, si hay algo que no se piensa es precisamente esto. Entregarse al otro no es someterse –a menos de que él sea un tirano-, es amar y compartir penas y alegrías.

Es propio del corazón humano aceptar exigencias, incluso difíciles, en nombre del amor. El novio que ama a su novia, sabe esperarla. Cuando un varón elige a una mujer, la elige de acuerdo con el perfil psicológico y moral que trae dentro: De algún modo refleja su alma. La mujer también tiene su decisión: puede elegir entre resultar encantadora o provocadora, es decir, puede optar por ser una dama o una hembra.

El problema de la sexualidad, cuando es determinado por la mera genitalidad —absolutamente desvinculada de las dimensiones psicológica, social, ética y trascendente que le son propias—, considera al sexo como un objeto de consumo más, en vez de fomentar un comportamiento sexual constructivo de la personalidad.


Los jóvenes han de saber que la calidad de los sentimientos se mide por la conducta, no por la pasión. Hay que actuar “con” pasión, pero no “por” pasión.

Los medios masivos de comunicación social difunden la ideología del hombre "light" cuya única referencia es su propio bienestar entendido como un consumismo desenfrenado o como un disfrute irresponsable de un pasatiempo fácil.

La sexualidad pertenece al designio originario del Creador; pero pide a todos que la respeten en su naturaleza profunda, por amor a la verdad de la persona humana. Por eso es moralmente inaceptable el “amor libre” y la homosexualidad. La pureza de vida es necesaria, la castidad no significa rechazo ni menosprecio de la sexualidad humana: significa más bien energía espiritual que sabe defender el amor de los peligros del egoísmo y de la agresividad, y sabe promoverlo hacia su realización plena (cfr. Familiaris consortio).

Un poeta contemporáneo dice que el hombre maduro buscaría un “triste amor”, un “amor apaciguado”, sin peligro, sin venda ni aventura, esperando “en el amor prenda segura”, cuando “en amor locura es lo sensato”.

escrito por Rebeca Reynaud
(fuente: www.encuentra.com)

martes, 15 de febrero de 2011

Las cosas visibles son pasajeras, mas las invisibles son eternas

Juan Pablo II dijo bellamente: «La Eucaristía es verdaderamente un resquicio del cielo que se abre sobre la tierra... Es un rayo de gloria de la Jerusalén celestial, que penetra en las nubes de nuestra historia y proyecta luz sobre nuestro camino». (Carta Encíclica Ecclesia de Eucaristía, sobre la Eucaristía en su relación con la Iglesia, 19)

Debemos hacer una reflexión sobre lo que es el mundo fascinante y sobrenatural propio de los sacramentos. Y lo quiero hacer por medio de una comparación.



a. El mundo visible, sensible

En primer lugar nos encontramos en el mundo visible, sensible. Es este mundo que vemos, creado por Dios, y en él vivimos sumergidos en miles de formas distintas, agradables a los ojos con colores distintos sin número, cientos de perfumes deleitables al olfato, sonidos variadísimos que recrean el oído, tersuras de las más variadas que percibe el tacto deleitándose, multiformes comidas y bebidas que sacian el gusto.

Es el mundo de la creación visible: Multitud de seres bellos pueblan la tierra, el mar y el aire.

Debemos hacer rápida y brevemente una suerte de descripción, como para captar más la belleza de ese mundo visible.

Tenemos árboles con su variedad de formas de colores, unos se yerguen altos hacia el cielo, otros son bajos y achaparrados, y también observar la variedad de colores que tienen ¡La variedad de hojas verdes (que se puede apreciar aquí)!, con maderas de distinta fuerza, vetas, dureza, tersuras, formas y perfumes: el roble, el cedro, el pino, el álamo, los plátanos, los eucaliptos, las araucarias, el algarrobo, el jingo biloba (árbol de China), el quebracho, los abedules, las sequoias, las magnolias, el laurel... Y los árboles frutales en su inmensa variedad, de formas, colores, gustos (que pareciera sirven a los enólogos para clasificar todos los gustos conocidos)... Los arbustos ornamentales: las glicinas, la flor china, el farolito japonés, la Santa Rita...; las madreselvas, los jazmines del país, las hiedras, las retamas, helechos... Las demás flores orgullosas de sus olores y de sus colores: la rosa, reina de las flores, el jazmín, los claveles, siemprevivas, gladiolos, narcisos, orquídeas, azucenas, hortensias, calas, etc. Los granos: trigo, maíz, cebada, centeno... Las verduras... ¡Cuántos vegetales son curativos o se les da usos gastronómicos! Los distintos tipos de animales: vacuno, porcino, caprino, ovino, equino... El ganado selvático... Las aves de corral... El mundo viscoso de las sierpes... (si van alguna vez a un serpentario verán que no hay dos víboras iguales: más grandes, más chicas, unas de un color, otras de otro...).

Si miramos al aire veremos multitud de pájaros de variadas formas, colores, así la tijereta, el jilguero, los canarios, los zorzales, los horneros, benteveos... y vemos que unos tienen copete, otros no; unos tienen pico grande, otros pequeño...; o la diferente forma de cantar, como el zorzal, la calandria, o de volar, los gorriones; o de hacer sus nidos, como los de urraca u hornero, o como los que hacen las catas; o ponen huevos de distinto tamaño y color, así el de la urraca es redondo y con pintas, pero otros son ovalados o más pequeños, diferentes formas de empollar, de criar sus pichones...

Así en los insectos encontramos las variopintas mariposas, las abejas laboriosas, las molestas moscas y los mosquitos, los San Antonio apacibles...

Vemos en el cielo las nubes -agua en estado gaseoso- cambiantes de color y forma, eternas peregrinas que llevan en sus odres la lluvia para fecundar los campos y que son las que dinámicamente convierten en distinto un mismo paisaje salido de la paleta del Divino Pintor, y cambiante no sólo de día en día, sino de minuto en minuto. A veces esas mansas nubes nos ensordecen con sus truenos y deslumbran con sus rayos y relámpagos. Las montañas con «su blanco poncho de nieves» -agua en estado sólido-, grandes y bellos tanques de agua destilada que, según las variables meteorológicas, se van derritiendo de a poco, formando ríos y lagos, que luego de regar la tierra van a dar en el mar. Allí vemos el sol, la luna, las estrellas de distintas magnitudes, los planetas, las galaxias, las nebulosas, los quasar, los agujeros negros...

Y los ríos, lagos y mares -agua en estado líquido-, ¡cuán poblados de seres vivos, variadísimos! Peces de todo tipo, forma, color, gusto, costumbre... los moluscos (entre ellos los mariscos), grandes animales: ballenas, focas, lobos marinos, tiburones (con más de 340 especies conocidas y demás de la familia como los pez espada y las carpas...), delfines, cocodrilos, hipopótamos...

Debemos incluir aquí las obras de las manos del hombre... arte... Todo lo que el hombre hace... Las manifestaciones culturales en el baile, ballet... ciencia... la técnica... así los autos, aviones, barcos, submarinos, naves espaciales... los medios de comunicación... las industrias de todo tipo...

Y el hombre puede hacerlo porque Dios le dio el poder, la capacidad....

¡Es la belleza del mundo visible! ¡El cielo canta la gloria de Dios! (Sl 18,2).



b. El mundo invisible, no-sensible

Pero hay otro mundo, que ya no es visible. Es el mundo invisible. No sé si recordarán aquello del Principito: «Lo esencial es invisible a los ojos» (1), que de alguna manera ya lo había dicho san Pablo cuando dice: no ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles; pues las cosas visibles son pasajeras, mas las invisibles son eternas (2Cor 4,18). El mundo invisible es bello, y podemos decir ¡infinitamente bello!, porque a él pertenece Dios que es infinito y es espíritu infinito. Es el mundo de Dios increado, el mundo de las tres divinas personas. Pero también hay criaturas creadas espirituales: los ángeles y las almas humanas con su inteligencia y voluntad racionales. Y lo que nuestra alma produce, y que no siempre sale al exterior: sus pensamientos, su querer, cosas realmente extraordinarias.



c. El mundo visible-invisible

Y ese mundo sacramental del todo especial, que es creado por Dios, y que toma algo del mundo visible, pero que también tiene mucho del mundo invisible. Toma algo del mundo visible, como nuestro Señor, que quiso ser bautizado con las aguas del río Jordán. ¿Qué es lo visible? El agua, que es un signo sensible. El mundo sacramental tiene leyes propias, consistencia propia, un obrar propio y sentido propio. Ese signo sensible cuando se une a la palabra que determina el porqué de esa agua, hace el sacramento. Como dicen hermosamente San Agustín y Santo Tomás: «La palabra se une al elemento (la materia) y se hace el sacramento» (2) . La materia indeterminada, por ejemplo, agua. ¡Cuánta agua hay!, pero por ella sola no hay bautismo, porque si no hay palabra, no hay determinación, y por eso no hay bautismo. Pero si hay agua y hay determinación, o sea, la palabra «yo te bautizo», ahí si hay sacramento. «Se une la palabra al elemento y se hace el sacramento». Ese signo sensible produce lo que significa, que es la característica propia del sacramento cristiano. No es un mero signo, como cuando uno va por la ruta y una flecha hacia la izquierda indica que hay una curva hacia la izquierda. No es eficaz, porque si uno no mueve el volante sigue de largo. El mundo sobrenatural es un mundo del todo particular, porque lo que significa, eso produce. Y por eso el agua significa limpieza, en el bautismo lava el alma de los pecados. Y significa fecundidad. Fíjense, donde hay algo verde, es porque hay agua o porque hay una acequia. Si no hay acequia, el árbol muere, como sucedió con este árbol seco del patio: No le llegaba el agua, y se secó.

Produce lo que significa. Tenemos la Eucaristía. Pan y vino: materia del sacrificio. La palabra se une al elemento: «Esto es mi cuerpo ... Ésta es mi sangre». Ese pan y ese vino se transforman en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Porque pertenecen al mundo sacramental, que produce eficazmente lo que significa. Por un lado tenemos la Sangre, por otro el Cuerpo. Sangre por un lado, Cuerpo por otro: Sacrificio. Produce lo que significa: perpetúa el sacrificio de Cristo en la Cruz. En el cual la Sangre se separó del Cuerpo. Y así con todos los demás sacramentos. Por eso es que debemos nosotros valorar lo que es el mundo sacramental, superior a este mundo físico. Parecido, porque tiene elementos en común, elementos sensibles, pero que lo supera infinitamente porque produce lo que significa y obra efectos invisibles.

Y no caigamos nosotros en esa falsa dialéctica que ya viene de la época del pontificado de Pablo VI, y que él refuta en la «Evangelii nuntiandi», porque hay algunos ahora que, siguiendo la tendencia protestante dicen: «lo que importa es la palabra, no los sacramentos». Sí, importa la Palabra, que también es un sacramento en sentido amplio, porque uno escucha una cosa y en la mente se forma un concepto que es invisible. Pero es que la palabra tiene que llevar de suyo al sacramento, como dice el Papa en la «Evangelii nuntiandi»: «Sin embargo, nunca se insistirá bastante en el hecho de que la evangelización no se agota con la predicación y la enseñanza de una doctrina. Porque aquella debe conducir a la vida: a la vida natural a la que da un sentido nuevo gracias a las perspectivas evangélicas que le abre; a la vida sobrenatural, que no es una negación sino purificación y elevación de la vida natural. Esta vida sobrenatural encuentra su expresión viva en los siete sacramentos y en la admirable fecundidad de gracia y santidad que contienen.

La evangelización despliega de este modo toda su riqueza cuando realiza la unión más íntima, o mejor, una intercomunicación jamás interrumpida, entre la Palabra y los sacramentos. En un cierto sentido es un equívoco oponer, como se hace a veces, la evangelización a la sacramentalización.

Porque es seguro que si los sacramentos se administraran sin darles un sólido apoyo de catequesis sacramental y de catequesis global, se acabaría por quitarles gran parte de su eficacia. La finalidad de la evangelización es precisamente la de educar en la fe de tal manera que conduzca a cada cristiano a vivir -y no a recibir de modo pasivo o apático- los sacramentos como verdaderos sacramentos de la fe» (3).

Toda la actividad de la Iglesia tiende como hacia una cumbre hacia la Eucaristía, y brota de la Eucaristía como de una fuente, como dice el Concilio Vaticano II, en varios lugares.

Notas:

1- Antoine de Saint-Exupery, El Principito (Fernández Editores, México 21960) 66.
2- San Agustín, Super Io 15,2: ML 35,1840; cit. en S. Th., III, 60, 4: «accedit verbum ad elementum, et fit sacramentum».
3- Pablo VI, Exhortación apostólica «Evangelii Nuntiandi», n. 47 (Ediciones Paulinas, Buenos Aires) 43ss.

Autor: P. Carlos Miguel Buela, I.V.E. 
(fuente: iveargentina.org)
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