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jueves, 31 de octubre de 2013

Política de dos hijos en China: ¿demasiado tarde?

Este artículo habla acerca de esa conocida política en China donde por mas de dos hijos se tiene que pagar un impuesto en especial.

NUEVA YORK, 6 de septiembre (C-FAM) Con el anuncio de posibles reformas, China ha admitido implícitamente que su política de un hijo por familia, vigente durante cuarenta años, ha sido un fracaso.

Las reglas condujeron a abusos draconianos. Se estima que hubo 336 millones de abortos, que incluyen abortos y esterilizaciones forzados en manos de un establishment de planificación familiar poderoso y entrometido que controla los aspectos más íntimos de la vida china. Se atribuye a la política una creciente insensibilidad hacia los niños y las familias. Cada año, miles de niños son abandonados y se cree que otros miles son raptados y vendidos. Mueren tantos bebés abandonados que el gobierno ha instaurado «cabañas» donde los padres pueden dejar a sus hijos, en la mayoría de los casos, bebés mujeres. El miércoles, la revista Time informó que la policía había arrestado a traficantes de diez niños para luego descubrir que sus padres no querían que se los devolvieran. Ellos se los habían vendido a la pandilla a cambio del efectivo que tanto necesitaban.

La agencia de noticias más grande de China, Xinhua, informó que, en agosto, se propuso un cambio para la sumamente impopular política, conjetura que fue confirmada por funcionarios del gobierno. La actual política permite a las parejas en la mayor parte del país obtener permiso para un segundo hijo solo si ninguno de ellos tiene hermanos. En el futuro, solo uno de los padres deberá ser hijo único para cumplir con el requisito. Después de dos años, todo el país aplicaría la política de dos hijos, dicen los informes.

Un estudio reciente del Deutsche Bank pronostica que el nuevo plan puede conducir a un baby boom, pero sería demasiado tarde para evitar crisis económicas como el déficit masivo de las pensiones en el país. El informe prevé un incremento en la tasa de fecundidad de la nación que irá de 1,45 a 1,66 hijos por mujer, observándose el mayor cambio en las áreas urbanas, donde la política es más rigurosa hoy (de 1,18 a 1,51). Las zonas rurales podrían experimentar un ascenso de 1,77 a 1,86 para 2018. Aún así, los aumentos estarían muy por debajo del índice de reemplazo, que es de 2,1 niños por mujer. La reducción en el déficit jubilatorio solo sería de alrededor del 4 % para 2040 como pronto, dice el informe.

El cambio se atribuye a la influencia cada vez menor de la vieja guardia y a algunas reformas administrativas dentro de la clase dirigente de la planificación familiar en China. El principal impulsor, coincide la mayoría, es que Beijing reconoce que se avecina una crisis demográfica que se debe a una precipitada disminución de la fecundidad.

Desde el inicio de la política de hijo único en 1971, los dirigentes chinos junto con expertos de la ONU y destacados demógrafos la justificaron diciendo que con menos personas el pueblo chino sería más próspero. Pero la precipitada caída de la fecundidad ha conducido a una merma de la mano de obra cinco o seis años antes de lo que proyectaron los expertos. La reducción comenzó en 2010, cuando la población activa alcanzó los 150 millones. Se dio a conocer un faltante de 3 millones de trabajadores en 2012, y se prevé un déficit de 140 millones para la década del 2030.

Lo que empeora las cosas es que la disminución relativa de los trabajadores en China es más pronunciada incluso de lo que indican las desalentadoras cifras. La última ronda de proyecciones demográficas de la ONU muestra que el país está envejeciendo con más rapidez de lo que pronosticó antes la ONU. Entretanto, sus principales rivales, Estados Unidos e India, experimentarán un aumento en la mano de obra debido que su tasa de fecundidad cercana al nivel de reemplazo se mantendrá a lo largo de 2100.

En las ciudades elegidas por los funcionarios chinos para lanzar las nuevas disposiciones, las parejas no respondieron teniendo más de un hijo. Esto indica que las normas se han trasladado hacia familias muy pequeñas. Las encuestas nacionales señalan que entre el 40 y el 50 por ciento de las parejas querrían dos hijos. Pero la mayoría se realizó antes de que empeorara la economía. Se echa la culpa a incrementos en el costo de vida y sus repercusiones tales como separaciones para buscar trabajo e infertilidad en aumento debido a la polución y malas condiciones de vida. El gobierno anunció esta semana que subvencionaría un estudio para indagar sobre la causa de la infertilidad en 40 millones de chinas, según el portal de noticias chino Caixin.

Incluso si las parejas respondieran al cambio en la política teniendo dos hijos por familia, hay pocos indicios de que se liberarán de los ojos impertinentes (y de los mecanismos de cumplimiento) de los funcionarios de planificación familiar. Además de los abortos y las esterilizaciones forzosas, los funcionarios cobran elevadas multas por hijos no autorizados que equivalen a entre dos y diez veces el ingreso anual de una pareja. Según se dice, el gobierno recaudó más de dos mil millones de dólares en multas en 2012.

(fuente: c-fam.org)

miércoles, 30 de octubre de 2013

La custodia franciscana de Tierra Santa

Los franciscanos custodian los santuarios cristianos, manteniendo el servicio litúrgico en los mismos y acogiendo espiritualmente a los peregrinos que llegan de todo el mundSan Francisco de Asís viajó ciertamente a Oriente, donde permaneció varios meses de la segunda mitad de 1219 y la primera de 1220. En Damieta (Egipto) se encontró con el sultán Malek-el-Kamel. Aquel encuentro significó el comienzo de un nuevo espíritu en las relaciones de la Cristiandad con el Islam, el espíritu de diálogo y comprensión que el Santo inculcó en su Regla a los frailes que eran enviados a la misión entre infieles: misión con el testimonio de la propia vida, antes que con la palabra.

La tradición quiere que San Francisco, en dicho viaje, llegara a la misma Tierra Santa. Sin entrar en indagaciones de crítica histórica, lo que cabe decir es que el Santo no pudo ver satisfecho su ardiente deseo de visitar los Santos Lugares que Cristo santificó en su vida y su muerte: Jerusalén, Belén, Nazaret, etc. En cualquier caso, el amor especial de la Orden Franciscana a Tierra Santa se remonta al mismo Fundador, quien supo infundir sus propios sentimientos en los frailes sus hermanos. De hecho, aún en vida del Santo, el Capítulo general de 1217, que dividió la Orden en Provincias, ya instituyó, como expresión de su voluntad y de su ilusión misionera respecto a los Santos Lugares, la Provincia de Tierra Santa, confirmada en 1263 por el Capítulo general de Pisa. La presencia franciscana en Tierra Santa, que con diversas vicisitudes se ha mantenido siempre, adquirió estabilidad y carácter oficial de parte de la Iglesia en 1342, año en que el papa Clemente VI promulgó dos Bulas: la «Gratias agimus» y la «Nuper carissimae», en las que encomendó a la Orden Franciscana la «custodia de los Santos Lugares». Cuando recientemente, en 1992, se cumplieron los 650 años de tales Bulas, Juan Pablo II envió al Ministro General de la Orden un mensaje de felicitación a la vez que de exhortación a perseverar en el encargo recibido de la Iglesia.

Desde 1333 los frailes estaban establecidos en el Cenáculo, junto al que habían fundado un convento, y oficiaban en la basílica del Santo Sepulcro. Todo ello había sido posible gracias a la generosa ayuda de los reyes de Nápoles, Roberto de Anjou y Sancha de Mallorca, que habían comprado a los musulmanes el lugar del Cenáculo en el Monte Sión y pagado por el derecho a oficiar en el Santo Sepulcro.

Con el tiempo, la presencia franciscana fue extendiéndose. Limitándonos a los lugares más importantes, cabe señalar: en 1347 los frailes se establecen junto a la basílica de la Natividad en Belén, y en 1485 adquieren el lugar del nacimiento de san Juan Bautista en Ain Karem. Pero en 1523, tras la conquista de Palestina por los turcos, el Cenáculo fue convertido en mezquita, y en 1551 los frailes fueron obligados a abandonar el convento; como dato significativo diremos que actualmente la Custodia tiene su sede oficial en el convento de San Salvador en la misma Jerusalén, pero que el Custodio sigue designándose con el título de siempre: «Guardián de Monte Sión». En 1620 los franciscanos toman posesión del lugar de la Anunciación de Nazaret; en 1631, del Monte Tabor; en 1641 comienzan a tratar la adquisición de la zona del santuario de Caná de Galilea que concluiría, fruto de larga perseverancia, en 1879; en 1661 adquieren la zona de Getsemaní; en 1679, el santuario de la Visitación, en Ain Karem; en 1836, el lugar de la Flagelación, y, en 1867, el de Emaús; en 1880, el de Betfagé; en 1889, el del «Dominus Flevit» y el del Primado de Pedro junto al lago de Genesaret; en 1894, las ruinas de Cafamaún; en 1909, el campo de los pastores junto a Belén; en 1932, el monte Nebo; en 1936 se consigue un lugar cercano al Cenáculo, inútilmente reclamado desde la expulsión de 1523; en 1950 se completa la adquisición del lugar de Betania; etc.

Esta enumeración, aunque incompleta, pone de manifiesto la entrega permanente al cumplimiento de la «custodia» encomendada por la Iglesia, y la incansable voluntad de posibilitar el culto en todos los lugares de tradición evangélica, construyendo o reconstruyendo, según los casos, los correspondientes santuarios, siempre con nivel artístico, según los criterios de la época, y, recientemente, con los estudios previos más rigurosos de arqueología e historia.

No podemos olvidar que todo ello ha sido y es posible gracias a la cooperación de los cristianos de todo el mundo, que siempre han enviado generosas limosnas a Tierra Santa. Actualmente esta ayuda llega de modo principal, aunque no exclusivo, por medio de la llamada «colecta de Tierra Santa» que, desde 1887, se realiza el Viernes Santo en todas las iglesias católicas del mundo por disposición del Papa León XIII. Cada año la Santa Sede recuerda a todos los obispos, y por su medio a los fieles, esta colecta que viene a actualizar las colectas de las primeras iglesias, a las que San Pablo estimulaba con fuerza en sus cartas, en favor de la Iglesia madre de Jerusalén.

Aunque la mayor presencia se da en la estricta «Tierra Santa», la Custodia se extiende actualmente por las regiones circundantes de Jordania, Líbano, Siria, Egipto, Chipre y Grecia. Según la última estadística (1996), viven y trabajan en la Custodia 317 franciscanos, provenientes de 30 naciones. Esta internacionalidad ha sido y sigue siendo una de las características constantes de la Custodia a través de su historia, ya que es una misión abierta a todos los franciscanos del mundo, y, en su legislación, la Orden estimula a que todas las Provincias envíen algún hermano a Tierra Santa.

Los franciscanos custodian los santuarios cristianos, manteniendo el servicio litúrgico en los mismos y acogiendo espiritualmente a los peregrinos que llegan de todo el mundo, a muchos de los cuales guían en diversas lenguas. Para facilitar esta acogida se ha creado una Oficina de Peregrinos y un Centro Cristiano de Información.

Hasta el año 1847 en que se restauró el Patriarcado Latino de Jerusalén, los franciscanos eran los únicos pastores de las iglesias locales de rito latino, a las que siguen atendiendo en numerosas parroquias y obras educativas, sociales y culturales.

En los santuarios compartidos y en la pastoral, los hijos de San Francisco viven el ecumenismo «real y cotidiano» mediante las relaciones, cada día más cordiales, con los cristianos de otras confesiones; y, a nivel interreligioso, con los musulmanes y los hebreos. Ese ecumenismo tiene un nivel cultural principalmente en el Centro Cristiano de Información y en el Memorial de San Pablo en Damasco, querido por Pablo VI para el encuentro ecuménico. Y un nivel social, especialmente en Egipto con la Obra de ayuda a los Coptos.

También es importante la acción cultural de la Custodia; la antigua farmacia de San Salvador y la imprenta, actualmente la «Franciscan Printing Press», son un testimonio elocuente entre otros. La actividad docente e investigadora, especialmente respecto a la Sagrada Escritura, tiene su principal punto de referencia en el Studium Biblicum Franciscanum de Jerusalén, del que hablamos brevemente a continuación.

El primer proyecto de creación de una Escuela Bíblica Franciscana en Jerusalén lo presentó en 1901 el entonces Custodio al Ministro General de la Orden de los Hermanos Menores. Fue acogido favorablemente, pero no se aprobó hasta 1923; se inauguró oficialmente el 7 de enero de 1924, y en el año 1927 fue unido al Colegio Internacional de San Antonio de Roma, centro de estudios superiores de la Orden Franciscana.

En el primer período de su existencia, de 1924 a 1940, los docentes se dedicaron sobre todo a la formación de los estudiantes, y las excavaciones arqueológicas se limitaron al Monte Nebo (Santuario de Moisés) y a Tabgha (Santuario de las Bienaventuranzas, en el lago de Tiberíades), mientras las publicaciones fueron más bien esporádicas.

El inicio de la Segunda Guerra Mundial significó el cese de las actividades académicas, ya que el Centro fue requisado por las autoridades militares británicas; los únicos profesores que permanecieron allí, los padres Bagatti y Saller, continuaron la investigación arqueológica a pesar de la difícil situación en que se encontraban.

Terminada la guerra, se formó un pequeño grupo de profesores que, dada la ausencia de alumnos, se dedicaron de lleno a la investigación bíblica y arqueológica. Las actividades académicas se reanudaron en 1950, y a partir de entonces se potenció el cuerpo docente y se inició la publicación anual del Liber Annuus. En 1960 el Studium se constituyó como sección bíblica del Ateneo Antoniano de Roma, con la posibilidad de conferir los títulos de Licencia y Doctorado en Teología, y desde entonces ha ido creciendo tanto en el campo formativo como en el de la investigación y las publicaciones.

(fuente: www.franciscanos.org)

De ingeniero informático a religioso marianista

Cómo el presbítero y bloggero Daniel Pajuelo pasa sus días entre el altar y las redes sociales.

Lima, 27 de octubre de 2013 (Zenit.org) El religioso marianista español Daniel Pajuelo Vázquez va a cumplir dos meses como presbítero... Esto no tendría nada de “noticioso” si no fuera porque es también un bloguero muy reconocido en las redes, algo a lo que se dedicó desde el inicio de su formación y con el total apoyo de sus superiores. Hoy no solo celebra la misa con el fervor inicial en su parroquia de Carabanchel, en Madrid, sino que también sigue desarrollando proyectos e iniciativas en la Red, como es el muy visitado sitio iMisión, fundado por él con otros religiosos y consagrados.

El padre Daniel es ingeniero informático de profesión y también un músico por vocación. Este don lo ha llevado a editar dos discos, cuyos contenidos con ritmo de ‘rap juvenil’ los ofrece gratuitamente en Internet.

Ya inmerso en una recargada agenda de tipo parroquial, y en el colegio de los marianistas en Amorós, el religioso bloggero compartió con ZENIT su visión sobre este trabajo incipiente, aunque urgente de la Iglesia en la Red.

Ahora que comenzaste tu vida de presbítero, ¿vienes predicando aún por las redes sociales?

-Padre Daniel Pajuelo: Creo que nuestra identidad en la Red debe ser coherente con nuestra identidad física, por eso en las redes sociales me muestro como soy: religioso marianista sacerdote. Mi presencia es activa y comprometida. Un perfil en Twitter o un muro en Facebook pueden llegar a ser verdaderos espacios de acogida y encuentro. Eso es lo que intento conseguir. El ser cristiano es un ser para la misión, para el anuncio de Jesús y la siembra del Reino. Los presbíteros hemos sido consagrados para la misión de llevar a Cristo al mundo, y el Continente Digital es hoy también parte de nuestro mundo.

¿Piensas que los presbíteros pueden combinar su ministerio con una adecuada presencia en dichos espacios digitales?

-Padre Daniel Pajuelo: Hay perfiles muy variados en la vida sacerdotal. No es lo mismo ser sacerdote diocesano, que religioso sacerdote, ni tampoco ser un cura que lleva varias parroquias de pueblo, o que sirve en una catedral. La variedad es mucha y no todos los presbíteros tienen porqué tener presencia activa en la Red.

¿Cómo estar más presente en la Red?

-Padre Daniel Pajuelo: Diría que para estar presente en las redes sociales hacen falta tres cosas: tiempo, constancia, y apertura al cambio. El tiempo es un bien que escasea, pero es cuestión de priorizar, uno encuentra tiempo para lo que es importante. En mi caso la evangelización en Internet forma parte de mis prioridades misioneras. La constancia también es importante, para mantenerla es aconsejable no proponerse grandes metas ni querer estar en todas partes a la vez. Hay que empezar con algo muy sencillo, como abrir un blog y obligarse a escribir con cierta periodicidad, o crear una cuenta en Twitter e interactuar durante quince minutos todos los días, por poner ejemplos.

Dijiste tres cosas…

-Padre Daniel Pajuelo: Y por último la apertura al cambio, por un lado al tecnológico, pero sobre todo a una manifestación de lo humano totalmente nueva y en constante evolución. Debemos superar la sensación inicial de vértigo y descubrir detrás el corazón de personas que anhelan y buscan la belleza y la verdad, también en estas nuevas formas de comunicarse.

Sin embargo esto no es al azar, se necesita formación, ¿no?

-Padre Daniel Pajuelo: Si además queremos que nuestra presencia sea evangelizadora hay que dar un segundo paso: la formación. La Red tiene su lenguaje y dinámica comunicativa, necesitamos formación permanente, no basta un cursillo, o un manual. Si fallamos con el lenguaje podemos crear malentendidos o transmitir lo que no queremos decir. Cada vez hay más oportunidades en nuestros países de habla hispana para formarnos en esta área. En la Iglesia española comienzan a consolidarse proyectos muy interesantes como iMisión, Blogueros con el Papa, Aleteia, Catholic Link… seguirles, leerles, e interactuar con los animadores de estas iniciativas puede ayudarnos a crecer y descubrir el potencial evangelizador de la Red.

Días atrás hubo un nuevo encuentro de blogueros católicos en Valladolid. ¿Qué has escuchado, cuáles han sido las conclusiones?

-Padre Daniel Pajuelo: Mis compromisos pastorales de fin de semana me impidieron poder participar. Me hubiera encantado. Pudo estar presente vía Hang Out otro sacerdote miembro del equipo de iMisión, el padre Julián Lozano. Considero que “Blogueros con el Papa” (organizadores del encuentro ndr) es ya un grupo consolidado, con una identidad bien definida y recursos para llevar adelante el proyecto. Se toman en serio el hecho de que la Red es un verdadero espacio habitado, donde el anuncio del evangelio se debe realizar de forma explícita y con medios adaptados a ello. Recomendaría a todo bloguero católico que les siguiera de cerca.

Pocos saben que tú eres ingeniero informático de profesión, ¿cómo has aplicado esto en tu vida de religioso marianista?

-Padre Daniel Pajuelo: En mis primeros años de marianista desarrollé un software de gestión de bibliotecas para nuestra Administración Provincial. Ahora se puede descargar gratuitamente de mi web, se llama “Biblioteca 2000”. También dediqué mucha energía en la creación de la comunidad virtual Ágora Marianista, hoy reconvertida en el Portal de la Familia Marianista de España. También trabajé como técnico informático en nuestro colegio de Valencia, y más adelante como profesor de tecnología e informática a jóvenes de entre 12 y 16 años. Siempre me ha gustado la Seguridad en Redes y a veces me han pedido auditar algún servidor o rescatarlo de un ataque, desenmascarar falsas identidades virtuales, o recopilar datos para tramitar denuncias por abusos en la Red.

¿Y aún te das tiempo para estos trabajos…?

-Padre Daniel Pajuelo: En la actualidad sigo haciendo algunas de estas cosas, además de pequeños programas e instalación y actualización de algunos blogs. Sin embargo he reorientado mi perfil hacia las Redes Sociales. Mis conocimientos técnicos me son de gran ayuda para comprender la potencia y los límites de la comunicación en la Red, también sus peligros. Con todo sigo necesitando de formación continua para poder mejorar mi presencia y asesorar a otras personas y entidades de Iglesia a aterrizar en este medio. Por eso este año he comenzado a estudiar en el ESIC, una escuela de negocios de los Padres Reparadores. Curso un Programa Superior de Marketing y Community Management en Redes Sociales.

Tú fundaste con otros religiosos el sitio iMisión... ¿Cuál fue el propósito que tuvieron y qué frutos ves del trabajo?

-Padre Daniel Pajuelo: iMisión nació del encuentro que vivimos en Twitter la religiosa Xiskya Valladares y yo. Los dos tenemos una activa presencia en esa red social. Fue a partir de unos fuertes ataques personales en esa misma Red que nos dimos cuenta de lo necesario que era apoyar a los católicos que estaban presentes para que no tuvieran miedo y su presencia pudiera ser como la sal que sala. Nuestro objetivo al fundar iMisión era triple: primero posibilitar el encuentro digital y físico de los católicos presentes ya en la Red, segundo ofrecer formación, y tercero celebrar un Congreso.

¿Qué otros detalles puedes compartirnos de esta iniciativa?

-Padre Daniel Pajuelo: El fruto de iMisión es una comunidad formada por ocho personas de distintos movimientos y grupos de Iglesia que trabajamos unidos con el mismo horizonte. A este núcleo se le suman otras veintidós personas que colaboran directamente con el proyecto: Community Managers de Facebook y Twitter, diseñadores gráficos, programadores… En tercer lugar tenemos la comunidad de voluntarios, formada por más de cuatrocientas personas que reciben y apoyan las iniciativas que vamos proponiendo, y por último nuestra comunidad de seguidores en Twitter: 8.400 y Facebook: 6.900. En realidad los frutos de iMisión son las conexiones que se establecen entre todas estas personas. Estas conexiones por sí solas no generan comunión, pero la facilitan y la potencian. Y la comunión es la que hace visible hoy el Cuerpo de Cristo en el mundo.

¿De qué modos podrían participar los lectores?

-Padre Daniel Pajuelo: Habrá un Congreso cuya organización ya está en marcha. Será en Madrid los días 4, 5 y 6 de abril de 2014 y la conferencia de apertura la ofrecerá el padre Antonio Spadaro, jesuita, director de La Civiltà Cattolica y uno de los referentes en esta nueva cultura eclesial de la evangelización en la Red. Esperamos contar con un excelente plantel de conferenciantes, ofreceremos también talleres prácticos y posibilitaremos el encuentro entre los participantes. Creemos que va a ser un evento que marque un antes y un después para la presencia de la Iglesia española en la Red.

¿Cómo ves el desarrollo de la presencia de la Iglesia en los nuevos medios digitales, por decir en los últimos diez años?

-Padre Daniel Pajuelo: El pontificado de Benedicto XVI ha supuesto un impulso tremendo a la presencia de la Iglesia en el Social Media. El Pontificio Consejo de la Cultura y el de Comunicaciones Sociales han comprendido de forma admirable que Internet no es solo un instrumento si no un lugar habitado, y que por lo tanto la Iglesia está también llamada a compartir y acompañar las esperanzas, alegrías, sufrimientos y anhelos de la gente en la Red.

Por ejemplo, hay una actividad constante del papa Francisco en las redes sociales…

-Padre Daniel Pajuelo: La persona del papa Francisco y su estilo comunicativo están siendo un revulsivo para una Iglesia milenaria que se sentía segura expresándose en un lenguaje que hoy ya no se entiende. La encarnación es proceso continuo que no termina en una época. Sacralizar formas del pasado, que en su momento fueron muy válidas y exitosas, pero que no tienen significado para el hombre de hoy, puede ir en contra del verdadero espíritu del evangelio. En este descubrimos con admiración cómo Cristo, siendo de condición divina, no se aferró a su estatus y se despojó tomando la forma de uno de tantos, haciéndose un hombre cualquiera. Y aquel, que fue el camino elegido por Dios para salvarnos, es el camino que la Iglesia está llamada a recorrer en todo su peregrinar por la historia.

Pienso que no todos lo ven así…

-Padre Daniel Pajuelo: Creo que este gran impulso se está liderando desde arriba y no ha llegado del todo a las bases. Pocas diócesis, congregaciones y movimientos escuchan esta llamada a la evangelización en Internet. En este sentido hay mucho camino por recorrer.

Según tu parecer, ¿a qué aspecto se debería dedicar más atención y recursos?

-Padre Daniel Pajuelo: A la formación. Antes de saltar a la arena hay que hacer un esfuerzo por liberarse de prejuicios negativos. Todo cambio nos asusta, siempre el tiempo pasado fue mejor, pero si mantenemos esa actitud o demonizamos a los jóvenes y a las nuevas formas de estar interconectados, solo conseguiremos aislarnos, convertirnos en objetos de museo, y morir solos e incomprendidos. Creo que las diócesis, las conferencias episcopales deben apostar fuerte por formar primero a sus delegados de comunicación. Hoy la comunicación es algo muy delicado que hay que cuidar, hay que ponerla en manos de gente muy santa y bien formada. Lo siguiente es crear escuelas donde se imparta formación de calidad para todo tipo de agentes pastorales.

Entonces hay que entrar a las redes con decisión, ¿no?

-Padre Daniel Pajuelo: Creo que hay que dar un abrazo institucional y un impulso con apoyo y recursos a iniciativas que ya están en marcha en nuestros países. También pienso que no pasará mucho tiempo antes de que algunas diócesis y conferencias episcopales empiecen a tener el Social Media integrado en su Plan de Comunicación.

También eres compositor musical y tienes temas de mucha acogida entre los jóvenes, ¿en qué te inspiras para hacerlo?

-Padre Daniel Pajuelo: En mi relación con el Señor. Es de ahí de donde surge todo, es el motor primero de toda mi vida, y de donde nace la inspiración para escribir y grabar canciones. Mientras escribo un tema, rezo y medito lo que voy plasmando. Cuando comunicas tienes que cuidar la forma pero sobre todo el contenido, y ese contenido para mí siempre es Cristo.

¿Y ahora qué tareas te han asignado como presbítero y cuáles son tus planes a futuro?

-Padre Daniel Pajuelo: Estoy entregado a la educación en nuestro colegio marianista de Carabanchel (Madrid). Soy muy feliz junto a los jóvenes. Ellos no dejan de enseñarme cosas, me hacen más humilde, sacan lo mejor de mí y me obligan a estar en constante renovación. Por el voto de obediencia sirvo en mi Provincia y trabajo en nuestro proyecto misionero. No sé lo que me deparará el futuro, pero sé que haga lo que haga será en discernimiento con mis superiores y hermanos de comunidad. Formo parte de una gran familia, la familia de María, que trabaja por dar a luz a Cristo al mundo. Esa ha sido y será mi misión hasta el final de mis días, si el Señor me lo concede.

Finalmente, ¿qué mensaje tienes para los religiosos en formación que quisieran tener una presencia evangelizadora en las redes sociales?

-Padre Daniel Pajuelo: Cualquier forma de presencia no vale. Por eso hay que formarse bien, para poder llegar a usar el lenguaje adecuado en cada momento y para aprende a vivir bien en el tiempo de la Red. Debemos ser honestos y transparentes, a la vez que mostrar el rostro más maternal y acogedor de la Iglesia. Hay que vivir el perdón y la humildad también en la Red, por eso no hay que devolver insulto por insulto, debemos dejar a un lado el sarcasmo y estar dispuestos a reconocer los errores. Aunque las métricas sean importantes, como el número de followers en Twitter o los ‘Me gusta’ en Facebook, estos no deben ser nuestro objetivo prioritario.

Y aún allí, en esos espacios, mantener lo comunitario, ¿verdad?

-Padre Daniel Pajuelo: No olvidemos que no somos francotiradores o superestrellas, somos una gran comunidad que es la Iglesia. Tendamos lazos entre católicos, incluso aunque en algunos temas pensemos distinto. Seguir a personas que piensan diferente que yo, ayuda a cultivar la escucha y ponernos en la piel del otro. Si solo nos rodeamos de los que piensan como yo nos encerramos, no evangelizamos ni somos evangelizados. No tengamos miedo, el Señor nos llama a echar las redes y Él está con nosotros.

Se puede seguir al padre Daniel Pajuelo vía Twitter o en su blog.

(27 de octubre de 2013) © Innovative Media Inc.

martes, 29 de octubre de 2013

Costa Rica: Congreso pro vida y familia


En concomitancia con la Jornada Mundial de las Familias que se celebró en Roma.

Roma, 29 de octubre de 2013 (Zenit.org) El “Primer Congreso Nacional por la vida y la familia” se celebró en Costa Rica el 26 y 27 de octubre en la sede de la Conferencia Episcopal, en San José, con el auspicio de la Conferencia Episcopal, a través de la Comisión Nacional para la pastoral de la familia y de la Asociación por la Vida.

El congreso al que han participado unas 360 personas se realizó en concomitancia con la Jornada de la Familia, presidida en Roma por el Papa Francisco, como evento del Año de la Fe.

Los organizadores indicaron que Costa Rica vive en este momento "constantes presiones externas contrarias al derecho a la vida del ser humano en gestación, materializadas en la injusta sentencia dictada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) respecto a la Fecundación in Vitro".

El lema del evento ha sido: “¡Es hora de actuar!”, instando a “una acción concreta para rechazar las presiones que se ejercen contra el primer derecho humano: el derecho a la vida”.

El acto, que ha contado con una amplia participación de personas y la intervención de expertos “pro-vida de toda América Latina, forma parte de un proyecto más amplio propuesto por la Comisión Nacional para la pastoral de la familia junto con el Departamento “familia, Vida y Juventud” del CELAM, que incluye una serie de reuniones regionales y nacionales con el objetivo de “promover la familia como casa y escuela de comunión y modelo de vida para la sociedad”.

Pocos días antes del congreso, desconocidos pintaron a favor del aborto buena parte del exterior de la sede de la Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECR) en San José, la capital del país, así como también la fachada del periódico El Eco Católico. En un comunicado la Conferencia Episcopal de Costa Rica calificó las pintas como altamente ofensivas "en contra de la Iglesia y de su posición a favor del respeto a la vida humana desde el momento de su concepción".

El proyecto se llevará a cabo desde el 2013 hasta el 2015 en todos los paises.

(RED/HSM)
(29 de octubre de 2013) © Innovative Media Inc.

¡Vamos hacia el Padre!

“Jesús dijo también: «Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte de herencia que me corresponde". Y el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: "¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!". Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: "Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros". Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: "Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo". Pero el padre dijo a sus servidores: "Traigan enseguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado". Y comenzó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso. El le respondió: "Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero y engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo". El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: "Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!". Pero el padre le dijo: "Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado"».
(Lc 15,11-32)


Me levantaré iré a mi Padre

Es sobre esta decisión de hacernos peregrinos y de ir al encuentro del abrazo del “Otro” que te recibe, donde se juega el camino de liberación de nuestra vida.

“Levantarse, ir hacia” quiere decir no dejarse atrapar por la nostalgia de un pasado inexistente sólo en nuestra mente, ni por la seducción de un presente donde permanecer anclados en nuestras pequeñas seguridades o en el lamento de nuestros fracasos. “Levantarse ir hacia” quiere decir aceptar estar siempre en búsqueda, a la escucha del Otro, dispuestos a ir hacia el encuentro que nos sorprende y cambia.

“Levantarse, ir hacia” quiere decir recomenzar a vivir de esperanzas, en la esperanza. “Somos unos pobres mendigos, esta es la verdad”: esta frase atribuida a Lutero agonizante- es no sólo la confesión honesta del límite experimentado, sino también la declaración de un proyecto de vida que busca fuera de sí, en el Otro, en el Padre, en el amor el sentido de la vida y de la historia. Caminamos entonces hacia el Padre.

La parábola del retorno del Hijo (cf Lc 15) nos presenta un rostro de Dios que está en profunda continuidad con el Dios de la fe de Israel.

El motivo del “retorno” es aquel que subyace en la palabra hebrea shuv, que expresa justamente la conversión, el cambio del corazón y de la vida, con la imagen de volver, rehacer un camino equivocado.

El Padre de la parábola recoge en sí las características más originales del Dios de la fe hebrea: es humilde, porque respeta las decisiones del hijo aún a costa del propio dolor. El Dios de Israel ama tanto a su pueblo y respeta sus elecciones hasta achicarse para dar espacio a la libertad de Su creatura amada.

La humanidad divina se une al sufrimiento de amor de este padre: también el Dios de la promesa no permanece jamás indiferente frente a los comportamientos de su pueblo y sufre por su infidelidad. Su amor no está solo expresado por la palabra hesed, que significa amor fuerte, tenaz, fiel, en las pruebas, sino también por la palabra rachamim, que significa amor materno, visceral hacia sus propios hijos. “Sion ha dicho: el Señor me ha abandonado, el Señor me ha olvidado. ¿Se olvida acaso una mujer de su niño, de modo de no conmoverse por el hijo de sus entrañas? Aunque si esta mujer se olvidase, yo en cambio no me olvidaré jamás de ti. Yo te he dibujado en las palmas de mis manos” (Is 49, 14-16).

La parábola parece casi decir entre líneas que el retorno del hijo es de algún modo necesario para que el padre sea tal. ¿Cómo podría vivir sin el hijo, él que pasa todo el día oteando el horizonte para estar pronto a salir al encuentro de aquel que vuelve? De todos modos el amor de Dios es para nosotros tan grande que él ha escogido no ser más él mismo sino con nosotros: el nombre que Dios se ha atribuido es siempre “Dios – con nosotros”.


Dios es Padre y Madre

El Padre de Isarrael es también Madre: es el Otro en quien se puede confiar absolutamente, el Dios fiel a la promesa de amor, la roca sobre la cual edificar la vida sabiendo que no quedaremos defraudados.

Este Padre humilde, compasivo, capaz de sufrimiento por amor, es también rico en esperanza y generoso en el perdón: él espera en la ventana el retorno del hijo y no duda en salir al encuentro de todos y de sus dos hijos, para acogerlos en la fiesta de su amor. Un Padre que sale de sí, se proyecta hacia su creatura, se hace peregrino y mendigo del amor. Cuando el hijo mayor, enojado, se rehusa a tomar parte en el banquete, “el padre entonces salió a rogarle”. Un hombre que participa en la historia de sus dos hijos con una pasión que es tan respetuosa como auténtica y profunda, es un Padre que los hace libres y quiere hacer participar a todos de la fiesta. Su alegría es debida al hecho de que el hijo “que estaba muerto, ha vuelto a la vida”, o sea, se ha reencontrado a sí mismo y ha reencontrado la verdad de su existencia, “estaba perdido y ha sido encontrado”, es decir, ha vuelto a la casa paterna.

Así el Dios de Isrrael ama a su pueblo elegido: lo ama con amor apasionado, que lo hace partícipe de sus alegrías y de sus dolores, y lo hace desear ante todo el bien amado, que es también, subordinadamente, la fiesta de su corazón de padre. “Mi pueblo es duro para convertirse: llamado a mirar hacia lo alto, ninguno puede aguantar la mirada. ¿Cómo podré abandonarte, Efraín, cómo entregarte a otros, Israel?... Mi corazón se conmueve dentro de mí, en lo íntimo tiemblo de compasión” (cf Os 11,7-8).


Abba el Padre de Jesús

Jesús nos ha hecho patícipes de su misma condición filial: por esto nos pone en nuestra boca el Padre Nuestro, la oración de los hijos, y nos da su Espíritu que grita en nosotros la palabra que más que cualquier otra expresa el amor filial: “¡Abbá, Padre!” (cf Rm 8,15 y Ga 4,6). La percepción que el cristiano tiene del misterio del Padre no es expresable en palabras, se apoya en la percepción que de él tiene Jesucristo como Hijo, y es confiada a la gracia del Espíritu santo. Este misterio del Padre va, por tanto, más allá de todo pensamiento y concepto, no puede ser contenido en palabras, está siempre “más allá”. Todo lo que nos ha sido dado captar parte siempre de la palabra de Jesús: ¡Abbá!

Jesús pronuncia esta palabra también en su agonía, mientras está próxima la suprema entrega de sí que hará en la hora de la cruz. En su dolorosísima agonía Jesús nos enseña a ser hijos: lo hace ante todo asumiendo sobre sí la angustia que el corazón experimenta ante la muerte. Jesús no dirige esta angustia contra el Padre, como haciéndolo culpable de haberle dado aquella vida que ahora se precipita hacia el abismo. El Padre no es la contraparte hacia quien lanzar el rencor del rechazo; es en cambio, el confidente a quien dirigir la extrema invocación, confiando sin reservas en su designio, por más oscuro y misterioso que sea. La palabra de la confianza y de la ternura, el apelativo de “Abbá” que en hebreo expresaba en el lenguaje cotidiano una relación de confianza con el propio padre terreno, es ahora la expresión de la experiencia filial que Jesús vive y de la cual nos hace partícipes más allá de cualquier posibilidad nuestra.

El se confía a Dios aún en la hora del aparente abandono por parte de Dios: entrega su alma en las manos del Padre aún en el momento en el cual la oscuridad cubre toda la tierra y el velo del templo se desgarrará por el medio: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

Gracias a Jesús nosotros también podemos hacer nuestras aquellas palabras y transformar la angustia en abandono, el rechazo en confianza liberadora. Jesús ha habitado en la oscuridad de la angustia y en lo tenebroso de la muerte para que nosotros pudiésemos vivir la vida y la muerte en el abandono al Dios fiel. El Padre que parece abandonarnos como lo ha hecho con su Hijo – “¿Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?”- acoge en realidad nuestro abandono, como ha acogido aquel del Crucificado, entregado por nosotros.

El descubrimiento práctico de Dios como Padre se produce, por lo tanto, para nosotros, en Jesús: sólo él nos lo revela en plenitud. Tal descubrimiento nos lleva a pensar y a sentir a Dios no sólo como Señor sino a la vez como acogedor, atento a cada pequeñísimo paso mío, accesible, providente, perdonador.

escrito por el Padre Javier Soteras 
(fuente: www.radiomaria.org.ar)

lunes, 28 de octubre de 2013

Jornada Mundial de las Familias: el papa invita a rezar en el hogar

Una oración especial a Maria: 'Vuelve a nuestras familias cenáculos de oración. Y en el ángelus invoca a la protección de María para las familias del mundo entero.

Ciudad del Vaticano, 27 de octubre de 2013 (Zenit.org) El papa Francisco celebró hoy la misa conclusiva de la Jornada Mundial de la Familia, en la plaza de San Pedro ante una enorme multitud de casi 200 mil personas.

La jornada de dos días, precedida por un congreso de tres, es parte del Año de la Fe, convocado por Benedicto XVI y que finaliza el próximo mes de noviembre.

Ayer por la tarde mañana fue la peregrinación de las familias ante la tumba de san Pedro y por la tarde una celebración festiva en la plaza de San Pedro en donde familias, niños, papás, mamás y abuelos dieron su testimonio.

En la homilía el santo padre invitó a las familias "a rezar en conjunto, el esposo por la esposa, los papás por los hijos, los hijos por los papás, y también por los abuelos". Porque "rezar en familia y vuelve fuerte a la familia".

Superando las dificultades que se plantean pues "es también cuestión de humildad, de reconocer que tenemos necesidad de Dios, como el publicano. Y se requiere sencillez. Rezar juntos el "Padrenuestro", alrededor de la mesa, se puede hacer. Y rezar juntos el Rosario, en familia, es muy bello, da mucha fuerza.

"¿De qué manera custodiamos nosotros la fe? --interrogó el santo padre-- ¿La tenemos para nosotros, en nuestra familia, como un bien privado, o sabemos compartirla con el testimonio, con la acogida, con la apertura hacia los demás?"

Hacia el final de la Eucaristía, ante el ícono de la Sagrada Familia que presidía la misa conclusiva de la Jornada Mundial de las Familias, el papa Francisco rezó una oración encomendando a las familias, pidiéndo que sean cenáculos de oración e Iglesias domésticas, y a renovar el deseo de santidad.

Al concluir la santa misa, el santo padre rezó el ángelus y dijo: "invocamos la protección de María, nuestra Madre, para las familias del mundo entero, en particular las que viven situaciones de mayor dificultad. E invitando al público a seguirlo rezó tres veces: "Maria, reina de las familias, ruega por nosotros.

Después se despidió brevemente de los presentes y encima del jeep blanco pasó entre la multidud saludando con el cariño que le contradistingue.


La misa conclusiva de la Jornada Mundial de la Familia. La homilí­a completa del papa

Las lecturas de este domingo nos invitan a meditar sobre algunas características fundamentales de la familia cristiana.

La primera: La familia que ora. El texto del Evangelio pone en evidencia dos modos de orar, uno falso – el del fariseo – y el otro auténtico – el del publicano. El fariseo encarna una actitud que no manifiesta la acción de gracias a Dios por sus beneficios y su misericordia, sino más bien la satisfacción de sí. El fariseo se siente justo, se siente en orden, y juzga a los demás desde lo alto de su pedestal. El publicano, por el contrario, no utiliza muchas palabras. Su oración es humilde, sobria, imbuida por la conciencia de su propia indignidad, de su propia miseria: este hombre se reconoce necesitado del perdón de Dios.

La del publicano es la oración del pobre, es la oración que agrada a Dios que, como dice la primera Lectura, "sube hasta las nubes", mientras que la del fariseo está marcada por el peso de la vanidad.

A la luz de está Palabra, quisiera preguntarles a ustedes, queridas familias: ¿Rezan alguna vez en familia? Algunos sí, lo sé. Pero muchos me dicen: ¿Cómo se hace? La oración es algo personal, y además nunca se encuentra el momento oportuno, tranquilo… Sí, es verdad, pero es también cuestión de humildad, de reconocer que tenemos necesidad de Dios, como el publicano. Y se requiere sencillez. Rezar juntos el "Padrenuestro", alrededor de la mesa, se puede hacer. Y rezar juntos el Rosario, en familia, es muy bello, da mucha fuerza. Y rezar el uno por el otro: el esposo por la esposa, los papás por los hijos, los hijos por los papás, y también por los abuelos. rezar los unos por los otros, esto se rezar en familia y vuelve fuerte la familia... La oración.

La segunda Lectura nos sugiere otro aspecto: la familia conserva la fe. El apóstol Pablo, al final de su vida, hace un balance fundamental: "He conservado la fe" ¿Cómo la conservó? No en una caja fuerte. No la escondió bajo tierra, como aquel siervo perezoso. San Pablo compara su vida con una batalla y con una carrera. Ha conservado la fe porque no se ha limitado a defenderla, sino que la ha anunciado, irradiado, la ha llevado lejos. Se ha opuesto decididamente a quienes querían conservar, "embalsamar" el mensaje de Cristo dentro de los confines de Palestina. Por esto ha hecho opciones valientes, ha ido a territorios hostiles, he aceptado el reto de los alejados, de culturas diversas, ha hablado francamente, sin miedo. San Pablo ha conservado la fe porque, así como la había recibido, la ha dado, yendo a las periferias, sin atrincherarse en actitudes defensivas.

También aquí, nos podemos preguntar: ¿De qué manera conservamos nosotros la fe? ¿La tenemos para nosotros, en nuestra familia, como un bien privado, o sabemos compartirla con el testimonio, con la acogida, con la apertura hacia los demás? Todos sabemos que las familias, especialmente las más jóvenes, van con frecuencia "corriendo", muy ocupadas; pero ¿han pensado alguna vez que esta "carrera" puede ser también la carrera de la fe? Las familias cristianas son familias misioneras, en la vida de cada día, haciendo las cosas de todos los días, poniendo en todo la sal y la levadura de la fe.

3. Un último aspecto encontramos de la Palabra de Dios: la familia que vive la alegría. En el Salmo responsorial se encuentra esta expresión: «Los humildes lo escuchen y se alegren» (33,3). Todo este Salmo es un himno al Señor, fuente de alegría y de paz. Y ¿cuál es el motivo de esta alegría? Es éste: El Señor está cerca, escucha el grito de los humildes y los libra del mal. Lo escribía también San Pablo: "Alégrense siempre… el Señor está cerca".

Queridas familias, ustedes lo saben bien: la verdadera alegría que se disfruta en familia no es algo superficial, no viene de las cosas, de las circunstancias favorables… la verdadera alegría viene de la armonía profunda entre las personas, que todos experimentan en su corazón y que nos hace sentir la belleza de estar juntos, de sostenerse mutuamente el camino de la vida. A la base de este sentimiento de alegría profunda está la presencia de Dios en la familia, está su amor acogedor, misericordioso, respetuoso hacia todos. Sólo Dios sabe crear la armonía de las diferencias. Si falta el amor de Dios, también la familia pierde la armonía, prevalecen los individualismos, y se apaga la alegría. Por el contrario, la familia que vive la alegría de la fe la comunica espontáneamente, es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para la sociedad.

Queridas familias, vivan siempre con fe y simplicidad, como la Sagrada Familia de Nazaret. ¡La alegría y la paz del Señor esté siempre con ustedes!.


Oración del santo padre Francisco encomendando las familias a María

Jesús, María y José
a ustedes, Santa Familia de Nazaret
hoy les dirigimos la mirada
con admiración y confianza,
en ustedes contemplamos
la belleza de la comunión en el verdadero amor;
a ustedes le encomendamos todas nuestras familias,
para que se renueven en ellas las maravillas de la gracia.

Santa Familia de Nazaret,
escuela atrayente del santo evangelio:
enséñanos a imitar tus virtudes
con una sabia disciplina espiritual,
dónanos la mirada límpida
en la que se reconoce la obra de la Providencia
en las realidades cotidianas de la vida.

Santa Familia de Nazaret,
custodios fieles del misterio de la salvación:
hagan renacer en nosotros la estima por el silencio,
vuelve a nuestras familias cenáculos de oración
y transfórmalas en pequeñas Iglesias domésticas,
renueva el deseo de la santidad,
apoya la noble fatiga del trabajo, de la educación,
de la escucha, de la comprensión recíproca y del perdón.

Santa Familia de Nazaret,
devuelve a nuestra sociedad la consciencia
del carácter sagrado e inviolable de la familia,
bien inestimable e insustituible.

Cada familia sea habitación acogedora de bondad y de paz
para los niños y para los ancianos,
para quien está enfermo y solo,
para quien es pobre y necesitado.
Jesús, María y José les rezamos con confianza, y nos ponemos con alegría bajo vuestra protección.

(27 de octubre de 2013) © Innovative Media Inc.

domingo, 27 de octubre de 2013

Dios ha reconciliado consigo al mundo, por medio de Cristo, y nos ha encomendado a nosotros el mensaje de la reconciliación

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 
(Lc 18, 9-14) 
Gloria a ti, Señor. 

En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola sobre algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás: "Dos hombres subieron al templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: 'Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos y adúlteros; tampoco soy como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todas mis ganancias'. El publicano, en cambio, se quedó lejos y no se atrevía a levantar los ojos al cielo. Lo único que hacía era golpearse el pecho, diciendo: 'Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador'. Pues bien, Yo les aseguro que éste bajó a su casa justificado y aquél no; porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido".

Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.


Oración inicial 

Llenos de alegría, al celebrar un año más la Cuaresma, te pedimos, Señor, vivir los sacramentos pascuales y sentir en nosotros el gozo de su eficacia. Por nuestro Señor.

Reflexión

• En el Evangelio de hoy, Jesús cuenta la parábola del fariseo y del publicano para enseñarnos a rezar. Jesús tiene una manera distinta de ver las cosas. Ve algo positivo en el publicano, aunque todo el mundo decía de él: “¡No sabe rezar!” Jesús vivía tan unido al Padre por la oración que todo se convertía para él en expresión de oración.

• La manera de presentar la parábola es muy didáctica. Lucas presenta una breve introducción que sirve de clave de lectura. Luego Jesús cuenta la parábola y al final Jesús aplica la parábola a la vida.

• Lucas 18,9: La introducción. La parábola es presentada por la siguiente frase: "A algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás les dijo esta parábola.” La frase es de Lucas. Se refiere al tiempo de Jesús, pero se refiere también a nuestro tiempo. Hay siempre personas y grupos de personas que se consideran justas y fieles y que desprecian a los demás, considerándolos ignorantes e infieles.

• Lucas 18,10-13: La parábola. Dos hombres van al templo a rezar: un fariseo y un publicano. Según la opinión de la gente de entonces, los publicanos no eran considerados para nada y no podían dirigirse a Dios, porque eran personas impuras. En la parábola, el fariseo agradece a Dios el ser mejor que los demás. Su oración no es que un elogio de sí mismo, una exaltación de sus buenas cualidades y un desprecio para los demás y para el publicano. El publicano ni siquiera levanta los ojos, pero se golpea el pecho diciendo: "¡Dios mío, ten piedad de mí que soy un pecador!" Se pone en su lugar ante Dios.

• Lucas 18,14: La aplicación. Si Jesús hubiera dejado opinar a la gente y decir quién de los dos volvió justificado a su casa, todos hubieran contestado: "¡El fariseo!" Ya que era ésta la opinión común en aquel tiempo. Jesús piensa de manera distinta. Según él, aquel que vuelve a casa justificado, en buenas relaciones con Dios, no es el fariseo, sino el publicano. Jesús da la vuelta al revés. A las autoridades religiosas de la época ciertamente no les gustó la aplicación que él hace de esta parábola.

• Jesús reza. Sobretodo Lucas nos informa de la vida de oración de Jesús. Presenta a Jesús en constante oración. He aquí una lista de textos del evangelio de Lucas, en los que Jesús aparece en oración: Lc 2,46-50; 3,21: 4,1-12; 4,16; 5,16; 6,12; 9,16.18.28; 10,21; 11,1; 22,32; 22,7-14; 22,40-46; 23,34; 23,46; 24,30. Leyendo el evangelio de Lucas, es posible encontrar otros textos que hablan de la oración de Jesús. Jesús vivía en contacto con el Padre. La respiración de su vida era hacer la voluntad del Padre (Jn 5,19). Jesús rezaba mucho e insistía, para que la gente y sus discípulos hiciesen lo mismo, ya que en el contacto con Dios nace la verdad y la persona se encuentra consigo misma, en toda su realidad y humildad. En Jesús, la oración está íntimamente enlazada con los hechos concretos de la vida y con las decisiones que tenía que tomar. Para poder ser fiel al proyecto del Padre, trataba de permanecer a solas con El para escucharle. Jesús rezaba los Salmos. Como cualquier otro judío piadoso, los conocía de memoria. Jesús compuso su propio salmo. Es el Padre Nuestro. Su vida era una oración permanente: "¡Yo no puedo hacer nada por mi cuenta!" (Jn 5,19.30). Se aplica a él lo que dice el Salmo: "¡Me acusan, mientras yo rezo!" (Sal 109,4).


Para la reflexión personal

• Mirando de cerca esta parábola, ¿yo soy como el fariseo o como el publicano?
• Hay personas que dicen que no saben rezar, pero hablan todo el tiempo con Dios. ¿Conoces a personas así?

Oración final

Piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
por tu inmensa ternura borra mi delito,
lávame a fondo de mi culpa,
purifícame de mi pecado. (Sal 51)

(fuente: ocarm.org)

sábado, 26 de octubre de 2013

"La oración es la llave que abre la puerta de la fe", dijo el Papa

(RV) Si un cristiano “se convierte en discípulo de la ideología ha perdido la fe”, lo dijo el Papa Francisco esta mañana en la misa en la Casa de Santa Marta. El Obispo de Roma puso en guardia a los cristianos de la actitud de tener “la llave en el bolsillo y la puerta cerrada, y reiteró que si no hay oración, se abandona la fe y se cae en la ideología y en el moralismo”.

“¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia!” El Santo Padre desarrolló su homilía partiendo de la advertencia de Jesús de la que habla el Evangelio de hoy. El Papa actualizó esta advertencia. “Cuando vamos por la calle y nos encontramos una iglesia cerrada - dijo - sentimos algo extraño”, porque “una iglesia que esté cerrada, no se entiende”. “A veces,” subrayó, “se nos dan explicaciones” que no son tales: “son pretextos, son justificaciones, pero la realidad es que la iglesia está cerrada y la gente que pasa no puede entrar”. Y, peor aún, “el Señor que está dentro no puede salir”. Hoy, agregó el Pontífice, Jesús habla de esta “imagen de la clausura”, es “la imagen de los cristianos que tienen la llave, pero la ocultan, no abren la puerta”. Peor aún, “se detienen en la puerta” y “no dejan entrar”, y al hacerlo, “ni siquiera ellos entran”. La “falta de testimonio cristiano - observó - hace esto” y “cuando ese cristiano es un sacerdote, un obispo o un Papa es peor”. Pero, se preguntó Francisco, ¿cómo es que un “cristiano cae en esta actitud de llave en el bolsillo y puerta cerrada?”.

“La fe pasa, por así decirlo, por un alambique y se convierte en ideología. Y la ideología no convoca. En las ideologías no está Jesús: su ternura, su amor, su docilidad. Y las ideologías son rígidas, siempre. Ideologías de todo tipo: rígidas. Y cuando un cristiano se convierte en discípulo de la ideología, ha perdido la fe: no es más un discípulo de Jesús, es un discípulo de esta actitud de pensamiento, de esto... Y por esto Jesús les dice: 'Ustedes se han llevado la llave de la ciencia’. El conocimiento de Jesús es transformado en un conocimiento ideológico e incluso moralista, porque estos cerraban la puerta con tantas prescripciones”.

Jesús nos lo dijo, continuó el Papa: “Ustedes cargan sobre los hombros de la gente tantas cosas, pero sólo una es necesaria”. Esto es por lo tanto el proceso “espiritual, mental” de los que quieren la llave en el bolsillo y la puerta cerrada:

"La fe se convierte en ideología y la ideología asusta, la ideología ahuyenta a la gente, aleja, aleja a la gente y aleja a la Iglesia de la gente. Es una enfermedad grave, la de los cristianos ideológicos. Es una enfermedad, pero no es nueva, ¿eh? Ya el apóstol Juan en su primera carta, hablaba de esto. Los cristianos que pierden la fe y prefieren las ideologías. Su actitud es: volverse rígidos, moralistas, especialistas en ética, pero sin bondad. La pregunta puede ser ésta, ¿no? ¿Por qué un cristiano puede volverse así? ¿Qué sucede en el corazón de aquel cristiano, de aquel sacerdote, de aquel obispo, de aquel Papa, que se vuelve así? Simplemente una cosa: aquel cristiano no ora. Y si no hay oración, tu siempre cierras la puerta”.

“La llave que abre la puerta a la fe - anotó el Papa- es la oración”. Y advirtió: “Cuando un cristiano no ora sucede esto. Y su testimonio es un testimonio soberbio”. “El que no ora es un soberbio, es un orgulloso, es uno seguro de sí mismo. No es humilde. Busca la propia promoción”. En cambio, afirmó, “cuando un cristiano ora, no se aleja de la fe, habla con Jesús”. Y, puntualizó “digo orar, no digo decir oraciones, porque estos doctores de la ley decían tantas oraciones” para hacerse ver. En cambio, Jesús dice: " Cuando ores, entra en tu habitación y ora al Padre en secreto, de corazón a corazón”. “Una cosa - dijo el Papa - es orar, y otra cosa es decir oraciones”.

“Estos no oran, abandonan la fe y la transforman en ideología moralista, la casuística, sin Jesús. Y cuando un profeta o un buen cristiano los reprende, hacen lo mismo que hicieron con Jesús: ‘Cuando salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas y tendiéndole trampas -son insidiosos- para sorprenderlo en alguna afirmación’. Ellos no son transparentes. Pobrecitos, son gente manchada por la soberbia. Pidamos al Señor la gracia, primero: de no dejar de orar, para no perder la fe: permanecer humildes, y así no nos cerraremos, gente que cierra el camino al Señor”.

(fuente: radiovaticana.va)

¿Somos padres permisivos?

Uno de los problemas comunes con los que me estoy encontrando últimamente en las diferentes Escuelas de Madres y Padres en las que participo es el miedo de algunos padres a ser excesivamente autoritarios pues son conscientes de que esta forma de proceder genera niños agresivos y violentos, entre otras muchas cosas.

Lo que ocurre es que, en ocasiones, huyendo de esta forma de actuar se posicionan en el extremo contrario: se vuelven exageradamente permisivos y esto también tiene consecuencias en la educación de sus hijos.


¿Cómo son los "padres permisivos"?

Los padres permisivos tienen unas características comunes que van desarrollando con el paso del tiempo:

Son padres sobreprotectores que intentan evitar a su hijo cualquier experiencia que pueda "frustrarle".

No le dejan desenvolverse ante cualquier dificultad afirmando cosas como: "pobrecito, lo mal que lo pasa", "ya tendrá tiempo de sufrir en esta vida", "si solo es un niño..." Me gustaría recordar aquí una frase de Maria Jesús Álava Reyes "podemos facilitarles el camino, podemos, de vez en cuando correr con ellos, pero no debemos correr por ellos."

No soportan ver a su hijo llorar, lo pasan fatal: "no puedo verlo así..."

Siempre terminan por ceder a los deseos y chantajes del niño. Esta situación se agrava con el tiempo pues se sienten cada vez más inseguros y el niño es incapaz de autocontrolarse, exigiendo sin limitación y sin posibilidad de razonamiento. La proliferación de "pequeños dictadores" son fruto de una educación permisiva. Te recomiendo la lectura del interesante libro "El pequeño dictador" de Javier Urra.

Opinan que los niños son solamente eso: niños que deben disfrutar de la infancia "déjalo que disfrute mientras pueda..."(con derechos pero sin obligaciones).

Ponen pocos límites y luego no exigen que los mismos se cumplan afirmando cosas como: "total, por un día..." Pero al final nunca se trata solo de un día...


Pero, ¿cómo son estos niños?

Una educación excesivamente permisiva tiene consecuencias directas en los hijos, que acaban creyendo que no son importantes para sus padres. Veamos algunas de las características comunes de estos niños:

- Son inseguros.
- Carecen de autocontrol.
- Son agresivos e impulsivos.
- Tienen una baja tolerancia a la frustración.
-  Poca resistencia al fracaso.
- Son incapaces de asumir cualquier reto o mínimo cambio en sus vidas.
- Tienen reacciones emocionales desmesuradas.
- Llegan a creer que únicamente son poseedores de "derechos".
- Son "pequeños tiranos" que pueden llegar a convertirse en "grandes tiranos".


Conclusión

Como educadores estamos obligados a ponerles límites a nuestros hijos con el objetivo de que aprendan cuál es el comportamiento que esperamos de ellos y cuáles son las normas que deben cumplir. Si estás interesado en este tema puedes ampliar la información sobre los límites en un artículo que publiqué hace ya un tiempo aquí en el blog "Niños sin límites". Puedes leerlo completo aquí

Los límites son necesarios para...

- Que el niño se sienta seguro y protegido
- Ofrecerles una estructura sólida a la que aferrarse y son una referencia.
- Que el niño vea que los padres son fuertes y consistentes y se sienta mucho más inclinado a identificarse con ellos.
- Que le ayuden al niño a tener claros, determinados criterios sobre las cosas.
- Enseñar al niño a que debe renunciar a veces, que debe aceptar el no y es una forma de enseñarle a enfrentarse luego a las frustraciones de la vida.
- Que el niño aprenda valores tales como el orden, el respeto, la tolerancia, etc.

Me gustaría compartir contigo las 7 reglas de oro para favorecer el desarrollo de un niño según María Jesús Álava Reyes:

1. Tenemos que ser más perseverantes que ellos.
2. Los discursos sirven de poco. No podemos ser ingenuos.
3. Hay que intervenir, no volvamos a decir: "esta es la última vez."
4. Hay que unificar criterios y actuar con seguridad.
5. A veces tenemos que asumir papeles incómodos, poco populares.
6. No podemos sucumbir en las situaciones de crisis. Tenemos que aprender a ver nuestros progresos.
7. Muchas veces no podemos permitirnos bajar el listón ni desanimarnos: ¡Hay solución!

(fuente: www.elblogdeoscargonzalez.com)

viernes, 25 de octubre de 2013

“María, modelo de la Iglesia”

Ciudad del Vaticano (AICA) María como modelo de la Iglesia “en el orden de la fe, de la caridad y de la unión perfecta con Cristo”, según la definición del Concilio Vaticano II, fue el tema de la catequesis del papa Francisco durante la audiencia general de los miércoles que tuvo lugar en la Plaza de San Pedro y a la que asistieron alrededor de noventa mil personas.

María es modelo de fe, no sólo porque como hebrea esperaba de todo corazón la redención de su pueblo, sino también porque con el “sí” que pronuncia en la Anunciación se adhiere al proyecto de Dios “y desde ese momento su fe recibe una nueva luz: se centra en Jesús. La fe de María es el cumplimiento de la fe de Israel y en este sentido es el modelo de la fe de la Iglesia, que está centrada en Cristo, la encarnación del amor infinito de Dios”.

La madre de Cristo vive esta fe “en la sencillez de las mil ocupaciones y preocupaciones cotidianas; esa existencia normal fue el terreno donde se desarrolló una relación única y un diálogo profundo entre ella y Dios, entre ella y su hijo. El "sí" de María, ya perfecto desde el principio, creció hasta la hora de la Cruz. Allí, su maternidad se dilató, abrazando a cada uno de nosotros para llevarnos a su Hijo. María vivió siempre inmersa en el misterio de Dios hecho hombre, como su primera y perfecta discípula, meditando cada cosa en su corazón a la luz del Espíritu Santo, para entender y poner en práctica toda la voluntad de Dios”.

Para explicar el segundo aspecto, María, modelo de caridad, el Papa utilizó el relato evangélico de la visita a Isabel, su prima. “Visitándola –dijo el Santo Padre- María no le dio sólo ayuda material -que es importante- también le llevó a Jesús, que ya vivía en su seno. Llevar a Jesús a aquella casa significaba llevar la alegría, la alegría plena la que procede de Jesús y el Espíritu Santo, y se expresa en la caridad gratuita, en el compartir, ayudarse, comprenderse. María quiere darnos, también a nosotros, ese gran regalo que es Jesús: y con Él su amor, su paz, su alegría.

Así hace la Iglesia: es como María, no es un negocio, no es una organización humanitaria, no es una ONG, pero tiene el mandato de llevar a todos a Cristo y su Evangelio; no se lleva a sí misma, pequeña, grande, fuerte o débil lleva a Jesús. Y tiene que ser como María cuando fue a visitar a Isabel. ¿Qué le llevaba María? A Jesús. La Iglesia lleva a Jesús: este es el centro de la Iglesia: llevar a Jesús. Si, por hipótesis, alguna vez sucediera que la Iglesia no llevase a Jesús, sería una Iglesia muerta. La Iglesia tiene que llevar la caridad de Jesús, el amor de Jesús”.

María es también modelo de unión con Cristo. “La vida de la Virgen santa -concluyó el Santo Padre- era la vida de una mujer de su pueblo, rezaba, trabajaba, iba a la sinagoga. Pero llevaba a cabo cada acción en perfecta unión con Jesús”.

“Esa unión alcanza su culmen en el Calvario: aquí María se une a su Hijo en el martirio del corazón y en la ofrenda de la vida al Padre para la salvación de la humanidad. Nuestra Señora hizo suyo el dolor del Hijo y aceptó con él la voluntad del Padre, en la obediencia que da fruto, que da la verdadera victoria sobre el mal y la muerte”.+

Cuando soy débil, entonces soy fuerte

“Para que la grandeza de las revelaciones no me envanezca, tengo una espina clavada en mi carne. Un ángel de Satanás que me hiere. Tres veces pedí al Señor que me liberara, pero Él me respondió: te basta mi gracia, porque mi poder triunfa en mi debilidad. Más bien, me gloriaré de todo corazón en mi debilidad para que resida en mí el poder de Cristo. Por eso me complazco en mis debilidades, en los oprobios, en las privaciones, en las persecuciones y en las angustias soportadas por amor a Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.” (2 Corintios 12, 7)

Cuando por algún motivo tenemos enfrente la tristeza y el sufrimiento, cuando lo soñado parece tan diverso de lo vivido y el fracaso nos acompaña como mochila pesada, cuando tenemos dolor en el cuerpo, cuando no podemos dominar y superar defectos de nuestro carácter... En el fondo sentimos una profunda sensación de fragilidad y vulnerabilidad, nuestro condición de barro, que se contrapone con el anhelo de grandeza que Dios ha puesto en nuestro corazón. Esa sensación de fragilidad nos permite purificarnos y nos da la gracia de poder alcanzar una profunda humildad, darnos cuenta de que necesitamos de Dios.

La experiencia de nuestra condición de barro, tan poco consistente, nos permite caminar como criaturas, y entonces poder vincularnos saludablemente con el Dios que todo lo puede. Este sería el efecto positivo, que confirma que cuando las malas experiencias nos asaltan, se pueden convertir en alegrías, y regalarnos un corazón abierto y confiado. Cuando el determinismo nos ataca, para salir de ese lugar, la experiencia de la debilidad interior está llamada a ser curada. Y en este sentido, la expresión de Pablo es sumamente elocuente: lejos de abatirnos en medio de las dificultades, nosotros con el apóstol decimos “cuando soy débil, soy fuerte”. No nos quedemos con el determinismo de que las cosas son así y no las podemos cambiar. Aunque llevemos de por vida alguna pesada carga, algún defecto de carácter, alguna imposibilidad, pensemos que Dios todo lo puede en nuestra pobreza.

Nuestro corazón, todo nuestro ser, está marcado, tiene lesiones, ha recibido maltrato y desprecio a lo largo de la vida. Podemos armarnos de un mecanismo de defensa, pero eso sigue estando allí. Y cuando esta realidad del costado maltrecho no es abordada saludable, no permite que la vida se pueda desarrollar plenamente, es como si estuviésemos atados, como un perro que está en el patio de la casa, con una larga cadena, puede caminar pero sólo hasta un cierto punto. Igual nos pasa cuando no abordamos nuestro situación de vulnerabilidad, de lo que nos ha pasado en la vida.

A veces nos victimizamos, “pobre de mí”,cuando nos quedamos allí vivimos una libertada a medias, como el perro, en un punto estamos atados. Vivimos a medias, elegimos vivir como gente desgraciada, y nos conformamos con sobrevivir.

El contacto con los espacios más conflictivos nuestros, no es para escarbar el excremento con la memoria y el reconocimiento. Sino que puestos con confianza en las manos de Dios, podemos ser transformados y cambiados. Cuando entramos en contacto con estos lugares menos trabajados, sentimos interiormente una sensación de debilidad, tendemos a excluirnos para no exponer nuestro golpes y heridas. Después tenemos la sensación de reaccionar mal, nuestra respuesta suele ser desproporcionada, violenta.

Cuando tengo una herida honda en el corazón y no la trabajo, mi reacción se hace violenta y desproporcionada a lo real y a lo concreto. Nos damos cuenta de ello, por ejemplo, cuando después de una conversación sale algo dentro nuestro y alguien nos dice “pero porqué contestás así, porqué me decís esto”

Tal vez es desproporcionado en el tono, en el gesto, en la consecuencia que sacamos de lo que estamos diciendo. Eso es por la cosa no resuelta. Sobre esta parte de interioridad frágil hay que ir con los pies descalzos, con reverencia, como cuando entramos a un lugar sagrado, con mucho cuidado. No podemos ir a los cachetazos. Es lugar fangoso, de pantano. Sin embargo, allí dentro hay una riqueza escondida, que hay que aprender a descubrir. El tesoro escondido, dice Pablo, está en estos lugares de barro, donde se manifiesta nuestra mayor vulnerabilidad y fragilidad.

Hay muchas formas de superar la fragilidad, de ser fuertes a partir de la propia debilidad. El punto de partida es el reconocimiento de la debilidad y de sus raíces. Eso es lo que Jesús encuentra entre los paganos, los pecadores, los niños y mujeres de su tiempo. Eso que a otros muy seguros de sí mismos escandaliza, es lo que permite el encuentro entre Jesús y los pobres. El que es pobre sabe de su condición y reconoce sus limitaciones. La certeza interior de que somos frágiles y de las raíces de nuestra debilidad, cuando asumo mi debilidad y entiendo que todo lo puedo en Aquél que me conforta, entonces puedo superar mi debilidad.

En este tiempo hay muchas imágenes del súper hombre o la súper mujer, el hombre todo terreno, que lo puede y lo hace todo. Están construidas sobre la imagen de lo fuerte, de la omnipotencia y la voluntad del poder y son típicamente un pensamiento de la negación de lo humano como frágil criatura. Creemos que para liberarnos de la fragilidad debemos enfrentarnos y pelear contra ella. Pero pareciera que ése no es el camino, sino que la solución está por otro lado: por el reconocimiento de la fragilidad, que debemos aprender a liberarlo de la culpabilidad.

La culpabilidad aparece cuando no coincide la imagen de fortaleza que tengo de mí mismo con lo que verdaderamente soy y tengo adentro mío. La culpa lo único que hace es hundirnos. Uno tiene una imagen de uno mismo, pero cuando aparece la verdadera interioridad, se produce una ruptura. A veces aparece la culpa diciéndonos “fallé, no alcancé, qué habré hecho”.

Si no se trata de una culpa religiosa sana, que reconoce frente a la misericordia de Dios, con dolor, el pecado por la ruptura del vínculo con el Señor; si se trata de la culpa por no haber llegado a la imagen de perfección que tenía de mí mismo, es una culpa sicológica muy dañina y destructiva. Ése tipo de culpa (diferente de la culpa religiosa) lo único que hace es hundirnos más. Muy emparentada con el idealismo, con el ideal de persona que yo tengo de mí mismo. Porque si bien estoy llamado a ser una persona íntegra, a veces lo pensamos como sinónimo de algo perfecto, ideal. No asumimos que la integración y la integralidad de la persona supone la debilidad, lo concreto de historias no resueltas, traumas, taras, todos ellos lugares donde actúa la gracia de Dios que me salva y redime.

Éste es el problema que tiene Jesús con los fariseos y los legalistas de su tiempo. Tienen una imagen de sí mismos tan acabada y justificada desde la ley -que es una construcción de un dios irreal- que no hay forma de que puedan asumir su propia fragilidad y debilidad. Y entonces no se reconocen enfermos y por lo tanto no necesitan del médico. No hay lugar así para que Dios pueda convivir, quedarse con nosotros, estar en nosotros. La habitabilidad de Dios en medio nuestro está en lo no resuelto, en lo que hay que transformar y cambiar.

Leyendo la vida de Madre Teresa de Calcuta, sorprende su punto límite en el trato con Dios, cuando Él la invita a la creación de una nueva obra de Dios en ella: en un momento determinado Dios le da a entender “dejame actuar a mí”. Es una invitación a abandonar aún los dones que Dios ha puesto en ella. “Entregámelos, porque te los he dado pero si me los ponés en mis manos y dejás que Yo actúe, haré más de los que hago dándote los dones que te doy. Ésa es la absoluta pobreza. El Evangelio es para los pobres.

El Evangelio es experiencia de pobreza y de Jesús y la Buena Noticia actuando entre los pobres. “Yo he venido –dice Jesús, cuando proclama por primera vez la Buena Noticia en la sinagoga de Nazaret- a traer la luz a los ciegos, a liberar a los cautivos. Yo he venido a proclamar un año de gracia”. Y la verdad que aquél discurso programático (Cap. 4 del Evangelio de San Lucas) es toda una realidad que acontece a lo largo de su ministerio público. A Jesús se lo ve caminando entre la gente desplazada de su tiempo, entre los que no cuentan.

Si no nos ubicamos en ese lugar bien realista de nosotros mismos, no vamos a poder experimentar las bondades de la redención de Jesús, que camina entre los más frágiles y los más débiles.

escrito por Padre Javier Soteras 
(fuente: www.radiomaria.org.ar)

jueves, 24 de octubre de 2013

“Dios no nos salva por decreto, se implica con nosotros para curar nuestras heridas”, dijo el Papa

(RV) Contemplación, cercanía, abundancia: son las tres palabras en torno a las cuales el Papa Francisco centró esta mañana su homilía de la Misa celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. El Santo Padre reafirmó que no se puede comprender a Dios sólo con la inteligencia, y subrayó que “el desafío de Dios” es “comprometerse” en nuestras vidas para curar nuestras llagas, precisamente como ha hecho Jesús.

Inspirándose en la Primera Lectura de hoy, que corresponde a un pasaje de la Carta de San Pablo a los Romanos, el Papa explicó que la Iglesia, “cuando quiere decirnos algo” sobre el misterio de Dios, usa sólo una palabra: “maravillosamente”. Porque este misterio, dijo, es “un misterio maravilloso”:

“Contemplar el misterio, esto que Pablo nos dice aquí, sobre nuestra salvación, sobre nuestra redención, sólo se comprende de rodillas, en la contemplación. No sólo con la inteligencia. Cuando la inteligencia quiere explicar un misterio, siempre – ¡siempre! – ¡se vuelve loca! Y así ha sucedido en la historia de la Iglesia. La contemplación: inteligencia, corazón, rodillas, oración… todo junto, entrar en el misterio. Esta es la primera palabra que tal vez nos ayude”.

La segunda palabra que nos ayudará a entrar en el misterio, dijo a continuación el Papa, es “cercanía”. “Un hombre ha cometido un pecado - recordó - un hombre nos ha salvado”. “¡Es el Dios cercano!” Y, prosiguió, “cerca de nosotros, de nuestra historia”. Desde el primer momento, añadió Francisco, “cuando eligió a nuestro Padre Abraham, ha caminado con su pueblo”. Y esto se ve también con Jesús que hace “un trabajo de artesano, de obrero”:

A mí, la imagen que me viene es la del enfermero, de la enfermera en un hospital: cura las heridas una a una, pero con sus manos. Dios se implica, se mete en nuestras miserias, se acerca a nuestras llagas y las cura con sus manos, y para tener manos se ha hecho hombre. Es un trabajo personal de Jesús. Un hombre ha cometido el pecado, un hombre viene a curarlo. Cercanía. Dios no nos salva sólo por un decreto, una ley; nos salva con ternura, nos salva con caricias, nos salva con su vida, por nosotros.

La tercera palabra, prosiguió el Papa, es “abundancia”. “Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”. “Cada uno de nosotros – observó – conoce sus miserias, las conoce bien. ¡Y abundan!” Pero, evidenció, “el desafío de Dios es vencer esto, curar las llagas” como ha hecho Jesús. Es más: “hacer ese regalo sobreabundante de su amor, de su gracia”. Y así, explicó el Papa Francisco, “se comprende esa predilección de Jesús por los pecadores”:

“En el corazón de esta gente abundaba el pecado. Pero Él iba hacia ellos con esa sobreabundancia de gracia y de amor. La gracia de Dios siempre vence, porque es Él mismo quien se entrega, quien se acerca, quien nos acaricia, quien nos cura. Y por esto, quizá a alguno de nosotros no nos guste decir esto, pero aquellos que están más cerca del corazón de Jesús son los más pecadores, porque Él va a buscarlos, llama a todos: ‘¡Vengan, vengan!’. Y cuando le piden una explicación, dice: ‘Pero, aquellos que tienen buena salud no tienen necesidad del médico; yo he venido para curar, para salvar”.

“Algunos santos – afirmó también el Papa – dicen que uno de los peores pecados es la difidencia: desconfiar de Dios”. Por eso el Santo Padre se preguntó “¿cómo podemos desconfiar de un Dios tan cercano, tan bueno, que prefiere nuestro corazón pecador?” Este misterio, reafirmó una vez más, “no es fácil de entender, no se lo comprende bien, con la inteligencia”. Quizá nos ayuden sólo estas tres palabras”: contemplación, cercanía y abundancia. Es un Dios, concluyó el Pontífice, “que siempre vence con la sobreabundancia de su gracia, con la su ternura”, “con su riqueza de misericordia”.

(fuente: radiovaticana.va)

miércoles, 23 de octubre de 2013

La gracia de Dios actúa en nuestra debilidad

Dios ha venido a impactar con su gracia en medio de la pobreza, de la humildad y de la sencillez. Por eso, reconocer nuestro costado más débil nos abre a la presencia transformadora de Dios.

Es propio de San Lucas escribir para los no judíos. Él da realce a la expresión de Simeón acerca de la universalidad de la Salvación: “Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel”


Los años pueden encender la mirada

A este anciano, el paso de los años, lejos de apagarle la mirada, le abre la visión y le permite ver, alabar, bendecir y profetizar para todas las naciones respecto del niño. De un modo particular, se refiere al vínculo que éste tendrá con su Madre: “A ti mujer una espada te atravesará el corazón” .

Sin duda esta profecía apunta a aquel lugar del vínculo entre María y el niño que alcanzará su plenitud en “la hora” de Jesús, según la expresión del Evangelista San Juan. Allí es cuando muestra a la Madre traspasada por el dolor a los pies de la cruz, donde recibe también ella, misteriosamente, en lo profundo de sus entrañas, la lanza que atraviesa el corazón de su hijo.

En este pasaja de la presentación de Jesús en el Templo (Lc 2, 22-40), aparece también la profetiza Ana. Hay algo que caracteriza a todos en esta escena: Ana, Simeón, María y José corresponden al grupo de los que bíblicamente son reconocidos como los pobres de Yavé o los “anawin”. Estos tenían la particularidad de, en espíritu profético, aguardar la llegada del Mesías con humildad y sencillez. Eran del pueblo de Israel de un nivel que llamaríamos clase media baja, de gente trabajadora. Estos son los pequeños, los simples los sencillos, que aguardan la manifestación del Mesías según aquella perspectiva que los grandes profetas habían anunciado, particularmente Jeremías, Ezequiel e Isaías.

Los “humildes de Israel” esperan al “Humilde Servidor” que había sido anunciado y ahora se manifiesta en la carne de este niño. Se abre un tiempo nuevo sobre toda la humanidad. La luz -dice Simeón- es para alcanzar a todo hombre, a toda mujer que sencillamente espera el tiempo de la plenitud.

Dios ha venido a impactar con su gracia en medio de la pobreza, de la humildad y de la sencillez. Por eso reconocer nuestro costado más débil nos abre a la presencia transformadora de Dios. Él nos quiere asumiendo lo más frágil de nuestra condición, ahí donde nos aprieta el zapato, donde sentimos que no alcanza con nuestras buenas intenciones o ganas... El evangelio está llamado a germinar en nuestro barro, en nuestra condición más frágil. ¿Dónde me reconozco más vulnerable? Seguramente allí Dios viene a actuar con su gracia con mayor poder sobre vos.


Tener corazón humilde

Detengámonos por un momento en lo que tienen en común estos personajes que rodean al Niño: un corazón humilde y sencillo, corazón de pobres que esperan al Señor. Hace falta tener conciencia de polvo y de barro, tener memoria viva de nuestra condición frágil y hacerlo existencialmente a partir del reconocimiento de nuestra pobreza. La Gracia de un corazón sencillo es lo que buscamos para que no se nos oculte a nosotros la manifestación de ese Dios que quiere revelarse en lo más profundo de nuestro corazón y en medio de la vida, de lo cotidiano. Un Dios que no quiere ocultarse a nuestros ojos, sino que -a veces- somos nosotros mismos los que nos ocultamos a su mirada porque nuestra actitud no es justamente la de ellos: humilde, pobre sencilla y esperanzada.

Un corazón humilde y arrepentido sabe reconocer la propia debilidad, el propio pecado, asume su condición humana. Aquello que Teresa de Jesús decía tan maravillosamente cuando hablaba del encuentro con Dios y la actitud que debíamos asumir frente a Él: “Fíjese quien con quien está hablando: una criatura débil, frágil, pecadora, herida y Dios, el Señor del universo que lo creó todo”. En realidad esta condición nuestra se descubre sólo en su riqueza escondida a la luz de la presencia de Dios. No se puede entrar por este territorio de tanto dolor sino es por el camino del Dios viviente, el que nos hace sentir como niños en brazos de una madre cuando nos acuna en nuestra propia debilidad. Queremos encontrarnos con nuestras cenizas, pero sabiéndonos en brazos del más grande.

Cuando nosotros podemos hacer consciente esta bipolaridad de Dios y nosotros, en un encuentro de desigualdades podemos entonces entrar en esta dinámica de los sencillos y de los pobres, de aquellos a quienes Dios prepara para revelarles su misterio.

El Padre Fiorito dice que el punto de impacto de la Gracia de Dios es justamente este: la debilidad que hay en nosotros y no nuestros esfuerzos y nuestros méritos de generosidad o de virtud. ¿Acaso Jesús no dijo: “Yo he venido por los enfermos, no por los sanos; por los pecadores, no por los justos?” Cuando reconocemos nuestro propio pecado, nuestra pequeñez y nuestra fragilidad; cuando en mi corazón claramente se manifiesta mi condición de criatura, a mis ojos y a los ojos de los demás soy justamente eso que dice tan maravillosamente este Padre Jesuita: “Somos un lugar de impacto de la Gracia de Dios” Un lugar donde viene a confluir Dios con su Gracia para quedarse y para revelarse a nosotros. Es el lugar donde la manifestación de Dios y su amor se hacen palpables.

Hay pasajes bíblicos en los que se hace evidente esta condición desigual entre Dios y nosotros. Los apóstoles frente a la pesca milagrosa; Pablo cuando es derribado del caballo; Moisés frente a la zarza ardiendo, y muchos otros. Recordemos aquel pasaje de la Palabra donde aparecen dos actitudes bien diferenciadas: un publicano y un fariseo oraban en el Templo. El fariseo decía: “Señor, te agradezco por no ser como este publicano que está acá atrás”, y presentaba todas sus “cartas” y sus “credenciales” en la oración; mientras que el publicano, atrás, al final del Templo, recogido en sí mismo y sin animarse a levantar la cabeza, se reconocía como pobre y pecador. Ésta es la actitud que tenemos que trabajar y recrear en nosotros para abrirnos a la manifestación gloriosa del Hijo de Dios. No es un espíritu de menosprecio a la propia persona ni de desvalorización de sí mismos, sino una actitud gozosa de estar cara a Dios con nuestra propia debilidad, aunque nos dé vergüenza de estar frente a Él. “Verguenza y confusión de mí mismo” pide San Ignacio al comienzo de los ejercicios. Sólo cuando es así la gracia del Señor opera en nosotros.


Dios encuentra oro en el barro

Cuando recreamos esta actitud interior con paz, con gozo y con alegría, nosotros también, como Ana, Simeón, María y José, somos objeto de la manifestación de la Gloria de Dios. A nosotros también se nos hace presente el Niño que nos trae la salud y la salvación y ...¡en cuántos lugares de nuestra vida hace falta que de verdad aparezca esta luz y se manifieste esta Gracia de redención y de Salvación! ¿O no hay, acaso, lugares de sombra, angustia, tristeza, depresión, de sentir que la vida no tiene sentido, esos lugares que invaden nuestro interior y cargamos como un peso demasiado pesado para nuestros hombros? Ese es el lugar que queremos reconocer para permitir a Dios que impacte allí con su Gracia.

Muchas veces estamos parados frente a estos lugares de sombra y de muerte con temor y con soberbia. No permitimos que nadie entre; ni nosotros mismos nos atrevemos a entrar allí y preguntarnos: ¿qué nos pasa? Tal vez porque no estamos hechos para permanecer en la poquedad, sino que estamos llamados a una mayor grandeza, pero sólo en Dios. No se puede entrar a estos lugares sin una lámpara encendida. En realidad, aún en medio de tanta fragilidad, nuestro interior es una mina de oro escondida a nosotros, pero de la que Dios puede sacar maravillas.

¿Qué es lo que nos impide superar esta barrera?: entre otras cosas, una imagen que tenemos de nosotros mismos que no siempre es la mas adecuada ni la que corresponde a la realidad. Solemos ser un tanto narcisistas y nos enamoramos de nosotros mismos y de lo que somos, aunque no sea siempre todo tan bueno. Romper con esta auto-imagen a partir de un encuentro sincero con nosotros mismos es los que nos va a abrir a esta actitud interior humilde, sencilla, simple, terreno indispensable para que se manifieste el Dios que se muestra allí a Simeón y a Ana, que María y José llevan en sus brazos. Será para nosotros también Gloria, alegría, gozo y paz.


Del dicho al hecho - Para la reflexión personal:

¿En qué lugares de sombra, angustia o tristeza de tu vida, no permites que Dios entre?
¿Qué es lo que te impide superar esa barrera? ¿Cuánto de soberbia o de falta de humildad hay en esa actitud?
¿En qué medida te vas permitiendo que los años enciendan tu mirada para que Dios actúe en tu corazón y en tu vida?

escrito por Padre Javier Soteras
(fuente: www.radiomaria.org.ar)

martes, 22 de octubre de 2013

El santo padre: 'El apego al dinero destruye personas, familias y relaciones'

En la homilí­a de este lunes advierte sobre el mal uso de la riqueza. La avaricia es una herramienta de la idolatría.

Roma, 21 de octubre de 2013 (Zenit.org) La codicia, el apego al dinero, destruye a las personas, destruye las familias y las relaciones con los demás. Esto es lo que ha dicho el papa la mañana del lunes durante la misa en Santa Marta. La invitación no ha sido para elegir la pobreza en sí misma, sino a utilizar la riqueza que Dios nos da para ayudar a los más necesitados.

Comentando el evangelio del día, en el cual un hombre le pide a Jesús que intervenga para resolver un asunto de herencia con su hermano, el papa desarrolla el tema de nuestra relación con el dinero: “Este es un problema de cada día. ¿Cuántas familias rotas hemos visto por el problema del dinero: hermano contra hermano; padre contra hijo... Y esto es el primer resultado que trae esta actitud de estar apegado al dinero, ¡destruye! Cuando una persona se apega al dinero, ¡se destruye a sí misma, destruye la familia! ¡El dinero destruye! Hace esto, ¿verdad? Te apega.

El dinero se utiliza para llevar adelante muchas cosas buenas, muchas cosas para el desarrollo de la humanidad, pero cuando tu corazón está tan apegado, te destruye". Jesús narra la parábola del hombre rico, que vive para acumular "riquezas para sí" y "no se enriquece ante Dios". La advertencia de Jesús es de mantenerse alejado de toda avaricia: "Eso es lo que duele: la avaricia en mi relación con el dinero. Tener de más, obtener más, tener más... Te lleva a la idolatría, ¡te destruye la relación con los demás! No es el dinero, sino la actitud, que se llama avaricia.

Luego también la avaricia te enferma, porque te hace pensar todo en términos del dinero. Te destruye, te enferma... Y al final, esto es lo más importante, la avaricia es una herramienta de la idolatría, porque va por la vía contraria a la que Dios ha hecho con nosotros. San Pablo nos dice que Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre para enriquecernos. Ese es el camino de Dios: la humildad, el abajarse para servir. En cambio la avaricia te lleva en sentido contrario: tú, siendo un pobre hombre, te haces Dios por vanidad. ¡Es la idolatría!". Por esta razón, continuó el papa, Jesús dice cosas "tan duras, tan fuertes en contra de este apego al dinero.

Nos dice que no se puede servir a dos señores: o a Dios o al dinero. Nos dice que no nos preocupemos, que el Señor sabe lo que necesitamos", y nos invita "al abandono confiado al Padre, que hace florecer los lirios del campo y alimenta a los pájaros”. El hombre rico de la parábola sigue pensando solo en las riquezas, pero Dios le dice: "Necio, ¡esta noche se te va a reclamar la vida! "Este camino es contrario al camino de Dios --concluye el papa--, es una tontería, te aleja de la vida, destruye cada fraternidad humana".

"El Señor nos enseña cuál es el camino: no es el camino de la pobreza por la pobreza. ¡No! Es el camino de la pobreza como una herramienta, para que Dios sea Dios, ¡para que Él sea el único Señor! ¡No el ídolo de oro! Y todos los bienes que tenemos, el Señor nos lo da para echar a andar el mundo, para llevar adelante a la humanidad, para ayudar, para ayudar a los demás. Que se mantenga hoy en nuestro corazón la palabra del Señor: 'Estén atentos y manténganse alejados de toda avaricia, porque aunque uno viva en la abundancia, su vida no depende de lo que tiene".

Traducido y adaptado por José A. Varela del texto en italiano de Radio Vaticana
(21 de octubre de 2013) © Innovative Media Inc.
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