Tal vez ha desaprovechado las gracias este año. Todo atleta profesional sabe que siempre hay altos y bajos, cambios y resultados inesperados. Un corredor de campo través podría estar en los últimos lugares la mayor parte de la carrera, pero si en determinado momento decide poner todo de su parte, podría cruzar la linea de meta en primer lugar y ¡ganar la corona de gloria!
Nosotros los atletas de Cristo, que corremos esta carrera, debemos poner todo de nuestra parte para acabar triunfantes. Presentaremos cinco pasos concretos para que en este Año de la fe aumente nuestra fe.
1.ORACIÓN FERVIENTE. El P. John Hardon, S.J. hace esta observación: Personas que pierden su FE, primero han perdido o más bien dejado su vida de oración. Hagamos la decisión, de rezar cada día un poco más y un poco mejor. La oración es cosa de vida o muerte. Que estas palabras de san Agustín nos animen: ''¡Quien reza bien vive bien; quien vive bien muere bien; quien muere bien todo está bien!''
2. ESTUDIO DE LA FE. No podemos amar lo que desconocemos. ¿Cómo podemos amar a Jesús, la Iglesia - su Cuerpo Místico, la Esposa de Cristo - si la desconocemos? Leamos la carta apostólica del Papa Benedicto XVI, Porta Fidei, que presenta formas de vivir el Año de la fe. El Papa recomienda, en forma particular, la lectura del los documentos del Concilio Vaticano II y las constituciones dogmáticas - Dei Verbum, Sacrosanctum Concilium, Gaudium Spes y Lumen Gentium. Leamos también el Catecismo de la Iglesia Católica. No demoremos más, ¡empecemos hoy!
3. EUCARISTÍA. El Papa Pablo VI, durante su pontificado escribió un corto y excelente documento titulado Mysterium Fidei. Este documento da una clara y concisa explicación del Misterio de Fe, la Santa Eucaristía. Mientras que muchos no han recibido catequesis sobre lo que es la Eucaristía, hay otros han dejado de creer en la Eucaristía tienen una idea muy vaga de lo que es la Misa y la Santa Eucaristía. Veamos la vida del santo moderno quien fue canonizado por el Papa Pablo VI. San Charbel Maklouf, monje contemplativo Marionita, pidió a su superior que le permitiera celebrar la santa Misa al medio día. La razón: Quería pasar toda la mañana preparándose para la Santa Misa y toda la tarde dando gracias a Dios por la Misa y la santa Comunión. ¡Qué modelos tan alentadores son los santos!
4. COMPARTA SU FE CON OTROS. Los últimos Papas insistentemente han predicado sobre nuestro llamado, nuestra MISIÓN. Desde el momento del bautismo, somos llamados a ser misioneros. El b. Papa Juan Pablo II, de forma inequívoca dijo que los mejores territorios misioneros son las grandes CIUDADES. Ciudades como Los Ángeles, Nueva York, Chicago, Roma, París, Buenos Aires y Manila, tienen miles de habitantes. Entre sus habitantes la fe va en declive, muchos tienen poca fe, están confundidos sobre su fe o han perdido la fe. El libro de Jonás dice esto sobre las grandes ciudades: ''No saben distinguir la mano izquierda de la mano derecha.'' El P. Benedict Groeschel lo expresó así: ''¡No saben la diferencia entre un Sacramento y una bomba para hinchar la rueda de una bicicleta!'' Estudie y conozca su fe y compártala con otros. La fe no debe sólo guardarse en el corazón o esconder bajo una canasta, sino debe compartirse. Jesús claramente dijo: ''Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.'' Santo Tomás de Aquino, el Doctor angélico, nos presenta la siguiente idea. Cuando damos algo material, nos quedamos con menos. Por ejemplo, si doy veinte dólares, tengo veinte dólares menos. Pero cuando compartimos la fe, ambas personas se enriquecen, la que recibe y la que comparte crece en su fe. Asimilemos las palabras de la beata Madre Teresa de Calcuta: ''Hay que dar hasta que duela.'' Y también las palabras de san Pablo: ''Hay más gozo en dar que en recibir.'' ¡Seamos apóstoles hoy y compartamos nuestra fe este Año de la fe.
5. PRUEBAS, TRIBULACIONES Y PENAS QUE NOS CONDUCEN A LA FE. La carta de Santiago, con palabras fuertes nos dice, que Dios aveces nos dirige por sendas dolorosas para suscitar en nosotros la fe. Dios nos conduce a sus hijos a quien ama, por senderos de pruebas, penas y tribulaciones. Meditemos las palabras del apóstol: ''Hermanos, considérense afortunados cuando les toca soportar toda clase de pruebas. Esta puesta a prueba de la fe desarrolla la capacidad de soportar, y la capacidad de soportar debe llegar a ser perfecta, si queremos ser perfectos, completos, sin que nos falte nada.'' (Santiago 1, 2-4) Dios es nuestro mejor guía, nuestro mejor maestro. El conoce bien la pedagogía humana. Dios sabe y conoce que tendemos a ser perezosos, que nos gusta estar cómodos, conoce nuestro desgano y nuestro deseo de pasar por la vida sin ningún tope. Pero como padre amoroso que es Dios, nos tiene que despertar de nuestro letargo espiritual con una pequeña sacudida. Por esto aveces nos manda pruebas cuando menos los esperamos. Piense en los momentos más dolorosos de su vida, véalos con sinceridad y humildad, quizás verá que por medio de esos acontecimientos, Dios lo condujo hacia Él. Recuerde el libro de Job: «Desnudo salí del seno de mi madre, desnudo allá volveré. Yavé me lo dio, Yavé me lo ha quitado, ¡que su nombre sea bendito!» (Job 1,21)
Conforme llega a su fin este Año de la fe, acudamos a Nuestra Madre Santísima. Entre los muchos hermosos y sublimes títulos que la Iglesia le da es ''Mujer de fe''. Que sus oraciones fortalezcan nuestra fe en Jesús, la Iglesia, la Eucaristía y nuestra esperanza en la vida eterna. Amén.
P. Edward Broom, OMV (P. Escobita)
(fuente: www.guadaluperadio.com)
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