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jueves, 31 de mayo de 2012

El silencio, tiempo que da miedo

El silencio causa temor porque tenemos miedo de encontrarnos a nosotros mismos.

Hay un hecho que suscita interés en nuestros tiempos, esto es, sencillamente el silencio y el miedo a este período. Mucha gente tiene pavor a la ausencia de murmullo. En una ocasión por eficiencia de medios de transportes acudí a un servicio de taxi. ¡Vaya sorpresa! Ocurrió algo inusual. El taxista estaba trabajando en sintonía con una música instrumental. Mi curiosidad fue preguntar la razón. La respuesta fue sencillamente porque le tranquilizaba. Pero eso no fue todo. Añadió a continuación -el taxista- que yo no era el primero que reparaba en el detalle de la música, sino que todos los que viajaban con aquel taxista presentaron sus mismos reparos. Algunos incluso se ponían furiosos y violentos, que les llevaba abandonar el coche.

Pero ¿porqué no nos gusta ordinariamente el silencio? Es sencillamente porque estamos vacíos interiormente. Los grandes hombres de la historia amaron el silencio. Porque tenían que decidir muchas cosas importantes de modo más reposado, íntimo y personal.

La fe cristiana tiene una práctica de vida sumamente interesante: el retiro. De este modo se pretende imitar a Jesús. Pues el mismo Señor pasaba días, horas en oración. Los evangelios nos presentan detalles como: se levantaba muy de madrugada, se retiraba a solas, acudió al desierto, estaba en un lugar aparte. Son datos que presentan la vida de Cristo en un diálogo continuo con Dios Padre. Para esto es útil el silencio. Es un encuentro interior con nosotros mismos y a la vez con Dios mismo. Como consecuencia tenemos necesidad de hacer oración. El silencio es un tiempo provechoso. Nos encontramos realmente en nuestro santuario de la conciencia, ante lo cual nadie puede entrar sino sólo Dios y cuando nosotros la abrimos a quienes tienen competencias de ayudarnos. Pero no a cualquiera ventilamos nuestra interioridad. Hacerlo supondría falta de pudor e incluso de respeto a uno mismo y a la otra persona. Cuánto desagrado causa cuando los problemas personales se ventilan en público. No se arregla nada de ese modo.

El silencio nos ayuda a conocernos a nosotros mismos. El retiro nos ayuda a revisar nuestro itinerario de vida. Es una revisión imprescindible. Hacemos balance de cómo estamos. Supone sencillez y humildad. También fortaleza y sinceridad para con nosotros mismos.

El silencio causa temor porque tenemos miedo de encontrarnos a nosotros mismos. Nos damos cuenta que la vida interior es débil y en el peor de los casos vacía, sin grandes ideales. Podemos comparar como el encender una luz en una habitación sin ventanas. Es muy probable que tengamos que exigirnos luego y cambiar muchas cosas que dejan que desear, pero como esto no nos gusta entonces simplemente buscamos el bullicio, la actividad, llenar el silencio con golpeteos de latas y cosas que acallen el grito de la conciencia.

escrito por P. Arnaldo Alvarado S. 
(fuente: Al día con matices)

miércoles, 30 de mayo de 2012

Devoción a los Santos Ángeles Custodios

Desde el principio, el universo creado por Dios tuvo una unidad admirable. Hay un todo armonioso que nace del Amor de Dios. Los Ángeles son las criaturas más perfectas de la creación. La Iglesia ha definido dogma de fe la existencia de los Ángeles. Dios es el creador de todas las cosas, las visibles y las invisibles. (IV Concilio de Letrán, 1215).

El trato con el Ángel Custodio en el orden sensible es menos experimentable que el de un amigo de la tierra, pero su eficacia es mucho mayor. Sus consejos vienen de Dios y penetran más hondo que la voz humana. Se pueden aplicar a cada Ángel Custodio los oficios que Dios enumera, cuando dice a Moisés: Yo mandaré un Ángel ante ti para que te defienda en el camino y te haga llegar al lugar que te he dispuesto (Éxodo 23,20).

Pío XII dice: Los ángeles están muy activos. “Haced más real en nosotros ese mundo invisible, pues las cosas que se ven duran sólo un momento, como dice San Pablo. Pero las cosas que no se ven son eternas. Los ángeles os miran como amigos, como a familiares… Están llenos de solicitud por vuestra salvación y vuestra santidad. Dios os concederá que paséis una eternidad con ellos. Así es que hay que conocerlos ya desde ahora” (en Pío XII, el papa-rey, Robert Serrou, Palabra, Madrid 1996, p. 400).

Esta asignación personal de un Ángel Custodio es una manifestación de la providencia especial que tiene Dios con nosotros. San Jerónimo dice: “¡Cuan grande es la dignidad del hombre, que desde el día de su nacimiento tiene asignado un Ángel que lo proteja!”.

En esta lucha del hombre, Dios no lo ha querido solo, porque de otro modo la lucha habría sido desigual, ha puesto un Ángel de la Guarda, un Ángel siempre preparado para intervenir en cualquier momento que es requerido. Por desgracia la incredulidad hace que pocos recurran a él. Por eso hemos de hablar mucho de los Ángeles...

La Nueva Era da una versión distinta de la católica de lo que son los Ángeles y Arcángeles. Los ángeles son espíritus puros, son seres personales de naturaleza invisible creador por Dios, inteligentes, que colaboran como mensajeros en el ejercicio de la Providencia en la Historia de la Salvación. San Gregorio Magno escribe que “casi todas las páginas de los libros sagrados testifican que existen los ángeles y arcángeles” (Homilía 34 in Evang. 7: PL 76, 1249).

Los ángeles se representan en la pintura y en la escultura en forma de hombre o de niño, con alas en su espalda y con una aureola en su cabeza; pero se trata únicamente de algo simbólico que no corresponde a la realidad, pues los ángeles no tienen cuerpo.

Los ángeles fueron sometidos a una prueba y algunos no la pasaron: son los demonios. Si todo pecado comienza por la soberbia (Ecle 10, 12s), también su pecado comenzó por allí. Satanás, deslumbrado por su propia gloria, olvidó que dependía de Dios y negó esa dependencia. Se negó a reconocer la supremacía de Dios. San Atanasio también advierte que la soberbia fue lo que precipitó al demonio y a los ángeles caídos al abismo. Ahora tienen envidia de los seres humanos pues Dios nos destinó a ocupar los puestos que ellos perdieron en el cielo.

Tobías y Daniel son los libros más ricos del Antiguo Testamento sobre los ángeles.

Es necesario dejarse ayudar. Los ángeles no pueden entrar en el interior de la conciencia, no tienen acceso a lo que el hombre piensa y desea; pueden conocerlo sólo si se lo manifestamos o si Dios se lo revela. Aquí se encuentra otro motivo para tratar al Ángel Custodio: hablar con él, decirle lo que nos pasa y lo que queremos, para que lo conozca y nos ayude. Ciertamente, con su inteligencia agudísima, basándose en signos —reacciones y actitudes, palabras o gestos— pueden llegara conocer nuestras intenciones y proyectos, o nuestras necesidades, y así alcanza a saber lo que nos conviene; pero habitualmente recibirá más ayuda del propio Custodio quien más le trate.

Viendo el demonio bajar a la tierra para perseguir “a los que guardan los mandamientos de Dios y el testimonio de Jesús” (Ps. CXXXVII, 1), los ángeles buenos descienden también, para defendernos. San Josemaría Escrivá dijo: “acude a tu Custodio a la horade la prueba, y te amparará contra el demonio y te traerá santas inspiraciones” (Camino, n. 567). También aconsejaba darles gracias porque velan al Señor Sacramentado perpetuamente.

¿Cómo intervienen los ángeles en los hogares, en las escuelas, en las fábricas, en los cines, en los parlamentos, en la carretera? Santo Tomás –el Doctor Angélico- encuentra la respuesta a esas cuestiones en la naturaleza misma de los ángeles. Conocen mejor que nosotros el mundo material y sus leyes. Ejercen sobre este mundo material un imperio misterioso. A San Pablo lo pica una víbora en la isla de Malta, probablemente fue una acción del ángel sobre la víbora (Hechos 28). El poder de los ángeles sobre el mundo animal es mayor que el de los domadores de leones y encantadores de serpientes.

La ayuda del Ángel puede contribuir enormemente a la eficacia del trabajo, de la oración y del apostolado: es un gran aliado para vivir la coherencia de vida. Por naturaleza está habilitado para el combate (hasta los visten de soldados romanos).

Nuestro ángel custodio se convierte en una ayuda valiosísima, pues además de las oraciones que le dirigimos, podemos entablar un diálogo frecuente, que se traduce en peticiones concretas y sencillas, a título de ejemplo: nos inspire para acudir con mejores disposiciones a la Eucaristía, a la Confesión y a nuestra oración personal. Antes de salir de casa hay que pedirle que nos acompañe.

(fuente: www.churchforum.org.mx)

martes, 29 de mayo de 2012

Espiritualidad de Comunión con Estilo Salesiano (II parte)

EL ESPÍRITU DE FAMILIA, LA APORTACIÓN SALESIANA A LA ESPIRITUALIDAD DE COMUNIÓN.

El don que Dios ha hecho a la humanidad es el de hacernos sus Familiares, la filiación. Somos hijos e hijas en el Hijo. “Dios se ha humanado para que el hombre sea divinizado” decía los santos padres. El Hijo se ha hecho hombre, para que los hombres fueran hijos.

La Vida Nueva que Dios nos ofrece implica cambios radicales:

• El ser humano renace por obra del Espíritu Santo. Éste hace su morada en el espíritu humano, lo transforma, lo ilumina y lo guía en su caminar hacia Dios

• El Espíritu Santo revela a Jesús como nuestro Salvador, nuestro hermano y nuestro Señor, y permite que creamos en Él, que hablemos de Él, que lo amemos y que nos transformemos en Él.

• Si Jesús es nuestro hermano, nosotros somos hijos del Padre Celestial. El Espíritu nos hace descubrir a Dios como Padre (Rom. 8, 15; Gál. 4, 6-7) y nos permite conocer su misterio de amor (1 Cor. 2, 8-11)

• Siendo todos los humanos hijos e hijas de Dios, somos hermanos y hermanas los unos de los otros. Aquí está la base del amor que debemos al prójimo.

• Todas las cosas se ven iluminadas por la luz del Espíritu. La persona nueva descubre en la creación la huella de Dios, acepta los criterios del Evangelio (las Bienaventuranzas) para su actuar, rechaza el pecado, los principios de este mundo contrarios al Evangelio y obedece la ley del amor y de la libertad que da el Espíritu (cfr. Gálatas).

• El Espíritu Santo enriquece a los hombres y mujeres de todos los tiempos con dones o carismas, y los llama a que sirvan a los demás y de manera especial a sus hermanos y hermanas en la fe .

La persona nueva, nacida de nuevo por obra del Espíritu Santo, se llena de gozo y siente la necesidad de compartir con los demás su alegría. Ansía que su prójimo participe de la misma gracia que él ha experimentado y, en consecuencia, comunica a los otros las maravillas que Dios ha obrado en él. Siente urgencia en hablar de Jesucristo y da testimonio de cuanto le ha acaecido, convirtiéndose libremente en colaboradora de Dios.

Familiares de los jóvenes, especialmente de los más necesitados de todo, para contribuir a hacerles conscientes de su filiación en Cristo.

Don Bosco nos ha dejado un documento síntesis sobre su sistema educativo: la carta de Roma (1881) “el documento más límpido y esencial de la pedagogía del santo, uno de los más significativos de la educación cristiana” (D.Braido). En él nos delinea el espíritu de familia, nuestra específica contribución carismática en la Iglesia. Lo que sigue son palabras totalmente suyas bajo unos epígrafes que puedan ayudar a resaltar lo que nos identifica.

1. El principio unificador de la vida salesiana: los jóvenes amados en Cristo

Cerca o lejos, yo pienso siempre en vosotros. Uno solo es mi deseo que seáis felices en el tiempo y en la eternidad.

.... Sois el único y continuo pensamiento de mi mente.

...Son palabras de quien os ama tiernamente en Jesucristo y tiene el deber de hablaros con la libertad de un padre.


2. La Familiaridad-Confianza-Amor como principio metodológico.

..se cantaba, se reía por todas partes, entre jóvenes y superiores reinaba la mayor cordialidad y confianza. La familiaridad engendra afecto, y el afecto, confianza. Esto es lo que abre los corazones.

¿Cómo animar a estos jóvenes para que recobren la antigua vivacidad, alegría y expansión?

- Con la Caridad. Que los jóvenes no sean solamente amados, sino que se den cuenta de que se les ama... Al ser amados en las cosas que les agradan, participando en sus inclinaciones infantiles, aprendan a ver el amor también en aquellas cosas que les agradan poco, como son la disciplina, el estudio, la mortificación de sí mismos y que aprendan a obrar con generosidad y amor.

..el amor lo regulaba todo y nosotros no teníamos secretos para Don Bosco.

3. La ascesis de una madre que guía a su hijo y por él se olvida de sí.

¿Por qué sus salesianos no se convierten en sus imitadores? ¿Por qué no insiste y les exige que traten a los jóvenes como Vd. los trataba?

Les insisto,...pero no están dispuestos a arrostrar las fatigas de otros tiempos.

Descuidando lo menos, pierden lo más. ... como padres, hermanos, amigos. Si se quiere hacer un solo corazón y una sola alma, por amor a Jesús, se tiene que romper esa barrera fatal de la desconfianza, que ha de ser suplantada por la confianza más cordial. Es decir: que la obediencia ha de guiar al alumno como la madre a su hijito; entonces reinará en el Oratorio la paz y la antigua alegría.


4. Jesús de Nazaret, el Maestro de la familiaridad, es el modelo.

Familiaridad con los jóvenes, especialmente en el recreo. Sin la familiaridad no se puede demostrar el afecto, y sin esa demostración no puede haber confianza. El que quiera ser amado es menester que demuestre que ama. Jesucristo se hico pequeño con los pequeños y cargó con nuestras enfermedades. ¡He aquí el Maestro de la familiaridad!

El que sabe que es amado, ama, y el que es amado lo consigue todo, especialmente de los jóvenes. Esta confianza establece como una corriente eléctrica entre jóvenes y superiores. Los corazones se abren y dan a conocer sus necesidades y manifiestan sus defectos. Este amor hace que los superiores puedan soportar las fatigas, los disgustos, las ingratitudes, las faltas de disciplina, las ligerezas, las negligencias de los jóvenes. Jesucristo no quebró la caña ya rota ni apagó la mecha humeante. He aquí nuestro modelo.

5. Denuncias contra la comunión desde la espiritualidad salesiana.

Entonces no habrá quien trabaje por vanagloria; ni quien castigue por vengar su amor propio ofendido; ni quien se retire del campo de la asistencia por celo a una temida preponderancia de otros; ni quien murmure de los otros para ser amado y estimado de los jóvenes, con exclusión de todos los demás superiores, mientras, en cambio, no cosecha más que desprecio e hipócritas zalamerías; ni quien se deje robar el corazón por una criatura y, para agasajar a esta, descuide a todos los demás jovencitos; ni quienes, por amor a la propia comodidad, menosprecien el deber de la asistencia; ni quienes, por falso respeto humano, se abstengan de amonestar a quien necesite ser amonestado.

Si existe este amor efectivo, no se buscará otras cosas más que la gloria de Dios y el bien de las almas. Cuando languidece este amor, es que las cosas no marchan bien.

¿Por qué se quiere sustituir la caridad por la frialdad de un reglamento? ¿Por qué los superiores dejan aun lado la observancia de aquellas reglas de educación que don Bosco les dictó? ¿Por qué al sistema de prevenir, de vigilar, y corregir amorosamente los desordenes, se le quiere reemplazar por aquel otro más fácil y más cómodo para el que manda de promulgar la ley y hacerla cumplir mediante los castigos que encienden odios y acarrean disgustos; si se descuida el hacerlas observar, son causa de desprecio para los superiores y de desórdenes gravísimos. Y esto sucede necesariamente si falta la familiaridad.


6. La meta de la felicidad, la praxis de la escucha, la mirada atenta, la búsqueda del bien porque Dios nos confía a los jóvenes.

Si, por lo tanto, se desea que en el oratorio reine la antigua felicidad, hay que poner en vigor el antiguo sistema: El superior sea todo para todos, siempre dispuesto a escuchar toda duda o lamentación de los jóvenes, todo ojos para vigilias paternalmente su conducta, todo corazón para buscar el bien espiritual de sus subalternos y el bienestar temporal de aquellos a quienes la Providencia ha confiado a sus cuidados.

Entonces los corazones no permanecerán cerrados y no se ocultarán ciertas cosas que causan la muerte de las almas. Sólo en caso de inmoralidad sean los superiores inflexibles.

Es mejor correr el riesgo de alejar de casa a un inocente que hacer que permanezca en ella un escandaloso. Los asistentes consideren como un estrechísimo deber de conciencia el referir a los superiores todas aquellas cosas que crean pueden constituir ofensa a Dios.

Entonces yo le pregunté:

- ¿Y cual es el método principal para que triunfe semejante familiaridad y amor y confianza? - La observancia exacta del reglamento de la casa. - ¿Y nada más? - El mejor plato de una comida es la buena cara.


7. Los jóvenes co-protagonistas del ambiente y la espiritualidad

¿qué debo decir a los jóvenes del Oratorio?

Él me respondió: - Que reconozcan los trabajos que se imponen los superiores, los maestros y los asistentes por amor a ellos, pues si no fuese por labrar sus bien, no se impondrían tantos sacrificios; que recuerden que la humildad es la fuente de toda tranquilidad; que sepan soportar los defectos de los demás, pues la perfección no se encuentra en el mundo, sino solamente en el paraíso; que dejen de murmurar, pues la murmuración enfría los corazones; y, sobretodo, que procuren vivir en gracia de Dios. Quien no vive en paz con Dios, no puede tener paz consigo mismo ni con los demás.

- ¿Me has dicho, pues, que hay entre mis jóvenes quienes no están en paz con Dios?
- Esta es la primera causa del malestar reinante, entre otras que usted conoce, y que usted debe remediar, y que, por lo tanto, no voy a explicarle ahora. En efecto, solo desconfía el que tiene secretos que ocultar, quien teme que esos secretos sean descubiertos, pues sabe que, de ponerse de manifiesto, se derivará de ellos una gran vergüenza y no pocas desgracias. Al mismo tiempo, si el corazón no está en paz con Dios, vive angustiado, inquieto, rebelde a toda obediencia, se irrita por nada, se cree que todo marcha mal, y como él no ama, juzga que los superiores tampoco aman.

- Pues, con todo, ¿no ves querido mío, la frecuencia de confesiones y comuniones existentes en el Oratorio?
 - Es cierto que la frecuencia de confesiones es grande, pero lo que falta en absoluto en muchísimos jóvenes que se confiesan es la estabilidad o firmeza en los propósitos. Se confiesan, pero siempre de las mismas faltas, de las mismas ocasiones próximas, de las mismas malas costumbres, de las mismas desobediencias, de las mismas negligencias en el cumplimiento de los deberes. Así siguen durante meses y años, y algunos así llegan hasta el final de los estudios. Tales confesiones valen poco o nada; por lo tanto, no proporcionan paz, y si un jovencito fuese llamado en tal estado ante el tribunal de Dios, se vería en un aprieto.


8. María Auxiliadora nos sostiene.

Predica a todos, mayores y pequeños, que recuerden siempre que son hijos de María Santísima Auxiliadora. Que Ella los ha reunido aquí para librarlos de los peligros del mundo, para que se amen como hermanos y para que den gloria a Dios y a ella con su buena conducta; que es la Virgen quien les provee...


PISTAS PARA TRADUCIRLA EN LO CONCRETO

El capítulo general XXI de las FMA ha escuchado la llamada urgente que brota de nuestros ambientes y declara que “asumimos con responsabilidad y conscientemente la particular tarea que la Iglesia encomienda a las comunidades de vida consagrada de fomentar la espiritualidad de comunión en nuestros ambientes educativos, en la misma comunidad eclesial y aún más allá de sus límites, ‘entablando o restableciendo constantemente el diálogo de la caridad, sobre todo allí donde el mundo de hoy está desgarrado por el odio étnico o las locuras homicidas’. Esta tarea requiere ‘personas espirituales forjadas interiormente por el Dios de la comunión benigna y misericordiosa, y comunidades maduras donde la espiritualidad de comunión es ley de vida’” (CG XXI, 16)

“En comunión por caminos de ciudadanía evangélica”es el lema que nos acompañará en este sexenio y que hay que aterrizar en la vida cotidiana de cada comunidad FMA y educativa.

Para este mundo tan drásticamente globalizado y al mismo tiempo tan dolorosamente fracturado; para una Iglesia que debe ser buena noticia, y esta llamada a renovarse y recuperar su vocación de oferta de sentido a la humanidad; para tantos hombres y mujeres hambrientos de una experiencia de Dios, con miedo a perder su libertad y su individualidad, pero al mismo tiempo escapando de la soledad en tan ambiguas y hasta deformadas experiencias de comunidad; aquí en este mundo de hoy para el hombre de hoy, la espiritualidad de la comunión es una respuesta fresca a un mundo con explicitas aspiraciones de comunión. Cómo ofrecerla, será la gran tarea de todas las comunidades que deben traducir esta respuesta en cada realidad local, en cada situación particular, con planes específicos que respondan a esta necesidad.

Surge entonces la pregunta como hacer operativo este camino en la búsqueda de esta espiritualidad, cómo empezar a construirla, como ir generando este ambiente de comunión, cómo ir transmitiendo esta Espiritualidad. Algunas pistas:


1. El diálogo y comunicación: La persona es una existencia capaz de separarse de si misma, de desposeerse, de descentrarse para llegar a ser disponible para otros. En el diálogo y la comunicación está la puerta de la comunión. Es la primera posibilidad que el "otro" sea "alguien" para mí y que yo mismo sea "alguien” para otro. Cuando se posibilita un verdadero diálogo, están en juego dos «horizontes de comprensión» que están llamados a respetarse en su diferencia, pero, al tiempo, a descubrir un «nuevo horizonte de compresión» enriquecido y cargado de nuevos matices. En el diálogo nos hacemos uno y diversos a la imagen de Dios uno y trino. El diálogo debe tener necesariamente , por un lado, una abierta escucha y acogida, desarmada, sin prejuicios, dispuesta a entender al otro desde su comprensión, y no a abarcarlo, o a desarmarlo, o a catalogarlo o a juzgarlo. En el diálogo y la comunicación lo que se quiere es llegar a comprender; dejar de colocarme en mi propio punto de vista para situarme en el punto de vista del otro. Por otro lado, el diálogo requiere una sincera expresión en la palabra, sin maquillajes, sin apariencias, sin ambigüedades, sin intereses, que exprese lo que se tiene, lo que se quiere, lo que se sueña. No existe diálogo cuando solo quiero imponer y afirmar mis ideas. El diálogo requiere la más perfecta encarnación de la igualdad entre los hombres. El diálogo es la entrada en el misterio del otro sin lastimarlo, tematizarlo o totalizarlo. El diálogo es la voz de la comunión y a través de él podemos descubrir el valor de la palabra, de nuestra verdadera capacidad de acogida a ella y de consecuencia nuestra posibilidad frente a la Palabra hacha carne.


2. La participación: Es saber «dar espacio» y saber «encontrar espacio». Porque soy "alguien" dentro de la comunidad , soy tenido en cuenta sin importar mis diferencias, soy llamado y tengo un lugar y un quehacer en ella. Formo parte y tomo parte en la transformación de mi realidad, me hago co-protagonista sin protagonismo. Hago un esfuerzo constante y paciente por estar siempre presente allí donde corresponde. La participación también supone un delicado respeto por la igualdad y una exigente acogida de la diferencia. Quien no participa no entra en la comunión y donde hay comunión debe existir una amplia participación. La participación es el sabor y el sentido operativo y encarnado, el hecho concreto de la comunión. La participación es la carne, los brazos de la comunión.


3. Discernimiento comunitario: Consiste en buscar conjuntamente la voluntad de Dios. El Discernimiento supone en toda su integridad la riqueza del diálogo y la participación. Si se quiere vivir la comunión la realidad eclesial no puede polarizarse entre unos que mandan y otros que obedecen, unos que saben y enseñan y otros que sólo pasivamente reciben. Entre unos que interpretan y deciden y otros que aplican y experimentan. En el discernimiento comunitario entran en juego toda nuestra capacidad de la lectura profunda de la realidad con total independencia y sin puntos de vista sesgados o excluyentes; esta en juego las esperanzas y los anhelos de un pueblo; esta en juego la verdadera acogida de la Palabra de Dios en nuestra historia, nuestra visión de fe de la realidad; esta en juego nuestra capacidad de llegar a consensos respetando la diferencia y sumando al proyecto colectivo que quiere desentrañar la voluntad de Dios. En fin, en el discernimiento comunitario esta en juego nuestra capacidad para tomar decisiones y afrontarlas colectivamente como fidelidad a la voluntad de Dios discernida.


4. La comunicación de bienes: no es posible hablar de espiritualidad de comunión si no se expresa en alguna forma en comunicación de bienes. La generosidad y la gratuidad, el don sin medida, sin la esperanza de devolución, es la expresión de la plena comunión. El mundo actual necesita absolutamente de justicia y equidad, de solidaridad y caridad. Se requiere una comprometida comunicación de bienes espirituales, culturales y materiales. La comunicación de bienes no es otra cosa que la expresión histórica de la comunión eclesial y de la vocación de la humanidad a la fraternidad universal. Pero la comunión de bienes, más que una exigencia para la comunión debe venir como un fruto de ella. No es la comunión de bienes lo que produce la comunión, sino al contrario. Sólo esto salva al cristianismo del asistencialismo, la limosna sin compromiso y la perpetuación, justificación y el mantenimiento de las mismas estructuras que producen toda desigualdad.


5. La Eucaristía: “Si en Mornese se respiraba un clima de familia, ¿no deberíamos ver la razón tal vez en una espiritualidad invadida por el amor eucarístico? La existencia de María Dominica, desde su juventud, está marcada y unificada por la Eucaristía, que suscita actitudes de fe, de adoración, de conversión y forja en ella una peculiar manera de ser y de educar. La experiencia eucarística es el sostén de su intensa jornada de trabajo, y la certeza de la presencia de Dios y de la unión con Jesús, adorado en el sacramento del altar la acompaña continuamente. Por esto aparecía inmersa en Dios, parecía que llevase a Jesús en el corazón. El silencio, la oración, la actividad, el sacrificio, la misma naturaleza, las viñas, los campos eran para ella liturgia, ofrenda para presentar en el altar junto al de Jesús. Su jornada partía de la Eucaristía celebrada para regresar a la Eucaristía adorada en la oración ante el tabernáculo.

En el encuentro con su presencia viva en la Eucaristía encontrarán alimento a lo largo del camino, soporte en la prueba, sentido para una vida plenamente realizada, esperanza para un futuro diverso, caracterizado por la comunión y por la paz. La Eucaristía crea comunión y educa a la comunión y la Misa dominical es lugar privilegiado donde la comunión se anuncia y cultiva constantemente (cf EdE nn. 40, 41).” (Circular 849- mayo 2003, M.Antonia Colombo 849).

escrito por María Dolores Ruiz Pérez, FMA 
(fuente: www.donbosco.es)

lunes, 28 de mayo de 2012

Hacia la Colecta 2012 de Cáritas: "Pobreza Cero. Vida digna" para todos

En el camino que estamos transitando de nuestra Colecta Anual a realizarse los días 9 y 10 de junio, nos detenemos a reflexionar un poco el lema que nos acompaña este año. Pobreza Cero. Vida digna para todos.

“Vida digna para todos” se nos presenta como una explicitación del concepto “Pobreza Cero”. No se trata sólo de contar con recursos o repartir alimentos, se trata también de condiciones de vida acordes a la dignidad que tenemos las mujeres y los hombres como imagen de Dios.

“Vida digna” es una idea culturalmente asociada con trabajo digno, casa digna, trato digno, y con valores primordiales como el respeto por la persona, la justicia y el trabajo.

Cáritas Añatuya, protagonista de los materiales que animan esta Colecta Anual agrega que: “yendo al interior de la Diócesis, uno puede descubrir que allí viven personas que tratan de construir una vida, de sostener una familia, pero que enfrentan limitaciones materiales que son extremas y que sobre todo, se ven marcadas por la inestabilidad de vida. Es la imposibilidad, justamente, de asentarse en el mundo del trabajo y de proyectarse hacia el futuro”.

“Por eso con este lema, se busca cambiar la realidad de la vida de nuestros pueblos, nuestras comunidades, de nuestra Diócesis, para que florezca la vida humana, la autonomía, la capacidad de auto realización mediante el acceso de condiciones y oportunidades de bienestar en salud, educación, infraestructura habitacional, empleo de calidad, participación ciudadana, proyección cultural y progreso moral. Una vida nueva la que da Jesucristo que es plenitud de vida”, concluye.

“Pobreza Cero. Vida digna para todos” es un mensaje que nos recuerda la primacía de la dignidad de la personas al momento de hablar de pobreza. Y nos interpela a todos, a la sociedad, a los cristianos y a los voluntarios de Cáritas, a trabajar en favor de la vida y la promoción humana, favoreciendo la inclusión social y la igualdad de oportunidades para todos los hermanos de nuestra patria.

(fuente: www.caritas.org.ar)

Espíritu de Comunión con Estilo Salesiano (I parte)

ESPIRITUALIDAD, VIDA SEGÚN EL ESPIRITU.

ESPIRITUALIDAD quiere decir vida conforme a la guía del Espíritu Santo que nos habita, que mueve nuestros corazones. La espiritualidad no es algo desencarnado, al contrario, es en la vida práctica de cada día en la que se trasluce el Espíritu que nos mueve por dentro. Por eso la espiritualidad es un estilo o forma de vivir las exigencias cristianas. No es una parte de la vida sino la vida entera guiada por el Espíritu Santo.

San Pablo lo recuerda bien a los cristianos de Galacia, indicándoles cuáles son los indicadores de una vida auténtica según el Espíritu, los frutos que se dan: “En cambio los frutos del Espíritu son: amor, alegría, paz, tolerancia, amabilidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio de sí mismo... si vivimos gracias al Espíritu, procedamos también según el Espíritu” (Gál 5,22-25)

El Espíritu Santo nos hace crecer en el Amor. Donde hay un acto auténtico de amor, está actuando el Espíritu de Dios. Él es el amor derramado en nuestros corazones (Romanos 5, 5). El Espíritu de Dios es el que posibilita "la comunión de los santos", es el Señor y Dador de Vida. Toda la vida cristiana se desarrolla bajo la acción del Espíritu. Cada cristiano/a debe:

• pedir el don del Espíritu Santo. La plegaria de cada uno debe reforzarse con la oración de la comunidad. Todos debemos rogar al Señor que avive el fuego en la Iglesia.

"Nadie será lleno de ese fuego, si no reza y pide y llama, con pertinaz y urgente anhelo de esperanza". (san Buenaventura)

• cuidar el don que es una vida según el Espíritu con:
- la Palabra (Lc 4,4),
- la oración (Col 4,2)
- el cuidado de la salud integral (1Tim, 5,23)
- la vida de comunidad y la eucaristía (Hech 2,42)
- profundizando en la propia fe: “Creced en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2Pe 3,18) para dar razón de nuestra esperanza a quien nos lo pida (1 Pe 3,15)
- creciendo en el amor demostrado (1 Jn 3,18)
- Colaborando con Dios en la construcción de su Reino (1 Cor. 3, 9)

Hay falsas espiritualidades, las que se quedan a nivel de ideas, las que evaden de la realidad concreta, las que provocan ceguera ante las situaciones que claman una ayuda (Lc 10, 25-37), las que no luchan por la dignidad de la personas humanas más desfavorecidas. El apóstol Juan las denuncia en sus cartas y dice que es necesario discernir porque cualquier espíritu no es el de Jesús (1 Jn 4,1-2).

La acción del Espíritu produce en cada persona una criatura nueva: “revestida del hombre nuevo, el creado según Dios en justicia y santidad verdaderas” (Ef 4,24). Produce la identificación de la persona con Jesús.


Identificarse con Jesús

Dejarse guiar, interna y externamente, por el Espíritu Santo de Dios significa seguir los pasos de Jesús de Nazaret, actualizar en cada época y cultura su praxis de amor concreto, especialmente a aquellos más desfavorecidos por la sociedad humana, pero preciosos a los ojos de Dios porque el Padre quiere que en todos sus hijos e hijas brille la dignidad humana a que están llamados según su designio amoroso.

Los hombres y las mujeres fuimos creados a imagen y semejanza de Dios (Gén. 1, 27). Perdida la humanidad por otros derroteros que desfiguran la imagen de Dios en el ser humano, es el mismo Dios quien nos recupera para que brille en la humanidad la imagen de su Creador.

La meta de los cristianos es acoger al Señor y permitirle que more en nuestro corazón y nos transforme en Él, de modo que podamos exclamar: "Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí" (Gál. 2, 20). Realizar esa afirmación del Apóstol es una gracia para cualquier persona. Ese es el ideal, la meta y el programa de vida de quienes se dejan guiar por el Espíritu Santo.

Jesús quiere vivir en sus discípulos. Él habló de venir con el Padre y con el Espíritu Consolador, para hacer su morada en nosotros, y puede realizarlo si nuestra mente piensa en Él, si nuestro corazón lo ama, si nuestra memoria lo evoca, si nuestros deseos lo anhelan, si nuestros sentimientos son los suyos y si nuestros actos realizan su Palabra.

La persona que se compromete con ese ideal se va transformando en Jesucristo: piensa como pensó Jesús (1 Cor. 2, 16), ama como el Señor amó (Jn. 13, 34; 15, 12; 1 Jn. 2, 6; Ef. 5, 2), perdona, acoge y sirve como Él lo hizo (Col. 3, 13; Rom. 15, 7; Mt. 20, 27-28). Esa identificación con Jesús llega a ser tan grande que, según san Pablo, "somos conformes a la imagen de su Hijo" (Rom. 8, 29) y se puede afirmar que "la persona cristiana es otro Cristo". María, modelo de la transformación en Cristo. El ser humano en el que se ha realizado de modo perfecto la unión con Jesús y la transformación en Él, fue en María, su madre: ella lo llevó nueve meses en sus entrañas, lo acogió recién nacido, lo acompañó desde el pesebre hasta el Calvario, conservó en su corazón todo lo que a Él atañía y estuvo siempre llena de su amor. María es el proyecto de humanidad según el Espíritu ya realizado en una criatura humana.

Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con él. Por tanto, mortificad vuestros miembros terrenos: fornicación, impureza, pasiones, malos deseos y la codicia, que es una idolatría, todo lo cual atrae la cólera de Dios sobre los rebeldes, y que también vosotros practicasteis en otro tiempo, cuando vivíais entre ellas. Mas ahora, desechad también vosotros todo esto: cólera, ira, maldad, maledicencia y palabras groseras, lejos de vuestra boca. No os mintáis unos a otros. Despojaos del hombre viejo con sus obras, y revestíos del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador, donde no hay griego y judío; circuncisión e incircuncisión; bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todo y en todos. Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros. Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección. Y que la paz de Cristo presida vuestros corazones, pues a ella habéis sido llamados formando un solo Cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite en vosotros con toda su riqueza; instruíos y amonestaos con toda sabiduría, cantad agradecidos, himnos y cánticos inspirados, y todo cuanto hagáis, de palabra y de boca, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su medio a Dios Padre.” (Colosenses 3, 4-18) Nada más visible que la espiritualidad de una persona, de ahí el dicho: “a los santos lo que más se les ve es lo que llevan dentro”.


RASGOS DE LA ESPIRITUALIDAD DE COMUNIÓN

“Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión: éste es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo ... Antes de programar iniciativas concretas, hace falta promover una espiritualidad de la comunión, poniéndola como principio educativo en todos los lugares donde se forma el hombre y el cristiano, donde se educan los ministros del altar, las personas consagradas y los agentes de pastoral, donde se construyen las familias y las comunidades” (Novo Milenio ineunte n. 43)

La espiritualidad de la comunión se caracteriza por tener los siguientes rasgos:

a) En primer lugar, debe estar enraizada en el misterio de la Trinidad, comunión de personas por excelencia, que nos permita percibir en el hermano la luz que emana desde su corazón.
b) Exige una buena dosis de compasión: nada de lo que le sucede a mis semejantes me es indiferente, ajeno o extraño.
c) Además, nos permite percibir al otro no sólo como don para sí mismo, sino como don para mí, como un regalo de Dios.
d) Por último, esta espiritualidad de la Comunión lleva a "dar un espacio al hermano", solidarizándonos con él pero también corrigiendo esas tendencias nuestras a sobresalir, a competir deslealmente, a afirmarnos egoístamente en desmedro del bienestar del otro.

Este camino señalado nos impulsa a inaugurar o profundizar un nuevo estilo de vida eclesial, de otra manera, "los instrumentos externos de la comunión se convertirían en medios sin alma, máscaras de comunión más que sus modos de expresión y crecimiento" (cf. n. 43).

La Santísima Trinidad es la fuente de toda vida y de todo amor y una llamada a vivir unas relaciones familiares de participación y de diálogo en la comunión.

San Agustín reconoce que «lo más grande en el culto es imitar lo que adoras». Por eso, celebrar a nuestro Dios Trinidad, constituye una interpelación para traducir en la vida nuestra adoración a la Santísima Trinidad. Esta adoración nos ha de llevar:

a) a defender la inviolabilidad de la persona humana, creada a imagen de Dios (Gn 1, 26); a defender y proteger la vida en todas sus manifestaciones, sobre todo, la vida divina de los hijos e hijas de Dios, que poseemos en Cristo y en el Espíritu Santo;

b) a construir la civilización del amor (Juan Pablo II). «Dios es Amor» (1Jn 1, 18). El cristiano, como imagen de Dios, es amor, en cuanto participa el mismo ser divino. Quiere decir que nuestra confesión de fe en el Dios-Amor, nos ha de llevar a traducir este amor en gestos de solidaridad, de amor y de servicio a los hermanos.

c) a vivir en comunión dentro de la diversidad personal, social, cultural y religiosa. ¡Siendo muchos y distintos, no constituimos más que una única familia! Necesitamos una nueva mentalidad, que nos abra al respeto y aceptación, a la participación y a la comunión en la diversidad.

d) La Santísima Trinidad nos muestra que nuestro Dios es «don» total al hombre: el Padre se nos regala por Cristo en el Espíritu Santo, urgiendo en el hombre, en cuanto imagen de Dios, una vida de «don» para el Padre, en Cristo, con Cristo y como Cristo, en docilidad al Espíritu Santo y una vida de «don» para sus hermanos los hombres, siendo la presencia visible y verificable de Dios Trinidad: «A la Iglesia -a cada cristiano- toca hacer presentes y como visibles a Dios Padre, a su Hijo encarnado con la continua renovación y purificación propias bajo la guía del Espíritu Santo» (GS 21,5).

e) La vida de todo bautizado ha de tener un «estilo trinitario». El cristiano ha de vivir como hijo/a de Dios, buscando en todo la voluntad del Padre y asumiendo los mismos sentimientos de Cristo, que hizo de su preciosa existencia un «don hasta la muerte y muerte de cruz». Siempre dócil, eso sí, a la acción del Espíritu Santo. O, en otras palabras, toda vida cristiana se ha de realizar en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, buscando siempre la mayor gloria de la Santísima Trinidad.

escrito por María Dolores Ruiz Pérez, FMA 
(fuente: www.donbosco.es)

Procesión en honor a María Auxiliadora en San Juan - La fe que permanece sin saber del paso de la edad

Más de 10.000 mil fieles participaron de la celebración.

Una multitud. Según la policía más de 10.000 personas asistieron a la procesión de María Auxiliadora. Ésta se inició a las 15 y luego de recorrer diez cuadras terminó en el Colegio Don Bosco con la misa que celebró monseñor Alfonso Delgado.

Hubo gente de todas las edades.

Miles son los fieles que año tras año van a la procesión de María Auxiliadora, sin importar lo que pase. Ese es el caso de Norma Robles de 72 años y Teresa Vargas de 74 años. Ellas asisten a la celebración que se hace en Don Bosco desde niñas y ayer también estuvieron presentes a pesar del viento y de las ‘nanas’ de la edad. Así dejaron en claro que la fe está intacta a pesar del paso de los años.

‘Ya no me acuerdo hace cuantos años vengo, pero estoy para dar gracias por todas las cosas que me ha concedido María’, contó Norma mientras se preparaba para iniciar la procesión de la Virgen, que se realizó ayer y que contó con la presencia de más 10.000 personas, según datos de la Policía. Además dijo: ‘hace un par de años me operaron de la columna y venía de bastón a la misa. Yo vivo a una cuadra de la iglesia y para llegar sin problemas llamaba a un remís’. Norma llegó con su amiga Edith de Villegas y juntas acompañaron el recorrido por las zonas aledañas al colegio Don Bosco.

Otra de las mujeres que nunca dejó de estar en esta celebración fue Teresa Vargas (74). La mujer vive en Chimbas y fue a la procesión a pesar del pedido que le hicieron sus hijos para que no vaya por el viento. ‘Hice mi primera comunión hace más de 60 años en Don Bosco y hoy me escapé de mis hijos para venir a la procesión ya que estar acá es cosa de todos los años y no puedo faltar’, contó la mujer que para esta oportunidad también vino a ver a su nieto que es alumno del colegio.

Por el camino. Durante el recorrido muchas personas sacaron sus imágenes para ver el paso de la procesión.

La procesión a María Auxiliadora terminó en el patio del Colegio Don Bosco con la celebración de la misa que realizó monseñor Alfonso Delgado. Además de los fieles estuvieron todos los abanderados de los colegios parroquiales del Gran San Juan.

domingo, 27 de mayo de 2012

Secuencia de Pentecostés


Ven, Dios Espíritu Santo, 
y envíanos desde el cielo tu luz, 
para iluminarnos.

Ven ya, Padre de los pobres, 
luz que penetra en las almas, 
dador de todos los dones.

Fuente de todo consuelo, 
amable huésped del alma, 
paz en las horas de duelo. 

Eres pausa en el trabajo; 
brisa, en un clima de fuego; 
consuelo, en medio del llanto.

Ven, luz santificadora, 
y entra hasta el fondo del alma 
de todos los que te adoran.

Sin tu inspiración divina 
los hombres nada podemos 
y el pecado nos domina. 

Lava nuestras inmundicias, 
fecunda nuestros desiertos 
y cura nuestras heridas.

Doblega nuestra soberbia, 
calienta nuestra frialdad, 
endereza nuestras sendas.

Concede a aquellos 
que ponen en Ti su fe 
y su confianza tus siete sagrados dones.

Danos virtudes y méritos, 
danos una buena muerte y
 contigo el gozo eterno.

Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra


Lectura del Santo Evangelio según San Juan
(Jn. 20, 19-23)

Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor. Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Palabra de Dios
Gloria a ti, Señor Jesús.


Oración introductoria

Ven, Espíritu Santo, llena mi corazón y enciende el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu Creador y renueva la faz de la tierra. Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; hazme dócil a tus inspiraciones para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Cristo nuestro Señor.

Petición: Espíritu Santo, mira mi vacío si Tú faltas, por eso te suplico vengas hacer en mi tu morada.

Meditación del Papa

Finalmente, el Evangelio de hoy nos entrega esta bellísima expresión: "Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor". Estas palabras son profundamente humanas. El Amigo perdido está presente de nuevo, y quien antes estaba turbado se alegra. Pero dicen mucho más. Porque el Amigo perdido no viene de un lugar cualquiera, sino de la noche de la muerte; ¡y la ha atravesado! No es uno cualquiera, sino que es el Amigo y al mismo tiempo Aquel que es la Verdad y que hace vivir a los hombres; y lo que da no es una alegría cualquiera, sino la propia alegría, don del Espíritu Santo. Sí, es hermoso vivir porque soy amado, y es la Verdad la que me ama. Se alegraron los discípulos, viendo al Señor. Hoy, en Pentecostés, esta expresión está destinada también a nosotros, porque en la fe podemos verle; en la fe Él viene entre nosotros, y también a nosotros nos enseña las manos y el costado, y nosotros nos alegramos. Por ello queremos rezar: ¡Señor, muéstrate! Haznos el don de tu presencia y tendremos el don más bello, tu alegría. Amén. Benedicto XVI, 12 de junio de 2011.

Reflexión

En cierta ocasión se encontraba una maestra en clase de religión con sus alumnos de tercero de primaria. Y les pregunta: - "Quién de ustedes me sabe decir quién es la Santísima Trinidad?" Y uno de los niños, el más despierto, grita: - "¡Yo, maestra! La Santísima Trinidad son el Padre, el Hijo ¡y... la Paloma!"

Para cuántos de nosotros el Espíritu Santo es precisamente eso:¡una paloma! De esa forma descendió sobre Cristo el día de su bautismo en el Jordán y así se le ha representado muchas veces en el arte sagrado. Pero ¡el Espíritu Santo no es una paloma! ¿Cómo se puede tener un trato humano, profundo y personal con un animalito irracional? La paloma es, a lo mucho, un bello símbolo de la paz, y nada más. Y, sin embargo, el Espíritu Santo es la tercera Persona de la Trinidad Santísima y Dios verdadero.

En la solemnidad de hoy celebramos la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles el día de Pentecostés. Pero en las lecturas de la Misa de hoy nos volvemos a encontrar con la misma dificultad de antes: el problema del lenguaje. En el pasaje de los Hechos de los Apóstoles se nos narra que el Espíritu Santo bajó del cielo "en forma de un viento impetuoso que soplaba". ¡Otra imagen! Como el viento que mandó Dios sobre el Mar Rojo para secarlo y hacer pasar a los israelitas por en medio del mar, liberándolos de la esclavitud del faraón y de Egipto (Ex 14, 21-31); o como ese viento que el mismo Dios hizo soplar sobre un montón de huesos áridos para traerlos a la vida, según nos refiere el profeta Ezequiel (Ez 37, 1-14). El mismo Cristo en el Evangelio de hoy usa también la imagen del viento para hablarnos del Espíritu Santo: "Jesús sopló sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo". La misma palabra espíritu significa, etimológicamente, viento: procede del latín, spíritus (del verbo spiro, es decir soplar). El vocablo hebreo, ruah, tiene el mismo significado. Y la palabra latina que se usaba para decir alma era ánima, que a su vez viene del griego ánemos, viento.

El libro del Génesis nos narra que, cuando Dios creó al hombre modelándolo del barro, "le sopló en las narices y así se convirtió en un ser vivo" (Gén 2,7). Por eso también Cristo, como el Padre, sopla su Espíritu sobre sus apóstoles para transmitirles la vida. Sin el aliento vital nada existe. Así como el cuerpo sin el alma es un cadáver, el hombre sin el Espíritu Santo está muerto y se corrompe. Por eso, en la profesión de fe, decimos que "creemos en el Espíritu Santo, que es Señor y Dador de vida". ¿Y cómo nos comunica esa vida? Cristo lo dice a continuación: "a quienes les perdonen los pecados, les quedan perdonados..." Es la vida de la gracia santificante, que producen los sacramentos: el bautismo, la confesión, la Eucaristía y los otros cuatro. Él es el Espíritu Santificador, que da vida, alienta todo y "anima" todo. Es esto lo que Cristo nos quiere significar con esta imagen del viento.

En la Sagrada Escritura se nos habla del Espíritu Santo a través de muchas otras imágenes, dada nuestra pobre inteligencia humana, incapaz de abarcar y de penetrar en el misterio infinito de Dios. En la primera lectura misma que acabamos de referir, se nos dice que descendió "como lenguas de fuego" que se posaban sobre cada uno de los discípulos.

La imagen del fuego es también riquísima a lo largo de toda la Biblia. Es el símbolo de la luz, del calor, de la energía cósmica, de la fuerza. El Espíritu Santo es todo eso: el fuego de la fe, del amor, de la fuerza y de la vida.

Pero, además de las mil representaciones, el Espíritu Santo es, sobre todo, DIOS. Es Persona divina, como el Padre y el Hijo. Es el Dios-Amor en Persona, que une al Padre y al Hijo en la intimidad de su vida divina por el vínculo del amor, que es Él mismo. Vive dentro de nosotros, como el mismo Cristo nos aseguró: "Si alguno me ama, guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a hacer en él nuestra morada" (Jn 14,23).

Podemos decir que una persona que amamos vive dentro de nosotros por el amor. Y si esto es posible en el amor humano, con mucha mayor razón lo es para Dios. El Espíritu Santo y la Trinidad Santísima viven dentro de nosotros por el amor, la fe, la vida de gracia, los sacramentos y las virtudes cristianas. El "dulce Huésped del alma" es otro de sus nombres; y san Pablo nos recuerda: "¿No saben que son templos de Dios y que el Espíritu Santo habita dentro de ustedes?" (I Cor 3,16).

Podríamos decir tantísimas cosas del Espíritu Santo y nunca acabaríamos. Pero lo más importante no es saber mucho, sino dejar que Él viva realmente dentro de nosotros. Y esto será posible sólo si le dejamos cabida en nuestro corazón a través de la gracia santificante: donde reina el pecado no hay vida. Es imposible que convivan juntos el día y la noche, o la vida y la muerte. Dios vivirá en nosotros en la medida en que desterremos el pecado y los vicios para que Él verdaderamente sea el único Señor de nuestra existencia. ¿Por qué no comienzas ya desde este mismo momeneto?

(fuente: es.catholic.net)

Himno al Espíritu Santo

Ven Espíritu Creador,
visita las almas de tus fieles,
Llena de gracia celestial
Los pechos que tu creaste.

Te llaman Paráclito,
Don de Dios altísimo,
Fuente viva, fuego, amor
Y unción espiritual.

Tú, don septenario,
Dedo de la diestra del Padre,
Por ]El prometido a los hombres
Con palabras solemnes.

Enciende luz a los sentidos
Infunde amor en los corazones,
Y las debilidades de nuestro cuerpo
Conviértelas en firme fortaleza.

Manda lejos al enemigo,
Y danos incesantemente la paz,
Para que con tu guía
Evitemos todo mal.

Danos a conocer al Padre,
Danos a conocer al Hijo
Y a Ti, Espíritu de ambos,
Creamos en todo tiempo.

Que la gloria sea para Dios Padre,
Y para el Hijo, de entre los muertos
Resucitado, y para el Paráclito,
Por los siglos de los siglos. 


Amén.

sábado, 26 de mayo de 2012

¿Qué es Pentecostés?

Una festividad universal de la iglesia, mediante la cual se conmemora el descendimiento del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, a los cincuenta días después de la Resurrección de Cristo, en el festival judío llamado "festejo de las semanas" o Pentecostés (Ex., xxxiv, 22; Deut., xvi, 10). En algunos lugares es llamado el "domingo de blanco" ("whitesunday") debido a los ropajes blancos que son portados por aquellos que son bautizados durante la vigilia. Pentecostés ("Pfingsten" en alemán), es la denominación griega por "quincuagésimo", 50o., día después de la Pascua.

Se trata de una festividad cristiana que data del siglo primero, aunque no hay evidencia de que haya sido observada tan antiguamente como la Pascua, el pasaje en Corintios I (xvi, 8) probablemente se refiere a una festividad judía. Esto no es sorprendente ya que el festejo originalmente duraba un sólo día y se realizaba en domingo. Además estaba muy estrechamente relacionada con la Pascua de manera que se podría tratar de una actividad en la terminación pascual.

El hecho de que Pentecostés era una festividad que ya pertenecía a los tiempos apostólicos lo constata el séptimo de los fragmentos (interpolados) cuya autoría es atribuida a San Irineo. En Tertuliano (De bat., xix) el festival aparece como ya firmemente establecido. El Peregrino Gallic, da detallada cuenta de como esta festividad era observada de manera solemne en Jerusalén ("Peregin. Silvae", ed. Geyer, iv). Las Constituciones Apostólicas (V, xx, 17) señalan que Pentecostés tenía la duración de una semana, pero en Occidente no fue observada su ejecución de ocho días sino hasta fecha más tarde. De acuerdo a Berno de Reichenau (1048) fue un aspecto controversial la duración del festejo de Pentecostés. En la actualidad la fiesta tiene un rango similar al del Domingo de Resurrección o Pascua. Durante la vigilia, los catecúmenos eran bautizados, consecuentemente, las ceremonias del sábado eran similares a las observadas en Sábado Santo.

El oficio de Pentecostés tiene sólo un nocturno, durante toda la semana. En la tercera hora tiene el "Veni Creator", el cual es cantado en lugar del himno de costumbre, debido a que en el tercera hora se considera que descendió el Espíritu Santo. La Misa completa tiene una secuencia de "Veni Sancte Spiritus", la autoría del cual se atribuye al Rey Roberto de Francia. El color del ropaje sacerdotal es rojo, como un símbolo de las lenguas de fuego que descendieron.

Con anterioridad, las cortes no funcionaban durante la semana entera y los trabajos clericales fueron prohibidos. El Concilio de Constanza (1094), limitó estas prohibiciones a los primeros tres días de la semana. El resto correspondiente al sábado (sabat) y el martes, fueron abolidos en 1771, y en muchos territorios de misión también el lunes. Este último día fue eliminado de observancia estricta por San Pío X en 1911. Aún hoy día, tal y como sucede en la Pascua, el rango litúrgico de lunes y martes de la semana de Pentecostés el del tipo Doble de Primera Clase.

En Italia fue costumbre que se lanzaran pétalos de rosas desde el cielo de las iglesias, simbolizando así el milagro de las lenguas de fuego, con base en ello, el domingo de Pentecostés es llamado en Sicilia y en otras regiones italianas, como Pascha Rosatum, nombre que proviene del uso de los ropajes rojos de la ocasión. En Francia la costumbre incluyó el toque de trompetas durante los servicios, con el objeto de recordar el sonido y estruendo que debió acompañar el descenso del Espíritu Santo. En Inglaterra, la nobleza se entretenía con carreras de caballos. En la actualidad el festival de Whitsun Ales es prácticamente obsoleto.

En las vísperas de Pentecostés, en las iglesias orientales, servicios extraordinarios con genuflexión o arrodillamientos, fueron acompañados por largas lecturas y recitaciones poéticas y de los salmos (de Maltzew, "Fasten-und Blumen Triodion", p. 898 en donde se identifica el servicio completo de carácter greco-ruso; también en Baumstark, "Jacobit, Fest Brevier", p. 255). Para los festejos de Pentecostés, los rusos llevan flores y ramas verdes en sus manos.

KELNEER, Heortology (St. Louis, 1908); HAMPSON, Medii viæ kalendarium, I (London, 1841) 280 sqq.; BRAND-ELLIS, Popular Antiquities, I (London, 1813), 26 sqq.; NILLES, Kalendarium Manuale, II (Innsbruck, 1897), 370 sqq.

escrito por F. G. Holweck 
Transcrito por Stuart French, hijo. 
Dedicado a Brenda Eileen Metcalfe French
Traducido por Giovanni E. Reyes

(fuente: www.aciprensa.com)

¿Cuál es la diferencia entre gracia y don?

¿Qué es la Gracia?

Según el Catecismo de la Iglesia Católica, la gracia es el favor, el auxilio gratuito que Dios nos da para responder a su llamada: llegar a ser hijos de Dios, hijos adoptivos partícipes de la naturaleza divina, de la vida eterna.

Al hablar de gracia se hace una distinción:

a) Gracia Santificante: Es una disposición estable y sobrenatural que perfecciona al alma para hacerla capaz de vivir con Dios, de obrar por su amor. Y esta la recibimos en el Bautismo y cuando la perdemos por el pecado mortal la recuperamos en el Sacramento de la Confesión.

b) Gracia Actual: Son las intervenciones de Dios en nuestras vidas para ayudarnos a la conversión y al crecimiento en santidad. Es decir, son aquellas gracias que Dios derrama en momentos específicos de nuestras vidas en los que recibimos una luz nueva sobre la vida de Dios y la vida en Dios, o en un momento de tentación para poderla soportar y vencer, o las gracias que se nos dan en un momento de sufrimiento o prueba que nos ayudan a tener la fortaleza necesaria para soportalo. Estas gracias son auxilios momentáneos de parte de Dios para ayudarnos en nuestro diario vivir.

La gracia aumenta a medida que permitimos al Espíritu Santo actuar por la participación en los sacramentos, la oración y la vida virtuosa - todo por los méritos de Cristo. La gracia nos asemeja a la vida de Cristo: sus virtudes, forma de pensar y actuar.


¿Qué son los dones?

Nuevamente volviendo al Catecismo, cuando se habla de "dones" se refiere a aquellos "regalos" que nos da el Espíritu Santo. Los Dones son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo.

Los dones de santificación son aquellas disposiciones que nos hacen vivir la vida cristiana completando y llevando a su perfección las virtudes en nuestras vidas. Estos son siete y la Iglesia se refiere a ellos como "los dones del Espíritu Santo". Estos dones se recibieron en el Bautismo, pero están como regalos sin abrir; luego en la Confirmación volvemos a recibir una efusión del Espíritu para desarrollarlos.

Los carismas: Además de los dones de santificación, el Espíritu Santo nos da carismas de los que habla San Pablo: " Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios que obra en todos. A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común, ..."(I Corintios 12:4-13).

Los carismas son como herramientas. A todos se nos da la gracia pero a cada uno carismas diferentes según nuestra misión. Estos se pueden usar bien o mal. No son condición ni garantía de santidad. Ya que Dios nos creó libres, los carismas se pueden usar bien o mal. Se puede dar el caso de alguien que tenga grandes dones - como el don de la palabra, sanación, lenguas, etc pero no viva en gracia, como fue el caso del hijo pródigo que partió de la casa paterna a malgastar los bienes entregados por él.

Concluyendo: mientras la gracia es participación de la vida divina, los dones son regalos para ayudarnos a vivir esa vida de la gracia y para edificar a la iglesia.

Todos los fieles, debemos invocar al Espíritu Santo y pedirle que renueve en nosotros las gracias y dones que hemos recibido para que nuestra vida cristiana sea testimonio fiel de nuestro Señor Jesucristo y podamos llevar al mundo entero la Luz de Cristo.

(fuente: www.aciprensa.com)

La fe de la Virgen María

"Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.» María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios.» Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel, dejándola, se fue".
Evangelio según San Lucas (Lc 1, 26-38) 


LUMINOSA RESPUESTA DEL ÁNGEL

1. … Al ángel que le propone ser madre, María le hace presente su propósito de virginidad. Ella, creyendo en la posibilidad del cumplimiento del anuncio, interpela al mensajero divino sólo sobre la modalidad de su realización, para corresponder mejor a la voluntad de Dios, a la que quiere adherirse y entregarse con total disponibilidad.

«Buscó el modo; no dudó de la omnipotencia de Dios», comenta san Agustín (Sermo 291).

MOVIDA POR SU GRAN AMOR

2. … San Lucas no indica el lugar preciso en el que se realiza la anunciación del nacimiento del Señor; refiere, solamente, que María se hallaba en Nazaret, aldea poco importante, que no parece predestinada a ese acontecimiento.

Además, el evangelista no atribuye especial importancia al momento en que el ángel se presenta, dado que no precisa las circunstancias históricas. En el contacto con el mensajero celestial, la atención se centra en el contenido de sus palabras, que exigen a María una escucha intensa y una fe pura.

Esta última consideración nos permite apreciar la grandeza de la fe de María, sobre todo si la comparamos con la tendencia a pedir con insistencia, tanto ayer como hoy, signos sensibles para creer. Al contrario, la aceptación de la voluntad divina por parte de la Virgen está motivada sólo por su amor a Dios.

SU PREGUNTA MANIFIESTA SU FE

3. … María es invitada a creer en una maternidad virginal, de la que el Antiguo Testamento no recuerda ningún precedente.

En realidad, el conocido oráculo de Isaías: «He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel» (Is 7, 14), aunque no excluye esta perspectiva, ha sido interpretado explícitamente en este sentido sólo después de la venida de Cristo, y a la luz de la revelación evangélica.

A María se le pide que acepte una verdad jamás enunciada antes. Ella la acoge con sencillez y audacia. Con la pregunta: «¿Cómo será esto?», expresa su fe en el poder divino de conciliar la virginidad con su maternidad única y excepcional.

Respondiendo: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra» (Lc 1, 35), el ángel da la inefable solución de Dios a la pregunta formulada por María. La virginidad, que parecía un obstáculo, resulta ser el contexto concreto en que el Espíritu Santo realizará en ella la concepción del Hijo de Dios encarnado. La respuesta del ángel abre el camino a la cooperación de la Virgen con el Espíritu Santo en la generación de Jesús.

SIEMPRE FE PARA LA SALVACIÓN

4. En la realización del designio divino se da la libre colaboración de la persona humana. María, creyendo en la palabra del Señor, coopera en el cumplimiento de la maternidad anunciada.

Los Padres de la Iglesia subrayan a menudo este aspecto de la concepción virginal de Jesús. Sobre todo san Agustín, comentando el evangelio de la Anunciación, afirma: «El ángel anuncia, la Virgen escucha, cree y concibe» (Sermo 13 in Nat. Dom.). Y añade: «Cree la Virgen en el Cristo que se le anuncia, y la fe le trae a su seno; desciende la fe a su corazón virginal antes que a sus entrañas la fecundidad maternal» (Sermo 293).

El acto de fe de María nos recuerda la fe de Abraham, que al comienzo de la antigua alianza creyó en Dios, y se convirtió así en padre de una descendencia numerosa (cf. Gn 15, 6; Redemptoris Mater, 14). Al comienzo de la nueva alianza también María, con su fe, ejerce un influjo decisivo en la realización del misterio de la Encarnación, inicio y síntesis de toda la misión redentora de Jesús.

La estrecha relación entre fe y salvación, que Jesús puso de relieve durante su vida pública (cf. Mc 5, 34; 10, 52; etc.), nos ayuda a comprender también el papel fundamental que la fe de María ha desempeñado y sigue desempeñando en la salvación del género humano.

Palabras de Juan Pablo II comentando el relato de la Anunciación, 3 de julio de 1996 
(fuente: www.primeroscristianos.com)

viernes, 25 de mayo de 2012

Acerca del PECADO CONTRA EL ESPÍRITU SANTO

El pecado de blasfemia contra el Espíritu Santo es mencionado en Mateo 12: 22-32; Marcos 3:22-30; Lucas 12: 10 (ct. 11:14-23); y en todas partes Cristo declara que no serán perdonados.


En qué consisten?. Si examinamos todos los pasajes aludidos, no hay muchas dudas. Por ejemplo, tomemos en cuenta lo dado por San Mateo el cual es mas completo que aquellos de otros Sinópticos. Fué traído a Cristo "a uno poseído por el demonio, ciego y mudo: y el lo sanó, para dar testimonio". Mientras, la muchedumbre admirada se preguntaba "No es éste el Hijo de David?" los Fariseos, dando paso a su habitual celo y cerrando sus ojos a la luz de la evidencia, dijeron: "Este hombre expulsa a los demonios por obra de Beelzebub, príncipe de los demonios". Luego Jesús les prueba este absurdo y, consecuentemente, la malicia de su explicación; El les muestra que es por "el Espíritu de Dios" que El expulsa los demonios, y luego El concluye: "Por eso yo les digo: se perdonará a los hombres cualquier pecado y cualquier insulto contra Dios. Pero calumniar al Espíritu Santo es cosa que no tendrá perdón. Al que calumnie al Hijo del Hombre se le perdonará; pero al que calumnie al Espíritu Santo no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro". Por lo tanto, pecar contra el Espíritu Santo es confundirlo con el espíritu demoníaco, es negarle, por pura malicia, el carácter Divino a obras manifiestamente Divinas. Es este el sentido por el cual San Marcos también define el tema del pecado; por ello, luego de repetir las palabras del Maestro: "Pero el que blasfeme al Espíritu Santo, no tendrá jamás perdón" inmediatamente después agrega: "Y justamente ese era su pecado cuando decían: está poseído por un espíritu malo". Jesús contrasta con este pecado de pura y categórica malicia, el pecado "contra el Hijo del hombre" cual es el pecado cometido contra El mismo como hombre, el mal hecho a Su humanidad al juzgarlo por Su humilde y pobre apariencia. Esta falta, distinta a la primera, puede ser excusada como resultado de la ignorancia y malinterpretación.

Pero los Padres de la Iglesia, comentando los textos del Evangelio que hemos tratado, no se quedaron solo con los significados dados más arriba. Ya sea que desearan agrupar todos los casos objetivamente análogos, o ya sea que vacilaban y titubeaban al confrontados con este punto de la doctrina, que San Agustín declara (Serm. Ii de verbis Domini, c.v) una de las mas difíciles en las Escrituras, propusieron diferentes interpretaciones o explicaciones.

Santo Tomás, a quien podemos seguir confiados, entrega un buen resumen de opiniones en II-II, Q xiv. El plantea que la blasfemia contra el Espíritu Santo fué y puede ser explicado en tres formas.

A veces, y en su significado mas literal, ha sido tomado como significando el pronunciar un insulto contra el Espíritu Divino, aplicando la apelación ya sea al Espíritu Santo o a todas las Tres Personas Divinas. Este era el pecado de los Fariseos, quienes hablaron al principio contra "el Hijo del hombre" criticando las obras y formas humanas de Jesús, acusándolo de amar el regocijo y el vino, de asociarse con los publicanos y quienes, después, con indudable mala fe, calumniaron Su Divinas obras, los milagros que El realizó en virtud de Su propia Divinidad.

Por otro lado, San Agustín, frecuentemente explica la blasfemia contra el Espíritu Santo como impenitencia final, la perseverancia hasta la muerte en pecado mortal. Esta impenitencia es contra el Espíritu Santo en el sentido que frustra y es absolutamente opuesta al perdón de los pecados, y este perdón de apropiada al Espíritu Santo, el mutuo amor del Padre y el Hijo. En esta perspectiva, Jesús, en Mateo 12 y Marcos 3 realmente no acusan a los Fariseos de blasfemia contra el Espíritu Santo, El solo los advierte contra el peligro en que se encontraban al hacerlo.

Finalmente, varios Padres, y luego de ellos muchos teólogos escolásticos, aplican la expresión a todos los pecados que directamente se oponen a aquella cualidad que es, por apropiación, la cualidad característica de la Tercera Persona Divina. Caridad y bondad son especialmente atribuidas al Espíritu Santo, como el poder es al Padre y la sabiduría al Hijo. Solo entonces, así como llamaron pecados contra el Padre aquellos que resultan de la fragilidad, los pecados contra el Hijo aquellos que nacen de la ignorancia, así los pecados contra el Espíritu Santo son aquellos que son cometidos con absoluta malicia, ya sea por desprecio o rechazo de las inspiraciones e impulsos los cuales habiendo sido animados en el alma del hombre por el Espíritu Santo, pudieran haberlo desviado o librado del mal.

Es fácil ver cómo esta amplia explicación se ajusta a todas las circunstancias del caso donde Cristo dirige sus palabras a los Fariseos. Estos pecados son considerados comúnmente seis: desesperanza, presunción, impenitencia o una fija determinación a no arrepentirse, obtinación, resistencia a la verdad conocida y la envidia por el bienestar espiritual de otro.

Se dice que los pecados contra el Espíritu Santo son imperdonables, aunque el significado de esta afirmación variará bastante de acuerdo a cual de las tres explicaciones dadas mas arriba es aceptada.

En cuanto a la impenitencia final, esto es absoluto; y esto es fácilmente entendido, porque incluso Dios no puede perdonar donde no hay arrepentimiento y el momento de la muerte es el instante fatal después del cual ningún pecado mortal es perdonado. San Agustín, al considerar en las palabras de Cristo la implicancia de absoluta inperdonabilidad, que sostuvo que el pecado contra el Espíritu Santo es solamente el de la impenitencia final. En las otras dos explicaciones, de acuerdo a Santo Tomás, el pecado contra el Espíritu Santo es perdonable - no absolutamente y siempre, que (considerado en sí mismo) no sean extenuantes las demandas y las circunstancias, la inclinación hacia el perdon, puede ser solicitado en el caso de pecados de debilidad e ignorancia.

Aquel que, por pura y deliberada malicia, rehusa reconocer la obra manifiesta de Dios o rechaza los medios necesarios de salvación, actúa exactamente igual al hombre enfermo que no solo rehusa toda medicina y alimento, sino que hacer todo lo que está en su poder para aumentar su enfermedad, y cuyo mal se torna incurable debido a su propia acción. Es verdad que, en cualquier caso, Dios podría, por un milagro, vencer el mal; El podría, por Su propia onmipotente intervención, ya sea anular las causas naturales de la muerte corporal, o radicalmente cambiar la voluntad del pecador porfiado, pero tal intervención no estaría de acuerdo con Su providencia ordinaria; y si el permite las causas secundarias para actuar, si El ofrece al hombre libre voluntad de gracia ordinaria pero suficiente quién podría tener motivo de queja?. En una palabra, la imperdonabilidad de los pecados contra el Espíritu Santo es exclusivamente por el lado del pecador tomando en cuenta los actos del pecador.

escrito por J. FORGET 
Transcrito por W.S. French, Jr. 
Traducido por Carolina Eyzaguirre A.
(fuente: www.aciprensa.com)

jueves, 24 de mayo de 2012

Don Bosco y María Auxiliadora


San Juan Bosco decía:

"Tened mucha fe en Jesús Sacramentado y en María Auxiliadora y estad persuadidos de que la Virgen no dejará de cumplir plenamente vuestros deseos, si han de ser para la gloria de Dios y bien de vuestras almas. De lo contrario, os concederá otras gracia iguales o mayores".

María Auxiliadora en la historia del cristianismo

Los cristianos de la Iglesia de la antigüedad en Grecia, Egipto, Antioquía, Efeso, Alejandría y Atenas acostumbraban llamar a la Santísima Virgen con el nombre de Auxiliadora, que en su idioma, el griego, se dice con la palabra "Boetéia", que significa "La que trae auxilios venidos del cielo".

Ya San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla nacido en 345, la llama "Auxilio potentísimo" de los seguidores de Cristo.

Los dos títulos que más se leen en los antiguos monumentos de Oriente (Grecia, Turquía, Egipto) son: Madre de Dios y Auxiliadora. (Teotocos y Boetéia).

En el año 476 el gran orador Proclo decía: "La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios de lo alto".

San Sabas de Cesarea en el año 532 llama a la Virgen "Auxiliadora de los que sufren" y narra el hecho de un enfermo gravísimo que llevado junto a una imagen de Nuestra Señora recuperó la salud y que aquella imagen de la "Auxiliadora de los enfermos" se volvió sumamente popular entre la gente de su siglo.

El gran poeta griego Romano Melone, año 518, llama a María "Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus y ayuda de los que somos débiles" e insiste en que recemos para que Ella sea también "Auxiliadora de los que gobiernan" y así cumplamos lo que dijo Cristo: "Dad al gobernante lo que es del gobernante" y lo que dijo Jeremías:

"Orad por la nación donde estáis viviendo, porque su bien será vuestro bien".

En las iglesias de las naciones de Asia Menor la fiesta de María Auxiliadora se celebra el 1º de octubre, desde antes del año mil (En Europa y América se celebre el 24 de mayo).

San Sofronio, Arzobispo de Jerusalén dijo en el año 560: "María es Auxiliadora de los que están en la tierra y la alegría de los que ya están en el cielo".

San Juan Damasceno, famoso predicador, año 749, es el primero en propagar esta jaculatoria: "María Auxiliadora rogad por nosotros". Y repite: "La Virgen es auxiliadora para conseguir la salvación, Auxiliadora para evitar los peligros, Auxiliadora en la hora de la muerte". San Germán, Arzobispo de Constantinopla, año 733, dijo en un sermón: "Oh María Tú eres Poderosa Auxiliadora de los pobres, valiente Auxiliadora contra los enemigos de la fe, Auxiliadora de los ejércitos para que defiendan la patria, Auxiliadora de los gobernantes para que nos consigan el bienestar, Auxiliadora del pueblo humilde que necesita de tu ayuda".

La batalla de Lepanto.

En el siglo XVI, los mahometanos estaban invadiendo a Europa. En ese tiempo no había la tolerancia de unas religiones para con las otras. Y ellos a donde llegaban imponían a la fuerza su religión y destruían todo lo que fuera cristiano. Cada año invadían nuevos territorios de los católicos, llenando de muerte y de destrucción todo lo que ocupaban y ya estaban amenazando con invadir a la misma Roma.

Fue entonces cuando el Sumo Pontífice Pío V, gran devoto de la Virgen María convocó a los Príncipes Católicos para que salieran a defender a sus colegas de religión. Pronto se formó un buen ejército y se fueron en busca del enemigo.

El 7 de octubre de 1572, se encontraron los dos ejércitos en un sitio llamado el Golfo de Lepanto. Los mahometanos tenían 282 barcos y 88,000 soldados. Los cristianos eran inferiores en número.

Antes de empezar la batalla, los soldados cristianos se confesaron, oyeron la Santa Misa, comulgaron, rezaron el Rosario y entonaron un canto a la Madre de Dios. Terminados estos actos se lanzaron como un huracán en busca del ejército contrario.

Al principio la batalla era desfavorable para los cristianos, pues el viento corría en dirección opuesta a la que ellos llevaban, y detenían sus barcos que eran todos barcos de vela o sea movidos por el viento. Pero luego de manera admirable el viento cambió de rumbo, batió fuertemente las velas de los barcos del ejército cristiano, y los empujó con fuerza contra las naves enemigas. Entonces nuestros soldados dieron una carga tremenda y en poco rato derrotaron por completo a sus adversarios. Es de notar, que mientras la batalla se llevaba a cabo, el Papa Pío V, con una gran multitud de fieles recorría las calles de Roma rezando el Santo Rosario.

En agradecimiento de tan espléndida victoria San Pío V mandó que en adelante cada año se celebrara el siete de octubre, la fiesta del Santo Rosario, y que en las letanías se rezara siempre esta oración: MARÍA AUXILIO DE LOS CRISTIANOS, RUEGA POR NOSOTROS.

El Papa y Napoleón.

El siglo pasado sucedió un hecho bien lastimoso: El emperador Napoleón llevado por la ambición y el orgullo se atrevió a poner prisionero al Sumo Pontífice, el Papa Pío VII.

Varios años llevaba en prisión el Vicario de Cristo y no se veían esperanzas de obtener la libertad, pues el emperador era el más poderoso gobernante de ese entonces.

Hasta los reyes temblaban en su presencia, y su ejército era siempre el vencedor en las batallas. El Sumo Pontífice hizo entonces una promesa: "Oh Madre de Dios, si me libras de esta indigna prisión, te honraré decretándote una nueva fiesta en la Iglesia Católica".

Y muy pronto vino lo inesperado. Napoleón que había dicho: "Las excomuniones del Papa no son capaces de quitar el fusil de la mano de mis soldados", vio con desilusión que, en los friísimos campos de Rusia, a donde había ido a batallar, el frío helaba las manos de sus soldados, y el fusil se les iba cayendo, y él que había ido deslumbrante, con su famoso ejército, volvió humillado con unos pocos y maltrechos hombres.

Y al volver se encontró con que sus adversarios le habían preparado un fuerte ejército, el cual lo atacó y le proporcionó total derrota.

Fue luego expulsado de su país y el que antes se atrevió a aprisionar al Papa, se vio obligado a pagar en triste prisión el resto de su vida.

El Papa pudo entonces volver a su sede pontificia y el 24 de mayo de 1814 regresó triunfante a la ciudad de Roma. En memoria de este noble favor de la Virgen María, Pío VII decretó que en adelante cada 24 de mayo se celebrara en Roma la fiesta de María Auxiliadora en acción de gracias a la madre de Dios.

San Juan Bosco y María Auxiliadora.

El 9 de junio de 1868, se consagró en Turín, Italia, la Basílica de María Auxiliadora. La historia de esta Basílica es una cadena de favores de la Madre de Dios. su constructor fue San Juan Bosco, humilde campesino nacido el 16 de agosto de 1815, de padres muy pobres. A los tres años quedó huérfano de padre. Para poder ir al colegio tuvo que andar de casa en casa pidiendo limosna.

La Santisima Virgen se le había aparecido en sueños mandándole que adquiriera "ciencia y paciencia", porque Dios lo destinaba para educar a muchos niños pobres. Se le apareció la Virgen y le pidió que le construyera un templo y que la invocara con el título de Auxiliadora. Empezó la obra del templo con tres monedas de veinte centavos. Pero fueron tantos los milagros que María Auxiliadora empezó a hacer en favor de sus devotos, que en sólo cuatro años estuvo terminada la gran Basílica.

El santo solía repetir: "Cada ladrillo de este templo corresponde a un milagro de la Santísima Virgen".

Desde aquel santuario empezó a extenderse por el mundo la devoción a la Madre de Dios bajo el título de Auxiliadora, y son tantos los favores que Nuestra Señora concede a quienes la invocan con ese título, que ésta devoción ha llegado a ser una de las más populares. San Juan Bosco decía: "Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros" y recomendaba repetir muchas veces esta pequeña oración: "María Auxiliadora, rogad por nosotros". El decía que los que dicen muchas veces esta jaculatoria consiguen grandes favores del cielo.

(fuente: www.ewtn.com)
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