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domingo, 31 de octubre de 2010

Halloween y Cristianismo

1- ¿Qué es realmente Halloween?

De manera creciente Halloween va incorporándose a la mentalidad común como un acontecimiento de jóvenes y niños. Es impulsado desde los medios de comunicación social, institutos de inglés, desde boliches bailables e incluso algunos colegios católicos permiten que sus alumnos festejen y celebren Halloween.

¿Pero qué es realmente Halloween? ¿Es solamente una fiesta? ¿Es una ocasión para disfrazarse y divertirse? ¿Es una fiesta similar a la fiesta de todos los santos o de los difuntos que celebra la Iglesia? ¿Es otra manifestación de la cultura globalizada a la que nos tenemos que acostumbrar? ¿Qué significado encierra esta fiesta? ¿Cuáles son sus orígenes? ¿Cuáles son los valores que encierra en sí? ¿Cómo influye en la mentalidad de nuestros hijos?

En estas líneas se tratará de dar algunas pistas para responder a estos interrogantes.


2- Origen del Halloween y su relación con la Fiesta de Todos los Santos

El origen celta

El halloween tiene un origen ajeno a la fe cristiana. Esta celebración se atribuye a los celtas (que vivían en la actual zona de Irlanda) y se llamaba originalmente "Samhain", que entre otras cosas, tenía como objetivo dar culto a los muertos. La invasión de los romanos (46 a.C.) a las Islas Británicas dio como resultado la mezcla de la cultura Celta con los usos y costumbres de la Europa continental. El Druidismo, religión de los celtas, fue disminuyendo paulatinamente con la evangelización cristiana, y terminó por desaparecer en la mayoría de las comunidades celtas a finales del siglo II.

Las festividades de Samhain se celebraban muy posiblemente entre el 5 y el 7 de noviembre con una serie de festividades que duraban una semana, finalizando con la fiesta de "los muertos" y con ello se iniciaba el año Celta.


Antecedentes de la festividad cristiana

→ Siglo IV: la iglesia de Siria consagraba un día a festejar a "Todos los mártires".

→ Año 615 d.c: el Papa Bonifacio IV (+615) transformó un templo romano dedicado a todos los dioses (pantheón) en un templo cristiano dedicándolo a "Todos los Santos".

→ Año 741 d.C: el Papa Gregorio III cambió la fecha de la fiesta en honor de Todos los Santos que se celebraba inicialmente el 13 de mayo al 1° de noviembre, que era el día de la "Dedicación" de la Capilla de Todos los Santos en la Basílica de San Pedro en Roma.

→ Año 840 d.C: el Papa Gregorio IV ordenó que la fiesta de "Todos los Santos" se celebrara universalmente. Como era una fiesta mayor, tuvo su celebración vespertina en la "vigilia" para preparar la fiesta (el día 31 de octubre). Esta celebración cristiana de la vigilia o tarde del día anterior a la fiesta de todos los Santos, dentro de la cultura inglesa se llamó "All Hallow's Even" (Vigilia de todos los Santos). Con el tiempo su pronunciación fue cambiando primero a "All-Hallowed Ev" y posteriormente a "All Hallow Een" para terminar con la palabra que hoy conocemos: "halloween".

→ Año 998 d.C: San Odilón, abad del monasterio de Cluny (en el sur de Francia) había añadido la celebración del 2 de noviembre, como una fiesta para orar por las almas de los fieles que habían fallecido, por lo que fue llamada fiesta de los "Fieles Difuntos", la cual se difundió en Francia y, posteriormente al resto de la Iglesia.

Halloween tiene de cristiano solamente un nombre deformado, pues la esencia de la fiesta de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos es totalmente distinta a la costumbre anglosajona de la cual nació la Fiesta de Halloween.

Conmemoración de los Fieles Difuntos e Indulgencias

Visitas a Iglesias u Oratorio:

Se concede indulgencia plenaria, aplicable sólo a las almas del purgatorio, a los fieles cristianos que, el día en que se celebra la Conmemoración de todos los Fieles Difuntos, visiten piadosamente una iglesia u oratorio.

Dicha indulgencia podrá ganarse o en el día antes indicado o, con el consentimiento del Ordinario, el domingo anterior o posterior, o en la solemnidad de Todos los Santos.

En esta piadosa visita, se debe rezar un Padrenuestro y Credo.


1 AL 8 DE NOVIEMBRE:

Visitas al cementerio:

Se concede indulgencia plenaria, aplicable sólo a las almas del purgatorio, a los fieles cristianos que visiten piadosamente un cementerio (aunque sea mentalmente) y que oren por los difuntos.


Para ganar una indulgencia plenaria, además de querer evitar cualquier pecado mortal o venial, hace falta cumplir tres condiciones:

# Confesión sacramental
# Comunión Eucarística y
# Oración por las intenciones del Papa.

Las tres condiciones pueden cumplirse unos días antes o después de rezar o hacer la obra que incorpora la indulgencia, pero es conveniente que la comunión y la oración por las intenciones del Papa se realicen el mismo día rezando a su intención un solo Padrenuestro y un Avemaría; pero se concede a cada fiel la facultad de orar con cualquier fórmula, según su piedad y devoción.

La indulgencia plenaria únicamente puede ganarse una vez al día, pero el fiel cristiano puede alcanzar indulgencia plenaria in artículo mortis, aunque el mismo día haya ganado otra indulgencia plenaria.

(fuente: catholic.net)

"Salvar lo que se había perdido"

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (Lc 19, 1-10)

En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó, y al ir atravesando la ciudad, sucedió que un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de conocer a Jesús; pero la gente se lo impedía, porque Zaqueo era de baja estatura. Entonces corrió y se subió a un árbol para verlo cundo pasara por ahí. Al llegar a ese lugar, Jesús levantó los ojos y le dijo: "Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa". El bajó enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, comenzaron todos a murmurar diciendo: "Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador". Zaqueo, poniéndose de pie, dijo a Jesús: "Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más". Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también él es hijo de Abraham, y el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido".

Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.

Queridos hermanos y hermanas, que el Señor, el Dios de la vida, los colme con su alegría y con su paz y que su gracia sea fecunda en sus vidas para dar testimonio de Él en medio del mundo.

La liturgia de hoy nos pone en contacto con el relato del encuentro de Jesús con Zaqueo. El texto del evangelio nos dice que Jesús entró en Jericó, y al ir atravesando la ciudad “un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de conocer a Jesús”. Dos personajes principales aparecen en escena, Jesús y Zaqueo.

Zaqueo no sólo era publicano, sino además “jefe de publicanos”, y por tanto, una persona muy mal vista en la sociedad –como hemos dicho en otras oportunidades- ya que era un traidor y un ladrón de su propio pueblo para darle a la opresora Roma y enriquecerse personalmente.

El ansia de conocer a Jesús lo hizo llegar al punto de realizar algo alocado, ya que era bajo de estatura, y como la gente le impedía ver a Jesús, “entonces corrió y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por ahí”. Debió ser para él una gran sorpresa el ver que al llegar Jesús a ese lugar levantó los ojos y le dijo: “Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa”. Zaqueo bajó enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, comenzaron todos a murmurar diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”.

Pero esto al Señor lo tuvo sin cuidado como tantas otras veces, pues como dice el libro de la Sabiduría: “Te compadeces de todos, y aunque puedes destruirlo todo, aparentas no ver los pecados de los hombres, para darles ocasión de arrepentirse”.

Y así fue, pues Zaqueo, poniéndose de pie, dijo a Jesús: “Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más”. Sí, así fue, ese encuentro de Zaqueo con Jesús le cambió la vida, pasó de ser una simple curiosidad a una conversión; conversión que se dio por ese encuentro íntimo con Jesús y que lo transformó, lo hizo pasar del hombre viejo al hombre nuevo. Y los frutos de tal encuentro y conversión se manifestaron en la actitud nueva de querer reparar el daño ocasionado al prójimo y de enmendarse en adelante. Porque “Tú perdonas a todos, porque todos son tuyos, Señor, que amas la vida”. Porque “el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido”.

Porque el Señor ama todo cuanto existe y no aborrece nada de lo que ha hecho, y más cuando se trata de sus hijos. Por eso a los que caen, los va corrigiendo poco a poco, lo reprende y les trae a la memoria sus pecados, para que se arrepientan de sus maldades y crean en el Señor (como dice el libro de la Sabiduría).

Que esta enseñanza que nos deja la liturgia de hoy sea para nosotros un motivo de crecimiento espiritual; es decir, que podamos buscar con sincero corazón a Cristo Jesús, para que dejándonos encontrar por Él, viviendo en intimidad con Él y llegando a enamorarnos de Él, podamos lograr con la gracia de Dios un cambio de vida sincero y sentido, pues Dios corrige a los que ama, y nos da su misericordia en abundancia. Amén.

escrito por el Padre Patricio De la Torre sdb
(fuente: http://mensajes-de-dios.blogspot.com/)

sábado, 30 de octubre de 2010

“NEW AGE”: La punta de un iceberg

Volúmenes de autoayuda, esoterismo, secretos espirituales, magia, rei ki, gurús orientales, astrología, terapias sanadoras, “Insight”, técnicas adivinatorias, ángeles, y un sinfín de temas exóticos... signos visibles de la nueva era.

En febrero de 2003 la Santa Sede publicó un informe, el primero sobre el fenómeno de la “New Age” (Nueva Era), titulado “Jesucristo portador de agua viva...”, y pronto dará a conocer el segundo, continuación de aquél y que se llamará “Reflexión pastoral sobre la Nueva Era”< fruto de la Consulta Internacional que tuvo lugar en la Santa Sede, en el mes de junio de 2004, y de la cual participé junto a otros 21 especialistas de otros países y miembros de la Curia Romana .

Aunque mucho se ha escrito en los años noventa acerca de la Nueva Era, y aun la Santa Sede haya publicado su propia reflexión, debemos tener en cuenta que la Nueva Era asume en América Latina y en el Uruguay rasgos, expresiones, y énfasis particulares respecto de su manifestación europea y norteamericana, que es preciso conocer.

La propagación, en las librerías y supermercados, de inelegantes anaqueles exhibiendo volúmenes de autoayuda, esoterismo, secretos espirituales, magia, rei ki, gurús orientales, astrología, terapias sanadoras, “Insight”, técnicas adivinatorias, ángeles, y un sinfín de temas exóticos directa o indirectamente ligados a lo religioso, es una constatación para cualquiera de nosotros. Este “boom” literario no es más que la punta de un iceberg cuyo cuerpo mayor se hunde en aguas más profundas y veladas.

¿Qué es la Nueva Era?

La “New Age” (Nueva Era) no es una secta, no, ni una religión. Es, más bien, una vaga, dilatada e imprecisa corriente sociocultural, en que confluyen, acríticamente y sin ánimo de concierto, una caterva de ingredientes provenientes de las más diversas fuentes: religiones tradicionales, magia, terapias alternativas, gnosticismo, ocultismo, psicología transpersonal, espiritismo, física cuántica, ecología, meditación, ovnis, pensamiento positivo, teosofía, místicos, maestros espirituales...

Es frente a este panorama que el ecléctico consumidor de la Nueva Era, ávido de experiencias-cumbre, alérgico a toda manifestación espiritual que implique vínculos o compromisos institucionales, adopta y escoge los elementos que mejor se avengan con sus deseos o búsquedas personales.

Dilatada y cambiante, sin fundadores concretos y visibles, sin expresiones sociales y programáticas orgánicas, la Nueva Era evoluciona calladamente, propagándose en la intimidad y multiplicación de cursos, artículos ocasionales, revistas, libros, talleres, seminarios, gurús, conferencistas y a través de un extendido tejido de grupos pseudorreligiosos y sectas. Sus ideas y prácticas, su literatura y "espiritualidad" va penetrando también los poros de las grandes religiones e iglesias históricas.

¿Cuál es su origen?

Madame H. P. Blavatsky
Como podrá conjeturar el lector, las raíces de la “New Age” se abisman en los siglos remotos de la historia. Pero entre los precursores modernos de este complejo movimiento ha de citarse a Madame H. P. Blavatsky, fundadora de la Sociedad Teosófica (1875), cuyos postulados perviven entre los principales de la Nueva Era, y también a Rudolf Steiner y Alice Bailey. Ya más recientemente, en la década del 60, las Comunidades “Esalen” , en California, y “Findhorn” , en Escocia, se constituyeron, de hecho, en los centros experimentales y cuna del actual movimiento.

La Nueva Era viene infiltrándose en la intimidad de una cultura occidental fragmentada, desconsolada de sí misma, melancólica de sus propias fuentes, descreída de la razón, deshabitada de divinidad, fatigada, sin rumbos ciertos. "Un mundo en el que no sólo no sabemos adónde nos dirigimos, sino tampoco adónde deberíamos dirigirnos. (...) Ignoramos cuáles serán los elementos que darán forma al futuro... El viejo siglo no ha terminado bien." (Eric Hobsbawm) La mayoría de las personas que se sienten estimuladas y atraídas por la “New Age”, buscan auténticamente un sentido trascendente de la vida, amor, paz interior, consuelo físico y espiritual en medio de estas sociedades resecadas espiritualmente. Parafraseando a Chesterton podemos decir que cuando se deja de creer en Dios, no necesariamente no se cree en nada, sino que se comienza a creer en cualquier cosa.

Pero es necesario señalar que muchos de los precursores, gurús y difusores de la Nueva Era forman parte de una verdadera "Conspiración" contra el cristianismo, al cual no se opone frontalmente, sino que anuncia simple y alegremente haberlo superado y sucedido, presentándose como la única religión del futuro, post cristiana, manifestándose como una espiritualidad cósmica y "holística", como un “despertar a una nueva conciencia”, y respetuosa de sus adeptos, pues la única ley es la de la propia subjetividad de sus creyentes.


La crisis cultural y la crisis de las religiones

La crisis de la modernidad, con su alergia a la autoridad, a la burocracia, a las mediaciones institucionales, ha puesto en crisis todas las instituciones modernas. Entre ellas, las grandes iglesias. Su lugar es ocupado por las llamadas “vías alternativas", ya en el campo médico, político o religioso.

La lógica instrumental de la tecnoeconomía ha ido por su parte colonizando la cultura, convirtiendo todo en mero producto de consumo. También "lo divino" es volcado al mercado en útiles envases descartables. Los urgidos clientes, deseosos de refrescantes dosis para el alma, van abrazando sucesivamente una y otra técnica espiritual, o varias a la vez, con la mente y el bolsillo fijos en su eficacia. Un floreciente y múltiple negocio se ha erigido entre nosotros, pródigo en fantasía, temas y libros afiebrados -prohijando como nuevas, turbulentamente, doctrinas e ideas seculares, cuando no milenarias-, en prolíficos grupos sectarios y movimientos pseudorreligiosos con apariencia empresarial... ¿O empresas con apariencia religiosa?

En lugar de vernos enriquecidos con la diversidad e identidad de cada una de las religiones, en lugar de preservar su historia, raíz y tradición, en lugar de asistir al diálogo entre ellas, la "New Age" va demoliéndolas una por una, disolviéndolas y transformándolas en una única espiritualidad cósmica, sin límites ni configuraciones definidas. Por otra parte, los fundamentalismos integristas, son, en el fondo, una reacción extrema y peligrosa contra este impulso de disolución y difuminación religiosas. ¿Una estrategia más de la globalización del pensamiento único en su expresión religiosa?



Una espiritualidad de mercado

En esta corriente cada cual se siente libre de incorporar a su personal credo aquellas vivencias, prácticas y ofertas que considere convenientes, ya sin yugo, ya sin censores, ya sin instituciones ni mediaciones que se interpongan en el camino. ¿Una religiosidad adecuada al sistema neoliberal que coloniza todos los ámbitos con su lógica instrumental, transformándolo todo en algo que se puede usar según el capricho de cada cual, a gusto del consumidor? ¿Un Dios a mi imagen y semejanza?

La “New Age” no acepta ninguna verdad que esté fuera del ámbito de la propia experiencia. Una libertad que deriva en el dogmatismo de la pura subjetividad: lo que a mí me gusta, lo que yo siento... porque a mí me gusta, porque yo lo siento así. Mera intimidad de sensaciones placenteras. Una “espiritualidad” que no sólo no une, sino que nos aleja cada vez más a unos de otros, que nos va encerrando a cada cual en un recóndito y esotérico ego, donde ya no hay lugar para el “molesto prójimo”. Una espiritualidad acorde a la mentalidad consumista donde no queda tiempo para mirar al otro, tan solo satisfacer la propia necesidad.


La Era de Acuario y la tradición gnóstico-esotérica

El mismo nombre, "New Age” remite a una concepción astrológica de la historia. El tiempo presente es el del pasaje de la era de Piscis –que correspondería a la era cristiana-, a la era de Acuario –que corresponde a la Nueva Era-. Con la llegada astrológica de Acuario nacerá una nueva humanidad, un nuevo orden mundial, una nueva forma de vivir y comprender la religiosidad, una era de paz, abundancia y armonía..., una Nueva Era donde el cristianismo alcanzaría su fin, y un nuevo paradigma emerge, listo para revelarnos sus secretos.

El “gran secreto” de los movimientos gnósticos, siempre reservados a una élite, ahora se vende en el “mercado religioso”. Mediante una iniciación progresiva en un cierto conocimiento (gnosis en griego), se alcanza la verdad escondida: “somos la divinidad”. He aquí las tres etapas de esta conciencia: “Dios está dentro de mí”, luego “Dios y yo somos una misma realidad”, y finalmente “Yo Soy Dios”.

La conciencia del “Yo Soy”, es la conciencia de la propia divinidad. Es la conciencia panteísta (pan: todo; theos: Dios), y por esta vía espiritual Dios no es ya una Persona. Ahora se trata de una energía impersonal que todo lo invade y del cual somos parte. Ya no hay distinción, “todo es la divinidad”, todo es“energía”.

Esta concepción se alimenta de la milenaria tradición esotérica (del griego esoteros: lo oculto), la cual canoniza a toda una serie de personajes de dudosa reputación y grandes maestros del ocultismo occidental, junto a magos, alquimistas, masones, rosacruces y teósofos. Círculos herméticos, logias masónicas y sociedades ocultistas caminaron siempre por carriles paralelos a los de las religiones tradicionales buscando secretos ocultos y una filosofía perenne. Pero la Nueva Era hace del esoterismo algo exotérico, es decir, público. Por ello la difusión de tanta literatura sobre ángeles, cábala, alquimia, libros apócrifos, y la fascinación por la brujería y las religiones precristianas (celtas, egipcios, asirios, etc).

Siguiendo a sus precursores teósofos, la Nueva Era ha puesto también el énfasis en las religiones transpersonalistas (que llamamos orientales) como el budismo y el hinduismo, de las que la Nueva Era toma los elementos que más le interesa. Un ejemplo claro es el de la creencia en la reencarnación, pero en un sentido evolucionista y positivo. Y aunque la reencarnación no es compatible con el cristianismo, muchos, manipulando los textos bíblicos, la presentan como de origen cristiano.



Ecología mística, Channeling, y Maestros ascendidos

Una nueva sensibilidad ecológica, de carácter animista y panteísta –nuestro planeta recibe el apelativo de Madre Tierra (la primordial diosa Gaia)-, colorea la atmósfera “New Ag ", sacralizando toda la naturaleza hasta el punto de divinizarla.

Sai Baba
La práctica del channeling (canalización) forma parte del abigarrado y pintoresco panorama de la Nueva Era. Es una versión moderna del espiritismo en que, por medio de ciertas “técnicas” se invocan espíritus de difuntos, así como también de ángeles, extraterrestres y seres divinos. Volúmenes de amplia difusión, como Un curso de milagros, o el Libro de Urantia son fruto de locuaces voces del más allá, que peroran desde el otro mundo. ¿Acaso se trata de ediciones postmortem?

Los adeptos a la Nueva Era pretenden abrir sus mentes generosamente a numerosos "maestros espirituales" o "ascendidos", guías de la humanidad, que les dictarían en su conciencia lo que han de hacer, pensar y sentir, de tal manera que cada uno apela a su “maestro” o “ángel” para justificar sus acciones o decisiones irracionales. Estos “maestros ascendidos”, avatares, son hermanados y yuxtapuestos unos a otros en una perpleja y solidaria enumeración: Henoc, Elías, Moisés, Paracelso, El Morya, Noé, Mahachohan, Pitágoras, Confucio, Jesús de Nazareth, Hermes Trismégisto, Elohim, Buda, Nichiren, Mahoma, Krishna, Melquisedec, Maitreya, El Rey Arturo, Minerva, Nabucodonosor, Serapis Bei, Lady Rowena, San Juan Bautista, Eliphas Lévi, Sanat Kumara, El Arcángel Miguel, M. Eckhart, Nanak, Francis Bacon, La Virgen de Fátima, El Conde de Saint Germain... y también algún E.T. Todos ellos serían manifestaciones del único “cristo cósmico”.

Bajo el título de "Metafísica cristiana" –que nada tiene que ver ni con la árida rama filosófica, ni con el misterio de Cristo-, librillos y cursos saturan nuestro medio en un clima y lenguaje espiritualmente abiertos, positivos y agradables, pero no son más que instancias de iniciación al esoterismo, a la confusión irracional, y con cierta peligrosidad psicológica para quienes la practican. Tal vez esta sea una de las más delirantes manifestaciones “new agers” en Latinoamérica y de mayor difusión en Montevideo.



viernes, 29 de octubre de 2010

29 octubre. Miguel Rúa: el imprescindible continuador

El 29 de octubre se celebra la memoria litúrgica del beato Miguel Rúa. Este año los Salesianos estamos dando una importancia especial a su fiesta, pues en abril de 2010 se cumplen 100 años de su muerte. Es una figura apenas conocida fuera de los ambientes salesianos. La historia suele ser desagradecida con los continuadores de los grandes carismáticos. No tenía el tirón personal de San Juan Bosco, pero fue el que amplió los horizontes de la Congregación a partir de 1888 (muerte de Don Bosco). Fue el estabilizador, el del trabajo callado y constante, el que consolidó la obra, incluso el que pagó las muchas deudas que Don Bosco, como buen emprendedor carismático y audaz, había dejado.

Encontró unos 700 salesianos en 1888 y dejó unos 4000 a su muerte en 1910. Hoy queremos rendirle homenaje y dar una información más abundante que en otros posts, pues se lo merece.
Beato Miguel Rua. Primer sucesor de Don Bosco (1837- 1910)

San Juan Bosco, en 1852, se encontró en la calle con unos jóvenes que le pedían alguna medalla. A cada uno le obsequió su medalla, menos a uno pálido y delgaducho, de noble mirada, al cual el santo le dijo: "A ti sólo te doy esto"; al mismo tiempo el santo hacía un gesto con su mano derecha como si partiera su propio brazo izquierdo en la mitad. El joven no entendió ni se atrevió a preguntar, pero 30 años más tarde, le preguntará a Don Bosco: "¿Qué me quiso decir en mi niñez cuando me ofreció regalarme la mitad de su brazo?", y el santo le responderá: "Te quise decir que los dos obraríamos siempre ayudándonos el uno al otro y que tú serías mi mejor colaborador". 

San Juan Bosco una vez mas probó ser un gran profeta pues así fue en verdad. Miguel Rua nació en Turín (Italia) en una modesta familia, el 9 de junio de 1837. Hizo sus estudios de primaria con los Hermanos de las Escuelas Cristianas que lo apreciaron mucho porque era sin duda el alumno de mejor conducta que tenían en su escuela. Y resultó que al Instituto de los Hermanos iba San Juan Bosco a confesar y los alumnos se encariñaron de tal manera con este amable santo que ya no aceptaban confesarse con ningún sacerdote que no fuera él. Rúa fue uno de los que se dejaron ganar totalmente por la impresionante simpatía y santidad del gran apóstol. Al quedar huérfano de padre, empezó a frecuentar el Oratorio de Don Bosco, donde los muchachos pobres de la ciudad iban a pasar alegre y santamente los días festivos. Allí oyó un día que el santo le preguntaba: "Miguelín: ¿nunca has deseado ser sacerdote?". Al jovencito le brillaron los ojos de emoción y le respondió: "Si, lo he deseado mucho, pero no tengo cómo hacer los estudios". "Pues te vienes cada día a mi casa y yo te daré clases de latín", le dijo Don Bosco. Y así empezó el joven sus clases de secundaria. Más tarde Don Bosco lo envió a que recibiera clases de un excelente profesor de la ciudad, y cuando le pidió informes acerca de su alumno, el profesor respondió: "Es el mejor de la clase en todo: en aplicación, en conducta y en buenos modales". San Juan Bosco deseaba mucho fundar una comunidad religiosa para educar a los jóvenes, y se propuso formar a sus futuros religiosos de entre sus propios alumnos. Al primero que eligió para ello fue al joven Rua. Le impuso la sotana y se interesó porque fuera haciendo sus estudios lo más completamente posible.

En 1856 Don Bosco hizo una votación entre los centenares de alumnos de su Oratoria de Turín (en el cual había muchos internos). Las preguntas eran estas: 

1ª. ¿Cuál es el más santo y piadoso de los oratorianos? 
2ª. ¿Cuál es el más simpático y buen compañero de todo el Oratorio? La segunda pregunta la ganó Santo Domingo Savio. La primera la ganó por amplia votación el joven Rua.

La votación de aquellos jóvenes resultó ser muy acertada pues ambos llegaron a ser formalmente reconocidos por la Iglesia por su santidad. Rua fue el primer alumno de Don Bosco que, ordenado de sacerdote, se quedó a colaborarle en su obra. Fue también el primer director de colegio salesiano y el hombre de confianza que acompañó durante 37 años al gran apóstol en todas sus empresas apostólicas. En él depositaba San Juan Bosco toda su confianza y era en todo como su mano derecha.


Del beato Miguel Rua hizo San Juan Bosco el siguiente elogio: "Si Dios me dijera: hágame la lista de las mejores cualidades que desea para sus religiosos, yo no sé qué cualidades me atrevería a decir, que ya no las tenga el Padre Miguel Rua". Cuando el Padre Rua fue nombrado para ser director del primer colegio salesiano que se fundaba fuera de Turín, le pidió a su maestro Don Bosco que le trazara un plan de comportamiento, y el santo le escribió lo siguiente: "Ante todo trata de hacerte querer, más que hacerte temer. Recuerda lo que decía San Vicente de Paúl: ‘Yo tenía un carácter demasiado serio y un temperamento amargo, y me di cuenta de que si no hay amabilidad, se hace más mal que bien en el apostolado. Y me propuse adquirir un modo de ser amable y bondadoso’. Este sea su plan de comportamiento". Miguel Rua conservó toda su vida estos consejos y llegó a practicarlos de manera admirable. San Juan Bosco decía al final de su vida: "Si el Padre Rua quisiera hacer milagros, los haría, porque tiene la virtud suficiente para conseguirlos". El era humilde y no hablaba de sus logros. Pero un día, ya ancianito, le preguntaron los religiosos jóvenes: "Padre, ¿nunca le ha sucedido algún hecho extraordinario?". Y él, por bromear, les dijo: "Sí, un día me dijeron: ya que está reemplazando a Don Bosco que era tan milagroso, por favor coloque sus manos sobre una enferma que está moribunda. Yo lo hice, y tan pronto como le coloqué las manos sobre la cabeza, en ese mismo instante... ¡la pobre mujer se murió!".

Cuando San Juan Bosco era ya muy anciano, el Santo Padre León XIII le dijo: "Dígame quien quiere que sea su sucesor". El santo le dijo que era Miguel Rua y este recibió el encargo Pontificio de reemplazar a Don Bosco cuando muriera. Y así lo hizo en 1888 al morir el santo. Rua fue elegido como Superior General de los salesianos y en los 22 años que dirigió la Congregación Salesiana, esta multiplicó por cinco el número de sus religiosos y abrió casas y obras sociales en gran cantidad de países.

Los salesianos decían: "Si alguna vez se perdiera nuestra Regla o nuestros Reglamentos, bastaría observar cómo se porta el Padre Rua, para saber ya qué es lo que los demás debemos hacer". Su exactitud era admirable. Siempre amable y bondadoso, comprensivo con todos y lleno de paciencia, pero exactísimo en el cumplimiento de todos sus deberes. Cuando Miguel Rua tenía apenas unos 25 años, un día se enfermó muy gravemente y mandó llamar a San Juan Bosco para que le impusiera los santos óleos y le llevaran el viático. El santo respondió: "Miguel no se muere ahora, ni aunque lo lances de un quinto piso". Y después explicó el por qué decía esto. Es que en sueños había visto que todavía en el año 1906 (40 años después) estaría Miguel Rua extendiendo la comunidad salesiana por muchos países del mundo.

El 6 de abril de 1910, después de exclamar: "Salvar el alma, eso es lo más importante", expiró santamente. Había dedicado su vida con todo su corazón a comunicar el amor de Dios según el carisma que recibió de San Juan Bosco.


Resumen Biográfico

Miguel Rua (Turín, 9 de junio de 1837 - Turín 6 de abril de 1910), fue Rector Mayor de la Congregación Salesiana entre 1888 y 1910 como el I Sucesor de Don Bosco. Fue el Rector Mayor que mayor duración ha tenido en el cargo (22 años) y es reconocido como la mano derecha de Don Bosco junto al cual estuvo desde los 19 años en el Oratorio de Turín. Enfrentó y superó numerosas dificultades en el gobierno de la Congregación. Consolidó las misiones y el espíritu salesiano. Con el crecimiento del número de hermanos y el desarrollo de las obras, envió salesianos a todas partes del mundo, presentando especial atención a las expediciones misioneras.

En sus largos viajes por Europa y Medio Oriente, él consoló y animó a los salesianos, siempre mirando hacia el fundador: "Don Bosco dijo....Don Bosco hizo...Don Bosco quería...". Murió el 6 de abril de 1910 a la edad de 73 años. Con él la Sociedad Salesiana había pasado de 773 socios a 4.000, de 57 casas a 345, de 6 provincias a 34 en 33 países.

Cuando lo beatificó en 1972, el Papa Pablo VI dijo: “La Familia Salesiana le debe su origen a Don Bosco, al Padre Rua su continuidad… Él convirtió el ejemplo del Santo en un escuela de santidad, su Regla en un espíritu, su santidad en un modelo. Transformó el arroyo en un río”. Sus restos son venerados en la cripta de la Basílica de María Auxiliadora en Turín. Su memoria se celebra el 29 de octubre. Más información y fotos aquí.

(fuente: blogs.periodistadigital.com/patiosalesiano.php)

jueves, 28 de octubre de 2010

De cómo Miguel Rúa se hizo salesiano y sacerdote

1. El curso de dos años de filosofía del clérigo Rúa

Miguel Rúa iniciaba los cursos de Filosofía por dos años (1853‐54 y 1854‐55) bajo la tutela de docentes diocesanos, quienes enseñaban en el seminario. Por la difícil situación política, al primer año asistían tan solo un par de estudiantes; al segundo, Miguel era, aparentemente, el único. Algunos de sus apuntes de clase (nítidos, ordenados y rigurosos) todavía se conservan. Las clases le empleaban tan solo dos horas de su tiempo diario por lo que, además, de ocuparse de ellas, diligentemente, podía dedicarse, devotamente, a asistir y orientar a los internos del Oratorio.

Los domingos los pasaba en el Oratorio de San Luis, al lado sur de la ciudad, una ocupación a la que se dedicaba sin escatimar esfuerzos y que extenuaba su frágil condición hasta el límite.



2. Miguel Rúa, durante la epidemia de cólera (verano de 1854)

A mediados de Julio, una serie de anuncios comenzaron a aparecer en todas las esquinas de la ciudad de Turín, alertando a la población sobre la proximidad de la epidemia. En ellos, el alcalde describía los preparativos que se estaban implementando para enfrentarla. En el Oratorio, Don Bosco, para prevenir el contagio, redistribuyó a los jóvenes de los dormitorios superpoblados, los higienizó y los dotó de sábanas y toallas nuevas.

Pero Don Bosco no se contentó con hacer del Oratorio un ambiente “seguro”. Contempló las necesidades y generosamente respondió a diferentes solicitudes. Pidió voluntarios entre los jóvenes mayores y la respuesta fue inmediata y de corazón por lo que pudo enviar una lista de catorce nombres a las autoridades. Sabemos que este listado (aunque no existente) incluía a Miguel Rúa (17 años), Juan Cagliero (16 años) y a Juan Bautista Anfossi (14 años). Don Bosco aseguró a sus voluntarios de que permanecerían inmunes a la enfermedad si tomaban las medidas higiénicas debidas, evitaban el pecado y tenían fe en la protección de María.

Fue completamente una experiencia nueva y aterradora para estos jóvenes, particularmente para el clérigo Rúa, enfrentarse a los horrores individuales de gritos, contorsiones y los dolores característicos de los agonizantes de esta enfermedad.

Es increíble, casi milagroso, que ninguno de los voluntarios de Don Bosco haya contraído la enfermedad.



3. Los votos privados del clérigo Rúa

La declaración de un testigo ocular, refiriéndose a Octubre de 1854 y citado por Amadei, confirma la creciente ascendencia de Miguel Rúa en el Oratorio. Éste establece que Don Bosco lo elegía para trabajos de gran responsabilidad aun cuando tenía a otros a su disposición que eran mayores y quizá, más capaces (Rocchietti, por ejemplo). Pero la sorpresa de ese testigo se tornó en admiración cuando vio el respeto y el cariño que los muchachos le tenían a Rúa como su superior y como representante de Don Bosco. Era evidente que éste le tenía una gran estima, un especial afecto y que se había formado planes sobre él.

Mientras cultivaba a aquellos que eran capaces de comprometerse, Don Bosco concentraba su atención y cuidados en Rúa, quien sin ninguna manifestación externa llamativa se iba preparando para ingresar en la sociedad religiosa El otoño y la primavera de 1854‐55 fueron tiempos de formación espiritual, una especie de noviciado. Con el permiso y la animación de su director espiritual y confesor (Don Bosco), Rúa empezó a recibir la Eucaristía todos los días.

La conferencia semanal que Don Bosco daba en su habitación para aquel grupo de discípulos de quienes dependería el trabajo futuro, le dieron la oportunidad para un crecimiento espiritual y un compromiso constante. Él modelaba su vida espiritual, su oración profunda y su actividad, exhausta y sin escatimar esfuerzos en beneficio de los jóvenes del Oratorio y los internos en el Hogar. Las virtudes de Don Bosco, su unión con Dios, el estar alcance de todos, su comportamiento amigable se convirtieron en la regla de vida para Miguel Rúa: ser otro Don Bosco.

Para el mes de marzo, Miguel había comprobado ser tan maduro espiritualmente, tan consustanciado con en el trabajo del Oratorio y de la casa y tan comprometido con su formación intelectual que Don Bosco lo juzgó preparado para el siguiente paso significativo, la profesión religiosa de sus votos. El 25 de este mes de 1855, fiesta de la Anunciación, en la habitación de Don Bosco, arrodillado delante del crucifijo, el clérigo Rúa hizo votos privados como Salesiano, cuatro años antes de la fundación de la sociedad de San Francisco de Sales.



4. Contexto histórico-político en 1850-1870

En alianza con Francia, el reino de Piamonte interviene en la guerra de Crimea, y el resultado victorioso de su participación en la misma logra la posibilidad de plantear la expulsión de los ejércitos austríacos de Italia y unificar el norte bajo la monarquía de los Saboya.

Austria se opuso a esta política, e invadió Piamonte, dando origen a la Segunda Guerra de la Independencia. Los ejércitos, francés y piamontés, derrotaron al austriaco y ocuparon Milán. Al mismo tiempo Garibaldi y sus voluntarios ocuparon ciudades al norte de la Lombardía. Pero sin consultar a su aliado, Francia pactó un armisticio con Austria, aunque a la vez habilitó en 1859 el anexamiento por parte del Piamonte de las regiones de Italia Central.

En 1860 Garibaldi conquista el sur de Italia, e invade gran parte de los Estados Pontificios, produciéndose la primera unificación de Italia. Sin embargo, Austria todavía poseía el Véneto y Venecia. El Papado poseía Roma y la región de Lazio. El Véneto sería anexionado a Italia durante la Tercera Guerra de Independencia en 1866. Roma y sus territorios circundantes, durante la ocupación italiana de 1870.



5. El progreso vocacional de Miguel Rúa (1855-1861)

Mientras se desarrollaban todas estas situaciones políticas que afectaban a Italia y a otras naciones católicas de Europa, Miguel Rúa estaba totalmente imbuido en la vida del Oratorio de Valdocco y haría sucesivamente, de Director de los Oratorios de San Luis y del Ángel Guardián. En Valdocco sería el director de estudios de la recién establecida escuela secundaria, organizaba la supervisión de los talleres, presidía la Compañía de la Inmaculada Concepción y la Sociedad de San Vicente de Paúl, de la que estableció una rama también en el Oratorio de San Luis.

Al mismo tiempo estaba seriamente comprometido con sus estudios de Filosofía (1853‐54 y 1854‐55) y de Teología (1855‐56‐57‐58‐60), asistiendo a clases en el seminario. Rúa completaba las reducidas dos horas de clase en éste, con horas intensas de estudio personal llegando hasta las dos y media horas de la madrugada todos los días. Sus cuadernos de notas, impecablemente ordenados y fechados, guardados en el Archivo Salesiano Central, son fieles testigos de su aplicación y concentración. Entre la variedad de sus intereses personales estaba el aprendizaje del francés, idioma que dominó con mucha destreza. También emprendió el estudio del Griego y Hebreo en vistas a la interpretación de la Biblia.



6. Primeros pasos para la fundación de la Sociedad Salesiana

Don Bosco conversa con el ministro Urbano Rattazzi sobre la forma de continuar el trabajo en el Oratorio, llegando a la conclusión de formar una asociación de ciudadanos libres ante las cuales el Estado no podría oponerse, en cuanto a sus fines de beneficencia.

Acompañado por Rúa, Don Bosco planificó su viaje a Roma para encontrarse con el Papa Pío IX para buscar su consejo y bendición para la Sociedad que intentaba fundar y hacer de su primera visita a Roma, en compañía de su hijo amado, una santa peregrinación para templar su espíritu en el centro del catolicismo y de la cultura Cristiana. Del viaje y estadía en Roma Miguel elaboró un diario que desafortunadamente quedó sin completarse.

El 9 de marzo fueron conducidos ante la presencia del Papa. Luego de los saludos y presentaciones, Don Bosco le indicó al Papa que tenía una consulta privada que hacerle. Rúa abandonó la habitación, Don Bosco esbozó, en líneas generales, el concepto de sociedad religiosa que estaba planeando. El Papa estuvo de acuerdo pero añadió: “Es necesario que establezca una sociedad en la que el Gobierno no pueda interferir y en la que, al mismo tiempo, no se contente con sujetar a sus miembros con meras promesas, de lo contrario nunca estaría seguro de su sentido de pertenencia ni sabría si podría contar con ellos para un período prolongado de tiempo.” Después de esta sesión privada el clérigo Rúa regresó a la habitación y el Papa terminó la audiencia con una bendición especial.

El 6 de abril, junto con el P. Leonardo Murialdo (Director del Oratorio de San Luis), Don Bosco y Rúa tuvieron una segunda audiencia, para despedirse y agradecer la atención que Pío IX había tenido hacia ellos.

El 14 de Abril, partieron de Roma y llegaron de vuelta a Turín el día 16. Los dos meses en Roma, compartiendo emociones, experiencias y actividades fortalecieron la relación entre maestro y discípulo. Un lazo que nunca se rompería.



7. Fundación de la Sociedad Salesiana

Desde su conversación con Rattazzi en 1857, Don Bosco había venido poniendo por escrito “lo que se venía haciendo en el Oratorio” como regla de vida. Ahora que el Papa le había trazado el “Doble Cimiento” para una congregación religiosa ya no lo dudaba.
A finales de 1858/principios de 1859, Miguel Rúa, bajo la supervisión de Don Bosco, transcribía un manuscrito para producir un primer borrador de las “Constituciones de la Pía Sociedad Salesiana”.

Pero Miguel necesitaba completar sus estudios teológicos iniciados en 1856. Su cuarto año de Teología fue interrumpido por los dos meses que pasó en Roma, pero no tuvo ningún problema para reincorporarse al estudio y terminarlos de manera sobresaliente.

Al mismo tiempo Don Bosco insistía en el proyecto de la Sociedad. En la Fiesta de la Inmaculada Concepción anunció una reunión especial que tendría “con sus ayudantes”. Ésta se efectuó en sus habitaciones la noche del 9 de Diciembre de 1859. Allí les habló de la sociedad religiosa que venía considerando y les sugirió que pensaran muy bien el asunto. Aquellos que decidieran formar parte de ella se reunirían, nuevamente, con él el 18 del mismo mes.

A este punto, Rúa vestía ya el hábito clerical pero no había recibido todavía ninguna de las órdenes eclesiásticas. El sábado 10 de diciembre de 1859 hizo un retiro espiritual con los Sacerdotes de la Misión para preparase a recibirlas. El domingo 11 de Diciembre (durante el retiro) el Obispo Balma le confirió cuatro órdenes menores, y el sábado 17 de Diciembre, el mismo Obispo lo ordenó subdiácono.

El 18 de Diciembre de 1859 Don Bosco efectuó la reunión prometida el día 9, en su pequeña habitación. Dieciocho personas (incluyendo al P. Alasonatti) se le apersonaron para la fundación de la Sociedad. El acta de fundación, ampliamente difundida, nos relata este acontecimiento, presentando a quienes se reunieron allí, sus intenciones y sus pasos.

Rúa fue elegido director espiritual “por unanimidad”. Tendría a su cargo tres importantes tareas: especial cuidado de los novicios, aconsejar al Rector y supervisar la vida moral de la comunidad.



8. La Ordenación diaconal de Rúa

Al momento de la fundación, diciembre de 1859, y hasta mediados del año 1860, Miguel Rúa continuaba recibiendo clases en el seminario mientras llevaba adelante toda clase de actividades en el Oratorio y preparándose para su ordenación sacerdotal.

El 17 de Marzo de 1869 hizo ejercicios espirituales en la Casa de la Misión en preparación para su ordenación diaconal. El Obispo Balma lo ordenó diácono el 24 de Marzo.

La situación entre los años 1859 y 1860 fue problemática, en el contexto de la anexión al Piamonte de las regiones norte y central de Italia, el abandono por parte de Francia de su compromiso de protección al Papa y a los dominios pontificios y de los abusos policiales durante las inspecciones en el Oratorio. Esto puede evidenciarse en una carta que Don Bosco le escribió en la víspera de su ordenación sacerdotal:

“San Ignacio en Lanzo, 27 de Julio de 1860.
A mi amado hijo, Miguel Rúa, ¡saludos en el Señor! Me escribiste una carta en francés y lo hiciste bien. Pero sé un galo [un francés] solamente de lengua y discurso; en espíritu, corazón y acción sé romano, generoso y sin temor.
Quiero que sepas y, por consiguiente, que lleves en el corazón lo que voy a decirte: muchas tribulaciones te esperan pero mientras las padeces, el Señor nuestro Dios te dará consuelo en abundancia.
Sé un ejemplo de dedicación al trabajo, de búsqueda de consejo y sé constante en hacer aquello que agrada a la vista del Señor.
Combate al maligno y espera en Dios. En la medida de mis posibilidades estaré para ti, siempre y completamente.
Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté siempre con nosotros. ¡Hasta pronto!

P. J. Bosco.


9. 29 de julio de 1860: Miguel Rúa, sacerdote

El diácono Rúa comenzó el retiro preparatorio de su ordenación el 21 de Julio de 1860. El 28 llegó a Caselle Turinés, en donde la ordenación se llevaría a cabo al día siguiente, 29. Miguel debió haber pasado la noche en oración, porque a la mañana del día 29 su cama parecía como si nadie hubiera dormido en ella. El prelado ordenante, Juan Antonio Balma, en una ceremonia muy privada, le confirió el presbiterado al diácono Rúa en la capilla de Santa Ana.

El P. Miguel Rúa y sus acompañantes regresaron al Oratorio ese mismo día 29 y en la mañana celebró su “primera Misa” asistido por Don Bosco. Por la noche, este último pidió a la numerosa comunidad del Oratorio una ovación de pié para el recién ordenado.

La verdadera celebración en honor del novel sacerdote tuvo lugar el domingo siguiente 5 de Agosto. Los jovencitos del Oratorio del Ángel de la Guarda (del que Miguel era Director) se unieron a cientos de internos del Oratorio de Valdocco. Todos ellos recibieron la Eucaristía y Miguel celebró la Misa Solemne con el acompañamiento de los cantos y la música de los jóvenes.

Después de la Misa de la tarde, hubo un prolongado entretenimiento con discursos, recitaciones en prosa, emulaciones poéticas y alabanzas al P. Rúa, quien escuchaba humilde y apaciblemente todo el afecto y veneración del que era investido. Uno solamente podría imaginarse la alegría y el orgullo de la Sra. Rúa por los honores conferidos a su único hijo sobreviviente.



10. Un recuerdo de Don Bosco

Don Bosco, terminadas las festividades, le dejó a Miguel un recuerdo que fue, a la vez, tanto un programa de vida como una profecía.

“Verás el trabajo Salesiano trascender las fronteras de Italia y asentarse en muchas partes del mundo. Se “Romano”: que te apremie la caridad de nuestro Señor Jesucristo y de su Vicario en la tierra, una caridad universal. Abre generosamente tu corazón a los anhelos y latidos de toda la humanidad.

Tendrás mucho que hacer pero también mucho que sufrir porque así como crecen las rosas, crecen también las espinas. Y, tú sabes mejor que nadie que solo atravesando el mar Rojo y el desierto se puede alcanzar la Tierra Prometida. Toma los sufrimientos con coraje en la certeza de que aun aquí en este mundo no faltarán la fortaleza y la ayuda del Señor.

Para el éxito de tu misión sigue estas orientaciones: una vida ejemplar ‐inmensa prudencia‐ gran firmeza en el trabajo por la salvación de las almas, incansable lucha contra Satanás e inquebrantable confianza en Dios”.

Miguel Rúa ponderaba los sabios consejos de Don Bosco, y hacía de ellos su regla de vida.

En base de un trabajo del P. Arthur Lenti, SDB
 (fuente: www.donbosco.org.ar)

Beato Miguel Rúa: a cien años de su partida

El pasado 6 de abril la Familia Salesiana celebró el centenario de la muerte del primer sucesor de Don Bosco, beato Miguel Rúa, quien falleció hace un siglo en su habitación de Valdoco, Turín (Italia).

Los salesianos han dedicado a la memoria de este gran sacerdote, educador y religioso, un año de celebraciones que se inició el 31 de enero y culminará en el Congreso Internacional sobre “Don Rúa en la historia” que se celebrará en Roma desde el 29 al 31 de octubre

Entre los primeros jóvenes en ser acogidos por Don Bosco, Miguel Rúa crece en el oratorio de Valdoco y, después de ser uno de los primeros en haber emitido la profesión religiosa de la Congregación Salesiana, se convierte en el brazo derecho del Fundador, con el cual comparte vida e ideales. “Miguel, tú y yo haremos todo a media” le dijo una vez Don Bosco.

“Cuando asume su conducción la Congregación estaba compuesta por 700 religiosos, y la dejó cuando había 4.000. Heredó de Don Bosco 64 obras repartidas por seis países y él dejó 341 distribuidas en 30 naciones del Viejo y Nuevo Continente. A la muerte de Don Bosco, en el año 1888, las misiones salesianas se limitaban a la Patagonia Argentina, mientras que en 1910 el trabjo misionero llegó a parte de la selvas habitadas por los indios de Brasil y Ecuador, y a China, India, Egipto y Mozambique” subrayaba el padre Auffray, salesiano de la primera generación, al trazar un retrato de Don Rúa.

Las cualidades características más sobresalientes de Don Rúa fueron -entre otras- una gran apertura pastoral y social, una laboriosidad incansable siguiendo el binomio "trabajo y templanza". A ello se suman, además, una gran delicadeza humana, la mansedumbre cordial, la predilección por los jóvenes pobres, el espíritu oratoriano por el que “cada casa -decía- debe ser un oratorio", un ardiente celo misionero, la solicitud por los laicos.

Don Rúa heredó de Don Bosco un vivo interés por los jóvenes trabajadores y por la clase obrera, y una gran simpatía por toda forma de organización destinada a proteger y a defender los derechos del hombre. En relaciones cordiales con el reformador social francés Leone Harmel desde 1875, prestó apoyo y asistencia a los numerosos grupos de obreros del otro lado de los Alpes que repetidas veces manifestaron también en Italia y también delante del papa de la Rerum Novarum Leon XIII sus opciones cristianas de obreros. A este interés del beato Miguel Rúa se debe la fundación en Turín del primer Sindicato Católico de las obreras de la moda, y no fueron infrecuentes sus iniciativas en casos de huelgas para restablecer -salvados los derechos fundamentales de las personas- las relaciones más justas entre obreros y patronos.

La fama de santidad que acompañó a Don Rúa durante toda su vida creció después de su muerte. Pablo VI lo beatificó el 29 de octubre de 1972.

Por eso, en este año dedicado a Don Rúa, en nuestro sitio web encontrará fotos, videos, textos y material de formación referido al primer sucesor de Don Bosco. Te invitamos también a que revises las publicaciones que Don Rúa hizo en el Boletín Salesiano en el siglo XIX y principios del XX.

(fuente: ANS)

miércoles, 27 de octubre de 2010

Enseñar a pensar

La verdad suplantada por ideologías: el pensamiento por el sentimiento.

No hace mucho tiempo, Juan Pablo II se dirigía a los jóvenes, en Francia, con las siguientes palabras: "¡Aprended a reflexionar más y más, aprended a pensar! Los estudios que hacéis deben ser un momento privilegiado de aprendizaje para la vida del espíritu ¡Desenmascarad los slogans, los falsos valores, los espejismos, los caminos sin salida!"

¿Acaso los humanos no estamos pensando siempre? El Papa parece indicar que no tanto como creemos. Pensar, ponderar, pondus. "Pensar" sugiere algo de peso: gravedad, consistencia, seriedad, solidez.

Lo más grave

¿Qué es lo más grave que sucede hoy en día? Recuerdo una lección del profesor Leonardo Polo, en la que aseguraba que lo lo más grave que hoy sucede es que no sucede el pensar. Y a la vuelta de seis lustros parece que el diagnóstico sobre la situación de nuestra sociedad sigue siendo el mismo: se "pasa" de pensar.

Julián Marías ha advertido que esta sociedad peca de omisión en el pensamiento. ¿Cuántos filósofos de finales del siglo XX - se pregunta-, serán estudiados en los manuales del siglo próximo?
Esta crisis, aunque parcial, se manifiesta también en los hábitos del ciudadano medio: pocos leen un artículo de periódico que desarrolle algún tema de pensamiento; esto es frecuente incluso entre personas que tienen enmarcado un título universitario.


La verdad suplantada por ideologías: el pensamiento por el sentimiento

El pensamiento acerca de la verdad de las cosas ha sido sustituido por ideologías que hacen agua apenas nacen. De otra parte, lo que parece interesar más en la actualidad es no el pensamiento sino lo que alguien ha llamado con humor y acierto, "sensamiento". Se presta mucha atención a lo que "se siente", si se siente mucho o se siente poco, si lo siento o si no lo siento. Es un modo de vivir sobre fundamentos inconsistentes e inestables; un modo de discurrir un tanto irracional, porque procede de vacíos del alma y se desarrolla en la epidermis de la existencia, o en los espacios etéreos de la ficción o del formalismo verbal y la logomaquia.

No se piensa en lo que hay y en lo que son en el fondo las cosas. No se piensa por ejemplo si esto o aquello es "medio" o "fin". Se renuncia a proseguir aquella tarea emprendida con tanto entusiasmo cuando éramos niños: averiguar hasta el último porqué de las cosas. ¿No es cierto -como escribió José María Albareda- que "hay algo en las cosas que las convierte en cautivadora estancia del pensar"? Sin embargo, lo que dijo San Anselmo, que "sólo unos pocos piensan en la verdad de las cosas", parece ser una constante histórica.

Quizá suceda porque debemos "aprender a pensar" y no se enseña suficientemente, cuando ambas cosas constituyen un importante deber. En frase de Alejandro LLano, "pensar, enseñar a pensar, aprender a pensar, es la triple obligación de la inteligencia". Se trata sin duda de una obligación estrictamente moral, pues la razón es la facultad que Dios nos ha dado para descubrir el bien y regir toda nuestra conducta.

¿Por qué a menudo hay miedo a pensar, miedo a la luz y a la libertad del pensador auténtico? Quizá porque cualquier rayo de luz nos guía hacia el sol, y no siempre el hombre se encuentra dispuesto a interesarse por la fuente de la luz y de la vida que puede saciar su más profunda sed.


En que consiste pensar bien

"El pensar bien -dice Balmes, con acierto- consiste, o en conocer la verdad, o en dirigir el entendimiento por el camino que conduce a ella. La verdad es la realidad de las cosas... "Si deseamos pensar bien, hemos de procurar conocer la verdad, es decir, la realidad de las cosas. ¿De qué sirve discurrir con sutileza, o con profundidad aparente, si el pensamiento no está conforme con la realidad?

"El buen pensador procura ver en los objetos todo lo que hay, pero no más de lo que hay. Ciertos hombres tienen talento para ver mucho en todo; pero les cabe la desgracia de ver todo lo que no hay, y nada de lo que hay. Una noticia, una ocurrencia cualquiera, les suministran abundante materia para discurrir con profusión, formando, como suele decirse, castillos en el aire. Estos suelen ser grandes proyectistas y charlatanes.

"Otros adolecen del defecto contrario; ven bien, pero poco; el objeto no se les ofrece sino por un lado; si este desaparece, ya no ven nada. Estos se inclinan a ser sentenciosos y aferrados en sus temas. Se parecen a los que no han salido nunca de su país: fuera del horizonte a que están acostumbrados, se imaginan que no hay más mundo.

Un entendimiento claro, capaz y exacto, abarca el objeto entero; le mira por todos sus lados, en todas sus relaciones con lo que le rodea. La conversación y los escritos de esos hombres privilegiados se distinguen por su claridad, precisión y exactitud. En cada palabra encontráis una idea, y esta idea véis que corresponde a la realidad de las cosas. Os ilustran, os convencen, os dejan plenamente satisfechos; decís con entero entendimiento: "sí, es verdad, tiene razón". Para seguirlos en sus discursos no necesitáis esforzaros; parece que andáis por un camino llano, y que el que habla sólo se ocupa de haceros notar con oportunidad los objetos que encontráis a vuestro paso. Si explican una materia difícil y abstrusa, también os ahorran mucho tiempo y fatiga (...)

"Echase pues de ver que el arte de pensar bien no interesa solamente a los filósofos, sino también a las gentes más sencillas. El entendimiento es un don precioso que nos ha otorgado el Criador, es la luz que se nos ha dado para guiarnos en nuestras acciones; y claro es que uno de los primeros cuidados que debe ocupar al hombre es tener bien arreglada esta luz. Si ella falta nos quedamos a oscuras, andamos a tientas; y por este motivo es necesario no dejarla que se apague. No debemos tener el entendimiento en inacción con peligro de que se ponga obtuso y estúpido; y por otra parte, cuando nos proponemos ejercitarle y avivarle, conviene que su luz sea buena para que no nos deslumbre, bien dirigida para que no nos extravíe"

Es obvio que una de las más importantes facetas de la educación -si no la que más- es la del pensamiento, pues al intelecto toca regir la conducta humana toda, llevarla a buen fin, a buen puerto, al Fin final que da sentido a todo el existir.

Autor: Antonio Orozco 
(fuente: Ideas Claras)

martes, 26 de octubre de 2010

¿Por qué rezar el Rosario?

Son muchísimos los que por haber rezado con toda fe su Rosario lograron obtener una buena y santa muerte y ahora gozan para siempre en el cielo

Cuentan los antiguos que cuando Santo Domingo de Guzmán empezaba a desanimarse al ver que en los sitios donde predicaba la gente no se convertía y la herejía no se alejaba, le pidió a Nuestra Señora le iluminara algún remedio para conseguir la salvación de aquellas personas y que Ella le dijo en una visión: "Estos terrenos no producirán frutos de conversión sino reciben abundante lluvia de oración".

Desde entonces el santo se dedicó a hacer rezar a las gentes el Padre Nuestro y el Ave María y a recomendarles que pensaran en los misterios de la Vida, Pasión y Muerte de Jesús. Muy pronto las conversiones fueron muy numerosas y las gentes de aquellas regiones volvieron a la verdadera religión.

Hoy por hoy, después de la Santa Misa, el Rosario es quizás la devoción más practicada por los fieles. Los enemigos de la religión católica (protestantes, etc.) han dicho y siguen diciendo horrores contra el Santo Rosario pero los católicos han experimentado y siguen experimentando día por día los extraordinarios favores divinos que consiguen con esta santa devoción.

¡Cuántas personas han logrado verse libres de pecados y de malas costumbres el dedicarse a rezar con devoción el santo Rosario! ¡Cuántos hay que desde que están rezando el Rosario a la Virgen María han notado como su vida ha mejorado notoriamente en virtudes y en buenas obras! Son muchísimos los que por haber rezado con toda fe su Rosario lograron obtener una buena y santa muerte y ahora gozan para siempre en el cielo.

Ojalá leyéramos algún libro que hable de las maravillas que se consiguen con el rezo del Santo Rosario. Basta saber que el Rosario ha sido recomendado por muchos Sumos Pontífices y aprobado por la Iglesia Católica en todo el mundo, y que a los que lo rezan se les conceden numerosas indulgencias.

Se llama indulgencia la rebaja de castigos que tendríamos que sufrir en la otra vida por nuestros pecados. La Iglesia Católica con el poder que Jesús le dio cuando dijo: "Todo lo que desates en la tierra queda desatado en el cielo", puede conceder a los fieles que por ciertas devociones se les rebaje parte de los castigos que tendrían que sufrir en el purgatorio.

"Se confiere una indulgencia plenaria si el rosario se reza en una iglesia o un oratorio público o en familia, en una comunidad religiosa o asociación pía; se otorga una indulgencia parcial en otras circunstancias" (Enchiridion de Indulgencias, p. 67)

Condiciones:

1. Que se recen las cinco decenas del Rosario sin interrupción
2. Las oraciones sean recitadas y los misterios meditados
3. Si el Rosario es público, los Misterios deben ser anunciados

Además debe cumplirse:

1. Confesión Sacramental
2. Comunión Eucarística
3. Oraciones por las intenciones del Papa

Si no se cumplen las condiciones para la indulgencia plenaria, puede aún ganarse indulgencia parcial.

La indulgencia puede ser aplicada a los difuntos. La indulgencia plenaria solo puede ganarse una vez al día (excepto en peligro de muerte).

"Lo maravilloso del Santo Rosario no es la repetición de las avemarías o de la mesa bien dispuesta que sostiene la imagen de la Virgen, sino la experiencia de la unidad que se conforma en todo el mundo entero para alabar y bendecir a Dios por los motivos inmensos de su amor para con la humanidad. Es una rica costumbre de la piedad popular donde la Santísima Virgen se hace universal y de mucha importancia para los creyentes. Es la magnífica oportunidad que tenemos todos de experimentar en la fe ese amor a Dios en María Santísima, a la cual le había confiado esa misión salvífica. Es el santo rosario el lugar para reconocer a María Virgen como la Madre del Señor Jesús y en el plano de la gracia, Madre de todos nosotros. Es a la vez el reconocimiento de que Dios a través de Ella interviene a favor nuestro.

Es una oración connatural a la gente sencilla que reconoce la elegancia de Dios para hacer nacer a Jesús, el Salvador del vientre inmaculado de la Virgen María. Por eso en cada decena de las avemarías se medita el sufrimiento, la lucha y el triunfo en ese caminar de Jesús por el camino de la vida, donde la Virgen estuvo presente y actuante para ayudarle a cumplir su misión salvadora. Mi madre solía decir, que el rosario era tan sagrado porque en el estaba todo Jesús y toda María. Por eso, hoy en día, se hace necesario, que el santo rosario ocupe ese espacio tan vivo en los hogares". (P. Marcelo Rivas Sánchez, Gracias mamá por enseñarme el Santo Rosario)

(Fuente: catholic.net)

lunes, 25 de octubre de 2010

Desarrollo del canon de las Sagradas Escrituras

¿Quién estableció la lista de los libros que forman parte de la Biblia? ¿Por qué reconocemos el Evangelio de Juan y no el de Judas?


Veamos un poco de historia...

Por el año 605 Antes de Cristo, el Pueblo de Israel sufrió una dispersión o, como se le conoce bíblicamente, una "diáspora". El rey Nabucodonosor conquistó Jerusalén y llevó a los israelitas cautivos a Babilonia, comenzando la "Cautividad de Babilonia” (cf. 2 Reyes 24,12 y 2 Reyes 25,1).

Pero no todos los israelitas fueron llevados cautivos, un "resto" quedó en Israel (cf. 2 Reyes 25,12; 2 Reyes 25,22; Jeremías 40,11; Ezequiel 33,27). También un número de Israelitas no fueron cautivos a Babilonia sino que fueron a Egipto (cf. 2 Reyes 25,26; Jeremías 42,14; Jeremías 43,7).

El rey Ciro de Persia conquistó Babilonia (cf. 2 Crónicas 36,20; 2 Crónicas 36,23) y dio la libertad a los israelitas de regresar a Israel, terminando así su esclavitud. Algunos regresaron a Palestina (cf. Esdras 1,5; 7,28 y Nehemías 2,11) pero otros se fueron a Egipto, estableciéndose, en su mayoría, en la ciudad de Alejandría (fundada por Alejandro Magno en el 322 a.C, que contaba con la biblioteca más importante del mundo en esa época). Así que los judíos estaban disgregados aun después del fin del cautiverio, unos en Palestina y otros en la diáspora, sobre todo en Alejandría. En el tiempo de los Macabeos había mas judíos en Alejandría que en la misma Palestina (cf. 1 Macabeos 1,1)


La Traducción de los Setenta (Septuagésima)

En el siglo III antes de Cristo, la lengua principal de Alejandría, como en la mayor parte del mundo civilizado, era el griego. El hebreo cada vez se hablaba menos, aun entre los judíos (Jesús y sus contemporáneos en Palestina hablaban arameo)Por eso había una gran necesidad de una traducción griega de las Sagradas Escrituras.

La historia relata que Demetrio de Faleron, el bibliotecario de Plotomeo II (285-246 a.C.), quería unas copias de la Ley Judía para la Biblioteca de Alejandría. La traducción se realizó a inicios del siglo tercero a.C. y se llamó la Traducción de los Setenta (por el número de traductores que trabajaron en la obra). Comenzando con la Torá, tradujeron todas las Sagradas Escrituras, es decir todo lo que es hoy conocido por los católicos como el Antiguo Testamento. Introdujeron también una nueva organización e incluyeron Libros Sagrados que, por ser más recientes, no estaban en los antiguos cánones pero eran generalmente reconocidos como sagrados por los judíos. Se trata de siete libros, llamados hoy deuterocanónicos.

El canon de los Setenta (Septuagésima) contiene los textos originales de algunos de los deuterocanónicos (Sabiduría y 2 Macabeos) y la base canónica de otros, ya sea en parte (Ester, Daniel y Sirac) o completamente (Tobit, Judit, Baruc y 1 Macabeos).




El canon de la Septuagésima (Alejandrino) es el que usaba Jesucristo y los Apóstoles

El canon de Alejandrino, con los siete libros deuterocanónicos, era el más usado por los judíos en la era Apostólica. Este canon es el utilizado por Cristo y los escritores del Nuevo Testamento. 300 de las 350 referencias al Antiguo Testamento que se hacen en el Nuevo Testamento son tomadas de la versión alejandrina. Por eso no hay duda de que la Iglesia apostólica del primer siglo aceptó los libros deuterocanónicos como parte de su canon (libros reconocidos como Palabra de Dios). Por ejemplo, Orígenes, Padre de la Iglesia (+254), afirmó que los cristianos usaban estos libros aunque algunos líderes judíos no los aceptaban oficialmente.




Los judíos establecen un nuevo canon después Cristo

Al final del primer siglo de la era cristiana, una escuela judía hizo un nuevo canon hebreo en la ciudad de Jamnia, en Palestina. Ellos querían cerrar el período de revelación siglos antes de la venida de Jesús, buscando así distanciarse del cristianismo. Por eso cerraron el canon con los profetas Esdras (458 a.C.), Nehemías (445 a.C.), y Malaquías (433 a.C.). Por lo tanto dejaron fuera del canon los últimos siete libros reconocidos por el canon de Alejandrino.

Pero en realidad no hubo un "silencio bíblico" (una ausencia de Revelación) en los siglos precedentes al nacimiento de Jesús. Aquella era la última etapa de revelación antes de la venida del Mesías. Los judíos reconocían el canon alejandrino en tiempo de Jesús. Por eso la Iglesia siguió reconociéndolo.


De esta forma surgieron dos principales cánones del Antiguo Testamento:

1: El canon Alejandrino: Reconocido por los judíos en la traducción de los Setenta al griego. Este canon es el más utilizado por los judíos de tiempo de Cristo y por los autores del Nuevo Testamento. Este canon contiene los libros "deuterocanónicos" y es el reconocido por la Iglesia Católica.

2: El canon de Jamnia: Establecido por judíos que rechazaron el cristianismo y por lo tanto quisieron distanciar el período de revelación del tiempo de Jesús. Por eso rechazaron los últimos 7 libros reconocidos por el canon alejandrino.

Quince siglos después de Cristo, Lutero rechaza el canon establecido por la Iglesia primitiva y adopta el canon de Jamnia. Este es el canon que aceptan los Protestantes.


La Vulgata de San Jerónimo

La primera traducción de la Biblia al latín fue hecha por San Jerónimo y se llamó la "Vulgata" (año 383 AD). El latín era para entonces el idioma común en el mundo Mediterráneo. San Jerónimo en un principio tradujo del texto hebreo del canon de Palestina. Por eso no tenía los libros deuterocanónicos. Esto produjo una polémica entre los cristianos de aquel tiempo. En defensa de su traducción, San Jerónimo escribió: "Ad Pachmmachium de optimo genere interpretandi", la cual es el primer tratado acerca del arte de traducir. Por eso se le considera el padre de esta disciplina. Ahí explica, entre otras cosas, el motivo por el cual considera mejor traducir directo del hebreo. San Jerónimo no rechazó los libros deuterocanónicos. La Iglesia aceptó su traducción con la inclusión de los libros deuterocanónicos. Por eso la Biblia Vulgata tiene los 46 libros.


La Iglesia establece el Canon de la Biblia

Es importante entender que la Iglesia fundada por Cristo precede al Nuevo Testamento. Es la Iglesia la autoridad que establece el canon de la Biblia y su correcta interpretación y no al revés, como creen algunos Protestantes. Cuando en el N.T. habla de las "Escrituras" se refiere al A.T. El nombre de "Nuevo Testamento" no se usó hasta el siglo II.

Con el tiempo, un creciente número de libros se presentaban como sagrados y causaban controversia. Entre ellos muchos eran de influencia gnóstica. Por otra parte, algunos, como los seguidores de Marción, rechazaban libros generalmente reconocidos por los Padres. La Iglesia, con la autoridad Apostólica que Cristo le dio, definió la lista (canon) de los Libros Sagrados de la Biblia.

Los concilios de la Iglesia Católica - el Concilio de Hipo, en el año 393 A.D. y el Concilio de Cartago, en el año 397 y 419 A.D., ambos en el norte de África - confirmaron el canon Alejandrino (con 46 libros para el Antiguo Testamento) y también fijaron el canon del Nuevo Testamento con 27 libros.

Para reconocer los libros del Nuevo Testamento los Padres utilizaron tres criterios:
1- que fuesen escritos por un Apóstol o su discípulo.
2- que se utilizara en la liturgia de las iglesias Apostólicas. Ej. Roma, Corintio, Jerusalén, Antioquía, etc.
3- que estuviera en conformidad con la fe Católica recibida de los Apóstoles.

Al no satisfacer estos criterios, algunos evangelios atribuidos a los Apóstoles (ej. Ev. de Tomás, Ev. de Pedro) fueron considerados falsos por la Iglesia y rechazados. Por otra parte fueron aceptados libros (ej. Evangelio de San Juan y Apocalipsis) que por largo tiempo habían sido controversiales por el atractivo que ejercen en grupos sectarios y milenaristas.

La carta del Papa S. Inocencio I en el 405, oficialmente recoge el canon ya fijo de 46 libros del A.T. y los 27 del N.T. El Concilio de Florencia (1442) confirmó una vez más el canon, como lo hizo también el Concilio de Trento.


A la Biblia Protestante le faltan libros

En el 1534, Martín Lutero tradujo la Biblia al alemán. Pero rechazó los últimos siete libros del A.T. porque estos contradecían sus nuevas doctrinas. Por ejemplo, al quitar los libros de Macabeos, le fue mas fácil negar el purgatorio ya que 2 Macabeos 12, 43-46 da por supuesto que existe una purificación después de la muerte. Lutero dice que Macabeos no pertenece a la Biblia. Sin embargo Hebreos 11,35 (Nuevo Testamento) hace referencia a 2 Macabeos: "Unos fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor". Los únicos en el Antiguo Testamento a quienes se aplica este pasaje es a los mártires macabeos, que fueron torturados por conseguir la resurrección (2 Mac. 7:11, 14, 23, 29, 36).

¡Lutero consideró conveniente optar por el canon de Jamnia que los judíos habían establecido para distanciarse del cristianismo!. Lo prefirió a pesar que le faltaban libros que Jesús, los Apóstoles y la Iglesia desde el principio habían reconocido (ver arriba). Agrupó los libros que quitó de la Biblia bajo el título de "apócrifos", señalando: "estos son libros que no se tienen por iguales a las Sagradas Escrituras y sin embargo son útiles y buenos para leer".

Lamentablemente Lutero propagó sus errores junto con su rebelión. Por esa razón a la Biblia Protestante le faltan 7 libros del AT. Los consideran libros que ellos llaman "apócrifos".

* Tobías
* Judit
* Ester (protocanónico con partes deuterocanónicas)
* Daniel (protocanónico con partes deuterocanónicas)
* I Macabeos
* II Macabeos
* Sabiduría
* Eclesiástico (también llamado "Sirac")
* Baruc

Lutero no solo eliminó libros del Antiguo Testamento sino que quiso eliminar algunos del Nuevo Testamento e hizo cambios en el Nuevo Testamento para adaptarlo a su doctrina.

Martín Lutero había declarado que la persona se salva sólo por la fe (entendiendo la fe como una declaración legal), sin necesidad de poner la fe en práctica por medio de obras. Según él todas las doctrinas deben basarse solo en la Biblia, pero la Biblia según la acomoda e interpreta él. Por eso llegó incluso a añadir la palabra "solamente" después de la palabra "justificado" en su traducción alemana de Romanos 3, 28. También se refirió a la epístola de Santiago como epístola "de paja" porque esta enseña explícitamente: "Veis que por las obras se justifica el hombre y no sólo por la fe". (Ver: Fe y obras; Estado actual del diálogo Católico-Luterano al respecto)

Lutero además se tomó la libertad de separar los libros del Nuevo Testamento de la siguiente manera:

* Libros sobre la obra de Dios para la salvación: Juan, Romanos, Gálatas, Efesios, I Pedro y I Juan
* Otros libros canónicos: Mateo, Marcos, Lucas, Hechos, el resto de las cartas de Pablo, II Pedro y II de Juan
* Los libros no canónicos: Hebreos, Santiago, Judas, Apocalipsis y libros del Antiguo Testamento.

Gracias a Dios, los Protestantes y Evangélicos tienen los mismos libros que los católicos en el Nuevo Testamento porque no aceptaron los cambios de Lutero para esta parte del canon. Pero se encuentran en una posición contradictoria: Reconocen el canon establecido por la Iglesia Católica para el Nuevo Testamento (los 27 libros que ellos tienen) pero no reconocen esa misma autoridad para el canon del A.T.

Es interesante notar que la Biblia Gutenberg, la primera Biblia impresa, es la Biblia latina (Vulgata), por lo tanto, contenía los 46 libros del canon alejandrino.

El reformador español, Casiodoro de Reina, respetó el canon católico de la Biblia en su traducción, la cual es considerada una joya de literatura. Pero luego Cipriano de Valera quitó los deuterocanónicos en su versión conocida como Reina-Valera.


Posición de la Iglesia Anglicana

Según los 39 Artículos de Religión de la Iglesia de Inglaterra (1563), los libros deuterocanónicos pueden ser leídos para "ejemplo de vida e instrucción de costumbres", pero no deben ser usados para "establecer ninguna doctrina" (Artículo VI). Consecuentemente, la Biblia, versión "King James" (1611) contenía estos libros entre el N.T. y el A.T. Pero Juan Lightfoot (1643) criticó este orden alegando que los "malditos apócrifos" pudiesen ser así vistos como un puente entre el A.T. y el N.T. La Confesión de Westminster (1647) decidió que estos libros, "al no ser de inspiración divina, no son parte del canon de las Escrituras y, por lo tanto, no son de ninguna autoridad de la Iglesia de Dios ni deben ser en ninguna forma aprobados o utilizados más que otros escritos humanos."


Los Concilios modernos confirman el Canon

La Iglesia Católica, fiel a la encomienda del Señor de enseñar la verdad y refutar los errores, definió solemnemente, en el Concilio de Trento, en el año 1563, el canon del Antiguo Testamento con 46 libros siguiendo la traducción griega que siempre habían utilizado los cristianos desde el tiempo apostólico. Enseñó que los libros deuterocanónicos deben ser tratados "con igual devoción y reverencia". Esto fue una confirmación de lo que la Iglesia siempre enseñó.

Esta enseñanza del Concilio de Trento fue una vez más confirmada por el Concilio Vaticano I y por el Concilio Vaticano II (Constitución Dogmática Dei Verbum sobre la Sagrada Escritura). El Catecismo de la Iglesia Católica reafirma la lista completa de los Libros Sagrados, incluyendo los deuterocanónicos.

La Biblia es un regalo del Señor, presentado como obra terminada a través de un largo proceso en el que el Espíritu Santo ha guiado a la Iglesia Católica a la plenitud de la verdad. Por la autoridad de la Iglesia se establece el canon definitivo.

Ante los que quieren introducir libros en el Canon, por ejemplo, el "Evangelio de Judas", los protestantes más conocedores han tenido que recurrir a la autoridad de la Iglesia Católica para declarar que el canon de las Escrituras ha sido fijado en los Concilios del siglo IV y no se puede cambiar.

domingo, 24 de octubre de 2010

Cuando las apariencias nos engañan

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (Lc 18, 9-14)

En aquel tiempo, Jesús dijo esta parábola sobre algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás: "Dos hombres subieron al templo para orar: uno era fariseo y el otro, publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: 'Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos y adúlteros; tampoco soy como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todas mis ganancias'. El publicano, en cambio, se quedó lejos y no se atrevía a levantar los ojos al cielo. Lo único que hacía era golpearse el pecho, diciendo: 'Dios mío, apiádate de mí, que soy un pecador'. Pues bien, Yo les aseguro que éste bajó a su casa justificado y aquél no; porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido".

Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.

Las Lecturas de hoy continúan la línea de los anteriores domingos: nos hablan de la oración. Esta vez, de una oración humilde. Y al decir humilde, decimos “veraz”; es decir, en verdad... pues -como decía Santa Teresa de Jesús- “la humildad no es más que andar en verdad”.

¿Y cuál es nuestra verdad? Que no somos nada... Aunque creamos lo contrario, realmente no somos nada ante Dios. Pensemos solamente de quién dependemos para estar vivos o estar muertos. ¿En manos de Quién están los latidos de nuestro corazón? ¿En manos nuestras o en manos de Dios?

Hay que reflexionar en estas cosas para poder darnos cuenta de nuestra realidad, para poder “andar en verdad”. Porque a veces nos pasa como al Fariseo del Evangelio (Lc. 18, 9-14), que no se daba cuenta cómo era realmente y se atrevía a presentarse ante Dios como perfecto.

El mensaje del Evangelio es más amplio de lo que parece a simple vista. No se limita a indicarnos que debemos presentarnos ante Dios como somos; es decir, pecadores ... pues todos somos pecadores ... todos sin excepción.

La exigencia de humildad en la oración no sólo se refiere a reconocernos pecadores ante Dios, sino también a reconocer nuestra realidad ante Dios. Y nuestra realidad es que nada somos ante Dios, que nada tenemos que El no nos haya dado, que nada podemos sin que Dios lo haga en nosotros. Esa “realidad” es nuestra “verdad”.

Comencemos hablando del primer aspecto de la humildad al orar: el reconocer nuestros pecados ante Dios. A Dios no le gusta que pequemos, pero sabemos que cuando hemos pecado, El está continuamente esperando que reconozcamos nuestros pecados y que nos arrepintamos, para luego confesarlos al Sacerdote.

Recordemos que hay otro pasaje del Evangelio que nos dice que hay más alegría en el Cielo por un pecador que se convierta que por 99 que no pecan (Lc. 15, 4-7). Así es el Señor con el pecador que reconoce su falta ... sea cual fuere. Pues puede ser una falta grave o una falta menos grave. O bien un defecto que hay que corregir.

Pero si tomamos la posición del Fariseo del Evangelio, y ante Dios nos creemos una gran cosa: muy cumplidos con nuestras obligaciones religiosas, muy sacrificados, etc., etc., y pasamos por alto aquel defecto que hace daño a los demás, o aquel engreimiento que nos hace creernos muy buenos, o aquella envidia que nos hace inconformes, o aquel resentimiento que nos carcome, o aquel escondido reclamo a Dios que impide el flujo de la gracia divina, nuestra oración podría ser como la del Fariseo.

Podríamos, entonces, correr el riesgo de creernos muy buenos y en realidad estamos pecando de ese pecado que tanto Dios aborrece: la soberbia, el orgullo.

La verdad es que la virtud de la humildad es despreciada por los hombres y mujeres de este tiempo. En nuestros ambientes más bien se fomenta el orgullo, la soberbia y la independencia de Dios, olvidándonos que Dios “se acerca al humilde y mira de lejos al soberbio ” (Salmo 137).

Por eso dice el Señor al final del Evangelio: el que se humilla (es decir aquél que reconoce su verdad) será enaltecido (será levantado de su bajeza). Y lo contrario sucede al que se enaltece. Dice el Señor que será humillado, será rebajado.

Pero decíamos que este texto lo podemos aplicar también a la humildad en un sentido más amplio. Si nos fijamos bien los hombres y mujeres de hoy nos comportamos como si fuéramos independientes de Dios. Y muchos podemos caer en esa tentación de creer que podemos sin Dios, de no darnos cuenta que dependemos totalmente de Dios ... aún para que nuestro corazón palpite.

Entonces ... ¿cómo podemos ufanarnos de auto-suficientes, de auto-estimables, de auto-capacitados?

Nuestra oración debiera más bien ser como la de San Agustín: “Concédeme, Señor, conocer quien soy yo y Quien eres Tú”. Pedir esa gracia de ver nuestra realidad, es desear “andar en verdad”.

Y al comenzar a “andar en verdad” podremos darnos cuenta que nada somos sin Dios, que nada podemos sin El, que nada tenemos sin El. Así podremos darnos cuenta que es un engaño creernos auto-suficientes e independientes de Dios, auto-estimables y auto-capacitados.

Y como criaturas dependientes de El, debemos estar atenidos a sus leyes, a sus planes, a sus deseos, a sus modos de ver las cosas. En una palabra, debemos reconocernos dependientes de Dios.

Podremos darnos cuenta que nuestra oración no puede ser un pliego de peticiones con los planes que nosotros nos hemos hecho solicitando a Dios su colaboración para con esos planes y deseos. Podremos darnos cuenta que nuestra oración debe ser humilde, “veraz”, reconociéndonos dependientes de Dios, deseando cumplir sus planes y no los nuestros, buscando satisfacer sus deseos y no los nuestros.

Sobra agregar que los planes y deseos de Dios son muchísimo mejores que los nuestros. “Así como distan el Cielo de la tierra, así distan mis caminos de vuestros caminos, mis planes de vuestros planes” (Is. 55, 3).

Reconociéndonos dependientes de Dios, nuestra oración será una oración humilde y, por ser humilde, será también veraz.

Podrá darse en nosotros lo que dice la Primera Lectura (Eclo. o Sir. 35, 15-17; 20-22): “Quien sirve a Dios con todo su corazón es oído ... La oración del humilde atraviesa las nubes”. Es decir quien se reconoce servidor de Dios, dependiente de Dios y no dueño de sí mismo, quien sabe que Dios es su Dueño, ése es oído.

En la Segunda Lectura (2 Tim. 4, 6-8; 16-18) San Pablo nos habla de haber “luchado bien el combate, correr hasta la meta y perseverar en la fe”, y así recibir “la corona merecida, con la que el Señor nos premiará en el día de su advenimiento”. Condición indispensable para luchar ese combate, para correr hasta esa meta, perseverando en la fe hasta el final, es -sin duda- la oración. Pero una oración humilde, entregada, confiada, sumisa a la Voluntad de Dios.

Reflexionemos, entonces: ¿Nos reconocemos lo que somos ante Dios: creaturas dependientes de su Creador? ¿Somos capaces de ver nuestros pecados y de presentarnos ante Dios como somos: pecadores? ¿Es nuestra oración humilde, veraz? ¿Oramos con humildad, entrega y confianza en Dios? ¿Reconocemos que nada somos ante El?

Entonces, ante esta verdad-realidad del ser humano, nuestra oración debiera ser una de adoración. Y … ¿qué es adorar a Dios?

Es reconocerlo como nuestro Creador y nuestro Dueño. Es reconocerme en verdad lo que soy: hechura de Dios, posesión de Dios. Dios es mi Dueño, yo le pertenezco. Adorar, entonces, es tomar conciencia de esa dependencia de El y de la consecuencia lógica de esa dependencia: entregarme a El y a su Voluntad.

(fuente: homilia.org)

sábado, 23 de octubre de 2010

El "preboliche", una moda que involucra descontrol y peligro

La diversión no es ir a bailar, sino la reunión previa, donde abunda alcohol.

Hace varios años que los boliches empezaron a ocupar un segundo lugar en el espacio de diversión nocturna juvenil. La diversión adolescente cobra una dimensión mayor en el encuentro previo, "el preboliche". En una búsqueda de compartir un ritual de iniciación entre amigos. No importa ir a bailar. Interesa más tener un lugar considerado propio para consumir alcohol. Así lo señala un trabajo de campo del Observatorio de Drogas de la Sedronar presentado este año.

Cecilia Arizaga coordinó esa investigación, complementaria de otras realizadas por la Sedronar, para conocer los imaginarios adolescentes en el consumo de sustancias psicoactivas. Después de numerosas conversaciones con chicos y chicas en sus colegios o en la misma puerta de los boliches, el informe apunta a que "la previa o el preboliche pueden ser el lugar de salida en sí mismo".

¿Qué buscan los jóvenes cuando se juntan en una casa? En principio, tomar alcohol en un ambiente que creen más controlado. Supervisión que no se focaliza en la posible contención de excesos, sino en un imaginado límite de daños cuando el alcohol supera la capacidad de tolerancia física. Los padres de adolescentes parecen hoy confrontados por nuevas disyuntivas: permitir que beban alcohol en sus hogares o liberarlos hacia los peligros de la noche exterior.

"Hay un nuevo rol de la casa en los momentos de ocio adolescente y también de los padres, desde el lugar de la autoridad, teniendo en cuenta que es un momento de la semana en el que los jóvenes buscan poner a prueba su independencia", se indicó en el trabajo de la Sedronar, cuyas entrevistas fueron concretadas entre enero y diciembre de 2009.

La bebida siempre está

En esos doce meses de observación quedó en claro que "la previa no requiere mayor planificación que la posibilidad de reunir al grupo de pares y acceder al consumo de alcohol, los dos ejes principales de ese momento". "El pre" puede armarse en la calle o en un quiosco, pero los adolescentes de clases media y alta optan por juntarse en las propias casas.

"La calle sigue siendo un espacio donde poner a jugar la identidad, donde pasar el tiempo para muchos jóvenes de clase media y media baja. Para los adolescentes de sectores medios y altos, la calle es un lugar de fantasías cargadas de temores y adrenalina, por el que se circula y transita para pasarla de largo, con una lógica de movimiento de punto a punto", se explicó.

El consumo de alcohol es la base de la reunión. No hay previa sin la bebida. En junio último, se dio a conocer otro trabajo vinculado con el uso del alcohol y otras drogas. Fueron 80.000 los estudiantes de escuelas medias, públicas y privadas consultados para ese informe. Y el 46 por ciento declaró que había consumido bebidas alcohólicas en el mes previo al sondeo. Un porcentaje alto, pero que bajó desde el 59 por ciento detectado en 2007.

Para José Granero, titular de la Sedronar, empezaron a verse los resultados positivos de las medidas de control adoptadas contra el consumo de alcohol juvenil. En ese momento, el funcionario reconoció que debía aumentar la presión en ese sentido. El nuevo informe, esta vez sobre el pensamiento de los chicos, da herramientas para encontrar soluciones de fondo.

Una chica de 16 años, de una escuela privada y que vive en un country de Moreno, dio su testimonio en el trabajo oficial: "¿Cómo es la previa? Nos juntamos en alguna casa, compramos antes [bebidas] y tomamos todos ahí hasta las tres". Otra chica de 16 años de Villa Ballester fue directa cuando se le preguntó qué debía tener una buena fiesta: "Alcohol", dijo.

Apoyados en la experiencia cosechada en informes anteriores, los investigadores de la Sedronar recomendaron, entre otros puntos, que se generen espacios de reflexión con los padres sobre el consumo de alcohol y otras drogas "en el espacio del preboliche".

(fuente: www.lanacion.com.ar)
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