Buscar en mallinista.blogspot.com

lunes, 30 de abril de 2012

Ama la vida, toda la vida

Carta pastoral del obispo de Córdoba ante el 25 de marzo

MADRID, jueves 22 marzo 2012 (ZENIT.org).- Ofrecemos la carta pastoral del obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, con motivo de la próxima fiesta de la Encarnación, el 25 de marzo.

+ Demetrio Fernández

El 25 de marzo nos habla del misterio de la Encarnación del Señor en el seno de María virgen por obra del Espíritu Santo. Nueve meses antes de la Navidad, el Hijo de Dios ha entrado en el mundo milagrosamente, virginalmente, y se ha sometido a las leyes del crecimiento humano. Ha sido un embrión, un feto que ha madurado en el seno materno, ha sido dado a luz y ha vivido una vida humana como la nuestra. Coincidiendo con este día, celebramos la Jornada por la Vida, este año con el lema “Ama la vida, toda la vida”.

Somos amigos de la vida, porque toda vida humana es un don de Dios para el hombre, toda vida humana es sagrada, desde su comienzo por la fecundación hasta su muerte natural. Hay leyes que no tienen en cuenta esta realidad, y dejan al arbitrio de la madre y de los que deciden con ella la posibilidad de matar al propio hijo en el seno materno. Todo un negocio, que esconde beneficios de millones de euros. En España, más de un millón de muertos. En Andalucía, cerca de 200.000. En Córdoba, en torno a 12.000. Cifras de los últimos diez años. Se trata de una verdadera sangría. Más muertos que en la guerra, una guerra silenciosa en contra de la vida, que además es presentada en tono de progreso. Nunca la muerte de un ser humano puede ser un progreso. Con la falta que nos hace repoblar nuestras tierras con sangre nueva ante el envejecimiento acelerado de la población.

Por otra parte, recibimos con satisfacción la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (18.10.2011), que considera todo óvulo después de la fecundación como un “embrión humano”. Urge, por tanto, defender la vida en sus inicios, apoyar a las madres que quieren llevar adelante su embarazo, aunque haya sido no deseado. Son necesarias políticas familiares que alienten la maternidad y la apoyen. Se necesita una formación afectivo-sexual de los jóvenes y de los adultos que rompa el cerco de la anticoncepción, una mentalidad que se opone a la vida como si fuera una desgracia el nacimiento de un nuevo hijo.

La vida debe ser amada y respetada en todas sus fases. De ahí brota el respeto a toda persona, incluso a los más débiles e indefensos, a los discapacitados, a los que necesitan más ayuda para desenvolverse o sobrevivir. El Consejo de Europa (25.01.2012) ha aprobado recientemente una resolución por la que dictamina que “la eutanasia, en el sentido de la muerte intencional, por acción u omisión, de un ser humano en función de su presunto beneficio, debe ser prohibida siempre”, y especifica que “en caso de duda, la decisión siempre debe ser pro-vida y a favor de la prolongación de la vida”.

La proclamación del valor de la vida humana por parte de la Iglesia Católica, que en muchos casos se ha quedado sola, va teniendo cada vez más eco en las instituciones y en la conciencia de mucha gente. Hoy percibimos un movimiento provida cada vez más fuerte por parte de personas de todo tipo, sobre todo jóvenes. En USA se está librando en estos meses una batalla decisiva en este campo, donde los obispos católicos se han puesto al frente de la defensa de la vida en todas sus fases. El negocio contra la vida produce ingresos de millones de euros, es un tremendo negocio, pero la vida humana no tiene precio, es de un valor infinitamente más alto que el dinero.

La campaña de la Iglesia católica en España nos recuerda este año: “Ama la vida, toda la vida”. Es decir, sé amigo de la vida, de toda vida, durante toda la vida. Defiende esa vida, más todavía si es débil e indefensa, en cualquier fase de su existencia. La sociedad tiene en este tema un termómetro para medir su salud. Vale la pena luchar en esta batalla a favor de la vida. Contamos con la ayuda de Dios, como David ante el gigante Goliat. Contamos con la intercesión de María, madre de la vida, que en este día 25 de marzo acogió en su seno virginal el fruto bendito de su vientre, Jesús.

El primado de la oración y del anuncio de la Palabra de Dios

Palabras del papa en la Audiencia General

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 25 abril 2012 (ZENIT.org).- La Audiencia General de este miércoles tuvo lugar a las 10,30 horas en la plaza de San Pedro, donde el santo padre Benedicto XVI se encontró con grupos de peregrinos y fieles llegados de Italia y de otros países. En el discurso en lengua italiana, el papa continuando la catequesis sobre la oración en los Hechos de los Apóstoles, ha centrado su meditación sobre el primado de la oración y del anuncio de la Palabra de Dios. Ofrecemos las palabras del santo padre.

Queridos hermanos y hermanas:

En la última catequesis, mostré que la Iglesia desde el inicio de su recorrido, ha debido afrontar situaciones imprevistas, cuestiones nuevas y situaciones de emergencia a las que ha tratado de responder a la luz de la fe, dejándose guiar por el Espíritu Santo. Hoy quisiera detenerme a reflexionar sobre otra de estas situaciones, un problema serio que la primera comunidad cristiana de Jerusalén tuvo que enfrentar y resolver, como san Lucas narra en el sexto capítulo de los Hechos de los Apóstoles, referido al ministerio de la caridad ante las personas solas y necesitadas de asistencia y ayuda. La cuestión no es secundaria para la Iglesia y amenazó en ese momento con crear divisiones dentro de la misma; el número de discípulos, de hecho, fue en aumento, pero los de lengua griega comenzaron a quejarse contra los de lengua hebrea, porque sus viudas eran desatendidas en la distribución diaria (cf. Hch. 6,1). Frente a esta emergencia relacionada con un aspecto esencial en la vida de la comunidad, es decir, la caridad con los débiles, los pobres, los indefensos y la justicia, los apóstoles convocaron a todo el grupo de discípulos. En este tiempo de emergencia pastoral sobresale el discernimiento hecho por los apóstoles. Ellos se enfrentan a la exigencia primordial de proclamar la palabra de Dios de acuerdo con el mandato del Señor, pero aún siendo esta la primera exigencia de la Iglesia, consideran igualmente en serio el deber de la caridad y la justicia, es decir, el deber de ayudar a las viudas, a los pobres, de proveer con amor a las necesidades en que se encuentran los hermanos y hermanas, para responder al mandato de Jesús: ámense unos a otros como yo os los he amado (cf. Jn. 15,12.17 ).

Así, las dos realidades que se deben vivir en la Iglesia: la predicación de la palabra, la primacía de Dios, y la caridad práctica, la justicia, están creando dificultades y se debe encontrar una solución, para que ambas puedan tener su lugar, su relación justa. La reflexión de los apóstoles es muy clara, dicen, como hemos escuchado: "No está bien que nosotros abandonemos la palabra de Dios por servir a las mesas. Por tanto, hermanos, busquen de entre ustedes a siete hombres, de buena fama, llenos de Espíritu y de saber, y los pondremos al frente de esta tarea; mientras que nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra" (Hch. 6, 2-4).

Hay dos cosas que aparecen: en primer lugar, existe desde aquel momento en la iglesia, un ministerio de la caridad. La Iglesia no solo debe proclamar la palabra, sino también cumplir la palabra, que es amor y verdad. Y, en segundo lugar, estos hombres no solo deben gozar de buena reputación, sino que deben ser hombres llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, es decir, que no pueden ser solo organizadores que saben cómo "hacer" sino que deben "hacer" según el espíritu de la fe con la la luz de Dios, en la sabiduría del corazón; y por lo tanto su función --si bien es sobretodo práctica--, es sin embargo una función espiritual. La caridad y la justicia no son solo acciones sociales, sino son acciones espirituales realizadas a la luz del Espíritu Santo. Así que podemos decir que esta situación se enfrenta con una gran responsabilidad por parte de los apóstoles que toman esta decisión: son elegidos siete hombres; los apóstoles oran para pedir la fuerza del Espíritu Santo; y luego les imponen las manos para que se dediquen de manera particular a este servicio de la caridad. Por lo tanto, en la vida de la iglesia, en los primeros pasos que realiza, se refleja en un cierto modo lo que sucedió durante la vida pública de Jesús, en casa de Marta y María en Betania. Marta estaba abrumada con el servicio de ofrecer hospitalidad a Jesús y a sus discípulos; María, sin embargo, se dedica a la escucha de la palabra del Señor (cf. Lc. 10,38-42). En ambos casos, no se oponen los momentos de oración y escucha de Dios, con la actividad diaria, con el ejercicio de la caridad. El llamado de Jesús: "Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada" (Lc. 10,41-42), así como la reflexión de los apóstoles: "Nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra" (Hch. 6,4), muestran la prioridad que debemos darle a Dios; yo no entraría ahora en la interpretación de esta perícopa Marta-María. En cualquier caso, no se condena la actividad por el prójimo, por el otro, pero se subraya que debe ser penetrada interiormente también por el espíritu de la contemplación. Por otro lado, san Agustín dice que esta realidad de María es una visión de nuestra situación en el cielo, por lo que en la tierra nunca podremos tenerlo toda, pero un poco de la anticipación sí debe estar presente en toda nuestra actividad. Debe estar presente también la contemplación de Dios. No debemos perdernos en el activismo puro, sino siempre dejarnos penetrar en nuestras actividades de la luz de la palabra de Dios y así aprender la verdadera caridad, el verdadero servicio a los demás, que no necesita de tantas cosas --necesita sin duda de las cosas necesarias--, pero sobre todo tiene necesidad del afecto de nuestro corazón, de la luz de Dios.

San Ambrosio, comentando el episodio de Marta y María, exhorta de este modo a sus fieles y también a nosotros: "Buscamos tener también nosotros, aquello que no se nos puede quitar, dándole a la palabra del Señor una diligente atención, no distraída: ocurre también con las semillas de la palabra divina, que se pierden si se plantan a lo largo del camino. Te estimule también a ti, como a María, el deseo de saber: este es la más grande, la obra más perfecta" Y añade también que: "el cuidado por el ministerio no distraiga la atención de la palabra divina", por la oración (Expositio Evangelii secundum Lucam, VII, 85: PL 15, 1720). Los santos, por lo tanto, han experimentado una profunda unidad de vida entre la oración y la acción, entre el amor total a Dios y el amor a los hermanos. San Bernardo, que es un modelo de armonía entre la contemplación y la actividad, en su libro De consideratione, dirigido al papa Inocencio II para ofrecerle algunas reflexiones sobre su ministerio, insiste precisamente en la importancia del recogimiento interior, de la oración para defenderse de los peligros de una actividad excesiva, cualquiera que sea la condición en la que se encuentra y la tarea que se esté llevando a cabo. San Bernardo dice que las muchas ocupaciones, una vida frenética, a menudo terminan endureciendo el corazón y hacen sufrir el espíritu (cf. II, 3).

Es un valioso recordatorio para nosotros hoy, acostumbrados a evaluar todo con el criterio de la productividad y de la eficiencia. El pasaje de los Hechos de los Apóstoles nos recuerda la importancia del trabajo --sin duda se crea un verdadero ministerio--, del compromiso en la actividad diaria que se lleva a cabo con responsabilidad y dedicación, pero también nuestra necesidad de Dios, de su orientación, de su luz que nos da fortaleza y esperanza. Sin la oración diaria fielmente vivida, nuestra acción se vacía, pierde su alma profunda, se reduce a un simple activismo sencillo que con el tiempo nos deja insatisfechos. Hay una hermosa invocación de la tradición cristiana para ser recitada antes de una actividad, que dice: «Actiones nostras, quæsumus, Domine, aspirando præveni et adiuvando prosequere, ut cuncta nostra oratio et operatio a te semper incipiat, et per te coepta finiatur», es decir, "Inspira nuestras acciones, Señor, y acompáñalas con tu ayuda, para que todo nuestro hablar y actuar, tenga siempre en ti su principio y en ti su cumplimiento". Cada paso de nuestra vida, cada acción, incluso en la iglesia, debe estar realizada ante Dios, a la luz de su palabra.

En la catequesis del pasado miércoles, había subrayado la oración unánime de la primera comunidad cristiana frente a la prueba y cómo, justamente en la oración, en la meditación de la sagrada escritura, ha podido entender los acontecimientos que estaban ocurriendo. Cuando la oración se nutre de la palabra de Dios, podemos ver la realidad con nuevos ojos, con los ojos de la fe y el Señor, que habla a la mente y al corazón, da una nueva luz al camino en todo momento y en cualquier situación. Creemos en el poder de la palabra de Dios y en la oración. Incluso la dificultad que estaba experimentando la Iglesia frente al problema del servicio a los pobres, a la cuestión de la caridad, viene superada a través de la oración, a la luz de Dios, del Espíritu Santo. Los apóstoles no se limitan a ratificar la elección de Esteban y de los demás hombres. Sino "habiendo hecho oración, les impusieron las manos" (Hch. 6,6). El evangelista recordará estos gestos de nuevo en la elección de Pablo y Bernabé, donde leemos: "Después de haber ayunado y orado, les impusieron las manos y los enviaron" (Hch. 13,3). Confirma una vez más que el servicio práctico de la caridad es un servicio espiritual. Ambas realidades deben ir juntas.

Con el gesto de la imposición de las manos, los apóstoles confieren un ministerio particular a siete hombres, para que se les diera la correspondiente gracia. El énfasis de la oración, "después de haber rezado", es importante porque pone de relieve la dimensión espiritual del gesto; no se trata simplemente de asignar un encargo como en una organización social, sino que es un acontecimiento eclesial en que el Espíritu Santo toma posesión de siete hombres escogidos por la iglesia, consagrándolos en la Verdad que es Jesucristo: Él es el protagonista silencioso, presente en la imposición de las manos para que los elegidos sean transformados por su poder y santificados para hacer frente a los desafíos prácticos, los desafíos pastorales. Y el énfasis en la oración nos recuerda también que solo por la relación íntima con Dios, cultivada todos los días, nace la respuesta a la elección del Señor y se le confían todos los ministerios en la iglesia.

Queridos hermanos y hermanas, el problema pastoral que llevó a los apóstoles a elegir y a imponer las manos sobre siete varones encargados ​​del servicio de la caridad, para dedicarse ellos a la oración y a la proclamación de la Palabra, nos señala también a nosotros, la primacía de la oración y de la palabra de Dios, que, sin embargo, produce luego también la acción pastoral. Para los pastores esta es la primera y más valiosa forma de servicio a la grey a ellos confiada. Si los pulmones de la oración y la palabra de Dios no alimentan la respiración de nuestra vida espiritual, corremos el riesgo de asfixiarnos en medio de miles de cosas todos los días: la oración es la respiración del alma y de la vida. Y hay otro valioso llamado que me gustaría destacar: en la relación con Dios, en la escucha de su Palabra, en el diálogo con Dios, incluso cuando estamos en el silencio de una Iglesia o en nuestra habitación, estamos unidos en el Señor con muchos hermanos y hermanas en la fe, como un conjunto de instrumentos que, a pesar de su individualidad, elevan una única y gran sinfonía de intercesiones a Dios, de acción de gracias y de alabanzas.

Traducido del original italiano por José Antonio Varela V.

©Librería Editorial Vaticana

domingo, 29 de abril de 2012

Jesús es el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas


Lectura del Santo Evangelio según San Juan (Jn 10, 11-18)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús dijo a los Fariseos: "Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a Mí, así como el Padre me conoce a Mí y Yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo Pastor. El Padre me ama porque doy mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita; Yo la doy porque quiero. Tengo poder para darla y lo tengo también para volverla a tomar. Este es el mandato que he recibido de mi Padre".

Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.


Pastor y rebaño son ya desde antiguo figuras que explicaban la relación de Dios con su pueblo Israel. El Salmo dice: «El Señor es mi pastor; nada me falta» (Sal 23,1). El Señor, el Pastor, es Dios. El libró a su pueblo de la opresión de Egipto, lo guió por el desierto a la tierra prometida, se reveló en el Monte Sinaí como el Dios de la Alianza: «Si de veras escucháis mi voz y guardáis mi Alianza, vosotros seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos» (Ex 19, 5).

En el Antiguo Testamento pastores son llamados también aquellos que Dios elige para apacentar a su pueblo. La figura de los pésimos pastores es utilizada por el profeta Ezequiel (34,1-16): en nombre de Dios fustiga duramente a aquellos pastores que en vez de cumplir con su oficio descuidan sus funciones o se aprovechan de su autoridad para apacentarse a sí mismos, abusando, maltratando o dejando desorientadas a las ovejas que han sido confiadas a su custodia. También el profeta Jeremías presta su voz a Dios para denunciar la injusticia con esta misma comparación: «¡Ay de los pastores que dejan perderse y desparramarse las ovejas de mis pastos! (…) Vosotros habéis dispersado las ovejas mías, las empujasteis y no las atendisteis» (Jer 23, 1-2). Dios promete arrebatar las ovejas de sus manos y hacerse Él mismo cargo de ellas: «Aquí estoy yo; yo mismo cuidaré de mi rebaño y velaré por él. Como un pastor vela por su rebaño cuando se encuentra en medio de sus ovejas dispersas, así velaré yo por mis ovejas» (Ez 34, 11-12; ver Jer 23, 3).

En el Señor Jesús Dios cumple aquella antigua promesa. Él es Dios mismo que se compadece al ver a tantos que andaban «como ovejas que no tienen pastor» (Mt 9, 36). Él proclama abiertamente ante Israel: «Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da la vida por las ovejas» (Jn 10, 11).

Aquel «Yo soy» del Señor Jesús remite inmediatamente al Nombre con que Dios se presentó ante el pueblo de Israel, por medio de Moisés: «Yo soy el que soy» (Ex 3, 14). Dios, en Jesucristo, ha venido a reunir nuevamente a su rebaño disperso. Por su vida entregada libremente, por su sangre derramada en el Altar de la Cruz, devuelve la vida a quienes la han perdido, recobra a sus ovejas para reunirlas nuevamente en un único redil y conducirlas Él mismo a las fuentes y pastos de vida eterna.

En el pasaje del Evangelio de este Domingo el Señor ofrece tres características que permiten reconocer al verdadero pastor: da la vida por sus ovejas; las conoce y ellas a Él; está al servicio de la unidad de su rebaño. Estas características se aplican todas a Él.

Él es el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, porque realmente ofrece su vida como sacrificio en el Altar de la Cruz, en rescate por todos. Gracias a su libre entrega ha reconciliado a la humanidad entera con su Padre, devolviendo la vida divina y eterna —perdida por el pecado— a quienes creen en Él (ver Jn 3,15).

Él es el Buen Pastor que conoce a sus ovejas y las suyas lo conocen a Él. En sentido bíblico el conocimiento no es un conocimiento puramente racional o intelectual, sino que entraña un profundo amor, una relación interior, una íntima aceptación de aquel que es conocido. El fundamento de la relación entre el Señor Jesús y el discípulo es este conocimiento mutuo, dinámico: «se ama lo que se conoce, y (...) se conoce lo que se ama», decía San Agustín. Así va construyéndose entre el Señor y su discípulo una profunda e indisoluble unidad y comunión de vida. Esta comunión íntima, fruto de tal conocimiento, se expresa naturalmente por parte del discípulo en la obediencia amorosa: quien conoce a Cristo escucha a su voz, hace lo que Él le pide (ver Jn 2, 5), pone por obra lo que Él le manda, con prontitud y alegría. De este modo entra también a participar de la misma comunión que Él, el Hijo, vive con el Padre: «igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre».

Finalmente, Él es el Buen Pastor que está al servicio de la unidad de Israel y de todo el rebaño humano: «Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño, un solo pastor» (Jn 10, 16). El Señor Jesús realizó plenamente la unificación del Israel disperso prometida por Dios a través de su profeta Ezequiel (ver Ez 34, 22-24), pero fue más allá: abarcó a todos los hijos de Dios, de la humanidad entera. Esta unidad la ha venido a realizar mediante su propio sacrificio. Por su muerte ha roto los muros de la división (ver Ef 2, 14), ha reunido «en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos» (Jn 11, 52). Por su Cruz nos ha reconciliado con el Padre, reconciliación de la que procede toda otra reconciliación y unificación: del hombre consigo mismo, con todos los demás seres humanos y con la creación entera.


PADRES DE LA IGLESIA

- San Gregorio: «Él añade la manera de ser del pastor bueno, para que nosotros le imitemos. “El buen Pastor da su vida por sus ovejas”. Hizo lo que aconsejó, manifestó lo que mandó, dio su vida por sus ovejas, para hacer de su cuerpo y de su sangre un sacramento para nosotros y para poder saciar con el alimento de su carne a las ovejas que había rescatado. Se nos puso delante el camino del desprecio de la muerte, que debemos seguir, y la forma divina a la que debemos adaptarnos. Lo primero que debemos hacer es repartir generosamente nuestros bienes entre sus ovejas, y lo último dar, si fuera necesario, hasta nuestra misma vida por estas ovejas. Pero el que no da sus bienes por las ovejas, ¿cómo ha de dar por ellas su propia vida?».

- San Cirilo de Alejandría: «El distintivo de la oveja de Cristo es su capacidad de escuchar, de obedecer, mientras que las ovejas extrañas se distinguen por su indocilidad. Comprendemos el verbo “escuchar” en el sentido de consentir a lo que se le ha dicho. Y las que lo escuchan las reconoce Dios, porque “ser conocido” significa estar unido a Él. Nadie es totalmente ignorado por Dios. Porque, cuando Cristo dice: “Yo conozco mis ovejas”, quiere decir: “Yo los acogeré y las uniré a mi de una forma mística y permanente”. Se puede decir que al hacerse hombre, Cristo se ha emparentado con todos los hombres, tomando su misma naturaleza. Todos estamos unidos a Cristo a causa de su encarnación. Pero aquellos que no guardan su parecido con la santidad de Cristo, se le han hecho extraños».

- San Gregorio Magno: «Ved si sois verdaderamente ovejas suyas, ved si de verdad lo conocéis, ved si percibís la luz de la verdad. Me refiero a la percepción no por la fe, sino por el amor y por las obras. Pues el mismo evangelista Juan afirma también: “Quien dice: ‘Yo conozco a Dios’, y no guarda sus mandamientos, miente”. Así, pues, todo el que quiera entender lo que oye, apresúrese a practicar lo que ya puede comprender, (pues) el Señor no fue conocido mientras habló, pero se dejó conocer cuando fue alimentado».


CATECISMO DE LA IGLESIA

- Cristo, Buen Pastor

754: La Iglesia, en efecto, es el redil cuya puerta única y necesaria es Cristo. Es también el rebaño cuyo pastor será el mismo Dios, como Él mismo anunció. Aunque son pastores humanos quienes gobiernan las ovejas, sin embargo es Cristo mismo el que sin cesar las guía y alimenta; Él, el Buen Pastor y Cabeza de los pastores, que dio su vida por las ovejas.

649: En cuanto al Hijo, él realiza su propia Resurrección en virtud de su poder divino. Jesús anuncia que el Hijo del hombre deberá sufrir mucho, morir y luego resucitar (sentido activo del término). Por otra parte, él afirma explícitamente: «Doy mi vida, para recobrarla de nuevo... Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo» (Jn 10,17-18). «Creemos que Jesús murió y resucitó» (1Tes 4,14).

- Cristo actúa hoy por medio de sus ministros

1548: En el servicio eclesial del ministro ordenado es Cristo mismo quien está presente en su Iglesia como Cabeza de su cuerpo, Pastor de su rebaño, sumo sacerdote del sacrificio redentor, Maestro de la Verdad. Es lo que la Iglesia expresa al decir que el sacerdote, en virtud del sacramento del Orden, actúa «in persona Christi Capitis»: El ministro posee en verdad el papel del mismo Sacerdote, Cristo Jesús. Si, ciertamente, aquél es asimilado al Sumo Sacerdote, por la consagración sacerdotal recibida, goza de la facultad de actuar por el poder de Cristo mismo a quien representa («virtute ac persona ipsius Christi»).

1549: Por el ministerio ordenado, especialmente por el de los obispos y los presbíteros, la presencia de Cristo como cabeza de la Iglesia se hace visible en medio de la comunidad de los creyentes.

1550: Esta presencia de Cristo en el ministro no debe ser entendida como si éste estuviese exento de todas las flaquezas humanas, del afán de poder, de errores, es decir, del pecado. No todos los actos del ministro son garantizados de la misma manera por la fuerza del Espíritu Santo. Mientras que en los sacramentos esta garantía es dada de modo que ni siquiera el pecado del ministro puede impedir el fruto de la gracia, existen muchos otros actos en que la condición humana del ministro deja huellas que no son siempre el signo de la fidelidad al Evangelio y que pueden dañar, por consiguiente, a la fecundidad apostólica de la Iglesia.

(fuente: www.ducinaltum.info)

sábado, 28 de abril de 2012

Oración de los esposos a Nuestra Señora del Valle

Madre del Valle:
Hija de Dios Padre,
Madre de Dios Hijo,
Esposa del Espíritu Santo:
míranos.

El amor del Padre
nos ha creado el uno para el otro;
el amor de Cristo
ha convertido nuestro amor
en signo sacramental que hace crecer la iglesia; el Espíritu Santo hace nuestro amor
fecundo y renovador.

Tú eres nuestro modelo,
sé siempre nuestra guía y nuestra madre.

Que nuestro amor sea fiel
desde la fidelidad renovada cada día,
en el tedio de lo cotidiano,
en la borrasca de la tentación,
en la alegría de las cosas nuevas.

María de Nazareth... guíanos.

Que nuestro amor sea fecundo
más allá de la pobreza
más allá de la tentación del facilismo
y del confort,
más allá de la muerte.

María, esposa de José,
fuerte al pie de la Cruz..., enséñanos.

Que nuestro amor sea creador
en la concepción
y educación de los hijos,
en el ejemplo de vida cristiana,
en la oración que renueve
nuestra familia,
en los pobres que nos necesitan,
en los amigos que nos acompañan,
en la Iglesia que nos da a Jesús.

María, la de las manos suplicantes,
María, la que en el Cielo
reza por nosotros,
María, Madre del Valle,
ampáranos.

Amén.

(fuente: www.morenitadelvalle.com.ar)

viernes, 27 de abril de 2012

Creo en Dios

Cuando decimos creer en Él, en Dios como Padre, todopoderoso, todo lo podemos. Es allí donde se fundamenta la razón de ser de todo, desde más aparato que constituye nuestro símbolo de la fe, toda la articulación de toda y cada uno de los artículos, valga la redundancia del símbolo de la fe, están centrados en esta expresión que hoy compartimos, creo en Dios Padre.

Todo el credo depende de esta afirmación. Así como los mandamientos son explicitaciones del primero, los demás artículos nos hacen conocer mejor a Dios, tal como se reveló progresivamente a nosotros en el tiempo. Con razón, los fieles confiesan que lo más importante de todo es creer en Dios. Creo en un solo Dios.

A diferencia de otros pueblos, el de Israel no es politeísta sino, monoteísta. Con estas palabras comienza el símbolo de Niceno constantinopolitano. La confesión de la unicidad de Dios, que tiene su raíz en la revelación divina en la Antigua Alianza, es inseparable de la confesión de la existencia de Dios y a sí mismo también, fundamental. Dios es único, no hay más que un solo Dios. La fe cristiana cree y confiesa que hay un solo Dios, por naturaleza, por sustancia, por esencia. Creo en Dios, en el único Dios que le da la razón de ser a todo.

¿Dios qué hace?, revela su nombre, tan distinto a decir hay una fuerza superior, impersonal, sin rostro, como mucha veces se dice: Y sí, hay Dios, Dios existe, mucho más que Dios existe y que hay Dios casi como una posibilidad de ser, superior, casi impersonal, casi como una fuerza sin rostro. Dios tiene rostro, es más que una fuerza superior, impersonal. Dios se da a conocer. El nombre expresa la esencia, la identidad de la persona, el sentido de su vida. Dios tiene un nombre, no es una fuerza anónima. Comunicar su nombre es darse a conocer. Es como cuando uno escribe su propia biografía, el rostro de sí mismo aparece dicho en ella, su historia, su origen, su sentido, su presente, sus sueños, en cierta manera comunicarse a sí mismo, haciéndose accesible, capaz de ser más íntimamente conocido, de ser invocado personalmente, es la vocación que existe en el hacia adentro de lo divino. Dios se muestra pero no todo Él de golpe, sino progresivamente da a conocer el nombre suyo a través de diversos modos de decir de sí mismo, pero la revelación del nombre divino hecho a Moisés en la manifestación de la zarza ardiendo en el umbral del éxodo y de la alianza, demostró ser la revelación fundamental, tanto para la antigua como para la nueva alianza. Ahí Dios se muestra como el Dios viviente. Dios llama a Moisés desde la zarza que arde sin consumirse y le dice, “Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, de Jacob. Yo soy un Dios de vivos, no soy un Dios muerto”. Y cuando uno piensa en Dios y eleva su mirada hacia Él y se deja encontrar por Él, se deja que Dios le muestre su propio rostro, comienza como a recorrer un camino histórico de transformación y de vida nueva en Dios, en Cristo, se lleva a la plenitud este rostro humano de lo divino. Pero veamos como poco a poco Dios da a entender quién es, cuál es su nombre. Vamos a ver al final se sintetiza en una sola expresión, pero que se dice de muchas maneras, porque si bien es verdad que Dios es amor, Dios tiene muchas maneras de decirse en la historia, y en la tuya también. Dios es mi compañía, es presencia providente, es simplemente gracia de amor, Dios es amigo.

Compartimos los rostros con los que Dios aparece en tu camino. El Dios viviente dice “Yo soy” y cuando dice Yo soy el Dios de tus padres, habla de la historia, de la presencia en el tiempo que pasó, pero también del porvenir. “Yo estaré contigo” dice Dios cuando dice “Yo soy”. Dice Yo soy y da a entender que es totalizante su presencia. Ante la presencia atrayente, totalizante y misteriosa de Dios, el hombre descubre su pequeñez. Ante la zarza ardiente Moisés se quita la sandalia y sr cubre el rostro. Delante de la santidad lo único que le queda al hombre es postrarse. Ante la gloria de Dios tres veces Santo, Isaías exclama “Hay de mí que estoy perdido, pues yo soy un hombre de labios impuros”. Ante los signos divinos que Jesús realiza, Pedro exclama: “Aléjate de mí Señor porque soy un pecador”. Este Dios nuestro que es Santo, puede perdonar al hombre que se descubre pecador delante de Él.

“No ejecutaré el ardor de mi cólera, dice el profeta Oseas, en nombre de Dios, porque yo soy Dios, no hombre, en medio de Ti yo, el Santo de Israel”. El apóstol Juan va a decir, tranquilicémonos en la conciencia en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo. Él te penetra, te conoce, te mueve el corazón a petenecerle y a poner manos a la obra para que en el mundo en el que vivimos y nuestra patria también por sobre todo sea transformada y hecha a la altura del sueño que Dios esconde desde siempre en lo más profundo de su corazón.

Tras el pecado de Israel, que se apartó de Dios para adorar el becerro de oro, en Éxodo 32, Dios dice escuchar la intercesión de Moisés y acepta marchar en medio del pueblo infiel, manifestando así su amor de misericordia. A Moisés que pide ver su gloria, Dios le responde:”Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad, belleza y pronunciaré delante de ti el nombre de Yahavé” y el Señor pasa delante de Moisés y proclama, “Señor, Señor, Dios misericordioso y clemente, tardó la cólera y rico en amor y fidelidad”. Moisés confiesa entonces, que el Señor es un Dios que perdona, tiene entrañas de misericordia. El que dice “Yo soy” es misericordia, mantiene su amor por mil generaciones y mucho más allá de cómo el hombre en lo concreto le responde. Dios que es rico en misericordia, permanece por siempre fiel a sí mismo. Este Dios dice ser Él, Yo soy misericordia, sobre todo cuando en Cristo Jesús, levantado en lo alto, atrae por su amor a todos hacia sí y “Así verán” dice Jesús, en Juan 8, 28, que “Yo soy”.

El que dice “Yo soy”, dice en tu vida un modo de ser con el cual puedes identificarte con el nombre de Dios. Amigo, compañero, artesano, alfa y omega, principio y fin, Dios lo es todo, es mi sostén, es mi esperanza ¿Quién es Dios en tu vida? Dios, El que es, se reveló a Israel como el que es rico en amor y fidelidad, así lo relata el libro del Éxodo 34, 6. Estos dos términos, amor y fidelidad, expresan de forma condensada la riqueza del nombre divino. En todas sus obras Dios muestra bondad, benevolencia, su gracia, su amor, pero también su fiabilidad, su constancia, su fidelidad, su verdad. “Doy gracias a tu nombre por tu amor y tu verdad”, reza el salmo 138. “Eres la verdad porque Dios es luz, en Él no hay ninguna sombra de tinieblas, Él es amor”, como lo enseña el apóstol Juan.

Dios es la verdad y la verdad para el hombre, la que busca, la que anhela, sobre la que descansa, donde el alma reposa, es allí, en el Dios que es amor. Por eso no hay que temer, por eso caminamos seguros y ciertos de que es verdad. Él en la palabra aparece por siempre como el que lleva sus obras a término. Ahora mi Señor Dios, tú eres Dios, tus palabras son verdad. Por eso las promesas del Señor se realizan siempre, porque en Él no hay tinieblas, Él es luz, Dios es la verdad misma, sus palabras no pueden engañar. Por eso el hombre que se confía en Él, que le entrega su vida, lo hace a su verdad y a la fidelidad de Dios y si es así de corazón, ¿A qué temer?

El comienzo del pecado y la caída del hombre fue una mentira del tentador que indujo a dudar de la palabra de Dios, de su bondad y de su fidelidad. La gracia de la redención en Cristo Jesús, nos regala esta condición nueva, renovada en nosotros, que en Dios sólo hay luz, que en Él no hay tinieblas. Y cuando caminamos en la luz, caminamos ciertos, caminamos seguros, caminamos con la certeza de que a buen puerto llegamos, por eso no hay miedo en nosotros.

Dios es luz, es verdad, la verdad de Dios es su sabiduría que lo gobierna todo en la creación, en el gobierno del mundo, en la recreación. Creador del cielo y de la tierra, es el único que puede dar el comienzo verdadero de todas las cosas creadas. En su relación con Él encontramos la luz. Dios es verdadero. Cuando se da a entender, la enseñanza que viene de Dios es una ley de verdad. Cuando envía su hijo al mundo será para dar testimonio de eso, de la verdad. Sabemos que el hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al verdadero y la verdad es que Dios es luz, en Él no hay tinieblas, Dios es amor.

A lo largo de su historia, Israel pudo descubrir que Dios sólo tenía una razón para mostrarse, para darse a conocer, para revelar su nombre, era sencillamente porque lo amaba, su amor gratuito. Israel comprendió gracias a los profetas que también por amor Dios no cesó de ir a su encuentro, de ir a buscarlo, de salvarlo, de perdonarlo en su infidelidad, de sus pecados. El amor de Dios, fiel a sí mismo hacia Israel es comparado a la de un padre a su hijo. Este amor es más fuerte que el amor de una madre a sus hijos. Dios ama a su pueblo, más que un esposo a su amada. Este amor va a vencer incluso las peores infidelidades, llegará hasta el don más precioso, tanto Dios amó al mundo, que le dio a su hijo único.

escrito por el Padre Javier Soteras
(fuente: www.radiomaria.org.ar)

Carta a los sacerdotes: ministros de la misericordia de Dios

Del cardenal Piacenza en la Jornada Mundial de Oración para la Santificación del Clero

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 25 abril 2012 (ZENIT.org).- El cardenal Mauro Piacenza, prefecto de la Congregación para el Clero y el secretario del dicasterio, monseñor Celso Morga Iruzubieta, arzobispo titular de Alba Marítima, han dirigido una carta a los sacerdotes con motivo de la “Jornada Mundial de Oración para la Santificación del Clero”, el próximo 15 de junio.

"La expresión de la Escritura 'Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación' (1Ts 4, 3), aunque vaya dirigida a todos los cristianos, se refiere en modo particular a nosotros, los sacerdotes, que hemos aceptado no sólo la invitación a 'santificarnos', sino también a convertirnos en 'ministros de santificación' para nuestros hermanos", afirma la carta.

"Este es nuestro estupendo destino --añade--: no podemos santificarnos sin trabajar para la santidad de nuestros hermanos, y no podemos trabajar para la santidad de nuestros hermanos sin que antes hayamos trabajado y trabajemos para nue stra santidad".

"Como ministros de la misericordia de Dios, sabemos, por tanto, que la búsqueda de la santidad siempre se puede retomar, a partir del arrepentimiento y el perdón. Pero a la vez sentimos la necesidad de pedi rlo, cada sacerdote, en nombre de todos los sacerdotes y para todos los sacerdotes", explica.

Recuerda que, para el mes de octubre de 2012, se ha convocado la Asamblea General del Sínodo de los Obispos sobre el tema de "La nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana".

Se nos pedirá, afirma, trabajar en profundidad sobre cada uno de estos “capítulos”:

– sobre el Concilio Vaticano II, a fin de que sea de nuevo acogido com o «la gran gracia de la que la Iglesia se ha beneficiado en el siglo XX»: “Una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza ”, “una gran fuerza para la renovación siempre necesaria de la Iglesia”4;

– sobre el Catecismo de la Iglesia Católica, para que realmente se acoja y se utilice «como instrumento válido y legítimo al servicio de la comunión eclesial y como una regla segura para la enseñanza de la fe».

– sobre la preparación del próximo Sínodo de los Obispos, para que sea realmente «una buena ocasión para introducir a todo el cuerpo eclesial en un tiempo de especial reflexión y redescubrimiento de la fe ».

"Hoy son sobre todo los sacerdotes, en su adoración diaria y en su ministerio diario, quienes deben encauzarlo todo hacia la Comunión Trinitaria: sólo a partir de esta y adentrándose en esta, los fieles pueden descubrir verdaderamente el rostro del Hijo de Dios y su contemporaneidad, y pueden verdaderamente llegar al corazón de todo hombre y a la patria a la cual todos están llamados. Y sólo así los sacerdotes podemos ofrecer de nuevo a los hombres de hoy la dignidad del ser persona, el sentido de las relaciones humanas y de la vida social, y la finalidad de toda la creación", concluye la carta.

Se puede leer el texto completo de la carta en: http://www.zenit.org/article-42052?l=spanish

jueves, 26 de abril de 2012

Vietnam: Atentado a un orfanato y agresión salvaje a un sacerdote

El arzobispado de Hanoi pide una investigación

ROMA, miércoles 25 abril 2012 (ZENIT.org).- El arzobispado de Hanoi, Vietnam, ha pedido que se haga una investigación sobre las violencias que condujeron a la destrucción de un futuro orfanato y a la agresión a un sacerdote.

Cuando amanecía el 14 de abril, en una parroquia de la diócesis de Hanoi, un grupo de individuos de origen desconocido destruyó un establecimiento destinado a acoger huérfanos. El sacerdote responsable de este establecimiento fue golpeado salvajemente, perdió el conocimiento y fue llevado al hospital. Al día siguiente, 15 de abril, se envió un comunicado firmado por el canciller del arzobispado contando los hechos y la "agresión brutal" perpetrada por un grupo de individuos calificados de camorristas.

El padre Nguyen Van Binh, párroco de la parroquia de Yên Kiên, había comprado un terreno de 500 metros cuadrados situado en el terreno de otra parroquia, Go Cao (en el distrito de Chuong My perteneciente a la ciudad de Hanoi). Había hecho construir una casa con la intención de acoger a jóvenes huérfanos de la región.

A las 9 de la mañana, el 14 de abril del 2012, vinieron a avisar que la casa había sido demolida por la mañana temprano. Fué inmediatamente al lugar. Allí fue agredido por sorpresa por una banda de camorristas que le golpearon salvajemente y dejaron sin sentido en el suelo. El comunicado del arzobispado precisó que se trataba de un relato de la víctima misma. A raiz de su agresión el padre Binh, sufre del tímpano, de derrame de sangre en el interior de los oídos, de esquimosis en la cara. Se queja también de dolores de cabeza y del vientre.

Gracias al arzobispado de Hanoi y al consejo parroquial deYên Kiên, pudo ser trasladado a un centro hospitalario especializado en la capital, donde recibió cuidados de urgencia y fue sometido a diversos exámenes. El sacerdote está actualmente siendo cuidado en el arzobispado de Hanoi. Su estado de salud ha mejorado un poco.

Según el comunicado del arzobispado, los golpes asestados sin motivo por el grupo de camorristas constituyen una violación de la ley, un atentado brutal a la dignidad humana. Este acto inaceptable y desprovisto de humanidad ha conmocionado y llenado de indignación a los sacerdotes y laicos. Ha sembrado la inquietud y de turbación en el espíritu de los fieles de diversas comunidades católicas de Chong My. Esta es la conclusión del comunicado del arzobispado.

El arzobispo de Hanoi, ha enviado una carta a la Seguridad Pública del distrito de Chuong My, pidiéndole hacer una investigación rápida y que salga a la luz este hecho, a fin de que se puedan terminar estas prácticas salvajes y que ninguna persona pueda volver a sufrir lo mismo. La dignidad humana debe ser respetada, subrayó el arzobispado.

Se han dado detalles suplementarios por otras fuentes que ofrecieron una versión de los hechos ligeramente diferentes. Insisten más sobre la presencia de agentes de la Seguridad pública con el grupo de camorristas. Según una de estas versiones el grupo de alborotadores habría llegado primero y habría comenzado la destrucción de la casa. Las fuerzas de la Seguridad pública habrían seguido un poco más tarde y estaban presentes en el momento en el que el sacerdote llegó al lugar y fué agredido. Las fuerzas de policia habían sido colocadas alrededor del lugar donde se produjeron los hechos, añade también que la policía intervino con el personal del hospital para impedir que las brutalidades cometidas con el sacerdote fueran reveladas.

El proyecto y la construcción del orfanato han sido puestos bajo la responsabilidad de una asociación caritativa local llamada "Familia Agadé". Según otra fuente, una mujer y dos niños estaban presentes en el edificio en el momento de los hechos.

Traducido del francés por Raquel Anillo

Jornada de oración por las vocaciones: Vigilias y celebraciones en Argentina

Buenos Aires, 26 Abr. 12 (AICA) El próximo 29 de abril, 4º domingo de Pascua, llamado domingo del Buen Pastor, se celebrará en todas las diócesis del país la 49ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, establecida por el papa Pablo VI, y que este año tiene por lema "Las vocaciones don de la Caridad de Dios ”. Las actividades más importantes se llevarán a cabo en las arquidiócesis de Buenos Aires y Salta, y en las diócesis de Jujuy, Orán y Avellaneda-Lanús.


- Vigilia del Buen Pastor 2012: El sábado 28 de abril, de 20 a 23, se realizará la Vigilia del Buen Pastor en el colegio Benito Nazar (Estado de Israel 4230, Buenos Aires) con el lema: “Te ama, te busca, te llama”. Informes: página web www.pastoralvocacionalba.com.ar o correo electrónico vocacionba@gmail.com


- Vigilia juvenil por las vocaciones: El sábado 28 de abril, desde las 22, hasta las 6 del domingo 29, se llevará a cabo la Vigilia juvenil por las vocaciones, que organiza la Pastoral vocacional de la arquidiócesis de Salta. “La vocación como don de la caridad de Dios” será el lema que guiará la vigilia que tendrá lugar en el Seminario metropolitano (Mitre 892, Salta). El domingo 29 de abril, se celebrará adoración eucarística desde las 9 hasta las 19.


- Jornada del Buen Pastor: El sábado 28 de abril, en el marco de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, la Iglesia de Avellaneda-Lanús se juntará a rezar por ellas, para que el Señor envíe trabajadores para su mies. En ese marco, 4 seminaristas del seminario diocesano Pablo VI, recibirán el ministerio del acolitado (Federico Nadalich, Juan Molina, Ezequiel Cruseño y Ricardo Naricccio) y 3 seminaristas (Pablo Castro, Miguel Mongelos y Damián Trebaiochi) recibirán la admisión a las Sagradas Órdenes. También 7 hermanos candidatos al diaconado permanente, recibirán ministerios. La jornada comenzará a las 11, en la parroquia San Juan María Vianney (Kloosterman 1726, Monte Chingolo) y concluirá a las 16 con la misa presidida por el obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén O. Frassia.


- Jornada de oración por las vocaciones en Jujuy: El domingo 29 de abril, de 8.30 a 18, la Pastoral vocacional de Jujuy llevará a cabo la Jornada del Buen Pastor, que se desarrollará con el lema: “Cristo, el Buen Pastor, te espera!!”. Tendrá lugar en el Club Terry, de Tilcara. Informes: página web www.pastoralvocacionaldejujuy.com


- Jornada del Buen Pastor en Orán: La diócesis de Orán celebrará una jornada diocesana de oración por las vocaciones, que tendrá lugar el sábado 28 de abril, en la localidad de Ballivián, desde las 8.30 hasta las 16. Durante la jornada se vivirán momentos de animación, se celebrará una misa, el presbítero Martin Alarcón dirá unas palabras, se llevará a cabo una obra de teatro sobre ¿Qué es la vocación? y se trabajará sobre el mensaje del Papa. +

El Papa advierte contra la hermenéutica bíblica que olvida que las Escrituras son inspiradas por Dios

La Palabra de Dios es interpretada por la Tradición viva de la Iglesia.

 La Pontificia Comisión Bíblica concluye hoy su asamblea plenaria, que este año ha estado dedicada al tema «Inspiración y verdad en la Biblia». Por ese motivo, el Santo Padre ha enviado un mensaje a su presidente, el cardenal William Levada, que también es prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El Papa escribe que la temática abordada es fundamental para «una hermeneútica correcta del mensaje bíblico» y advierte que «una interpretación de los textos sagrados que relega u olvida su inspiración no tiene en cuenta su característica más apreciable e importante, es decir, su procedencia divina».

“Por el carisma de la inspiración –prosigue el Pontífice–, los libros de la Sagrada Escritura poseen una fuerza de llamada directa y concreta. Pero la Palabra de Dios no se queda confinada en lo escrito. Si el hecho de la Revelación concluye con la muerte del último apóstol, la Palabra revelada ha continuado siendo anunciada e interpretada por la Tradición viva de la Iglesia”.

“Por eso”, explica el Santo Padre, “la Palabra de Dios fijada en los textos sagrados no es un depósito inerte dentro de la Iglesia, sino que se transforma en regla suprema de su fe y potencia de vida. La Tradición que encuentra sus orígenes en los apóstoles progresa con la ayuda del Espíritu Santo y crece con la reflexión y el estudio de los creyentes, con la experiencia personal de vida espiritual y la predicación de los obispos”.

De ahí que sea necesario profundizar en el estudio del tema de la inspiración y la verdad de la Biblia, ya que “es esencial para la vida y la misión de la Iglesia que los textos sacros sean interpretados según su naturaleza; y la Inspiración y la Verdad son características constitutivas de esa naturaleza”.

Para terminar, Benedicto XVI manifiesta su aprecio por la actividad de la Comisión Bíblica en la promoción del conocimiento, el estudio y la acogida de la Palabra de Dios en el mundo.

(fuente: www.infocatolica.com)

miércoles, 25 de abril de 2012

Acerca del CREDO DE NICEA

Tal como fue aprobado en forma ampliada en el Concilio de Constantinopla (381), es la profesión de la fe cristiana, común a la Iglesia Católica, a todas las Iglesias Orientales separadas de Roma y a la mayoría de las denominaciones protestantes.

Poco después del Primer Concilio de Nicea se compusieron nuevas fórmulas de fe, la mayoría de ellas variaciones del Símbolo Niceno, para hacer frente a nuevas fases del arrianismo. Al menos hubo cuatro antes del Concilio de Sárdica en 341, y en ese concilio se presentó e insertó en las actas una nueva fórmula, aunque no la aceptó el concilio. Sin embargo, el Símbolo Niceno continuó siendo el único en uso entre los defensores de la fe. Gradualmente llegó a ser reconocido como la profesión de fe apropiada para los candidatos al bautismo. Su alteración a la fórmula Niceno-Constantinopolitana, la que ahora usamos, se suele atribuir al Concilio de Constantinopla, puesto que el Concilio de Calcedonia (451), que lo designó como “El Credo del Concilio de Constantinopla de 381” hizo que se leyera dos veces y se incluyera en las Actas. Los historiadores Sócrates, Sozomen y Teodoreto no mencionan esto, aunque de que hay constancia de que los obispos que permanecieron en el concilio tras la partida de los macedonios confirmaron la fe nicena. Hefele (II, 9) admite la posibilidad de que nuestro credo actual sea una condensación del “Tomo” (griego tomos|), es decir, la exposición de las doctrinas sobre la Santísima Trinidad hecha por el Concilio de Constantinopla, pero prefiere la opinión de Rémi Ceillier y Tillemont, que rastrean la nueva fórmula al "Ancoratus" de San Epifanio escrito en 374. Hort, Caspari, Harnack y otros opinan que la forma constantinopolitana no se originó en el Concilio de Constantinopla, ya que no está en las Actas del concilio de 381, sino que se insertó más tarde; porque San Gregorio Nacianceno que estuvo en el concilio sólo menciona la fórmula nicena advirtiendo que está incompleta en lo que se refiere al Espíritu Santo, lo que muestra que no conocía la forma constantinopolitana que corrige esa deficiencia; y porque los Padres latinos aparentemente nada sabían de ella antes de mediados del siglo V.

La siguiente es una traducción literal del texto griego de la fórmula constantinopolitana; los paréntesis [ ] indican las palabras alteradas o añadidas en la forma litúrgica occidental en uso al presente.

Creemos (Creo) en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Y en un sólo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: (Dios de Dios), luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, por obra del Espíritu Santo se encarnó de la Virgen María, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado; y resucitó al tercer día, según las Escrituras. Y subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos y su reino no tendrá fin. Y (creo) en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre (y del Hijo), que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria y que habló por los profetas. Y en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confesamos (Confieso) que hay un sólo bautismo para el perdón de los pecados. Esperamos (Espero) la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. 
Amén.

En esta fórmula se amplía el artículo niceno sobre el Espíritu Santo; se omiten varias palabras, en especial las dos frases “de la substancia del Padre” y “Dios de [Dios]]”, así como también los anatemas; se añaden diez cláusulas; y en cinco lugares las palabras están colocadas en distintos lugares. En general, las dos fórmulas contienen lo que es común a todas las fórmulas bautismales de la Iglesia primitiva. Vossius (1577-1649) fue el primero en detectar la semejanza entre el credo establecido en el "Ancoratus" y la formula bautismal de la Iglesia de Jerusalén. Hort (1876) sostiene que el símbolo es una revisión de la fórmula de Jerusalén, en la que se han insertado las más importantes declaraciones nicenas sobre el Espíritu Santo. El autor de la revisión puede haber sido San Cirilo de Jerusalén (315-386). Se ofrecen varias hipótesis para explicar la tradición de que el símbolo niceno-constantinopolitano se originó en el Concilio de Constantinopla, pero ninguna es satisfactoria. Sea cual fuere su origen, el hecho es que el Concilio de Calcedonia (451) se lo atribuyó al de Constantinopla y si realmente no se compuso en ese concilio, fue adoptado y autorizado por los Padres reunidos en la asamblea como una verdadera expresión de la fe. La historia del Credo se completa en el artículo Filioque (ver también Arrio, Eusebio de Cesarea).

Fuente: Wilhelm, Joseph. "The Nicene Creed." The Catholic Encyclopedia. Vol. 11. New York: Robert Appleton Company, 1911. 16 Jan. 2012 . Traducido por Pedro Royo. rc 

(fuente: ec.aciprensa.com)

martes, 24 de abril de 2012

Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la XLIX Jornada mundial de Oración por las Vocaciones

Queridos hermanos y hermanas

La XLIX Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebrará el 29 de abril de 2012, cuarto domingo de Pascua, nos invita a reflexionar sobre el tema: Las vocaciones don de la caridad de Dios.



La fuente de todo don perfecto es Dios Amor -Deus caritas est-: «quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él» (1 Jn 4,16). La Sagrada Escritura narra la historia de este vínculo originario entre Dios y la humanidad, que precede a la misma creación. San Pablo, escribiendo a los cristianos de la ciudad de Éfeso, eleva un himno de gratitud y alabanza al Padre, el cual con infinita benevolencia dispone a lo largo de los siglos la realización de su plan universal de salvación, que es un designio de amor. En el Hijo Jesús –afirma el Apóstol– «nos eligió antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e irreprochables ante Él por el amor» (Ef 1,4). Somos amados por Dios incluso “antes” de venir a la existencia. Movido exclusivamente por su amor incondicional, él nos “creó de la nada” (cf. 2M 7,28) para llevarnos a la plena comunión con Él.

Lleno de gran estupor ante la obra de la providencia de Dios, el Salmista exclama: «Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano, para que te cuides de él?» (Sal 8,4-5). La verdad profunda de nuestra existencia está, pues, encerrada en ese sorprendente misterio: toda criatura, en particular toda persona humana, es fruto de un pensamiento y de un acto de amor de Dios, amor inmenso, fiel, eterno (cf. Jr 31,3). El descubrimiento de esta realidad es lo que cambia verdaderamente nuestra vida en lo más hondo. En una célebre página de las Confesiones, san Agustín expresa con gran intensidad su descubrimiento de Dios, suma belleza y amor, un Dios que había estado siempre cerca de él, y al que al final le abrió la mente y el corazón para ser transformado: «¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, más yo no estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti» (X, 27,38). Con estas imágenes, el Santo de Hipona intentaba describir el misterio inefable del encuentro con Dios, con su amor que transforma toda la existencia.

Se trata de un amor sin reservas que nos precede, nos sostiene y nos llama durante el camino de la vida y tiene su raíz en la absoluta gratuidad de Dios. Refiriéndose en concreto al ministerio sacerdotal, mi predecesor, el beato Juan Pablo II, afirmaba que «todo gesto ministerial, a la vez que lleva a amar y servir a la Iglesia, ayuda a madurar cada vez más en el amor y en el servicio a Jesucristo, Cabeza, Pastor y Esposo de la Iglesia; en un amor que se configura siempre como respuesta al amor precedente, libre y gratuito, de Dios en Cristo» (Exhort. ap. Pastores dabo vobis, 25). En efecto, toda vocación específica nace de la iniciativa de Dios; es don de la caridad de Dios. Él es quien da el “primer paso” y no como consecuencia de una bondad particular que encuentra en nosotros, sino en virtud de la presencia de su mismo amor «derramado en nuestros corazones por el Espíritu» (Rm 5,5).

En todo momento, en el origen de la llamada divina está la iniciativa del amor infinito de Dios, que se manifiesta plenamente en Jesucristo. Como escribí en mi primera encíclica Deus caritas est, «de hecho, Dios es visible de muchas maneras. En la historia de amor que nos narra la Biblia, Él sale a nuestro encuentro, trata de atraernos, llegando hasta la Última Cena, hasta el Corazón traspasado en la cruz, hasta las apariciones del Resucitado y las grandes obras mediante las que Él, por la acción de los Apóstoles, ha guiado el caminar de la Iglesia naciente. El Señor tampoco ha estado ausente en la historia sucesiva de la Iglesia: siempre viene a nuestro encuentro a través de los hombres en los que Él se refleja; mediante su Palabra, en los Sacramentos, especialmente la Eucaristía» (n. 17).

El amor de Dios permanece para siempre, es fiel a sí mismo, a la «palabra dada por mil generaciones» (Sal 105,8). Es preciso por tanto volver a anunciar, especialmente a las nuevas generaciones, la belleza cautivadora de ese amor divino, que precede y acompaña: es el resorte secreto, es la motivación que nunca falla, ni siquiera en las circunstancias más difíciles.

Queridos hermanos y hermanas, tenemos que abrir nuestra vida a este amor; cada día Jesucristo nos llama a la perfección del amor del Padre (cf. Mt 5,48). La grandeza de la vida cristiana consiste en efecto en amar “como” lo hace Dios; se trata de un amor que se manifiesta en el don total de sí mismo fiel y fecundo. San Juan de la Cruz, respondiendo a la priora del monasterio de Segovia, apenada por la dramática situación de suspensión en la que se encontraba el santo en aquellos años, la invita a actuar de acuerdo con Dios: «No piense otra cosa sino que todo lo ordena Dios. Y donde no hay amor, ponga amor, y sacará amor» (Epistolario, 26).

En este terreno oblativo, en la apertura al amor de Dios y como fruto de este amor, nacen y crecen todas las vocaciones. Y bebiendo de este manantial mediante la oración, con el trato frecuente con la Palabra y los Sacramentos, especialmente la Eucaristía, será posible vivir el amor al prójimo en el que se aprende a descubrir el rostro de Cristo Señor (cf. Mt 25,31-46). Para expresar el vínculo indisoluble que media entre estos “dos amores” –el amor a Dios y el amor al prójimo– que brotan de la misma fuente divina y a ella se orientan, el Papa san Gregorio Magno se sirve del ejemplo de la planta pequeña: «En el terreno de nuestro corazón, [Dios] ha plantado primero la raíz del amor a él y luego se ha desarrollado, como copa, el amor fraterno» (Moralium Libri, sive expositio in Librum B. Job, Lib. VII, cap. 24, 28; PL 75, 780D).

Estas dos expresiones del único amor divino han de ser vividas con especial intensidad y pureza de corazón por quienes se han decidido a emprender un camino de discernimiento vocacional en el ministerio sacerdotal y la vida consagrada; constituyen su elemento determinante. En efecto, el amor a Dios, del que los presbíteros y los religiosos se convierten en imágenes visibles –aunque siempre imperfectas– es la motivación de la respuesta a la llamada de especial consagración al Señor a través de la ordenación presbiteral o la profesión de los consejos evangélicos. La fuerza de la respuesta de san Pedro al divino Maestro: «Tú sabes que te quiero» (Jn 21,15), es el secreto de una existencia entregada y vivida en plenitud y, por esto, llena de profunda alegría.

La otra expresión concreta del amor, el amor al prójimo, sobre todo hacia los más necesitados y los que sufren, es el impulso decisivo que hace del sacerdote y de la persona consagrada alguien que suscita comunión entre la gente y un sembrador de esperanza. La relación de los consagrados, especialmente del sacerdote, con la comunidad cristiana es vital y llega a ser parte fundamental de su horizonte afectivo. A este respecto, al Santo Cura de Ars le gustaba repetir: «El sacerdote no es sacerdote para sí mismo; lo es para vosotros»(Le curé d’Ars. Sa pensée – Son cœur, Foi Vivante, 1966, p. 100).

Queridos Hermanos en el episcopado, queridos presbíteros, diáconos, consagrados y consagradas, catequistas, agentes de pastoral y todos los que os dedicáis a la educación de las nuevas generaciones, os exhorto con viva solicitud a prestar atención a todos los que en las comunidades parroquiales, las asociaciones y los movimientos advierten la manifestación de los signos de una llamada al sacerdocio o a una especial consagración. Es importante que se creen en la Iglesia las condiciones favorables para que puedan aflorar tantos “sí”, en respuesta generosa a la llamada del amor de Dios.

Será tarea de la pastoral vocacional ofrecer puntos de orientación para un camino fructífero. Un elemento central debe ser el amor a la Palabra de Dios, a través de una creciente familiaridad con la Sagrada Escritura y una oración personal y comunitaria atenta y constante, para ser capaces de sentir la llamada divina en medio de tantas voces que llenan la vida diaria. Pero, sobre todo, que la Eucaristía sea el “centro vital” de todo camino vocacional: es aquí donde el amor de Dios nos toca en el sacrificio de Cristo, expresión perfecta del amor, y es aquí donde aprendemos una y otra vez a vivir la «gran medida» del amor de Dios. Palabra, oración y Eucaristía son el tesoro precioso para comprender la belleza de una vida totalmente gastada por el Reino.

Deseo que las Iglesias locales, en todos sus estamentos, sean un “lugar” de discernimiento atento y de profunda verificación vocacional, ofreciendo a los jóvenes un sabio y vigoroso acompañamiento espiritual. De esta manera, la comunidad cristiana se convierte ella misma en manifestación de la caridad de Dios que custodia en sí toda llamada. Esa dinámica, que responde a las instancias del mandamiento nuevo de Jesús, se puede llevar a cabo de manera elocuente y singular en las familias cristianas, cuyo amor es expresión del amor de Cristo que se entregó a sí mismo por su Iglesia (cf. Ef 5,32). En las familias, «comunidad de vida y de amor» (Gaudium et spes, 48), las nuevas generaciones pueden tener una admirable experiencia de este amor oblativo. Ellas, efectivamente, no sólo son el lugar privilegiado de la formación humana y cristiana, sino que pueden convertirse en «el primer y mejor seminario de la vocación a la vida de consagración al Reino de Dios» (Exhort. ap. Familiaris consortio,53), haciendo descubrir, precisamente en el seno del hogar, la belleza e importancia del sacerdocio y de la vida consagrada. Los pastores y todos los fieles laicos han de colaborar siempre para que en la Iglesia se multipliquen esas «casas y escuelas de comunión» siguiendo el modelo de la Sagrada Familia de Nazaret, reflejo armonioso en la tierra de la vida de la Santísima Trinidad.

Con estos deseos, imparto de corazón la Bendición Apostólica a vosotros, Venerables Hermanos en el episcopado, a los sacerdotes, a los diáconos, a los religiosos, a las religiosas y a todos los fieles laicos, en particular a los jóvenes que con corazón dócil se ponen a la escucha de la voz de Dios, dispuestos a acogerla con adhesión generosa y fiel.

Vaticano, 18 de octubre de 2011

PP. Benedicto XVI
(fuente: wwww.pastoralvocacionaldejujuy.com)

lunes, 23 de abril de 2012

Corrientes: Antonio De Iacovo, un padre de cuatro hijos, fue ordenado sacerdote a los 62 años

Enviudó luego de más de 30 años de matrimonio, después decidió retomar la vocación que había abrazado de joven y que sintió en su corazón. Lo consagró monseñor Andrés Stanovnik, compañero en el Seminario entre 1968 y 1972, con quien se reencontró en 2009.

A los 62 años, muchos están pensando en la jubilación o en disfrutar de una vida cómoda, tras años de arduo trabajo. Este no es el caso de Antonio Salvador Pablo De Iacovo, quien el domingo fue ordenado como sacerdote en la parroquia “Nuestra Señora del Carmen”, de Bella Vista, iniciando así, una nueva y desafiante etapa de su vida. La ceremonia fue presenciada por cientos de fieles de la comunidad que hace un año lo recibió, por su madre Rosario Siciliano, y por uno de sus hijos, ya que el nuevo presbítero retomó su vocación después del fallecimiento de su esposa, con quien estuvo casado más de 30 años.

El arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik, con quien el nuevo sacerdote, allá por 1968, compartió los primeros años de estudio en el seminario y presenció su casamiento, fue el encargado de ordenarlo. Se volvieron a encontrar, uno ya siendo Arzobispo y el otro retomando sus estudios de Teología, con la firme decisión de entregar su vida al sacerdocio y trabajando pastoralmente en barrios humildes de Don Torcuato, en Buenos Aires, mientras continuaba su actividad de programador de computadoras para diversas empresas.

Acompañaron en ese trascendental momento en la vida de Antonio, el Vicario General de la Arquidiócesis, José Billordo; y sacerdotes de Corrientes, San Miguel, Saladas, San Roque, Mburu-cuyá, y del Seminario “La Encarnación”. De Iacovo comenzó a conocer la Iglesia particular de Corrientes en 2009, en plena epidemia de Gripe A, y se instaló definitivamente en febrero del año pasado en nuestra provincia. También estuvieron presentes muchos amigos que llegaron desde las comunidades bonaerenses en representantes de seis diócesis, según destacó Antonio.

Transcurridos los diferentes momentos de la emotiva ceremonia, donde fue ungido como sacerdote y proclamado como tal, alrededor de las 20.50, Antonio recibió las felicitaciones de la comunidad que lo adoptó desde hace un año en la cual acompaña a la pastoral penitenciaria y a otros grupos parroquiales y donde, además, da clases de Latín en el Instituto de Formación Docente.

Notablemente emocionado, el padre Antonio agradeció “a los sacerdotes que lo guiaron en su vocación, al pueblo de Bella Vista que hace dos años no sabía ni siquiera quién era yo y que me abrió las puertas como a un hijo más”. También mencionó a monseñor Andrés “quien fuera mi compañero de facultad y que esta noche me ordenó, y a Dios porque entendí que en mi camino sólo debo decir que sí a lo que El me propone”, expresó.

Al relatar su experiencia de vida y el proceso que lo fue llevando a esta decisión, que implica para una persona de su edad un nuevo comienzo, Antonio señalaba convencido de su palabras, que “si uno sabe escuchar y está atento, Dios te lleva con suavidad, invitándote entre muchas opciones a seguirlo y no se enoja ante las decisiones que uno elija”. Asegura que “a todos Dios nos quiere santos, desde el lugar en el que estamos”.

Antonio compartió gran parte de su vida con María Elena que murió en 2007. Con ella tuvo cuatro hijos, Patricio, Manuel, Antonio Sebastián y Cecilia, todos residen en el barrio Caba-llito de Capital Federal.

Si bien sus hijos sabían de sus deseos de ser sacerdote y que estaba completando los 4 años de Teología que le faltaron tras su paso, entre 1968 y 1972, por el Seminario, no fue hasta fines de 2010, cuando les anunció que dejaba su casa en la que vivió durante 30 años porque iba a vivir a la parroquia de Bella Vista, que ellos comprendieron finalmente, que su camino estaba en el servicio a Dios y su Iglesia, a través del sacerdocio.

(fuentw: www.ellitoral.com.ar)

domingo, 22 de abril de 2012

Lo reconocieron al partir el pan

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (Lc. 24, 35-48)
Gloria a ti, Señor.


Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los Apóstoles, les contaron lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. 

Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero él les dijo: "No teman, soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy Yo en persona. Tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo Yo". Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: "¿Tienen aquí algo de comer?" Le ofrecieron un trozo de pescado asado; El lo tomó y se puso a comer delante de ellos. Después les dijo: "Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba Yo cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de Mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos". 

Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: "Esto estaba escrito: los sufrimientos de Cristo, su resurrección de entre los muertos al tercer día y la predicación que ha de hacerse en su Nombre a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, invitándolas a que se conviertan y sean perdonadas de sus pecados. Ustedes son testigos de todo esto".


Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.

1) Oración inicial

¡Oh Dios!, que has reunido pueblos diversos en la confesión de tu nombre; concede a los que han renacido en la fuente bautismal una misma fe en su espíritu y una misma caridad en su vida. Por nuestro Señor. 2)

2) Reflexión

• En estos días después de Pascua, los textos del evangelio relatan las apariciones de Jesús. Al comienzo, en los primeros años después de la muerte y resurrección de Jesús, los cristianos se preocuparon de defender la resurrección por medio de las apariciones. Ellos mismos, la comunidad viva, era la gran aparición de Jesús resucitado. Pero en la medida en que iban creciendo las críticas de los enemigos contra la fe en la resurrección y que, internamente, surgían críticas y deudas al respecto de varias funciones en las comunidades (cf. 1Cor 1,12), ellos comenzarán a recordar las apariciones de Jesús. Hay dos tipos de apariciones:

(a) las que acentúan dudas y resistencias de los discípulos en creer en la resurrección, y

(b) las que llaman la atención sobre las órdenes de Jesús a los discípulos y las discípulas confiriéndoles alguna misión. Las primeras responden a las críticas venidas de fuera.

Ellas muestran que los cristianos no son personas ingenuas y crédulas que aceptan cualquier cosa. Por el contrario. Ellos mismos tuvieron muchas deudas en creer en la resurrección. Las otras responden a las críticas de dentro y fundamentan las funciones y tareas comunitarias no en las cualidades humanas siempre discutibles, pero sí en la autoridad y en las órdenes recibidas de Jesús resucitado. La aparición de Jesús narrada en el evangelio de hoy combina los dos aspectos: las deudas de los discípulos y la misión de anunciar y perdonar recibida de Jesús.


• Lucas 24,35: El resumen de Emaús. De retorno a Jerusalén, los dos discípulos encontraron a la comunidad reunida y comunican la experiencia que tuvieron. Narran lo que aconteció por el camino y cómo reconocieron a Jesús en la fracción del pan. La comunidad reunida les comunica, a su vez, cómo Jesús apareció a Pedro. Fue un compartir mutuo de la experiencia de resurrección, como hasta hoy acontece cuando las comunidades se reúnen para compartir y celebrar su fe, su esperanza y su amor.


• Lucas 24,36-37: La aparición de Jesús causa espanto en los discípulos. En este momento, Jesús se hace presente en medio de ellos y dice: “¡La Paz esté con vosotros!” Es el saludo más frecuente de Jesús: “¡La Paz esté con vosotros!” (Jn 14,27; 16,33; 20,19.21.26). Pero los discípulos, viendo a Jesús, quedan con miedo. Ellos se espantan y no reconocen a Jesús. Delante de ellos está el Jesús real, pero ellos se imaginan que están viendo un espíritu, un fantasma. Hay un desencuentro entre Jesús de Nazaret y Jesús resucitado. No consiguen creer.


• Lucas 24,38- 40: Jesús los ayuda a superar el miedo y la incredulidad. Jesús hace dos cosas para ayudar a los discípulos a superar el espanto y la incredulidad. Les muestra las manos y los pies, diciendo: “¡Soy yo!”, y manda palpar el cuerpo, diciendo: “Porque un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo.” Jesús muestra las manos y los pies, porque en ellos están las marcas de los clavos (cf. Jn 20,25-27). Cristo resucitado es Jesús de Nazaret, el mismo que fue muerto en la Cruz, y no un Cristo fantasma como imaginaban los discípulos viéndolo. El mandó palpar el cuerpo, porque la resurrección es resurrección de la persona toda, cuerpo y alma. La resurrección no tiene nada que ver con la teoría de inmortalidad del alma, enseñada por los griegos.


• Lucas 24,41-43: Otro gesto para ayudarlos a superar la incredulidad. Pero no basta. Lucas dice que por causa de tanta alegría ellos no podían creer. Jesús pide que le den algo para comer. Ellos le dieron un pedazo de pescado y él comió delante de ellos, para ayudarlos a superar la deuda.


• Lucas 24,44-47: Una llave de lectura para comprender el sentido nuevo de la Escritura. Una de las mayores dificultades de los primeros cristianos fue aceptar a un crucificado como siendo el mesías prometido, pues la ley misma enseñaba que una persona crucificada era “un maldito de Dios” (Dt 21,22-23). Por eso, era importante saber que la Escritura había anunciado ya “que el Cristo debía padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día y que se predicaría en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones”. Jesús les mostró que esto ya estaba escrito en la Ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos. Jesús resucitado, vivo en medio de ellos, se vuelve la llave para abrir el sentido total de la Sagrada Escritura.


• Lucas 24,48: Ustedes son testigos de esto. En esta orden final está la misión de las comunidades cristianas: ser testigos de la resurrección, para que quede manifiesto el amor de Dios que nos acoge y nos perdona, y querer que vivamos en comunidad como hijos e hijas suyos, hermanos y hermanas unos de otros.


3) Para la reflexión personal

• A veces, la incredulidad y la duda se anidan en el corazón y procuran enflaquecer la certeza que la fe nos da ante la presencia de Dios en nuestra vida. ¿Has vivido esto alguna vez? ¿Cómo lo has superado?

• Ser testigos del amor de Dios revelado en Jesús es nuestra misión, es mi misión. ¿Lo soy?

4) Oración final

¡Señor, dueño nuestro, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? (Sal 8)

(fuente: ocarm.org)

sábado, 21 de abril de 2012

Acto de Consagración a Nuestra Señora del Valle


Postrado humildemente a tus pies,
¡oh Virgen Santísima del Valle!
vengo, a pesar de mi indignidad,
a elegirte por Madre, abogada y protectora,
ante Jesús, tu Hijo divino,
para amarte, honrarte y servirte fielmente
todos los días de mi vida. 
Alcánzame de Jesús
un vivo horror al pecado;
la gracia de vivir y morir
en la fe más viva,
en la esperanza más firme,
en la caridad más ardiente y generosa. 
¡Oh Virgen del Valle!
Dame el consuelo
de que en la hora de mi muerte,
entregue mi alma en tus manos,
y sea conducido por ti
a la gloriosa inmortalidad. 

Amén

La Virgencita del Valle, su historia en Catamarca

El hallazgo de la venerada imagen de la Inmaculada Concepción, Nuestra Señora del Valle, tuvo lugar entre 1618 y 1620 en una gruta de Choya.


Distrito de Choya

Choya es actualmente uno de los distritos del departamento Capital de la provincia de Catamarca, en el noroeste argentino. El pueblo de Choya al que se hace mención en los antiguos documentos estaba situado a un kilómetro del actual del mismo nombre. Formaban la población de Choya españoles encomenderos e indios en su gran mayoría cristianos. Vivían de las labranzas y del pastoreo.


Don Manuel de Zalazar

Fue oriundo de la región española de Vizcaya (por eso se lo llamaba el vizcaíno). En 1615 figura como Administrador del Valle de Catamarca. Era un hombre capaz e inteligente; sabía gobernar con justicia y administrar bien. Fue mayordomo en las poblaciones que poseía Pedro de Maidana al Este del río que hoy conocemos como Río del Valle. Se casó con Doña Beatriz de Acuña y tuvo una hija. Falleció entre los años 1638 y 1640 en sus mismas posesiones del actual Valle Viejo cuando se encontraba íntegramente dedicado al cuidado, culto y veneración de la Madre del Valle en su imagen bendita.


El hallazgo de la Imagen

La historia cuenta que fue encontrada entre 1618 y 1620. Un indio de los encomendados al servicio de Don Manuel de Salazar, en el silencio de la tarde percibió voces y ruido de pisadas.

Era un grupo de indiecitas que caminaban recelosas, como temiendo que alguien las sorprendiera. Llevaban lámparas y flores de la montaña. Como era de noche regresó a los ranchos de Choya.

Su curiosidad hizo que a la mañana siguiente regresara a esos parajes. Pronto dio con las huellas y encontró un sendero que, se veía, era muy transitado.

Caminó unos 5 Km., remontando la quebrada cuando a unos 7 metros de altura apareció un nicho de piedra bien disimulado. Al fin del nicho había rústicos asientos y restos de fogones, e incluso huellas de danzas. Trepó al nicho y allá al fondo encontró una Imagen de la Santísima Virgen María. Era pequeñita, muy limpia, de rostro morenito y tenía las manos juntas.

Después de varios meses y de estar seguro de su descubrimiento, el indio le cuenta todo a su amo. Le dice que la veneraban, que estaba allí entre las piedras, que era morenita como los indios y que por eso la querían y que él también había aprendido a quererla.


Primer Templo en honor a la Virgen del Valle

Según la declaración del testigo Juan Cisternas: "Viéndola hacer tantos prodigios, le edificaron una capilla, que por la tradición antigua fue donde hoy (1764) están las paredes de la iglesia matriz de dicho Valle, en la parte del poniente a poca distancia y en que hoy corre el río del Valle que ha muchos años se la llevó"


Ermita de la Virgen del Valle

En la edificación hicieron sus aportes los más adinerados como Pedro de Maidana, Nuño Rodríguez Beltrán y el valioso y sacrificado esfuerzo de los pobres de la comunidad que llegaban con su trabajo de peones y albañiles. También colaboraron Don Manuel de Salazar, Mateo de Acuña, Baltazar de Orellana, los hermanos Pérez de Hoyo, además de Juan Domínguez, carpintero de profesión que por su bondad y habilidad en diferentes trabajos, era por 1628 un personaje que gozaba de gran aprecio en todo el vecindario.

LA VIRGEN DEL VALLE JURADA COMO PATRONA

La Madre Santísima del Valle fue jurada Patrona, y este solemne acontecimiento celebrado por sus hijos con verdadero regocijo, se repitió hasta en seis oportunidades.

- PRIMER Juramento: Fue allá por el año 1657. Se hizo bajo la prerrogativa y advocación de la "Pura y Limpia Concepción". Tuvo el hecho un carácter parroquial.

- SEGUNDO Juramento: Al declararse Patrono Titular de la ciudad Capital a San Juan Bautista, no quedó en claro el asunto del Patronazgo, por lo que se resuelve jurar de nuevo a Nuestra Señora del Valle, no solo ya, en el orden Parroquial que hubiera sido de la ciudad de San Fernando, sino de toda la provincia de Catamarca, y lo fue en el año 1688.

- TERCER Juramento: Sucedió 200 años después, reafirmando el juramento de 1688. Es realizado en el atrio de la entonces Iglesia Matriz, donde habían mandado construir un entarimado especial, el último día de las festividades marianas de 1888.

- CUARTO Juramento: Se llevó a cabo en 1904. Había representantes de los Gobiernos Tucumano y Santiagueño, cuyas provincias también la juraban Patrona.

- QUINTO Juramento: Fue en 1941, en el lugar denominado "Paseo Gral. Navarro" o "La Alameda", con motivo de las áureas conmemoraciones de la Coronación de la Portentosa Imagen de Nuestra Señora del Valle.

- SEXTO Juramento: Lo hacen representantes de Catamarca, Tucumán y Santiago del Estero, después de la Procesión de las Bodas de Diamante de la Coronación, en 199. Se realizó en el frente de la Catedral Basílica.



"LA BAJADA" SOLEMNE CEREMONIA

Es el traslado de la Sagrada Imagen desde su Camarín al trono que para los días de sus Fiestas se le erige junto al Altar Mayor, en parte del presbiterio de la Catedral Basílica. Se hacen tres entusiastas repiques de las tradicionales y sonoras campanas.

El Maestro de Ceremonias saca la Sagrada Imagen de su urna habitual que está en el Camarín, poniéndola en manos del Obispo, quien la traslada hasta el trono.

En el trayecto se cantan las letanías Lauretanas y el Himno de la Virgen hasta llegar al recinto de la Catedral.


CORONACIÓN DE LA IMAGEN DE LA VIRGEN DEL VALLE

En Diciembre de 1887 fueron convocados los principales vecinos de la Ciudad de Catamarca por el entonces Vicario Segura, con dos finalidades: programar los actos para renovar el juramento en 1888 y la gestión ante la Santa Sede, pidiendo la coronación de la Portentosa Imagen.

Entonces una comisión gestiona por intermedio del benemérito franciscano Fray Bernardino Orellana, mediante una súplica firmada por el entonces Vicario Capitular de Salta Monseñor Pablo Padilla y Bárcena. Corría setiembre de 1889.

Así fue que como un mes más tarde de haber iniciado el trámite Fray Orellana recibió el Decreto del Capítulo Vaticano comediendo la coronación.

Es obvio mencionar el júbilo desbordante con que fue recibida la noticia del éxito positivo, entre los devotos y buenos hijos de la Madre del Valle.

La coronación de la Sagrada Imagen se realizó el 12 de Abril de 1891, en el Paseo General Navarro, a ocho cuadras de la Iglesia Matriz. En el costado Norte se construyó una Galería de pilares y techo de madera, de una altura de cinco metros; el adorno del techo eran tiras angostas de géneros de colores; en las orillas del techo se pusieron gallardetes y sobre el techo grandes banderas y el escudo pontificio. En la parte media de la galería se levanto un majestuoso trono para la Reina del Valle.

Se dio en el lugar una enorme concurrencia; abría la banda de música y la encabezaban con sus respectivos estandartes diversas peregrinaciones.

LA CONFECCIÓN DE LA CORONA

En el mes de enero de 1890, Fray Orellana contrato en París, en la Casa Poussielgue-Rusaud, la confección de la Corona. Se fijó un precio de costo de 4200 pesos oro. Tendría 68 diamantes y otras piedras preciosas. Además de este material, se envió desde Catamarca seis onzas de oro, un cóndor, ocho monedas de oro, un anillo con siete piedras y un zarcillo con dos perlas.

Además de la corona, se hicieron acuñar treinta mil medallas y confeccionar estampas de diversas clases.

CONCEPTOS DEL PRESBÍTERO GREGORIO ROMERO

En la ceremonia de la misa pontificial, el joven salteño Don Gregorio Romero, al referirse a la corona dijo: "Esta Preciosa Corona que contemplará perpetuamente el pueblo catamarqueño, simboliza todas las lágrimas enjugadas, todos los hogares bendecidos, todos los dolores mitigados; en fin señores, esa corona es la gloria, el poder y la fortaleza de la Reina coronada y al mismo tiempo la consagración más brillante que han recibido los prodigios y las maravillas de la Reina de los Valles en el transcurso de los siglos".

DETALLES DEL ESCUDO DE LA VIRGEN DEL VALLE

En 1914, el entonces Obispo Diocesano de Catamarca, Mons. Bernabé Piedrabuena, encarga al historiador Larrouy que ideara un escudo para la Reina y Patrona de Catamarca. Este lo ideó conforme a las leyes heráldicas, y de acuerdo a las normas lo dibujo un Sr. Thomas, eminente heraldista.

Forma oval: Corresponde a la realeza; como también el dosel sobre el que están puestos la corona y los cetros.

Los cetros se cruzan por detrás del óvalo, para terminar en las flores heráldicas una rosa y una flor de lis.

La corona es abierta, porque así se acostumbra ponerla en los escudos de las reinas. Se alternan estrellas y flores de lis, por ser la Reina Universal de cielos y tierras.

Los doseles de los escudos reales italianos se pintaban de armiño, o sea blanco con pintas negras semejantes a cruces. Los del escudo de la Virgen son tan elegantes que vienen a ser como una joya en su género.

Colores: Los colores usuales son los de dos metales; oro y plata, y los cuatro esmaltes: azul, verde, rojo y negro.

Campo: Es el fondo del escudo. Para mayor claridad se recurre aquí a lo muy querido y conocido: el Escudo Nacional.

Su lema dice SPES NOSTRA (Esperanza Nuestra) palabras, que como se sabe, fueron tomadas de la oración de la "Salve".

Figuras: Posee un emblema simbólico, la flor de lis; sus cuatro iniciales NSDV y una estrella.


LA ACTUAL CATEDRAL BASÍLICA

El 16 de Abril de 1859, siendo Vicario Foráneo el Pbro. Luis Gabriel Segura, se firmó un contrato para la edificación de la nueva Matriz, con los arquitectos italianos Sres. Carlos Tenivella y Natalio Balloca. Obra que comenzó a levantarse de inmediato. Pero en mayo de 1862 por fallecimiento del Sr. Tenivella, y siendo Vicario Interino Fray Wenceslao Achával, se rescindió el primer documento, firmándose un segundo contrato, esta vez con Don Luis Caravatti, también constructor italiano.

El 4 de Diciembre de 1869, aún sin estar totalmente terminada la inaugura el Vicario José Facundo Segura, librándola a los actos del culto público, para concluirla definitivamente en 1875.

Los restos del Vicario José Facundo Segura descansan en una nave lateral de la Basílica, frente al altar donde, hasta hace algún tiempo, se utilizaba para la reserva del santísimo Sacramento.

El benemérito sacerdote trabajó también con inigualable constancia y devoción en los actos preparatorios de la Coronación de la Sagrada Imagen de Nuestra Señora del Valle.

Con la creación del Obispado de Catamarca, por ley Nº 6771 fechada en Buenos Aires el 4 de Octubre de 19009 y Bula de Erección de San Pío X, dada en Roma a días cinco de febrero de 1910, la Iglesia Matriz, pasó a ser la Iglesia Catedral.

Luego, con motivo de las solemnes conmemoraciones de las bodas de Oro de la Coronación de la Sagrada Imagen del Valle, se solicita al Sumo Pontífice, Pío XII, se otorgue el título de Basílica Menor a su Santuario, pedido que es concedido el 5 de Abril de 1941, mediante cablegrama.


EL CAMARÍN DE LA VIRGEN DEL VALLE

Desde el comienzo de la construcción del actual templo en honor de la Santísima Virgen se había determinado un espacio, bastante reducido al principio, sobre el altar mayor, en que, a la vez que la Sagrada Imagen podía presidir los solemnes actos que en su honor se desarrollaban en las naves principales de la Iglesia Matriz, podía ser venerada en el recogimiento y el silencio de aquel íntimo lugar.

El diminuto Camarín fue después bellamente ampliado, cuya obra llevó a cabo el virtuoso sacerdote italiano Mons. Rafael D´Armico. Después, el primer Obispo de Catamarca, Mons. Dr. Bernabé Piedrabuena, el 5 de Mayo de 1916, durante las fiestas de las Bodas de Plata de la Coronación de la Imagen, inauguró un nuevo y verdaderamente suntuoso camarín (el actual) al que hermoseó aún más, Mons. Hanlon en su iluminación y escalinatas.

Hacia las pequeñas naves laterales tienen costosísimos y hermosos vitrales expresamente realizados en Alemania con dibujos enviados desde la ciudad de Catamarca. Partiendo del altar del Camarín a mano derecha, el primero representa el hallazgo de la Imagen; el indio muestra a Salazar la estatuita. El segundo, representa a Salazar poniendo la Imagen sobre el algodón que se incendiaba. El tercero muestra cuando la Virgen derrota a los ejércitos calchaquíes con su presencia soberana. El cuarto alude a los juramentos que se realizaron declarándola Patrona de Catamarca. El gran vitral del fondo es la historia del acto de la Coronación de la portentosa Imagen; por el lado derecho, yendo hacia el altar, el primero significa la resurrección de la niña Ana de la Vega, y el Segundo la milagrosa curación del caballero peruano que luego le deja su cadena.

Conducen a este pequeño templo, dos amplias escaleras de mármol, una de entrada y otra de salida.


LA GRUTA DE LA VIRGEN DEL VALLE

En el tiempo del gran sacerdote mariano Mons. D´Amico, por iniciativa esforzada de este mismo hijo de la Virgen del Valle, se había comenzado a levantar una capilla o templete en el lugar en que fue encontrada la Sagrada imagen.

A poco de iniciarse, quedó paralizada la obra por motivos que sería obvio mencionar. Soportó así, después, las inclemencias del tiempo que no lograron dañarla en su estructura general por tratarse de una construcción sólida y muy bien ideada.

Con motivo de las fiestas cincuentenarias de la Coronación de la Sagrada Imagen del Valle en 1941, una nueva Comisión presidida por el Doctor Armando Correa y alentada incansablemente por Mons. Hanlon, más la generosa colaboración del pueblo catamarqueño y otros provincianos, se concluyó esta construcción tan deseada por los hijos de la Virgen Santísima.

Conforme lo muestra el grabado, es un templete que cubre la gruta propiamente dicha, donde se levanta un sencillo altar de piedra a cuyo costado tiene una pequeña sacristía, todo resguardado con una reja de hierro de arriba abajo, con una puerta del mismo metal, que permite la entrada cuando hay oficios sagrados o está presente el encargado de aquel lugar. Complementa la obra un amplio lugar abierto con piso de lajas y barandas para las reuniones de los fieles al aire libre durante las celebraciones litúrgicas.

Este templete fue inaugurado el 26 de Abril de 1941, día en que se iniciaron las fiestas conmemorativas del cincuentenario de la Coronación.

El Prelado Diocesano bendijo solemnemente el templete para continuar con el Santo Sacrificio de la Misa por primera vez celebrada en aquel paraje.

El Obispo Diocesano Mons. Torres Farías dispuso el mejoramiento total del edificio, arreglo de escalinatas, colocación de barandillas y también distribución de figuras simbólicas en las adyacencias de este venerado y muy visitado lugar.

Bibliografía: "HISTORIA POPULAR DE LA VIRGEN DEL VALLE" - 
Editorial Guadalupe - Pbro. Alberto S. Miranda 
(fuente: www.virgendelvalle.net.ar)
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...