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jueves, 31 de marzo de 2016

Día del Niño por Nacer: La Argentina celebra la vida

Buenos Aires (AICA): El 25 de marzo, solemnidad de la Anunciación del Señor, se conmemora en la Argentina y en varios países del mundo el Día del Niño por Nacer. La fecha fue establecida en el país a través del Decreto 1406/98, del 7 de diciembre de 1998. Pero este año al coincidir la fecha con el Viernes Santo, se postergaron las actividades dedicadas a celebrar la vida y concientizar sobre la defensa la vida desde la concepción y en todas sus etapas.

En los próximos días habrá misas, marchas, ecografías en vivo, gestos solidarios, bendición de embarazadas y conferencias.

◙ Buenos Aires: El lunes 4 de abril, a las 18, en la catedral metropolitana, se rezará un Rosario por la Vida, que estará acompañado de una misa presidida por el arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Mario Aurelio Poli. Habrá bendición de embarazadas y se hará una colecta de pañales para hogares con madres en riesgo.

◙ Mercedes-Luján: En la basílica de Nuestra Señora de Luján, patrona de la Argentina, se rezará la “Oración de la vida por nacer” en todas las misas del lunes 4 de abril. También habrá bendición de embarazadas. Las misas serán a las 8, a las 10, a las 11, a las 15, a las 17 y a las 19. Se invita a las madres que esperan el nacimiento de un hijo a consagrarse a la Virgen su embarazo y el niño que esperan.

◙ Paraná: El viernes 1º de abril, a las 17, en la Peatonal San Martín de Paraná (Urquiza y España) se hará una campaña solidaria y de concientización por “la promoción y el cuidado de la dignidad de la vida humana”. La iniciativa tiene por objetivo “socializar un mensaje que promueve la cultura de la vida, procurando generar conciencia del altísimo valor y riqueza de cada existencia humana. Jóvenes por la Vida y el Grupo Buen Pastor, a cargo de la organización, recibirán ese día donaciones: elementos de ajuar para bebés, alimentos no perecederos, útiles escolares y juguetes.

◙ Corrientes: La Pastoral Familiar Arquidiocesana realizará el lunes 4 de abril una jornada de celebración y de reconciliación. A las 18, en la iglesia Jesús Nazareno, habrá animación, reflexiones, oración y confesiones. A las 19.30, breve caminata hasta la catedral Nuestra Señora del Rosario, para atravesar juntos la Puerta Santa de la Misericordia. A las 20, celebración eucarística presidida por el arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, presidirá la misa. Habrá bendición a las madres embarazadas.

◙ Córdoba: Los Universitarios por la Vida realizarán este lunes 4 de abril la II Marcha por la Vida, con la consigna “Sobran motivos para no dejarlos solos”, que también se viraliza a través de las redes sociales: #‎SobranMotivos. “Es hora de sacar los carteles a la calle para decir fuerte y claro que la Argentina defiende la vida, que hay una nueva generación de jóvenes dispuestos a no dejar solos a madres y niños. Celebremos juntos la vida de los dos, sumate a dar testimonio en las calles de que ¡Toda vida vale!”, expresan. La convocatoria será a las 18.30 en Colón y General Paz.

◙ Tucumán: Universitarios por la Vida de la arquidiócesis de Tucumán se suman a la campaña ‪#‎SobranMotivos‬ para defender la vida. Desde el 14 de marzo hasta el 4 de abril, los estudiantes realizan y distribuyen afiches en distintos ambientes para concientizar y llevar un mensaje de esperanza y en defensa de la vida y la familia.

◙ Mar del Plata: El lunes 4 de abril, entre las 13.30 y las 20, en la catedral de los Santos Pedro y Cecilia, habrá charlas, stands, videos y rezo del rosario meditado sobre la vida y la familia. A las 19, el obispo de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino, presidirá la misa.

◙ Jujuy: El lunes 4 de abril, a las 18.30, en Necochea y Belgrano será el lugar de concentración para la Caminata por la Vida, que organiza la Red de Familias de Jujuy, con la consigna #SobranMotivos para defender la Vida. “El corazón de la caminata será venir con un cartel del color y tamaño que quieras, que exprese el motivo por el cual defendes la vida”, se pide en la convocatoria.

◙ Zárate-Campana: El lunes 4 de abril, a las 18, en el Colegio Verbo Divino (Ruta 25 y Panamericana, kilómetro 53 del ramal Pilar), se celebrará la misa por la vida y la familia. Organiza la asociación de fieles Misioneros de Nuestra Señora del Cielo.+

5 consejos para que el tiempo con los hijos sea de calidad

No te dejes llevar por las ocupaciones y el poco tiempo libre

Un estilo de vida agitado, múltiples ocupaciones, largas jornadas de trabajo, escaso tiempo libre y pocos espacios para compartir en familia, es el panorama de muchos padres actuales; surge entonces la pregunta del millón: ¿Cómo darles a los hijos tiempo de calidad? En LaFamilia.info proponemos las siguientes ideas.


La importancia del tiempo con los hijos

El acompañamiento de los padres en el proceso de desarrollo de los hijos -desde la infancia hasta la juventud- es determinante para formar seres humanos sanos emocional y físicamente.

Incluso las investigaciones demuestran que los niños a quienes sus padres no les prestan la suficiente atención son más propensos a padecer de agresividad, aburrimiento, sentimiento de soledad, baja autoestima, inseguridad, carencia afectiva, bajo rendimiento escolar, dificultad para dar o recibir afecto.

En cambio, varios expertos coinciden en afirmar que cuando los niños que crecen en un hogar donde los padres les dedican tiempo, gozan de muchos beneficios como mayor grado de confianza, buen nivel autoestima y seguridad, mejores capacidades de interacción social, fortalecimiento de los vínculos afectivos, asimilación de las normas, valores y principios para la vida.

Se apunta además que estos niños tienden a repetir su modelo de crianza, es decir, a formar familias estables y armoniosas.

Es clave entonces, hacerles saber a los hijos que son amados y demostrárselo con hechos, las siguientes recomendaciones lograrán que el tiempo que pases con tus hijos sea realmente de calidad:

1. Desconectarse para conectarse

Los hijos necesitan de la presencia de los padres, pero no basta con su cuerpo, necesitan también su alma, su disposición para escucharlos, amarlos, disfrutarlos.

Por lo tanto apaga tu teléfono móvil y deja la tableta a un lado, este espacio es exclusivo para tu hijo, no dejes que otras cosas lo ocupen. Es poco el tiempo que hay disponible y debe ser aprovechado de la mejor manera.

2. Organizar el tiempo

El acompañamiento a los hijos no tiene por qué abolir los proyectos personales y profesionales de los padres, es cuestión de manejar adecuadamente el tiempo y lograr un equilibrio entre los diferentes espacios, aunque no debe olvidarse que la familia debe ocupar el primer lugar en la lista de prioridades; el tiempo para la familia no debe ser negociable.

3. Disfrutar el momento

Los hijos necesitan padres tranquilos, pacientes, dispuestos a pasar un rato divertido, a compartir en familia, a hacer de la convivencia una experiencia amorosa y agradable.

“Si el tiempo que dedicas a tus hijos sólo alcanza para darles órdenes, suplicarles, corregirlos y apurarlos o sólo prestas atención cuando gritan, lloran o hacen alguna travesura, ese tiempo, aunque sea mucho, no es de calidad”, explica Ángela Marulanda, reconocida autora y educadora familiar.

Es fundamental entonces propiciar espacios para construir una relación cercana y amorosa con los hijos, por ejemplo con los más pequeños, es muy importante compartir juntos un rato de juego, pues beneficia su desarrollo cognitivo y afectivo; mientras que con los adolescentes y jóvenes, se pueden compartir otras actividades acordes a sus gustos.

4. Tiempo para cada hijo

Cuando hay más de un hijo, se debe establecer un momento exclusivo para cada uno, puesto que tienen necesidades diferentes y requieren un proceso educativo individual.

5. Salirse de la rutina familiar

Algunas veces conviene salirse de un poco de la rutina para darle un respiro de aire fresco a la familia, una actividad diferente a las que usualmente se realizan. Estos ratos son tan placenteros tanto para los hijos como para los padres.

(fuente: lafamilia.info)

miércoles, 30 de marzo de 2016

El Papa en la audiencia: ‘Dios al perdonar enseña que su amor es mayor que mi pecado’

En la Plaza de San Pedro, el Santo Padre concluyó la catequesis sobre la misericordia en el Antiguo Testamento

30/03/2016 (ZENIT – Ciudad del Vaticano).- El papa Francisco concluyó este miércoles las catequesis sobre la misericordia en el Antiguo testamento, y recordando el ‘Miserere’, señaló como el salmista reconoce la confianza en Dios, ya que al perdonarnos demuestra que su amor vale más que nuestro pecado y nos invita a sumergirnos en ese océano de misericordia. Y quien ha sido perdonado por la gracia divina, puede enseñar a no pecar más.



A continuación el texto completo:

«Terminamos hoy las catequesis sobre la misericordia en el Antiguo Testamento, y lo hacemos meditando sobre el Salmo 51, llamado Miserere. Se trata de una oración penitencial, en la cual el pedido de perdón está precedido por la confesión de la culpa y en el cual el orante, dejándose purificar pro el amor del Señor, se vuelve una nueva criatura, capaz de obediencia, de firmeza de espíritu, y de alabanza sincera.

El título que la antigua tradición judía ha puesto a este salmo hace referencia al rey David y a su pecado con Betsabé, la esposa de Urías el ittita. Conocemos la historia. El rey David, llamado por Dios para pastorear a su pueblo y a guiarlo en los caminos de la obediencia a la Ley divina, traiciona su misión y después de haber cometido adulterio con Betsabé, hace asesinar al esposo.

El profeta Natán le desvela su culpa y le ayuda a reconocerla. Es el momento de la reconciliación con Dios, en la confesión del propio pecado. Y aquí David fue humilde y grande.

Quien reza este salmo está invitado a tener los mismos sentimientos de arrepentimiento y de confianza en Dios que tuvo David cuando se corrigió, y bien siendo rey se humillo sin tener temor de confesar su culpa y mostrar la propia miseria al Señor, convencido entretanto de la certeza de su misericordia; y no era una pequeña mentira la que había dicho, ¡sino un adulterio y un asesinato!

El salmo inicia con estas palabras de súplica:
¡Ten piedad de mí, oh Dios, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado! (vv. 3 – 4).

La invocación está dirigida al Dios de misericordia porque, movido por un gran amor como el de un padre o de una madre, tenga piedad, o sea nos haga gracia, muestre su favor con benevolencia y comprensión. Es un llamado del corazón a Dios, el único que puede liberar del pecado. Son usadas imágenes muy plásticas: borra, lávame, vuélveme puro.

Se manifiesta en esta oración la verdadera necesidad del hombre: la única cosa de la que tenemos necesidad verdadera en nuestra vida es la de ser perdonados, liberados del mal y de sus consecuencias de muerte.

Lamentablemente la vida nos hace sentir tantas veces estas situaciones, y sobre todo es esas tenemos que confiar en la misericordia. ¡Dios es más grande que nuestro pecado, no nos olvidemos esto, Dios es más grande que nuestro pecado!

– Pero padre no oso decirlo, las he hecho tan pesadas, tantas y grandes…

Dios es más grande que todos los pecados que nosotros podamos hacer. Dios es más grande que nuestro pecado. Lo decimos juntos, todos juntos: Dios es más grande que nuestro pecado… Una vez más: Dios es más grande que nuestro pecado… Una vez más: Dios es más grande que nuestro pecado. Y su amor es un océano en el cual nos podemos sumergir sin temor de ser vencidos: el perdón para Dios significa darnos la seguridad de que él no nos abandona nunca. Por cualquier cosa que podamos reprocharnos, él es aún y siempre más grande que todo, porque Dios es más grande que nuestro pecado.

En este sentido, quien reza con este salmo busca el perdón, confiesa al propia culpa, pero reconociéndola celebra la justicia y la santidad de Dios. Y después aún pide gracia y misericordia.

El salmista se confía a la voluntad de Dios, sabe que el perdón divino es enormemente eficaz, porque crea lo que dice. No esconde el pecado, sino que lo destruye y lo borra, lo borra desde la raíz, no como sucede en la tintorería cuando llevamos un traje y borran la mancha, no, Dios borra justamente nuestro pecado desde la raíz, todo.

Por lo tanto el penitente se vuelve puro, y cada mancha es eliminada y el ahora está más blanco que la nieve incontaminada.

Todos nosotros somos pecadores, ¿es verdad ésto? Si alguno de los presentes no se siente pecador que levante la mando. Nadie, todos lo somos. Nosotros pecadores con el perdón nos volvemos criaturas nuevas, llenas por el Espíritu y llenas de alegría. Entonces una nueva realidad comienza para nosotros, un nuevo corazón, un nuevo espíritu, una nueva vida. Nosotros pecadores perdonados, que hemos recibido la gracia divina, podemos incluso enseñar a los otros a no pecar más.

Pero padre soy débil, porque yo caigo, caigo, caigo. Pero si caes levántate, levántate. Cuando un niño se cae levanta la mano para que el papá o la mamá te levante. Hagamos lo mismo. Si tu caes por debilidad en el pecado levanta tu mano y el Señor la toma y te levantará, ¡esta es la dignidad del perdón de Dios! Dios ha creado al hombre y a la mujer para que estén de pie. Dice el salmista:

Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
(…)
Yo enseñaré tu camino a los impíos
y los pecadores volverán a ti. (vv. 12 – 15)

Queridos hermanos y hermanas, el perdón de Dios es aquello que necesitamos todos, y es el signo más grande de su misericordia. Un don que cada pecador perdonado está llamado a compartir con cada hermanos o hermana que encuentra. Todos los que el Señor nos ha puesto a nuestro lado, los familiares, los amigos, los colegas, los parroquianos… todos, como nosotros, tienen necesidad de la misericordia de Dios. Es bello ser perdonados pero es necesario para ser perdonados que antes perdones, perdona. Nos conceda el Señor por la intercesión de María Madre de Misericordia, ser testigos de su perdón, que purifica el corazón y transforma la vida. Gracias».

(Traducido desde el audio por ZENIT)

Preguntas en Jerusalén

¿De qué valen los «Hossannah»
si te volvemos la espalda?
¿Para qué tanto alboroto,
si mañana callaremos,
o gritaremos el nombre,
del «Barrabás» de turno?
¿A dónde van las promesas
que se lleva el viento?
¿A quién sirve el pan
que se esconde
y no se reparte?
Y los aplausos de hoy,
¿en qué se convertirán,
si caes en desgracia?
¿Quién nos enseñará a amar,
si encerramos el corazón
en una jaula de piedra?

Tú, Señor, nos traerás
todas las respuestas
en el pan partido,
en el amor crucificado,
en el sepulcro vacío.
Es tiempo de contemplar,
y escuchar tu Palabra.

@jmolaizola
(fuente: radiomaria.org.ar)

lunes, 28 de marzo de 2016

¿Por qué hoy la Iglesia Católica celebra el "Lunes del Ángel"?

Imagen: Las Tres Marías en el Sepulcro / Peter von Cornelius (1783–1867)
LIMA, 28 Mar. 16 / 02:52 am (ACI).- Hoy, lunes de Pascua, la Iglesia celebra el llamado “Lunes del Ángel”, que recibe ese nombre porque fue precisamente un ángel quien, en el sepulcro, anunció a las mujeres que llegaron hasta allí que el Señor Jesús había resucitado.

Radio Vaticano recuerda la explicación que dio San Juan Pablo II en 1994. “¿Por qué se le llama así?”, se preguntaba el Pontífice, poniendo en evidencia la necesidad de destacar la figura de aquel ángel, que dijo desde lo más profundo del sepulcro: “Ha resucitado”. Estas palabras “eran muy difíciles de pronunciar, de expresar, para una persona humana. También las mujeres que fueron al sepulcro lo encontraron vacío, pero no pudieron decir: Ha resucitado, sólo afirmaron que el sepulcro estaba vacío. El ángel dice más: no está aquí, ha resucitado”.

Así lo narra el Evangelio según San Mateo: "El ángel tomó la palabra y les dijo a las mujeres: 'Vosotras no tengáis miedo; ya sé que buscáis a Jesús, el crucificado. 6 No está aquí, porque ha resucitado como había dicho. Venid a ver el sitio donde estaba puesto. Marchad enseguida y decid a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos; irá delante de vosotros a Galilea: allí le veréis. Mirad que os lo he dicho'". Mt 28, 5-7

Los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Como criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia y voluntad: son criaturas personales e inmortales. Superan en perfección a todas las criaturas visibles.

El resplandor de su gloria da testimonio de ello. Cristo "con todos sus ángeles" Cristo es el centro del mundo de los ángeles. Los ángeles le pertenecen y más aún porque los ha hecho mensajeros de su designio de salvación.

Desde hoy, hasta el final de la Pascua en Pentecostés, se recita la oración del Regina Coeli en vez del Ángelus.

El Sumo Pontífice Emérito Benedicto XVI en 2009 señaló que el “alégrate” María pronunciado por el ángel resuena en una invitación a la alegría: “Gaude et laetare, Virgo Maria, alleluia, quia surrexit Dominus vere, alleluia”, “Alégrate y regocíjate, Virgen María, aleluya, porque verdaderamente el Señor ha resucitado, aleluya”.

¿Un cristiano puede creer en la reencarnación?

Muchos cristianos han buscado respuestas en tradiciones incompatibles con el Evangelio, sin caer en la cuenta del conflicto que crean con su fe.

No, la creencia en la reencarnación es absolutamente incompatible con la fe en la resurrección, pues predica la desvinculación entre el espíritu y la materia. Muchos cristianos la admiten porque desconocen su propia fe, y esto ha llevado a mucha confusión respecto al tema.


1. La reencarnación es un concepto procedente de la espiritualidad oriental, y afirma que el espíritu debe desvincularse del cuerpo material en el que reside.

Aunque hay muchas variantes sobre la creencia en la reencarnación, podemos definirla como la "doctrina según la cual el alma del hombre pasa a través de varios cuerpos hasta que se libera de todo vinculo con la materia". La reencarnación es una creencia de origen oriental, difundida en los ambientes de la Nueva Era con algunos retoques de occidentalización que la han puesto de moda, incluso entre cristianos que se han apartado de su propia fe. Esta concepción parte del presupuesto de que las almas, después de la muerte, se reencarnan en otro cuerpo, y vuelven a esta vida para pagar por obras que hicieron en el pasado (hinduismo) o para perfeccionarse vida tras vida (espiritismo).

La versión que se difunde más en occidente, gracias a la literatura espiritista y gnóstica, es mucho más seductora, porque deja de lado los aspectos más duros y negativos (castigo en próximas vidas), para centrarse en un plan egocéntrico de autorrealización, madurez espiritual, evolución, y acumulación de experiencias. Y en las versiones más psicologistas (S. Grof, T. Dethlefsen, B. Weiss) se explicarían fácilmente todos los males de la vida como consecuencias de problemas en vidas anteriores.

No cabe duda de que las doctrinas reencarnacionistas quieren dar una respuesta a problemas existenciales como el origen del mal, el porqué del sufrimiento, la existencia de desigualdades, el sentido de la justicia más allá de la muerte… pero niega el amor de Dios, la salvación, el perdón divino, y no asume el libre albedrío, sino un destino fatal movido por una ley implacable donde cada uno sólo está en manos de sí mismo.

Actualmente hay mucha confusión y desconocimiento debido a la avalancha de libros de "autoayuda", películas, telenovelas y series televisivas que difunden doctrinas de este tipo como una evidencia científica. Algunos autores promotores del espiritismo, la metafísica y la autoayuda esotérica han promovido falsas ideas sobre el tema.

Es comprensible que si uno es budista, o se adhiere a las creencias del hinduismo, por ser coherente con la propia doctrina, crea en la reencarnación. Como debería ser obvio que un cristiano crea en la resurrección, y no en la reencarnación.

El problema es que muchos cristianos que desconocen en profundidad su propia fe han asumido una avalancha de doctrinas extrañas a su fe como conciliables con ella. Han sido influidos culturalmente por las creencias espiritistas, teosóficas, antroposóficas, esotéricas y gnósticas, especialmente las promovidas por la literatura "New Age". La creencia en la reencarnación, en su versión occidental, es también asumida y difundida por los movimientos contactistas que predican el contacto extraterrestre.


2. Esta creencia es contraria a la doctrina y la tradición cristiana y totalmente incompatible con la fe en la resurrección atestiguada en la Biblia y con la fe en Jesucristo como Salvador.

La fe judía y cristiana revela al ser humano como un ser único e irrepetible, atestigua la resurrección y revela que las personas cuando mueren van al encuentro del Señor, nadie se reencarna en otro cuerpo, ni tampoco queda vagando como un espíritu por el mundo -o en otros planetas-, como creen los espiritistas.

Para la fe cristiana, el ser humano tiene una identidad única en cuerpo y alma, y no hay karma, ya que existe el perdón de un Dios que salva. Jesús mismo le dice al ladrón en la cruz: "Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso" (Lc 23,39), por lo que encontramos aquí un ladrón sin karmas y reencarnaciones que llega al cielo definitivo.

Creer en el amor infinitito de un Dios que salva y perdona no admite la soledad de estar en manos de una ley fría y universal de causa y efecto. Además, para una antropología cristiana, la reencarnación banaliza la muerte, el cuerpo y la propia identidad, convirtiendo a éstas en meras realidades accidentales.

Pero la Biblia es clara para quienes creen en la revelación judeocristiana:

“Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida eterna, otros para el oprobio, para el horror eterno. Los doctos brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a la multitud la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad” (Daniel 12,2-3)

“Al llegar a su último suspiro dijo: Tu, criminal, nos privas de la vida presente, pero el Rey del mundo a nosotros que morimos por sus leyes, nos resucitará a una vida eterna” (2 Macabeos 7,9)

“…Pues de no esperar que los caídos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los muertos…” (2 Macabeos 12,44)

“…las almas de los justos están en las manos de Dios y no les alcanzará tormento alguno. A los ojos de los insensatos pareció que habían muerto; se tuvo por quebranto su salida y su partida de entre nosotros por completa destrucción: pero ellos están en paz”. (Sabiduría, 3,1-3)

“Está establecido a los hombres que mueran una sola vez, y luego el juicio…” (Heb. 9,27)

El mismo San Pablo (nos) afirma que si Cristo resucitó, todos resucitaremos, y la fe cristiana está apoyada en la resurrección de Cristo. (1 Cor 15). Y al leer este capítulo de la primera carta a los Corintios, es evidente que nuestra resurrección es como la de Jesucristo, por lo que hay una vida nueva y definitiva, no un paseo por diferentes cuerpos.

El Catecismo de la Iglesia Católica enseña:

“En la muerte, Dios llama al hombre hacia sí. Por eso, el cristiano puede experimentar hacia la muerte un deseo semejante al de San Pablo: "deseo partir y estar con Cristo" (Fil 1,23)…

La muerte es el fin de la peregrinación terrena del hombre, del tiempo de gracia y misericordia que Dios le ofrece para realizar su vida terrena según el designio divino y para decidir su último destino. Cuando ha tenido fin “ el único curso de nuestra vida terrena”, ya no volveremos a otras vidas terrenas. Está establecido a los hombres que mueran una sola vez (Heb 9,27). No hay “reencarnación” después de la muerte” (CIC 1011-1013).

La Iglesia siempre ha creído que a la muerte le sigue inmediatamente el juicio, el encuentro con Dios.

"Del mismo modo que Cristo ha resucitado verdaderamente de entre los muertos, y que vive para siempre, igualmente los justos después de su muerte vivirán para siempre con Cristo resucitado y que Él los resucitará en el último día… Creer en la resurrección de los muertos desde sus comienzos es un elemento esencia de la fe cristiana… somos cristianos por creer en ella" (CIC 989-991).


3. La Palabra de Dios enseña que esta es la única vida terrena decisiva y el destino del hombre se decide irrevocablemente en esta vida.

Además la creencia en la reencarnación también niega la necesidad de salvación, ya que cada uno se salvaría a sí mismo, en un camino de superación individual de causa-efecto. En cambio, en la fe cristiana creemos que somos salvados gratuitamente por Dios, que Jesucristo cargó con nuestros pecados y nos regala su perdón y la vida eterna.

Para la fe cristiana, queda excluida toda concepción cíclica del mundo, pues el hombre tiene una historia única delante de Dios, porque Dios le ha creado y querido como ser único e irrepetible.

La manifestación gloriosa de Jesucristo al final de los tiempos es el punto final de la historia, no hay para nuestra fe un ciclo interminable de historias.

La reencarnación choca con las creencias fundamentales y centrales de la fe cristiana, no es algo secundario. San Agustín, en La Ciudad de Dios escribe claramente cuál es el destino del cristiano más allá de la muerte: "Cristo ha muerto una sola vez por nuestros pecados; resucitado de entre los muertos, no muere ya y la muerte no tiene dominio sobre él. También nosotros después de la resurrección, estaremos siempre con el Señor al que ahora decimos con el salmo: Tú, Señor, nos guardarás y nos custodiarás desde esta generación eternamente".


4. Ni la reencarnación es tan antigua como dicen, ni está en la mayoría de las religiones, ni tiene fundamento científico, y mucho menos tiene algo que ver con la Biblia.

Existen muchas falsas ideas extendidas en torno a la posible compatibilidad entre la doctrina cristiana y la reencarnación.

Algunos dicen que la Iglesia Católica borró algunas citas de la Biblia que hablaban de la reencarnación, especialmente en el Concilio de Nicea. Eso es falso, porque nunca en la fe judía ni en la cristiana se creyó en la reencarnación.

También esgrimen como argumento que un Padre de la Iglesia, Orígenes, creía en la reencarnación. Pero tampoco es cierto, porque este gran teólogo cristiano creía que las almas pre-existían, no que se reencarnaban. Y la doctrina de la preexistencia de las almas también fue condenada.

También dicen los espiritistas que la reencarnación es la creencia más antigua y universal, lo cual tampoco es cierto, porque en los textos del hinduismo sólo aparece a partir del s. VII a.C. y no en los Vedas, que son más antiguos; tampoco la admiten las antiguas religiones chinas (taoísmo y confucianismo), ni la antigua religión egipcia, aunque el Libro de los muertos tiene algunas menciones a la metempsicosis, pero no es lo mismo.

Ni los persas, ni los pueblos africanos manejaron esta idea. En los griegos antiguos no hay ideas de reencarnación; es Pitágoras a quien se le atribuye, y la retoma poéticamente Platón. Pero Homero, a pesar de transmitirnos las ideas de su tiempo sobre la supervivencia de las almas, no tiene un solo texto alusivo a nada que se parezca a reencarnación.

Muchos espiritistas utilizan citas de la Biblia sacadas de contexto sobre la vuelta a la vida de Elías o de Juan el Bautista, atribuyéndole la reencarnación, cuando en realidad el texto bíblico nunca se refiere a una idea de ese estilo.

Otros autores llegan a decir que hay evidencias científicas de la reencarnación por "terapias de vidas pasadas", como las del Dr. Brian Weiss, y en realidad no sólo no son científicas, sino que según varios expertos son una "colección de absurdos", escritos de un modo muy convincente para el gran público. Una corriente sin base científica muy extendida que hace "regresiones hasta vidas pasadas" es la psicología transpersonal de Stanislav Grof, que empleaba el LSD y luego la respiración holotrópica para hacer regresiones y obviamente los resultados eran toda clase de alucinaciones. El Dr. Kurt Koch, en más de 103 casos investigados durante 15 años, comprobó los serios disturbios y daños psíquicos de quienes se someten a estos "viajes" a vidas anteriores.

Referencias:

◙ Catecismo de la Iglesia Católica (988 a 1065)
◙ CANTONI, Pietro, Cristianismo y Reencarnación, Paulinas, Bogotá, 1997.
◙ KLOPPENBURG, Boaventura, La Reencarnación, Ed. San Pablo, Bogotá, 2000.
◙ VELEZ CORREA, Jaime, La Reencarnación a la luz de la ciencia y de la fe, Celam, Bogotá, 1998.

escrito por Miguel Pastorino
(fuente: aleteia.org)

A nuestra Señora de la Pascua

Señora de la Pascua:
Señora de la Cruz y la Esperanza.
Señora del Viernes y del Domingo,
Señora de la noche y la mañana
Señora de todas las partidas,
porque eres la Señora

Escúchanos:
Hoy queremos decirte:
«muchas gracias».

Muchas gracias, Señora, por tu Fiat:
por tu completa
disponibilidad de «Esclava».
Por tu pobreza y tu silencio.
Por el gozo de tus siete espadas.
Por el dolor de todas tus partidas
que fueron dando la paz
a tantas almas.

Por haberte quedado con nosotros
a pesar del tiempo
y las distancias

Tú conoces el dolor de la partida
porque tu vida fue siempre despedida.

Por eso fuiste
y fue fecunda tu vida.
Señora del Silencio v de la Cruz.
Señora del Amor y de la Entrega.
Señora de la Palabra recibida
y de la palabra empeñada,
Señora de la Paz y la Esperanza.
Señora de todos los que parten,
porque eres la Señora
del camino y de la Pascua.

Enséñanos, María, la gratitud y el gozo de todas las partidas.
Enséñanos a decir siempre que Sí, con toda el alma.
Entra en la pequeñez de nuestro corazón y pronúncialo Tú misma por nosotros.

Sé el camino de los que parten y
la serenidad de los que quedan.

Acompáñanos siempre mientras vamos peregrinando juntos hacia el Padre.
Enséñanos que esta vida es siempre una partida.
Siempre un desprendimiento y una ofrenda.
Siempre un tránsito y una Pascua.

Hasta que llegue el tránsito definitivo, la Pascua consumada.
Entonces comprenderemos que para vivir hace falta morir,
para encontrarse plenamente en el Señor hace falta despedirse.
Y que es necesario pasar por muchas cosas para poder entrar en la gloria (Lc 24, 26).

Señora de la Pascua:
en las dos puntas de nuestro camino,
tus dos palabras: fíat y magnificat.
Que aprendamos que la vida es siempre
un «sí» y un «muchas gracias.
Amén. Que así sea.

escrita por el Cardenal Pironio
(fuente: radiomaria.org.ar)

domingo, 27 de marzo de 2016

Madre Angélica, Fundadora de EWTN, partió a la Casa del Padre

IRONDALE, 27 Mar. 16 / 07:00 pm (ACI/EWTN Noticias).- La Iglesia Católica en Estados Unidos ha perdido a la clarisa pobre que cambió el rostro del catolicismo en Estados Unidos y alrededor del mundo, Madre María Angélica de la Anunciación, fundadora de Eternal Word Television Network (EWTN), falleció hoy a las 5:00 p.m. en el Domingo de Resurrección, tras 15 años de lucha con las secuelas de un derrame cerebral. Tenía 92 años.

Los funerales de la Madre Angélica se realizarán el próximo viernes 1 de abril en Hanceville en el estado de Alabama.

“La Madre siempre ha personificado y personificará EWTN, el canal que Dios le pidió fundar”, dijo el presidente y consejero delegado de EWTN, Michael Warsaw. “Sus logros y legados en la evangelización alrededor del mundo son poco menos que milagrosos y pueden solamente ser atribuidos a la Divina Providencia y su fidelidad inquebrantable a Nuestro Señor”.

La Madre Angélica lanzó EWTN en 1981 y hoy transmite una programación de 24 horas al día a más de 258 millones de hogares en 144 países. Lo que comenzó con aproximadamente 20 empleados ahora ha crecido a cerca de 400. La cadena religiosa transmite alrededor del mundo por radio terrestre y de onda corta, maneja un catálogo de artículos religiosos y publica el National Catholic Register y ACI Prensa, entre otras empresas editoriales.

“La Madre Angélica tuvo éxito en una tarea que los propios obispos del país no pudieron lograr”, dijo el Arzobispo de Filadelfia (Estados Unidos), Mons. Charles Chaput, que ha servido en el consejo superior de EWTN desde 1995. “Ella fundó e impulsó una cadena que apeló a los católicos de todos los días, entendió sus necesidades y alimentó sus espíritus. Ella tuvo mucha ayuda, obviamente, pero eso fue parte de su genio”.


Su vida

Rita Rizzo –nombre que le dieron sus padres a la Madre Angélica– nació el 20 de abril de 1923 en la ciudad de Canton, estado de Ohio (Estados Unidos). Su vida estuvo marcada por muchas pruebas, como el divorcio de sus padres cuando tenía seis años y la situación de pobreza que enfrentó junto a su madre.

Cuando era adolescente se curó de un severo dolor estomacal luego de rezar una novena a Santa Teresa de Lisieux. “Ese fue el día que me di cuenta del amor de Dios por mí y comencé a tener sed de Él”, dijo la Madre Angélica.

El 15 de agosto de 1944, a la edad de 21 años, entró a las Clarisas Pobres de la Adoración Perpetua en Cleveland, estado de Ohio, y tomó el nombre de Hermana María Angélica de la Anunciación.

En la década de 1950 tuvo un accidente que le provocó una lesión en la espalda. Dos años después los médicos le dijeron que podía perder la movilidad de las piernas. La Madre Angélica le prometió a Dios que si la sanaba, construiría un monasterio en el sur de Estados Unidos.

La religiosa fue sanada y el 3 de febrero de 1961, Roma le dio permiso para fundar en Alabama el Monasterio de Nuestra Señora de los Ángeles en Irondale. En ese tiempo, la población católica de la región era solo del 2 por ciento.

Su fama como carismática oradora fue conocida por quienes estaban al mando de estaciones de radio y eventualmente televisión. En 1969 comenzó a grabar audios de conversaciones espirituales para distribución masiva. Su primer programa de radio fue en 1971. Siete años después la religiosa grabó sus primeros programas de televisión de media hora bajo el nombre de “Nuestra Ermita”.

Sin embargo, un día de 1978 la Madre Angélica escuchó que la estación secular donde grababa planeaba difundir un programa que ella sintió que era blasfemo. “Confronté al administrador de la estación y protesté”. “Él ignoró mi queja, así que le dije que me iría a otra parte a hacer mis grabaciones. Me dijo ‘Usted deja esta estación y está fuera de la televisión’”. “¡Construiré mi propia (estación)!”, respondió la Madre Angélica.

El 15 de agosto de 1981 se lanzó EWTN desde la cochera de la casa de las religiosas.


Legado espiritual

“Primero y ante todo, lo más importante para la Madre era vivir su vida contemplativa”, dijo la Hermana Clarisa Pobre Marie Andre. “La cadena televisiva es fruto de eso”.

La orden de la Madre, las Clarisas Pobres de Adoración Perpetua, que comenzaron en Irondale con cinco monjas, se expandieron a un monasterio en El Santuario del Santísimo Sacramento en Hanceville, Alabama, en adición a nuevas casas en Texas y Arizona. En 1999, la Madre Angélica construyó el santuario y mudó el monasterio de Irondale en Hanceville.

El Santuario del Santísimo Sacramento, como EWTN, continúa atrayendo miles de visitantes anualmente.

La Madre Angélica también fundó una comunidad religiosa de hombres llamada los Misioneros Franciscanos del Verbo Eterno, formada actualmente por 15 frailes involucrados principalmente en el apostolado de EWTN. “Lo primero que detectaba con la Madre era su amor esponsal a Jesús. Ella siempre estaba diciéndole a la gente ‘Jesús te ama’”, dijo el P. Joseph Mary Wolfe, uno de los miembros originales.

Asimismo, personas como Mark Brumley, presidente de la editorial Ignatius Press; y Raymond Arroyo, presentador del programa “The World Over” de EWTN y de la biografía, “Madre Angélica: La Notable Historia de una Monja, Su Valor y una Red de Milagros”; consideran que la religiosa ayudó a proteger la Iglesia en los Estados Unidos.

La Madre Angélica se retiró del liderazgo de EWTN en el año 2000. Ella sufrió un accidente cerebrovascular en la Nochebuena de 2001. Como consecuencia, pasó los últimos años de su vida mayormente sin la capacidad de hablar; pero eso no impactó su efectividad.

“Aunque no podía hablar ampliamente sobre las controversias y confusiones del día, lo que hizo a través de la oración en su sufrimiento fue extraordinario”, afirmó Arroyo. “Ciertamente no son nuestros esfuerzos los que han mantenido a EWTN al aire y le han permitido llegar a personas de formas sorprendentes. Yo lo atribuyo todo al sufrimiento de esa mujer en Hanceville”.

Por su parte, Mons. Chaput dijo que la Madre Angélica “inspiró a otras talentosas personas a unirse a ella en el trabajo sin afectar su propio liderazgo y visión”, dijo. “La admiro mucho, no solo como una líder y comunicadora talentosa, sino como amiga y gran mujer religiosa de generosidad, intelecto y fe católica”.

Mons. Arancedo alertó sobre los daños sociales de la primacía de la impunidad

Sabado 26 Mar 2016 Santa Fe (AICA): El su mensaje pascual, el arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, alertó que “cuando la impunidad y la justificación ocupan el lugar del deber moral y de la ejemplaridad, el cuerpo social se debilita”, por lo que exhortó al compromiso de todos para revertir “la crisis moral” argentina¨. “La Pascua necesita de hombres y mujeres que descubran Su mensaje, para hacer realidad en sus vidas y en la comunidad los bienes de la verdad y de la vida, de la justicia y de la solidaridad, de la honestidad y del cumplimiento de la ley y sus obligaciones”, subrayó.


Texto del Mensaje para la Pascua 2016 

En la Pascua celebramos el don mayor de Dios al hombre, que es Jesucristo. En Ella hacemos presente su vida que nos hace partícipes de su triunfo sobre el mal y nos abre a una vida nueva. Esta verdad, que es el centro de la fe cristiana, se convierte en la fuente que da sentido a nuestra esperanza. No soñamos lo imposible, creemos en el sí definitivo que Dios nos ha dado en Jesucristo como principio de esa vida nueva. Pascua es alegría y gratitud por el don recibido, pero también compromiso para hacerla realidad en nuestras vidas y en la sociedad.

Al celebrar la Pascua no podemos dejar de contemplar esa otra realidad dolorosa signada por el pecado, que nos rodea y desafía. Me refiero a la realidad de la pobreza, al crimen del narcotráfico, la corrupción y los enfrentamientos que nos aíslan y dividen comprometiendo la amistad social. Agregaría el crecimiento irresponsable del juego que se vale de las ilusiones de la gente, que debilita la cultura del trabajo y compromete el bienestar de la familia. Son signos de una sociedad frágil en la que las víctimas son siempre los más débiles y necesitados. Dirijo esta palabra, con la fuerza y la esperanza de la Pascua, ante todo, a la clase dirigente que tiene una mayor responsabilidad, especialmente quienes ejercen funciones en los poderes del Estado ordenados al servicio del bien común. Pero también es un llamado y un compromiso que todos debemos asumir.

La crisis argentina es principalmente una crisis moral, que se expresa en conductas que se han desvinculado de la exigencia moral de los valores. La conciencia como regla suprema que distingue el bien del mal se ha adormecido, la hemos adormecido. El dinero, el poder y el éxito a cualquier precio, han ocupado un lugar indebido en la escala de los valores personales y sociales. Ellos han desplazado a la verdad, al bien y a la justicia, expresión de la presencia de Dios en el cuidado de la dignidad de la persona. Cuando la impunidad y la justificación ocupan el lugar del deber moral y de la ejemplaridad, el cuerpo social se debilita. No podemos, no debemos acostumbrarnos a vivir en un mundo sin una referencia vinculante al mundo de los valores que nos eleven como personas y comunidad.

Esta realidad signada por el pecado no tiene, sin embargo, la última palabra. En la Pascua celebramos el triunfo y la esperanza de lo nuevo. La Pascua, que en la persona de Jesucristo ha inaugurado un mundo nuevo, necesita de hombres y mujeres impulsados por la fuerza del Resucitado que descubran Su mensaje, para hacer realidad en sus vidas y en la comunidad los bienes de la verdad y de la vida, de la justicia y de la solidaridad, de la honestidad y del cumplimiento de la ley y sus obligaciones. La Pascua es un don recibido, es también una tarea que nos espera y nos compromete. Felices Pascuas.

Mons. José María Arancedo,
arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz
Santa Fe de la Vera Cruz, Pascua 2016

El papa Francisco llamó a no caer en la trampa de ser cristianos sin esperanza

Durante la Vigilia Pascual, el Sumo Pontífice encabezó uno de los ritos de Semana Santa, donde hizo una autocrítica de la Iglesia

(28/03/2016) CIUDAD DEL VATICANO.- "Que el Señor nos libre de esta terrible trampa de ser cristianos sin esperanza, que viven como si el Señor no hubiera resucitado y nuestros problemas fueran el centro de la vida".

Este fue el pedido que hizo el papa Francisco hoy durante la vigilia pascual, la celebración más importante del año litúrgico, que evoca el pasaje de la muerte a la vida de Jesús. En esta ceremonia, también llamó a decirle "no" a los miedos y a la oscuridad y advirtió a la propia Iglesia católica que si no sale de sí misma y no "resucita" en su corazón alegría y amor "seremos un organismo internacional con un gran número de seguidores y buenas normas, pero incapaz de apagar la sed de esperanza que tiene el mundo".

Como es tradición, el rito, muy sugestivo, comenzó en el atrio de la Basílica de San Pedro, donde el Papa bendijo el fuego y el cirio pascual. El templo se encontraba entonces a oscuras. El cirio prendido, llevado en procesión, con el que se fueron prendiendo las velas de los fieles, simbolizaba el ingreso de la luz, Cristo, del mundo de las tinieblas del pecado, la soledad y la muerte.

En una ceremonia en látin, con lecturas en español, inglés e italiano, y bellísimos cantos, en su sermón Francisco se centró en la figura de Pedro, que como otros apóstoles no creyó el testimonio de las mujeres que aseguraban que Cristo había resuscitado.

"Es más, lo tomaron por un delirio", destacó. "Hay en cambio un detalle que marca un cambio: Pedro no se quedó sentado a pensar, no se encerró en casa como los demás. No se dejó atrapar por la densa atmósfera de aquellos días, ni dominar por sus dudas; no se dejó hundir por los remordimientos, el miedo y las continuas habladurías que no llevan a nada. Buscó a Jesús, no a sí mismo. Prefirió la vía del encuentro y de la confianza y, tal como estaba, se levantó y corrió hacia el sepulcro, de dónde regresó admirándose de lo sucedido", dijo.


Comienzo de la resurrección

"Este fue el comienzo de la «resurrección» de Pedro, la resurrección de su corazón. Sin ceder a la tristeza o a la oscuridad, se abrió a la voz de la esperanza: dejó que la luz de Dios entrara en su corazón sin apagarla", agregó. Tras destacar que lo mismo había pasado con las mujeres, conectó esos hechos del Evangelio con la actualidad del mundo de hoy.

"Al igual que Pedro y las mujeres, tampoco nosotros encontraremos la vida si permanecemos tristes y sin esperanza y encerrados en nosotros mismos. Abramos en cambio al Señor nuestros sepulcros sellados, para que Jesús entre y lo llene de vida", pidió. "Continuamente vemos, y veremos, problemas cerca de nosotros y dentro de nosotros. Siempre los habrá, pero en esta noche hay que iluminar esos problemas con la luz del Resucitado. No permitamos que la oscuridad y los miedos atraigan la mirada del alma y se apoderen del corazón, sino escuchemos las palabras del Ángel: el Señor «no está aquí. Ha resucitado». Él es nuestra mayor alegría, siempre está a nuestro lado y nunca nos defraudará", aseguró.

Francisco explicó que es justamente lo anterior el fundamento de la esperanza, "que no es simple optimismo, y ni siquiera una actitud psicológica o una hermosa invitación a tener ánimo". "La esperanza cristiana es un don que Dios nos da si salimos de nosotros mismos y nos abrimos a él. Esta esperanza no defrauda porque el Espíritu Santo ha sido infundido en nuestros corazones. El Paráclito no hace que todo parezca bonito, no elimina el mal con una varita mágica, sino que infunde la auténtica fuerza de la vida, que no consiste en la ausencia de problemas, sino en la seguridad de que Cristo, que por nosotros ha vencido el pecado, la muerte y el temor, siempre nos ama y nos perdona. Hoy es la fiesta de nuestra esperanza, la celebración de esta certeza: nada ni nadie nos podrá apartar nunca de su amor", sentenció.

Y fue más allá. "El Señor está vivo y quiere que lo busquemos entre los vivos. Después de haberlo encontrado, invita a cada uno a llevar el anuncio de Pascua, a suscitar y resucitar la esperanza en los corazones abrumados por la tristeza, en quienes no consiguen encontrar la luz de la vida. Hay tanta necesidad de ella hoy", admitió.


Seguridad como nunca se vio

Las 7000 personas presentes en la Basílica lo escuchaban en silencio, en un clima de gran recogimiento. Para llegar hasta allí, como sucedió ayer para el Vía Crucis, los fieles debieron sortear varios controles y detectores de metales, en una ciudad militarizada como nunca en una Semana Santa blindada por temor a atentados después del horror de Bruselas.

Como es tradición, en la segunda parte de la liturgia Francisco bautizó, confirmó y dio la primera comunión a doce adultos, ocho mujeres y cuatro hombres: seis oriundos de Albania, dos de Corea del Sur y uno de Italia, Camerún, India y China. La más joven del grupo, la china Li Zhang, de 22 años, decidió bautizarse con el nombre de Mary Stella.

Mañana, luego de celebrar la misa de Pascua en la Plaza de San Pedro, Francisco impartirá desde el balcón central de la Basílica de San Pedro la "bendición urbi et orbi", a la ciudad y al mundo.

escrito por Elisabetta Piqué
(fuente: lanacion.com.ar)

sábado, 26 de marzo de 2016

¿Qué significa que Jesús descendió a los infiernos?

REDACCION CENTRAL, 26 Mar. 16 / 02:36 am (ACI).- Algunos cristianos piensan que el Sábado Santo es una fecha sin importancia o cuyo significado no queda del todo claro. En efecto, es un día diferente porque al contrario del Jueves y Viernes Santos, no ocurrieron acontecimientos visibles en la tierra. Por ello, el sentido del Sábado Santo es la reflexión y el acompañamiento de la Madre de Dios que está a la espera de la resurrección del Hijo.

Debido que Jesús “ha muerto” necesitamos guardar silencio, semejante al duelo cuando perdemos a un ser querido. También estamos en la expectativa por la Resurrección de Cristo durante la primera parte del día.

En el Sábado Santo celebramos la frase que recitamos en el Credo: “Descendió a los Infiernos”.

Sabemos, por las escrituras y la tradición, que Jesús bajó al “Seol”. Allí permanecían las almas de todos los muertos porque no tenían cómo llegar al cielo. En aquel lugar estaban todos los santos y justos quienes perecieron antes de la muerte de Jesucristo: los patriarcas, los profetas, los reyes, San José, Adán y Eva, etc. Cuando Jesús muere, desciende al Seol y lleva consigo al cielo a todos los que creyeron.

escrito por María Ximena Rondón

viernes, 25 de marzo de 2016

"He aquí a vuestro Rey"

Lectura del Santo Evangelio según San Juan
(Jn 18, 1- 19, 42)
Gloria a ti, Señor

JESUS ES TOMADO PRESO

1. Después de hablar así, se fue Jesús acompañado de sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró con ellos.
2. Y Judas, el que lo entregaba, conocía bien este lugar, porque Jesús y sus discípulos se habían reunido allí frecuentemente.
3. Judas, pues, tomando a la guardia y a los satélites de los sumos sacerdotes y de los fariseos, llegó allí con linternas y antorchas, y con armas.
4. Entonces Jesús, sabiendo todo lo que le había de acontecer se adelantó y les dijo: "¿A quién buscáis?"
5. Respondiéronle: "A Jesús el Nazareno". Les dijo: "Soy Yo". Judas, que lo entregaba, estaba allí con ellos.
6. No bien les hubo dicho: "Yo soy", retrocedieron y cayeron en tierra.
7. De nuevo les preguntó: "¿A quién buscáis?" Dijeron: "A Jesús de Nazaret".
8. Respondió Jesús: "Os he dicho que soy Yo. Por tanto si me buscáis a Mí, dejad ir a éstos";
9. para que se cumpliese la palabra, que Él había dicho: "De los que me diste, no perdí ninguno".
10. Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó e hirió a un siervo del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. El nombre del siervo era Malco.
11. Mas Jesús dijo a Pedro: "Vuelve la espada a la vaina; ¿no he de beber el cáliz que me ha dado el Padre?".

JESUS ANTE ANAS Y CAIFAS. NEGACION DE PEDRO

12. Entonces la guardia, el tribuno y los satélites de los judíos prendieron a Jesús y lo ataron.
13. Y lo condujeron primero a Anás, porque éste era el suegro de Caifás, el cual era Sumo Sacerdote en aquel año. ( 24.) Pero Anás lo envió atado a Caifás, el Sumo Pontífice.
14. Caifás era aquel que había dado a los judíos el consejo: "Conviene que un solo hombre muera por el pueblo".
15. Entretanto Simón Pedro seguía a Jesús como también otro discípulo. Este discípulo, por ser conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en el palacio del Pontífice;
16. mas Pedro permanecía fuera, junto a la puerta. Salió, pues, aquel otro discípulo, conocido del Sumo Sacerdote, habló a la portera, y trajo adentro a Pedro.
17. Entonces, la criada portera dijo a Pedro: "¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?" Él respondió: "No soy".
18. Estaban allí de pie, calentándose, los criados y los satélites, que habían encendido un fuego, porque hacía frío. Pedro estaba también en pie con ellos y se calentaba.
19. El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y sobre su enseñanza.
20. Jesús le respondió: "Yo he hablado al mundo públicamente; enseñé en las sinagogas y en el Templo, adonde concurren todos los judíos, y nada he hablado a escondidas.
21. ¿Por qué me interrogas a Mí? Pregunta a los que han oído, qué les he enseñado; ellos saben lo que Yo he dicho".
22. A estas palabras, uno de los satélites, que se encontraba junto a Jesús, le dió una bofetada, diciendo: "¿Así respondes Tú al Sumo Sacerdote?"
23. Jesús le respondió: "Si he hablado mal, prueba en qué está el mal; pero si he hablado bien ¿por qué me golpeas?"
24. (Va después del 13..) 25. Entretanto Simón Pedro seguía allí calentándose, y le dijeron: "No eres tú también de sus discípulos". Él lo negó y dijo: "No lo soy".
26. Uno de los siervos del Sumo Sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dijo: "¿No te vi yo en el huerto con Él?"
27. Pedro lo negó otra vez, y en seguida cantó un gallo.

JESUS ANTE PILATO

28. Entonces condujeron a Jesús, de casa de Caifás, al pretorio: era de madrugada. Pero ellos no entraron en el pretorio, para no contaminarse, y poder comer la Pascua.
29. Vino, pues, Pilato a ellos afuera, y les dijo: "¿Qué acusación traéis contra este hombre?"
30. Respondiéronle y dijeron: "Si no fuera un malhechor, no te lo habríamos entregado".
31. Díjoles Pilato: "Entonces tomadlo y juzgadlo según vuestra Ley". Los judíos le respondieron: "A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie";
32. para que se cumpliese la palabra por la cual Jesús significó de qué muerte había de morir.
33. Pilato entró, pues, de nuevo en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: "¿Eres Tú el Rey de los judíos?"
34. Jesús respondió: "¿Lo dices tú por ti mismo, o te lo han dicho otros de Mí?"
35. Pilato repuso: "¿Acaso soy judío yo? Es tu nación y los pontífices quienes te han entregado a Mí. ¿Qué has hecho?"
36. Replicó Jesús: "Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores combatirían a fin de que Yo no fuese entregado a los judíos. Mas ahora mi reino no es de aquí".
37. Díjole, pues, Pilato: "¿Conque Tú eres rey?" Contestó Jesús: "Tú lo dices: Yo soy rey". Yo para esto nací y para esto vine al mundo, a fin de dar testimonio a la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz".
38. Pilato le dijo: "¿Qué cosa es verdad?".

JESUS Y BARRABAS

Apenas dicho esto, salió otra vez afuera y les dijo a los judíos: "Yo no encuentro ningún cargo contra él.
39. Pero tenéis costumbre de que para Pascua os liberte a alguien. ¿Queréis, pues, que os deje libre al rey de los judíos?"
40. Y ellos gritaron de nuevo: "No a él, sino a Barrabás". Barrabás era un ladrón.

JESUS AZOTADO Y CORONADO DE ESPINAS

1. Entonces, pues, Pilato tomó a Jesús y lo hizo azotar.
2. Luego los soldados trenzaron una corona de espinas, que le pusieron sobre la cabeza, y lo vistieron con un manto de púrpura.
3. Y acercándose a Él, decían: "¡Salve, rey de los judíos!" y le daban bofetadas.

ECCE HOMO

4. Pilato salió otra vez afuera, y les dijo: "Os lo traigo fuera, para que sepáis que yo no encuentro contra Él ningún cargo".
5. Entonces Jesús salió fuera, con la corona de espinas y el manto de púrpura, y (Pilato) les dijo: "¡He aquí al hombre!".
6. Los sumos sacerdotes y los satélites, desde que lo vieron, se pusieron a gritar: "¡Crucifícalo, crucifícalo!" Pilato les dijo: "Tomadlo vosotros, y crucificadlo; porque yo no encuentro en Él ningún delito".
7. Los judíos le respondieron: "Nosotros tenemos una Ley, y según esta Ley, debe morir, porque se ha hecho Hijo de Dios".
8. Ante estas palabras, aumentó el temor de Pilato.
9. Volvió a entrar al pretorio, y preguntó a Jesús: "¿De dónde eres Tú?" Jesús no le dió respuesta.
10. Díjole, pues, Pilato: "¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo el poder de librarte y el poder de crucificarte?"
11. Jesús le respondió: "No tendrías sobre Mí ningún poder, si no te hubiera sido dado de lo alto; por esto quien me entregó a ti, tiene mayor pecado".

LA CONDENACION

12. Desde entonces Pilato buscaba cómo dejarlo libre; pero los judíos se pusieron a gritar diciendo: "Si sueltas a éste, no eres amigo del César: todo el que se pretende rey, se opone al César".
13. Pilato, al oír estas palabras, hizo salir a Jesús afuera; después se sentó en el tribunal en el lugar llamado Lithóstrotos, en hebreo Gábbatha.
14. Era la preparación de la Pascua, alrededor de la hora sexta. Y dijo a los judíos: "He aquí a vuestro Rey".
15. Pero ellos se pusieron a gritar: "¡Muera! ¡Muera! ¡Crucifícalo!" Pilato les dijo: "¿A vuestro rey he de crucificar?" Respondieron los sumos sacerdotes: "¡Nosotros no tenemos otro rey que el César!"
16. Entonces se lo entregó para que fuese crucificado.

LA CRUCIFIXION

Tomaron, pues, a Jesús;
17. y Él, llevándose su cruz, salió para el lugar llamado "El cráneo", en hebreo Gólgota,
18. donde lo crucificaron, y con Él a otros dos, uno de cada lado, quedando Jesús en el medio.
19. Escribió también Pilato un título que puso sobre la cruz. Estaba escrito: "Jesús Nazareno, el rey de los judíos".
20. Este título fue leído por muchos judíos, porque el lugar donde Jesús fue crucificado se encontraba próximo a la ciudad; y estaba redactado en hebreo, en latín y en griego.
21. Mas los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: "No escribas "el rey de los judíos", sino escribe que Él ha dicho: "Soy el rey de los judíos". 22. Respondió Pilato: "Lo que escribí, escribí". 23. Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, de los que hicieron cuatro partes, una para cada uno, y también la túnica. Esta túnica era sin costura, tejida de una sola pieza desde arriba.
24. Se dijeron, pues, unos a otros: "No la rasguemos, sino echemos suertes sobre ella para saber de quién será"; a fin de que se cumpliese la Escritura: "Se repartieron mis vestidos, y sobre mi túnica echaron suertes". Y los soldados hicieron esto.

MARIA AL PIE DE LA CRUZ

25. Junto a la cruz de Jesús estaba de pie su madre, y también la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
26. Jesús, viendo a su madre y, junto a ella, al discípulo que amaba, dijo a su madre: "Mujer, he ahí a tu hijo".
27. Después dijo al discípulo: "He ahí a tu madre". Y desde este momento el discípulo la recibió consigo.

MUERTE DE JESUS

28. Después de esto, Jesús, sabiendo que todo estaba acabado, para que tuviese cumplimiento la Escritura, dijo: "Tengo sed".
29. Había allí un vaso lleno de vinagre. Empaparon pues, en vinagre una esponja, que ataron a un hisopo, y la aproximaron a su boca.
30. Cuando hubo tomado el vinagre, dijo: "Está cumplido", e inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

LA LANZADA

31. Como era la Preparación a la Pascua, para que los cuerpos no quedasen en la cruz durante el sábado - porque era un día grande el de aquel sábado - los judíos pidieron a Pilato que se les quebrase las piernas, y los retirasen.
32. Vinieron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero, y luego del otro que había sido crucificado con Él.
33. Mas llegando a Jesús y viendo que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas;
34. pero uno de los soldados le abrió el costado con la lanza, y al instante salió sangre y agua.
35. Y el que vió, ha dado testimonio - y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad - a fin de que vosotros también creáis.
36. Porque esto sucedió para que se cumpliese la Escritura: "Ningún hueso le quebrantaréis".
37. Y también otra Escritura dice: "Volverán los ojos hacia Aquel a quien traspasaron".

SEPULTURA DE JESUS

38. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero ocultamente, por miedo a los judíos, pidió a Pilato llevarse el cuerpo de Jesús, y Pilato se lo permitió. Vino, pues, y se llevó el cuerpo.
39. Vino también Nicodemo, el que antes había ido a encontrarlo de noche; éste trajo una mixtura de mirra y áloe, como cien libras.
40. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en fajas con las especies aromáticas, según la manera de sepultar a los judíos.
41. En el lugar donde lo crucificaron había un jardín, y en el jardín un sepulcro nuevo, donde todavía nadie había sido puesto.
42. Allí fue donde, por causa de la Preparación de los judíos, y por hallarse próximo este sepulcro, pusieron a Jesús.

Palabra de Dios.
Gloria a ti, Señor Jesús.






REFLEXIÓN

Idea principal: Dios no nos amó en broma. ¡Miremos la cruz!

Síntesis del mensaje: El Viernes Santo es el día del año donde la misericordia de Dios llegó hasta el extremo y la locura. Jesús hoy nos repite a nosotros lo que dijo un día a la beata Angela da Foligno cuando estaba meditando la pasión del Señor: “¡No te he amado de broma!”. Tiene razón Jesús cuando nos repite hoy, desde lo alto de su cruz, con las palabras de la liturgia: “Pueblo mío, ¿qué más podía hacer por ti que aún no haya hecho? ¡Respóndeme! “. ¡Miremos la cruz!

Puntos de la idea principal: las palabras que dirigió el Papa emérito Benedicto XVI después del Via Crucis del Viernes Santo de 2006 me han parecido cargadas de lo que quisiera hoy desarrollar aquí.

En primer lugar, miremos la Cruz de Cristo. “En el espejo de la cruz hemos visto todos los sufrimientos de la humanidad de hoy. En la cruz de Cristo hoy hemos visto el sufrimiento de los niños abandonados, de los niños víctimas de abusos; las amenazas contra la familia; la división del mundo en la soberbia de los ricos que no ven a Lázaro a su puerta y la miseria de tantos que sufren hambre y sed. Pero también hemos visto “estaciones” de consuelo. Hemos visto a la Madre, cuya bondad permanece fiel hasta la muerte y más allá de la muerte. Hemos visto a la mujer valiente que se acerca al Señor y no tiene miedo de manifestar solidaridad con este Varón de dolores. Hemos visto a Simón, el Cirineo, un africano, que lleva la cruz juntamente con Jesús. Y mediante estas “estaciones” de consuelo hemos visto, por último, que, del mismo modo que no acaban los sufrimientos, tampoco acaban los consuelos”. Dios no nos ha amado en broma.

En segundo lugar, sigamos mirando la Cruz de Cristo. “Hemos visto cómo san Pablo encontró en el “camino de la cruz” el celo de su fe y encendió la luz del amor. Hemos visto cómo san Agustín halló su camino. Lo mismo san Francisco de Asís, san Vicente de Paúl, san Maximiliano Kolbe, la madre Teresa de Calcuta… Del mismo modo también nosotros estamos invitados a encontrar nuestro lugar, a encontrar, como estos grandes y valientes santos, el camino con Jesús y por Jesús: el camino de la bondad, de la verdad; la valentía del amor. Hemos comprendido que el vía crucis no es simplemente una colección de las cosas oscuras y tristes del mundo. Tampoco es un moralismo que, al final, resulta insuficiente. No es un grito de protesta que no cambia nada. El vía crucis es el camino de la misericordia, y de la misericordia que pone el límite al mal: eso lo hemos aprendido del Papa Juan Pablo II. Es el camino de la misericordia y, así, el camino de la salvación. De este modo estamos invitados a tomar el camino de la misericordia y a poner, juntamente con Jesús, el límite al mal”. Dios no nos ha amado en broma.

Finalmente, alguien podría decir: Sí, es verdad que Cristo nos amó locamente entonces, cuando vivió en la tierra; ¿pero ahora? Ahora que ya no está entre nosotros, ¿qué queda de aquel amor, a no ser un pálido reflejo, tal vez inmortalizado en una cruz que cuelga de la pared? Los discípulos de Emaús decían: “Hace ya tres días que sucedió esto”, y nosotros nos sentimos tentados de decir: “¡Hace ya dos mil años…!”. Pero se equivocaban, porque Jesús había resucitado y estaba caminando con ellos. Y también nosotros nos equivocamos cuando pensamos como ellos, pues su amor sigue aún en medio de nosotros, “porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5,5). Y ese amor misericordioso sigue derramándose desde su Cruz en cada confesión donde recibimos el perdón de manos del ministro de Dios. Y ese amor misericordioso sigue alimentando nuestra alma en cada comunión que recibimos con fervor y el alma limpia en cada Eucaristía. Y ese amor misericordioso sigue siendo palpable en cada gesto de nuestros padres, de nuestros maestros, de nuestros amigos, de nuestros sacerdotes que se entregan con dedicación, sacrificio y generosidad, sin pedir compensaciones. No, Dios no nos ha amado en broma. Su amor fue, es y será muy serio. Y amor con amor se paga. Al menos eso hacen las almas nobles.

Para reflexionar: ¿Me dejo curar y abrazar por la Cruz de Cristo? ¿Experimento todos los días en la oración y en la participación de los sacramentos ese amor de Cristo que me ha amado y me sigue amando en serio? ¿Soy portador de ese amor misericordioso de Cristo a mis hermanos y hermanas que viven a mi lado y que están llevando una cruz tal vez más pesada que la mía? ¿Alargo también yo mis brazos para echarles una mano, como buen cireneo, o extenderles mi manto para enjugar sus lágrimas y su sangre, como hizo la Verónica con Cristo?

Para rezar: Pidamos al Señor que nos ayude a ser “contagiados” por su misericordia. Pidamos a la santa Madre de Jesús, la Madre de la misericordia, que también nosotros seamos hombres y mujeres de la misericordia, para contribuir así a la salvación del mundo, a la salvación de las criaturas, para ser hombres y mujeres de Dios. Amén.

escrito por P. Antonio Rivero, L.C.
Doctor en Teología Espiritual,
profesor y director espiritual en el seminario diocesano Maria Mater Ecclesiae de são Paulo (Brasil).
Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org
(fuente: zenit.org)

jueves, 24 de marzo de 2016

"vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros"

Lectura del Evangelio según San Juan
(Jn. 13, 1-15)
Gloria a ti, Señor.

1 Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. 
2 Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle,
3 sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía,
4 se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó.
5 Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido.
6 Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?»
7 Jesús le respondió: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde.»
8 Le dice Pedro: «No me lavarás los pies jamás.» Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo.»
9 Le dice Simón Pedro: «Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza.»
10 Jesús le dice: «El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos.»
11 Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: «No estáis limpios todos.»
12 Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?
13 Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy.
14 Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros.
15 Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros.

Palabra de Dios. 
Gloria a ti, Señor







Idea principal: Gracias, Señor, por los tres dones que hoy nos das: la Eucaristía, el Sacerdocio y el Mandamiento de la caridad.

Síntesis del mensaje: Aunque la celebración principal de estos días, y por tanto de todo el año, es la Eucaristía de la Vigilia Pascual, la de hoy es también entrañable para el pueblo cristiano: recuerda la institución de la Eucaristía, sublime sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo para nuestra salvación y alimento en el camino; el mandamiento del amor fraterno –con el gesto simbólico del lavatorio de los pies- para que tengamos el “tatuaje” de discípulos de Cristo impreso en los ojos, en la boca, en las manos y en el corazón; y finalmente, la institución del ministerio sacerdotal, donde hombres de carne y hueso son investidos y revestidos con la dignidad de Cristo sacerdote, pastor y cabeza.

Puntos de la idea principal:

En primer lugar, gracias, Señor, por el don de la Eucaristía. En este sacramento Cristo se hace presente bajo las especies del pan y vino, que en el momento de las palabras de la consagración se convierten en el Cuerpo y Sangre, Alma y Divinidad de Cristo glorioso y resucitado –¡misterio de fe!-. En este sacramento se actualiza el sacrificio de Cristo en la cruz, y quedamos una vez vivificados, purificados, realizándose en nuestra alma una auténtica “diálisis espiritual” donde las escorias del pecado son disueltas, expiadas y destruidas al contacto con la sangre de Cristo. Este sacramento se convierte en Banquete sacrifical, donde comulgamos a Cristo, entramos en común unión con Él y nos hace partícipes de su vida divina y resucitada. En cada Eucaristía, nos incorporamos primero a Cristo, aumentando la gracia y el perdón de los pecados veniales; segundo, nos unimos a la Iglesia, pues la Eucaristía simboliza la unidad de la Iglesia, como nos dice san Agustín; y tercero, recibimos en prenda la gloria futura, es decir, la Eucaristía es banquete del Reino celestial, instaurado por Cristo y que se consumará de forma definitiva en el cielo. Dicho en otras palabras, la comunión es el germen y remedio de inmortalidad y de nuestra resurrección y anticipación de la vida eterna, como diría san Ignacio de Antioquía.

En segundo lugar, gracias, Señor, por el don del Sacerdocio. ¿Quién es el sacerdote? Primero, es un hombre elegido; por ser hombre, estará sujeto a flaquezas y miserias del humano linaje, para que conociéndolas, incluso por experiencia, sea capaz de condolerse con los hombres y orientarlos hacia Dios con mayor eficacia. Si el sacerdote en vez de ser hombre fuera un ángel, un espíritu puro, independiente de la materia, difícilmente sería capaz de calibrar las limitaciones de los hombres, y por lo mismo, difícilmente podría condolerse y comprender a los demás. Segundo, es un consagrado, ungido para el cargo que va a ocupar. Consagrado, es decir, apartado de las cosas profanas, para que en adelante pueda dedicarse al servicio exclusivo de Dios y de sus hermanos, los hombres. Unido, por una parte, al Dios que lo ha “tomado” o elegido , deberá asimismo estar en comunión con los hombres a favor de los cuales ha sido ungido. Por eso, todo sacerdote tiene algo de “pontífice”, palabra que en su sentido original significa “hacedor de puentes”. En su persona deberán unirse dos riberas, distantes entre sí, la ribera de Dios y la ribera de los hombres. El sacerdote es así un mediador. Y tercero, para ofrecer un sacrificio, que es el acto por excelencia de la virtud de religión. Así lo dice el texto de la carta a los Hebreos. El sacrificio es un acto externo y social por el cual el sacerdote ofrece a Dios, en nombre de la inmensa familia humana, una víctima inmolada, para simbolizar así su reconocimiento del supremo dominio de Dios, su deseo de reparar las ofensas cometidas contra su majestad, de darle gracias por sus beneficios y solicitarle las gracias que los hombres necesitan.

Finalmente, gracias, Señor, por el don del Mandamiento de la caridad. La caridad será la señal por la que reconocerán al cristiano. Nuestro trato con el Señor se manifiesta inmediatamente en el trato con los demás. Por eso la caridad se alimenta principalmente en el trato personal con Jesucristo. No serviremos ni lavaremos los pies de nuestros hermanos si primero no nos hemos encontrado íntimamente con Cristo siervo humilde que tomó la palangana y la toalla y se arrodilló para lavar los pies de sus apóstoles. La caridad pide además exigencias prácticas, además de sentir compasión interior, como podemos ver en la parábola del buen samaritano (Lc 10, 33-35): vendar las heridas, derramar en ellas aceite y vino, poner a disposición la propia cabalgadura y montar al hermano necesitado, conducirle al mesón, pagar al mesonero. ¡Cuántos gestos de caridad! La caridad se demuestra en obras. Dios nos pone al prójimo con sus necesidades en el camino y en las periferias de la vida, y la caridad hace lo que el momento y la hora exigen. No siempre son actos heroicos o difíciles; muchas veces son cosas sencillas de la vida ordinaria y con los más cercanos o enfermos, preocupándonos por su salud, por su descanso, por su alegría. En este año de la misericordia no olvidemos las obras de misericordia, modo práctico de vivir la caridad.

Para reflexionar: ¿Cómo estoy viviendo el sacramento de la Eucaristía o santa misa? ¿Soy amigo de Cristo Eucaristía y le hago alguna visita al día con calma y con cariño? ¿Cómo trato a los sacerdotes: con veneración, respeto? ¿Colaboro con ellos en la parroquia y en los diversos grupos y movimientos? ¿Soy buen samaritano con mis hermanos más necesitados? ¿Tengo las manos dispuestas siempre para lavar los pies de mis hermanos?

Para rezar: Señor, adoro tu Eucaristía. Señor, venero y rezo por la fidelidad y fervor de los sacerdotes. Señor, ensancha mi corazón para que ame a mis hermanos como Tú los amas.

escrito por Antonio Rivero, L.C.
Doctor en Teología Espiritual,
profesor y director espiritual en el seminario diocesano Maria Mater Ecclesiae de são Paulo (Brasil).
Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org
(fuente: zenit.org)

miércoles, 23 de marzo de 2016

María fue la primera cristiana

Precursora de nuestra Iglesia, Reina del Cielo y de la tierra. ¡María es la Madre de la Iglesia!

El primer cristiano, cuando el mundo todavía no conocía el misterio de la Redención, fue la joven y sorprendida Virgen María. El Angel le reveló ese día el mayor misterio de la historia del mundo, y Ella no podía salir de su asombro. ¡Ella!. ¡Madre de Dios!. Y en ese mismo instante en que se unieron para siempre la Criatura y Su Creador, dio comienzo la mayor historia de Amor que jamás existió ni existirá: la historia de Dios hecho Hombre y entregado por nosotros.

María fue ese día testigo de la unión del hombre con la Divinidad. Dios hizo Su Nido en la Criatura, y la Criatura se transformó en la casa de Dios. María, que siempre había tenido al Espíritu Santo viviendo a pleno dentro de Ella, tuvo desde ese momento al Hombre-Dios creciendo y tomando su humanidad, para caminar en el sendero de la Vida de Cristo desde la primera fila, desde su origen.

La Virgen fue la primer cristiana, la primera pieza humana del Cuerpo Místico de Cristo. Y fue de este modo también punto de partida de otro prodigio de Dios: en la unión de María con el Redentor se inicia el proceso que culmina en el nacimiento de la Iglesia. La Mujer Perfecta en el amor y la humildad recibió en su seno a Dios hecho Hombre, y así cumplió la misión que el mismo Dios le confió. De esta manera surgió la Nueva Jerusalén, el Nuevo Templo que iba a albergar al Santo de los Santos, Jesucristo, por los tiempos de los tiempos. ¡María es la Madre de la Iglesia!.

¡Que perfección!. ¡Que maravilloso es el Plan de Dios!. En la humilde Nazaret, en esa pequeña y desconocida Mujer se formó, con la intervención del Espíritu Santo, la mayor Obra Divina que el Cielo legó al hombre. En el mismo acto y en la presencia del Angel Gabriel y del Cielo todo, que admirado contemplaba, se encarnó Dios y se hizo Hombre, y surgió el primer cristiano. Y este primer cristiano fue luego elevado a la figura de Madre de todos los hombres, y Madre de la Iglesia.

Todo ocurrió en ese instante, en esa fracción de segundo, en la Palestina de hace dos mil años. El antiguo pueblo de Dios y Su Templo dieron paso al nuevo pueblo, el pueblo cristiano, y al nuevo Templo, la Santa Iglesia.

Virgen María, precursora de nuestra Iglesia, Reina del Cielo y de la tierra, puente entre la Divinidad y la criatura, alcánzanos con tu infinita Gracia los dones que nos hagan ser dignos integrantes del Pueblo del que Tu Hijo es Cabeza, Tu Padre es Creador y Tu Esposo es el soplo que le da la Vida.

escrito por Oscar Schmidt 
(fuente: www.reinadelcielo.org)

martes, 22 de marzo de 2016

Cinco caminos de penitencia

¿Quieren que les recuerde los diversos caminos de penitencia? Hay ciertamente muchos, distintos y diferentes, y todos ellos conducen al cielo.

El primer camino de penitencia consiste en la acusación de los pecados: Confiesa primero tus pecados, y serás justificado. Por eso dice el profeta: Propuse: «Confesaré al Señor mi culpa», y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. Condena, pues, tú mismo, aquello en lo que pecaste, y esta confesión te obtendrá el perdón ante el Señor, pues, quien condena aquello en lo que faltó, con más dificultad volverá a cometerlo; haz que tu conciencia esté siempre despierta y sea como tu acusador doméstico, y así no tendrás quien te acuse ante el tribunal de Dios.

Éste es un primer y magnífico camino de penitencia; hay también otro, no inferior al primero, que consiste en perdonar las ofensas que hemos recibido de nuestros enemigos, de tal forma que, poniendo a raya nuestra ira, olvidemos las faltas de nuestros hermanos; obrando así, obtendremos que Dios perdone aquellas deudas que ante él hemos contraído; he aquí, pues, un segundo modo de expiar nuestras culpas Porque si ustedes perdonan al prójimo sus faltas -dice el Señor-, también su Padre celestial perdonará las de ustedes.

¿Quieres conocer un tercer camino de penitencia? Lo tienes en la oración ferviente y continuada, que brota de lo íntimo del corazón.

Si deseas que te hable aún de un cuarto camino, te diré que lo tienes en la limosna: ella posee un grande y extraordinario poder.

También, si eres humilde y obras con modestia, en este proceder encontrarás, no menos que en cuanto hemos dicho hasta aquí, un modo de destruir el pecado: De ello tienes un ejemplo en aquel publicano, que, si bien no pudo recordar ante Dios su buena conducta, en lugar de buenas obras presentó su humildad y se vio descargado del gran peso de sus muchos pecados.

Te he recordado, pues, cinco caminos de penitencia: primero, la acusación de los pecados; segundo, el perdonar las ofensas de nuestro prójimo; tercero, la oración; cuarto, la limosna; y quinto, la humildad.

No te quedes, por tanto, ocioso, antes procura caminar cada día por la senda de estos caminos: ello, en efecto, resulta fácil, y no te puedes excusar alegando tu pobreza, pues, aunque vivieres en gran penuria, podrías renunciar a tu ira y mostrarte humilde, podrías orar de manera constante y confesar tus pecados; la pobreza no es obstáculo para dedicarte a estas prácticas. Pero, ¿qué estoy diciendo? La pobreza no impide de ninguna manera el andar por aquel camino de penitencia que consiste en seguir el mandato del Señor, distribuyendo los propios bienes -hablo de la limosna- pues esto lo realizó incluso aquella viuda pobre que dio sus dos pequeñas monedas.

Ya que has aprendido con estas palabras a sanar tus heridas, decídete a usar de estas medicinas, y así, recuperada ya tu salud, podrás acercarte confiado a la mesa santa y salir con gran gloria al encuentro del Señor, rey de la gloria, y alcanzar los bienes eternos por la gracia, la misericordia y la benignidad de nuestro Señor Jesucristo.

escrito por San Juan Crisóstomo
(fuente: www.la-oracion.com)

lunes, 21 de marzo de 2016

El Papa en el Domingo de Ramos: ‘El crucifijo es la cátedra de Dios’

(20/03/2016) En su homilía, el Santo Padre recordó que solo Jesús nos salva de los lazos del pecado, de la muerte, del miedo y de la tristeza. Texto completo

(ZENIT – Ciudad del Vaticano).- Durante la tradicional celebración del Domingo de Ramos en la plaza de San Pedro, y mientras leía su homilía sobre la pasión del Señor, el papa Francisco improvisó unas palabras para llamar la atención sobre la situación de los migrantes y refugiados.

Tras referirse a “la infamia y la condena inicua” que recibió Jesús por parte “de las autoridades, religiosas y políticas”, el Santo Padre recordó que también sufrió “la indiferencia, pues nadie quiso asumir la responsabilidad de su destino”. En este punto, el Pontífice afirmó sin mirar a los papeles: “Pienso en tanta gente, en tantos marginados, en tantos prófugos, en tantos refugiados… a los que les digo que muchos no quieren asumir la responsabilidad de su destino”.

El Papa llegó a la plaza a pie, con una mitra dorada y una capa pluvial roja, y se acercó hasta el obelisco central para bendecir las palmas y los ramos de olivo. Posteriormente, fue en procesión hasta el altar ubicado ante la fachada de la basílica de San Pedro, donde presidió la celebración eucarística.

Ante más de sesenta mil personas venidas de todo el mundo, en su mayoría jóvenes, Francisco relató cómo cuando Jesús de Nazaret entró a Jerusalén la muchedumbre lo acogió con “entusiasmo, agitando las palmas y los ramos de olivo” y al grito de “¡Bendito el que viene en nombre del Señor!”. Pero a su entrada triunfal le siguió una humillación que “parece no tener fondo” y que fue la que experimentó durante la Pasión, a la que continuó la Muerte y la Resurrección, explicó.

“La humillación que sufre Jesús llega al extremo en la Pasión: es vendido por treinta monedas y traicionado por un beso de un discípulo que él había elegido y llamado amigo. Casi todos los otros huyen y lo abandonan; Pedro lo niega tres veces en el patio del templo”, prosiguió el Santo Padre, al tiempo que señaló que el Señor no solo cargó con esta traición, sino que sufrió “en el cuerpo violencias atroces, los golpes, los latigazos y la corona de espinas” desfiguraron “su aspecto haciéndolo irreconocible”, y Poncio Pilato lo envió “posteriormente a Herodes”, quien lo devolvió al gobernador romano, mientras le fue “negada toda justicia”.

“Llega de este modo a la muerte en cruz, dolorosa e infamante, reservada a los traidores, a los esclavos y a los peores criminales”, lamentó el Pontífice. Así, destacó, “Jesús nos salva de los lazos del pecado, de la muerte, del miedo y de la tristeza”.

Al término de sus palabras, el papa Francisco exhortó a los presentes a mirar el crucifijo, que es la “cátedra de Dios”. El ejemplo de Cristo –concluyó– debe servir para “elegir su camino: el camino del servicio, de la donación, del olvido de uno mismo” y “aprender el amor humilde, que salva y da la vida, para renunciar al egoísmo, a la búsqueda del poder y de la fama”.

Publicamos a continuación el texto completo:

«¡Bendito el que viene en nombre del Señor!» (Cf. Lc 19,38), gritaba la muchedumbre de Jerusalén acogiendo a Jesús. Hemos hecho nuestro aquel entusiasmo, agitando las palmas y los ramos de olivo hemos expresado la alabanza y el gozo, el deseo de recibir a Jesús que viene a nosotros. Del mismo modo que entró en Jerusalén, desea también entrar en nuestras ciudades y en nuestras vidas. Así como lo ha hecho en el Evangelio, cabalgando sobre un simple pollino, viene a nosotros humildemente, pero viene «en el nombre del Señor»: con el poder de su amor divino perdona nuestros pecados y nos reconcilia con el Padre y con nosotros mismos. Jesús está contento de la manifestación popular de afecto de la gente, y ante la protesta de los fariseos para que haga callar a quien lo aclama, responde: «si estos callan, gritarán las piedras» (Lc 19,40). Nada pudo detener el entusiasmo por la entrada de Jesús; que nada nos impida encontrar en él la fuente de nuestra alegría, de la alegría auténtica, que permanece y da paz; porque sólo Jesús nos salva de los lazos del pecado, de la muerte, del miedo y de la tristeza.

Sin embargo, la Liturgia de hoy nos enseña que el Señor no nos ha salvado con una entrada triunfal o mediante milagros poderosos. El apóstol Pablo, en la segunda lectura, sintetiza con dos verbos el recorrido de la redención: «se despojó» y «se humilló» a sí mismo (Fil 2,7.8). Estos dos verbos nos dicen hasta qué extremo ha llegado el amor de Dios por nosotros. Jesús se despojó de sí mismo: renunció a la gloria de Hijo de Dios y se convirtió en Hijo del hombre, para ser en todo solidario con nosotros pecadores, él que no conoce el pecado. Pero no solamente esto: ha vivido entre nosotros en una «condición de esclavo» (v. 7): no de rey, ni de príncipe, sino de esclavo. Se humilló y el abismo de su humillación, que la Semana Santa nos muestra, parece no tener fondo.

El primer gesto de este amor «hasta el extremo» (Jn 13,1) es el lavatorio de los pies. «El Maestro y el Señor» (Jn 13,14) se abaja hasta los pies de los discípulos, como solamente hacían lo siervos. Nos ha enseñado con el ejemplo que nosotros tenemos necesidad de ser alcanzados por su amor, que se vuelca sobre nosotros; no puede ser de otra manera, no podemos amar sin dejarnos amar antes por él, sin experimentar su sorprendente ternura y sin aceptar que el amor verdadero consiste en el servicio concreto.

Pero esto es solamente el inicio. La humillación que sufre Jesús llega al extremo en la Pasión: es vendido por treinta monedas y traicionado por un beso de un discípulo que él había elegido y llamado amigo. Casi todos los otros huyen y lo abandonan; Pedro lo niega tres veces en el patio del templo. Humillado en el espíritu con burlas, insultos y salivazos; sufre en el cuerpo violencias atroces, los golpes, los latigazos y la corona de espinas desfiguran su aspecto haciéndolo irreconocible. Sufre también la infamia y la condena inicua de las autoridades, religiosas y políticas: es hecho pecado y reconocido injusto. Pilato lo envía posteriormente a Herodes, y este lo devuelve al gobernador romano; mientras le es negada toda justicia, Jesús experimenta en su propia piel también la indiferencia, pues nadie quiere asumir la responsabilidad de su destino. Y pienso en mucha gente, en muchos marginados, en muchos prófugos, en muchos refugiados… a los que les digo que muchos no quieren asumir la responsabilidad de su destino. El gentío que apenas unos días antes lo aclamaba, transforma las alabanzas en un grito de acusación, prefiriendo incluso que en lugar de él sea liberado un homicida. Llega de este modo a la muerte en cruz, dolorosa e infamante, reservada a los traidores, a los esclavos y a los peores criminales. La soledad, la difamación y el dolor no son todavía el culmen de su anonadamiento. Para ser en todo solidario con nosotros, experimenta también en la cruz el misterioso abandono del Padre. Sin embargo, en el abandono, ora y confía: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46).

Suspendido en el patíbulo, además del escarnio, afronta también la última tentación: la provocación a bajar de la cruz, a vencer el mal con la fuerza, y a mostrar el rostro de un Dios potente e invencible. Jesús en cambio, precisamente aquí, en el culmen del anonadamiento, revela el rostro auténtico de Dios, que es misericordia. Perdona a sus verdugos, abre las puertas del paraíso al ladrón arrepentido y toca el corazón del centurión. Si el misterio del mal es abismal, infinita es la realidad del Amor que lo ha atravesado, llegando hasta el sepulcro y los infiernos, asumiendo todo nuestro dolor para redimirlo, llevando luz donde hay tinieblas, vida donde hay muerte, amor donde hay odio.

Nos puede parecer muy lejano a nosotros el modo de actuar de Dios, que se ha anonadado por nosotros, mientras a nosotros nos parece difícil olvidarnos un poco de nosotros mismos. Él viene a salvarnos, estamos llamados a elegir su camino: el camino del servicio, de la donación, del olvido de uno mismo. Podemos emprender este camino deteniéndonos en estos días a mirar el Crucifijo, es la “cátedra de Dios”. Os invito en esta semana a mirar a menudo a esta “cátedra de Dios”, para aprender el amor humilde, que salva y da la vida, para renunciar al egoísmo, a la búsqueda del poder y de la fama. Con su humillación, Jesús nos invita a caminar por su camino. Volvamos a él la mirada, pidamos la gracia de entender algo de este misterio de su anonadamiento por nosotros; y así, en silencio, contemplemos el misterio de esta Semana.

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