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viernes, 25 de marzo de 2016

"He aquí a vuestro Rey"

Lectura del Santo Evangelio según San Juan
(Jn 18, 1- 19, 42)
Gloria a ti, Señor

JESUS ES TOMADO PRESO

1. Después de hablar así, se fue Jesús acompañado de sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró con ellos.
2. Y Judas, el que lo entregaba, conocía bien este lugar, porque Jesús y sus discípulos se habían reunido allí frecuentemente.
3. Judas, pues, tomando a la guardia y a los satélites de los sumos sacerdotes y de los fariseos, llegó allí con linternas y antorchas, y con armas.
4. Entonces Jesús, sabiendo todo lo que le había de acontecer se adelantó y les dijo: "¿A quién buscáis?"
5. Respondiéronle: "A Jesús el Nazareno". Les dijo: "Soy Yo". Judas, que lo entregaba, estaba allí con ellos.
6. No bien les hubo dicho: "Yo soy", retrocedieron y cayeron en tierra.
7. De nuevo les preguntó: "¿A quién buscáis?" Dijeron: "A Jesús de Nazaret".
8. Respondió Jesús: "Os he dicho que soy Yo. Por tanto si me buscáis a Mí, dejad ir a éstos";
9. para que se cumpliese la palabra, que Él había dicho: "De los que me diste, no perdí ninguno".
10. Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó e hirió a un siervo del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. El nombre del siervo era Malco.
11. Mas Jesús dijo a Pedro: "Vuelve la espada a la vaina; ¿no he de beber el cáliz que me ha dado el Padre?".

JESUS ANTE ANAS Y CAIFAS. NEGACION DE PEDRO

12. Entonces la guardia, el tribuno y los satélites de los judíos prendieron a Jesús y lo ataron.
13. Y lo condujeron primero a Anás, porque éste era el suegro de Caifás, el cual era Sumo Sacerdote en aquel año. ( 24.) Pero Anás lo envió atado a Caifás, el Sumo Pontífice.
14. Caifás era aquel que había dado a los judíos el consejo: "Conviene que un solo hombre muera por el pueblo".
15. Entretanto Simón Pedro seguía a Jesús como también otro discípulo. Este discípulo, por ser conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en el palacio del Pontífice;
16. mas Pedro permanecía fuera, junto a la puerta. Salió, pues, aquel otro discípulo, conocido del Sumo Sacerdote, habló a la portera, y trajo adentro a Pedro.
17. Entonces, la criada portera dijo a Pedro: "¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?" Él respondió: "No soy".
18. Estaban allí de pie, calentándose, los criados y los satélites, que habían encendido un fuego, porque hacía frío. Pedro estaba también en pie con ellos y se calentaba.
19. El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y sobre su enseñanza.
20. Jesús le respondió: "Yo he hablado al mundo públicamente; enseñé en las sinagogas y en el Templo, adonde concurren todos los judíos, y nada he hablado a escondidas.
21. ¿Por qué me interrogas a Mí? Pregunta a los que han oído, qué les he enseñado; ellos saben lo que Yo he dicho".
22. A estas palabras, uno de los satélites, que se encontraba junto a Jesús, le dió una bofetada, diciendo: "¿Así respondes Tú al Sumo Sacerdote?"
23. Jesús le respondió: "Si he hablado mal, prueba en qué está el mal; pero si he hablado bien ¿por qué me golpeas?"
24. (Va después del 13..) 25. Entretanto Simón Pedro seguía allí calentándose, y le dijeron: "No eres tú también de sus discípulos". Él lo negó y dijo: "No lo soy".
26. Uno de los siervos del Sumo Sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja, le dijo: "¿No te vi yo en el huerto con Él?"
27. Pedro lo negó otra vez, y en seguida cantó un gallo.

JESUS ANTE PILATO

28. Entonces condujeron a Jesús, de casa de Caifás, al pretorio: era de madrugada. Pero ellos no entraron en el pretorio, para no contaminarse, y poder comer la Pascua.
29. Vino, pues, Pilato a ellos afuera, y les dijo: "¿Qué acusación traéis contra este hombre?"
30. Respondiéronle y dijeron: "Si no fuera un malhechor, no te lo habríamos entregado".
31. Díjoles Pilato: "Entonces tomadlo y juzgadlo según vuestra Ley". Los judíos le respondieron: "A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie";
32. para que se cumpliese la palabra por la cual Jesús significó de qué muerte había de morir.
33. Pilato entró, pues, de nuevo en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: "¿Eres Tú el Rey de los judíos?"
34. Jesús respondió: "¿Lo dices tú por ti mismo, o te lo han dicho otros de Mí?"
35. Pilato repuso: "¿Acaso soy judío yo? Es tu nación y los pontífices quienes te han entregado a Mí. ¿Qué has hecho?"
36. Replicó Jesús: "Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis servidores combatirían a fin de que Yo no fuese entregado a los judíos. Mas ahora mi reino no es de aquí".
37. Díjole, pues, Pilato: "¿Conque Tú eres rey?" Contestó Jesús: "Tú lo dices: Yo soy rey". Yo para esto nací y para esto vine al mundo, a fin de dar testimonio a la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz".
38. Pilato le dijo: "¿Qué cosa es verdad?".

JESUS Y BARRABAS

Apenas dicho esto, salió otra vez afuera y les dijo a los judíos: "Yo no encuentro ningún cargo contra él.
39. Pero tenéis costumbre de que para Pascua os liberte a alguien. ¿Queréis, pues, que os deje libre al rey de los judíos?"
40. Y ellos gritaron de nuevo: "No a él, sino a Barrabás". Barrabás era un ladrón.

JESUS AZOTADO Y CORONADO DE ESPINAS

1. Entonces, pues, Pilato tomó a Jesús y lo hizo azotar.
2. Luego los soldados trenzaron una corona de espinas, que le pusieron sobre la cabeza, y lo vistieron con un manto de púrpura.
3. Y acercándose a Él, decían: "¡Salve, rey de los judíos!" y le daban bofetadas.

ECCE HOMO

4. Pilato salió otra vez afuera, y les dijo: "Os lo traigo fuera, para que sepáis que yo no encuentro contra Él ningún cargo".
5. Entonces Jesús salió fuera, con la corona de espinas y el manto de púrpura, y (Pilato) les dijo: "¡He aquí al hombre!".
6. Los sumos sacerdotes y los satélites, desde que lo vieron, se pusieron a gritar: "¡Crucifícalo, crucifícalo!" Pilato les dijo: "Tomadlo vosotros, y crucificadlo; porque yo no encuentro en Él ningún delito".
7. Los judíos le respondieron: "Nosotros tenemos una Ley, y según esta Ley, debe morir, porque se ha hecho Hijo de Dios".
8. Ante estas palabras, aumentó el temor de Pilato.
9. Volvió a entrar al pretorio, y preguntó a Jesús: "¿De dónde eres Tú?" Jesús no le dió respuesta.
10. Díjole, pues, Pilato: "¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo el poder de librarte y el poder de crucificarte?"
11. Jesús le respondió: "No tendrías sobre Mí ningún poder, si no te hubiera sido dado de lo alto; por esto quien me entregó a ti, tiene mayor pecado".

LA CONDENACION

12. Desde entonces Pilato buscaba cómo dejarlo libre; pero los judíos se pusieron a gritar diciendo: "Si sueltas a éste, no eres amigo del César: todo el que se pretende rey, se opone al César".
13. Pilato, al oír estas palabras, hizo salir a Jesús afuera; después se sentó en el tribunal en el lugar llamado Lithóstrotos, en hebreo Gábbatha.
14. Era la preparación de la Pascua, alrededor de la hora sexta. Y dijo a los judíos: "He aquí a vuestro Rey".
15. Pero ellos se pusieron a gritar: "¡Muera! ¡Muera! ¡Crucifícalo!" Pilato les dijo: "¿A vuestro rey he de crucificar?" Respondieron los sumos sacerdotes: "¡Nosotros no tenemos otro rey que el César!"
16. Entonces se lo entregó para que fuese crucificado.

LA CRUCIFIXION

Tomaron, pues, a Jesús;
17. y Él, llevándose su cruz, salió para el lugar llamado "El cráneo", en hebreo Gólgota,
18. donde lo crucificaron, y con Él a otros dos, uno de cada lado, quedando Jesús en el medio.
19. Escribió también Pilato un título que puso sobre la cruz. Estaba escrito: "Jesús Nazareno, el rey de los judíos".
20. Este título fue leído por muchos judíos, porque el lugar donde Jesús fue crucificado se encontraba próximo a la ciudad; y estaba redactado en hebreo, en latín y en griego.
21. Mas los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: "No escribas "el rey de los judíos", sino escribe que Él ha dicho: "Soy el rey de los judíos". 22. Respondió Pilato: "Lo que escribí, escribí". 23. Cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, de los que hicieron cuatro partes, una para cada uno, y también la túnica. Esta túnica era sin costura, tejida de una sola pieza desde arriba.
24. Se dijeron, pues, unos a otros: "No la rasguemos, sino echemos suertes sobre ella para saber de quién será"; a fin de que se cumpliese la Escritura: "Se repartieron mis vestidos, y sobre mi túnica echaron suertes". Y los soldados hicieron esto.

MARIA AL PIE DE LA CRUZ

25. Junto a la cruz de Jesús estaba de pie su madre, y también la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
26. Jesús, viendo a su madre y, junto a ella, al discípulo que amaba, dijo a su madre: "Mujer, he ahí a tu hijo".
27. Después dijo al discípulo: "He ahí a tu madre". Y desde este momento el discípulo la recibió consigo.

MUERTE DE JESUS

28. Después de esto, Jesús, sabiendo que todo estaba acabado, para que tuviese cumplimiento la Escritura, dijo: "Tengo sed".
29. Había allí un vaso lleno de vinagre. Empaparon pues, en vinagre una esponja, que ataron a un hisopo, y la aproximaron a su boca.
30. Cuando hubo tomado el vinagre, dijo: "Está cumplido", e inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

LA LANZADA

31. Como era la Preparación a la Pascua, para que los cuerpos no quedasen en la cruz durante el sábado - porque era un día grande el de aquel sábado - los judíos pidieron a Pilato que se les quebrase las piernas, y los retirasen.
32. Vinieron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero, y luego del otro que había sido crucificado con Él.
33. Mas llegando a Jesús y viendo que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas;
34. pero uno de los soldados le abrió el costado con la lanza, y al instante salió sangre y agua.
35. Y el que vió, ha dado testimonio - y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad - a fin de que vosotros también creáis.
36. Porque esto sucedió para que se cumpliese la Escritura: "Ningún hueso le quebrantaréis".
37. Y también otra Escritura dice: "Volverán los ojos hacia Aquel a quien traspasaron".

SEPULTURA DE JESUS

38. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero ocultamente, por miedo a los judíos, pidió a Pilato llevarse el cuerpo de Jesús, y Pilato se lo permitió. Vino, pues, y se llevó el cuerpo.
39. Vino también Nicodemo, el que antes había ido a encontrarlo de noche; éste trajo una mixtura de mirra y áloe, como cien libras.
40. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en fajas con las especies aromáticas, según la manera de sepultar a los judíos.
41. En el lugar donde lo crucificaron había un jardín, y en el jardín un sepulcro nuevo, donde todavía nadie había sido puesto.
42. Allí fue donde, por causa de la Preparación de los judíos, y por hallarse próximo este sepulcro, pusieron a Jesús.

Palabra de Dios.
Gloria a ti, Señor Jesús.






REFLEXIÓN

Idea principal: Dios no nos amó en broma. ¡Miremos la cruz!

Síntesis del mensaje: El Viernes Santo es el día del año donde la misericordia de Dios llegó hasta el extremo y la locura. Jesús hoy nos repite a nosotros lo que dijo un día a la beata Angela da Foligno cuando estaba meditando la pasión del Señor: “¡No te he amado de broma!”. Tiene razón Jesús cuando nos repite hoy, desde lo alto de su cruz, con las palabras de la liturgia: “Pueblo mío, ¿qué más podía hacer por ti que aún no haya hecho? ¡Respóndeme! “. ¡Miremos la cruz!

Puntos de la idea principal: las palabras que dirigió el Papa emérito Benedicto XVI después del Via Crucis del Viernes Santo de 2006 me han parecido cargadas de lo que quisiera hoy desarrollar aquí.

En primer lugar, miremos la Cruz de Cristo. “En el espejo de la cruz hemos visto todos los sufrimientos de la humanidad de hoy. En la cruz de Cristo hoy hemos visto el sufrimiento de los niños abandonados, de los niños víctimas de abusos; las amenazas contra la familia; la división del mundo en la soberbia de los ricos que no ven a Lázaro a su puerta y la miseria de tantos que sufren hambre y sed. Pero también hemos visto “estaciones” de consuelo. Hemos visto a la Madre, cuya bondad permanece fiel hasta la muerte y más allá de la muerte. Hemos visto a la mujer valiente que se acerca al Señor y no tiene miedo de manifestar solidaridad con este Varón de dolores. Hemos visto a Simón, el Cirineo, un africano, que lleva la cruz juntamente con Jesús. Y mediante estas “estaciones” de consuelo hemos visto, por último, que, del mismo modo que no acaban los sufrimientos, tampoco acaban los consuelos”. Dios no nos ha amado en broma.

En segundo lugar, sigamos mirando la Cruz de Cristo. “Hemos visto cómo san Pablo encontró en el “camino de la cruz” el celo de su fe y encendió la luz del amor. Hemos visto cómo san Agustín halló su camino. Lo mismo san Francisco de Asís, san Vicente de Paúl, san Maximiliano Kolbe, la madre Teresa de Calcuta… Del mismo modo también nosotros estamos invitados a encontrar nuestro lugar, a encontrar, como estos grandes y valientes santos, el camino con Jesús y por Jesús: el camino de la bondad, de la verdad; la valentía del amor. Hemos comprendido que el vía crucis no es simplemente una colección de las cosas oscuras y tristes del mundo. Tampoco es un moralismo que, al final, resulta insuficiente. No es un grito de protesta que no cambia nada. El vía crucis es el camino de la misericordia, y de la misericordia que pone el límite al mal: eso lo hemos aprendido del Papa Juan Pablo II. Es el camino de la misericordia y, así, el camino de la salvación. De este modo estamos invitados a tomar el camino de la misericordia y a poner, juntamente con Jesús, el límite al mal”. Dios no nos ha amado en broma.

Finalmente, alguien podría decir: Sí, es verdad que Cristo nos amó locamente entonces, cuando vivió en la tierra; ¿pero ahora? Ahora que ya no está entre nosotros, ¿qué queda de aquel amor, a no ser un pálido reflejo, tal vez inmortalizado en una cruz que cuelga de la pared? Los discípulos de Emaús decían: “Hace ya tres días que sucedió esto”, y nosotros nos sentimos tentados de decir: “¡Hace ya dos mil años…!”. Pero se equivocaban, porque Jesús había resucitado y estaba caminando con ellos. Y también nosotros nos equivocamos cuando pensamos como ellos, pues su amor sigue aún en medio de nosotros, “porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rm 5,5). Y ese amor misericordioso sigue derramándose desde su Cruz en cada confesión donde recibimos el perdón de manos del ministro de Dios. Y ese amor misericordioso sigue alimentando nuestra alma en cada comunión que recibimos con fervor y el alma limpia en cada Eucaristía. Y ese amor misericordioso sigue siendo palpable en cada gesto de nuestros padres, de nuestros maestros, de nuestros amigos, de nuestros sacerdotes que se entregan con dedicación, sacrificio y generosidad, sin pedir compensaciones. No, Dios no nos ha amado en broma. Su amor fue, es y será muy serio. Y amor con amor se paga. Al menos eso hacen las almas nobles.

Para reflexionar: ¿Me dejo curar y abrazar por la Cruz de Cristo? ¿Experimento todos los días en la oración y en la participación de los sacramentos ese amor de Cristo que me ha amado y me sigue amando en serio? ¿Soy portador de ese amor misericordioso de Cristo a mis hermanos y hermanas que viven a mi lado y que están llevando una cruz tal vez más pesada que la mía? ¿Alargo también yo mis brazos para echarles una mano, como buen cireneo, o extenderles mi manto para enjugar sus lágrimas y su sangre, como hizo la Verónica con Cristo?

Para rezar: Pidamos al Señor que nos ayude a ser “contagiados” por su misericordia. Pidamos a la santa Madre de Jesús, la Madre de la misericordia, que también nosotros seamos hombres y mujeres de la misericordia, para contribuir así a la salvación del mundo, a la salvación de las criaturas, para ser hombres y mujeres de Dios. Amén.

escrito por P. Antonio Rivero, L.C.
Doctor en Teología Espiritual,
profesor y director espiritual en el seminario diocesano Maria Mater Ecclesiae de são Paulo (Brasil).
Cualquier sugerencia o duda pueden comunicarse con el padre Antonio a este email: arivero@legionaries.org
(fuente: zenit.org)

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