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miércoles, 31 de agosto de 2011

"Queridos jóvenes, os invito a hacer algo grande en vuestra vida"

El Rector Mayor visitó la caseta de la Familia Salesiana en la Feria Vocacional

Madrid, 19/08/2011.- A las once en punto de la mañana, el Rector Mayor, acompañado de su Vicario, don Adriano Bregolín y del Regional de Europa Oeste, don José Miguel Núñez, llegó a la caseta 48 de la feria y, tras saludar a los presentes, rubricó su dedicatoria en el libro de firmas a disposición de los visitantes.

Don Pascual Chávez dejó escrito: “Queridos jóvenes, os invito a hacer algo grande en vuestra vida. No la desperdiciéis. La sociedad y la Iglesia tienen necesidad de vosotros, de vuestras alegrías, aspiraciones y sueños”. Y agregó: “¡Ánimo! No tengáis miedo de entregar vuestra vida a Dios y a los demás”.

Tras informarse de la buena acogida de esta muestra vocacional, el Rector Mayor fue entrevistado allí mismo por la Agencia salesiana de noticias y en sus declaraciones expresó su profunda satisfacción por el gran éxito de la fiesta y oración que más de siete mil jóvenes del Movimiento Juvenil Salesiano habían vivido en la Obra salesiana de Atoche la tarde noche anterior.

martes, 30 de agosto de 2011

M. Reungoat: "Ser FMA es sentirse llamada por Jesús a ayudar a los jóvenes a dar sentido a su vida a través de la educación"

La Madre General de las Hijas de María Auxiliadora, Sor Ivonne Reungoat, visitó ayer por la tarde el stand que la Familia Salesiana tiene en la Feria Vocacional del parque del Retiro, donde se celebraba también la Fiesta del Perdón.

Madrid, 17 agosto 2011.- “Pero, ¿qué sucede en aquella caseta?”, se preguntaban ayer a media tarde los visitantes de la Feria Vocacional del parque del Retiro, al pasar junto al stand número 48 y ver el enorme grupo de jóvenes, salesianos e hijas de María Auxiliadora que se habían congregado allí para asistir a la visita de Sor Reungoat.

Entre el centenar de casetas, en las que todo tipo de órdenes y congregaciones informaban a los jóvenes sobre su carisma y su misión, la de la Familia Salesiana destacaba por la creatividad de la puesta es escena, así como por la proximidad de quienes atendían a los visitantes.

“Me parece una ocasión muy buena para que los jóvenes conozcan otras opciones de vida”, afirmaba Jesús, animador del MJS de Salamanca. “Algunos tal vez las desconozcan, a otros posiblemente les dé miedo… Y esta es una forma de acercarse mutuamente”.

En su visita, la Madre General de las Hijas de María Auxiliadora (FMA) firmó en el libro de la feria y saludó, entre decenas de fotografías, a los visitantes. “Ser hoy FMA es sentirse llamada por Jesús a ayudar a los jóvenes a dar sentido a su vida a través de la educación”, declaró.

“A una joven que deseara serlo, le diría primero que escuchara en su corazón lo que Jesús le propone para su vida. Dios llama a muchas jóvenes a consagrarse para darle a conocer a los muchos jóvenes que aún no le conocen. Los jóvenes pueden ser misioneros de otros jóvenes”, dijo. “La vida como salesiana hace feliz. Por eso animo a las jóvenes, las espero y cuento con ellas”.

(fuente: www.donbosco.es)

Dar vida

¡Tu vida es par dar vida!
Dar vida es compartir tu pan
aunque parezca que no alcance,
es cambiar la indiferencia en entusiasmo,
la soledad en compañía,
es tratar que el dolor y la miseria terminen,
es buscar hacer las cosas de manera diferente.

Dar vida, no solo es dar lo tienes
sino que precisa dar lo que eres...
¡Caerás tal vez en tierra y tu sangre
dará frutos de Libertad!

Autor: Hna. Olinda Silvestre

lunes, 29 de agosto de 2011

El deber de estado, un pase para el Reino de los Cielos

El deber de estado es la voluntad de Dios en el momento presente. UN “PASE” PARA EL REINO.

■ El deber de estado es la voluntad de Dios en el momento presente.

■ Algunos que no llevan ni su propia cruz ni la de otros se imaginan que su cruz es demasiado pesada. Otros llevan la cruz de todos los que están a su alrededor pero no soportan la propia. La dejan a quien la quiera llevar.

■ Tu santidad te vendrá de tu deber de estado. Por él santificarás a los otros y en él tú te santificarás.

■ Quien se santifica en su propio deber, verá la renovación de su alma, su familia y su universo.

■ No hay santos fuera del cumplimiento del propio deber de estado. Algunos; vistos de lejos, tienen apariencia de santidad. Pero sus milagros están fuera de lugar y de tiempo. Si te acercas a ellos no verás a su alrededor más que dificultades y desórdenes. Hacen insoportable la vida.

■ Los laicos piensan: “Los santos deben orar con fervor, predicar y retirarse del mundo”; así, se transforman en clérigos, en monjes de la antigüedad. Los religiosos, a su vez, dicen: “El santo se consagra al servicio de la sociedad, participa en las actividades políticas”. De esta manera rivalizan con los laicos en la inserción en el mundo. ¡Y es así como llega el reino de la confusión!

■ Si el mundo no se renueva es porque se ha separado la santidad del deber de estado.

■ Los obreros se santifican en las fábricas, el soldado en el ejército, e[ enfermo en el hospital,.el alumno en la escuela, el campesino en el arrozal, el sacerdote en. su tarea pastoral, el funcionario en su oficina. Cada paso adelante es un paso más en el sacrificio al servicio del deber de estado.

■ Ni la profecía ni el milagro hacen a los santos. Éstos no hacen nada extraordinario, se contentan con cumplir su deber.

■ Cuando estés realizando tu tarea de este momento no aceptes nada que se parezca a la pasividad, más bien, renuévate sin cesar:

Elige a favor o en contra del Señor,
Busca el Reino de Dios,
Cree en el amor infinito del Señor
Vive el amor a Dios y a los demás,
Y todo esto en el momento presente.

■ El deber de estado es un “pase” para el Reino. “El que cumple la voluntad de ml Padre que esta en los cielos, ese entrara en el Reino”.

■ ¿Aceptar la voluntad de Dios? ¿Someterse a ella? ¿Quererla? ¿En cuál categoría te ubicas?

■ Cuando el Señor desea que seas humillado por tu deber de estado, te invita a participar de la gloria de su cruz.

■ Respóndele: “Señor, en mi deber está mi calvario; yo soy la víctima inmolada”.

■ Para llegar a ser santo basta realizar la tarea que pide el momento presente. Este es un descubrimiento, una revelación que dará paz y gozo a tu alma.

■ ¡También la muerte! Es la última tarea que tendrás que cumplir con disponibilidad y amor.

■ Avanza cada día en el cumplimiento de tu deber y te darás cuenta de que “el yugo del Señor es suave y su carga ligera” (Mt 11,30).

■ Tu alma está atormentada e inquieta porque discutes, porque pones condiciones, porque no sigues la voluntad de Dios o la sigues sólo hasta cierto punto.

■ Si no estás estrechamente unido a esta voluntad a cada momento, no terminarás tu viaje en el camino de la esperanza; porque tu tarea te parecerá mediocre, insignificante y monótona.

■ ¡Qué cosa tan simple! El Señor pide ante todo acción: “¿Qué quieres que yo haga?”. Y realiza su voluntad.

■ “Señor, ¿quieres lluvia? También yo la quiero. ¿Quieres que haya sol? Yo también. ¿La dicha? Yo también. ¿El dolor? Yo también. Tú y yo compartimos la misma voluntad”. Este es el secreto de la felicidad.

■ Tenemos la dicha de poder participar, en nuestra vida diaria, del misterio de la Redención del Señor. Para cada uno de nosotros el camino del deber de estado es también el de la cruz.

escrito por Card. Fco. Xavier Nguyen Van Thuan

domingo, 28 de agosto de 2011

"El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz, y me siga"

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo (Mt 16, 21-27)

En aquel tiempo, comenzó Jesús a anunciar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén para padecer allí mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que tenía que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.

Pedro se lo llevó aparte y trató de disuadirlo, diciéndole: "No lo permita Dios, Señor. Eso no te puede suceder a ti". Pero Jesús se volvió a Pedro y le dijo: "¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los hombres!"

Luego Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz, y me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero, si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar uno a cambio para recobrarla? Porque el Hijo del hombre ha de venir rodeado de la gloria de su Padre, en compañía de sus ángeles, y entonces le dará a cada uno lo que merecen sus obras".

Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.

Posibles pistas para una lectura atenta de este pasaje:

■ Lee detenidamente, subrayando (si esto te ayuda a despertar tu atención) los personajes que intervienen en la escena, los términos que consideres más importantes y aquellos que estén repetidos.

■ ¿A quién se dirige Jesús con sus palabras? ¿Quién o quiénes son sus interlocutores (fariseos, muchedumbre, discípulos, alguien en particular)?

■ ¿Con qué personajes bíblicos se identifica Jesús en este texto? ¿Qué querrá decirnos con ello? En la tradición judía ¿tiene algo que ver la figura del Hijo del hombre con la del Siervo sufriente de Isaías?

■ Cae en la cuenta de la posible estructura del pasaje. ¿Qué elementos nos permiten distinguir diversas partes en la perícopa?

■ Fíjate si hay indicaciones de tiempo o lugar, sobre todo al principio y al final del pasaje.



Meditamos

"Nosotros tenemos la mente de Cristo" (1 Cor 2,16). ¡Quién pudiera decir lo que decía Pablo a la comunidad de Corinto! Pues no hay mayor honra y dicha para un discípulo que la de llegar a ser como su Maestro.

En el Evangelio de hoy, Pedro está también muy lejos de esa dicha. Tan lejos, que incluso recibe de Jesús el calificativo de Satanás (v.23). Sorprende que precisamente el elegido por el Señor para ser la "piedra" sobre la que edificar su Iglesia resulte ser, ahora, una piedra de tropiezo para Jesús y para el proyecto del Padre. Y es que todos somos muy ambiguos cuando no nos dejamos conducir por el Espíritu.

En el episodio inmediatamente anterior, Pedro reconoció en el Hijo del hombre al Cristo e Hijo de Dios. Algo que escapaba, al parecer, a una mirada meramente humana. De hecho, la gente tenía a Jesús por profeta (cf. Mt 16,14;21,46). Ni la carne ni la sangre podían reconocer, en la humildad de la carne de Jesús, al Hijo. Sólo el Padre conoce bien al Hijo, y aquel a quien el Padre se lo quiera revelar (cf. Mt 16,17; 11,29).

Pero la revelación sobre quién es Jesús no había terminado en el conocido episodio de Cesarea, y por eso Jesús pide silencio a los discípulos sobre su mesianismo. Aún no había madurado el tiempo para que ellos pudieran comprender toda la verdad de Jesús. La condición de siervo sufriente formaba también parte de esa verdad, y Jesús comenzó a declararlo "desde entonces": desde que los discípulos empezaron a intuir su realeza... y a malentenderla.

En el episodio de este domingo, Pedro demuestra que aún no tiene la mente de Cristo. Por eso se apresura a reprenderlo y corregir los pasos de su Maestro, erigiéndose él mismo en su guía, cuando el Maestro anuncia un proyecto contrario a sus expectativas y a su comprensión del mesianismo de Jesús: ¿Cómo va a sufrir y morir el Hijo de Dios? ¿Qué clase de Hijo de hombre es éste que, en lugar de irrumpir entre los hombres como juez poderoso, será un títere vencido en manos de sus enemigos? ¿Dónde está su fuerza y poder?

Es razonable la reprensión de Pedro a Jesús. Quizá nosotros hubiéramos reaccionado del mismo modo. Pero Jesús responde con energía y autoridad a esa pretensión de Pedro de hacer de guía al único Maestro y Director (cf. Mt 23,8.10):"¡Vete! ¡detrás de mí, Satanás!". Esta frase es traducida generalmente por "¡quítate de mi vista!". Sin embargo, su traducción literal encierra un significado más profundo ya que, a continuación, Jesús se dirige a todos aquellos que quieren seguirle con esa misma expresión: "Si alguno quiere venir detrás de mí. Lo que Jesús le dice a Pedro es que el Maestro es él. Ningún discípulo es mayor que su Maestro. En todo caso, cuando haya terminado su aprendizaje, será como su Maestro. Pero Pedro está aún en el comienzo del camino. Su fe es pequeña y su mentalidad está lejos de la de Dios. Por eso, si quiere seguir a su Señor, ha de ponerse detrás de él, aprender de sus pisadas.

"Si alguno quiere". Seguir a Jesús no es el cumplimiento de un mandato u obligación, sino el abandono en una seducción y la persecución de un deseo.

Un término importante que se repite cuatro veces en el texto es el término "vida". Jesús sabe que el ser humano ansía vivir plenamente, entrar en la vida (cf. Mt 19,16). Por eso, un maestro que pone como premisa para su seguimiento la negación de sí mismo puede resultar muy impopular. Sin embargo, hay una gran paradoja en el estilo de vida que propone Jesús, y es que quien pierda su vida la encontrará. La fidelidad de Dios es la garantía de esa promesa (cf. v.27).

¿Es este evangelio la justificación de una vida cristiana centrada en la cruz y en el viernes santo? Lo central del evangelio de hoy no es la abnegación y la cruz, sino el seguimiento de Cristo para realizar la voluntad del Padre, cueste lo que cueste. Aunque cueste la cruz.

No seguimos a un Maestro que vino a sufrir y a morir en la cruz, sino a un Maestro que vino a salvar lo que estaba perdido y cuya fidelidad a Dios y su amor a los hombres le llevó a someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz.

"¡Ponte detrás de mí!". Esa es la Palabra que Jesús nos dirige hoy.

Podemos tener la certeza de que sus pasos no conducen a la muerte aunque, de momento, no sea nada evidente que es preciso perder para encontrar, morir para resucitar.



Oramos

Señor, te he expuesto mis caminos
y tú me has respondido.

Hazme entender, Señor,
tus caminos,
inclina mi corazón a tus deseos
y dame la gracia de tu voluntad.

Que cada día yo ponga mis pies
sobre tus pisadas.

Que se pueda decir de nosotros,
los que queremos seguirte,
que nuestros pensamientos
son los tuyos,
que tenemos tu mente, Señor,
y que nuestro corazón no alberga
más sentires que los que tú mismo
infundes en él, por don de tu Espíritu.

Amén.

sábado, 27 de agosto de 2011

¿Por qué nos resulta difìcil la experiencia de Dios?

Pienso que muchas veces no encontramos a Dios en nues­tra vida cotidiana, sencillamente porque esperamos al Dios que no existe, y aquel al que nos encontramos nos parece de poca categoría para llamarle así. Esperamos encontrarnos a un Dios que no es el de Jesús, el verdadero Dios. Es algo parecido a lo que les sucedió a muchos, ilustres y piadosos de Israel cuando apareció Jesús: no le reconocieron por que no daba la talla de Mesías, el Mesías no podía ser él, el hijo del carpintero de Nazaret (Lc 4, 22).

Seguimos esperando a un Dios aparatoso, triunfal, espec­tacular, apabullante e innegable... O seguimos esperando a un Dios que nos resuelva los problemas, que nos libre de los malos tra­gos, que se anticipe a nuestros sufrimientos para evitarlos...

Seguimos esperando a un Dios que conceda privilegios a quienes creen en Él... Y ese no es el Dios que se manifestó en Jesús, que nos dijo en Jesús quién y cómo era; esa no es la lógica del Dios que entra en la historia por ese portillo que es Belén y muere fuera de la ciudad; ese no es el Dios que «se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, haciéndose uno de tan­tos» (Flp 2,7).

Dios, cuando lo es de verdad, es, humilde. Cuando se encarna se hace, por ello, limitado; cuando resucita es, por ello mismo, irre­conocible con ojos terrenos. Y su presencia, cuando es verdade­ra, es también humilde. No esperemos ni revelaciones ni mani­festaciones portentosas; no esperemos vemos liberados mágicamente de las angustias y los sufrimientos de la vida; no creamos que encontrar a Dios en lo cotidiano es como vivir flotan­do en una especie de nube. Nada de eso. ¿Qué nos cabe, pues, esperar? Cosas muy sencillas, pero muy divinas: semillas de vida en campos de muerte, vivir humanamente el dolor, palabras de esperanza donde uno no esperaría escucharlas nunca, dignidad increíble en los despreciados del mundo, capacidad de gratuidad más de la nunca pensada, fuerza para decir no y luchar contra lo que nos dan por evidente, paciencia ante la manifestación humillante, lucidez bañada en misericordia, gusto por lo/s pequeño/s, atrevimiento para mirar a los ojos... ¿Es poco? No esperéis en­contrar más. En cualquier caso, regalos impagables para nuestra vida, mucho más de lo que tienen millones de seres humanos, lo suficiente para salvamos.



VAMOS ABSORTOS EN NOSOTROS MISMOS

Otras veces no encontramos a Dios porque vamos tan em­bebidos y tan absortos en nosotros mismos que no le podemos encontrar ni a Él ni a nadie. Y quisiera que este ir absortos en nosotros mismos no se interpretara sólo, ni principalmente, en clave moral, como egoísmo. Sin excluirla, es, sobre todo, en otros dos sentidos como lo quiero plantear.

En primer lugar, quiero referirme a la manera como vivi­mos o cómo nos afectan los problemas de toda índole que la vida nos presenta y de los cuales necesariamente nos hemos de ha­cer cargo. Hay ocasiones en que los vivimos de modo que ocu­pan totalmente nuestro campo de visión, nuestro horizonte vital y ya no tenemos ojos ni capacidad de ver otra cosa.

Es importante saber poner distancia entre nosotros y nuestros problemas. Alguna distancia, aunque sea pequeña, es la que me permite ver; si pongo directamente los ojos sobre algo, difícilmente lo percibiré. La distancia entre mi y mis problemas es la que me da la libertad de actuación ante ellos y, sobre todo, el espacio que dejo, para que a(A)lguien pueda intervenir. El combate cuerpo a cuerpo entre nosotros y nuestros problemas tiene mal pronóstico; las más de las veces, sólo en la medida en que dejo intervenir a un tercero puedo vencer.

Buscar a Dios es presentarle ese espacio, esa tierra de nadie, que soy capaz de dejar entre yo y mis problemas y pedirle que El la ocupe. Dios no me va a sustituir a mí: voy a ser yo quien tenga que afrontar el asunto. Tampoco Dios va a convertir el pro­blema en aire: va a seguir existiendo en toda su crudeza y con todas sus demandas. Pero dejar tiempo a la escucha de su palabra me abre a ángulos nuevos, cuestiona certezas adquiridas, pone en crisis conductas habituales, genera en mí actitudes distintas, hace aflorar posibilidades sumergidas. Y eso es encontrar a Dios en los problemas: ni dejar de tenerlos, ni convertirme en «Superman», sino percibir en medio de ellos, y a veces de modo muy insospechado, respuestas que sé que no son sólo mías.

Y ese ir absortos en nosotros mismos, que nos dificulta en­contrar a Dios en la vida, tiene mucho que ver también con la ca­rencia de interlocutores con nosotros mismos, de personas a las que, compartiendo nuestra experiencia vital, damos auténtica can­cha para que nos digan en profundidad, Tendemos mucho a un cierto autismo de «yo me lo guiso, yo me lo como», en parte por el individualismo ambiental, en parte por la falta de personas y es­pacios de auténtica comunicación gratuita, en parte por la notoria banalización y superficialidad de las relaciones efectivas, incluso de las más íntimas. Al faltarnos una palabra distinta desde fuera, nos ahogamos en el ambiente, cada vez más cerrado, de nues­tras propias palabras y discursos. Y si perdemos capacidad de escuchar palabras nos incapacitamos para .escuchar la Palabra, y si no dejamos la puerta de nuestra vida abierta a otros, le esta­mos también negando la entrada al Otro que es Dios.

Hay preguntas que todos nos debiéramos hacer: ¿con quién comparto lo más hondo de mi vida, de mis preocupaciones?, ¿con quién o ante quién expreso mis convicciones y mis vivencias ínti­mas?, ¿quién me acompaña en mis búsquedas humanas y cre­yentes? No es posible caminar en solitario como cristianos; el caminar cristiano requiere siempre compañía. De otra persona, de un grupo, de una comunidad... Muchas veces no encontramos a Dios porque buscamos en solitario. Y cuando uno se empecina en buscar en solitario sucede que muchas veces se empecina también en ir por donde no debe. Pedro necesitó que Juan le dijese «Es el Señor» (Jn 21,7) para descubrir allí donde sólo veía.

Documento orientado a adolescentes. 
El contenido es de Teología, pensada como descubrimiento de la existencia de Dios en el mundo 
y su incidencia en las personas.
(fuente: www.donbosco.es)

viernes, 26 de agosto de 2011

Carta del Rector Mayor sobre Ceferino Namuncurá

Carta de Rector Mayor a toda la Familia Salesiana

Requeridos hermanos y hermanas, miembros de toda la Familia Salesiana y queridos jóvenes:

Os escribo con el corazón rebosante de alegría por la beatificación de los mártires españoles, en la que he podido participar el domingo día 28 de octubre en la Plaza de San Pedro. El Señor nos ha bendecido con 63 nuevos beatos que vienen a confirmar lo que decía don Rúa: "Que la santidad de los hijos sea prueba de la santidad del Padre". Todos ellos son un estímulo para nuestro compromiso de hacer de la santidad un programa de vida, sobre todo en este tiempo en el que la sociedad tiene necesidad de testimonios apasionados de Cristo y de servidores de los hombres.

La alegría se incrementa como un río en crecida con la próxima beatificación de Ceferino Namuncurá, el domingo día 11 de noviembre, esta vez en Chimpay, la cuna que vio nacer y que desde hace años se ha convertido en meta de peregrinos. Su fama de santidad viene desde el año 1930 cuando don Luis Pedemonte comenzó a recoger y a publicar testimonios y fue reconocida, en primer lugar con la declaración de Venerable hecha por el Papa Pablo VI en 1972 y, posteriormente, con el decreto de beatificación firmado por el Papa Benedicto XVI del 6 de julio de 2007.

La santidad de Ceferino es expresión y fruto de la espiritualidad juvenil salesiana, una espiritualidad hecha de alegría, de amistad con Jesús y María, de cumplimiento de los propios deberes y de entrega por los demás. Ceferino representa la prueba más convincente de la fidelidad con la que los primeros misioneros mandados por Don Bosco lograron repetir aquello que él había hecho en el Oratorio de Valdocco: formar jóvenes santos. Éste sigue siendo nuestro compromiso de hoy, en un mundo que necesita jóvenes impulsados por un claro sentido de la vida, audaces en sus opciones y firmemente centrados en Dios mientras sirven a los demás.

La vida de Ceferino es una parábola de tan sólo 19 años, pero rica de enseñanzas.

Nació en Chimpay el día 25 de agosto de 1886 y fue bautizado, dos años más tarde, por el misionero salesiano don Milanesio, que había mediado en el acuerdo de paz entre los Mapuche y el ejército argentino, haciendo posible al papá de Ceferino conservar el título de "Gran Cacique" para sí, y también el territorio de Chimpay para su pueblo. Tenía 11 años cuando su padre lo inscribió en una escuela estatal de Buenos Aires, pues quería hacer del hijo el futuro defensor de su pueblo. Pero Ceferino no se encontró a gusto en aquel centro y el padre lo pasó al colegio salesiano "Pío IX". Aquí inició la aventura de la gracia, que transformaría a un corazón todavía no iluminado por la fe en un testigo heroico de vida cristiana. Inmediatamente sobresalió por su interés por los estudios, se enamoró de las prácticas de piedad, se apasionó del catecismo y se hizo simpático a todos, tanto a compañeros como a superiores. Dos hechos lo lanzaron hacia las cimas más altas: La lectura de la vida de Domingo Savio, de quien fue una reciente imitador, y la primera comunión, en la que hizo un pacto de absoluta fidelidad con su gran amigo Jesús. Desde entonces este muchacho, que encontraba difícil "ponerse en fila" y "obedecer al toque de la campana", se convirtió en un modelo.

Un día - Ceferino ya era aspirante salesiano en Viedma ─ Francesco De Salvo, viéndolo llegar a caballo como un rayo, le gritó: "¡Ceferino, ¿qué es lo que más te gusta?". Se esperaba una respuesta que guardara relación con la equitación, arte en el que los Araucanos eran maestros, pero el muchacho, frenando al caballo, dijo: "¡Ser sacerdote!", y continuó corriendo.

Fue precisamente, durante aquellos años de crecimiento interior cuando enfermó de tuberculosis. Lo hicieron volver a su clima natal, pero no bastó. Monseñor Cagliero pensó entonces que en Italia encontraría mejores atenciones médicas. Su presencia no pasó inadvertida en la nación, pues los periódicos hablaron con admiración del Príncipe de las Pampas. Don Rúa lo hizo sentar a la mesa con el Consejo General. Pío X lo recibió en audiencia privada, escuchándole con interés y regalándole su medalla “ad principes”. El día 28 de marzo de 1905 tuvo que ser internado en el Fatebenefratelli (Hermanos de S. Juan de Dios) de la Isla Tiberina, donde murió el día 11 de mayo siguiente. Dejando tras de sí una impronta de voluntad, diligencia, pureza y alegría envidiables.

¡Era un fruto maduro de espiritualidad juvenil salesiana! Sus restos se encuentran ahora en el Santuario de Fortín Mercedes de Argentina, y su tumba es meta de peregrinaciones ininterrumpidas, por que goza de una gran fama de santidad entre el pueblo argentino.

Ceferino encarna en si los sufrimientos, las angustias y las aspiraciones de su gente Mapuche, la misma gente que a lo largo de los años de su adolescencia encontró el Evangelio y se abrió al don de la fe bajo la guía de sabios educadores salesianos. Hay una expresión que recoge todo su programa: "Quiero estudiar para ser útil a mi pueblo". En efecto, Ceferino quería estudiar, ser sacerdote y volver entre su gente para contribuir al crecimiento cultural y espiritual de su pueblo, como había visto hacer a los primeros misioneros salesianos.

Al santo nunca se le puede comparar con un deteoro que atraviesa imprevistamente el cielo de la humanidad, sino que más bien es el fruto de un largo y silencioso engendro de una familia y de un pueblo que quieren plasmar en aquel hijo sus mejores cualidades.

La beatificación de Ceferino es una invitación a creer en los jóvenes, también en los que apenas han sido evangelizados, y a descubrir la fecundidad de Evangelio que no destruye nada de aquello que es verdaderamente humano, y la aportación metodológica de la educación en este estupendo trabajo de configuración de la persona humana que llega a reproducir en sí la imagen de Cristo.

Quien piense que la fe religiosa es una forma de adaptación o de falta de compromiso por el cambio social, se equivoca, pues es totalmente lo contrario ya que se convierte en la energía que hace posible la transformación de la historia. La santidad, que para algunos evoca la singularidad de una condición considerada poco adherente a la vida cotidiana, significa, por el contrario, la plenitud de la humanidad puesta en práctica. El santo es una persona auténtica, realizada, y feliz. Los testimonios de los contemporáneos de Ceferino son unánimes al afirmar la voluntad de su corazón y la seriedad de su compromiso. "Sonríe con los ojos", decían los compañeros. Era un adolescente admirable, santo, que hoy puede - debe - ser propuesto como modelo y ejemplo a los jóvenes. Toda la Familia Salesiana de Argentina, reconocida a Dios por el extraordinario don que le ha concedido en Ceferino, tiene la obligación de sentirse responsable de mantener viva su memoria, y de estar convencida de que puede continuar proponiendo a los jóvenes itinerarios concretos de santidad.

Mientras alabamos y damos gracias al Señor por este nuevo pequeño baldosín del bello mosaico de la santidad salesiana, renovemos nuestra fe en los jóvenes, en la inculturación del Evangelio y en el Sistema Preventivo.

Con afecto, en Don Bosco
Roma, 1 de noviembre de 2007
Solemnidad de Todos los Santos
D. Pascual Chávez Villanueva, SDB
Rector Mayor.

(fuente: www.donbosco.es)

jueves, 25 de agosto de 2011

Nunca te detengas

Siempre ten presente...

La piel se arruga,
el pelo se vuelve blanco,
los días se convierten en años…

Pero lo importante no cambia; tu fuerza y tu convicción no tienen edad.
Tu espíritu es el plumero de cualquier tela de araña.
Detrás de cada línea de llegada, hay una de partida.
Detrás de cada logro, hay otro desafío.
Mientras estés viva, siéntete viva.
Si extrañas lo que hacías, vuelve a hacerlo.
No vivas de fotos amarillas…

Sigue aunque todos esperen que abandones.
No dejes que se oxide el hierro que hay en ti.
Haz que en vez de lástima, te tengan respeto.

Cuando por los años no puedas correr, trota.
Cuando no puedas trotar, camina.
Cuando no puedas caminar, usa el bastón.
Pero ¡¡¡nunca te detengas!!!

Autor: Madre Teresa de Calcuta

Creo para entender, entiendo para creer

¿Qué es la Catequesis?

"Padre, ésta es la vida eterna; que te conozcan a ti, el único Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo" (Jn 17,3). "Dios, nuestro Salvador... quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad". (1 Tim 2, 3-4).

En estas palabras de la Escritura está contenido el sentido y la misión de la Catequesis. Conocer y dar a conocer a Jesucristo, el Mesías. "Él es el Camino, la Verdad y la Vida". En Él, reside la salvación y el conocimiento pleno de la Verdad. Él es quien nos amó y nos ama primero. Sale a nuestro encuentro. Toca a la puerta y llama. Espera que le abramos y lo dejemos entrar en nuestra casa, en nuestra familia, en nuestra sociedad, en nuestra vida, en nuestro corazón. La Fe es un don maravilloso. Es autodonación del Dios Trinitario, y al mismo tiempo, decidida respuesta humana. Gratuita iniciativa divina y libre adhesión humana.

La Catequesis procura ayudar a los hombres a creer que Jesús es el Hijo de Dios, el único Salvador; a fin de que, por la Fe, tengan la vida en su Nombre y la tengan en abundancia; y para educarlos e instruirlos en esta vida de Gracia, conformando así el Cuerpo Místico de Cristo que es la Iglesia.

La Catequesis es la educación en la Fe de los niños, de los jóvenes y de los adultos, de un modo orgánico y sistemático, cimentada sobre tres pilares fundamentales: la Sagrada Escritura -la Palabra de Dios-, la Tradición apostólica y el Magisterio de la Iglesia, con miras a iniciarlos y a hacerlos crecer en la plenitud de la vida cristiana.

La Catequesis es acción eclesial que conduce a la comunidad cristiana y a cada uno de sus miembros a la madurez en la Fe, con los métodos adaptados a la edad, a la cultura y a las circunstancias de cada persona, a fin de que la verdad cristiana se convierta, con la acción del Espíritu Santo, en vida de y para los creyentes. Así nos lo enseña el propio Magisterio de la Iglesia. Recordemos que la Iglesia es Madre y Maestra.




¿Quién es el Catequista?

"He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según Tu Palabra" (Lc 1,26-38). María de Nazareth es el primer modelo de discípulo. Es la más perfecta seguidora de Cristo, desde el desconcertante anuncio del ángel, pasando por la pobreza del pesebre de Belén, hasta la soledad de la Cruz en el Gólgota. Al proclamarse "la esclava del Señor" es modelo de catequista. Su "Sí" hace posible la Redención.

El catequista es testigo del Señor. Es discípulo de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es alguien que se ha dejado llamar, encontrar y amar por las Tres divinas personas. Alguien que ha respondido al llamado divino en el seno de una comunidad cristiana: la Iglesia en su dimensión mistérica. Alguien que ha tenido con Cristo un encuentro interpersonal transformador. Alguien que ha recibido los dones de la Fe, la Esperanza y la Caridad y su gozo es tal, que está dispuesto a difundirlos. Habiendo encontrado un tesoro, lo lleva en vasijas de barro y busca compartirlo con otros. Conocer y amar. En esto radica el misterio divino-humano. El catequista desea y quiere conocer y amar cada vez más y mejor a Jesucristo para descubrir y hallar la Voluntad del Padre sobre él y de este modo, desearla, quererla, amarla y ponerla por obra.

¿Dónde conoce y ama el catequista? En la oración, en los Sacramentos, especialmente en la Reconciliación y en la Eucaristía, en la Palabra Revelada, en la Comunidad de los creyentes, en el Magisterio de la Iglesia, en los acontecimientos de la vida cotidiana, en el encuentro con personas de toda condición. A veces, el Señor se hace el encontradizo donde menos lo esperamos. Él es siempre sorprendente.

El catequista tiene como misión dar a conocer al Salvador, para que otros lo conozcan, lo amen y lo sigan, pero sabiendo que él es instrumento y mediación. "Nadie puede decir: Jesús es el Señor, si no lo guía el Espíritu Santo" (1 Co 12,3). Quien misteriosamente evangeliza y catequiza en el corazón humano es el Espíritu Santo -el Gran Catequista- pero lo hace con la concurrencia humana, la del catecúmeno y la del catequista.




¿Qué es la Filosofía?

La Filosofía comenzó siendo y confiamos que seguirá siendo "AMOR a la SABIDURÍA". Es la perenne búsqueda humana -a partir de la experiencia y por medio de la razón- de los últimos porqués, de las causas últimas de todas las cosas. Es "sabiduría vital" de los últimos problemas humanos. Es conocimiento y amor por la verdad. Supone interrogar -interrogarse- y responder -responderse- las preguntas existenciales más acuciantes. ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Adónde voy? ¿Qué sentido tiene la vida humana? ¿Por qué existe el mal? ¿Es posible encontrar sentido al sufrimiento? ¿La muerte es el término final? ¿Qué hay después de esta vida? ¿Existe Dios?

La Filosofía nace y se desarrolla cuando el hombre comienza a interrogarse sobre el por qué y el para qué de todas las cosas. Acerca de su origen y de su finalidad. Este interrogarse es inherente a la razón humana. El corazón humano estará inquieto hasta no dar con la verdad. Pero... ¿qué es la verdad? La verdad es la realidad. La realidad es lo que las cosas son en sí mismas. Lo real es el "en sí" y este "en sí" es asequible al hombre, a su inteligencia y a su voluntad. Por cierto, según su condición limitada de criatura.

Desear y querer conocer la verdad es connatural al ser humano. En primer lugar, la verdad del hombre, su propia verdad, la verdad de sí mismo, la verdad del mundo y la Verdad de Dios.




¿Quién es el profesor de Filosofía Creyente?

"Conócete a ti mismo". Los griegos eran sabios y habían esculpido esta exhortación sobre el dintel del templo de Delfos, testimoniando una verdad fundamental, propia y característica del ser humano: el autoconocimiento, la conciencia de sí.

El profesor de Filosofía procura ser un discípulo de la VERDAD. Aprende a pensar y enseña a pensar. Partiendo de la experiencia, por medio de la razón se interroga y hace interrogar a sus alumnos, despertando en ellos el amor por la sabiduría: La verdad, el bien y la belleza.

Quiere formarse y orienta y acompaña el proceso de formación de sus alumnos. Aprende a ser y enseña a ser. ¿A ser qué? A ser lo que ya somos, pero aún no acabadamente ni plenamente. A ser personas. El ser humano tiene una dimensión inmanente y una dimensión trascendente. Es espíritu encarnado; espíritu en la materia. La persona es "un ser en relación con". En relación consigo misma, con otras personas y con Dios en cuanto SER PERSONAL. La persona es un ser capaz de conocer, de querer y de amar. Conocerse, quererse, amarse. Conocer, querer y amar a otras personas, convirtiéndolas en "prójimos". Conocer, querer y amar al SER ABSOLUTO en sus tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Si bien el filosofar es, en primer lugar, una actividad intelectual, racional del ser humano, en ella queda implicada la totalidad de la persona: su afectividad, su inteligencia, su voluntad, su libertad. El profesor de Filosofía, en cuanto educador, debe tener presente esta realidad. Buscar honestamente la verdad, descubrirla, conocerla y amarla, supone un compromiso vital. Compromete a la persona toda. Compromete su libertad para una mayor libertad. "La Verdad os hará libres" nos enseña la Escritura.

En el acto de filosofar toda dimensión humana está implicada y comprometida. Sentir, pensar, creer, conocer, querer, amar: SER PERSONA para obrar en consecuencia. "El obrar sigue al ser" nos enseña el filósofo. "Por los frutos los conocerán" anuncia Jesucristo.

El profesor de Filosofía creyente, sabe que en esta búsqueda de la verdad junto con sus alumnos, no cuenta con sus solas fuerzas; el Espíritu Santo viene en su ayuda. Ilumina su inteligencia y enciende su corazón para encontrar el verdadero camino que conduce a la verdad. Un profesor así, confía en la razón pero también conoce sus límites. Confía en la Palabra de Dios y adhiere a la Revelación divina, dejándose interpelar por ella. Sabe que la Fe no es irracional sino suprarracional, que ésta tiene un alcance mayor que su razón limitada y en ocasiones oscurecida por el pecado. Por la luz de la Revelación, la inteligencia se vuelve más segura y perspicaz y de ese modo, es capaz de adentrarse mejor en el misterio del mundo, en el misterio del hombre y en el misterio de Dios. Se vuelve capaz de contemplar sin prejuicios, con sencillez y con humildad las verdades últimas. "La FE y la RAZÓN son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerlo a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo" (cf. Ex 33,18; Sal 27(26),8-9; 63(62),2-3; Jn 14,8; l Jn 3,2). De este modo da comienzo la Carta Encíclica de Juan Pablo II "Fides et Ratio" (1998) dirigida por Juan Pablo II a los Obispos de la Iglesia Católica.

escrito por Ivannah Toniolo de Menéndez

martes, 23 de agosto de 2011

Río de Janeiro, sede de la Jornada Mundial de la Juventud 2013

El Papa ha anunciado la próxima sede de la JMJ con las siguientes palabras:

"Me complace anunciar ahora que la sede de la próxima Jornada Mundial de la Juventud, en el dos mil trece, será Río de Janeiro. Pidamos al Señor ya desde este instante que asista con su fuerza a cuantos han de ponerla en marcha y allane el camino a los jóvenes de todo el mundo para que puedan reunirse nuevamente con el Papa en esa bella ciudad brasileña."

Un grupo de jóvenes brasileños han recibido la Cruz de la JMJ de mano de los jóvenes españoles que la han custodiado desde la anterior JMJ en Sidney.

JMJ vuelve a Latinoamérica, 26 años después

La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), la cumbre más importante del catolicismo, volverá a un país de Latinoamérica en 2013 tras 26 años, ya que la primera edición internacional de esa cita tuvo lugar en Buenos Aires en 1987.

El Papa Benedicto XVI anunció hoy que la próxima JMJ tendrá lugar en Río de Janeiro, al concluir una misa en el aeródromo de Cuatro Vientos de Madrid que congregó a 1.5 millones de personas y que marcó el cierre oficial de la JMJ 2011.

“Me complace anunciar ahora que la sede de la próxima Jornada Mundial de la Juventud, en el 2013, será en Río de Janeiro. Pidamos al señor ya desde este instante que asista con fuerza a cuantos han de ponerla en marcha”, dijo en español.

Los jóvenes latinoamericanos presentes estallaron en un grito de delirio, sobre todo un numeroso grupo de brasileños que se encontraba en una sección muy cercana al altar mayor de Cuatro Vientos. La cita de Río de Janeiro será la número 28 de las Jornadas, una celebración que fue instaurada por el Papa Juan Pablo II y que se celebró por primera vez en Roma el 23 de marzo de 1986.

Pero Karol Wojtyla quiso, desde el principio, que los encuentros no fuesen sólo en El Vaticano sino que se organizasen en diversas ciudades del mundo, por eso convocó a los jóvenes del mundo a la capital de Argentina en abril de 1987. En aquella ocasión el lema de la JMJ fue: “nosotros hemos reconocido y creído en el amor que Dios tiene por nosotros”.

La cita de Buenos Aires fue la primera y una especie de experimento. Por eso el encuentro duró sólo un día y se centró en el encuentro de los jóvenes con el Papa. Dos años después en Santiago de Compostela (España) –19 y 20 de agosto de 1989- se aplicó la fórmula base de la jornada que hasta ahora permanece: actividades religiosas y culturales previas a los actos centrales con el obispo de Roma.

A partir de ese momento también se estableció que las versiones internacionales de la JMJ tuviesen lugar cada dos años. Así en 1991 tocó el turno a Czestochowa (Polonia), 1993 a Denver (Estados Unidos), 1995 a Manila (Filipinas) y 1997 a París (Francia).

Luego se decidió pasar directamente al año 2000 para que la jornada de ese año coincidiese con el gran jubileo y por eso se organizó en Roma (Italia). Aunque en 2002 fue en Toronto (Canadá), luego se optó por extender a tres años el periodo entre cada edición internacional. Así en 2005 recibió el encuentro Colonia (Alemania), en 2008 Sydney (Australia) y en 2011 Madrid (España).

La próxima jornada se debió adelantar al 2013 en Río de Janeiro ya que los brasileños estarán empeñados en el 2014 con el mundial de futbol y en el 2016 con los Juegos Olímpicos. Restan apenas 23 meses, por eso la máquina brasileña ya está en marcha, llevan meses trabajando en silencio y hermetismo. Pero no pudieron evitar que se filtrara la noticia. Ya todos sabían que la cita sería en Sudamérica. Allá vamos, por #Rio13.

lunes, 22 de agosto de 2011

Benedicto XVI a los jóvenes en la JMJ 2011: «Seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia»

Ante más de un millón y medio de jóvenes venidos de todo el mundo, Benedicto XVI ha celebrado la Santa Misa que constituye el acto central de la JMJ. En su homilía, el Santo Padre ha predicado sobre la profesión de fe de Pedro acerca de la persona de Cristo, sobra la cual el Señor ha construido su Iglesia. El Papa ha asegurado que «seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario». Además ha afirmado que «no se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás. Por tanto, no os guardéis a Cristo para vosotros mismos. Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe»

(Luis Fernando Pérez/InfoCatólica) Ante una explanada inmensa repleta de jóvenes, Benedicto XVI ha celebrado la Misa del Día del Señor.

El Papa se ha dirigido a los jóvenes asegurando que “al veros aquí, venidos en gran número de todas partes, mi corazón se llena de gozo pensando en el afecto especial con el que Jesús os mira. Sí, el Señor os quiere y os llama amigos suyos”

El Obispo de Roma ha afirmado que “ciertamente, son muchos en la actualidad los que se sienten atraídos por la figura de Cristo y desean conocerlo mejor. Perciben que Él es la respuesta a muchas de sus inquietudes personales. Pero, ¿quién es Él realmente? ¿Cómo es posible que alguien que ha vivido sobre la tierra hace tantos años tenga algo que ver conmigo hoy?”

Benedicto XVI ha recordado entonces la pregunta que hizo Cristo a sus apóstoles “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?“, y la respuesta de ellos “Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas”. "Es decir”, ha dicho el Papa, “se considera a Cristo como un personaje religioso más de los ya conocidos”.


Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

Pero, como ha recordado el Santo Padre, Jesús volvió a dirigirse a sus discípulos para preguntarles: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Pedro responde con lo que es la primera confesión de fe: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”. “La fe”, ha declarado el Papa, “va más allá de los simples datos empíricos o históricos, y es capaz de captar el misterio de la persona de Cristo en su profundidad”.

“Pero la fe”, ha enseñado el Sucesor de Pedro, “no es fruto del esfuerzo humano, de su razón, sino que es un don de Dios... Tiene su origen en la iniciativa de Dios, que nos desvela su intimidad y nos invita a participar de su misma vida divina. La fe no proporciona solo alguna información sobre la identidad de Cristo, sino que supone una relación personal con Él, la adhesión de toda la persona, con su inteligencia, voluntad y sentimientos, a la manifestación que Dios hace de sí mismo”.

La pregunta de Cristo, ha expuesto el Santo Padre, “en el fondo está impulsando a los discípulos a tomar una decisión personal en relación a Él. Fe y seguimiento de Cristo están estrechamente relacionados. Y, puesto que supone seguir al Maestro, la fe tiene que consolidarse y crecer, hacerse más profunda y madura, a medida que se intensifica y fortalece la relación con Jesús, la intimidad con Él”.
Cristo hace a los jóvenes la misma pregunta que a sus apóstoles

“Queridos jóvenes”, ha afirmado el Papa, “también hoy Cristo se dirige a vosotros con la misma pregunta que hizo a los apóstoles: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?». Respondedle con generosidad y valentía, como corresponde a un corazón joven como el vuestro. Decidle: Jesús, yo sé que Tú eres el Hijo de Dios que has dado tu vida por mí. Quiero seguirte con fidelidad y dejarme guiar por tu palabra. Tú me conoces y me amas. Yo me fío de ti y pongo mi vida entera en tus manos. Quiero que seas la fuerza que me sostenga, la alegría que nunca me abandone”.


Jesús y la Iglesia

“En su respuesta a la confesión de Pedro”, ha señalado Benedicto XVI, “Jesús habla de la Iglesia: «Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia». ¿Qué significa esto? Jesús construye la Iglesia sobre la roca de la fe de Pedro, que confiesa la divinidad de Cristo”.

“Sí”, ha recordado el Papa, “la Iglesia no es una simple institución humana, como otra cualquiera, sino que está estrechamente unida a Dios. El mismo Cristo se refiere a ella como su Iglesia. No se puede separar a Cristo de la Iglesia, como no se puede separar la cabeza del cuerpo. La Iglesia no vive de sí misma, sino del Señor. Él está presente en medio de ella, y le da vida, alimento y fortaleza”.

El Papa, como Sucesor de Pedro, ha exhortado a los jóvenes “a fortalecer esta fe que se nos ha transmitido desde los Apóstoles, a poner a Cristo, el Hijo de Dios, en el centro de vuestra vida”.


No se puede seguir a Jesús en solitario

El Santo Padre ha señalado la necesidad de pertenecer a la Iglesia asegurando que “seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir por su cuenta o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él”.

“Tener fe”, ha dicho el Papa, “es apoyarse en la fe de tus hermanos, y que tu fe sirva igualmente de apoyo para la de otros. Os pido, queridos amigos, que améis a la Iglesia, que os ha engendrado en la fe, que os ha ayudado a conocer mejor a Cristo, que os ha hecho descubrir la belleza de su amor”.

“Para el crecimiento de vuestra amistad con Cristo”, ha advertido el Santo Padre a los jóvenes “es fundamental reconocer la importancia de vuestra gozosa inserción en las parroquias, comunidades y movimientos, así como la participación en la Eucaristía de cada domingo, la recepción frecuente del sacramento del perdón, y el cultivo de la oración y meditación de la Palabra de Dios”.
Jóvenes misionerios

El Papa ha señalado que de la amistad con Jesús “nacerá también el impulso que lleva a dar testimonio de la fe en los más diversos ambientes, incluso allí donde hay rechazo o indiferencia. No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás. Por tanto, no os guardéis a Cristo para vosotros mismos. Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe. El mundo necesita el testimonio de vuestra fe, necesita ciertamente a Dios”.

Benedicto cree que la presencia en Cuatro Vientos de jóvenes venidos de los cinco continentes “es una maravillosa prueba de la fecundidad del mandato de Cristo a la Iglesia: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15). También a vosotros os incumbe la extraordinaria tarea de ser discípulos y misioneros de Cristo en otras tierras y países donde hay multitud de jóvenes que aspiran a cosas más grandes y, vislumbrando en sus corazones la posibilidad de valores más auténticos, no se dejan seducir por las falsas promesas de un estilo de vida sin Dios”.


Rezo por vosotros

“Queridos jóvenes, rezo por vosotros con todo el afecto de mi corazón” ha asegurado el Santo Padre, que ha encomendado a los fieles “a la Virgen María, para que ella os acompañe siempre con su intercesión maternal y os enseñe la fidelidad a la Palabra de Dios”.

“Os pido también”, ha rogado el Obispo de Roma, “que recéis por el Papa, para que, como Sucesor de Pedro, pueda seguir confirmando a sus hermanos en la fe. Que todos en la Iglesia, pastores y fieles, nos acerquemos cada día más al Señor, para que crezcamos en santidad de vida y demos así un testimonio eficaz de que Jesucristo es verdaderamente el Hijo de Dios, el Salvador de todos los hombres y la fuente viva de su esperanza. Amén”.


Intervención del Cardenal Rylko

Al finalizar la Misa, ha tomado la palabra el Cardenal Stanislaw Rylo, Presidente Consejo del Pontificio para los Laicos. El purpurado se ha dirigido el Papa: “He aquí ante Usted, Santidad, a los jóvenes que se han reunido desde los rincones más variados de la Tierra: una Iglesia joven, llena de alegría y entusiasmo de la fe. Son jóvenes orgullosos de pertenecer a Cristo y a su Iglesia”.

“Santo Padre”, ha dicho el cardenal, “en su persona estos jóvenes encuentran siempre un verdadero padre que los quiere y un maestro de la fe, una guía segura que enseña a no perder jamás de vista lo que es esencial para la vida, es decir Dios – aquel Dios que se ha manifestado en el rostro de su Hijo hecho hombre por nuestra salvación”.

El prelado ha animado a los jóvenes a estudiar el YouCat, el Catecismo entregado a los peregrinos de esta JMJ, para “estar mucho más profundamente arraigados en la fe que la generación de vuestros padres, para poder resistir con fuerza y decisión a los desafíos y las tentaciones de este tiempo”.

El cardenal polaco ha mostrado su agradecimiento a Benedicto XVI: “¡Gracias por haber presidido esta JMJ! ¡Gracias por las palabras que ha querido dirigir a estos jóvenes – palabras de esperanza que iluminan su camino!”

El Presidente del Pontifico Consejo para los Laicos ha asegurado que “todos los jóvenes aquí presentes están listos para salir de Madrid al mundo entero, enviados por vuestra Santidad, como apóstoles de la nueva evangelización. Cada uno de ellos ha recibido una pequeña cruz misionera”.

A continuación, el Santo Padre ha procedido al envío de los jóvenes como misioneros al mundo, bendiciendo las cruces que ha entregado a los muchachos que se han diridigo a él.

No hay amor sin humor

¿Se imaginan viajar en un coche sin amortiguadores?: un horror, sobre todo cuando toca un camino pedregroso y lleno de obstáculos. Esto es lo que sucede cuando no contamos con el sentido del humor para sortear los numerosos baches con los que nos encontramos en el viaje del vivir. Nos atacan los dolores con cada piedrecita del camino porque no tenemos amortiguadores. Y es que el humor (y no la ironía, que es otra cosa) cura y ayuda a vivir, es humilde, una experiencia catártica diría yo.

La risa bien entendida aporta algo de alegría, algo de dulzura, de ligereza a la miseria del mundo y no más odio, más sufrimiento o desprecio.

Sin embargo y pese a sus bondades, el buen humor es algo casi tan raro y difícil de encontrar como una pequeña planta en un paisaje polar o un trébol de cuatro hojas. Por su escasez precisamente, creo que merece una pequeña reflexión.

¡Qué pena que sea algo tan poco abundante hoy en día! Creo que puede ser una fórmula o un camino ideal para llevar una vida plena y exitosa. Digo que escasea porque se han puesto de moda las terapias de la risa como forma para atajar los problemas y es porque las personas parece que lo hemos perdido o por lo menos, que está un poco en desuso.

Siempre se ha dicho que son cinco los sentidos, a saber: el oído, gusto, olfato, vista, y tacto. Yo, la verdad, añadiría otros dos: el sentido común y el sentido del humor.

Bertrand Russell decía que «el humor es cualidad moral que más necesita el mundo». En el ámbito de la medicina, también se ha visto cómo la recuperación de algunas enfermedades se hace más rápida debido a la actitud del paciente «el humor purga la sangre haciendo que el cuerpo rejuvenezca, adquiera viveza y se encuentre listo para cualquier empresa« » dice R. Burton. Y es que son muchos los que le han dado vueltas al asunto desde sus disciplinas, como Nietzsche, que afirma «el poder intelectual de un hombre, se mide por el humor que es capaz de utilizar» o Mark Twain «La raza humana tiene un arma verdaderamente eficaz: la risa».

En cierto sentido, y pensándolo bien, carecer de humor es en realidad carecer de humildad, es estar demasiado inflamado de uno mismo ¿verdad?

Además, creo que está igualmente relacionado estrechamente con el amor porque la esencia del humor a mi entender, es al fin y al cabo la sensibilidad: es decir, la cálida y tierna también simpatía y mirada hacia a todos los seres.

El humor es una demostración de grandeza que pareciera que es mejor decir que en última instancia todo lo que nos sucede, es en cierto modo lo que nos pasa por el camino, lo anecdótico, pero no el propio camino y que es mejor reír. La risa es además, como asegura alguno, la distancia más corta entre dos personas y entre el problema y la solución.

Termino con palabras de R.Kraimer que asegura que tomarse las cosas con humor equivale al dicho de «tomarse las cosas con filosofía». El sentido del humor es de los sentimientos más serios, gratuitos y paradójicos con que podemos cepillarnos las telarañas del alma.

escrito por Lorena Zabala
Gentileza de Sontushijos.org
(fuente: www.iglesia.org)

domingo, 21 de agosto de 2011

"Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella"

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo (Mt. 16,13-20)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?” Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres Juan, el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas". Luego les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo".

Jesús le dijo entonces: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre, que está en los cielos! Y Yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo". Y les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que El era el Mesías.


Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.

“Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Palabras de Jesús al que antes se llamaba Simón y que ahora llama “piedra” -o más bien “roca”. Se trata del Apóstol San Pedro, el primer Papa, la “roca” sobre la cual Cristo funda su Iglesia.

¿Cómo fue este nombramiento? Sucedió que un día Jesús interroga sus discípulos sobre quién creía la gente que era El, pero más que todo le interesaba saber quién creían ellos que era El. Enseguida, Simón (Pedro) salta -de primero, como siempre- y sin titubeos, ni disimulos, responde con claridad: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo” (Mt. 16, 13-20).

Si nos ubicamos en el momento, nos podremos percatar de la significación de esta declaración de Pedro. Jesús había comenzado a manifestar su gran poder a través de milagros que los Apóstoles habían presenciado: agua cambiada en vino, muchas curaciones, multiplicación de panes y peces, calma de tempestades, etc. Sin embargo, en ningún momento Jesús se les había identificado. Y ahora les pide que sean ellos quienes lo identifiquen. De allí la importancia de la declaración de Pedro.

Por eso el Señor se apresura a decirle: “Dichoso tú, Simón, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre que está en los Cielos”. Los sabios de Israel no captaron lo que Pedro y los Apóstoles sí pudieron captar. Ellos no eran de los sabios y racionales, sino de los sencillos y humildes a quienes el Padre revela sus misterios. Por eso les muestra Quién es su Hijo. (cfr. Mt. 11, 25)

Para razonar hay que estar en una búsqueda sincera de la Verdad, pues los razonamientos estériles no llevan a ningún lado. Hace falta la sencillez, la humildad, la niñez espiritual, para conocer los secretos de Dios y para darnos cuenta de dónde está Dios. Una fe viva, fervorosa, perseverante, inconmovible sólo viene de Dios y sólo la reciben los que se abren a este don. Y la llave que abre nuestro corazón y nuestra mente a las cosas de Dios es la humildad.

Continuando con el relato, para aquel momento sonaba demasiado espectacular la frase de Jesús: “sobre esta Roca edificaré mi Iglesia”. Al lado de Jesús sólo estaban los Apóstoles y otros cuantos seguidores. Ninguno pudo medir el alcance de las palabras del Señor. Pero el Señor sí: habla de su Iglesia como cosa que El iba a construir: será una obra divina y no humana. Y promete que ninguna fuerza, ni siquiera las del Infierno, podrán destruir su obra.

Además da a Pedro un poder inmenso. “Lo que ates en la tierra, quedará atado en el Cielo”, que equivale a decir: lo que decidas en la tierra, será decidido así en el Cielo. Las decisiones que tomes, serán ratificadas por Mí. Aprobación previa de parte mía en el Cielo a todo lo que decidas en la tierra sobre mi Iglesia. ¡Qué estilo de gerencia es la gerencia divina! No podía ser de otra manera: tal peso sobre Pedro y sobre todos los Papas después de él, tenía que contar con una asistencia especial.

Así ha querido Jesús edificar su Iglesia: con la presencia constante de su Espíritu Santo hasta el final, y dándole a Pedro -y a todos sus sucesores, los Papas- el poder de decidir aquí lo que El ratificará allá. En un mundo tan racional como el nuestro, esto parece difícil de comprender y de aceptar. Pero así es. Cristo fundó su Iglesia así. Y prometió estar con ella hasta el final. “Yo estoy con ustedes todos los días hasta que se termine este mundo” (Mt. 28, 20).

La Iglesia Católica es la única Iglesia fundada por Dios mismo, pues viene de Jesucristo hasta nuestros días: viene directamente desde San Pedro, como el primer Papa, hasta nuestro Papa actual. Y para dirigirla, Dios estableció este estilo de gerencia: lo que decidas en la tierra, será decidido en el Cielo.

(fuente: www.homilia.org)

sábado, 20 de agosto de 2011

El Papa a los seminaristas en la catedral de Madrid

Misa para seminaristas en la catedral de la Almudena. 20 agosto 2011

Señor Cardenal Arzobispo de Madrid,
Venerados hermanos en el Episcopado,
Queridos sacerdotes y religiosos,
Queridos rectores y formadores,
Queridos seminaristas,

Amigos todos
Me alegra profundamente celebrar la Santa Misa con todos vosotros, que aspiráis a ser sacerdotes de Cristo para el servicio de la Iglesia y de los hombres, y agradezco las amables palabras de saludo con que me habéis acogido.

Esta Santa Iglesia Catedral de Santa María La Real de la Almudena es hoy como un inmenso cenáculo donde el Señor celebra con deseo ardiente su Pascua con quienes un día anheláis presidir en su nombre los misterios de la salvación. Al veros, compruebo de nuevo cómo Cristo sigue llamando a jóvenes discípulos para hacerlos apóstoles suyos, permaneciendo así viva la misión de la Iglesia y la oferta del evangelio al mundo. Como seminaristas, estáis en camino hacia una meta santa: ser prolongadores de la misión que Cristo recibió del Padre. Llamados por Él, habéis seguido su voz y atraídos por su mirada amorosa avanzáis hacia el ministerio sagrado. Poned vuestros ojos en Él, que por su encarnación es el revelador supremo de Dios al mundo y por su resurrección es el cumplidor fiel de su promesa. Dadle gracias por esta muestra de predilección que tiene con cada uno de vosotros.

La primera lectura que hemos escuchado nos muestra a Cristo como el nuevo y definitivo sacerdote, que hizo de su existencia una ofrenda total. La antífona del salmo se le puede aplicar perfectamente, cuando, al entrar en el mundo, dirigiéndose a su Padre, dijo: “Aquí estoy para hacer tu voluntad” (cf. Sal 39, 8-9). En todo buscaba agradarle: al hablar y al actuar, recorriendo los caminos o acogiendo a los pecadores. Su vivir fue un servicio y su desvivirse una intercesión perenne, poniéndose en nombre de todos ante el Padre como Primogénito de muchos hermanos. El autor de la carta a los Hebreos afirma que con esa entrega perfeccionó para siempre a los que estábamos llamados a compartir su filiación (cf. Heb 10,14).

La Eucaristía, de cuya institución nos habla el evangelio proclamado (cf. Lc 22,14-20), es la expresión real de esa entrega incondicional de Jesús por todos, también por los que le traicionaban. Entrega de su cuerpo y sangre para la vida de los hombres y para el perdón de sus pecados. La sangre, signo de la vida, nos fue dada por Dios como alianza, a fin de que podamos poner la fuerza de su vida, allí donde reina la muerte a causa de nuestro pecado, y así destruirlo. El cuerpo desgarrado y la sangre vertida de Cristo, es decir su libertad entregada, se han convertido por los signos eucarísticos en la nueva fuente de la libertad redimida de los hombres. En Él tenemos la promesa de una redención definitiva y la esperanza cierta de los bienes futuros. Por Cristo sabemos que no somos caminantes hacia el abismo, hacia el silencio de la nada o de la muerte, sino viajeros hacia una tierra de promisión, hacia Él que es nuestra meta y también nuestro principio.

Queridos amigos, os preparáis para ser apóstoles con Cristo y como Cristo, para ser compañeros de viaje y servidores de los hombres. ¿Cómo vivir estos años de preparación? Ante todo, deben ser años de silencio interior, de permanente oración, de constante estudio y de inserción paulatina en las acciones y estructuras pastorales de la Iglesia.

Iglesia que es comunidad e institución, familia y misión, creación de Cristo por su Santo Espíritu y a la vez resultado de quienes la conformamos con nuestra santidad y con nuestros pecados. Así lo ha querido Dios, que no tiene reparo en hacer de pobres y pecadores sus amigos e instrumentos para la redención del género humano. La santidad de la Iglesia es ante todo la santidad objetiva de la misma persona de Cristo, de su evangelio y de sus sacramentos, la santidad de aquella fuerza de lo alto que la anima e impulsa. Nosotros debemos ser santos para no crear una contradicción entre el signo que somos y la realidad que queremos significar.

Meditad bien este misterio de la Iglesia, viviendo los años de vuestra formación con profunda alegría, en actitud de docilidad, de lucidez y de radical fidelidad evangélica, así como en amorosa relación con el tiempo y las personas en medio de las que vivís. Nadie elige el contexto ni a los destinatarios de su misión. Cada época tiene sus problemas, pero Dios da en cada tiempo la gracia oportuna para asumirlos y superarlos con amor y realismo. Por eso, en cualquier circunstancia en la que se halle, y por dura que esta sea, el sacerdote ha de fructificar en toda clase de obras buenas, guardando para ello siempre vivas en su interior las palabras del día de su Ordenación, aquellas con las que se le exhortaba a configurar su vida con el misterio de la cruz del Señor.

Configurarse con Cristo comporta, queridos seminaristas, identificarse cada vez más con Aquel que se ha hecho por nosotros siervo, sacerdote y víctima. Configurarse con Él es, en realidad, la tarea en la que el sacerdote ha de gastar toda su vida. Ya sabemos que nos sobrepasa y no lograremos cumplirla plenamente, pero, como dice san Pablo, corremos hacia la meta esperando alcanzarla (cf. Flp 3,12-14).

Pero Cristo, Sumo Sacerdote, es también el Buen Pastor, que cuida de sus ovejas hasta dar la vida por ellas (cf. Jn 10,11). Para imitar también en esto al Señor, vuestro corazón ha de ir madurando en el Seminario, estando totalmente a disposición del Maestro. Esta disponibilidad, que es don del Espíritu Santo, es la que inspira la decisión de vivir el celibato por el Reino de los cielos, el desprendimiento de los bienes de la tierra, la austeridad de vida y la obediencia sincera y sin disimulo.

Pedidle, pues, a Él, que os conceda imitarlo en su caridad hasta el extremo para con todos, sin rehuir a los alejados y pecadores, de forma que, con vuestra ayuda, se conviertan y vuelvan al buen camino. Pedidle que os enseñe a estar muy cerca de los enfermos y de los pobres, con sencillez y generosidad. Afrontad este reto sin complejos ni mediocridad, antes bien como una bella forma de realizar la vida humana en gratuidad y en servicio, siendo testigos de Dios hecho hombre, mensajeros de la altísima dignidad de la persona humana y, por consiguiente, sus defensores incondicionales. Apoyados en su amor, no os dejéis intimidar por un entorno en el que se pretende excluir a Dios y en el que el poder, el tener o el placer a menudo son los principales criterios por los que se rige la existencia. Puede que os menosprecien, como se suele hacer con quienes evocan metas más altas o desenmascaran los ídolos ante los que hoy muchos se postran. Será entonces cuando una vida hondamente enraizada en Cristo se muestre realmente como una novedad y atraiga con fuerza a quienes de veras buscan a Dios, la verdad y la justicia.

Alentados por vuestros formadores, abrid vuestra alma a la luz del Señor para ver si este camino, que requiere valentía y autenticidad, es el vuestro, avanzando hacia el sacerdocio solamente si estáis firmemente persuadidos de que Dios os llama a ser sus ministros y plenamente decididos a ejercerlo obedeciendo las disposiciones de la Iglesia.

Con esa confianza, aprended de Aquel que se definió a sí mismo como manso y humilde de corazón, despojándoos para ello de todo deseo mundano, de manera que no os busquéis a vosotros mismos, sino que con vuestro comportamiento edifiquéis a vuestros hermanos, como hizo el santo patrono del clero secular español, san Juan de Ávila. Animados por su ejemplo, mirad, sobre todo, a la Virgen María, Madre de los sacerdotes. Ella sabrá forjar vuestra alma según el modelo de Cristo, su divino Hijo, y os enseñará siempre a custodiar los bienes que Él adquirió en el Calvario para la salvación del mundo. Amén.

El Cardenal Van Thuan, un gigante de la fe

Un gigante de la fe, un héroe de la libertad, un ejemplo de fidelidad, el cardenal Francois Xavier Nguyen Van Thuan testimonia la estatura de quien sigue el Evangelio hasta las últimas consecuencias.

Dispuesto a martirio por la fe

Lo recuerdo en Lourdes, inclinado ante la gruta de Bernardette, una figura frágil que, sin embargo, trasmitía fortaleza. Absorto en oración, como si en torno a él no hubiera nada ni nadie: jóvenes, cirios, cantos marianos. Después se presentó, invitó a sus interlocutores a sentarse en un banco y, durante un par de horas, fue repasando las peripecias que le tocó vivir. Una aventura sorprendente. Estábamos en 1991, y hacía poco que lo habían dejado en libertad.



Una familia de mártires

Francois Xavier Nguyen Van Thuan nació el 17 de abril de 1928, en Hué, una pequeña ciudad en la región central de Vietnam. Provenía de una familia de mártires: en 1885 todos los habitantes de la aldea de su madre habían sido quemados vivos en la parroquia. Sólo su abuelo se había salvado. A su vez, los antepasados paternos habían sido víctimas de numerosas persecuciones entre 1698 y 1885.

Los Van Thuan vivían en un ambiente de fe inconmovible. Su abuela, por ejemplo, todas las noches, después de las oraciones de la familia, decía un rosario por los sacerdotes. Su madre, Elizabeth, lo había educado cristianamente desde que tiene memoria. Cada noche le narraba las historias de la Biblia y el testimonio de los mártires. El día que su hijo fue arrestado siguió rezando para que permaneciera fiel a la Iglesia, perdonando a los verdugos.
Consagración a Dios

Van Thuan fue ordenado sacerdote el 11 de junio de 1953. Luego de los estudios en Roma volvió a Vietnam como profesor y luego rector del seminario, vicario general y, finalmente, desde el 3 de abril de 1967, obispo de Nha Trang. Muy activo, fue también muy amado: en apenas ocho años los seminaristas mayores pasaron de 42 a 147, y los menores de 200 a 500. La médula de su acción era la enseñanza del Vaticano II, tanto que eligió como lema episcopal “Gaudium et spes”, el testimonio cristiano en el mundo contemporáneo. De allí que se dedicara con todas sus fuerzas a reforzar la presencia de los laicos y los jóvenes en la Iglesia.

El 24 de abril de 1975, pocos días antes de que el régimen comunista se hiciera del poder, Pablo VI lo nombró arzobispo coadjutor de Saigón (Hochiminh Ville). Pocas semanas después era arrestado y luego encarcelado. Una larguísima noche que duró trece años, sin juicio ni sentencia, nueve de los cuales los pasó incomunicado. Salió el 21 de noviembre de 1988.



Con el Evangelio y sin libertad. El complot

Apenas el régimen comunista llegó a Saigón se lo acusó de que su nombramiento formaba parte de un “complot entre el Vaticano y los imperialistas”. Después de tres meses de escaramuzas y tensiones fue convocado al palacio presidencial, de donde salió con las manos esposadas. Eran las dos de la tarde del 15 de agosto de 1975: vestía la sotana y tenía un rosario en el bolsillo.

A pesar de la situación de extrema precariedad en que se encontró, no se dejó vencer por la resignación ni el desaliento. Es más, trató de vivir la prisión “colmándola de amor” como contaría más tarde. Fue así como, en octubre de 1975, comenzó a redactar una serie de mensajes para la comunidad cristiana, gracias a un católico muy joven, niño de 7 años, Quang, que a su pedido le llevaba a escondidas recortes de papel. El obispo se los devolvía escritos y en casa los hermanos y hermanas se encargaban de copiar y distribuir. De estos breves mensajes nació un libro, “El camino de la esperanza”.

Algo semejante ocurrió en 1980, cuando vivió en reclusión domiciliaria en la residencia obligatoria en Giangxá: siempre de noche, y en secreto, escribió “La esperanza no defrauda”, y luego un tercer libro: “Los peregrinos del camino de la esperanza”. Más adelante le tocó vivir momentos dramáticos, como un viaje en barco con 1.500 prisioneros famélicos y desesperados.



Por el testimonio eficaz en toda situación

De allí en más quedaría incomunicado y vigilado día y noche por dos guardias. Juntando cualquier trozo de papel que llegara a sus manos se creó una minúscula Biblia personal, en la que transcribió más de 300 frases del Evangelio que recordaba de memoria. Fue su tesoro más preciado. Pero el momento central de su jornada era la celebración de la eucaristía con: tres gotas de vino y una de agua en la palma de la mano...

Antes de ese período de aislamiento, por más que bajo arresto, había logrado crear pequeñas comunidades cristianas que se encontraban para orar y celebrar la eucaristía y, cuando era posible, organizar noches de adoración ante el Santísimo, guardado en el papel de los atados de cigarrillos.



Sus guardias y la cruz

Su insólita actitud de respeto y atención ante los guardias encargados de controlarlo creó con ellos una relación tal que llegaron a pedirle lecciones de idiomas extranjeros. Cuando más tarde, en la cárcel de Vinh Quang, quiso recortar una madera en forma de cruz, el guardia se asumió el grave riesgo de concedérselo. En otra cárcel, siempre por su actitud de amor, obtuvo que le permitieran hacerse una cadenita para el crucifijo con trozos de cable, y ponérsela al cuello bajo la ropa. Esa cruz fue la que siguió llevando una vez nombrado cardenal.



Libertad y de nuevo Roma

La libertad llegó de improviso. Cuando el ministro del Interior le preguntó si quería expresar algún deseo, contestó: “Ya he estado preso el tiempo suficiente, bajo tres pontífices, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, y bajo cuatro secretarios generales del partido comunista soviético, Breznev, Andropov, Chernenko y Gorbachov. Déjenme libre ya mismo”.




La libertad

Llegaron entonces los años de libertad en Occidente, pero exiliado de su país. En el Vaticano se advirtió enseguida su presencia, tan discreta como evidente. En 1992 era nombrado miembro de la Comisión católica internacional para las migraciones. En 1992 se lo designaba vicepresidente del Consejo Pontificio de Justicia y Paz, del cual fue presidente a partir de 1998. Cardenal en el Consistorio del 21 de febrero de 2001, fue miembro de otras congregaciones y consejos.


Ejercicios espirituales a Juan Pablo II

En el 2000 llega un momento conmovedor, llamado a predicar los ejercicios espirituales de cuaresma a Juan Pablo II y la curia romana, el Papa, que lo había invitado a dar su testimonio, al concluir comentó: “El mismo ha sido testigo de la cruz en los largos años de cárcel en Vietnam, nos ha contado frecuentemente hechos y episodios de su sufrido encarcelamiento. Nos ha confirmado en la certeza de que, cuando todo se derrumba a nuestro alrededor, y quizás también dentro de nosotros, Cristo sigue siendo indefectiblemente nuestro sostén”.

En estos mismos ejercicios se destacó con fuerza su visión eclesial, fuertemente vinculada a la idea de iglesia-comunión. “Lamentablemente no pocas veces falta la plena comunión en la iglesia –decía–. Esto es, en cierto sentido, peor que la persecución nazi o comunista, ya que se trata de un ataque a la iglesia que no viene de afuera, sino de adentro. Cuando falta la comunión en el seno de la Iglesia se difunden células cancerosas”.

Van Thuan tenía una particular sensibilidad ante los problemas sociales, económicos y de la justicia. Al respecto se recuerda su reciente diálogo, muy animado, con Bill Gates.

Falleció el 16 de septiembre de 2002.

escrito por Miguel Zanzucchi
(fuente: www.fluvium.org)

viernes, 19 de agosto de 2011

Los Cinco "Defectos" de Cristo

En la prisión mis compañeros que no son católicos, quieren comprender «las razones de mi esperanza». Me preguntan amistosamente y con buena intención: «¿Por qué lo ha abandonado usted todo: familia, poder, riquezas, para seguir a Jesús? ¡Debe de haber un motivo muy especial! ». Por su parte, mis carceleros me preguntan: «¿Existe Dios verdaderamente? ¿Jesús? ¿Es una superstición? ¿Es una invención de la clase opresora?».

Así pues, hay que dar explicaciones de manera comprensible, no con la terminología escolástica, sino con las palabras sencillas del Evangelio.


Primer defecto: Jesús no tiene buena memoria

En la cruz, durante su agonía, Jesús oyó la voz del ladrón a su derecha: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino» (Lc 23, 42). Si hubiera sido yo, le habría contestado: «No te olvidaré, pero tus crímenes tienen que ser expiados, al menos, con 20 años de purgatorio». Sin embargo Jesús le responde: «Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23, 43). Él olvida todos los pecados de aquel hombre.

Algo análogo sucede con la pecadora que derramó perfume en sus pies: Jesús no le pregunta nada sobre su pasado escandaloso, sino que dice simplemente: «Quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor» (Lc 7, 47).

La parábola del hijo pródigo nos cuenta que éste, de vuelta a la casa paterna, prepara en su corazón lo que dirá: «Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros» (Lc 15, 1819). Pero cuando el padre lo ve llegar de lejos, ya lo ha olvidado todo; corre a su encuentro, lo abraza, no le deja tiempo para pronunciar su discurso, y dice a los siervos, que están desconcertados: «Traed el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en la mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado» (Lc 15, 22-24).

Jesús no tiene una memoria como la mía; no sólo perdona, y perdona a todos, sino que incluso olvida que ha perdonado.


Segundo defecto: Jesús no sabe matemáticas

Si Jesús hubiera hecho un examen de matemáticas, quizá lo hubieran suspendido. Lo demuestra la parábola de la oveja perdida. Un pastor tenía cien ovejas. Una de ellas se descarría, y él, inmediatamente, va a buscarla dejando las otras noventa y nueve en el redil. Cuando la encuentra, carga a la pobre criatura sobre sus hombros (cf. Lc 15, 47).

Para Jesús, uno equivale a noventa y nueve, ¡y quizá incluso más! ¿Quién aceptaría esto? Pero su misericordia se extiende de generación en generación...

Cuando se trata de salvar una oveja descarriada, Jesús no se deja desanimar por ningún riesgo, por ningún esfuerzo. ¡Contemplemos sus acciones llenas de compasión cuando se sienta junto al pozo de Jacob y dialoga con la samaritana, o bien cuando quiere detenerse en casa de Zaqueo! ¡Qué sencillez sin cálculo, qué amor por los pecadores!


Tercer defecto: Jesús no sabe de lógica

Una mujer que tiene diez dracmas pierde una. Entonces enciende la lámpara para buscarla. Cuando la encuentra, llama a sus vecinas y les dice: «Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido» (cf. Lc 15, 89).

¡Es realmente ilógico molestar a sus amigas sólo por una dracma! ¡Y luego hacer una fiesta para celebrar el hallazgo! Y además, al invitar a sus amigas ¡gasta más de una dracma! Ni diez dracmas serían suficientes para cubrir los gastos...

Aquí podemos decir de verdad, con las palabras de Pascal, que «el corazón tiene sus razones, que la razón no conoce»

Jesús, como conclusión de aquella parábola, desvela la extraña lógica de su corazón: «Os digo que, del mismo modo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta» (Lc 15, 10).


Cuarto defecto: Jesús es un aventurero

El responsable de publicidad de una compañía o el que se presenta como candidato a las elecciones prepara un programa detallado, con muchas promesas.

Nada semejante en Jesús. Su propaganda, si se juzga con ojos humanos, está destinada al fracaso.

Él promete a quien lo sigue procesos y persecuciones. A sus discípulos, que lo han dejado todo por él, no les asegura ni la comida ni el alojamiento, sino sólo compartir su mismo modo de vida.

A un escriba deseoso de unirse a los suyos, le responde: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza» (Mt 8, 20).

El pasaje evangélico de las bienaventuranzas, verdadero «autorretrato» de Jesús, aventurero del amor del Padre y de los hermanos, es de principio a fin una paradoja, aunque estemos acostumbrados a escucharlo:

«Bienaventurados los pobres de espíritu..., bienaventurados los que lloran..., bienaventurados los perseguidos por... la justicia..., bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos» (Mt 5, 312).

Pero los discípulos confiaban en aquel aventurero. Desde hace dos mil años y hasta el fin del mundo no se agota el grupo de los que han seguido a Jesús. Basta mirar a los santos de todos los tiempos. Muchos de ellos forman parte de aquella bendita asociación de aventureros. ¡Sin dirección, sin teléfono, sin fax...!


Quinto defecto: Jesús no entiende ni de finanzas ni de economía

Recordemos la parábola de los obreros de la viña: «El Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. Salió luego hacia las nueve y hacia mediodía y hacia las tres y hacia las cinco.., y los envió a sus viña». Al atardecer, empezando por los últimos y acabando por los primeros, pagó un denario a cada uno (cf. Mt 20, 116).

Si Jesús fuera nombrado administrador de una comunidad o director de empresa, esas instituciones quebrarían e irían a la bancarrota: ¿cómo es posible pagar a quien empieza a trabajar a las cinco de la tarde un salario igual al de quien trabaja desde el alba? ¿Se trata de un despiste, o Jesús ha hecho mal las cuentas? ¡No! Lo hace a propósito, porque -explica-: «¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?».
Y nosotros hemos creído en el amor

Pero preguntémonos: ¿por qué Jesús tiene estos defectos? Porque es Amor (cf. 1 Jn 4, 16). El amor auténtico no razona, no mide, no levanta barreras, no calcula, no recuerda las ofensas y no pone condiciones.

Jesús actúa siempre por amor. Del hogar de la Trinidad él nos ha traído un amor grande, infinito, divino, un amor que llega -como dicen los Padres- a la locura y pone en crisis nuestras medidas humanas.

Cuando medito sobre este amor mi corazón se llena de felicidad y de paz. Espero que al final de mi vida el Señor me reciba como al más pequeño de los trabajadores de su viña, y yo cantaré su misericordia por toda la eternidad, perennemente admirado de las maravillas que él reserva a sus elegidos. Me alegraré de ver a Jesús con sus «defectos», que son, gracias a Dios, incorregibles.

Los santos son expertos en este amor sin límites. A menudo en mi vida he pedido a sor Faustina Kowalska que me haga comprender la misericordia de Dios. Y cuando visité Paray-le-Monial, me impresionaron las palabras que Jesús dijo a santa Margarita María Alacoque: «Si crees, verás el poder de mi corazón».

Contemplemos juntos el misterio de este amor misericordioso.

escrito por Monseñor Francois-Xavier Nguyen van Thuan
(fuente: www.iglesia.org)

jueves, 18 de agosto de 2011

"Las JMJ dan así la valentía para ser creyentes", dice Benedicto XVI

A BORDO DEL VUELO PAPAL, jueves 18 de agosto de 2011 (ZENIT.org).- Publicamos las respuestas de Benedicto XVI a las preguntas de los periodistas en el avión hacia Madrid, en la mañana de este jueves, para participar en las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ).

- La de Madrid constituye la vigesimosexta JMJ. Al inicio de su pontificado, nos preguntábamos si usted continuaría en el surco de su predecesor. ¿Cómo ve el significado de estos acontecimientos en la estrategia pastoral de la Iglesia universal?

- Benedicto XVI: Queridos amigos, buenos días. Estoy encantado de viajar con vosotros a España con motivo de este gran acontecimiento. Después de dos JMJ vividas personalmente, puedo decir que era verdaderamente una inspiración que ha sido donada por el papa Juan Pablo II, cuando creó esta realidad: un gran encuentro de los jóvenes del mundo con el Señor. Diría que estas JMJ son un signo, una cascada de luz, dan visibilidad a la fe, visibilidad a la presencia de Dios en el mundo, y dan así la valentía para ser creyentes. Con frecuencia, los creyentes se sienten aislados en este mundo, casi perdidos. Aquí ven que no están solos, que hay una gran red de fe, una gran comunidad de creyentes del mundo, que es hermoso vivir en esta amistad universal, y de este modo nacen amistades que superan las fronteras de las diferentes culturas, de los diferentes países. El nacimiento de una red universal de amistad que une al mundo con Dios es una importante realidad para el futuro de la humanidad, para la vida de la humanidad de hoy. Naturalmente la JMJ no puede ser un acontecimiento aislado, forma parte de un camino más grande. Debe ser preparado este camino de la cruz que transmigra a diferentes países e involucra a los jóvenes con el signo de la cruz y el signo de la imagen de la Virgen. De este modo la preparación de la JMJ, mucho más que una preparación técnica, y es un acontecimiento con muchos problemas técnicos, es una preparación interior, un ponerse en camino hacia los demás y, juntos, hacia Dios. Y así se crean grupos de amistad. Este contacto universal abre las fronteras de las culturas y de los contrastes humanos y religiosos, y de este modo se convierte en un camino continuo, que después lleva a una nueva cumbre, una nueva JMJ. Me parece que la JMJ debe considerarse en este sentido como un signo, como una parte de un gran camino, crea amistades, abre fronteras, hace visible que es bello estar con Dios, que Dios está con nosotros. En este sentido, queremos seguir con esta gran idea del beato papa Juan Pablo II.

- Europa y el mundo occidental viven una crisis económica profunda, que manifiesta también señales de una grave crisis social y moral, de gran incertidumbre para el futuro, particularmente dolorosa para los jóvenes. ¿Qué mensajes puede ofrecer la Iglesia para dar esperanza y aliento a los jóvenes del mundo?

- Benedicto XVI: Se confirma en la crisis actual económica lo que ya se ha visto en la gran crisis precedente: la dimensión ética no es algo exterior a los problemas económicos, sino una dimensión interior y fundamental. La economía no funciona sólo con una auto-reglamentación mercantil, sino que tiene necesidad de una razón ética para funcionar para el hombre. Puede constatarse lo que ya había dicho en su primera encíclica social Juan Pablo II: el hombre debe ponerse en el centro de la economía y que la economía no debe medirse según el máximo beneficio, sino según el bien de todos e incluye la responsabilidad por el otro, y funciona verdaderamente bien sólo si funciona de una manera humana en el respeto del otro, en sus diferentes dimensiones: responsabilidad con la propia nación, y no sólo consigno mismo, responsabilidad con el mundo. La nación no está aislada, ni siquiera Europa está aislada, sino que es responsable de toda la humanidad y debe pensar siempre en afrontar los problemas económicos con esta clave de responsabilidad, en particular con las demás partes del mundo, con las que sufren, tienen sed y hambre, y no tienen futuro. Y, por tanto, tercera dimensión de esta responsabilidad es la responsabilidad con el futuro: sabemos que tenemos que proteger nuestro planeta, pero tenemos que proteger el funcionamiento del servicio del trabajo económico para todos y pensar que el mañana es también el hoy. Si los jóvenes de hoy no encuentran perspectivas en su vida también nuestro hoy está equivocado, está mal. Por tanto, la Iglesia con su doctrina social, con su doctrina sobre la responsabilidad ante Dios, abre la capacidad a renunciar al máximo beneficio y a ver en las realidades la dimensión humanística y religiosa, es decir, estamos hechos el uno para el otro y de este modo es posible también abrir caminos, como sucede con el gran número de voluntarios que trabajan en diferentes partes del mundo no para sí, sino para los demás, y encuentran así el sentido de la propia vida. Esto se puede lograr con una educación en los grandes objetivos, como trata de hacer la Iglesia. Esto es fundamental para nuestro futuro.

- Quería preguntarle cuál es la relación entre verdad y multiculturalidad. La insistencia en la única Verdad que es Cristo, ¿puede ser un problema para los jóvenes de hoy?

- Benedicto XVI: La relación entre verdad e intolerancia, monoteísmo e incapacidad de diálogo con los demás, es un argumento que con frecuencia vuelve al debate sobre el cristianismo de hoy. Y naturalmente es verdad que en la historia se han dado también abusos, tanto del concepto de verdad como del concepto de monoteísmo. Se han dado abusos, pero la realidad es totalmente diferente, pues la verdad sólo es accesible en la libertad. Se pueden imponer con la violencia los comportamientos, las observancias, actividades, per no la verdad. La verdad se abre sólo al consentimiento libre y, por este motivo, libertad y verdad están íntimamente unidas, una es condición de la otra. Por lo demás, buscamos la verdad, los valores auténticos, que dan vida al futuro. Sin duda, no queremos la mentira, no queremos el positivismo de normas impuestas con una cierta fuerza. Sólo los auténticos valores llevan al futuro y es necesario por tanto buscar los valores auténticos y no dejarlos al arbitrio de algunos, no dejar que se imponga una razón positivista que nos dice que no hay una verdad racional sobre los problemas éticos y los grandes problemas del hombre. Esto significa exponer el hombre al arbitrio de cuantos tienen el poder. Tenemos que ponernos siempre en búsqueda de la verdad, de los valores, tenemos derechos humanos fundamentales. Los derechos fundamentales son conocidos y reconocidos, y precisamente esto nos pone en diálogo el uno con el otro. La verdad como tal es dialogante, pues busca conocer mejor, comprender mejor, y lo hace en diálogo con los demás. De este modo, buscar la verdad y la dignidad del hombre es la mejor defensa de la libertad.

- ¿Qué hay que hacer para que la experiencia positiva de la JMJ continúe en la vida de cada día?

- Benedicto XVI: La siembra de Dios siempre es silenciosa, no aparece inmediatamente en las estadísticas, y esa semilla que el Señor siembra con la JMJ es como la semilla de la que habla el Evangelio: una parte cae en el camino y se pierde; una parte cae en la piedra y se pierde; una parte cae en las espinas y se pierde; pero una parte cae en tierra buena y da mucho fruto. Esto es precisamente lo que sucede con la siembra de la JMJ: mucho se pierde y esto es humano. Con otras palabras del Señor, la semilla de mostaza es pequeña, pero crece y se convierte en un gran árbol. Ciertamente se pierde mucho, no podemos decir que a partir de mañana recomienza un gran crecimiento de la Iglesia. Dios no actúa así. Crece en silencio. Sé que otras JMJ han suscitado tantas amistades, amistades para la vida; tantas nuevas experiencias de que Dios existe. Y nosotros confiamos en este crecimiento silencioso, y estamos seguros de que, aunque las estadísticas no hablen mucho de ello, realmente crece la semilla del Señor. Y para muchas personas será el inicio de una amistad con Dios y con los demás, de una universalidad de pensamiento, de una responsabilidad común que realmente muestra que estos días dan fruto.

[Traducción a partir del una transcripción periodística de trabajo realizada por Jesús Colina]
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