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viernes, 5 de agosto de 2011

¿Qué es exactamente un pecado venial y cuáles son sus efectos?

Algunos creen que una falta menor no es problema, otros piensan que "en el amor no hay faltas menores" ¿Qué es exactamente un pecado venial y cuales son sus efectos?


Definición y naturaleza del pecado venial

"Se comete un pecado venial cuando no se observa en una materia leve la medida prescrita por la ley moral, o cuando se desobedece a la ley moral en materia grave, pero sin pleno conocimiento o sin entero consentimiento" (Catecismo, n. 1862).

Venial viene de la palabra venia, que significa perdón, y alude al más fácil perdón de este tipo de faltas: se remiten no exclusivamente en el fuero sacramental sino también por otros medios.

El pecado venial difiere sustancialmente del mortal, ya que no implica el elemento esencial del pecado mortal que es, como quedó explicado (cfr. 5.3.1), la aversión a Dios. En el pecado venial se da sólo el segundo elemento, una cierta conversión a las criaturas compatible con la amistad divina.

De acuerdo a la enseñanza de Santo Tomás, el pecado venial es un desorden en las cosas, un mal empleo de las fuerzas para caminar hacia Dios, pero en el que se conserva la ordenación fundamental al último fin: los pecados que incurren en desorden respecto a las cosas que orientan al fin, pero que conservan su orden al fin último, son m s reparables y se llaman veniales (S. Th., I-II, q. 88, a. 1).

El Papa Juan Pablo II explica: "...cada vez que la acción desordenada permanece en los límites de la separación de Dios, entonces el pecado es venial. Por esta razón, el pecado venial no priva de la gracia santificante, de la amistad con Dios, de la caridad, ni por lo tanto, de la bienaventuranza eterna" (Exhort. Apost. Reconciliación y Penitencia, n. 17, 2-XII-1984).

Para clarificar estos conceptos suele ponerse el ejemplo del que emprende un viaje con el objeto de llegar a un determinado lugar. El pecado mortal equivaldría al hecho de que ese viajero de pronto se pusiera de espaldas y comenzara a caminar en sentido contrario, alejándose así cada vez más de la meta buscada. En cambio, quien comete un pecado venial es como el viajero que simplemente hace una desviación, un pequeño rodeo, pero sin perder la orientación fundamental hacia el punto donde se dirige.



Condiciones para que haya pecado venial

Un pecado puede ser venial por dos razones:

1) porque la materia es leve (p. ej., una mentira jocosa, falta de aprovechamiento del tiempo en los estudios -que no tienen consecuencias graves en los exámenes-, una pequeña desobediencia a los padres, etc.);

2) porque siendo la materia grave, la advertencia o el consentimiento no han sido perfectos (p. ej., los pensamientos impuros semi-consentidos, una ofensa en un partido de futbol por apasionamiento, etc.).


Conviene tener en cuenta también que el pecado venial objetivamente considerado puede hacerse subjetivamente mortal por las siguientes causas:

1) por conciencia errónea (p. ej., si se cree que una mentira leve es pecado grave, y se dice, se peca gravemente);

2) por un fin gravemente malo (p. ej., si se dice una pequeña mentira deseando cometer, gracias a ella, un hurto grave);

3) por acumulación de materia (p. ej., cuando se roba 10 más 10 más 10...);

4) por el grave detrimento que se siga del pecado venial:

a) de daños materiales (p. ej., el médico que por un descuido leve ocasiona la muerte del paciente);

b) de peligro de pecado mortal (p. ej., el que por curiosidad acude a un espectáculo sospechando que ser para él ocasión de pecado);

c) por peligro de escándalo (p. ej., el que inventa aventuras que llevan a otros a cometer pecados).



Efectos del pecado venial

- debilita la caridad,
- entraña un afecto desordenado a bienes creados,
- impide el progreso del alma en el ejercicio de las virtudes y la práctica del bien moral,
- merece penas temporales,
- el pecado venial deliberado y que permanece sin arrepentimiento, nos dispone poco a poco a cometer el pecado mortal.

No obstante, el pecado venial no nos hace contrarios a la voluntad y la amistad divinas; no rompe la Alianza con Dios. Es humanamente reparable con la gracia de Dios. No priva de la gracia santificante, de la amistad de Dios, de la caridad, ni, por tanto, de la bienaventuranza eterna" (Catecismo, n. 1863).

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