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jueves, 28 de octubre de 2010

Beato Miguel Rúa: a cien años de su partida

El pasado 6 de abril la Familia Salesiana celebró el centenario de la muerte del primer sucesor de Don Bosco, beato Miguel Rúa, quien falleció hace un siglo en su habitación de Valdoco, Turín (Italia).

Los salesianos han dedicado a la memoria de este gran sacerdote, educador y religioso, un año de celebraciones que se inició el 31 de enero y culminará en el Congreso Internacional sobre “Don Rúa en la historia” que se celebrará en Roma desde el 29 al 31 de octubre

Entre los primeros jóvenes en ser acogidos por Don Bosco, Miguel Rúa crece en el oratorio de Valdoco y, después de ser uno de los primeros en haber emitido la profesión religiosa de la Congregación Salesiana, se convierte en el brazo derecho del Fundador, con el cual comparte vida e ideales. “Miguel, tú y yo haremos todo a media” le dijo una vez Don Bosco.

“Cuando asume su conducción la Congregación estaba compuesta por 700 religiosos, y la dejó cuando había 4.000. Heredó de Don Bosco 64 obras repartidas por seis países y él dejó 341 distribuidas en 30 naciones del Viejo y Nuevo Continente. A la muerte de Don Bosco, en el año 1888, las misiones salesianas se limitaban a la Patagonia Argentina, mientras que en 1910 el trabjo misionero llegó a parte de la selvas habitadas por los indios de Brasil y Ecuador, y a China, India, Egipto y Mozambique” subrayaba el padre Auffray, salesiano de la primera generación, al trazar un retrato de Don Rúa.

Las cualidades características más sobresalientes de Don Rúa fueron -entre otras- una gran apertura pastoral y social, una laboriosidad incansable siguiendo el binomio "trabajo y templanza". A ello se suman, además, una gran delicadeza humana, la mansedumbre cordial, la predilección por los jóvenes pobres, el espíritu oratoriano por el que “cada casa -decía- debe ser un oratorio", un ardiente celo misionero, la solicitud por los laicos.

Don Rúa heredó de Don Bosco un vivo interés por los jóvenes trabajadores y por la clase obrera, y una gran simpatía por toda forma de organización destinada a proteger y a defender los derechos del hombre. En relaciones cordiales con el reformador social francés Leone Harmel desde 1875, prestó apoyo y asistencia a los numerosos grupos de obreros del otro lado de los Alpes que repetidas veces manifestaron también en Italia y también delante del papa de la Rerum Novarum Leon XIII sus opciones cristianas de obreros. A este interés del beato Miguel Rúa se debe la fundación en Turín del primer Sindicato Católico de las obreras de la moda, y no fueron infrecuentes sus iniciativas en casos de huelgas para restablecer -salvados los derechos fundamentales de las personas- las relaciones más justas entre obreros y patronos.

La fama de santidad que acompañó a Don Rúa durante toda su vida creció después de su muerte. Pablo VI lo beatificó el 29 de octubre de 1972.

Por eso, en este año dedicado a Don Rúa, en nuestro sitio web encontrará fotos, videos, textos y material de formación referido al primer sucesor de Don Bosco. Te invitamos también a que revises las publicaciones que Don Rúa hizo en el Boletín Salesiano en el siglo XIX y principios del XX.

(fuente: ANS)

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