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sábado, 9 de octubre de 2010

Ser papá antes de los 18

Cuáles son las motivaciones, los desafíos y el día a día de los varones adolescentes que tienen un hijo. Cómo manejan la relación con su familia, la responsabilidad del sustento económico; y de qué manera encaran el futuro de la pareja, y enfrentan su paternidad temprana.

Nacieron en la década del 90 o por ahí cerquita. El nuevo siglo los encontró cursando la primaria y les trajo de regalo un boom tecnológico explosivo, una sociedad con valores cada vez más difusos y una Argentina con oportunidades sólo para algunos. Son adolescentes con mirada de niño que están dando sus primeros pasos en esta montaña rusa que es la vida. Sin embargo -por accidente o decisión propia- se enfrentan al desafío de ser padres cuando todavía no llegan a la adultez.

En un país en el que según cifras del Ministerio de Salud la edad de inicio sexual es de 15 años para las mujeres y 14,5 para los hombres (estos promedios bajan según la escolaridad y el entorno social), no sorprende que el 16% del total de nacimientos que se produce cada año corresponda a chicas de entre 10 y 19. ¿Pero qué sucede con los padres adolescentes? ¿Se hacen cargo de sus hijos? ¿Consiguen constituir una familia con su pareja? Comunidad quiso acercarse a esta realidad y por eso entrevistó a ocho varones que tuvieron un hijo antes de los 18 para reflejar sus motivaciones, sus miedos y cómo enfrentan esta responsabilidad.

Si bien cada historia es una aventura en sí misma y tiene sus particularidades, existen algunos rasgos comunes. La mayoría de estos adolescentes vivían con sus padres a la hora de inaugurar su paternidad, estaban cursando la secundaria, no tenían un trabajo estable y fueron padres sin planificarlo.

Ante el embarazo adolescente no deseado debe destacarse, en primer lugar, el tipo de relación de pareja que existía previamente. No es lo mismo un embarazo producto de un encuentro ocasional que si es fruto de un noviazgo o de una relación más comprometida. "Ante una falta de relación afectiva de pareja es indudable que será excepcional que el joven asuma la paternidad", afirman Gustavo Girard y Silvia Raffa -integrantes del Programa de Adolescencia del Hospital de Clínicas- en su libro El adolescente varón. En esta misma línea, Susana Calero, directora del Centro de Asistencia, Capacitación e Investigación de las Socioadicciones (Cacis), afirma: "Los hijos que nacen a esta edad no son sostenedores de pareja ni sirven para intensificar los cuidados anticonceptivos. Si se constituye una familia en forma accidental es muy difícil que se sostenga".

Las causas de los embarazos adolescentes no deseados son diversas, y muchas veces se combinan entre ellas: alcohol y drogas, prostitución, desinformación, falta de proyectos y la incidencia del contexto social.

"Cuando las chicas sienten que no tienen nada quedan embarazadas para tener algo y que por lo menos alguien las cuide. El varón piensa en tener la relación sexual porque es hacer cosas de grandes, pero no piensa en el hijo. Cuando llega la noticia del embarazo se confirma la virilidad, con lo cual no es tan mal recibida. Después está el problema de cómo hacerse cargo", sostiene Calero.

Sebastián Montoya, de 15 años, se acomoda en la silla del comedor de su casa de la villa 21-24 de Barracas. Allí vive con sus padres y 5 de sus 7 hermanos. A sólo media cuadra, su novia acuesta en la cuna a su hijo de 10 meses.

"Cómo cortaste tu juventud", le dijo su papá cuando se enteró de que iba a tener un hijo a los 14, después de casi tres de novio. El estaba cursando 3er. año de la secundaria, no tenía trabajo y lo invadió el pánico al enterarse de la noticia. "Mi viejo siempre me habló de cómo cuidarme, pero fue un descuido. Al principio estaba muy asustado, con una mezcla de sorpresa y desesperación. No había dejado de ser hijo y ya iba a ser padre", recuerda Sebastián.

Lo cierto es que los padres de la pareja adolescente fueron los que tomaron las riendas del tema, se juntaron a hablar y definieron cómo iban a seguir adelante. "Decidieron que íbamos a vivir en casas separadas, que por el momento no le iba a dar mi apellido y que íbamos a dividir los gastos entre las dos familias", explica Sebastián, que hoy cursa en doble turno en una escuela técnica de la zona y quiere entrenarse para ser policía o gendarme. "Quiero tener un trabajo estable para poder darle a mi hijo lo que se merece", sostiene Sebastián.

Durante la mañana, al nene lo cuida la madre de su novia (porque ella va a la escuela) y por la tarde va a una guardería. "Antes me daba vergüenza salir con él porque la gente me miraba, pero ahora no. Lo saco a pasear o lo llevo al parque", dice este adolescente que se nota todavía tiene mucho camino por desandar.

Mirna Florentín es una de las responsables del Comedor Padre Daniel de la Sierra de la villa 21-24 y convive cotidianamente con casos de embarazo adolescente. Según su opinión, muchas de las madres eligen no ponerle el apellido del padre para tener control absoluto del destino de la vida de sus hijos. "Ante eventuales conflictos familiares es mucho mejor que tengan el apellido de la madre, así pueden decidir ellas libremente. Creo que los chicos se mandan estas macanas porque los padres son represores", dice Florentín.

Esteban Montoya, hermano de Sebastián, llega a la entrevista cargando en brazos a su hijo Alexander, de un año. Lejos de la euforia adolescente, Esteban -de 18- se muestra tranquilo y confiado. Es porque tiene un plan y no va a descansar hasta conseguirlo: recibirse de técnico superior en producción gráfica, formar su propia empresa e irse de la villa en busca de mejores horizontes.

"Nuestra idea era ser padres a los 20, pero nos adelantamos un poco -dice Esteban mirando pícaro a su novia, también de 18-. La noticia fue chocante porque te ponés a pensar en los planes futuros que tenías y van a quedar truncos. Pero a todos los que me decían que iba a ser difícil, yo les decía que lo iba a poder enfrentar. Y por ahora vengo bien", dice Esteban, que trabaja en una imprenta gráfica de la zona en la que gana 2500 pesos por mes.

El mismo construyó con sus manos una casilla en el terreno del fondo de la casa de sus padres y un mes antes de que su novia diera a luz se fueron a vivir juntos. "A mí no me gusta depender de nadie. Si metí la pata trato de salir solo. Por suerte fue mucho menos pesado de lo que pensé que iba a ser. Hay momentos en que estamos cortos de plata, pero tratamos de disfrutarlo al máximo", agrega Esteban.

Por el momento no desea tener más hijos porque su prioridad es establecerse económicamente. "No lo quiero soñar únicamente, sino actuar para conseguirlo", resume Esteban con con tono firme y decidido.




El deseo de ser padre

Si bien la mayoría de los embarazos adolescentes son accidentales, en los últimos años se está dando una tendencia que va de la mano del inicio temprano de las relaciones sexuales: muchas parejas de adolescentes buscan libremente ser padres a muy corta edad.

Facundo Correa es médico generalista y hace 6 años que atiende en el Centro de Salud Angela Palmisano de la Fundación Margarita Barrientos. Según su experiencia, el promedio de edad de las madres que pasan por su consultorio es de 20 y en su mayoría tienen una pareja consolidada. "En muchos casos, en parejas jovencitas, traen al bebe con angustia porque llora y no saben qué hacer. Viene la pareja o también sucede que vienen los padres solos, ya que se comprometen bastante con la crianza", explica el médico.

En esta misma línea, Ana Coll, médica ginecóloga y obstetra, ex presidenta de la Sociedad de Ginecología Infanto-Juvenil, sostiene: "Hay muchas parejas de adolescentes que tienen sus relaciones por amor. Hay datos que indican que el 75% de las adolescentes en el momento del nacimiento de su hijo tiene una pareja".

Los padres adolescentes en su mayoría provienen de ambientes de bajos recursos, lo cual los predispone a tener una educación deficiente, trabajos informales y pocas posibilidades de crecimiento. A pesar de este contexto, algunos se animan y planifican tener un hijo.

Este es el caso de Ramón Rojas, que con su novia Julieta -son compañeros de 8° año de la EGB- eligieron ser padres con tan sólo 15.

"Todos me dicen que voy a ser buen padre y yo también me tengo fe, porque como tengo tres hermanos más chicos ya estoy entrenado", dice Ramón, en el patio de su casa de material y techo de chapa del barrio Presidente Perón, en San Fernando, en donde vive con sus padres y 4 de sus hermanos.

Su testimonio es el ejemplo vivo de cómo el embarazo adolescente es -en muchos casos- una situación que se repite de generación en generación. Su madre fue madre a los 17 años, y de sus hermanos, uno fue padre a los 14 y otro, a los 15.

A Ramón se lo nota genuinamente enamorado y seguro de sus planes de familia: no pude dejar de mirar o acariciar a su novia. Por eso, el hecho de estar actualmente desempleado no fue un obstáculo para encarar su paternidad. Mientras tanto, su suegro le está consiguiendo trabajo de plomero gasista.

"Quiero que mi mujer venga a vivir conmigo cuando yo empiece a trabajar así los puedo mantener. También les estoy pidiendo permiso a mis padres para que nos dejen casar", dice este joven soñador, mientras contempla con orgullo la panza de su novia.
Hacerse cargo

Hablar de embarazo adolescente demuestra lo relegado que está el rol de padre al centrar el enfoque exclusivamente en la situación de la mujer que va a ser madre. Por eso, en la actualidad, este término se encuentra en revisión, y el nuevo modelo de aproximación al problema habla de maternidad y paternidad adolescente.

Contrario al mito popular de que el adolescente varón no ejerce su paternidad cuando se trata de un embarazo no deseado, los especialistas señalan que -más allá de la situación de pareja- en su gran mayoría ejercen su rol de padres.

"Cuando un adolescente varón se entera de que su novia o su pareja está embarazada tiene sentimientos encontrados: por un lado siente un reforzamiento de su masculinidad, pero desde un punto de vista cultural suele ser devaluado como el pervertidor o el descuidado. En la mayoría de los casos intenta seguir con la relación, salir a trabajar, pero no lo consigue. Se estima que un tercio de los padres adolescentes se hace cargo de sus hijos", dice Girard.

Hacía 10 meses que Oscar Antunez estaba de novio cuando lo invadió la sospecha de que su novia podía estar embarazada. No se habían cuidado en dos oportunidades y para peor, a ella se le había terminado la pasantía que había venido a hacer a Buenos Aires, y se volvía para Entre Ríos.

Ella tenía 20 años. El -con 18- estaba cursando 5° del colegio, se ocupaba de la parte de mantenimiento y hacía tareas de asistente de odontología en un centro médico. "Finalmente confirmamos que estaba embarazada, pero el problema fue que sus padres se metieron en el medio", dice Oscar, hoy de 22 y con otra familia consolidada.

"Yo fui a verla durante el embarazo y quería que siguiéramos juntos, pero fue imposible. De hecho me llamaron para avisarme que había nacido Gabriel, viajé para conocerlo y hacerme cargo, pero ya lo habían anotado con su apellido", explica Oscar. Finalmente decidieron seguir sus vidas por separado y él se hizo cargo de su hijo, al que ve una vez por mes y al que también mantiene económicamente.

Hace tres años que Oscar está de novio con Larisa, a la que llevó a vivir a su casa junto con sus padres. Después de un tiempo de convivencia decidieron buscar un hijo y así fue como Thiago Andrés llegó a sus vidas, hace 10 meses. Larisa, de 19, está en el último año de secundario y no trabaja. "Este sí que fue buscado, pero ya cerré la fábrica. Ahora tengo que parar la pelota y asentarme", dice este joven que trabaja como empleado administrativo y estudia locución en la UCES.
La incidencia de la familia

¿Cuál es la incidencia de los padres de los adolescentes en la vida de este nuevo hijo? Según los especialistas, demasiada. En muchos casos, la familia de la adolescente es la que decide si el bebe por nacer va a tener padre, en función de su perfil y de su nivel de ingresos. "Mientras que los padres del varón suelen comenzar por poner en duda la paternidad, los de la muchacha suelen adoptar actitudes totalmente extremas. Unos presionarán forzando un matrimonio, otros impedirán que los jóvenes se sigan viendo, y otros intentarán a toda costa promover el aborto", explican Girard y Raffa en su libro.

En cambio, cuando la familia de ambos funciona como soporte de esta nueva pareja, su futuro es mucho más prometedor.

"El desafío económico es el más importante para el varón, pero también cobra especial importancia la relación con su propia familia y la de su pareja. Más que nada porque al principio necesariamente tienen que depender de ellos, entonces se ven obligados a someterse a sus reglas de juego. De esta forma hipotecan la poquísima independencia que pueden llegar a tener", agrega Coll.

Luciano Rojas vive en carne propia la intransigencia de los abuelos de sus dos hijos. No sólo no lo dejaron continuar con ninguna de las relaciones de pareja, sino que además no puede ver a sus hijos.

Cuando a los 15 años se enteró que su novia estaba embarazada se puso feliz porque iba a ser papá. "Hasta ese entonces me llevaba bien con la familia de ella, pero la madre está mal de la cabeza y hasta me llegó a pegar. A la semana de quedar embarazada no la dejó hablar más conmigo ni me recibían en su casa", cuenta Luciano resignado, hoy de 16, que trabaja como mecánico.

Su hija se llama Trinidad -el nombre lo eligió la madre y no lo dejaron darle su apellido- y sólo la pudo ver un par de veces, cuando se la cruzó por casualidad en el barrio. "Nunca pude acercarme a mi hija y cuando les ofrecí apoyo económico tampoco lo quisieron. Mi idea es seguir insistiendo para poder al menos ponerle mi apellido", aclara Luciano.

Hace un año y cuatro meses que está en pareja de nuevo. Con su novia buscaron ser padres y hace 5 meses tuvieron a Cecilia. "A ella tampoco le pude dar mi apellido porque la familia de mi pareja no me quiere a partir de que se enteraron de que tengo otra hija", cuenta Luciano acongojado.

Sin embargo, ellos no abandonan la idea de poder casarse e ir a vivir juntos cuando ambos cumplan 18.


Clases sociales

Ya se sabe que el embarazo adolescente atraviesa todas las clases sociales, aunque tiene mayor incidencia en los ambientes más vulnerables. El contexto socioeconómico de los adolescentes que van a ser padres impacta notablemente en las repercusiones que tiene la llegada de este hijo en sus vidas.

En los sectores bajos en general deciden irse a vivir a la casa de alguno de los padres de los adolescentes, y en el caso de que estén estudiando tienen que dejar para ponerse a trabajar y sostener los gastos.

En las clases altas, lo que suele suceder es que los padres de los adolescentes se transforman en abuelos-padres, y que los jóvenes siguen con sus vidas después del parto.

José (no es su verdadero nombre) vive con sus padres y hermanos en un lujoso piso de la avenida Pueyrredón. Cuando estaba cursando 4° año de colegio, con 16, dejó embarazada a su novia Corina con la que tenía una relación de casi un año.

Por momentos no tiene recuerdos muy nítidos de esa época. Lo que sí tiene claro es que "yo estaba recontento. Era una sensación nueva, pero me sentía preparado para ser padre. Nosotros siempre dijimos que estábamos embarazados porque era un tema de los dos", cuenta José, hoy con 20 y con un hijo que en septiembre cumple 4.

Recién a los 3 meses de embarazo le comunicaron la noticia a sus respectivas familias, que lo tomaron muy bien. Para ese entonces ya habían decidido que no se iban a casar y que cada uno iba a seguir viviendo en la casa de sus padres.

Después del parto, cada uno retomó el colegio en 5° año. "La que más lo cuidaba era la mamá de mi novia que siempre estaba disponible para ocuparse. Con respecto al tema plata, los dos sabíamos que no iba a ser un problema porque nuestras familias nos iban a ayudar", dice José, el más grande de 4 hermanos, de los cuales el más chico tiene 4 y se lleva sólo 11 meses con su hijo.

En la actualidad no están más en pareja, José está en 3° de Derecho, trabaja en un estudio de abogados y vive con sus padres. "Como nos organizamos bien, los dos pudimos seguir haciendo la mayoría de nuestras actividades: deporte, salir con amigos, estudiar, trabajar. También al tener el apoyo de nuestras familias todo se hace más fácil. Mi vida gira alrededor de mi hijo y lo hago con placer", aclara José, que a su vez reconoce que ser padre lo ayudó a hacerse responsable de golpe, "porque se juega mucho esto de querer ser un ejemplo para él".
Propuestas

Más vale prevenir que amamantar, dice un pisapapeles sobre el escritorio de la doctora Coll, en un intento de machacar en la cabeza de los adolescentes que pasan por su consultorio la importancia de los métodos anticonceptivos.

Porque justamente la prevención primaria es lo que está fallando en nuestro país, lo que lleva a que el 25% de las chicas que fueron madres antes de los 20 repita un embarazo en su etapa adolescente. Por eso, los especialistas coinciden en que es fundamental evitar el segundo embarazo.

Desde los servicios de salud se ha enfatizado muy poco el papel del varón en la salud sexual y reproductiva, y el espacio que se les ofrece resulta aún muy reducido. Sólo en los Servicios de Adolescencia de los hospitales como el Clínicas, el Argerich y la Sardá, entre otros, hay equipos especializados que atienden a padres adolescentes.

De hecho, incluso en el sector social es difícil encontrar ONG dedicadas exclusivamente a esta problemática. Por eso, un lugar que vale la pena mencionar es Jakairá, un centro de día de atención gratuita especializado en temáticas de adolescencia, primera infancia y maternidad/paternidad, inaugurado hace 7 años por la Fundación Kaleidos y Children Action. "Nos centramos en atender a adolescentes que tienen muchos de sus derechos vulnerados y lo hacemos con un equipo interdisciplinario y de manera integral desde tres enfoques centrales: el psicoanalítico, el social y un jardín maternal que recibe a niños de 0 a 3 años", explica Ricardo Gorodisch, uno de los directores de Jakairá.

Actualmente son 30 las adolescentes madres de hasta 20 años que reciben el acompañamiento de la organización, que tiene su foco puesto en mantener y sostener a las jóvenes dentro de la red familiar y social. "Nosotros decidimos incluir al padre, porque vemos que cuando se le da un lugar intenta hacerse cargo. De hecho, tuvimos tres casos en los que los padres eran los únicos responsables de sus hijos y ese fue un trabajo muy interesante de acompañamiento con ellos. Se involucraban mucho, venían a las actividades y hasta incluso traían a sus hijos al jardín maternal", agrega Gorodisch.

Cuanto antes es el inicio de las relaciones sexuales, menor es la madurez para incorporar una barrera anticonceptiva. Por eso existe un acuerdo universal que establece que la base de una educación sexual reside en que los adolescentes retrasen el inicio de la relación sexual para ganar en madurez.

Mientras tanto, estos jóvenes que son padres necesitan de todo el apoyo posible para poder escribir su propia historia: una que incluya a sus hijos, pero que también les permita a ellos explotar sus potencialidades.

Por Micaela Urdinez
De la Fundación La Nación


Conclusiones

Primeras Jornadas Latinoamericanas de la Sección de Medicina, Psiquiatría y Atención Primaria de la Salud de la Asociación Psiquiátrica de América Latina

* La mayoría de los embarazos que ocurren en la adolescencia son accidentales

* Un embarazo a esta edad no hace madurar a los adolescentes más rápidamente y no acelera su desarrollo: el adolescente sigue con los conflictos propios de la edad

* Durante el embarazo, las adolescentes no cumplen con los controles necesarios

* Desde las políticas públicas falta brindar apoyo social a los padres adolescentes, mejorar la información sobre controles de salud y el acceso al control prenatal

Para saber más

Consultas:

* Línea gratuita 102 del GCBA para realizar consultas y denuncias vinculadas con problemáticas de la infancia y adolescencia. Funciona las 24 hs.

* Línea gratuita 0800- 222- 3444 recibe consultas en torno a la sexualidad y la salud sexual (de 6 a 24 horas de lunes a viernes y de 9 a 21 los fines de semana)

* Comisión de Niñez y Adolescencia en Riesgo del Arzobispado de Buenos Aires: 011-4982-4611

Atención integral:

* Fundación Kaleidos: 4808-9488

Salud (Servicios de Adolescencia):

* Hospital Pirovano: 4541-2365

* Hospital Argerich: 4121-0739/0740

* Maternidad Sardá: 4943-3567

* Hospital de Clínicas: 5950-8475

Educación:

* Programa de retención escolar de alumnas madres/ embarazadas y padres en escuelas medias y técnicas de GCBA: 4343-5592, 4331-5293, interno 24

Nutrición:

* Fundación Conin: 0800-222-1620

Adicciones:

* Centro de Asistencia, Capacitación e Investigaciones en Socioadicciones: 4816-4801

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