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sábado, 26 de octubre de 2013

¿Somos padres permisivos?

Uno de los problemas comunes con los que me estoy encontrando últimamente en las diferentes Escuelas de Madres y Padres en las que participo es el miedo de algunos padres a ser excesivamente autoritarios pues son conscientes de que esta forma de proceder genera niños agresivos y violentos, entre otras muchas cosas.

Lo que ocurre es que, en ocasiones, huyendo de esta forma de actuar se posicionan en el extremo contrario: se vuelven exageradamente permisivos y esto también tiene consecuencias en la educación de sus hijos.


¿Cómo son los "padres permisivos"?

Los padres permisivos tienen unas características comunes que van desarrollando con el paso del tiempo:

Son padres sobreprotectores que intentan evitar a su hijo cualquier experiencia que pueda "frustrarle".

No le dejan desenvolverse ante cualquier dificultad afirmando cosas como: "pobrecito, lo mal que lo pasa", "ya tendrá tiempo de sufrir en esta vida", "si solo es un niño..." Me gustaría recordar aquí una frase de Maria Jesús Álava Reyes "podemos facilitarles el camino, podemos, de vez en cuando correr con ellos, pero no debemos correr por ellos."

No soportan ver a su hijo llorar, lo pasan fatal: "no puedo verlo así..."

Siempre terminan por ceder a los deseos y chantajes del niño. Esta situación se agrava con el tiempo pues se sienten cada vez más inseguros y el niño es incapaz de autocontrolarse, exigiendo sin limitación y sin posibilidad de razonamiento. La proliferación de "pequeños dictadores" son fruto de una educación permisiva. Te recomiendo la lectura del interesante libro "El pequeño dictador" de Javier Urra.

Opinan que los niños son solamente eso: niños que deben disfrutar de la infancia "déjalo que disfrute mientras pueda..."(con derechos pero sin obligaciones).

Ponen pocos límites y luego no exigen que los mismos se cumplan afirmando cosas como: "total, por un día..." Pero al final nunca se trata solo de un día...


Pero, ¿cómo son estos niños?

Una educación excesivamente permisiva tiene consecuencias directas en los hijos, que acaban creyendo que no son importantes para sus padres. Veamos algunas de las características comunes de estos niños:

- Son inseguros.
- Carecen de autocontrol.
- Son agresivos e impulsivos.
- Tienen una baja tolerancia a la frustración.
-  Poca resistencia al fracaso.
- Son incapaces de asumir cualquier reto o mínimo cambio en sus vidas.
- Tienen reacciones emocionales desmesuradas.
- Llegan a creer que únicamente son poseedores de "derechos".
- Son "pequeños tiranos" que pueden llegar a convertirse en "grandes tiranos".


Conclusión

Como educadores estamos obligados a ponerles límites a nuestros hijos con el objetivo de que aprendan cuál es el comportamiento que esperamos de ellos y cuáles son las normas que deben cumplir. Si estás interesado en este tema puedes ampliar la información sobre los límites en un artículo que publiqué hace ya un tiempo aquí en el blog "Niños sin límites". Puedes leerlo completo aquí

Los límites son necesarios para...

- Que el niño se sienta seguro y protegido
- Ofrecerles una estructura sólida a la que aferrarse y son una referencia.
- Que el niño vea que los padres son fuertes y consistentes y se sienta mucho más inclinado a identificarse con ellos.
- Que le ayuden al niño a tener claros, determinados criterios sobre las cosas.
- Enseñar al niño a que debe renunciar a veces, que debe aceptar el no y es una forma de enseñarle a enfrentarse luego a las frustraciones de la vida.
- Que el niño aprenda valores tales como el orden, el respeto, la tolerancia, etc.

Me gustaría compartir contigo las 7 reglas de oro para favorecer el desarrollo de un niño según María Jesús Álava Reyes:

1. Tenemos que ser más perseverantes que ellos.
2. Los discursos sirven de poco. No podemos ser ingenuos.
3. Hay que intervenir, no volvamos a decir: "esta es la última vez."
4. Hay que unificar criterios y actuar con seguridad.
5. A veces tenemos que asumir papeles incómodos, poco populares.
6. No podemos sucumbir en las situaciones de crisis. Tenemos que aprender a ver nuestros progresos.
7. Muchas veces no podemos permitirnos bajar el listón ni desanimarnos: ¡Hay solución!

(fuente: www.elblogdeoscargonzalez.com)

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