El mundo contemporáneo se ha visto bombardeado por las diferentes ideologías que le incitan a vivir de una manera despreocupada, es decir, sumergirse en una dimensión donde todo se presenta de una manera ligera, la comida, bebidas , golosinas etc., además con esta serie de productos “Light”, la vida, la convivencia social, los roles de trabajo e incluso las diversiones se realizan sin esfuerzo. Dicho de otra manera, es la invitación a la no-trascendencia, a no-complicarse y a no-pensar.
Este tipo de mentalidad tiene un origen especifico ya que, desde hace algún tiempo, los poderosos de este mundo han hecho creer a muchos jóvenes que para alcanzar la felicidad solo se necesita poseer riquezas y disfrutar de los placeres que les ofrece una vida sin complicaciones elevando el egoísmo y promoviendo leyes antimorales que aparentemente consiguen un reconocimiento y un alto “status” social.
Esta cultura, si así se le puede llamar, a tenido un gran auge en el comportamiento de muchos jóvenes que incluso se le denominado “cultura Light” ya que como un cáncer se ha infiltrado en la personalidad de muchos que han optado por un individualismo exagerado, una búsqueda inmediata de satisfacción, el desprecio del prójimo, una escasa profundidad en el abordamiento de un tema, superficialidad, falta de compromiso social o incluso humano, banalidad y liviandad (Marcelo Colussi).
Ahora bien, este “cáncer”, que ataca inmensurablemente el corazón de tantos jóvenes, ha generado que éstos vivan en un sinsentido y solo se dejen llevar por lo más fácil y cómodo y que simplemente no encuentren un por que y un para que.
Otro slogan de esta “cultura” es: “haz lo que quieras” una frase que desemboca en un libertinaje que asfixia la esperanza y se proyecta a un “nihilismo”, es decir, a la nada. Se trata de un “nada te preocupe”, “nada vale la pena”, “nada tiene sentido” etc., tantas consignas que solo orillan a la muerte de los ideales y de la trascendencia.
Esta “onda Light” ha ganado ya varios ambientes de la sociedad, tornándose una subjetividad donde todo es permitido sin importar el Bien Común. Además el aceptar todo con resignación han hecho caer al hombre en un consumismo exacerbado, es decir, buscar la felicidad y la realización solo en lo material como si eso fuera lo perdurable.
Es por eso que en este contexto de ideologías negativas que pisotean la dignidad de la persona humana, los jóvenes no podemos quedarnos con los brazos cruzados, sino, siempre caminar con ideales firmes, metas altas y sobre todo la convicción de que hemos sido creados por Dios para cumplir una misión. El reto de encontrar la autentica felicidad a base de esfuerzo, lucha constante, trabajo y sobre todo la confianza en Él.
Los jóvenes no debemos dejarnos llevar por la mentalidad egocéntrica de unos cuantos y contrarrestar esa cultura opresora de los valores llevando como estandarte la civilización del amor. Civilización que implica un enriquecimiento en la vida espiritual y permite que la inteligencia de la cual fue dotada cada persona alcance sus potencialidades y logre encontrar la verdad expresada en los sentimientos de amistad y amor que se demuestran en la donación diaria a sabiendas que la relación humana es la vocación primera y de allí asimilar las responsabilidades propias como son: la participación en los deberes políticos, el bien común, la justicia social, el respeto de la persona humana, el fomento de valores y la defensa de la vida.
escrito por Hno. Carlos Agustín Cazares Martínez, msp
(fuente: catholic.net)
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