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lunes, 28 de febrero de 2011

El Bautismo, una vida nueva

1. Porque nos hace hijos de Dios: El bautismo es un verdadero acontecimiento que hay que encuadrarlo en la historia de la relación de Dios con el hombre, en la historia de la salvación. Si por esta historia Dios busca hacer partícipe al hombre de su propia vida, por el Bautismo esta participación se hace don y realidad. La vida que en el Bautismo se nos comunica supera toda expectativa humana, toda comprensión racional. Sólo se comprende y se acepta desde la fe. Por esta vida, el bautizado tiene algo de Dios en él: tiene su Espíritu, su libertad, aquello que le permite llamar a Dios, Padre. Porque nos hace hijos de Dios: El bautismo es un verdadero acontecimiento que hay que encuadrarlo en la historia de la relación de Dios con el hombre, en la historia de la salvación. Si por esta historia Dios busca hacer partícipe al hombre de su propia vida, por el Bautismo esta participación se hace don y realidad. La vida que en el Bautismo se nos comunica supera toda expectativa humana, toda comprensión racional. Sólo se comprende y se acepta desde la fe. Por esta vida, el bautizado tiene algo de Dios en él: tiene su Espíritu, su libertad, aquello que le permite llamar a Dios, Padre. Porque nos hace hijos de Dios: El bautismo es un verdadero acontecimiento que hay que encuadrarlo en la historia de la relación de Dios con el hombre, en la historia de la salvación. Si por esta historia Dios busca hacer partícipe al hombre de su propia vida, por el Bautismo esta participación se hace don y realidad. La vida que en el Bautismo se nos comunica supera toda expectativa humana, toda comprensión racional. Sólo se comprende y se acepta desde la fe. Por esta vida, el bautizado tiene algo de Dios en él: tiene su Espíritu, su libertad, aquello que le permite llamar a Dios, Padre. Porque nos hace hijos de Dios: El bautismo es un verdadero acontecimiento que hay que encuadrarlo en la historia de la relación de Dios con el hombre, en la historia de la salvación. Si por esta historia Dios busca hacer partícipe al hombre de su propia vida, por el Bautismo esta participación se hace don y realidad. La vida que en el Bautismo se nos comunica supera toda expectativa humana, toda comprensión racional. Sólo se comprende y se acepta desde la fe. Por esta vida, el bautizado tiene algo de Dios en él: tiene su Espíritu, su libertad, aquello que le permite llamar a Dios, Padre. Porque nos hace hijos de Dios: El bautismo es un verdadero acontecimiento que hay que encuadrarlo en la historia de la relación de Dios con el hombre, en la historia de la salvación. Si por esta historia Dios busca hacer partícipe al hombre de su propia vida, por el Bautismo esta participación se hace don y realidad. La vida que en el Bautismo se nos comunica supera toda expectativa humana, toda comprensión racional. Sólo se comprende y se acepta desde la fe. Por esta vida, el bautizado tiene algo de Dios en él: tiene su Espíritu, su libertad, aquello que le permite llamar a Dios, Padre.

* Porque nos hace partícipes de Cristo: El centro de la historia de la Salvación es Cristo. Y el centro de la vida de Cristo es su muerte y resurrección. El Bautismo actualiza y realiza en nosotros el misterio pascual de Cristo: nos sumerge en su muerte para morir a nuestro egoísmo y pecado, y nos hace partícipes de la resurrección para comunicarnos su amor y su vida. Ser bautizado significa comprometerse con Cristo en la tarea de instaurar el Reino de Dios y participar de su vida gracias a su muerte y resurrección.Porque nos hace partícipes de Cristo: El centro de la historia de la Salvación es Cristo. Y el centro de la vida de Cristo es su muerte y resurrección. El Bautismo actualiza y realiza en nosotros el misterio pascual de Cristo: nos sumerge en su muerte para morir a nuestro egoísmo y pecado, y nos hace partícipes de la resurrección para comunicarnos su amor y su vida. Ser bautizado significa comprometerse con Cristo en la tarea de instaurar el Reino de Dios y participar de su vida gracias a su muerte y resurrección.

* Porque nos comunica el don del Espíritu: Ser "bautizados en el agua y en el Espíritu", quiere decir participar de la vida de Dios, no en virtud del agua, sino por la fuerza del Espíritu, que es la vida de Dios en nosotros. Por eso en la tradición de la Iglesia siempre se ha bautizado empleando la fórmula trinitaria: "En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santos". Porque nos comunica el don del Espíritu: Ser "bautizados en el agua y en el Espíritu", quiere decir participar de la vida de Dios, no en virtud del agua, sino por la fuerza del Espíritu, que es la vida de Dios en nosotros. Por eso en la tradición de la Iglesia siempre se ha bautizado empleando la fórmula trinitaria: "En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santos". Porque nos comunica el don del Espíritu: Ser "bautizados en el agua y en el Espíritu", quiere decir participar de la vida de Dios, no en virtud del agua, sino por la fuerza del Espíritu, que es la vida de Dios en nosotros. Por eso en la tradición de la Iglesia siempre se ha bautizado empleando la fórmula trinitaria: "En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santos". Porque nos comunica el don del Espíritu: Ser "bautizados en el agua y en el Espíritu", quiere decir participar de la vida de Dios, no en virtud del agua, sino por la fuerza del Espíritu, que es la vida de Dios en nosotros. Por eso en la tradición de la Iglesia siempre se ha bautizado empleando la fórmula trinitaria: "En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santos". Porque nos comunica el don del Espíritu: Ser "bautizados en el agua y en el Espíritu", quiere decir participar de la vida de Dios, no en virtud del agua, sino por la fuerza del Espíritu, que es la vida de Dios en nosotros. Por eso en la tradición de la Iglesia siempre se ha bautizado empleando la fórmula trinitaria: "En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santos".

(fuente: club.telepolis.com/ritusky)

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