Todo comenzó así: la semana pasada pedí un préstamo - le dijo un trabajador a otro -, me lo negaron porque estamos en bancarrota. EL amigo corrió a contarle a alguien más: "¿Ya supiste? ¡me enteré que van a cerrar nuestra fuente de trabajo!" El nuevo portador de la noticia comentó a otro: "los dueños de la fábrica van a huir del país y nos echarán a la calle sin indemnizarnos".
Cada transmisor le fue agregando a la nota un poco de su cosecha. Los trabajadores se unieron y pidieron ayuda a un sindicato destructivo. Se fueron a huelga con peticiones excesivas y pusieron a la compañía en una crisis de la que no pudo recuperarse.
¿Difícil de creer? Ocurre a diario.
¿Has oído la expresión "calentarle la cabeza a alguien"? Es nuestro deporte favorito. ¡Hablar mal de otros! Suponer historias que destruyen.
Vé o escucha programas de espectáculos. Seudoperiodistas insinuosos buscan morbosidad, inventan chismes, meten el dedo en la llaga del que está lastimado, y construyen con pedazos inconexos miserables historias de gente famosa: mentiras, amantes, peleas, divorcios, litigios, drogas, promiscuidad, excentricidades. ¡Y lo peor de esa basura es que tiene el mayor rating! A la gente le encanta oir chismes que ataquen o desacrediten a otros.
¿Verdad que el jefe es un corrupto? ¿y qué me dices de los políticos, el presidente y los policías? ¡Ah, y no te cuento del vecino que se compró un carro nuevo! Tiene dinero porque hace negocios sucios. Además engaña a su mujer...
Un mesero que trabaja en cierto restaurante popular me decía: "En los desayunos, todos se la pasan murmurando del que no está ahí. Es impresionante. Si estuviera prohibido hablar mal de los otros, habría silencio...
Por otro lado, los rumores de catastrofismo corren como polvorín. Nos sentimos engañados, atrapados, enfadados. Las palabras de miedo provocan miedo y el miedo caos.
¿Recuerda lo que pasó en el centro nocturno News Divine? Se vendían bebidas alcohólicas a menores de edad. la policía hizo un operativo de inspección y quiso sondear si los muchachos tenían drogas. Les pidió que abandonaran el lugar para revisarlos. Pero el problema real empezó cuando se corrió el rumor entre los jóvenes que si salían rápido evitarían ser extorsionados. Cientos de muchachos se agolparon en el pasillo de metro y medio tratando de escapar al mismo tiempo. Las imágenes grabadas son espeluznantes. Se aplastaron. Hubieron varios muertos por asfixia.
Calentarnos la cabeza unos a otros con palabras de miedo y odio es lo que nos mantiene histéricos.
Seguramente, te hab llegado correos electrónicos que dicen:
"La crisis ha sido creada por políticos maquiavélicos; las empresas farmacéuticas diseminaron el virus de la influenza, los de arriba nos han manipulado para beneficiarse. ¡Nos quieren manipular otra vez para distraernos!"
¿Distraernos de qué? Ya estamos destruidos con nuestra manía destructiva de hablar en vez de trabajar. ¡Deja de transmitir ese tipo de correos!
Asimílalo de una vez.
¡El problema económico se va a resolver! Siempre ha sido así. La influenza desaparecerá. Las cloacas del crimen organizado volverán a cerrarse y las ratas regresarán a las coladeras. El mundo no se va a acabar. Ni el mal triunfará sobre el bien. A la larga, todos tendremos el lugar que nos ganamos.
Los problemas pagar un precio de acción y atención. No de chismes. No de habladurías. ¡De trabajo!
No tengas miedo.
¡No debes tener miedo!
¡Actúa! Que tu casa y mi casa estén llenas de pasión por vivir. Que ninguna crisis por temor te quite la alegría de existir y el privilegio de trabajar hasta la extenuación si es necesario para ayudar y servir a la gente que amas...
Si todos hacemos eso, la crisis pronto pasará a la historia.
(*) Escrito por Carlos Cuauhtémoc Sánchez
estracto de su Libro Nuevo Sobre la Crisis, próximo a ser publicado en todo el mundo.
(fuente: http://carloscuauhtemoc.com/portal/)
estracto de su Libro Nuevo Sobre la Crisis, próximo a ser publicado en todo el mundo.
(fuente: http://carloscuauhtemoc.com/portal/)
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