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jueves, 4 de junio de 2009

No todo está perdido

A la hora de informar, usualmente, diarios y noticieros suelen convertirse en una cloaca de la realidad cotidiana. Aunque no sea simpático reconocerlo, el morbo resulta reedituable para los los empresarios propietarios de los medios masivos de comunicación. Y sí, aunque contaminen muchas mentes, vende mucho más las noticias de escándalos, crímenes y corrupción que las buenas noticias. Estamos tan habituados a eso que, como bien dice ese dicho popular, "más ruido hace un árbol que cae que todo un bosque que crece".

Anteayer, dos diarios de la Provincia de San Juan pusieron en primera plana una noticia de esas que son como una brisita fresca para el alma, de esas que nos pueden alimentar nuestra esperanza en la humanidad.

La noticia fue que Liliana Romero, una mujer humilde y trabajadora, iba una mañana en su motito y se detuvo en una esquina; para su sorpresa, vio en una cuneta un paquete que contenía la suma de cien mil pesos. Contrariamente a lo que muchos creerían que hubiera hecho, Liliana salió rápidamente a buscar al propietario del dinero hasta que lo encontró, le devolvió lo que había extraviado y no aceptó ningún tipo de recompensa.

El dueño de ese dinero era un hombre mayor que había venido en compañía de su hija desde la vecina Provincia de Mendoza a comprar unas tierras en San Juan para sembrar cebolla; apenas notó que había perdido el dinero, producto del gran nerviosismo y desazón, se descompuso. Minutos más tarde, Liliana llegó hasta donde estaba el hombre y pudo darse cuenta de que era él el propietario del dinero y no dudó en devolvérselo; después, le contó a Diario de Cuyo que "Lo primero que pensé cuando vi a ese hombre al punto de un infarto, fue en mi papá, al que hace unos meses le robaron una moto y casi se muere".

Liliana es costurera, tiene un pequeño taller comunitario en su domicilio particular y su marido es pintor de obra pero no tiene trabajo fijo.

Diario de Cuyo hizo un raconto de casos similares a este, los cuales se mencionan a continuación:

Enero de 1998: Jorge Mario Echegaray encontró en un carrito de almacén un maletín con $11.500. Fue en su lugar de trabajo, la verdulería de un supermercado. El hombre devolvió a su dueño el dinero.

→ Julio de 2003: Dos policías del Comando Radioeléctrico devolvieron $200.000 a un hombre que se había olvidado su tarjeta de débito en un cajero y en condiciones de realizar cualquier operación. Fueron Carlos Lima y José Cuello

→ Abril de 2004: Alfredo Balmaceda (44) devolvió al Banco Nación $18.000 que le habían depositado de más en su cuenta. En ese momento era tesorero de la Asociación Argentina de Telecomunicaciones.

→ Noviembre de 2005: Antonio Agüero, portero de una escuela, encontró $260.000 en una vereda céntrica. El hombre devolvió el dinero. A cambio pidió ayuda para la escuela en la que trabaja, en Chimbas.


El que es fiel en lo poco...

El ejemplo que nos da Liliana es muy bueno y nos puede hacer reflexionar en varios aspectos. Todos reclamamos airadamente honestidad de parte de los políticos que dirigen los destinos de los países y provincias. Y como ciudadanos tenemos todo el derecho a exigir honestidad de parte de nuestras clases dirigenciales.

Pero también es bueno repensar y evaluarse como somos a la hora de vivir cotidianamente. Hasta qué punto somos honesto en nuestros trabajos y estudios, hasta qué punto somos honestos con nuestros familiares y amigos. Qué es lo que tenemos por mejorar.

Bien nos dice el Señor que "el que es fiel en lo poco, es fiel en lo mucho" (Lc 16,10). En pequeñas actitudes cotidianas se puede demostrar cuan fieles somos al Evangelio. De cada pequeña cosa que hagamos día a día se puede ir construyendo la propia santidad, en Dios.

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