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viernes, 25 de febrero de 2011

Ser cristianos en la era de Facebook

(ZENIT.org).- La verdad y la autenticidad son el programa y el manual de instrucciones que ofrece Benedicto XVI a los cristianos presentes en Internet y las redes sociales, explica Guillaume Anselin, especialista de comunicación de marcas e instituciones.

En esta entrevista, Anselin, quien ha trabajado en puestos de dirección de algunos de los grupos de comunicación más importantes como McCann Erickson, Ogilvy y Publicis, comenta con ZENIT el mensaje que el Papa ha enviado con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales.

- "Las nuevas tecnologías no modifican sólo el modo de comunicar, sino la comunicación en sí misma", afirma Benedicto XVI. ¿Nos encontramos ante una post-cultura?

- Guillaume Anselin: El Santo Padre constata que "nace un nuevo modo de aprender y de pensar, así como nuevas oportunidades para establecer relaciones y construir lazos de comunión". De este modo no sólo hace referencia al canal Internet, sino a una nueva "era digital", signo de una nueva cultura en la que ya hemos entrado.

La era digital es una sociedad de "todo-comunicación", conectada en permanencia, en la que se redefine la relación individual con el mundo, con los demás, y la manera de consumir o producir información. En esta era "digital", la información circula prioritariamente a través de "círculos sociales", con el riesgo de dar más crédito a los que están más extendidos ("popularizados" por los "amigos" reales o virtuales) que a las fuentes oficiales. El peligro consiste evidentemente en una visión deformada de la realidad.

Supone, además, la abolición de las fronteras y distancias, una cultura de la imagen más que de la escritura, una sociedad "conversacional", en la que el contenido es el objeto mismo de la conversación a gran escala.

Es un fenómeno cultural inédito y reciente: social, mediático, de información inmediata que no deja tiempo para respirar, con sus comunidades de interés, y unos dos mil millones de personas conectadas en todo el mundo. Basta recordar que hace seis años Facebook, YouTube, Twitter, tan presentes en nuestra vida diaria, no existían.

En el caso de los países de cultura mediática intensa podemos hablar efectivamente de post-cultura, en el sentido de un giro hacia una "sociedad digital".

- "Los jóvenes están viviendo este cambio en la comunicación con todas las aspiraciones, las contradicciones y la creatividad propias de quienes se abren con entusiasmo y curiosidad a las nuevas experiencias de la vida", explica el Papa. ¿Cuáles son los riesgos y desafíos?

- Guillaume Anselin: La era digital implica evidentemente a un salto generacional. La televisión de nuestros padres ya no es la de hoy. Con la llegada del "todo multimedia" se da una intensa migración de públicos jóvenes al mundo digital (Internet, móviles...). Mañana habrá generaciones enteras que habrán conocido desde siempre Facebook como principal canal de proximidad para informarse, hablar o encontrarse.

Internet ejerce una fascinación: nos encontramos con un medio personal en el que puedo construirme la identidad que quiero, medirme con los demás, estar "conectado" y hablar de lo que quiero con quien quiero. Un lugar en el que puedo crear algo, sumergirme en universos preexistentes, jugar, escuchar música, ver vídeos, leer...

Se percibe Internet como el "último mundo libre", democrático, pues permite la expresión de todas las opiniones minoritarias, sin obligaciones ni consecuencias... y en aparente seguridad para quien lo utiliza.

El peligro, como explica el Papa, es el de la convivencia de dos identidades, una digital (un avatar de sí mismo) y otra real, así como dos vidas paralelas: una real y contingente y la otra virtual y fácil, aunque también sumamente real, pues ocupa una parte importante de mis días.

El desafío es la construcción de la persona, su unidad de vida, y la formación de la conciencia, gracias a una utilización equilibrada de Internet en lo que tiene de mejor: un maravilloso instrumento práctico y lúdico, cuando sabemos utilizarlo. Pues encontrar una información en Internet no significa siempre encontrar una solución.

- "Existe un estilo cristiano de presencia también en el mundo digital", afirma el Papa, quien llama al cristiano a "dar testimonio coherente" del Evangelio en la era digital. ¿Cómo responder a esta invitación del Papa?


- Guillaume Anselin: El Papa nos ofrece un programa y un manual de instrucciones muy claro: la verdad y la autenticidad. ¡En cuestión de estrategia de comunicación no podría hacer una propuesta mejor ! Es un aliento a comprometerse sin tener miedo y con lucidez. Podemos quedarnos con tres aspectos importantes para el comunicador cristiano.

1. En primer lugar, la verdad ante todo, pues en materia de fe nosotros, los cristianos, no tenemos nada mejor que ofrecer en respuesta a esa sed inscrita en el corazón de los hombres. En una época cada vez más saturada de información, esto quiere decir estar presente y dar razones: fuentes fiables de la doctrina (visibles, con un lenguaje accesible), y testimoniar con sencillez aquello en lo que creemos y la manera en que lo vivimos, con los medios a nuestra disposición (la información, la narración, los vídeos, los foros, los blogs... etc.

Implica también restablecer un equilibrio en el ecosistema digital, y dar a los jóvenes dos elementos esenciales: el derecho a saber y a elegir. Ser "cooperatores Veritatis" [colaboradores de la Verdad, eslogan de Benedicto XVI ndr.] para anunciar el Evangelio, y favorecer un encuentro personal con Jesús que es el Camino, la Verdad y la Vida.

En otras palabras: no estar decididamente presente en el continente digital es una contra-verdad. Es un deber de justicia y un servicio a la caridad en un mundo en aceleración, en el que con frecuencia se trata de borrar la dimensión espiritual y el valor del mensaje cristiano.

2. Para lograrlo, el Santo Padre nos ofrece el manual de instrucciones: hay que ser auténtico..., con coherencia, con constancia, para entrar en diálogo con el Otro. Ser uno mismo, sin ceder para nada en lo fundamental, con una escucha activa para hacerse todo a todos.

Como nos ha dicho en varias ocasiones Benedicto XVI, el estilo cristiano no trata de gustar, corriendo el riesgo de desvirtuar aquello que hemos recibido. Nuestra comunicación es afirmación alegre, positiva... y delicada. Es también coherente, a tiempo y a destiempo. Es social, pues se integra en las culturas de nuestro tiempo. Es evangelización para tocar los corazones y las inteligencias. Es unidad para apoyar a todas las realidades pastorales y eclesiales.

Pero el Santo Padre nos alerta también ante la tentación del "todo digital", pues las tecnologías deben permitir el acercamiento a una práctica de fe, vivida en nuestras comunidades cristianas, en Iglesia.

3. La verdad, por último, merece una nueva actitud. Por este motivo, Benedicto XVI concluye invitándonos a una "creatividad responsable" y a un sentido de "escrupulosa profesionalidad". Hacen falta particulares competencias, pues Internet exige hoy una actitud totalmente profesional y medios adecuados. Tenemos que edificar las catedrales del saber, los atrios y las ágoras del continente digital... formado de bulevares y plazas, pero también de rincones en los que se pierden las personas.


- "Mantener vivas las cuestiones eternas sobre el hombre". Como dice Benedicto XVI, la búsqueda de sentido y respuestas sobre la fe y la vida es intensa entre nuestros contemporáneos. ¿Qué ofrece en este sentido el continente digital?

- Guillaume Anselin: La oferta es diversificada pero también sumamente fragmentada. A muchas iniciativas les cuesta encontrar su audiencia por falta de recursos, de oferta editorial, o porque les es difícil ir más allá de los públicos tradicionales. Para entrar en una web católica hay que serlo, al menos un poco...

La fuerza de los grandes proyectos en Internet es su dimensión claramente multimedial y una inteligencia conectiva, a partir de una necesidad claramente identificada. En el campo de la fe, faltan iniciativas en las que, más allá de publicar noticias de actualidad, se ofrezcan respuestas sencillas en los formatos más variados a las cuestiones que se plantean las personas sobre la fe, la vida y la sociedad.

Tenemos que responder a esta cuestión eterna del hombre, su deseo de trascendencia, con proyectos grandes, interactivos, que transmitan lo que hemos recibido.

Responder al "por qué" y al "cómo" con creatividad, modernidad, y apoyar el trabajo pastoral de las personas sobre el terreno: sacerdotes, educadores, religiosos, catequistas, religiosos, y todos aquellos que en el mundo invierten sus energías en la producción de blogs y páginas web.

En el fondo no es nada nuevo: pues al igual que los cristianos se comprometieron antaño a favor del progreso de las sociedades en nuestras ciudades y campos, del mismo modo el continente digital espera también nuestra presencia visible, serena, a la altura de los desafíos de esta "sociedad digital".

Por Jesús Colina
(fuente: www.zenit.org)

Acerca del OPTIMISMO

Forjar un modo de ser entusiasta, dinámico, emprendedor y con los pies sobre la tierra, son algunas de las cualidades que distinguen a la persona optimista.

El optimismo es el valor que nos ayuda a enfrentar las dificultades con buen ánimo y perseverancia , descubriendo lo positivo que tienen las personas y las circunstancias, confiando en nuestras capacidades y posibilidades junto con la ayuda que podemos recibir.

La principal diferencia que existe entre una actitud optimista y su contraparte –el pesimismo- radica en el enfoque con que se aprecian las cosas: empeñarnos en descubrir inconvenientes y dificultades nos provoca apatía y desánimo. El optimismo supone hacer ese mismo esfuerzo para encontrar soluciones, ventajas y posibilidades; la diferencia es mínima, pero tan significativa que nos invita a cambiar de una vez por todas nuestra actitud.

Alcanzar el éxito no siempre es la consecuencia lógica del optimismo, por mucho esfuerzo, empeño y sacrificio que pongamos, algunas veces las cosas no resultan como deseábamos. El optimismo es una actitud permanente de “recomenzar”, de volver al análisis y al estudio de las situaciones para comprender mejor la naturaleza de las fallas, errores y contratiempos, sólo así estaremos en condiciones de superarnos y de lograr nuestras metas. Si las cosas no fallaran o nunca nos equivocáramos, no haría falta ser optimistas.

Normalmente la frustración se produce por un fracaso, lo cual supone un pesimismo posterior para actuar en situaciones similares. La realidad es que la mayoría de nuestro tropiezos se dan por falta de cuidado y reflexión. ¿Para qué sirve entonces la experiencia? Para aprender, rectificar y ser más previsores en lo futuro.

El optimista sabe buscar ayuda como una alternativa para mejorar o alcanzar los objetivos que se ha propuesto, es una actitud sencilla y sensata que en nada demerita el esfuerzo personal o la iniciativa. Sería muy soberbio de nuestra parte, pensar que poseemos el conocimiento y los recursos necesarios para salir triunfantes en toda circunstancia.

Cualquiera que ha sido campeón en alguna disciplina, llegó a colocarse en la cima por su esfuerzo, perseverancia y sacrificio, pero pocas veces, o mejor dicho nunca, se hace alusión a su optimismo, a esa entrega apasionada por alcanzar su fin, conservando la confianza en sí mismo y en las personas que colaboraron para su realización. El optimismo refuerza y alienta a la perseverancia.

El optimista no es ingenuo ni se deja llevar por ideas prometedoras, procura pensar y considerar detenidamente todas las posibilidades antes de tomar decisiones. Si una persona desea iniciar un negocio propio sin el capital suficiente, sin conocer a fondo el ramo o con una vaga idea de la administración requerida, por muy optimista que sea seguramente fracasará en su empeño, ya que carece de las herramientas y fundamentos esenciales para lograrlo.

En otras circunstancias nos engañamos e inventamos una falsa realidad para hacernos la vida más fácil y cómoda. Basta mencionar al estudiante que se prepara poco y mal antes de sus evaluaciones, esperando obtener la calificación mínima y necesaria para “salir del paso”, sin darse cuenta que su falso optimismo lo llevará –tarde o temprano- al fracaso.

Se podría pensar que el optimismo nada tiene que ver con el resto de las personas, sin embargo, este valor nos hace tener una mejor disposición hacia los demás: cuando conocemos a alguien esperamos una actitud positiva y abierta; en el trabajo, una personalidad emprendedora; en la escuela, profesores y alumnos dedicados. Si nuestras expectativas no se cumplen, lo mejor es pensar que las personas pueden cambiar, aprender y adaptarse con nuestra ayuda. El optimista reconoce el momento adecuado para dar aliento, para motivar, para servir.

En la amistad y en la búsqueda de pareja también es necesario ser optimista. Algunas personas se encierran en sí mismos después de los fracasos y las desilusiones, como si ya no existiera alguien más en quien confiar. El optimismo supone reconocer que cada persona tiene algo bueno, con sus cualidades y aptitudes, pero también sus defectos, los cuales debemos aceptar y buscar la manera de ayudarles a superarlos.


El paso hacia una actitud optimista requiere de una disposición más entusiasta y positiva, es tanto como darle la vuelta a una moneda y ver todo con una apariencia distinta:

- Analiza las cosas a partir de los puntos buenos y positivos, seguramente con esto se solucionarán muchos de los inconvenientes. Curiosamente, no siempre funciona igual a la inversa.

- Haz el esfuerzo por dar sugerencias y soluciones, en vez de hacer críticas o pronunciar quejas.

- Procura descubrir las cualidades y capacidades de los demás, reconociendo el esfuerzo, el interés y la dedicación. Esto es lo más justo y honesto.

- Aprende a ser sencillo y pide ayuda, generalmente otras personas encuentran la solución más rápido.

- No hagas alarde de seguridad en ti mismo tomando decisiones a la ligera, considera todo antes de actuar pues las cosas no se solucionan por sí mismas. De lo contrario es imprudencia, no optimismo.

No es más optimista el que menos ha fracasado, sino quien ha sabido encontrar en la adversidad un estímulo para superarse, fortaleciendo su voluntad y empeño; en los errores y equivocaciones una experiencia positiva de aprendizaje. Todo requiere esfuerzo y el optimismo es la alegre manifestación del mismo, de esta forma, las dificultades y contrariedades dejan de ser una carga, convirtiéndonos en personas productivas y emprendedoras.

jueves, 24 de febrero de 2011

Irradiando a Cristo

Oh, Amado Jesús.

Ayúdame a esparcir Tu fragancia
por donde quiera que vaya.
Inunda mi alma con Tu Espíritu y Vida.
Penetra y posee todo mi ser tan completamente,
que mi vida entera sea un resplandor de la Tuya.
Brilla a través de mi y permanece tan dentro de mí,
que cada alma con que me encuentre pueda sentir Tu presencia en la mía.
¡Permite que no me vean a mi sino solamente a Jesús!

Quédate conmigo y empezaré a resplandecer como Tú,
a brillar tanto que pueda ser una luz para los demás.
La luz oh, Jesus, vendrá toda de Tí, nada de ella sera mia;
serás Tú quien resplandezca
sobre los demás a través de mi.
Brillando sobre quienes me rodean,
permíteme alabarte como mas te gusta.

Permíteme predicarte sin predicar,
no con palabras sino a través de mi ejemplo,
a través de la fuerza atractiva,
de la influencia armoniosa de todo lo que haga,
de la inefable plenitud del amor
que existe en mi corazón por Tí.

Amén.

(Oración que rezan las Misioneras de la Caridad después de la misa cada día)

El Ángelus

El Ángel del Señor anunció a María.
Y ella concibió por obra del Espíritu Santo.

Dios te salve, María;
llena eres de gracia;
el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.


He aquí la esclava del Señor.
Hágase en mí según tu palabra.

Dios te salve, María;
llena eres de gracia;
el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

La palabra se hizo carne.
Y acampó entre nosotros.

Dios te salve, María;
llena eres de gracia;
el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Oremos

Derrama, Señor tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección.

Por Cristo, nuestro Señor.

Amén.


El Ángelus, devoción de origen franciscano, que para el Diccionario de la Real Academia Española es «Oración en honor del misterio de la Encarnación», hace una síntesis admirable del mismo, de las personas que intervienen en tan gran acontecimiento y de la misión o actitud de cada una de ellas, con palabras tomadas del mismo Evangelio. En su extremada brevedad, ofrece materia sólida a la vez que asequible para la meditación cotidiana del creyente. San Lucas refiere que el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. El ángel le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Luego añadió: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús.» María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» El ángel le aclaró: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios.» Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Días después, María fue a casa de Zacarías y saludó a Isabel, la cual exclamó: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno» (cf. Lc 1,26ss). A modo de conclusión, San Juan añade en el prólogo de su Evangelio: «Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros» (Jn 1,14)

(fuente: www.franciscanos.org)

miércoles, 23 de febrero de 2011

¿Por qué los católicos rezan a los Santos?

Contrario a lo que creen, predican y discuten los cristianos no-católicos, la Biblia sí nos invita a solicitar en la oración la intercesión de los santos.

Desde el Antiguo Testamento vemos sugerencias en este sentido:

"Bendigan al Señor todos sus Angeles, héroes poderosos que ejecutan sus órdenes apenas oyen el sonido de su palabra. Bendigan al Señor todos sus ejércitos, servidores que hacen su voluntad ... Bendice alma mía al Señor” (Sal. 103, 20-21).

“Alaben al Señor desde los cielos, alábenlo en las alturas, alábenlo todos sus Angeles, alábenlo todos sus ejércitos” (Sal. 148, 1-2).

Cuando San Rafael Arcángel descubre su verdadera identidad a Tobías y Sara, le hace saber esto: “Cuando tú y Sara rezaban, yo presentaba tus oraciones al Señor” (Tob. 12, 12).

Tanto los Angeles, como los Santos, son intercesores activos ante Dios por nosotros los seres humanos.

San Juan en el Apocalipsis expresamente nos hace saber que esto es así, cuando nos describe a los Santos ofreciendo nuestras oraciones a Dios. Los describe como “los veinticuatro ancianos” (los guías del pueblo de Dios en el Cielo) “que tenían en sus manos arpas y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos” (Ap. 5, 8).

Así que los Santos, aquellos seres humanos que nos han precedido en la gloria eterna, interceden por nosotros ante Dios de manera activa y continua, como también lo hacen los Angeles de Dios.

Interceder significa que oran por nosotros personas que están en la tierra y muy especialmente los que están en el Cielo, Angeles y Santos. Pero también oran con nosotros. Y no es invento o imaginación de los católicos.

He aquí lo que nos revela San Juan en el Apocalipsis:


“Entonces vino otro Ángel y se paró delante del altar de los perfumes con un incensario de oro. Le dieron muchos perfumes para que los ofreciera con las oraciones de todos los santos ... y la nube de perfumes, junto con las oraciones de los santos, se elevó de las manos del Angel hasta la presencia de Dios” (Ap. 8, 3-4).

Jesús mismo nos hace saber que nuestros Ángeles de la Guarda interceden directamente ante el Padre por nosotros: “Sus Ángeles en el Cielo contemplan sin cesar la cara de mi Padre que está en los Cielos” (Mt. 18, 10).

Ahora bien, es cierto que San Pablo dice: “Único es Dios, único también es el mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, verdadero hombre” (1 Tim. 2, 5).

Pero esto no significa que no podemos o no debemos pedir a otros cristianos que oren por nosotros.

De hecho el mismo San Pablo recomienda que se hagan “peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres”, recalcando que “estas oraciones son buenas y Dios nuestro Salvador las escuchará” (1 Tim. 2, 1-3). ¿Qué es esto sino intercesión y mediación de unos por los otros?

Muy especialmente debemos solicitar la intercesión de los cristianos que ya están en el Cielo, aquéllos que han sido ya santificados plenamente, porque -según nos dice Santiago en su Carta- “la súplica del justo tiene mucho poder” (St. 5, 16).

Adicionalmente, la enseñanza de los Padres de la Iglesia no sólo testimonia su claro reconocimiento a la enseñanza bíblica de que los que están en el Cielo pueden y de hecho interceden por nosotros, sino que aplicaban esta enseñanza a su propia vida de oración:


“Que a través de sus oraciones y súplicas, Dios recibiera nuestra petición” (San Cirilo de Jerusalén, 350 AD).


“Vosotros santos interceded por nosotros que somos hombres tímidos y pecadores, llenos de pereza, para que la gracia de Cristo pueda venir sobre nosotros, e iluminad nuestros corazones para que podamos amarle” (San Efrén, 370 AD).


“Por la orden de tu Hijo unigénito nos comunicamos con la memoria de tus Santos ... por cuyas 
oraciones y súplicas tened misericordia de nosotros” (de la Liturgia de San Basilio, 373 AD).

“Sí, estoy seguro que la intercesión de (Cipriano) es de más utilidad ahora que su instrucción en días pasados, ya que está más cerca de Dios, ahora que se ha librado de sus ataduras corporales” (San Gregorio de Nacianceno, 380 AD).

“Celebramos ... la memoria de los Mártires, tanto para estimular el que sean imitados, como para participar de sus méritos y ser auxiliados por sus oraciones” (San Agustín, 400 AD).

(fuente: www.homilia.org)

martes, 22 de febrero de 2011

El Sacramento de la Reconciliación es una Gracia de Dios

1. Necesidad de la reconciliación

El cristiano se siente comprometido por su fe en un tipo de vida donde no debería caber el pecado, sino el ideal de una vida en el amor, pero es consciente de su fragilidad. Por eso, reconoce cómo su vida transcurre entre el gozo de ser salvado por Cristo y la experiencia de que aún esa salvación no es plena. De este modo, su fe va unida a una necesidad permanente de conversión. La fe no es un objetivo conquistado, sino una experiencia de fidelidad constante a lo largo de toda la vida. La fe que se inicia en el Bautismo necesita ser renovada cada día en la conversión permanente de la vida cristiana.

La reconciliación como acogida del perdón gratuito de Dios que perdona y convoca a una nueva vida se centra así en la conversión y por eso tiene un lugar central en la dinámica de la vida creyente.


2. ¿Qué es la reconciliación?

La reconciliación es la dimensión más profunda de la fe del cristiano, pues responde al plan pensado por Dios: reconciliar a todos los hombres entre si con El.

(Ef 1,3-14). Esta obra de reconciliación llega a realizarse plenamente en Jesucristo; en El se da la máxima unión entre Dios y el hombre. La Iglesia, comunidad de creyentes, ha recibido de Cristo la misión de continuar a lo largo de la Historia esamisma obra de reconciliación. Y esta misión la realiza y la expresa mediante el sacramento de la reconciliación que es un encuentro que salva y compromete.


3. Elementos del sacramento de la reconciliación

* Dios Padre: que toma la iniciativa de la reconciliación y la hace posible por su amor.

* La Iglesia: que colabora y hace visible sacramentalmente ese encuentro que re concilia.

* El hombre pecador y penitente: que busca, acoge y participa activamente en la obra de la reconciliación, convirtiéndose.

(fuente: http://club.telepolis.com/ritusky)

Para hacer un Examen de Conciencia para recibir el Sacramento de la Reconciliación, hacer click aquí.

lunes, 21 de febrero de 2011

Diez claves para orar a Dios

1.- Comienza por saber escuchar. El Cielo emite noche y día.

2.- No ores para que Dios realice tus planes, sino para que tu interpretes los planes de Dios.

3.- Pero no olvides que la fuerza de tu debilidad es la oración. Cristo dijo: «Pedid y recibiréis»

4.- El pedir tiene su técnica. Hazlo atento, humilde, confiado, insistente y unido a Cristo.

5.- ¿No sabes qué decirle a Dios? Háblale de vuestros mutuos intereses. Muchas veces. Y a solas.

6. -No conviertas tu oración en un monólogo, harías a Dios autor de tus propios pensamientos.

7. - Cuando ores no seas ni engreído, ni demasiado humilde. Con Dios no valen trucos. Sé cual eres.

8.-¿Y las distracciones involuntarias? Descuida. Dios, y el sol, broncean con solo ponerse delante.

9. - Si alguna vez piensas que cuando hablas a Dios Él no te responde..., lee la Biblia.

10.-No hables nunca de «ratos de oración»; ten «vida de oración».

(fuente: webcatolicodejavier.org)
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