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sábado, 5 de marzo de 2011

Preparando el corazón para una buena Confesión

"Dejaos reconciliar por Dios". No anteponer nada al amor de Cristo

1.- Pide a Dios que te ayude a sentirte pecador:

El arrepentimiento es una visita de Dios, una señal de su amor. Por eso, antes de acercarnos, es importante que oremos con un corazón arrepentido.

2.- Examina tu conciencia

A menudo, el pecado se esconde en lo más recóndito de nuestro corazón, y muchas veces, ni nosotros mismos somos capaces de verlo, o no lo llamamos pecado, sino costumbre, o cosa hecha por todos. Examina con atención tu conciencia, para ello te pueden servir los mandamientos, o las bienaventuranzas.

Las preguntas que tienes a continuación también te pueden ayudar.

Amaras al señor tu Dios con todo tu corazón

• ¿Es firme mi fe en Dios? ¿Qué me impide que Dios sea lo más importante para mí? ¿Qué hago para robustecer mi fe?

• ¿Rezo asiduamente por la mañana y por la noche? ¿Participo en la Eucaristía sobre todo los domingos? ¿Ofrezco a Dios mis trabajos y mis preocupaciones? ¿Me preocupo por estudiar y profundizar en la Palabra de Dios?

• ¿Hay otros dioses que habitan mi corazón? ¿Qué ídolos me construyo?

Amaos mutuamente, como yo os he amado

• ¿Tengo un auténtico amor al prójimo? ¿Abuso de mis hermanos usándolos para mis fines? ¿Me porto como no quisiera que se portaran conmigo?

• En el seno de mi familia ¿colaboro para que exista la paz, el amor, las buenas relaciones?.

• ¿Comparto lo mío con los demás? ¿Qué tiempo, cualidades, dinero pongo, de hecho, a disposición de los demás? ¿Cómo me intereso por las cosas de las personas que viven conmigo, en mi casa, trabajo, ciudad ... ? ¿Cumplo con mis obligaciones ciudadanas?.

• ¿Soy servicial, laborioso, cuidadoso, cumplidor en el trabajo que realizo?

• ¿Cumplo la palabra que doy? ¿Digo de los demás calumnias, mentiras, verdades a medias o por el contrario digo siempre lo justo?

• ¿Me siento separado de alguien por riñas, disputas, peleas? ¿He hecho daño a otro con burlas o de manera física? ¿Me siento dispuesto a la paz o engendro violencia y venganza?

• Si hay personas a tu cargo ¿Te has preocupado por darles siempre lo mejor de ti mismo? ¿Las has utilizado para tus propios fines?

• ¿He robado algo a alguien? ¿He restituido o reparado ese daño?

Sed perfectos como vuestro padre es perfecto

• ¿Me esfuerzo por avanzar en la vida espiritual? ¿Me esfuerzo en dominar mis vicios y mis malas inclinaciones? ¿He sido soberbio? ¿He impuesto mi voluntad a todo trance pasando por encima de los demás?

• ¿Qué uso hago de mi tiempo, de mis fuerzas, de los dones que Dios me ha dado? ¿Vivo en la ociosidad o la pereza?.

• ¿He procurado poner siempre mi sexualidad al servicio de un auténtico amor o por el contrario he usado de ella solo por diversión?.

• ¿Trato siempre de actuar con la libertad de conciencia de los hijos de Dios, o me siento atado por algo o por alguien?

3.- Pide perdón

Después de haber examinado tu conciencia, quédate en silencio pidiendo a Dios y a su Iglesia perdón. Puedes hacerlo con tus propias palabras o con una oración:

Misericordia Señor, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa, lava del todo mi delito, limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado, contra Ti, contra Ti pequé, cometí la maldad que aborreces.

Te gusta un corazón sincero, y en mi interior me llenas de sabiduría, rocíame con el hisopo, quedaré limpio, lávame, quedaré más blanco que la nieve.

Hazme oír el gozo y la alegría que se alegren los huesos quebrantados, aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa.

Oh Dios, crea en mí un corazón puro, afiánzame con espíritu generoso, no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo Espíritu.

4.- Confesión de los pecados

Acércate con confianza. Puedes comenzar con un saludo normal, o diciendo "Ave María Purísima", como prefieras,

Después manifiesta con sencillez las raíces de tus pecados y tu estado de separación de Dios. El sacerdote te puede dar algunas palabras de aliento. Después se señala una obra de penitencia. Y lo invita a que se reconozca pecador. Puedes rezar una breve oración como esta: "Señor Jesús, ten piedad de mí, que soy un pecador".

Finalmente, el sacerdote, en nombre de Dios declara que has sido absuelto de tu culpa (Para leer sobre el verdadero sentido de la culpa, hacer click aquí).

viernes, 4 de marzo de 2011

Oración de Comunión Espiritual

Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente
en el cielo y en el Santísimo Sacramento del Altar.
Te amo sobre todas las cosas
y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma,
pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya te hubiese recibido,
te abrazo y me uno del todo a Vos.

Señor, no permitas que jamás me aparte de Vos.

Amén.

(para orar cuando no se puede recibir la Eucaristía)

Aborto: Ginecólogos reclaman la objeción de conciencia

Dr. Máximo López,
promotor del "Manifiesto por la Vida"
(foto: elzonda.info)
San Juan, 3 Mar. 11 (AICA) “La Ciencia enseña que la vida comienza en la concepción. Negar esta certeza de la biología no es expresión de falta de fe, sino de una carencia de elementales conocimientos de genética humana. Si esta verdad es afirmada también por las religiones, no deja por ello de ser una verdad estrictamente científica”. Así lo expresa un "Manifiesto por la Vida" por medio del cual, 78 médicos ginecólogos se declaran en contra de la despenalización del aborto.

El mensaje, recientemente publicado por el Zonda, está dirigido “a la sociedad de San Juan”, y fue promovido por iniciativa cel doctor Máximo López, médico sanjuanino miembros del Instituto de bioética de la Universidad Católica de Cuyo y colaborador de la ONG “Compromiso por la Familia y la Niñez”.

Mientras en la Cámara de Diputados de la Nación se debate un proyecto de ley que intenta legalizar el aborto en la Argentina”, los gineco-obstetras sanjuaninos intentan “salvaguardar el derecho a la objeción de conciencia”.


El feto no es una víscera del cuerpo de la madre

Entre otras cosas, el manifiesto subraya que “desde el momento que el óvulo es fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla por sí mismo. Afirmar que ‘la mujer puede hacer con su cuerpo lo que ella quiera’ y por lo tanto tiene derecho al aborto, además de ser una afirmación presuntuosa, no tiene en absoluto respaldo de la Ciencia: el embrión no es parte del cuerpo de la madre, ni el feto es una víscera de su cuerpo: el ADN del embrión es distinto del de sus progenitores”.

“Ha de respetarse la vida humana desde el instante de la concepción -expresa el texto-, durante todas las etapas por las que atraviesa la persona hasta su muerte natural; cualquiera que sea el nombre que se le dé al nuevo ser: cigoto, mórula, blastocisto, embrión, feto, neonato, infante, adolescente, joven, adulto, anciano, enfermo en estado terminal… La eliminación de un ser humano inocente es siempre inaceptable, ética y médicamente hablando”.

En ese sentido, se advierte que “el principio ético según el cual ‘el fin no justifica los medios’ está vigente también en Medicina; incluso cuando se presentan gravísimos problemas, quirúrgicos, económicos, sociales, familiares y humanos en general”, ya que “provocar abortos para evitar abortos es tan contradictorio como combatir la muerte ocasionando la muerte, o eliminar la enfermedad, matando al enfermo”.

“Hay momentos en la práctica médica – los médicos también somos humanos – en los que, quizá, los profesionales de la salud no sabremos qué hacer para resolver el problema de una determinada embarazada; pero sí sabemos qué no hacer: matar directamente a su hijo, constituyéndonos en dueños y señores de la vida y de la muerte. Ante la gravedad del hecho que implica el aborto, que devendría si fuera aprobada la legalización del aborto (asesinato de seres humanos inocentes), surge la necesidad por parte de los profesionales de la salud de resguardarnos de participar de tan aberrantes hechos. Es por esto que apelamos a nuestro derecho de actuar, de acuerdo a nuestras convicciones, es decir ejercer la objeción de conciencia”, explican.

Por otro lado, sostienen que “la estrategia más eficaz para prevenir y evitar el aborto es la educación moral y ética, sobre todo en la infancia, la adolescencia y la juventud”, y particularmente consideran que “esta formación deberá impartirse (principalmente en el ámbito familiar), en los temas relativos al valor de la vida, la sexualidad, el amor, el matrimonio y la familia”, puesto que “no basta dar información de los datos biológicos, fisiológicos y anatómicos del cuerpo humano, sino que, además, se ha de impartir formación en los valores, de tal modo que las nuevas generaciones adopten una actitud responsable, ordenada y digna ante la sexualidad y las facultades generativas”.



En los casos de violación

Una mención especial merecen los casos de aborto por violación, en los que se destaca que se debe “castigar al violador, no al niño inocente, fruto del acto delictivo”. Los médicos rechazan “toda situación de atropello a la que la mujer pueda ser expuesta en caso de tal afrenta”, pero sostienen que “si a la mujer violada se le provoca un aborto, no solamente no se la libra del trauma de la violación, sino que se le genera un nuevo trauma, el remordimiento de haber matado a su propio hijo”.

En este caso proponen la adopción como “una estrategia humanitaria de indudable valor”. Asimismo, “en los casos de violación de una mujer discapacitada mentalmente, la solución no está en matar al niño, sino en ayudar a la mujer para que lleve el embarazo hasta el nacimiento” y en “promover un ambiente adecuado para estas mujeres, de modo de prevenir nuevos casos de abusos”.



Conflicto entre la vida de la madre y la vida del hijo

Por último, en las “situaciones de conflicto entre la vida de la madre y la vida del hijo”, el manifiesto declara: “En tales casos el médico puede actuar a la luz del ‘Principio de Doble Efecto’, que establece lo siguiente: Es ética la intervención quirúrgica de la que se siguen dos efectos, uno bueno (salvar la vida del hijo o de la madre) y otro malo (muerte de uno de los dos), si se dan 5 condiciones”:

1 - “Que el fin sea obtener un efecto bueno (salvar a la madre y salvar a su hijo) limitándose a permitir o tolerar uno malo (la muerte de uno de los dos).

2 - “Que la muerte no se busque ni como fin ni como medio, aunque se prevea como consecuencia inevitable”.

3 - “Que el efecto primero e inmediato que se proponga el cirujano sea salvar las dos vidas, y la muerte de uno de los dos, sólo se tolere con disgusto o desagrado, y jamás se la quiera”.

4 - “Que existe una causa proporcionadamente grave para actuar (la urgencia de la operación”.

5 - “Que no exista otro medio eficaz para conseguir salvar las dos vidas”.+

jueves, 3 de marzo de 2011

¿Cuándo superaremos el «ojo por ojo y diente por diente»?

En menudo lío nos ha metido Jesús con sus "Han oído que se dijo... Pero yo les digo..."

La venganza anidada en el corazón del hombre, cuando no se le pone límite, es capaz de acabar con los individuos en conflicto e incluso con naciones enteras, provocando guerras, hambre, sangre inocente derramada y enemistades que pueden durar siglos enteros. Por eso, aunque nos parezca una ley de gente bárbara, en uno de los códigos más antiguos, grabado en piedra, en el Código de Hammurabi, se intenta legislar para que los hombres no tengan que pagar más allá de sus propias faltas y nunca de una manera desproporcionada.

Aunque tiene sus diferencias, con ese códice, el Antiguo Testamento habla ya de la ley del Talión, que se expresa de esta manera: “Cada quién pagara vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe” (Ex 21, 23-25) y que venía ya a ser una norma moral, un avance en la convivencia no ciertamente fácil entre los hombres, intimando a dejar los deseos de venganza desmedida, para contentarse con un daño proporcionado al daño recibido.

Cristo conoció esta ley, reconociendo su legitimidad y su efectividad para su tiempo, pero entre aquellas frases que nos ha dejado: “han oído que se dijo... pero yo os digo”, hoy después de habernos hablado de sus bienaventuranzas, luego de que nos ha pedido convertirnos en sal y en luz para las gentes que nos rodean, y después de habernos indicado que él no venía a abolir los dichos de sus antiguos sino que venía a darles plenitud, hasta hacernos llegar hasta las grandes alturas de la santidad y del heroísmo, Cristo deja caer sobre nuestros ánimos algo que si no lo vemos como un consejo de abuelita, tendría que cambiar radicalmente nuestras vidas:

Cristo fue muy preciso y muy claro y muy tajante sobre lo que él quiere de los que se han convertido en sus seguidores: "Han oído que se dijo: ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los manos y manda su lluvia sobre los justos y los injustos".

¡Menudo lío en el que nos mete Jesús! Si no tuviéramos fe, ¿cómo podríamos amar al que te ha dejado sin casa y sin familia porque su voracidad ha sido grande y sin medida? Quién que no tenga fe ¿podría siquiera pensar en hacer el bien a los que saben que te odian, que te ven como objeto inservible, para quienes sólo eres útil mientras pueden servirse de ti, pero al que han tirado cuando ya te han sacado todo el jugo? Y ¿Quién se atrevería a rogar por los que te persiguen y te ha calumniado hasta dejarte en la lona?

Sin embargo, no nos movamos a engaño. El hecho de Cristo te pida que dejes de usar la violencia, la venganza y el odio como el móvil de tu vida, eso no quiere decir que debamos de quedarnos callados y con los brazos cruzados ante la injusticia y la maldad. Cristo mismo no procedió así. Él nunca se doblegó ante la injusticia del Imperio romano; a Herodes lo llamó “don nadie”, zorro; a los ricos a les señaló su gran dificultad para llegar al Reino de los cielos; a los fariseos los denunció por manipular las conciencias de los pobres y a los sumos sacerdotes por haber convertido las cosas de Dios en un negocio.

Y si no nos acabamos de reponer de la sorpresa que nos han causado las palabras de Cristo, todavía podemos sorprendernos un poco más, cuando el profeta Isaías nos llama a la santidad, porque nos hemos acercado Dios que es tres veces santo, y todavía más, el mismo Cristo, en el colmo del heroísmo y la santidad, nos pide escuetamente: “Sean perfectos como su Padre celestial es perfecto”. Ya tenemos trabajo para rato, ¿Tú ya comenzaste?

Autor: P. Alberto Ramírez Mozqueda
(fuente: Catholic.net)

¿Por qué las riquezas de la Iglesia Católica?

Vista de El Vaticano
Lo primero que hay que decir es que lo que critican como “riquezas” o “tesoros” de la Iglesia Católica y del Papa, son una colección de obras de arte reunidas a través de siglos, que están en museos y en iglesias para deleite y provecho cultural de todos.


Otra crítica, en la cual se insiste menos, es que las iglesias son lujosas y costosas. Pero ... ¿qué tiene de incorrecto que la Casa de Dios sea lujosa? Jesús iba al Templo de Jerusalén, que era costoso y lujoso. Y sabemos que Él condenó y echó fuera del Templo a los vendedores ambulantes que se habían colocado allí, aduciendo que la Casa de Dios era Casa de Oración, según decía la Escritura antigua (cf. Mt. 21, 12-13; Mc. 11, 15-17). Pero Jesús nunca le criticó al Templo su ornato, su lujo, ni sus riquezas.


En el Libro del Exodo (Cap. 25-30) se pueden seguir las instrucciones que Dios mismo (Yavé) dio a Moisés para la construcción de su Casa. Allí podemos leer algo sobre las riquezas que debe llevar la Casa de Dios: oro, plata, cobre, ropas finas, lámparas, aromas, óleos, perfumes de buen olor, piedras preciosas, etc. Todas cosas costosas y lujosas ... para Dios.

En Jerusalén fueron construidos sucesivamente tres Templos: el primero, el de Salomón, que fue de una gran magnificencia y muy lujoso, tardó 7 años en construirse: el altar y la mesa, de oro; los candeleros y todo el resto del ornato, de oro fino. Además Salomón hizo traer todo lo consagrado por el Rey David: la plata, el oro y otros objetos “y los puso en los tesoros de la Casa de Yavé”. (cf. 1 Rey. 6, 1-38; 7, 13-51)

El segundo Templo fue construido por Zorobabel después del regreso del exilio en Babilonia y en él fueron colocados todos los tesoros, utensilios y vasos sagrados que fueron llevados al exilio y posteriormente regresados a Jerusalén.

El Templo del tiempo de Jesús fue el tercero, construido sólo 20 años antes del nacimiento de Cristo y éste, exquisito también, contenía los tesoros y riquezas de los anteriores.

Como vemos, el lujo en los templos no es cosa nueva. De acuerdo a esta tradición, podemos usar cosas costosas y lujosas para honrar a Dios en su Casa, en sus iglesias.

Honrar a Dios con cosas lujosas y costosas es tan así, que cuando Judas criticó a María de Betania por gastar un aceite finísimo para ungir los pies de Jesús y proponía -como algunos ahora hacen con relación a las “riquezas” de la Iglesia- que se vendiera para darlo a los pobres, Cristo paró la crítica de Judas así: “Déjala, pues lo tenía reservado para preparar mi entierro. A los pobres los tienen siempre entre ustedes. Pero a Mí no me tienen siempre” (Jn. 12, 1-8). Y el Evangelista, San Juan, hace este comentario: “En realidad (Judas) no se interesaba por los pobres, sino que era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, se llevaba lo que echaban en ella”. (¡Qué grave acusación!)

Y los que ahora proponen que se vendan las riquezas de la Iglesia para atender a los pobres ¿qué pretenden realmente? ¿Creen, con sincera honestidad, que se van a resolver los problemas de la pobreza en el mundo con esa proposición? ¿O será que son simples ataques contra la Iglesia Católica porque los enemigos de la Iglesia no aceptan sus enseñanzas, su primacía y su permanencia por ya más de dos milenios de existencia, a pesar de todos los ataques con que han pretendido y pretenden destruirla?

¿Por qué no proponen lo mismo para los museos gubernamentales o privados que hay en todo el mundo? Sencillamente porque ésa es una proposición absurda. La venta de esas colecciones maravillosas de obras de arte, patrimonio de toda la humanidad, lo que lograría sería que cayeran esos tesoros artísticos en manos de particulares y -ya lo sabemos- no se lograría resolver la pobreza.

Ahora bien, la verdadera riqueza de la Iglesia Católica no está en sus obras de arte, en sus tesoros arquitectónicos, ni siquiera en la inmensísima red de iglesias, conventos, monasterios, colegios, hospitales, orfanatos, ancianatos, hospicios, etc. que tiene en todas partes de mundo.

Toda esa estructura física es nada, cuando pensamos que cada persona que está unida a Cristo, es su templo, porque El habita en ellos (cf. 1 Cor. 3, 16 y 6, 19). Y todos, unidos, formamos el Cuerpo Místico de Cristo (Col. 1, 18 y 24), en el cual la solidaridad se siente o se deja de sentir, porque si alguno está bien, lo siente todo el Cuerpo, y si alguno sufre, sufre todo el Cuerpo. De allí, entonces, que la verdadera riqueza de la Iglesia de Cristo esté en cada uno de nosotros, sus miembros. De allí que ninguna institución en la historia de la humanidad haya hecho más por los necesitados que la Iglesia Católica, ya que ha tratado de cumplir y sigue tratando de cumplir con el mandato de Caridad dejado por su Fundador, que es Dios mismo: Jesucristo.

(fuente: www.homilia.org)

miércoles, 2 de marzo de 2011

Diez claves para la educación de tus hijos

1. Los padres deben educar la voluntad de los hijos y sus sentimientos. Preparar a un hijo para la vida no es satisfacer todas sus voluntades y todos sus caprichos.

Enseña a tu hijo a renunciar y a oír "no".

No impongas la renuncia, pero llévalo a aceptarla libremente.

Señala la razón del renunciar, su valor y necesidad para la vida.

Si no aprende ahora a decir no a lo permitido, luego no sabrá decir no a lo prohibido.

El exceso de mimos echa a perder a los niños; los hijos muy mimados sufren mucho en la vida. Vivirán siempre alterados e inseguros.

El exceso de mimos y de censuras, críticas y castigos es la principal causa de inseguridad en los jóvenes. Los grandes hombres de la historia soportaron pruebas y privaciones en la vida. Poco se puede esperar de los hombres que nunca supieron lo que son privaciones, renuncias y sacrificios.

Los que reciben todo en la infancia no sabrán dar nada como adultos.


2. La cólera es nociva para la educación de los hijos. La ira nos lleva a decir palabras sin pensar y a actuar irreflexivamente.

El hablar sin pensar y el actuar sin reflexionar pueden lastimar, herir, ofender y llevar a cometer injusticias.

Habla con tu hijo con calma y ten actitudes ponderadas.

La cólera, la ira, la falta de dominio pueden hacer que se cometan desatinos.

Muchos padres, llevados por la ira del momento, hieren el corazón de los hijos con palabras semejantes a éstas:

"Tú no sirves para nada." "Maldita la hora en que te engendré." "Tú eres la vergüenza de la familia." "Tú no vales nada." "¡Tú eres un hijo indigno! "

Después, cuando estás en calma, reflexionas y te arrepientes. Pero será demasiado tarde. Las palabras ya fueron dichas y el corazón de tu hijo ya fue herido.

Piensa antes de hablar y reflexiona antes de actuar.

A un corazón herido siempre le queda una cicatriz.

No hables sin pensar y sin medir el alcance de tus palabras.

No hagas un gesto sin medir las consecuenclas.

Tu hijo es un tesoro que merece todo el amor, respeto y cariño; es un tesoro de la vida entregado en las manos de los padres.



3. El secreto que un hijo confía al padre o a la madre debe ser como una piedra lanzada al mar. Se esconde en el fondo, nadie la ve, descubre, conoce.

Sé siempre discreto, guarda en lo profundo del corazón el secreto de tu hijo. La confianza, una vez. perdida, difícilmente se recupera.

Un joven comienza a desorientarse desde el momento en que pierde la confianza en sus padres. Mientras los hijos confíen en los padres, tendrán siempre una luz que los ilumine, una guía que los conduzca y, una brújula que los oriente.


4. La mejor escuela de la vida es el ejemplo de los padres. Los hijos precisan más los ejemplos que las enseñanzas.

Los padres no les pueden exigir virtudes y cualidades que ellos no tienen. Vigilando sus propias obras, los padres estarán construyendo la moral de sus hijos. ¿Qué ejemplos les das? ¿A ti te gustaría que tus hijos hicieran lo que tú haces?


5. La misión de los padres es orientar, esclarecer, amar, comprender, incentivar. Actuar así es darle la oportunidad a tu hijo para que se afirme en la vida. El amor que los hijos reciben de los padres y la confianza que éstos depositan en ellos es para los jóvenes un seguro amparo de vida.


6. El desahogarse es una necesidad psicológica de toda persona. Tu hijo muchas veces está psicológicarnente agobiado y siente la necesidad de desahogarse. Precisa decir lo que siente.

Escucha con paciencia y benevolencia su desafío, aunque hable en forma agresiva e irritada.

Aprende a escuchar con paciencia y atención el desahogo de tu hijo y evitarás muchas discusiones, desavenencias y contrariedades.

Deja que tu hijo diga todo lo que siente y, cuando esté en calma, estará en condiciones de razonar y reconocer el error.

Comparte las dudas, angustias y problemas de tu hijo y él será tu amigo.



7. Saber escuchar en silencio es una virtud que los padres también deben tener. Antes de contradecír a tu hijo, escucha, analiza y trata de comprender lo que él quiere decir. Y después habla, pero con amor.

Cuando los padres se precipitan en responder o en contradecir al hijo, pueden cometer una injusticia o interpretar de modo incorrecto, y esto suscita la rebeldía del hijo.

Deja que tu hijo hable y oiga pacientemente, y sólo después habla, analiza, medita y dialoga con él.

Una persona irritada no está en condiciones de oír y comprender.


8. Procurar un diálogo sereno con nuestros hijos. Tal vez ella diga muchas cosas equivocadas, pero analizándolo bien encontraremos muchas verdades entre los errores.

Apreciar y valorizar lo bueno da mejores resultados que señalar y condenar de inmediato lo equivocado. A nadie le gusta ser refutado y censurado al instante.

Muchos padres no defienden la verdad, pero si sus puntos de vista para que prevalezcan sobre los puntos de vista de sus hijos.

El hijo no es un adversario a combatir, sino un amigo a conquistar. Y para conquistar nada mejor que saber oír.



9. Tu hijo precisa consejos y recomendaciones, pero deben ser bien dosificados, dados con amor y bondad. Una andanada de consejos y recomendaciones irrita y satura. El exceso, en lugar de producir efectos positivos, trae resultados negativos. Da a tu hijo los consejos más útiles y prácticos, no los más agradables. Dale un consejo como una sugerencia y no como una imposición.


10. ¡Cuántos jóvenes aún no descubrieron el verdadero sentido de la vida! Viven y no saben por qué. Estamos en este mundo para amar y hacer el bien, el amor nos une unos a otros y todos unidos amaremos a Dios. El amor siempre trae unidad y conlleva a hacer obras de bien. Una vida sin amor es una vida vacía y sin sentido.

La vida nos es dada para crecer siempre más en el amor y para engrandecernos a través de la práctica del bien.

Educar no es sólo combatir el mal, señalar y censurar los errores; educar es sobre todo íncentivar el bien, impartir buenas costumbres, valorizar las buenas obras y estimular.

El exceso de críticas y de censuras elimina el incentivo y el deseo del bien. Pero apreciar y valorízar las cosas buenas estimula y anima a proseguir el camino del bien y a mejorar. El exceso de críticas y censuras lo vuelve inseguro, angustiado y alterado.

Señala con amor los errores de tu hijo, aprecia sus virtudes, incentiva el bien y valoriza sus buenas acciones.

Que la crítica, la censura y la reprensión sean siempre constructivas y no destructivas. Que sean siempre positivas y no negativas.


* Recordar errores pasados y ya perdonados, desestimula y desanima. No es agradable oír siempre la misma queja, oír siempre la misma melodía de las personas que persisten en tocar la misma tecla.

* Olvida los errores cometidos por tu hijo en el pasado, e incentiva el bien en el presente, valorizando sus buenas acciones, por pequeñas que sean.

* Y así, si él fuera malo, tratará de ser bueno, y si fuera bueno se esforzará para ser mejor.

(fuente: webcatolicodejavier.org)

martes, 1 de marzo de 2011

Oración por los sacerdotes y seminaristas

Señor Dios, Padre Nuestro,
te damos gracias por los sacerdotes,
que son un regalo
y un signo de tu amor.

Ellos nos manifiestan
tu corazón bueno
y rico en misericordia,
nos ofrecen la salvación de Jesús
y nos ayudan a vivir
en el Espíritu Santo.

Concédenos pastores
según tu corazón,
bendice a los seminaristas,
y haz que no falten en la Iglesia
niños y jóvenes
que sigan la vocación sacerdotal.

Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.

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