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jueves, 3 de marzo de 2011

¿Cuándo superaremos el «ojo por ojo y diente por diente»?

En menudo lío nos ha metido Jesús con sus "Han oído que se dijo... Pero yo les digo..."

La venganza anidada en el corazón del hombre, cuando no se le pone límite, es capaz de acabar con los individuos en conflicto e incluso con naciones enteras, provocando guerras, hambre, sangre inocente derramada y enemistades que pueden durar siglos enteros. Por eso, aunque nos parezca una ley de gente bárbara, en uno de los códigos más antiguos, grabado en piedra, en el Código de Hammurabi, se intenta legislar para que los hombres no tengan que pagar más allá de sus propias faltas y nunca de una manera desproporcionada.

Aunque tiene sus diferencias, con ese códice, el Antiguo Testamento habla ya de la ley del Talión, que se expresa de esta manera: “Cada quién pagara vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe” (Ex 21, 23-25) y que venía ya a ser una norma moral, un avance en la convivencia no ciertamente fácil entre los hombres, intimando a dejar los deseos de venganza desmedida, para contentarse con un daño proporcionado al daño recibido.

Cristo conoció esta ley, reconociendo su legitimidad y su efectividad para su tiempo, pero entre aquellas frases que nos ha dejado: “han oído que se dijo... pero yo os digo”, hoy después de habernos hablado de sus bienaventuranzas, luego de que nos ha pedido convertirnos en sal y en luz para las gentes que nos rodean, y después de habernos indicado que él no venía a abolir los dichos de sus antiguos sino que venía a darles plenitud, hasta hacernos llegar hasta las grandes alturas de la santidad y del heroísmo, Cristo deja caer sobre nuestros ánimos algo que si no lo vemos como un consejo de abuelita, tendría que cambiar radicalmente nuestras vidas:

Cristo fue muy preciso y muy claro y muy tajante sobre lo que él quiere de los que se han convertido en sus seguidores: "Han oído que se dijo: ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los manos y manda su lluvia sobre los justos y los injustos".

¡Menudo lío en el que nos mete Jesús! Si no tuviéramos fe, ¿cómo podríamos amar al que te ha dejado sin casa y sin familia porque su voracidad ha sido grande y sin medida? Quién que no tenga fe ¿podría siquiera pensar en hacer el bien a los que saben que te odian, que te ven como objeto inservible, para quienes sólo eres útil mientras pueden servirse de ti, pero al que han tirado cuando ya te han sacado todo el jugo? Y ¿Quién se atrevería a rogar por los que te persiguen y te ha calumniado hasta dejarte en la lona?

Sin embargo, no nos movamos a engaño. El hecho de Cristo te pida que dejes de usar la violencia, la venganza y el odio como el móvil de tu vida, eso no quiere decir que debamos de quedarnos callados y con los brazos cruzados ante la injusticia y la maldad. Cristo mismo no procedió así. Él nunca se doblegó ante la injusticia del Imperio romano; a Herodes lo llamó “don nadie”, zorro; a los ricos a les señaló su gran dificultad para llegar al Reino de los cielos; a los fariseos los denunció por manipular las conciencias de los pobres y a los sumos sacerdotes por haber convertido las cosas de Dios en un negocio.

Y si no nos acabamos de reponer de la sorpresa que nos han causado las palabras de Cristo, todavía podemos sorprendernos un poco más, cuando el profeta Isaías nos llama a la santidad, porque nos hemos acercado Dios que es tres veces santo, y todavía más, el mismo Cristo, en el colmo del heroísmo y la santidad, nos pide escuetamente: “Sean perfectos como su Padre celestial es perfecto”. Ya tenemos trabajo para rato, ¿Tú ya comenzaste?

Autor: P. Alberto Ramírez Mozqueda
(fuente: Catholic.net)

¿Por qué las riquezas de la Iglesia Católica?

Vista de El Vaticano
Lo primero que hay que decir es que lo que critican como “riquezas” o “tesoros” de la Iglesia Católica y del Papa, son una colección de obras de arte reunidas a través de siglos, que están en museos y en iglesias para deleite y provecho cultural de todos.


Otra crítica, en la cual se insiste menos, es que las iglesias son lujosas y costosas. Pero ... ¿qué tiene de incorrecto que la Casa de Dios sea lujosa? Jesús iba al Templo de Jerusalén, que era costoso y lujoso. Y sabemos que Él condenó y echó fuera del Templo a los vendedores ambulantes que se habían colocado allí, aduciendo que la Casa de Dios era Casa de Oración, según decía la Escritura antigua (cf. Mt. 21, 12-13; Mc. 11, 15-17). Pero Jesús nunca le criticó al Templo su ornato, su lujo, ni sus riquezas.


En el Libro del Exodo (Cap. 25-30) se pueden seguir las instrucciones que Dios mismo (Yavé) dio a Moisés para la construcción de su Casa. Allí podemos leer algo sobre las riquezas que debe llevar la Casa de Dios: oro, plata, cobre, ropas finas, lámparas, aromas, óleos, perfumes de buen olor, piedras preciosas, etc. Todas cosas costosas y lujosas ... para Dios.

En Jerusalén fueron construidos sucesivamente tres Templos: el primero, el de Salomón, que fue de una gran magnificencia y muy lujoso, tardó 7 años en construirse: el altar y la mesa, de oro; los candeleros y todo el resto del ornato, de oro fino. Además Salomón hizo traer todo lo consagrado por el Rey David: la plata, el oro y otros objetos “y los puso en los tesoros de la Casa de Yavé”. (cf. 1 Rey. 6, 1-38; 7, 13-51)

El segundo Templo fue construido por Zorobabel después del regreso del exilio en Babilonia y en él fueron colocados todos los tesoros, utensilios y vasos sagrados que fueron llevados al exilio y posteriormente regresados a Jerusalén.

El Templo del tiempo de Jesús fue el tercero, construido sólo 20 años antes del nacimiento de Cristo y éste, exquisito también, contenía los tesoros y riquezas de los anteriores.

Como vemos, el lujo en los templos no es cosa nueva. De acuerdo a esta tradición, podemos usar cosas costosas y lujosas para honrar a Dios en su Casa, en sus iglesias.

Honrar a Dios con cosas lujosas y costosas es tan así, que cuando Judas criticó a María de Betania por gastar un aceite finísimo para ungir los pies de Jesús y proponía -como algunos ahora hacen con relación a las “riquezas” de la Iglesia- que se vendiera para darlo a los pobres, Cristo paró la crítica de Judas así: “Déjala, pues lo tenía reservado para preparar mi entierro. A los pobres los tienen siempre entre ustedes. Pero a Mí no me tienen siempre” (Jn. 12, 1-8). Y el Evangelista, San Juan, hace este comentario: “En realidad (Judas) no se interesaba por los pobres, sino que era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, se llevaba lo que echaban en ella”. (¡Qué grave acusación!)

Y los que ahora proponen que se vendan las riquezas de la Iglesia para atender a los pobres ¿qué pretenden realmente? ¿Creen, con sincera honestidad, que se van a resolver los problemas de la pobreza en el mundo con esa proposición? ¿O será que son simples ataques contra la Iglesia Católica porque los enemigos de la Iglesia no aceptan sus enseñanzas, su primacía y su permanencia por ya más de dos milenios de existencia, a pesar de todos los ataques con que han pretendido y pretenden destruirla?

¿Por qué no proponen lo mismo para los museos gubernamentales o privados que hay en todo el mundo? Sencillamente porque ésa es una proposición absurda. La venta de esas colecciones maravillosas de obras de arte, patrimonio de toda la humanidad, lo que lograría sería que cayeran esos tesoros artísticos en manos de particulares y -ya lo sabemos- no se lograría resolver la pobreza.

Ahora bien, la verdadera riqueza de la Iglesia Católica no está en sus obras de arte, en sus tesoros arquitectónicos, ni siquiera en la inmensísima red de iglesias, conventos, monasterios, colegios, hospitales, orfanatos, ancianatos, hospicios, etc. que tiene en todas partes de mundo.

Toda esa estructura física es nada, cuando pensamos que cada persona que está unida a Cristo, es su templo, porque El habita en ellos (cf. 1 Cor. 3, 16 y 6, 19). Y todos, unidos, formamos el Cuerpo Místico de Cristo (Col. 1, 18 y 24), en el cual la solidaridad se siente o se deja de sentir, porque si alguno está bien, lo siente todo el Cuerpo, y si alguno sufre, sufre todo el Cuerpo. De allí, entonces, que la verdadera riqueza de la Iglesia de Cristo esté en cada uno de nosotros, sus miembros. De allí que ninguna institución en la historia de la humanidad haya hecho más por los necesitados que la Iglesia Católica, ya que ha tratado de cumplir y sigue tratando de cumplir con el mandato de Caridad dejado por su Fundador, que es Dios mismo: Jesucristo.

(fuente: www.homilia.org)

miércoles, 2 de marzo de 2011

Diez claves para la educación de tus hijos

1. Los padres deben educar la voluntad de los hijos y sus sentimientos. Preparar a un hijo para la vida no es satisfacer todas sus voluntades y todos sus caprichos.

Enseña a tu hijo a renunciar y a oír "no".

No impongas la renuncia, pero llévalo a aceptarla libremente.

Señala la razón del renunciar, su valor y necesidad para la vida.

Si no aprende ahora a decir no a lo permitido, luego no sabrá decir no a lo prohibido.

El exceso de mimos echa a perder a los niños; los hijos muy mimados sufren mucho en la vida. Vivirán siempre alterados e inseguros.

El exceso de mimos y de censuras, críticas y castigos es la principal causa de inseguridad en los jóvenes. Los grandes hombres de la historia soportaron pruebas y privaciones en la vida. Poco se puede esperar de los hombres que nunca supieron lo que son privaciones, renuncias y sacrificios.

Los que reciben todo en la infancia no sabrán dar nada como adultos.


2. La cólera es nociva para la educación de los hijos. La ira nos lleva a decir palabras sin pensar y a actuar irreflexivamente.

El hablar sin pensar y el actuar sin reflexionar pueden lastimar, herir, ofender y llevar a cometer injusticias.

Habla con tu hijo con calma y ten actitudes ponderadas.

La cólera, la ira, la falta de dominio pueden hacer que se cometan desatinos.

Muchos padres, llevados por la ira del momento, hieren el corazón de los hijos con palabras semejantes a éstas:

"Tú no sirves para nada." "Maldita la hora en que te engendré." "Tú eres la vergüenza de la familia." "Tú no vales nada." "¡Tú eres un hijo indigno! "

Después, cuando estás en calma, reflexionas y te arrepientes. Pero será demasiado tarde. Las palabras ya fueron dichas y el corazón de tu hijo ya fue herido.

Piensa antes de hablar y reflexiona antes de actuar.

A un corazón herido siempre le queda una cicatriz.

No hables sin pensar y sin medir el alcance de tus palabras.

No hagas un gesto sin medir las consecuenclas.

Tu hijo es un tesoro que merece todo el amor, respeto y cariño; es un tesoro de la vida entregado en las manos de los padres.



3. El secreto que un hijo confía al padre o a la madre debe ser como una piedra lanzada al mar. Se esconde en el fondo, nadie la ve, descubre, conoce.

Sé siempre discreto, guarda en lo profundo del corazón el secreto de tu hijo. La confianza, una vez. perdida, difícilmente se recupera.

Un joven comienza a desorientarse desde el momento en que pierde la confianza en sus padres. Mientras los hijos confíen en los padres, tendrán siempre una luz que los ilumine, una guía que los conduzca y, una brújula que los oriente.


4. La mejor escuela de la vida es el ejemplo de los padres. Los hijos precisan más los ejemplos que las enseñanzas.

Los padres no les pueden exigir virtudes y cualidades que ellos no tienen. Vigilando sus propias obras, los padres estarán construyendo la moral de sus hijos. ¿Qué ejemplos les das? ¿A ti te gustaría que tus hijos hicieran lo que tú haces?


5. La misión de los padres es orientar, esclarecer, amar, comprender, incentivar. Actuar así es darle la oportunidad a tu hijo para que se afirme en la vida. El amor que los hijos reciben de los padres y la confianza que éstos depositan en ellos es para los jóvenes un seguro amparo de vida.


6. El desahogarse es una necesidad psicológica de toda persona. Tu hijo muchas veces está psicológicarnente agobiado y siente la necesidad de desahogarse. Precisa decir lo que siente.

Escucha con paciencia y benevolencia su desafío, aunque hable en forma agresiva e irritada.

Aprende a escuchar con paciencia y atención el desahogo de tu hijo y evitarás muchas discusiones, desavenencias y contrariedades.

Deja que tu hijo diga todo lo que siente y, cuando esté en calma, estará en condiciones de razonar y reconocer el error.

Comparte las dudas, angustias y problemas de tu hijo y él será tu amigo.



7. Saber escuchar en silencio es una virtud que los padres también deben tener. Antes de contradecír a tu hijo, escucha, analiza y trata de comprender lo que él quiere decir. Y después habla, pero con amor.

Cuando los padres se precipitan en responder o en contradecir al hijo, pueden cometer una injusticia o interpretar de modo incorrecto, y esto suscita la rebeldía del hijo.

Deja que tu hijo hable y oiga pacientemente, y sólo después habla, analiza, medita y dialoga con él.

Una persona irritada no está en condiciones de oír y comprender.


8. Procurar un diálogo sereno con nuestros hijos. Tal vez ella diga muchas cosas equivocadas, pero analizándolo bien encontraremos muchas verdades entre los errores.

Apreciar y valorizar lo bueno da mejores resultados que señalar y condenar de inmediato lo equivocado. A nadie le gusta ser refutado y censurado al instante.

Muchos padres no defienden la verdad, pero si sus puntos de vista para que prevalezcan sobre los puntos de vista de sus hijos.

El hijo no es un adversario a combatir, sino un amigo a conquistar. Y para conquistar nada mejor que saber oír.



9. Tu hijo precisa consejos y recomendaciones, pero deben ser bien dosificados, dados con amor y bondad. Una andanada de consejos y recomendaciones irrita y satura. El exceso, en lugar de producir efectos positivos, trae resultados negativos. Da a tu hijo los consejos más útiles y prácticos, no los más agradables. Dale un consejo como una sugerencia y no como una imposición.


10. ¡Cuántos jóvenes aún no descubrieron el verdadero sentido de la vida! Viven y no saben por qué. Estamos en este mundo para amar y hacer el bien, el amor nos une unos a otros y todos unidos amaremos a Dios. El amor siempre trae unidad y conlleva a hacer obras de bien. Una vida sin amor es una vida vacía y sin sentido.

La vida nos es dada para crecer siempre más en el amor y para engrandecernos a través de la práctica del bien.

Educar no es sólo combatir el mal, señalar y censurar los errores; educar es sobre todo íncentivar el bien, impartir buenas costumbres, valorizar las buenas obras y estimular.

El exceso de críticas y de censuras elimina el incentivo y el deseo del bien. Pero apreciar y valorízar las cosas buenas estimula y anima a proseguir el camino del bien y a mejorar. El exceso de críticas y censuras lo vuelve inseguro, angustiado y alterado.

Señala con amor los errores de tu hijo, aprecia sus virtudes, incentiva el bien y valoriza sus buenas acciones.

Que la crítica, la censura y la reprensión sean siempre constructivas y no destructivas. Que sean siempre positivas y no negativas.


* Recordar errores pasados y ya perdonados, desestimula y desanima. No es agradable oír siempre la misma queja, oír siempre la misma melodía de las personas que persisten en tocar la misma tecla.

* Olvida los errores cometidos por tu hijo en el pasado, e incentiva el bien en el presente, valorizando sus buenas acciones, por pequeñas que sean.

* Y así, si él fuera malo, tratará de ser bueno, y si fuera bueno se esforzará para ser mejor.

(fuente: webcatolicodejavier.org)

martes, 1 de marzo de 2011

Oración por los sacerdotes y seminaristas

Señor Dios, Padre Nuestro,
te damos gracias por los sacerdotes,
que son un regalo
y un signo de tu amor.

Ellos nos manifiestan
tu corazón bueno
y rico en misericordia,
nos ofrecen la salvación de Jesús
y nos ayudan a vivir
en el Espíritu Santo.

Concédenos pastores
según tu corazón,
bendice a los seminaristas,
y haz que no falten en la Iglesia
niños y jóvenes
que sigan la vocación sacerdotal.

Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.

lunes, 28 de febrero de 2011

El Bautismo, una vida nueva

1. Porque nos hace hijos de Dios: El bautismo es un verdadero acontecimiento que hay que encuadrarlo en la historia de la relación de Dios con el hombre, en la historia de la salvación. Si por esta historia Dios busca hacer partícipe al hombre de su propia vida, por el Bautismo esta participación se hace don y realidad. La vida que en el Bautismo se nos comunica supera toda expectativa humana, toda comprensión racional. Sólo se comprende y se acepta desde la fe. Por esta vida, el bautizado tiene algo de Dios en él: tiene su Espíritu, su libertad, aquello que le permite llamar a Dios, Padre. Porque nos hace hijos de Dios: El bautismo es un verdadero acontecimiento que hay que encuadrarlo en la historia de la relación de Dios con el hombre, en la historia de la salvación. Si por esta historia Dios busca hacer partícipe al hombre de su propia vida, por el Bautismo esta participación se hace don y realidad. La vida que en el Bautismo se nos comunica supera toda expectativa humana, toda comprensión racional. Sólo se comprende y se acepta desde la fe. Por esta vida, el bautizado tiene algo de Dios en él: tiene su Espíritu, su libertad, aquello que le permite llamar a Dios, Padre. Porque nos hace hijos de Dios: El bautismo es un verdadero acontecimiento que hay que encuadrarlo en la historia de la relación de Dios con el hombre, en la historia de la salvación. Si por esta historia Dios busca hacer partícipe al hombre de su propia vida, por el Bautismo esta participación se hace don y realidad. La vida que en el Bautismo se nos comunica supera toda expectativa humana, toda comprensión racional. Sólo se comprende y se acepta desde la fe. Por esta vida, el bautizado tiene algo de Dios en él: tiene su Espíritu, su libertad, aquello que le permite llamar a Dios, Padre. Porque nos hace hijos de Dios: El bautismo es un verdadero acontecimiento que hay que encuadrarlo en la historia de la relación de Dios con el hombre, en la historia de la salvación. Si por esta historia Dios busca hacer partícipe al hombre de su propia vida, por el Bautismo esta participación se hace don y realidad. La vida que en el Bautismo se nos comunica supera toda expectativa humana, toda comprensión racional. Sólo se comprende y se acepta desde la fe. Por esta vida, el bautizado tiene algo de Dios en él: tiene su Espíritu, su libertad, aquello que le permite llamar a Dios, Padre. Porque nos hace hijos de Dios: El bautismo es un verdadero acontecimiento que hay que encuadrarlo en la historia de la relación de Dios con el hombre, en la historia de la salvación. Si por esta historia Dios busca hacer partícipe al hombre de su propia vida, por el Bautismo esta participación se hace don y realidad. La vida que en el Bautismo se nos comunica supera toda expectativa humana, toda comprensión racional. Sólo se comprende y se acepta desde la fe. Por esta vida, el bautizado tiene algo de Dios en él: tiene su Espíritu, su libertad, aquello que le permite llamar a Dios, Padre.

* Porque nos hace partícipes de Cristo: El centro de la historia de la Salvación es Cristo. Y el centro de la vida de Cristo es su muerte y resurrección. El Bautismo actualiza y realiza en nosotros el misterio pascual de Cristo: nos sumerge en su muerte para morir a nuestro egoísmo y pecado, y nos hace partícipes de la resurrección para comunicarnos su amor y su vida. Ser bautizado significa comprometerse con Cristo en la tarea de instaurar el Reino de Dios y participar de su vida gracias a su muerte y resurrección.Porque nos hace partícipes de Cristo: El centro de la historia de la Salvación es Cristo. Y el centro de la vida de Cristo es su muerte y resurrección. El Bautismo actualiza y realiza en nosotros el misterio pascual de Cristo: nos sumerge en su muerte para morir a nuestro egoísmo y pecado, y nos hace partícipes de la resurrección para comunicarnos su amor y su vida. Ser bautizado significa comprometerse con Cristo en la tarea de instaurar el Reino de Dios y participar de su vida gracias a su muerte y resurrección.

* Porque nos comunica el don del Espíritu: Ser "bautizados en el agua y en el Espíritu", quiere decir participar de la vida de Dios, no en virtud del agua, sino por la fuerza del Espíritu, que es la vida de Dios en nosotros. Por eso en la tradición de la Iglesia siempre se ha bautizado empleando la fórmula trinitaria: "En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santos". Porque nos comunica el don del Espíritu: Ser "bautizados en el agua y en el Espíritu", quiere decir participar de la vida de Dios, no en virtud del agua, sino por la fuerza del Espíritu, que es la vida de Dios en nosotros. Por eso en la tradición de la Iglesia siempre se ha bautizado empleando la fórmula trinitaria: "En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santos". Porque nos comunica el don del Espíritu: Ser "bautizados en el agua y en el Espíritu", quiere decir participar de la vida de Dios, no en virtud del agua, sino por la fuerza del Espíritu, que es la vida de Dios en nosotros. Por eso en la tradición de la Iglesia siempre se ha bautizado empleando la fórmula trinitaria: "En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santos". Porque nos comunica el don del Espíritu: Ser "bautizados en el agua y en el Espíritu", quiere decir participar de la vida de Dios, no en virtud del agua, sino por la fuerza del Espíritu, que es la vida de Dios en nosotros. Por eso en la tradición de la Iglesia siempre se ha bautizado empleando la fórmula trinitaria: "En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santos". Porque nos comunica el don del Espíritu: Ser "bautizados en el agua y en el Espíritu", quiere decir participar de la vida de Dios, no en virtud del agua, sino por la fuerza del Espíritu, que es la vida de Dios en nosotros. Por eso en la tradición de la Iglesia siempre se ha bautizado empleando la fórmula trinitaria: "En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santos".

(fuente: club.telepolis.com/ritusky)

domingo, 27 de febrero de 2011

"No pueden ustedes servir a Dios y al dinero"

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo (Mt 6, 24-34)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y amará al otro, o bien obedecerá al primero y no le hará caso al segundo. En resumen, no pueden ustedes servir a Dios y al dinero. Por eso les digo que no se preocupen por su vida, pensando qué comerán o con qué se vestirán. ¿Acaso no vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo, que ni siembran, ni cosechan, ni guardan en graneros y, sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no valen ustedes más que ellas? ¿Quién de ustedes, a fuerza de preocuparse, puede prolongar su vida siquiera un momento? ¿Y por qué se preocupan del vestido? Miren cómo crecen los lirios del campo, que no trabajan ni hilan. Pues bien, yo les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vestía como uno de ellos. Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe? No se inquieten, pues, pensando: ¿Qué comeremos o qué beberemos o con qué nos vestiremos? Los que no conocen a Dios se desviven por todas estas cosas; pero el Padre celestial ya sabe que ustedes tienen necesidad de ellas. Por consiguiente, busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura. No se preocupen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá ya sus propias preocupaciones. A cada día le bastan sus propios problemas".

Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.

Una de las enseñanzas de Jesús se refieren al uso del dinero y de los bienes materiales. Nos dice: no se puede servir a Dios y al dinero (Mt. 6, 24-34).

Jesús usa la palabra servir. No quiere decir que no haya que tener bienes materiales y que no haya que procurarlos. Bien indica que se está refiriendo el Señor a ser esclavos del dinero, o sea, a dejar que el dinero nos domine.

Entonces, no es lo mismo tener riquezas que servir o ser esclavo de éstas. ¿Cómo diferenciar estas dos actitudes?

Habla Jesús de dos señores: un señor es Dios y otro es el dinero. Dios desea que nosotros seamos obedientes a El, pues El es el Señor. El nos creó, es nuestro Dueño, dependemos de El. A El debemos obediencia: ser y hacer lo que El desea de nosotros.

Pero Jesús nos está advirtiendo que el dinero también pretende ser señor. Y ¿puede el dinero hacernos depender de él? ¡Claro que sí! Cuando nuestra vida está centrada sólo y por encima de todo lo demás, en conseguir dinero y en obtener lo que el dinero nos puede dar, sin darnos cuenta, nos hemos convertido en esclavos del dinero y se ha convertido el dinero en señor nuestro.

Como medida del recto uso del dinero y de los bienes materiales, tendríamos que preguntarnos: ¿me está sirviendo el dinero y lo que obtengo con él a cumplir mejor la voluntad de Dios, o me aleja de ella? ¿El dinero y las riquezas que tengo me ayudan que Dios sea mi Señor, mi Dueño, o me alejan de este ideal?

También Jesús nos habla de cómo Dios nos cuida. Es lo que llamamos su Divina Providencia. Y Jesús nos la explica usando imágenes campestres de aves del cielo y lirios del campo para asegurarnos que El se ocupa directamente de nuestra alimentación y vestido. Que si su Padre del Cielo alimenta a las aves, ¿cómo no va a cuidar de nuestro alimento si nosotros valemos muchísimo más que las aves?

“Y si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy florece y mañana es echada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe?” Nos está diciendo algo que es evidente, pero que no tomamos en cuenta: Dios, que cuida de la hierba que es perecedera y dura muy poco, ¡cómo no nos va a cuidar más aún a nosotros que estamos destinados a vivir con El para siempre!

Pero además, nos recrimina algo: nos dice que si estamos demasiado preocupados por la ropa es porque tenemos poca fe (!!!???). ¿Por qué nos acusa de poca fe? Porque para tener confianza plena en la Providencia Divina, hay que tener mucha fe: la confianza en Dios es una consecuencia de nuestra Fe en El.

Nos dice luego lo que debemos hacer y lo que El desea: “Busquen primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura”. Es decir, nuestra preocupación debiera estar en buscar ante todo los bienes espirituales, las cosas de Dios, lo que El desea de nosotros, buscar lo que necesitamos para llegar a poseer los bienes eternos del Cielo.

Si buscamos a Dios primero, lo demás, lo material, nos viene dado como un bono adicional, sin tener que buscarlo.

Lo más grave es que si buscamos la añadidura, el bono adicional, nos podemos quedar sin la añadidura y sin el Reino de Dios que es el Cielo.

(fuente: www.homilia.org)

sábado, 26 de febrero de 2011

Familia y Escuela: Algunas claves desde el Sistema Preventivo

1.- Premisas

No es nada fácil afrontar un tema como éste, el tema de la familia, tema abierto y complejo, con riesgo de caer en simplificaciones y sujeto a una gran incertidumbre debido a la evolución que la familia puede tomar en un futuro próximo.

Frente a las dificultades que presenta la familia tradicional, a la hora de realizar su tarea, muchos pronostican su extinción y el surgimiento de formas alternativas: familias monoparentales, familias recompuestas, parejas de hecho, una gran transformación a la hora de entender la maternidad y paternidad, un enfoque distinto en relación al trabajo y a la autoridad familiar...

Los cambios estructurales que han afectado a la familia son tan variados que resulta difícil hacer previsiones acerca de la dirección hacia donde se está yendo. ¿Se trata de sustituir la familia nuclear y tradicional por formas alternativas, por las “nuevas” formas de familia que se están multiplicando y que han encontrado no sólo acogida social sino también el reconocimiento jurídico en los países occidentales?

Lo cierto es que la familia, tal como la entendemos hasta ahora, a pesar de su complejidad, de las críticas y dificultades... está todavía muy viva. La familia continúa siendo un valor esencial y prioritario en la escala de valores de muchos, especialmente adolescentes y jóvenes.

Nosotros, siguiendo los pasos del optimismo salesiano y de una visión positiva de la vida, queremos destacar que en el mundo educativo la familia sigue siendo una institución prioritaria y esencial. Sigue teniendo tareas importantes que afrontar: vivir con gozo la experiencia de hacer de padres, redescubrir el matrimonio y la familia como proyecto de vida, como vocación.

La educación de los hijos / alumnos no puede prescindir de la familia, lugar primordial de educación. ¿Cómo educar en una familia que está cambiando? Algunas convicciones de las que no podemos claudicar: La familia es el espacio de relación fundamental; la educación al amor es responsabilidad imprescindible de los padres; la familia es el mejor espacio para la orientación de las decisiones, la búsqueda del sentido de la vida, la transmisión de valores, la elaboración de las pautas de comportamiento...

¿Qué podemos hacer para que todo esto sea posible? Formar a los padres para que sean capaces de educar así a sus hijos, contar con personar cualificadas para que ejerzan funciones de acompañamiento y asesoría: psicólogos, pedagogos, educadores familiares, escuelas de padres y madres...

Algunos interrogantes: ¿Qué puede decir ante esta realidad el espíritu de familia salesiano? ¿Cómo pilotar el cambio de la familia y sus diversas formas? ¿Qué acciones hay que poner en práctica en relación con una familia cambiante y en dificultad? ¿Cómo pensar en caminos educativos para que los jóvenes puedan prepararse a ser padres y madres?


2.- Algunas propuestas desde el Sistema Preventivo


2.1.- Actitud de escucha

Hoy día, en los programas de habilidades sociales, tanto en el campo educativo como en la empresa, se forma a personas para que aprendan y escuchen a los otros. Escuchar implica atención que formula preguntas y sugiere respuestas.

La escucha activa implica una disposición afectiva y positiva hacia el otro, sabe leer entre líneas. Supone también la escucha de lo que no se dice con palabras ya que el 93% de la comunicación es no verbal. Es esencial analizar las expresiones faciales, los gestos, las posturas, el tono de voz, la dirección y la intensidad de la mirada... La palabra representa sólo el 7% de la comunicación, el tono de voz el 38% y el lenguaje corporal el 55 restante.

Tenemos que pasar del simple oír a la escucha activa; de esta forma evitaremos muchos malentendidos. Generalmente cuando alguien nos habla estamos pensando en lo que nos quiere decir filtrándolo desde nuestro estado de ánimo, nuestras circunstancias... Muchos de nosotros estamos acostumbrados a oír, pero no a escuchar. ¿Cuántas veces suponemos que ya sabemos lo que el otro nos va a decir? ¿Cuántas veces, mientras nos habla, estamos preparando la respuesta que le vamos a dar? Una de las formas de expresar nuestro cariño a alguien es escucharle con atención; con nuestra actitud de escucha estamos diciendo “me interesas tú y lo que estás diciendo”. ¿Se escucha poco porque se ama poco?



2.2.- La acogida

El Sistema Preventivo es pedagogía de la acogida gratuita y desinteresada. No es una simple intuición teórica sino un modo de educar a los hijos / alumnos.

Supone la creación de un clima de relaciones interpersonales amistosas entre educandos y educadores (profesores / padres), un ambiente de confianza recíproca, de espontaneidad, de diálogo, de disposición para compartir y enriquecernos mutuamente.

Implica también la aceptación de los hijos / alumnos tal como son, que los educandos puedan sentirse en el colegio como en su casa. Debe existir una conexión entre lo que los hijos / alumnos llevan dentro de sí (expectativas, intereses, intuiciones...) y las propias propuestas que les ayuden a tomar decisiones. Acogida no es sinónimo de silencio educativo o ausencia de propuestas.

Los hijos / alumnos solos, sobre todo en una sociedad compleja, no consiguen desarrollar todas las posibilidades que llevan dentro de sí. En cambio, en contacto con los educadores adecuados, se sienten invitados a manifestar su mejor parte. La relación educativa salesiana cultiva la confianza, el compartir, la acogida; hace propuestas orientadas a construir más que a obstaculizar.

Si Don Bosco afirmaba: “me basta que seáis jóvenes para que yo os ame”, vivir según el estilo salesiano hoy es equivalente a sentir simpatía por los jóvenes, de modo que el educador sea para cada uno acogida y presencia activa y testimonial. La amistad hace que el educador sea un punto de referencia para todos, sobre todo para los más jóvenes y más necesitados; el educador está dispuesto a compartir sus problemas, su desorientación, los momentos críticos de su existencia. La apertura a todos los educandos no significa rebajar el listón de las metas educativas, sino la necesidad de ofrecer a cada uno todo lo que necesita, aquí y ahora.


2.3.- Presencia animadora-preventiva.

“... la familiaridad engendra afecto y el afecto, confianza. Esto es lo que abre los corazones y los jóvenes manifiestan todo sin temor a los educadores...; se prestan con facilidad a todo lo que les indica aquél que saben que los ama”. (Carta de Roma de 1884).

El centro del oratorio era la persona de Don Bosco, lleno de pasión y amor por los jóvenes. Conquistados por el afecto y la amistad se sentían a gusto en ese ambiente, disfrutaban en el patio y con las actividades propuestas. Sacados de las calles de Turín ya no abandonarán a Don Bosco.

Lo importante es que cada alumno pueda encontrar en el patio a un educador (padre-madre) con el corazón de un amigo, que esté cerca cuando hace falta, que nunca se manifieste cansado o enfadado de estar con los chicos, que disfrute estando con ellos en los momentos y en las actividades más diversas, que anime sus iniciativas, que sea el primero a la hora de hacer propuestas en línea que vaya con su edad, que sea modelo porque es coherente entre lo que propone y lo que vive, que se entregue, que esté pendiente de los más necesitados. Es una presencia-comunicación que, por supuesto, respeta a cada uno tal como es, sus ritmos de maduración y su intimidad.

¿Cómo entrar fácilmente en el mundo de los educandos? Amando lo que ellos aman; compartiendo con ellos cada jornada; leyendo-comprendiendo su mundo, rezando por los que no son tan fáciles...

Cuando Don Bosco nos presenta el Sistema Preventivo nos dice: tenemos dos formas de educar. Imaginad a vuestro hijo / alumno de cuatro años en el momento de meter los dedos en un enchufe. Podemos tomar dos caminos diferentes para afrontar el problema. El primero: “hijo mío, si sigues intentando meter los dedos en el enchufe, verás qué cachete te vas a ganar”. Casi seguro que el niño no tocará más el enchufe por miedo a vuestra reacción. Pero hay otro camino: “seguro que te acuerdas de lo que te dolió la última vez que pusiste la mano en la cocina eléctrica. Pues bien, si ahora metes los dedos en el enchufe, te aseguro que sentirás un dolor aún mayor”. El chiquillo tampoco ahora tocará el enchufe. ¿Diferencia? El segundo camino es el verdaderamente educativo porque permite interiorizar la norma. Imaginemos, siguiendo con el ejemplo, que ningún adulto está presente en la habitación. Si el niño sólo ha oído el primer discurso y está seguro de que ninguna persona mayor le ve, nada le impedirá meter la mano en el enchufe. Por el contrario, si ha recibido el segundo tipo de aviso, habrá interiorizado, esté presente un adulto o no, la idea de que el dolor será fuerte.

Una educación basada en la confianza y en el Sistema Preventivo exige que creamos firmemente en la capacidad de los hijos / alumnos de ser educados por este camino. No debemos prestar tanta atención al ruido de los árboles abatidos y sí debemos abrirnos a la admiración-belleza de lo que está germinando-creciendo. Muchos hijos / alumnos no se sienten a gusto en casa / colegio porque insistimos demasiado en los fallos, les recordamos la derrota y eso supone una pérdida de confianza en sí mismos, pérdida de la autoestima. Es más educativo pensar en positivo, apoyar sus capacidades, reforzar lo que hacen bien, animarles a progresar...

Don Bosco de pequeño fue saltimbanqui y eso le vino muy bien porque la educación es un arte, es un reto propio de equilibristas. Decía Jean Duvallet, compañero del Abbé Pierre, “vosotros tenéis obras, colegios, casas, pero tenéis sólo un tesoro: la pedagogía de Don Bosco. Arriesgad todo el resto pero salvad la pedagogía”.



2.4.- Amabilidad

Hoy estamos aquí quienes no tomamos las grandes decisiones del mundo, pero sí quienes podemos cambiar el pequeño mundo, ese en el que nos movemos día a día. Convenzámonos; no es la ONU, ni la OTAN, ni Wall Street, ni los grandes líderes políticos quienes van a realizar los cambios profundos; somos nosotros, porque lo que de verdad tiene futuro es lo que crece de abajo hacia arriba, de dentro hacia fuera. Somos los educadores y principalmente los padres de familia quienes tenemos ese privilegio.

Don Bosco entendió esto muy bien... porque en su persona experimentó de lo que es capaz el amor aún en las circunstancias más adversas. Creció sin padre; en un hogar donde el hermano mayor provocaba escenas de violencia dirigidas contra Juan, hacia el que sentía un especial resentimiento y envidia; nació en una época en la que las guerras napoleónicas habían dejado sembrado a su paso el norte de Italia de muerte, hambre, enfermedades y destrucción. Todo hubiera sido favorable para hacer de Juan un hombre resentido y violento... pero no, la presencia y la figura de su madre, Mamá Margarita, le permitió experimentar de forma positiva el amor en sus diferentes expresiones, que hicieron de él un hombre que destacó por su bondad y la entrega incondicional a los otros.

Hay una frase del Sistema Preventivo, escrita por Don Bosco hacia el final de su vida, que a mi juicio es un pequeño testamento para nosotros: “Que los jóvenes no sean solamente amados, sino que se den cuenta de que se les ama... el que sabe que es amado, ama... y el que es amado lo consigue todo, especialmente de los jóvenes”.

Para Don Bosco, “la educación es cosa del corazón”. El amor es la llave que permite al educador (padre, profesor...) entrar en el corazón del otro y obtener su plena colaboración. No puede haber Sistema Preventivo sin amor, sin ambiente de familia, sin alegría, sin confianza, sin apertura...

Si Don Bosco aseguraba que sin amor es imposible educar, cuánto más esta afirmación es válida para el entorno familiar. Frente a un mundo violento, inestable, desquiciado... los padres tienen una gran oportunidad para ofrecer una visión y una experiencia que sea alternativa para sus hijos.

Don Bosco insistía en la necesidad de crear un ambiente alternativo para sus muchachos. Su dolorosa experiencia al visitar las cárceles de Turín, donde tuvo contacto directo con los jóvenes presidarios se tradujo en una convicción: “Si estos jóvenes hubieran encontrado una mano amiga a tiempo, con toda seguridad no estarían ahora en la cárcel”. Ésta fue su gran intuición: prevenir, hacerles sentir a tiempo a los hijos / alumnos que alguien les quiere de verdad.

La casa, el hogar, la familia, el colegio son los lugares donde los hijos / alumnos deber hacer esta experiencia fundamental: saberse y sentirse queridos.

Repito lo que decía hace poco: los jefes del mundo pueden tomar las grandes decisiones, pero el futuro lo estamos creando en los hogares - centros educativos. La sociedad actual nos ha obligado a modificar nuestros hábitos de comportamiento y a veces hemos hecho dejación de la educación de nuestros hijos entregando la responsabilidad a las guarderías, a los MCS, a los abuelos...

Nos deberíamos preguntar de verdad ¿cuánto tiempo y de qué calidad dedicamos al diálogo en la familia? ¿qué esfuerzo dedicamos a cuidar el corazón de nuestros hijos? ¿con qué alimentamos sus sueños? ¿qué valores ponemos en su cabeza? ¿cómo resolvemos los conflictos dentro de casa?

Padres, hagámonos responsables de lo que está en nuestras manos, de aquello sobre lo que sí podemos hacer-influir: nuestro hogar, nuestra pareja, nuestros hijos, el ambiente familiar, la educación.

Don Bosco, en el sueño de los 9 años, aquel que marcó su vida, recibió un consejo que intentó poner siempre en práctica: “hazte humilde, fuerte y robusto; no con golpes, sino con amor...”. Este es el perfil del educador, del padre y la madre que quieren asumir su papel de auténticos educadores de los hijos / alumnos.

escrito por Emilio Fernández
Encargado de Escuela Inspectoría de Bilbao
(fuente: www.celauravicuna.edu.mx)
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