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martes, 3 de julio de 2012

Reconciliación y nostalgia de Dios

El diccionario define nostalgia como pena de verse ausente de la patria o de los parientes o amigos, o también como tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida. El poeta inglés John Milton escribió “El paraíso perdido” en 1667, acerca del estado primitivo del hombre según el libro del Génesis –la amistad con Dios. Lo interpreta con perspectiva exclusivamente moralizadora, y por ello no propiamente cristiana. Modernamente, los expertos describen las religiones como un intento de retroceder en busca de ese paraíso perdido (quien ya no puede sentir ni siquiera nostalgia de un bien perdido, es que está anestesiado… o muerto).

De esa “nostalgia” de Dios, que existe en todo hombre, ha hablado Benedicto XVI en el balance de fin de año que suele realizar, y que tanto ayuda a comprender sus ideales e intenciones. Esta vez ese balance se ha situado en torno a sus principales viajes en 2009: su estancia en Camerún y Angola, que precedió al Sínodo de África; la peregrinación a Jordania y Tierra Santa; y el viaje a la república Checa.

El Sínodo de África, presidido por Benedicto XVI, que había viajado a Camerún y Angola, le ha llevado a reflexionar sobre la Iglesia como familia de Dios, la importancia de la reconciliación y la unidad entre la evangelización y la promoción humana.

“Todos juntos somos la familia de Dios, hermanos y hermanas en virtud de un único Padre: ésta fue la experiencia vivida [en África]. Y se experimentaba que la atención amorosa de Dios en Cristo para nosotros no es algo del pasado o teorías eruditas, sino una realidad muy concreta, aquí y ahora… En Cristo todos nos pertenecemos unos a otros”. Esto lo percibió el Papa sobre todo en las celebraciones litúrgicas, llenas de alegría y a la vez de piedad serena.

Seis meses después se celebró en Roma el Sínodo sobre “La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, de la justicia y de la paz”. Un tema teológico pero que, advierte el Papa, podía ser malinterpretado, haciendo de los pastores de la Iglesia unos líderes políticos. ¿Cómo –surgía entonces la pregunta, ante tantos conflictos y necesidades de África– podemos ser realistas y prácticos, sin arrogarnos una competencia política que no nos corresponde? La propuesta del Sínodo la compendia Benedicto XVI con la palabra “reconciliación”, condición necesaria de la justicia y de la paz. Lo propio de los pastores de la Iglesia es proponer la reconciliación verdadera, sin la cual no existe la paz, como se comprobó en Europa después de 1945, que ha visto a los ciudadanos alemanes trabajar y colaborar con los franceses e ingleses en tantos ámbitos.

¿Y en qué consiste la reconciliación? En recuperar la concordia y la amistad con Dios, con uno mismo, con los demás y con la creación. De esto forma parte, primero, “la capacidad de reconocer la culpa y de pedir perdón: a Dios y al otro” (sacudirse de encima el espejismo de ser inocentes); segundo, “la disponibilidad a la penitencia, la disponibilidad para sufrir hasta el fondo por una culpa y para dejarse transformar”; y tercero, la gratuidad, es decir, “la disponibilidad a ir más allá de lo necesario, a no pedir cuentas, sino a ir más allá de lo que exigen las simples condiciones jurídicas”. Gratuidad es la “disponibilidad para dar el primer paso. Salir en primer lugar al encuentro del otro, ofrecerle la reconciliación, asumir el sufrimiento que implica la renuncia a tener razón”. Todo esto lo hizo primero Jesús en la cruz.

Por aquí enlazó el Papa con la necesidad de redescubrir el Sacramento de la Penitencia y la Reconciliación (la Confesión), con una afirmación clave: “El hecho de que éste [sacramento] haya desaparecido en gran medida de los hábitos existenciales de los cristianos es un síntoma de una pérdida de la verdad sobre nosotros mismos y sobre Dios, una pérdida que pone en peligro a nuestra humanidad y disminuye nuestra capacidad para la paz”.

Su segundo viaje en mayo a Jordania y Tierra Santa, en contacto con los lugares donde Jesús vivió, murió y resucitó, le permitió –afirma– “tocar la historia de Dios con nosotros”. Con la convicción del que recoge el testimonio de los apóstoles, sostiene Benedicto XVI: “La fe no es un mito. Es historia real, cuyas huellas podemos tocar con la mano. Este realismo de la fe nos ayuda particularmente en las vicisitudes del presente. Dios se ha manifestado verdaderamente. En Jesucristo se ha hecho verdaderamente carne”.

Por último, el viaje a la República Checa, en septiembre, supuso para el Papa una ocasión para profundizar sobre la fe y la actitud de los cristianos también ante los no creyentes, agnósticos o ateos, que debemos llevar en el corazón. “Cuando hablamos de una nueva evangelización, quizá estas personas se asustan. No quieren verse convertidas en objeto de misión, ni renunciar a su libertad de pensamiento y de voluntad. Pero la cuestión sobre Dios sigue interpelándoles, aunque no puedan creer en el carácter concreto de su atención por nuestra parte”. En todo caso –señala Benedicto XVI y es aquí donde aparece la “nostalgia” de nuestro título– “como primer paso de la evangelización, tenemos que tratar de mantener viva esta búsqueda; tenemos que preocuparnos de que el hombre no arrincone la cuestión de Dios, cuestión esencial de su existencia. Tenemos que preocuparnos de que acepte la cuestión y la nostalgia que en ella se esconde”. Por tanto no sólo hay que atender al diálogo con las religiones –añade– sino también con aquellos que podrían interesarse por Dios, al menos como “el Desconocido”.

En suma, la reconciliación es condición para poder vivir en el realismo de la fe e invitar a otros a descubrir el porqué de su vida, liberándoles del miedo, del desinterés o de la aparente comodidad de no plantearse lo que es más importante para todos. La fe no es un mito que acabaría con la nostalgia de Dios. Al contrario, es la aceptación, hecha vida gozosa, de que ese “Dios desconocido” para muchos ha intervenido en la historia y, entregándose por amor, ha reconciliado todas las cosas, llenándolas de sentido y alegría.

escrito por Ramiro Pellitero 
(fuente: www.encuentra.com)

lunes, 2 de julio de 2012

Aguinaldo 2013: Don Bosco educador

El Aguinaldo 2013 es, como fue anunciado en el camino de preparación al bicentenario del nacimiento de Don Bosco, la invitación a conocer el rostro como educador. “Como Don Bosco educador, ofrezcamos a los jóvenes el Evangelio de la alegría mediante la pedagogía de la bondad”. Una oportunidad para profundizar y actualizar el Sistema Preventivo.

También este año el primer acto oficial del Rector Mayor en la apertura de la sesión de verano del Consejo General fue el aguinaldo 2013. Don Pascual Chávez explicó el contenido, las elecciones hechas y las perspectivas que recuerdan una doble exigencia: “de una parte, un estudio profundo de la pedagogía salesiana, para actualizarla según la sensibilidad y las exigencias de nuestro tiempo” y en segunda instancia “hacer nuestro el contenido y el método de la oferta educativa y pastoral”.

Un redescubrir, entonces, del Sistema Preventivo que tenga en cuenta la comprensión histórica del método Don Bosco y las intuiciones ya presentes en la experiencia del Oratorio de casa Pinardi, “que serán posteriormente adquiridas en su valor más profundo en la síntesis humanístico-cristiana”.

“Una vez conocido correctamente el pasado histórico, es necesario traducir en el hoy las grandes intuiciones y virtudes del Sistema Preventivo […] una ventaja de la formación de los jóvenes “nuevos” del siglo XXI, llamados a vivir y confrontarse con una vasta e inédita gama de situaciones y problemas, en tiempos decididamente de cambio, sore los cuales las mismas ciencias humanas están en fase de reflexión critica”.

Tres las perspectivas indicadas, y brevemente profundizadas, para iniciar un proceso de modernización:

- El relanzamiento del “honesto ciudadano” y del “buen cristiano”.
- El retorno a los jóvenes con mayor calidad
- Una educación del corazón

La presentación del Rector Mayor es ya un válido instrumento de reflexión y trabajo para la comunidad educativa pastoral y las diversas consultas territoriales de la Familia Salesiana. El texto, de hecho, sugiere diversos recorridos de evaluación que recogen en si comportamientos y elementos de proyección. A esto se agrega, los puntos de referencia como compromisos operativos del Aguinaldo del 2013.

Como el año pasado, Don Chávez ofrece a la Familia Salesiana una bibliografía como punto de referencia: El Sistema Preventivo en la educación de la juventud, la Carta de Roma, las Biografias de domingo savio, Miguel Magone, Francesco Besucco, “todos escritos por Don Bosco que demuestra su experiencia educativa y sus elecciones pedagógicas”.

(fuente: www.donboscosur.org.ar)

domingo, 1 de julio de 2012

Jesucristo, nuestro Salvador, ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio


Lectura del Santo Evangelio según san Marcos (Mc 5, 21-43)
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha gente. Entonces se acercó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le suplicaba con insistencia: "Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las manos para que se cure y viva". Jesús se fue con él y mucha gente lo seguía y lo apretujaba. Entre la gente había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médicos y había gastado en eso toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado.

Oyó hablar de Jesús, vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pensando que, con sólo tocarle el vestido, se curaría. Inmediatamente se le secó la fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada. Jesús notó al instante que una fuerza curativa había salido de El, se volvió hacia la gente y les preguntó: "¿Quién ha tocado mi manto?" Sus discípulos le contestaron: "Estás viendo cómo te empuja la gente y todavía preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’" Pero El seguía mirando alrededor, para descubrir quién había sido.

Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa, al comprender lo que había pasado; se postró a sus pies y le confesó la verdad. Jesús la tranquilizó, diciendo; "Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad". Todavía estaba hablando Jesús, cuando unos criados llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle a éste: "Ya se murió tu hija. ¿Para qué sigues molestando al Maestro?" Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: "No temas. Basta que tengas fe". No permitió que lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de la gente y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo: "¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está dormida". Y se reían de El.

Entonces Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus acompañantes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: "¡Talitá, kum!", que significa: "¡Óyeme, niña, levántate!" La niña, que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar. Todos se quedaron asombrados. Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie y les mandó que le dieran de comer a la niña.

Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.

Oración inicial

Señor: concédenos amarte con todo el corazón y que nuestro amor se extienda, también, a todos los hombres. Por nuestro Señor.

Reflexión

• En el evangelio de hoy vamos a meditar sobre dos milagros de Jesús a favor de dos mujeres. El primero, a favor de una mujer considerada impura por causa de una hemorragia que le duraba desde hacía doce años. El otro milagro, a favor de una niña de doce años, que acababa de morir. Según la mentalidad de la época, cualquier persona que tocara la sangre o el cadáver era considerada impura. ¡Sangre y muerte eran factores de exclusión! Por esto, aquellas dos mujeres eran personas marginadas, excluidas de la participación en comunidad.


• El punto de partida. Jesús llega en barca. La multitud se reúne a su alrededor. Jairo, el jefe de la sinagoga, le pide por su hija que se está muriendo. Jesús va con él y la multitud lo acompaña, apretándole por todos los lados. Este es el punto de partida de las dos curaciones que siguen: la curación de la mujer y la resurrección de la niña de doce años.


• La situación de la mujer. ¡Doce años de hemorragia! Por esto, vivía excluida, pues en aquel tiempo, la sangre volvía impura a la persona, y quien la tocara quedaba impuro/a también. Marcos informa que la mujer había gastado todos sus haberes con los médicos. En vez de estar mejor, estaba peor. ¡Situación sin solución!


• La actitud de la mujer. Oyó hablar de Jesús. Nació una nueva esperanza. Se dijo a sí misma: “Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré.” El catecismo de la época mandaba decir: “Si se toca su ropa, se quedará impuro”. ¡La mujer piensa exactamente lo contrario! Señal que las mujeres no concordaban con todo lo que las autoridades religiosas enseñaban. La mujer se puso en medio de la multitud y, de forma desapercibida, tocó Jesús, pues todo el mundo lo apretaba y lo tocaba. En ese mismo instante ella sintió en el cuerpo que había sido curada.


• La reacción de Jesús y de los discípulos. Jesús se había dado cuenta que una fuerza había salido de él y preguntó: “¿Quién me ha tocado?” Los discípulos reaccionaron: “Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: ¿Quién me ha tocado?” Aquí aparece el desencuentro entre Jesús y sus discípulos. Jesús tenía una sensibilidad que no era percibida por los discípulos. Estos reaccionan como todo el mundo y no entienden la reacción diferente de Jesús. Pero Jesús no presta atención y sigue indagando.


• La cura por la fe. La mujer percibió que había sido descubierta. Fue un momento difícil y peligroso. Pues, según la creencia de la época, una persona impura que, como aquella mujer, se metía en medio de una multitud, contaminaba a todo el mundo a través del toque. Y hacía que todos se volvieran impuros ante Dios (Lev 15,19-30). Por esto, como castigo, podría ser apedreada. Pero la mujer tuvo el valor de asumir lo que hacía. “Atemorizada y temblorosa” cayó a los pies de Jesús y contó toda su verdad. Jesús dice la palabra final: “Hija, tu fe te ha salvado e te ha salvado; ¡vete en paz y queda curada de tu enfermedad!”
(a) “Hija”, con esta palabra Jesús acoge a la mujer en la nueva familia, en la comunidad, que se formaba a su alrededor.
(b) Aquello que ella pensaba aconteció de hecho.
(c) Jesús reconoce que sin la fe de aquella mujer, él no hubiera podido hacer el milagro.


• La noticia de la muerte de la niña. En este momento el personal de la casa de Jairo informa que la niña había muerto. No hacía falta ya molestarle a Jesús. Para ellos, la muerte era la gran barrera. ¡Jesús no conseguirá ir más allá de la muerte! Jesús escucha, mira hacia Jairo y aplica lo que acababa de presenciar, a saber que la fe es capaz de realizar lo que persona cree. Y dice: “No temas. ¡Solamente ten fe!”


• En casa de Jairo. Jesús solo permite a tres discípulos el que vayan con él. Viendo el alboroto de los que lloran por la muerte de la niña, dice: “La niña no ha muerto. ¡Está dormida!” La gente se rió. La gente sabe distinguir cuando una persona está dormida o cuando está muerta. Es la risa de Abrahán y de Sara, es decir, de los que no consiguen creer que para Dios nada es imposible (Gén 17,17; 18,12-14; Lc 1,37). También para ellos, la muerte era una barrera que nadie podía superar. Las palabras de Jesús tienen un significado más profundo. La situación de las comunidades perseguidas del tiempo de Marcos parecía una situación de muerte. Ellas tenían que oír: “¡No es muerte! ¡Ustedes están dormidos! ¡Despiértense!” Jesús no da importancia a la risa y entra en la habitación donde está la niña, solamente él, los tres discípulos y los padres de la niña.

• La resurrección de la niña. Jesús toma la niña por la mano y dice: “Talitá kum!” Ella se levanta. ¡Gran alboroto! Jesús conserva la calma y pide que le den de comer. Las dos mujeres son curadas. ¡Una tenía doce años, la otra llevaba doce años teniendo hemorragia y doce años padeciendo exclusión! A los doce años comienza la exclusión de la muchacha, pues empieza la menstruación, ¡empieza a morir! Jesús tiene un poder mayor y la resucita: “¡Levántate!”


 Para la reflexión personal

• ¿Cuál es el punto de este texto que más te ha gustado o el que más te ha llamado la atención? ¿Por qué?
• Una mujer fue curada e reintegrada en la convivencia de la comunidad. Una muchacha fue levantada de su lecho de muerte. ¿Qué nos enseña esta acción de Jesús para nuestra vida en familia y en comunidad, hoy?


Oración final

Tú inspiras mi alabanza en plena asamblea, cumpliré mis votos ante sus fieles. Los pobres comerán, hartos quedarán, los que buscan a Yahvé lo alabarán: «¡Viva por siempre vuestro corazón!». (Sal 22,26-27)

(fuente: ocarm.org)

sábado, 30 de junio de 2012

Creo en el Espíritu Santo

“Creo en el Espíritu Santo” es la expresión que dice el Credo, que hoy nos convoca. Es la fe en la tercera persona de la Santísima Trinidad, donde vamos a detenernos para reflexionar juntos, para orar juntos desde este lugar donde Dios viene a habitar y a quedarse en nosotros.

Ahora se abre el espacio para la buena noticia, el Espíritu Santo nos habita interiormente.

“Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios" Pues bien, su Espíritu que lo revela nos hace conocer a Cristo, su Verbo, su Palabra viva, pero no se revela a sí mismo. El que "habló por los profetas" nos hace oír la Palabra del Padre. Pero a él no le oímos. No le conocemos sino en la obra mediante la cual nos revela al Verbo y nos dispone a recibir al Verbo en la fe. El Espíritu de verdad que nos "desvela" a Cristo "no habla de sí mismo". Un ocultamiento tan discreto, propiamente divino, explica por qué "el mundo no puede recibirle, porque no le ve ni le conoce", mientras que los que creen en Cristo le conocen porque él mora en ellos.

La Iglesia, comunión viviente en la fe de los Apóstoles , es el lugar de nuestro conocimiento del Espíritu Santo:

– en las Escrituras que Él ha inspirado;
– en la Tradición, de la cual los Padres de la Iglesia son testigos siempre actuales;
– en el Magisterio de la Iglesia, al que Él asiste;
– en la liturgia sacramental, a través de sus palabras y sus símbolos, en donde el Espíritu Santo nos pone en comunión con Cristo;
– en la oración en la cual Él intercede por nosotros;
– en los carismas y ministerios mediante los que se edifica la Iglesia;
– en los signos de vida apostólica y misionera;
– en el testimonio de los santos, donde Él manifiesta su santidad y continúa la obra de la salvación.

La misión del Hijo y del Espíritu Santo es conjunta, y el Espíritu viene a mostrarnos el rostro de Jesús.

Si tuvieras que decir lo que el Espíritu Santo ha obrado en tu vida, ¿a qué lo referirías concretamente?

Aquel al que el Padre ha enviado a nuestros corazones, el Espíritu de su Hijo es realmente Dios. Consubstancial con el Padre y el Hijo, es inseparable de ellos, tanto en la vida íntima de la Trinidad como en su don de amor para el mundo. Pero al adorar a la Santísima Trinidad vivificante, consubstancial e indivisible, la fe de la Iglesia profesa también la distinción de las Personas. Cuando el Padre envía su Verbo, envía también su Aliento: misión conjunta en la que el Hijo y el Espíritu Santo son distintos pero inseparables. Sin ninguna duda, Cristo es quien se manifiesta, Imagen visible de Dios invisible, pero es el Espíritu Santo quien lo da a conocer.

Es como una suave brisa, es como un aceite que penetra en lo más profundo de una textura, el Espíritu es como fuego, como una paloma. Todas son imágenes que hablan de una presencia suave en su forma de comunicarse. Para darle la bienvenida hay que tener una predisposición interior que debemos trabajar para que lo que resulta casi imperceptible se haga para nosotros consciente de su estar y desde ese vínculo de cercanía y de amistad, aprender de él y dejarnos llevar por él a aquellos lugares donde la humanidad y el mundo comienza a ser distinto, la presencia de Cristo en su totalidad, cabeza y cuerpo. En la humanidad en cuánto más allá del ámbito de la Iglesia, las semillas del Verbo encarnado están presentes con los valores escondidos en el mensaje total de Jesús, diseminados por todas partes.

El Espíritu nos puede dar esa mirada profunda de la presencia de Cristo en todo y en todos. Solamente por el Espíritu podemos penetrar desde Jesús a la realidad en toda su profundidad.

Él ha venido a dárnoslo a conocer.

La noción de la unción sugiere que no hay ninguna distancia entre el Hijo y el Espíritu. En efecto, de la misma manera que entre la superficie del cuerpo y la unción del aceite ni la razón ni los sentidos conocen ningún intermediario, así es inmediato el contacto del Hijo con el Espíritu, de tal modo que quien va a tener contacto con el Hijo por la fe tiene que tener antes contacto necesariamente con el óleo. En efecto, no hay parte alguna que esté desnuda del Espíritu Santo. Por eso es por lo que la confesión del Señorío del Hijo se hace en el Espíritu Santo por aquellos que la aceptan, viniendo el Espíritu desde todas partes delante de los que se acercan por la fe. Es un camino de unción.

El catecismo nos enseña que el nombre propio del Espíritu Santo, tal es el nombre propio de Aquel que adoramos y glorificamos con el Padre y el Hijo. La Iglesia ha recibido este nombre del Señor y lo profesa en el Bautismo de sus nuevos hijos.

El término "Espíritu" traduce el término hebreo Ruah, que en su primera acepción significa soplo, aire, viento. Jesús utiliza precisamente la imagen sensible del viento para sugerir a Nicodemo la novedad transcendente del que es personalmente el Soplo de Dios, el Espíritu divino. Por otra parte, Espíritu y Santo son atributos divinos comunes a las Tres Personas divinas. Pero, uniendo ambos términos, la Escritura, la liturgia y el lenguaje teológico designan la persona inefable del Espíritu Santo, sin equívoco posible con los demás empleos de los términos "espíritu" y "santo".

Que el Espíritu Santo venga a traducir en nosotros el rostro velado de Cristo al que esperamos para acercarnos sus gracias.

El Espíritu Santo tiene varios apelativos. Jesús, cuando anuncia y promete la venida del Espíritu Santo, le llama el "Paráclito", literalmente "aquel que es llamado junto a uno", "Paráclito" se traduce habitualmente por "Consolador", siendo Jesús el primer consolador. El mismo Señor llama al Espíritu Santo "Espíritu de Verdad". Además de su nombre propio, que es el más empleado en el libro de los Hechos y en las cartas de los Apóstoles, en San Pablo se encuentran los siguientes apelativos: el Espíritu de la promesa el Espíritu de adopción, el Espíritu de Cristo, el Espíritu del Señor, el Espíritu de Dios , y en San Pedro, el Espíritu de gloria.

El agua, la unción, el fuego, la nube, la luz, el sello, la mano, el dedo, la paloma son los símbolos que utiliza el Espíritu Santo como una forma de hacerse presente en medio nuestro.

(fuente: www.radiomaria.org.ar)

viernes, 29 de junio de 2012

San Pedro, el primer sucesor de Cristo en la Tierra

- La vocación de Pedro.
- El primero de los discípulos de Jesús.
- Su fidelidad hasta el martirio.

I. Simón Pedro, como la mayor parte de los primeros seguidores de Jesús, era de Betsaida, ciudad de Galilea, en la ribera del lago de Genesaret. Era pescador, como el resto de su familia. Conoció a Jesús a través de su hermano Andrés, quien poco tiempo antes, quizá el mismo día, había estado con Juan toda una tarde en su compañía. Andrés no guardó para sí el inmenso tesoro que había encontrado, "sino que lleno de alegría corrió a contar a su hermano el bien que había recibido" (1).

Llegó Pedro ante el Maestro. Intuitus eum Iesus..., mirándolo Jesús... El Maestro clavó su mirada en el recién llegado y penetró hasta lo más hondo de su corazón. ¡Cuánto nos hubiera gustado contemplar esa mirada de Cristo, que es capaz de cambiar la vida de una persona! Jesús miró a Pedro de un modo imperioso y entrañable. Más allá de este pescador galileo, Jesús veía toda su Iglesia hasta el fin de los tiempos. El Señor muestra conocerle desde siempre: ¡Tú eres Simón, el hijo de Juan! Y también conoce su porvenir: Tú te llamarás Cefas, que quiere decir Piedra. En estas pocas palabras estaban definidos la vocación y el destino de Pedro, su quehacer en el mundo.

Desde los comienzos, "la situación de Pedro en la Iglesia es la de roca sobre la que está construido un edificio" (2). La Iglesia entera, y nuestra propia fidelidad a la gracia, tiene como piedra angular, como fundamento firme, el amor, la obediencia y la unión con el Romano Pontífice; "en Pedro se robustece la fortaleza de todos" (3), enseña San León Magno. Mirando a Pedro y a la Iglesia en su peregrinar terreno, se le pueden aplicar las palabras del mismo Jesús: cayeron las lluvias y los ríos salieron de madre, y soplaron los vientos y dieron con ímpetu sobre aquella casa, pero no fue destruida porque estaba edificada sobre roca (4), la roca que, con sus debilidades y defectos, eligió un día el Señor: un pobre pescador de Galilea, y quienes después habían de sucederle.

El encuentro de Pedro con Jesús debió de impresionar hondamente a los testigos presentes, familiarizados con las escenas del Antiguo Testamento. Dios mismo había cambiado el nombre del primer Patriarca: Te llamarás Abrahán, es decir, Padre de una muchedumbre (5). También cambió el nombre de Jacob por el de Israel, es decir, Fuerte ante Dios (6). Ahora, el cambio de nombre de Simón no deja de estar revestido de cierta solemnidad, en medio de la sencillez del encuentro. "Yo tengo otros designios sobre ti", viene a decirle Jesús.

Cambiar el nombre equivalía a tomar posesión de una persona, a la vez que le era señalada su misión divina en el mundo. Cefas no era nombre propio, pero el Señor lo impone a Pedro para indicarla función de Vicario suyo, que le será revelada más adelante con plenitud (7). Nosotros podemos examinar hoy en la oración cómo es nuestro amor con obras al que hace las veces de Cristo en la tierra: si pedimos cada día por él, si difundimos sus enseñanzas, si nos hacemos eco de sus intenciones, si salimos con prontitud en su defensa cuando es atacado o menospreciado. ¡Qué alegría damos a Dios cuando nos ve que amamos, con obras, a su Vicario aquí en la tierra!

II. Este primer encuentro con el Maestro no fue la llamada definitiva. Pero desde aquel instante, Pedro se sintió prendido por la mirada de Jesús y por su Persona toda. No abandona su oficio de pescador, escucha las enseñanzas de Jesús, le acompaña en ocasiones diversas y presencia muchos de sus milagros. Es del todo probable que asistiera al primer milagro de Jesús en Caná, donde conoció a María, la Madre de Jesús, y después bajó con Él a Cafarnaún. Un día, a orillas del lago, después de una pesca excepcional y milagrosa, Jesús le invitó a seguirle definitivamente (8). Pedro obedeció inmediatamente -su corazón ha sido preparado poco a poco por la gracia- y, dejándolo todo -relictis omnibus-, siguió a Cristo, como el discípulo que está dispuesto a compartir en todo la suerte del Maestro.

Un día, en Cesarea de Filipo, mientras caminaban, Jesús preguntó a los suyos: Vosotros, ¿quién decís que soy Yo? Respondió Simón Pedro y dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo (9). A continuación, Cristo le promete solemnemente el primado sobre toda la Iglesia (10). ¡Cómo recordaría entonces Pedro las palabras de Jesús unos años antes, el día en que le llevó hasta Él su hermano Andrés: Tú te llamarás Cefas ...! Pedro no cambió tan rápidamente como había cambiado de nombre. No manifestó de la noche a la mañana la firmeza que indicaba su nuevo apelativo. Junto a una fe firme como la piedra, vemos en Pedro un carácter a veces vacilante. Incluso en una ocasión Jesús reprocha al que va a ser el cimiento de su Iglesia que es para él motivo de escándalo (11). Dios cuenta con el tiempo en la formación de cada uno de sus instrumentos y con la buena voluntad de éstos. Nosotros, si tenemos la buena voluntad de Pedro, si somos dóciles a la gracia, nos iremos convirtiendo en los instrumentos idóneos para servir al Maestro y llevar a cabo la misión que nos ha encomendado. Hasta los acontecimientos que parecen más adversos, nuestros mismos errores y vacilaciones, si recomenzamos una y otra vez, si acudimos a Jesús, si abrimos el corazón en la dirección espiritual, todo nos ayudará a estar más cerca de Jesús, que no se cansa de suavizar nuestra tosquedad. Y quizá, en momentos difíciles, oiremos como Pedro: hombre de poca fe, ¿por qué has dudado? (12). Y veremos junto a nosotros a Jesús, que nos tiende la mano.

III. El Maestro tuvo con Pedro particulares manifestaciones de aprecio; no obstante, más tarde, cuando Jesús más le necesitaba en momentos particularmente dramáticos, Pedro renegó de Él, que estaba solo y abandonado. Después de la Resurrección, cuando Pedro y otros discípulos han vuelto a su antiguo oficio de pescadores, Jesús va especialmente en busca de él, y se manifiesta a través de una segunda pesca milagrosa, que recordaría en el alma de Simón aquella otra en la que el Maestro le invitó definitivamente a seguirle y le prometió que sería pescador de hombres. Jesús les espera ahora en la orilla y usa los medios materiales -las brasas, el pez...- que resaltan el realismo de su presencia y continúan dando el tono familiar acostumbrado en la convivencia con sus discípulos. Después de haber comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?... (13).

Después, el Señor anunció a Simón: En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven te ceñías tú mismo e ibas a donde querías; pero cuando envejezcas extenderás tus manos y otro te ceñirá y llevará a donde no quieras (14). Cuando escribe San Juan su Evangelio esta profecía ya se había cumplido; por eso añade el Evangelista: Esto lo dijo indicando con qué muerte había de glorificar a Dios. Después, Jesús recordó a Pedro aquellas palabras memorables que un día, años atrás, en la ribera de aquel mismo lago, cambiaron para siempre la vida de Simón: Sígueme.

Una piadosa tradición cuenta que, durante la cruenta persecución de Nerón, Pedro salía, a instancias de la misma comunidad cristiana, para buscar un lugar más seguro. Junto a las puertas de la ciudad se encontró a Jesús cargado con la Cruz, y habiéndole preguntado Pedro: "¿A dónde vas, Señor?" (Quo vadis, Domine?), le contestó el Maestro: "A Roma, a dejarme crucificar de nuevo". Pedro entendió la lección y volvió a la ciudad, donde le esperaba su cruz. Esta leyenda parece ser un eco último de aquella protesta de Pedro contra la cruz la primera vez que Jesús le anunció su Pasión (15). Pedro murió poco tiempo después. Un historiador antiguo refiere que pidió ser crucificado con la cabeza abajo por creerse indigno de morir, como su Maestro, con la cabeza en alto. Este martirio es recordado por San Clemente, sucesor de Pedro en el gobierno de la Iglesia romana (16). Al menos desde el siglo III, la Iglesia conmemora en este día, 29 de junio, el martirio de Pedro y de Pablo (17), el dies natalis, el día en que de nuevo vieron la Faz de su Señor y Maestro.

Pedro, a pesar de sus debilidades, fue fiel a Cristo, hasta dar la vida por Él. Esto es lo que le pedimos nosotros al terminar esta meditación: fidelidad, a pesar de las contrariedades y de todo lo que nos sea adverso por el hecho de ser cristianos. Le pedimos la fortaleza en la fe, fortes in fide (18), como el mismo Pedro pedía a los primeros cristianos de su generación. "¿Qué podríamos nosotros pedir a Pedro para provecho nuestro, qué podríamos ofrecer en su honor sino esta fe, de donde toma sus orígenes nuestra salud espiritual y nuestra promesa, por él exigida, de ser fuertes en la fe?" (19).

Esta fortaleza es la que pedimos también a Nuestra Madre Santa María para mantener nuestra fe sin ambigüedades, con serena firmeza, cualquiera que sea el ambiente en que hayamos de vivir.

(1) SAN JUAN CRISOSTOMO, en Catena Aurea, vol. VII, p. 113.- (2) PABLO VI, Alocución 24-XI-1965.- (3) SAN LEON MAGNO, En la fiesta de San Pedro Apóstol, Homilía 83, 3.- (4) Mt 7, 25.- (5) Cfr. Gen 17, 5.- (6) Cfr. Gen 32, 28.- (7) Cfr. Mt 16, 16-18.- (8) Cfr. Lc 5, 11.- (9) Mt 16, 15-16.- (10) Mt 16, 18-19.- (11) Cfr. Mt 16, 23.- (12) Mt 14, 31.- (13) Jn 21, 15 ss.- (14) Jn 21, 18-19.- (15) Cfr. O. HOPHAN, Los Apóstoles, Palabra, Madrid 1982, p. 88.- (16) Cfr. PABLO VI, Exhor. Apost. Petrum et Paulum, 22-II-1967.- (17) JUAN PABLO II, Angelus 29-VI-1987.- (18) 1 Pdr 5, 9.- (19) PABLO VI, Exhort. Apost. Petrum et Paulum.

* Solemnidad de los primeros tiempos del Cristianismo. "Los Apóstoles Pedro y Pablo son considerados por los fieles cristianos, con todo derecho, como las primeras columnas -no sólo de la Santa Sede romana-, sino además de la universal Iglesia de Dios vivo, diseminada por el orbe de la tierra" (Pablo VI). Fundadores de la Iglesia de Roma, Madre y Maestra de las demás comunidades cristianas, fueron quienes impulsaron su crecimiento con el supremo testimonio de "su martirio, padecido en Roma con fortaleza: Pedro, a quien Nuestro Señor Jesucristo eligió como fundamento de su Iglesia y Obispo de esta esclarecida ciudad, y Pablo, el Doctor de las gentes, maestro y amigo de la primera comunidad aquí fundada" (Pablo VI).

(fuente: www.mercaba.org)

jueves, 28 de junio de 2012

¿Son compatibles la Biblia y la evolución?

¿Son armonizables evolución y creación? ¿Qué se entiende hoy por creacionismo científico? ¿En qué momento apareció?

Podemos comenzar a responder a estas cuestiones afirmando que el creacionismo científico surgió como reacción ante el pujante evolucionismo materialista, una filosofía nociva para las ideas religiosas y morales de la sociedad americana. Su génesis se encuentra en la actividad de algunos grupos de fundamentalistas protestantes que se organizaron emprendiendo una amplia campaña con la que pretendían conseguir dos objetivos básicos: por una parte, mostrar que la Biblia proporciona conocimientos científicos acerca de la creación y que serían contrarios a las hipótesis evolucionistas; y, por otra, conseguir legalmente que en las clases de ciencia natural que se dan en las escuelas, junto con las teorías evolucionistas, se explique también, dedicando igual tiempo, el creacionismo como concepción alternativa.

La mentalidad de los creacionistas científicos se explica por la confluencia de tres factores. Uno es el fundamentalismo protestante que interpreta la Biblia de modo excesivamente literal y que, por tanto, fácilmente considera como científicas algunas informaciones que deben ser entendidas en el contexto del estilo empleado en esas narraciones. Así, el obispo anglicano de Armagh, Usher, a finales del siglo XVII, decidió, basándose en textos bíblicos, que el mundo había sido hecho en el 4004 a. C., cálculo que debió de parecer poco interesante a teólogos de mayor envergadura. Otro factor es la historia de los Estados Unidos, que incluye contrastes ideológicos que se remontan a las causas y efectos de la guerra civil y que no han desaparecido por completo. Y un tercero es que, de hecho, se difunden tesis evolucionistas de tipo materialista y relativista, que se presentan como científicas pero realmente son extrapolaciones injustificadas carentes de base científica. El anti-evolucionismo es ya antiguo en grupos del Sur de los Estados Unidos. Después de la guerra civil no se consiguió una unidad religiosa. Los del Sur acusaban a los del Norte de estar infectados por un “espíritu liberal” que se manifestaría, por ejemplo, en afirmar, según el “espíritu” y no la “letra” de la Biblia, que debía condenarse la esclavitud. El Sur perdió la guerra, pero no estaba dispuesto a perder sus ideas, y se mantenía firme en convicciones que parecían tradicionales frente a la laxitud de los del Norte.

Henry M. Morris, antiguo profesor universitario, doctorado en Hidráulica, y un grupo de creacionistas como él, en 1963, organizaron la Sociedad para la Investigación de la Creación. En 1972, fundó el Institute for Creation Research (“Instituto para la Investigación de la Creación”, ICR) de San Diego, institución privada no lucrativa, cuyo objetivo original es publicar literatura creacionista y hacer campaña en las escuelas públicas en favor de las interpretaciones escriturísticas de los orígenes humanos. A pesar de presentarse como una organización de carácter apolítico y aconfesional, el ICR exige a todos sus miembros una confesión de fe sobre el fijismo de las especies creadas, la universalidad del diluvio y la realidad histórica de la Creación, según el Génesis. En 1981, Morris obtuvo la aprobación oficial para la escuela superior, que ofrece títulos en Ciencias de la Educación, Geología, Astrofísica, Geofísica y Biología. En 1986, consiguió trasladarse del campus de Christian Heritage College, en el Cajón, California, a su actual campus. Puesto que el ICR no está refrendado por la Western Association of Schools and Colleges, las escuelas más acreditadas no reconocerán sus títulos ni aceptarán sus créditos de clase para un traslado de matrícula.

El profesor Morris ha dicho que no es su intención solicitar un refrendo de la Western Association, a la que califica de “organización secular, muy comprometida con la teoría evolucionista”. Y añade: la Biblia es “nuestro libro de texto sobre la ciencia del creacionismo” pues “estamos totalmente constreñidos a lo que Dios ha considerado adecuado decirnos y esa información es su palabra escrita.” Y, en otro lugar: “Si el hombre desea saber algo acerca de la creación, su única fuente de información verdadera es la revelación divina”. De tal modo, que la creación habría tenido lugar en días de 24 horas, excluyendo absolutamente toda evolución. Esta perspectiva es compartida por importantes teólogos protestantes de Princeton, como Benjamin Warfield, Duane Gish, el reverendo Jerry Falwell y el Sínodo luterano de Missouri, de donde surgió un buen grupo de colaboradores de Henry Morris para organizar el “creacionismo científico” en 1963. Estos autores intentan poner de manifiesto el gran número de verdades científicas que han permanecido ocultas en sus páginas durante 30 siglos o más, y han puesto en el candelero este movimiento antes minoritario en los Estados Unidos, desde donde se ha difundido por todo el mundo.

Morris desautoriza abiertamente la biología evolucionista en uno de los libros en que ha colaborado, The Bible Has the Answer (“La Biblia tiene la respuesta”), donde se califica la “evolución” no sólo de “antibíblica y anticristiana, sino de absolutamente acientífica, además de imposible. Pero ha servido, efectivamente, de base pseudocientífica para el ateísmo, el agnosticismo, el socialismo, el fascismo y numerosas otras filosofías falsas y peligrosas de los últimos cien años”.

Parece que estas corrientes, que han confluido en el “creacionismo científico”, ven en el evolucionismo un poderoso aliado del materialismo moderno que pretende difundir a gran escala una visión relativista y atea que socava los fundamentos mismos de la civilización humana. George Marsden, profesor de Historia en Michigan, afirma que los creacionistas científicos han identificado correctamente el contenido materialista de gran impacto social que se presenta apoyado en el evolucionismo. Cita como ejemplo la popular serie televisiva Cosmos, de Carl Sagan, que trasluce una clara visión anti-creacionista. Y señala que los creacionistas han percibido esa filosofía nociva para las ideas religiosas y morales básicas de la civilización, concluyendo, aunque no justificando, que “los defensores dogmáticos de mitologías evolucionistas anti-sobrenaturalistas constituyen una invitación a responder del mismo modo”.

En la práctica, el creacionismo utiliza argumentos basados en el razonamiento lógico de que, si la teoría evolucionista tiene fallos y puntos débiles o no puede dar razón de algunos hechos, quedaría demostrado que el creacionismo es correcto. Sus argumentos suponen que sólo existen dos opciones: el creacionismo o el evolucionismo darwinista. Los creacionistas científicos se han servido de los debates evolucionistas recientes como pretexto para afirmar que el darwinismo está a punto de ser destruido, con lo cual su posición quedaría como la única alternativa razonable. Sin embargo, no han tenido en cuenta que el deseo de proponer y discutir nuevas hipótesis, lejos de anunciar el inminente colapso de una teoría, se considera, en general, como un signo de vitalidad científica. La hipótesis creacionista, en cambio, armoniza bastante mal -literalmente entendida- con los datos científicos. Como la mayor parte de los creacionistas sostienen que el mundo fue creado casi instantáneamente hace unos pocos miles de años, ellos se oponen no sólo a la teoría de la evolución, sino a toda interpretación científica del pasado. Si prevaleciera esta posición, la Geología, la Paleontología, la Arqueología e incluso la Cosmología deberían reformularse de forma que la ciencia retornaría a un marco teórico propio del S. XVIII.

En el otro bando de la contienda, se encuentra el evolucionismo radical. Sus defensores han visto en las teorías evolucionistas la prueba científica de que no es admisible la creación. El origen del universo y del hombre se explican sin necesidad de recurrir a la existencia de un Dios creador, noción que ha sido superada por el avance científico. El hombre no es más que un producto de la evolución al azar de la materia, y los valores humanos son algo casual y relativo, ya que están en función de las condiciones en que se ha realizado dicha evolución material. Con estos presupuestos, las iniciativas jurídicas y educativas de los creacionistas han sido contrarrestadas directa y contundentemente por los defensores del evolucionismo. Por ejemplo, el Dr. Wayne Moyer, director ejecutivo de la Asociación Americana de Profesores de Biología, ha hecho un llamamiento a los profesores universitarios para que ayuden a los maestros a oponerse al intento de introducir en las clases de Biología una “teología disfrazada de ciencia”.

No existe la alternativa evolución-creación, como si se tratara de dos posturas entre las que hubiera que elegir.

Pero, debemos plantear esta polémica en sus justos términos. La realidad es que la evolución como hecho científico y la creación divina se encuentran en dos planos diferentes: no existe la alternativa evolución-creación, como si se tratara de dos posturas entre las que hubiera que elegir. Se puede admitir la existencia de la evolución y, al mismo tiempo, de la creación divina. Si el hecho de la evolución es un problema que ha de abordarse mediante los conocimientos científico-experimentales, la necesidad de la creación divina responde a razonamientos metafísicos. En sentido estricto, creación significa “la producción de algo a partir de la nada”. En ningún proceso natural se puede dar una creación propiamente dicha: los seres naturales, desde las piedras hasta el hombre, sólo pueden actuar transformando algo que ya existe. La naturaleza no puede ser creativa en sentido absoluto. El hecho de la creación, así entendido, no choca con la posibilidad de que unos seres surgieran a partir de otros.

Evolución y creación divina no son necesariamente, por tanto, términos contradictorios. Podría haber una evolución dentro de la realidad creada, de tal manera que, quien sostenga el evolucionismo, no tiene motivo alguno para negar la creación. Dicha creación es necesaria, tanto si hubiera evolución como si no, pues se requiere para dar razón de lo que existe, mientras que la evolución sólo se refiere a transformaciones entre seres ya existentes. En este sentido, la evolución presupone la creación. Pero es que, además, quien admite la creación -así entendida-, tiene una libertad total para admitir cualquier teoría científica. Quien no admita la creación, necesariamente deberá admitir que todo lo que existe actualmente proviene de otros seres, y éstos provienen de otros, y así sucesiva e indefinidamente, de manera que todos y cada uno de los seres que existen deben tener un origen trazado por la evolución. Aunque pueda resultar paradójico, es el evolucionista radical quien viola las exigencias de rigor del método científico, pues se ve forzado a admitir unas hipótesis que no pertenecen al ámbito científico, y deberá admitirlas aunque no pueden probarse.

No hay, por tanto, necesidad de plantear ningún conflicto entre ciencia y religión. Esto es lo que postulan, al menos, destacados científicos evolucionistas. John McIntyre, profesor de Física en la Universidad de Texas, confiesa la frustración que experimenta por el hecho de que los “antievolucionistas” hayan usurpado el término “creacionismo”, e insiste en que es del todo posible conciliar las creencias cristianas en un Dios creador con la idea de que la vida haya evolucionado a través del tiempo. Por su parte, el paleontólogo neodarwinista G. G. Simpson, asegura:

“Ningún credo, salvo el de las fanáticas sectas fundamentalistas -que son una minoría protestante en EE.UU.-, reconoce por dogma el rechazo de la evolución. Muchos profesores, religiosos y laicos, la aceptan , en cambio, como un hecho. Y muchos evolucionistas son hombres de profunda fe. Además, los evolucionistas pueden ser también creacionistas”.

Y Martin Gardner, colaborador habitual de la revista Investigación y Ciencia, creador de juegos matemáticos y autor de libros de divulgación científica de calidad, sostiene: “No conozco ningún teólogo protestante o católico fuera de los círculos fundamentalistas que no haya aceptado el hecho de la evolución, aunque puede que insistan en que Dios ha dirigido el proceso e infundido el alma a los primeros seres humanos”.

Por lo que hace a la polémica, el panorama no es muy halagüeño. Sin embargo, queda la esperanza de que se impongan los análisis serenos. El creacionismo científico y el evolucionismo radical se alimentan mutuamente. Hoy por hoy, el evolucionismo radical parece el contrincan-te más fuerte: su poder y difusión están aliados con una mentalidad pragmatista muy extendida, en la que la ciencia es para muchos la única fuente de la verdad. La batalla no tendrá final, mientras no se disipe el error en que incurren ambas posturas con sus extrapolaciones. Porque ni la Biblia contiene datos científicos desconocidos en la época en que fue escrita, ni tampoco es legítimo ni científico negar lo que no se alcanza mediante la ciencia. Existen dos parcelas autónomas del saber humano -Filosofía y Ciencia- que no se pueden trasvasar sin caer en extrapolaciones inadmisibles o en una peligrosa pirueta conceptual. El problema desaparece cuando se advierte que evolución y creación divina se encuentran en planos distintos y, por lo tanto, no se excluyen mutuamente, aunque haya un tipo de “evolucionismo” que es incompatible con la admisión de la creación y un tipo de “creacionismo” que es incompatible con la aceptación de la evolución.

(1) Una profundización sobre esta polémica puede verse en mi libro: Carlos Javier Alonso: Tras la evolución. Panorama histórico de las teorías evolucionistas, Eunsa, Pamplona, 1999.

(fuente: www.arvo.net)

Meditación de las Letanías del Sagrado Corazón (por el Beato Juan Pablo II)

1 -Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen María, ten piedad de nosotros.
 27 de junio, 1982

1. Así rezamos en las letanías al Sacratísimo Corazón. Esta invocación se refiere directamente al misterio que meditamos, al rezar el Angelus Domini: por obra del Espíritu Santo fue formada en el seno de la Virgen de Nazaret la Humanidad de Cristo, Hijo del Eterno Padre.

¡Por obra del Espíritu Santo fue formado en esta Humanidad el Corazón! El Corazón, que es el órgano central del organismo humano de Cristo y, a la vez, el verdadero símbolo de su vida interior: del pensamiento, de la voluntad, de los sentimientos. Mediante este Corazón la Humanidad de Cristo es, de modo particular, "el templo de Dios" y, al mismo tiempo, mediante este Corazón, está incesantemente abierta al hombre y a todo lo que es "humano". "Corazón de Jesús de cuya plenitud todos hemos recibido".

2. El mes de junio está dedicado, de modo especial, a la veneración del Corazón divino. No sólo un día, la fiesta litúrgica que, de ordinario, cae en junio, sino todos los días. Con esto se vincula la devota práctica de rezar o cantar cotidianamente las letanías al Sacratísimo Corazón de Jesús.

Las letanías del Corazón de Jesús se inspiran abundantemente en las fuentes bíblicas y, al mismo tiempo, reflejan las experiencias más profundas de los corazones humanos. Son, a la vez, oración de veneración y de diálogo auténtico. Hablamos en ellas del corazón y, al mismo tiempo, dejamos a los corazones hablar con este único Corazón, que es "fuente de vida y de santidad" y "deseo de los collados eternos". Del Corazón que es "paciente y lleno de misericordia" y "generoso para todos los que le invocan".

Esta oración, rezada y meditada, se convierte en una verdadera escuela del hombre interior: la escuela del cristiano.

La solemnidad del Sacratísimo Corazón de Jesús nos recuerda, sobre todo, los momentos en que este Corazón fue "traspasado por la lanza" y, mediante esto, abierto de manera "Visible" al hombre y al mundo.

Al rezar las letanías - y en general al venerar al Corazón Divino -conocemos el misterio de la redención en toda su divina y, a la vez, humana profundidad. Simultáneamente, nos hacemos sensibles a la necesidad de reparación. Cristo nos abre su Corazón para que nos unamos con El en su reparación por la salvación del mundo. Hablar del Corazón Traspasado es decir toda la verdad de su Evangelio y de la Pascua.

Tratemos de captar cada vez mejor este lenguaje. Aprendámoslo.


2 -Corazón de Jesús : Hijo del Eterno Padre
2 de junio, 1985

Hoy, primer domingo del mes de junio, la Iglesia encuentra en el Corazón de Cristo el acceso al Dios que es la Santísima Trinidad: al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Este único Dios - Uno y Trino a la vez - es un misterio inefable de la fe. Verdaderamente él "habita en una luz inaccesible" (1 Tm 6,16).

Y, al mismo tiempo, el Dios infinito ha permitido que le abrace el Corazón de un Hombre cuyo nombre es Jesús de Nazaret, Jesucristo. Y a través del Corazón del Hijo, Dios Padre se acerca también a nuestros corazones y viene a ellos. Y así cada uno de nosotros es bautizado "en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Cada uno de nosotros está inmerso, desde el principio, en el Dios Uno y Trino, en el Dios vivo, en el Dios vivificante. A este Dios lo confesamos como Espíritu Santo que, procediendo del Padre y del Hijo, "da la vida".

2. El Corazón de Jesús fue "formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre". El Dios que "da la vida" y "se entrega al hombre" comenzó la obra de su economía salvífica haciéndose hombre. Justamente en la concepción virginal y en su nacimiento de María, comienza su corazón humano "formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre". A este Corazón queremos venerar durante el mes de junio.

A este Corazón hoy mismo queremos hacerle singular fiduciario de nuestros pobres corazones humanos, de los corazones probados de diversas maneras, oprimidos de diversos modos. Y también de los corazones confiados en la potencia del mismo Dios y en la potencia salvífica de la Santísima Trinidad.

3. María, Madre Virgen, que conoces mejor que nosotros el Corazón Divino de tu Hijo, únete a nosotros hoy en esta adoración a la Santísima Trinidad e igualmente en la humilde oración por la Iglesia y el mundo. Tu sola eres la guía de nuestra plegaria.

3 -Corazón de Jesús formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre
2 de julio, 1989

1. El 2 de junio pasado, hace exactamente un mes, celebramos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. Quiero reanudar junto con vosotros la meditación sobre las riquezas de este Corazón Divino, continuando la reflexión ya iniciada hace tiempo acerca de las letanías dedicadas a El.

Una de las invocaciones más profundas de tales letanías dice así: "Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre, ten misericordia de nosotros." Encontramos aquí el eco de un articulo central del Credo, en el que profesamos nuestra fe en "Jesucristo, Hijo único de Dios", que "bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre." La santa humanidad de Cristo es, por consiguiente, obra del Espíritu divino y de la Virgen de Nazaret.

2. Es obra del Espíritu. Esto afirma explícitamente el Evangelista Mateo refiriendo las palabras del Ángel a José: "Lo engendrado en Ella (María) es del Espíritu Santo" (Mt1,20); y lo afirma también el Evangelista Lucas, recordando las palabras de Gabriel a María: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra" (Lc 1,35).

El Espíritu ha plasmado la santa humanidad de Cristo: su cuerpo y su alma, con toda la inteligencia, la voluntad, la capacidad de amar. En una palabra, ha plasmado su corazón. La vida de Cristo ha sido puesta enteramente bajo el signo del Espíritu. Del Espíritu le viene la sabiduría que llena de estupor a los doctores de la ley y a sus conciudadanos, el amor que acoge y perdona a los pecadores, la misericordia que se inclina hacia la miseria del hombre, la ternura que bendice y abraza a los niños, la comprensión que alivia el dolor de los afligidos. Es el Espíritu quien dirige los pasos de Jesús, lo sostiene en las pruebas, sobre todo lo guía en su camino hacia Jerusalén, donde ofrecerá el sacrificio de la Nueva Alianza, gracias al cual se encenderá el fuego que El trajo a la tierra (Lc 12,49).

3. Por otra parte, la humanidad de Cristo es también obra de la Virgen. El Espíritu plasmó el Corazón de Cristo en el seno de María, que colaboró activamente con El como madre y como educadora.

...como Madre, Ella se adhirió consciente y libremente al proyecto salvífico de Dios Padre, siguiendo en un silencio lleno de adoración, el misterio de la vida que en Ella había brotado y se desarrollaba;

...como educadora, Ella plasmó el Corazón de su propio Hijo, introduciéndolo, junto con San José, en las tradiciones del pueblo elegido, inspirándole el amor a la ley del Señor, comunicándole la espiritualidad de los "pobres del Señor." Ella lo ayudó a desarrollar su inteligencia y seguramente ejerció influjo en la formación de su temperamento. Aun sabiendo que su Niño la trascendía por ser "Hijo del Altísimo" (cf. Lc 1,32), no por ello la Virgen fue menos solicita de su educación humana (cf. Lc. 2,51).

Por tanto podemos afirmar con verdad: en el Corazón de Cristo brilla la obra admirable del Espíritu Santo: en El se hallan también los reflejos del corazón de la Madre. Tanto el corazón de cada cristiano como el Corazón de Cristo: dócil a la acción del Espíritu, dócil a la voz de la Madre.

4 -Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios
9 de julio, 1989

"Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios, ten piedad de nosotros".

1. La expresión "Corazón de Jesús" nos hace pensar inmediatamente en la humanidad de Cristo, y subraya su riqueza de sentimientos, su compasión hacia los enfermos, su predilección por los pobres, su misericordia hacia los pecadores, su ternura hacia los niños, su fortaleza en la denuncia de la hipocresía, del orgullo y de la violencia, su mansedumbre frente a sus adversarios, su celo por la gloria del Padre y su júbilo por sus misteriosos y providentes planes de gracia.

Con relación a los hechos de la pasión, la expresión Corazón de Jesús" nos hace pensar también en la tristeza de Cristo por la traición de Judas, el desconsuelo por la soledad, la angustia ante la muerte, el abandono filial y obediente en las manos del Padre. Y nos habla sobre todo del amor que brota sin cesar de su interior: amor infinito hacia el Padre y amor sin límites hacia el hombre.

2. Ahora bien, este Corazón humanamente tan rico, "está unido - como nos recuerda la invocación -, a la Persona del Verbo de Dios". Jesús es el Verbo de Dios Encarnado: en El hay una sola Persona, la eterna del Verbo, subsistente en dos naturalezas, la divina y la humana. Jesús es uno, en la realidad, la angustia ante la muerte, al mismo tiempo perfecto en su divinidad y perfecto en nuestra humanidad: es igual al Padre por lo que se refiere a la naturaleza divina, e igual a nosotros por lo que se refiere a su naturaleza humana: verdadero Hijo de Dios y verdadero Hijo del hombre. El Corazón de Jesús, por tanto, desde el momento de la Encarnación, ha estado y estará siempre unido a la Persona del Verbo de Dios.

Por la unión del Corazón de Jesús a la Persona del Verbo de Dios podemos decir: en Jesús Dios ama humanamente, sufre humanamente, goza humanamente. Y vise versa: en Jesús el amor humano, el sufrimiento humano, la gloria humana adquieren intensidad y poder divinos.

3. Queridos hermanos y hermanas: Reunidos para la oración del Angelus, contemplemos con María el Corazón de Cristo. La Virgen vivió en la fe, día tras día, junto a su Hijo Jesús: sabía que la carne de su Hijo había florecido de su carne virginal, pero intuía que El, por ser "Hijo del Altísimo" (Lc 1,32), la trascendía infinitamente: el Corazón de su Hijo estaba "unido a la Persona del Verbo".

Por esto, Ella lo amaba como Hijo suya y al, mismo tiempo lo adoraba como a su Señor y su Dios. Que Ella nos conceda también a nosotros amar y adorar a Cristo, Dios y Hombre, sobre todas las cosas, "con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente" (cf. Mt 22,37). De esta manera, siguiendo su ejemplo, seremos objeto de las predilecciones divinas y humanas del Corazón de su Hijo.

5 -Corazón de Jesús, de Majestad Infinita
16 de junio, 1985

1. Por medio del Corazón Inmaculado de María queremos dirigirnos al Corazón Divino de su Hijo, al Corazón de Jesús, de Majestad infinita.

Mirad: la infinita Majestad de Dios se oculta en el Corazón humano del Hijo de María. Este Corazón es nuestra Alianza. Este Corazón es la máxima cercanía de Dios con relación a los corazones humanos y a la historia humana. Este Corazón es la maravillosa "condescendencia" de Dios: el Corazón humano que late con la vida divina: la vida divina que late en el corazón humano.

2. En la Santísima Eucaristía descubrimos con el "sentido de la fe" el mismo Corazón, -el Corazón de Majestad infinita- que continúa latiendo con el amor humano de Cristo, Dios-Hombre.

¡Cuán profundamente sintió este amor el Santo Papa Pío X! Cuánto deseó que todos los cristianos, desde los años de la infancia, se acercasen a la Eucaristía, recibiendo la santa comunión: para que se unieran a este Corazón que es, al mismo tiempo, para cada uno de los hombres "Casa de Dios y Puerta del Cielo".

"Casa" ya que, mediante la comunión Eucarística el Corazón de Jesús extiende su morada a cada uno de los corazones humanos.

"Puerta" porque en cada uno de estos corazones humanos, El abre la perspectiva de la eterna unión con la Santísima Trinidad.

3. ¡Madre de Dios! Mientras meditamos el misterio de tu Anunciación, nos acercamos a este Corazón Divino, el Corazón de Majestad infinita, Casa de Dios y Puerta del cielo; a este Corazón que, desde el momento de la Anunciación del Ángel, comenzó a latir junto a tu Corazón virginal y materno.

para leer las meditaciones completas, hacer click aquí 
(fuente: www.corazones.org)
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