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sábado, 20 de diciembre de 2014

Rasgos de María extraídos de los Textos Bìblicos

María no es apéndice en el Plan de Salvación de Dios, sino que ocupa un lugar clave en toda la historia de la salvación, no sólo por ser la Madre de Dios, sino por su íntima comunión y activa participación en el misterio de Cristo.

En frase del Vaticano II, densa y rigurosa: Así María, hija de Adán aceptando la Palabra divina, fue hecha Madre de Jesús y, abrazando la voluntad salvífica de Dios, con generoso corazón y sin impedimento de pecado alguno, se consagró totalmente a sí misma, cual esclava del Señor, a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo al misterio de la Redención con Él y bajo Él, por la gracia de Dios omnipotente. Con razón, pues, los santos Padres estiman a María no como un nuevo instrumento pasivo, sino como cooperadora de la Salvación humana por la libre fe y la obediencia. (Lumen Gentium, n. 56).

¡Qué hermoso texto! Los verbos en gerundio ponen de manifiesto la actitud de María.

1. Aceptando la Palabra de Dios: actitud de fe y confianza.

2. Abrazando la voluntad salvífica de Dios: actitud de disponibilidad y de amor.

3. Sirviendo al misterio de la Redención: actitud de obediencia y humildad.

De todo esto deducimos que María en la historia de la salvación no es el centro, pero está en el centro. No se colocó a si misma ahí, ni la colocaron los hombres sino que fue Dios quien la puso. Y su puesto está en relación única y llena de sentido con la Persona de Cristo y su obra redentora.


¿Qué rasgos tenemos de María, extraídos de los textos bíblicos?

a) En el Antiguo Testamento:

1. María es la Nueva Eva, antítesis de la primera Eva; Nueva Eva unida al Nuevo Adán, su Hijo.

2. María es la Virgen que concibió al Emmanuel, de la que habló el profeta Isaías.

3. María es la Madre que dio a luz en Belén, que ha de dominar en Israel, como dijo Miqueas.

4. María es esa hija de Sión, con la que Dios se desposó en amor exclusivo y la que nos engendró en el dolor para transformarnos en el Nuevo Pueblo de Dios.


b) En el Nuevo Testamento: ¿Qué rasgos deducimos de María?

1. María es la Mujer Elegida por Dios, no por los hombres. Y con la elección le vinieron todos los privilegios que pronto veremos.

2. María es el Nuevo Arca de la Alianza porque en su seno se hizo realidad el "Dios con nosotros, el Dios encarnado"

3. María es la Virgen oyente de la palabra de Dios, escuchada en el interior de su corazón y trasmitida por Dios a través del ángel.

4. María es la Virgen creyente, al dar su consentimiento en la fe y con la fe al Plan de Dios.

5. María es la Virgen servicial, que sirve a su prima Isabel, y en ella a toda la Iglesia. Siempre atenta y fina.

6. María es la Mujer evangelizadora, porque es a Cristo a quien lleva y trasmite en la casa de su prima, y todos quedan llenos de la alegría del Salvador.

7. María es la Virgen orante, por eso entona su oración de alabanza y gratitud a Dios, ante los piropos que le lanzó su prima.

8. María es Belén es la Virgen Madre que aprieta en sus brazos a su Hijo y lo amamanta con sus pechos. Madre tierna, contemplativa, generosa.

9. María es la Virgen oferente, cuando acude al templo para ofrecer a su Hijo a Dios y a ofrecerse a sí mismo.

10. María en Caná es la Virgen confiada y sobre todo intercesora y mediadora. No hace el milagro, pero lo provoca con su influencia moral y su intercesión.

11. María en Caná comienza a vivir la Maternidad universal, al interesarse de nuestras necesidades.

12. María en la cruz es de nuevo la Virgen oferente, que entrega a su Hijo al Padre para la Redención de la humanidad, y se entrega a sí misma en obediencia. También en la cruz ¿no será María la corredentora?

13. Pero sobre todo es en la cruz donde ya María queda convertida en Madre de la Iglesia.

14. Y en Pentecostés, María es el Alma y el Aliento de la Iglesia naciente y evangelizadora.

15. Y finalmente en el Apocalipsis María es la triunfadora, la vencedora del mal, la que pisó la cabeza de Satanás. Y con ella, triunfaremos también nosotros.

escrito por P. Antonio Rivero 
(fuente: catholic.net)

viernes, 19 de diciembre de 2014

Francisco en Santa Marta: "Dios vuelve nuevas todas las cosas"

El Papa en la última homilía de este año en Santa Marta, advierte sobre algunas esterilidades en la Iglesia

Ciudad del Vaticano, 19 de diciembre de 2014 (Zenit.org) Que la Iglesia sea madre, y no una empresa. Es el deseo que formuló el papa Francisco en la misa de Santa Marta, la última de este año, con grupo de fieles y homilía. De este modo, el Pontífice ha hablado de la “nueva creación”, representada por el nacimiento de Jesús, que hace nuevas todas las cosas.

El Papa ha reflexionado en su homilía de las Lecturas del día que narran los nacimientos milagrosos de Sansón y de Juan Bautista. Dos mujeres que de estériles se vuelven fértiles. Francisco ha señalado que en el pueblo de Israel era considerada casi “una maldición el no tener hijos” y ha mencionado que en la Biblia hay muchas mujeres estériles y allí “el Señor hace el milagro”. El Santo Padre ha subrayado que la Iglesia “nos hace ver este símbolo de esterilidad precisamente antes del nacimiento de Jesús, también de una mujer incapaz de tener un hijo por su decisión de permanecer virgen”. Esto --ha señalado el Papa-- es el signo de la humanidad incapaz de dar un paso más. Por tanto, la Iglesia quiere hacernos reflexionar sobre la humanidad estéril.

Y Francisco lo explica así: “de la esterilidad, el Señor es capaz de recomenzar una nueva descendencia, una nueva vida. Y este es el mensaje de hoy. Cuando la humanidad se agota, no puede ir más, viene la gracia y viene el Hijo, y viene la Salvación. Y esa creación agotada deja lugar a la nueva creación…”

Asimismo, ha recordado que “esta ‘segunda’ Creación cuando la Tierra está agotada es el mensaje de hoy”. Francisco ha indicado que nosotros esperamos a Aquel que es “capaz recrear todas las cosas, de volver nuevas las cosas. Esperamos la novedad de Dios”. Y esto es Navidad.

Por otro lado, ha recordado que tanto la mujer de Manoa, madre de Sansón, como Isabel, tendrán hijos gracias a la acción del Espíritu del Señor. El Papa se ha preguntado cuál es el mensaje de estas lecturas: “Abrámonos al Espíritu de Dios. Nosotros solos no podemos. Es Él quien puede hacer las cosas”.

El Pontífice ha señalado en la homilía que esto también le hace pensar en la madre Iglesia, que también tiene muchas esterilidades: “Cuando, por el peso de la esperanza en los mandamientos --ese pelagianismo que todos llevamos en los huesos-- se vuelve estéril. Se cree capaz de dar a luz... no, ¡no puede!” A propósito, el Santo Padre ha reconocido que “la Iglesia es madre, y se hace madre solo cuando se abre a la novedad de Dios, a la fuerza del Espíritu. Cuando se dice a sí misma: ‘Yo hago todo, pero, he terminado, no puedo andar más’, entonces viene el Espíritu”.

Finalmente, el Obispo de Roma ha hecho una reflexión sobre la esterilidad en la Iglesia y la apertura a la fecundidad en la fe. “Y también, hoy es un día para rezar por nuestra madre Iglesia, por tantas esterilidades en el pueblo de Dios. Esterilidad de egoísmos, de poder… cuando la Iglesia cree poder todo, adueñarse de las conciencias de la gente, ir por el camino de los fariseos, de los saduceos, sobre el camino de la hipocresía, eh, la Iglesia es estéril”. Y ante eso el Papa sugiere “rezar”. Esta Navidad --ha proseguido-- también haga a nuestra Iglesia abierta al don de Dios, que se deje sorprender por el Espíritu Santo y sea una Iglesia que haga hijos, una Iglesia madre. “Muchas veces creo que la Iglesia en algunos lugares, más que madre es una emprendedora”, ha advertido el Santo Padre.

“Mirando esta historia de esterilidad del pueblo de Dios y muchas historias en la Historia de la Iglesia que han hecho a la Iglesia estéril --ha concluido Francisco-- pidamos al Señor, hoy, mirando al Pesebre”, la gracia “de la fecundidad de la Iglesia. Que antes de nada, la Iglesia sea madre, como María”.

(19 de diciembre de 2014) © Innovative Media Inc.

José, prefigurado en el Antiguo Testamento

“¿Podríamos por ventura encontrar un hombre como éste, lleno del espíritu de Dios?” (Gn 41, 38)

No hay que extrañarse de que los cristianos, generación tras generación, convencidos del papel excepcional desempeñado por José en el misterio dé la Encarnación y' sabedores por otra parte de que el Antiguo Testamento anuncia y profetiza el Nuevo, se hayan aplicado a la tarea de buscar, a través de la historia del pueblo elegido, hechos e imágenes capaces de anunciar y prefigurar al padre virginal de Jesús.

Algunos personajes semejantes a José, sobre todo por su misión o por sus virtudes, han llamado su atención. Hay quien ve en el patriarca Noé, que acogió en el arca la paloma portadora & una rama de olivo en el pico para anunciar el final del diluvio, una imagen de José, protector de María, mística paloma que trae la salvación al mundo alumbrando a Jesús.

Igualmente se ve en Eliezer, servidor de la familia de Isaac, encargado de vigilar a la prometida de su amo, una imagen del que tuvo a su cargo la custodia de la Virgen-Madre.

También se piensa en José cuando se leen algunos textos relativos a Moisés, particularmente aquellos en que se dice que era el más dulce de los hombres y el confidente íntimo de los designios de Dios.

La figura de David evoca igualmente, a los ojos de muchos intérpretes, una imagen lejana de José: «Es, en verdad —escribe San Bernardo— el hijo de David, un hijo digno de su padre. Es el hijo de David con toda la fuerza del término, no tanto por la carne como por la fe, por la santidad, por la piedad. El Señor le quiso como otro David, capaz de guardar sus secretos... » (Homilía sobre “Missus est”).

Pero si se trata de ver en el Antiguo Testamento un anuncio profético de San José, ninguno mejor que el que nos ofrece el personaje del mismo nombre, hijo del patriarca Jacob. Los Papas Pío IX en el decreto que proclamaba a San José patrón de la Iglesia universal, y León XIII en su famosa encíclica de 5 de agosto de 1889, que se hacía eco de lo expresado por numerosos Padres de la Iglesia, y la misma Liturgia, así lo expresan claramente. No sólo tenían el mismo nombre, sino que también se parecían en sus virtudes y en su vida entretejida de pruebas y alegrías, de asombrosas coincidencias.

Uno y otro —dos hombres justos en toda la acepción de esta palabra— se entregaron por igual en cuerpo y alma a la misión que les había sido confiada, evitando que se les tributaran honores que sólo pertenecían a su Amo. Es sabido cómo los dos Josés, por una serie de circunstancias providenciales, fueron a Egipto: el primero, perseguido por sus hermanos y entregado, por una envidia feroz que prefiguraba la traición que se habría de cometer con Cristo; el segundo, huyendo del furor celoso de Herodes, para salvar a Aquel que debía ser puro trigo de los elegidos.

El José del Antiguo Testamento recibió de Dios el privilegio de interpretar los sueños, siendo advertido así de lo que le había de suceder. El nuevo José, a su vez, recibió por medio de sueños todos los mensajes del Señor.

Parece como si los sueños del primero, aunque verificados en su persona, no vieron su plena realización más que en la misión del segundo. He aquí lo que nos dice del primer José el libro del Génesis (37, 5-10): Tuvo también José un sueño que contó a sus hermanos... Díjoles: "Oíd, si queréis, este sueño que he tenido. Estábamos nosotros en el campo atando gavillas y vi que se levantaba mi gavilla y se tenía de pie, y las vuestras la rodeaban y se inclinaban ante la mía, adorándola... " Tuvo José otro sueño, que contó a también a sus hermanos, diciendo: "He visto que el sol, la luna y once estrellas me adoraban ". Contó el sueño a su padre y a sus hermanos, y aquél le increpó, diciendo: “¿Qué es ese sueño que has soñado? ¿Acaso vamos a postrarnos en tierra ante ti, yo, tu madre y tus hermanos?”.

Estos sueños se cumplieron en la vida del primer patriota cuando su padre se trasladó a Egipto con toda su familia y se prosternó efectivamente ante José , convertido en virrey del país y padre nutricio de los pueblos de la tierra. Pero podemos pensar que su SU~ prefiguraba el misterio que en Nazaret asombraría al mundo, cuando Jesús, el sol de justicia, y María, alabada por la liturgia como una luminosa luna blanca y bella, se sometieran a la autoridad del jefe de familia, y cuando también toda la asamblea de los sabios aclamase los méritos de quien se habla hecho servidor del Verbo encarnado.

El primer José obtuvo la confianza y el favor del Faraón: se convirtió en intendente de los graneros de Egipto, y cuando un hambre aterradora asoló la tierra, logró que allí reinara la abundancia y la prosperidad. El Faraón, asombrado por la sabiduría de su intendente, no tardó en dejar en sus manos el gobierno del reino, diciendo a quienes venían a verle: Id a José y haced lo que él os diga. De igual manera, el segundo José recibió el encargo de ganar el pan de la familia de Nazaret y, más tarde, recibirla por misión —escribe León XIII— «salvaguardar la religión cristiana, ser el defensor titulado de la Iglesia, que es en verdad la casa del Señor y el reinado de Dios sobre la tierra».

Cuando la Biblia nos dice que el Faraón se quitó su anillo y se lo puso en el dedo a José, le vistió con vestiduras de fino lino, le puso un collar de oro, y le hizo montar en su carro mientras los heraldos ordenaban a todos que se arrodillasen a su paso, ¿no anunciaba proféticamente el triunfo de nuestro glorioso San José? ¿Y no nos dice la Iglesia, como antaño el Faraón, que vayamos a José, que nos pongamos bajo su tutela y que tengamos confianza en su sabiduría y en su poder?

Otra virtud, común a ambos, completa el emocionante paralelismo: la castidad. El primero rechazó las vergonzosas incitaciones de la mujer de Putifar, diciéndole: mi Amo y Señor ha puesto en mis manos todo lo que posee. Sólo me ha prohibido que te toque, porque eres su mujer. ¿Cómo iba a cometer tan grande villanía, pecando contra Dios? Enloquecida de despecho, la ignominiosa mujer acusó falsamente a José, que fue encarcelado, prefiriendo la prisión al pecado.

Más perfecta todavía fue la castidad del segundo José que no sólo se abstuvo de todo acto culpable, sino que sabiendo que Dios había puesto bajo su amparo y protección a la más pura de las criaturas, la esposa del Espíritu Santo, la consideró siempre como un don de Dios, la trató con soberano respeto y sintió por ella un amor purísimo y una religiosa veneración.

¿Hace falta continuar repasando la Biblia para buscar otras figuras representativas u otras imágenes simbólicas del esposo de María...? Algunos han visto en el jardín de delicias del paraíso terrenal un símbolo de las entrañas de María, tierra fecunda donde germinó Jesús, árbol de la vida cuyo guardián fue José.

Se ha querido también comparar a José con el Arca de la Alianza, que Dios ordenó a Moisés recubrir de una lámina de oro puro (Ex 25 y 17): dos querubines igualmente de oro la remataban, uno frente al otro, con la mirada baja y las alas desplegadas, para adorar y proteger el llamado "propiciatorio", pues el Señor se mostraba propicio a las oraciones que se le dirigían. Pues bien, esos dos querubines son como un símbolo de María y José en la actitud de adoración que tuvieron en Belén junto a la cuna de Jesús, hostia de propiciación.

Ante el Arca de la Alianza, se extendía, según la orden dada por el Señor, un velo de fino lino de color .púrpura, escarlata y jacinto. Ese velo sustraía el Arca a las miradas profanas, y según una interpretación posterior, ese velo de honor y de respeto anunciaba el papel que tendría José para imponer, con su sola presencia, respeto hacia María, protegiendo el misterio de la Encarnación virginal.

Ni qué decir tiene que nadie pretende que estas semejanzas y simbolismos hayan sido formalmente queridos por el Espíritu Santo. Basta con pensar que se adaptan a la misión propia de José. No dudemos, pues, en saludar en él, haciendo uso del Antiguo Testamento, corno lo haremos a lo largo de esta obra, al guardián vigilante del nuevo Paraíso, al ángel protector y adorador del Verbo encarnado, al velo bajo el cual la Trinidad Beatísima realizó la obra más sublime y fecunda.

extracto de "Los Silencios de José"
escrito por Padre Michel Gasnier, O,F
(fuentes: www.encuentra.com; www.corazones.org)

jueves, 18 de diciembre de 2014

Dios perdona todo

La confesión nos muestra la infinita misericordia de Dios, que perdona lo que sea a quien se muestre verdaderamente arrepentido y con disposición a no volver a pecar.

A mí nunca se me va a olvidar una historia que leí de la Guerra Civil Española donde un republicano estaba muriéndose y le pidió a dos soldados nacionalistas que pasaban por ahí: -¡Un sacerdote, por favor! ¡Un sacerdote! Uno de los soldados le gritó: -¡Púdrete en el infierno! Pero el otro soldado, compadecido, buscó un sacerdote y se lo llevó.

Cuando el moribundo vio al cura le preguntó con mucha ansiedad: -¿Usted es el párroco de este pueblo? Y el sacerdote le contestó que sí. Total que el hombre se confesó, recibió los santos óleos y el sacerdote le pidió a los soldados que lo llevaran a un sitio techado para que no muriera en la calle.

En el trayecto el hombre decía: -¡Me ha perdonado, me ha perdonado! Y uno de los soldados le dijo: -¡Claro que te ha perdonado, ese es su trabajo! Pero el hombre señaló: -Es que yo no solamente maté 16 sacerdotes sino que cuando llegué a este pueblo para matar al cura me encontré con su padre y su hermano y como no me dijeron dónde estaba, los maté a ellos. Y este hombre, a quien he matado a su padre y a su hermano, me ha dado la absolución ¡Me ha perdonado!

Bueno, así es Dios. Dios perdona todo. Absolutamente todo si estamos verdaderamente arrepentidos. Y eso es algo que a veces quienes guardan rencor por algo grave que le ha pasado a ellos, a sus familiares, etc., no pueden comprender fácilmente.

Pero es que las cosas de Dios definitivamente no son fáciles de entender. Justo ahora que estamos comenzando el tiempo de adviento es un momento propicio para reflexionar sobre algunas cosas que no son fáciles de entender.

¿Cómo explicarnos por ejemplo que Dios se encarnó en una Virgen para venir como un bebé pobre y desvalido a esta tierra, para salvarnos de nuestros pecados? ¿Cómo entender que Dios haya mandado a Su propio Hijo para que muriera en una cruz vejado, ultrajado y despreciado por muchos? ¿Acaso no era más fácil que viniera Todopoderoso, con rayos y centellas desde lo Alto, para gritarnos que nos arrepintiéramos y que nos portáramos bien?

Pues no fue así porque Dios nos hizo libres. Libres para que lo sigamos y lo amemos solo si nos da la gana. Él nos dejó el camino para seguirlo, y nos lo recordó muchas veces a través de Su Hijo en muchas parábolas, para que aprendiéramos lo que es el mal y lo que es el bien.

Jesucristo, quien es infinitamente misericordioso, vino a esta tierra a reformar el “ojo por ojo y diente por diente” del Antiguo Testamento pero también vino a decirnos que los Mandamientos para todos los hombres son los mismos 10 que su padre Dios le entregó a Moisés.

Y por si fuera poco dejó el sacramento de la confesión en su Iglesia cuando le dijo a los apóstoles: “Recibid el Espíritu Santo, a quienes le perdonéis los pecados, les son perdonados; a quienes se los retengáis, les son retenidos” (Jn 20, 22-23).

Ese sacramento que nos muestra la infinita misericordia de Dios, que perdona lo que sea a quien se muestre verdaderamente arrepentido y con disposición a no volver a pecar. ¿Cuántas veces uno no ha leído ese maravilloso pasaje del Evangelio donde Cristo le dice a la Magdalena: “Tus pecados te son perdonados; vete y ¡no peques más!?” (Jn 8,11).

¿Cuántos hombres que eran grandes pecadores, terminaron siendo santos de altar? San Agustín cada vez que pensaba convertirse le decía a Dios: “Todavía no, Jesús, que a mi me cuesta mucho vivir la castidad”.

Y así como San Agustín somos muchos quienes nos hemos dado trancazos en la vida por dejar al Niño Jesús esperándonos en un rincón. Y no entendemos que Él está ahí en su cunita, con los brazos abiertos, ansioso para que nos decidamos rápidamente a empezar una Vida Nueva, una vida que meta a Cristo en nuestros planes.

Esta época de adviento, que la Iglesia nos regala para que nos preparemos internamente para recibir al niño Jesús, es un tiempo maravilloso para convertirnos, para convertirnos de corazón. Es un tiempo maravilloso para acudir al sacramento de la confesión.

No dejemos ese encuentro con Cristo para la última hora, como lo hizo el republicano o el buen ladrón, porque no sabemos cuándo Dios nos va a llamar a su presencia.

¡Ojalá aprovechemos mucho este tiempo de Adviento para prepararnos de la mejor manera y poder recibir a Cristo en nuestro corazón! ¡Aprovechemos este maravilloso tiempo para centrarnos en lo importante: Cristo y la salvación; y para no dispersarnos en cosas que nunca podrán darnos la Paz que sólo Jesucristo nos puede dar!

escrito por María Denisse Fanianos de Capriles 
(fuente: aciprensa.com)

miércoles, 17 de diciembre de 2014

El cumpleaños del papa Francisco, sin festejo privado y con un tango multitudinario

El pontífice cumple hoy 78 años y recibió las felicitaciones de miles de fieles en la plaza San Pedro, donde le acercaron tortas y carteles; más tarde, le regalaron un baile de su ritmo preferido

 CIUDAD DEL VATICANO.- El papa Francisco cumple hoy 78 años y aunque no hay algún tipo de festejo programado, recibió las felicitaciones de los fieles en la tradicional audiencia general en la Plaza de San Pedro, y más tarde recibirá en su honor un baile de tango de miles de personas en el Vaticano.

El Vaticano no ha programado ningún acto oficial para esta fecha, ya que la costumbre es festejar la onomástica de los pontífices no el cumpleaños. La prensa italiana habla sólo de que le han hecho un pastel para el almuerzo.

"Él no quiere saber nada de tortas ni de regalos. Eso es para los pobres", dijo a la radio La Red el argentino Guillermo Karcher, ceremoniero pontificio del Vaticano.

Sin embargo, muchas de las casi 13.000 personas que fueron a la plaza para escuchar su tradicional audiencia general de los miércoles, no dejaron pasar por alto esta fecha especial. Los fieles lo recibieron con pancartas y globos en los que le deseaban feliz cumpleaños en varios idiomas, pero principalmente en español.

Cuando el Papa llegó a la plaza, bajo un sol invernal, algunos agitaron un pañuelo blanco, mientras que otros fieles le ofrecieron tortas -Francisco incluso detuvo el papamóvil para soplar las velas en una de ellas- y le tendieron, como siempre, un mate.


"Un tango para el Papa"

Hacia el mediodía, cuando suena habitualmente la hora de la dispersión tras la partida del papa, sonaron algunos de los temas favoritos del ex arzobispo de Buenos Aires.

Cientos de parejas de bailarines convirtieron a la célebre Avenida de la Conciliación en una pista de baile para regalar simbólicamente al Papa algunos pasos de tango.

La italiana apasionada del tango Cristina Camorani organizó en la Plaza de San Pedro una exhibición a través de Facebook, bajo el título "Un tango para el papa Francisco".

"Bailar para el Papa será nuestro regalo", explicó Carmorani, profesora de baile en Conventello, cerca de Ravenna. "Todo el mundo se entusiasmó, nunca hubiera imaginado una movilización así", dijo.

Hace algunos años, antes de ser elegido sucesor del trono de Pedro, Jorge Bergoglio confesó en una ocasión su pasión por el tango. "Me gusta muchísimo, es algo que me sale de adentro", dijo en una entrevista publicada luego en el libro El jesuita.

El año pasado, para su primer cumpleaños en Roma, Radio Vaticano ya difundió sus tangos preferidos, entre ellos "Por una cabeza", de Carlos Gardel.

El año pasado, mientras decenas de miles de personas le felicitaban en Twitter, Francisco solo invitó al personal de la Casa Santa Marta, donde reside, a su misa matutina para darle un ambiente familiar. Luego desayunó con cuatro personas sin techo.


"Inhumanos actos terroristas"

En su audiencia general, el papa Francisco condenó los "inhumanos actos terroristas" ocurridos esta semana en Australia , Paquistán y Yemen, al finalizar la audiencia general que celebró como cada miércoles en la Plaza de San Pedro del Vaticano.

Francisco pidió rezar la oración del Padre Nuestro por las víctimas de estos ataques y pidió que "el Señor reciba en su paz a los fallecidos, conforte a los familiares y convierta los corazones de los violentos".

Ayer, en un ataque a una escuela de Peshawar murieron 132 niños y nueve maestros, así como siete insurgentes, que entraron lanzando bombas y disparando clase por clase.

Otras 25 personas, entre ellas 15 niñas, también murieron ayer por la explosión de dos coches bomba en la ciudad de Radá, en el sur de Yemen. Mientras que otras dos personas y el asaltante fallecieron en una chocolatería en Sidney el pasado lunes.

(fuentes: www.lanacion.com.ar; Agencias EFE y AFP)

Todo el mundo espera la respuesta de María

San Bernardo imagina una ventana de tiempo entre la propuesta del ángel Gabriel y la respuesta de María. Y se toma ese tiempo para “convencerla”. Y que diga “sí”.

Oíste, Virgen, que concebirás y darás a luz a un hijo; oíste que no será por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo. Mira que el Ángel aguarda tu respuesta, porque ya es tiempo que se vuelva al Señor que lo envió. También nosotros, los condenados infelizmente a muerte por la divina sentencia, esperamos, Señora, esta palabra de misericordia.

Se pone entre tus manos el precio de nuestra salvación; en seguida seremos librados si consientes. Por la Palabra eterna de Dios fuimos todos creados, y a pesar de eso morimos; mas por tu breve respuesta seremos ahora restablecidos para ser llamados de nuevo a la vida.

Esto te suplica, oh piadosa Virgen, el triste Adán, desterrado del paraíso con toda su miserable posteridad. Esto Abrahán, esto David, con todos los santos antecesores tuyos, que están detenidos en la región de la sombra de la muerte; esto mismo te pide el mundo todo, postrado a tus pies.

Y no sin motivo aguarda con ansia tu respuesta, porque de tu palabra depende el consuelo de los miserables, la redención de los cautivos, la libertad de los condenados, la salvación, finalmente, de todos los hijos de Adán, de todo tu linaje.

Da pronto tu respuesta. Responde presto al Ángel, o, por mejor decir, al Señor por medio del Ángel; responde una palabra y recibe al que es la Palabra; pronuncia tu palabra y concibe la divina; emite una palabra fugaz y acoge en tu seno a la Palabra eterna.

¿Por qué tardas? ¿Qué recelas? Cree, di que sí y recibe. Que tu humildad se revista de audacia, y tu modestia de confianza. De ningún modo conviene que tu sencillez virginal se olvide aquí de la prudencia. En este asunto no temas, Virgen prudente, la presunción; porque, aunque es buena la modestia en el silencio, más necesaria es ahora la piedad en las palabras.

Abre, Virgen dichosa, el corazón a la fe, los labios al consentimiento, las castas entrañas al Criador. Mira que el deseado de todas las gentes está llamando a tu puerta. Si te demoras en abrirle, pasará adelante, y después volverás con dolor a buscar al amado de tu alma. Levántate, corre, abre. Levántate por la fe, corre por la devoción, abre por el consentimiento.

Aquí está –dice la Virgen- la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.

(fuente: www.yocreo.com)

martes, 16 de diciembre de 2014

Todos los días puede ser Navidad


El optimismo es la tarjeta de identificación del cristiano. Este optimismo nace de la certeza de que Dios nació y puso su morada entre nosotros. En esta Navidad Cristo quiere nacer de nuevo en el corazón de los hombres con una condición: dejarlo entrar.

A veces somos medio miopes y vemos lo blanco, negro y lo negro, blanco. ¿Cuestión de perspectivas? No, cuestión de no engañarnos ni dejarnos engañar; cuestión de equilibrio. A veces nos pasamos de negativos y nos ponemos pesimistas hasta la médula de los huesos. Otras veces nos pasamos de optimistas que nos desubicamos de la realidad. Lo correcto es la mesura, la moderación, la sensatez.

Que si este año se atacó la Navidad más que el otro; que si esta vez menos escuelas la festejaron; que si este año el ayuntamiento prohibió el Belén; que si ahora vetaron los adornos cristianos en lugares públicos; que si se está despojando a la Navidad de su razón y sentido; que si… Sí, no es para hacer fiesta pero tampoco para hundirnos en la tristeza. “Ya para qué celebro la Navidad”, pensará alguno. El pesimismo es una actitud tentativa a elegir en estos casos, pero hay otra más noble y elevada: el optimismo, la actitud por la que el cristiano siempre debería optar.

No nos referimos al mero optimismo humano, al que se queda en la naturalidad de un temperamento. Vamos más allá, al optimismo cristiano, ese que ante las realidades difíciles no se arredra ni achicopala; ese que trasciende temperamentos y no conoce más frontera que la de la libertad del ser humano.

Esperanza es el nombre cristiano del optimismo: si el optimismo es nuestra acta de nacimiento, la esperanza es la de bautismo. ¿Y esto que tiene que ver con la Navidad? ¡Todo! Porque Navidad, además de un periodo donde festejamos el cumpleaños del mero, mero, es también un estado del alma, una actitud de vida. Y como la vida se puede afrontar negativa o positivamente, con pesimismo o con optimismo, debemos aprender a vivirla como cristianos.

Solemos entristecernos a la primera. Vemos el cielo nublado y se nos olvida que detrás está el sol, que sólo hace falta atravesar las nubes, ir más allá de ellas. Y para eso es la vida, para eso es el optimismo cristiano. Nuestras vidas deben ser el gran motor de un avión que nos lleve a atravesar los cielos en búsqueda de esa luz que nos da alegría, serenidad y consuelo. Dependen de nosotros, de si queremos un motorcito de aviones vejestorios que nos pueden dejar a medio camino, que no nos garantizan alcanzar la plenitud de nuestra meta, o uno moderno que tiene la potencia y concede la seguridad de conseguir nuestro destino. Cada día fabricamos ese motor. La fe nos dice que arriba hay luz; la caridad que queremos lograrla; la esperanza que podemos conseguirla.

El optimismo cristiano nace de la conciencia de saber que Dios nació y puso su morada entre nosotros. Nace del hecho de que Dios quiere nacer no sólo cada año sino todos los días de la vida en nuestros corazones. ¡Si supiéramos lo que es bueno! Y ni nos pide mansiones, ni hoteles de primera clase, ni chalets en zonas residenciales exclusivas; sigue queriendo anidar en la humildad, en el silencio, en lo oculto. Únicamente pide un corazón dispuesto, un alma preparada, preñada del optimismo que de un ánima así se desprende.

Todos los días puede ser Navidad. Ahora que lo sabemos no podemos dejar pasar la oportunidad de aprovecharla. Con optimismo, con amor, con obras. Es tan fácil: reconciliarse con aquel con quien me enemisté, recordar los detalles hacia el esposo o esposa (como cuando eran novios), agradecer a los abuelos, manifestarles el cariño; si somos hijo, ofrecerse a cocinar la cena, estar disponible a ayudar en lo que se ofrezca…

Cristo nació y murió aparentemente como un fracasado. Y es que Dios aparenta arruinarse pero luego triunfa; sus “fracasos”, siempre son aparentes, son una oportunidad de probar nuestra fe, nuestra confianza en Él. Ahora que lo sabemos no podemos decepcionarle. El hecho de que se minusvalore la Navidad o que algunos la hayan empezado a vaciar de sentido no puede ser motivo para abandonarnos en la melancolía; ¡es la mejor oportunidad para demostrar con obras nuestro amor, para declararnos abiertamente cristianos! Un corazón que ha construido un Belén para Dios puede lograr esto y mucho más porque ya es de Cristo, porque está bañado por el optimismo cristiano.

A un día del nacimiento del Salvador, conviente prepararse para el gran acontecimiento. Como recordaba el Papa Benedicto XVI : «Que el Niños Jesús, al nacer entre nosotros, no nos encuentre distraídos o dedicados simplemente a decorar de luces nuestras casas. Decoremos más bien en nuestro espíritu y en nuestras familias una digna morada en la que Él se sienta acogido con fe y amor. Que nos ayuden la Virgen y san José a vivir el Misterio de la Navidad con una nueva maravilla y una serenidad pacificadora». La preparación exterior es reflejo de la preparación interior. Las fiestas son manifestaciones del gozo por el nacimiento del Salvador. Sólo así tendremos unas navidades completas y autenticamente felices.

escrito por Jorge Enrique Mújica
(fuente: Virtudes y valores; catholic.net)
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