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jueves, 24 de noviembre de 2011

Paco, la punta del iceberg

El “PACO” es la forma de presentación comercial del Residuo del proceso de transformación del sulfato de cocaína en clorhidrato de cocaína. Es su unidad de venta, el equivalente al “porro” para la marihuana, o al “raviol” o “papel” para la cocaína. Su calidad varía según el fraccionador y la capacidad de compra del
consumidor.

■ El insumo básico del PACO es el residuo del proceso de transformación de la Pasta Base en Cocaína.

Con el objeto de “estirar” la sustancia a fin de obtener mayor beneficio económico, suele mezclarse con multiplicidad de elementos, incorporados con el solo fin de simular aspecto y olor de la sustancia base. Según informes judiciales se han incautado sustancias que contenían herbicidas y hasta vidrio de tubos fluorescentes molidos.

Victoria Rangugni, licenciada en Trabajo Social y master en Sociología del Derecho, coordinó un estudio de la Asociación Intercambios que indaga sobre el consumo de PACO. “Una de las primeras tareas del equipo de investigadores fue la de intentar aclarar qué es exactamente la Pasta Base de cocaína (PBC), o PACO. Tal como ocurrió en otras investigaciones sobre usos de drogas, fueron los usuarios los que demostraron tener más conocimiento sobre lo que fuman, y no los expertos o profesionales que desde su área trabajan en la problemática. El consenso de los fumadores de PACO es que lo que aspiran de las pipas a las que cargan con una dosis para un “subidón” de pocos minutos es el desecho de la producción de cocaína” (Página 12, 22 de Mayo de 2006).


PACO → PAsta Base de COcaína


“PACO” es el apócope de “Pasta Base de COcaína”, nombre vulgar por el que todos reconocen al residuo de la PBC. Residuo que se obtiene en el proceso de transformación de aquella en el clorhidrato de cocaína. La relación entre el producto terminado y los residuos es de 1 a 1,5 aproximadamente. De manera que de tres kilos de Pasta Base se obtiene 1 kilo de clorhidrato de cocaína y en promedio 1,5 kilogramos de residuo de Pasta Base, insumo esencial para la fabricación de PACO.

3 Kg. Pasta Base
1 Kg. de Cocaína
1,5 Kg. de residuo de Pasta Base (PACO)

Este residuo puede contener hasta no más de un 5% de cocaína. Asimismo, el residuo es nuevamente “cortado” por los vendedores minoristas “kioscos”, variando sustancialmente la cantidad utilizada. Cuesta un peso la dosis, aunque su precio varía de acuerdo a la calidad.

Cabe señalar que no hay coincidencia entre los organismos del Estado, las instituciones especializadas, las universidades, los académicos, respecto a una unívoca definición del término PACO, de cómo esta compuesto el PACO. Se tiende a equipararlo con Pasta Cruda, Pasta Base de Cocaína, Pasta de Coca, Cocaína Cortada, Residuo de la Producción de Cocaína, como si se tratara de lo mismo. Tal es el caso de los trabajos de investigación que realizó el Observatorio de Drogas del Sedronar. Pese a lo valioso de la información registrada, no define las variables que utiliza confundiendo los conceptos.

Los nuevos consumidores son chicos de 13 o 14 años, registrándose últimamente niños de 9 años, que directamente empiezan con PACO y son víctimas de su propia vulnerabilidad. Aunque es una droga consumida principalmente en las clases bajas, no todos son marginales.

No debería confundirse al PACO con el "BAZUCO", que hace tiempo se consume en países como Perú y Colombia. Otras denominaciones del BAZUCO son "Mono" o "Marciano", si se la mezcla con tabaco o marihuana, respectivamente. De aspecto amarillento o amarronado, dependiendo los Precursores Químicos que se utilicen. A diferencia de la cocaína, el PACO es posible fumarlo. El “bazuco”, el “mono” o “marciano”, en efecto poseen Pasta Base y no el RESIDUO de la fabricación de Clorhidrato de Cocaína. Cabe destacar que la cocaína es posible fumarla en su formato de Crack, que es un proceso posterior al de la fabricación del Clorhidrato.

Este es un punto central a tener en cuenta, debido a que confundir Residuo con Clorhidrato como insumo para el PACO, implica pararse sobre distintas hipótesis que afirman o niegan la producción de Cocaína en la Argentina. El Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, sostiene que en Argentina no se puede fabricar PACO con residuo debido a que eso solo puede darse en los lugares donde se cultiva la Hoja de Coca (La Superintendencia de Policía de Investigaciones del Tráfico de Drogas Ilícitas asegura que “El PACO es una sustancia de estupefaciente que aparece como “residuo” en la Primera Fase de elaboración del clorhidrato de cocaína.” De modo que el PACO es “COCAINA “estirada” con sustancia de corte. Por su parte, la Dirección General de Policía Científica asegura que: “El PACO resulta ser el residuo de descarte en la elaboración de la “Pasta Cruda” (luego del pisado de las hojas de coca). Resulta suponer que este tipo de tareas en el proceso de elaboración de la COCAINA, no se realiza en nuestro ámbito provincial…” )

El PACO se fuma en pipas hechas con un caño de aluminio ahuecado, generalmente se utiliza una antena de televisión o una guía de cortinas, a las que se les coloca en el fondo tabaco quemado que tiene la función de encender y mantener el calor para la volatilización del polvo. El efecto por fumar (entre 8 y 40 segundos) varía de acuerdo al tipo de precursores incluidos en la preparación, pero es casi automático. Se va con la misma intensidad. En pocos minutos desaparece pero provoca una compulsividad insoportable a seguir fumando. (Pasta Base: La invasión de la droga más letal, por Sebastián Gastelu www.sada.gob.gov.ar)


Las principales características de los efectos del PACO son:

■ Alta toxicidad para el organismo;
■ Rápida absorción del producto y corta duración del efecto (pocos minutos);
■ Alta adicción, un solo consumo genera en el organismo una fuerte compulsión a repetir la experiencia proporcionada.


El PACO genera una fuerte adicción y a los tres meses de su consumo el cerebro presenta daños neurológicos irreversibles, los cuales continúan agravándose al proseguir el consumo.

Los daños se producen en el lóbulo frontal del cerebro, región en donde residen centros neuronales ocupados de funciones motoras, de la memoria, del comportamiento social y del razonamiento lógico.

Atacadas estas funciones neuronales el resultado observable en el adicto es una severa degradación de la personalidad en los aspectos cognitivos, comportamental y psicológico.

El adicto siente una irrefrenable pulsión a repetir la experiencia proporcionada por la dosis (dada su intensidad pero su efecto pasajero), que lo obliga a volver a consumir el producto. La adicción lo ata al producto, ya que paulatinamente éste altera la bioquímica del cerebro, en donde termina substituyendo neurotransmisores producidos naturalmente por el cuerpo, por sus símiles artificiales de mayor metabolización y potencia.

El “daño” que produce está relacionado con la “calidad del producto” y con las características propias del consumidor, desde el punto de vista psicológico y fisiológico.

Este punto es particularmente importante, ya que se ha detectado que el PACO no solo es consumido por las clases más postergadas, sino que también es consumido en sectores de clase media. El PACO no es como se afirma la “droga de los pobres”, al menos no lo es con exclusividad. Adictos pertenecientes a otras clases sociales también lo consumen. La diferencia entre unos y otros está determinada por la privacidad en el consumo, por las condiciones materiales de vida (alimentación adecuada, acceso a la salud, etc.) y por la “calidad” del producto que consumen.

En una investigación sobre el tema que ha realizado la organización aparece un consumo cada vez más grande de PACO en sectores medios de la Ciudad de Buenos Aires, con usuarios de la droga de mayores franjas etarias, con un mayor cuidado de la salud y con un manejo distinto de la sustancia y de la adicción, que fuman en lugares privados, resguardados del peligro que significa para una actividad ilegal el hecho de su exposición pública.

En este sentido podemos afirmar que el PACO mata, pero lo hace en forma diferencial.


Las cocinas de cocaína

La mayor parte de la cocaína que se distribuye en el mundo entero sigue fabricándose en Colombia, pero en los últimos años también se ha registrado fabricación ilícita en otros países de América del Sur, incluyendo en aquellos que antes no se veían afectados por esta actividad, tales como Argentina y Uruguay (informe JIFE-ONU, Año 2005).

Cuando la Argentina salió de la convertibilidad, muchas situaciones mutaron radicalmente. Nuestro país dejó de ser atractivo para los productos fabricados en el exterior y los insumos importados se volvieron escasos.

El mercado de las drogas se acomodó ágilmente al nuevo escenario y hubo sustancias que prácticamente desaparecieron de los clásicos circuitos de consumo. La cocaína, que evidenció una explosión de ventas durante la década del noventa en todos los sectores sociales, se retrajo exponencialmente en las plazas de bajo poder adquisitivo y se ubicó sólo allí donde todavía hay capacidad de compra.

Esto trajo como consecuencia una reconversión del mercado, que suplantó con el residuo de la Pasta Base de cocaína (PBC) ese consumo instalado en los barrios pobres que ya no accederían a la cocaína de buena calidad.

Todavía no se pueden establecer los costos y los beneficios del nuevo escenario. Pero, al menos en la Provincia de Buenos Aires y en las grandes villas de la Ciudad de Buenos Aires, el poder devastador del residuo de la PBC, exponencialmente más implacable que la cocaína, está haciendo estragos entre los consumidores.

Las cocinas de PBC se han multiplicado no sólo en las provincias del noreste y noroeste del país, sino también en las zonas urbanas de mayor concentración poblacional como la Capital Federal, el Conurbano Bonaerense, Rosario y Córdoba. Para amplios sectores de la población que han quedado marginados del sistema, el tráfico de drogas es una estrategia de supervivencia. La cocaína perdió rentabilidad en nuestro país y se volcó nuevamente a la “exportación” hacia el mercado europeo y norteamericano” (Pasta Base: La invasión de la droga más letal, por Sebastián Gastelu www.sada.gob.gov.ar).

El mercado cautivo, que se generó durante diez años de convertibilidad hizo que ahora estemos en presencia de una verdadera socialización de la distribución de la PBC en los barrios populares, en la que están implicadas miles de personas.

El fenómeno de la instalación de cocinas en nuestro país es reciente. Según datos oficiales, desde enero de 2004 a junio de 2005 las distintas fuerzas de seguridad hallaron 28 laboratorios clandestinos con una capacidad de producción estimada en 2000 kilos al año. El número de operativos exitosos se quintuplico en los últimos cinco años. Un lustro atrás los laboratorios que se descubrían no eran más de cuatro cada 12 meses. Esto es una clara muestra de que el proceso de producción en nuestro país se ha intensificado.

Recordemos que en el pasado cercano Argentina era identificada como un país de tránsito, posteriormente lo fue de consumo, actualmente podemos inferir que se esta entrando en una etapa incipiente: de producción, tránsito, consumo y exportación.

En marzo del 2005, la DEA señaló en un informe oficial que, si bien la Argentina no es un país productor de droga, en el 2004 "hubo un aumento en la producción de cocaína utilizando Coca Base (Pasta Base de cocaína) importada de Bolivia".

Con tres kilos de PBC, puesto en la frontera argentino-boliviana a un costo de 1800 dólares (U$S 600/Kg.), un laboratorio en territorio argentino produce un kilo de clorhidrato de cocaína, que en Buenos Aires tiene un valor de 9.000 dólares. En EEUU de entre 50 y 80 mil dólares, en Europa de entre 50 y 70 mil, en Australia de 100 a 120 mil y en Japón de hasta 150 mil dólares.

1 Kg. de Cocaína, cuesta:

- Buenos Aires → U$S 10/12 mil
- EEUU → U$S 50/80 mil
- Europa → U$S 50/70 mil
- Australia → U$S 100/120 mil
- Japón → U$S 150 mil

La presencia de laboratorios en nuestro país tiene, por lo menos, las siguientes causas:

■ Disponibilidad y fácil acceso a los Precursores Químicos;
■ Menor riesgo económico, ya que la PBC tiene un valor cinco veces menor que el clorhidrato;
■ Mejora en el control de la exportación de Precursores Químicos.
■ Control efectivo del proceso y de la calidad final del producto, antes de la salida del país, aspecto clave para su valorización en el mercado internacional.

Otro punto de importancia, es la facilidad que tienen los narcotraficantes para ingresar al país la Pasta Base de cocaína, en particular desde Bolivia. Con la sustancia en suelo argentino, la disponibilidad a bajo precio de precursores, y la infraestructura productiva instalada para transformar la Pasta Base en clorhidrato de cocaína, sumada a la disponibilidad de vías de ingreso y egreso del país con riesgos mínimos, hacen de nuestro suelo el lugar ideal para desarrollar este tipo de negocios ilícitos. Por su parte, la disponibilidad de pistas aéreas clandestinas, la falta de radares y de scanner en aeropuertos y puertos de ultramar le ponen un valor agregado a las condiciones preexistentes para este tipo de “inversiones”.

Respecto de los laboratorios no todos poseen las mismas características. La mayoría se dedica a producir Clorhidrato de Cocaína, es decir, droga de máxima pureza para el tráfico internacional, siendo este el negocio más rentable. Otros se dedican al estiramiento para la venta local, realizando este procedimiento con algunos químicos tales como éter y acetona, para dar color a los elementos tales como la cafeína o algún anestésico con la que rebajan la cocaína, disimulando así su menor calidad.

Hay algunos laboratorios del NOA que realizan dos pasos de la producción de la cocaína.

Por un lado convierten la pasta cruda en la Pasta Base y luego convierten la Pasta Base en cocaína. Esto es posible por su cercanía con Bolivia que le permite traficar desde allí la pasta cruda.

Otros, son instalaciones precarias, provistos de “tachos” o contenedores de 5 a 20 litros, para mezclar la pasta con los productos químicos. El secado de la droga se realiza en hornos a microondas, en la selva se hace al sol o en invernaderos.

Los laboratorios, en el conurbano buscan ocultarse en los barrios populares, siempre tapiados o tapados con lonas, para disimular las actividades, también se localizan en quintas en zonas cercanas al tercer cordón del conurbano bonaerense. Esto es parte de una estrategia de producción que pone el eje en la desconcentración a fin de disminuir el riesgo, aprovechando las ventajas comparativas de cada región en términos de seguridad, acceso a los puertos y al abastecimiento de Precursores Químicos. En el norte están localizados en el monte, para ocultarse en zonas con poca visibilidad, en la costa están asociados al puerto para facilitar el tráfico al exterior, y en las grandes ciudades para no ser detectados y conseguir con más facilidad los insumos necesarios para la producción.

Según un informe del Departamento de Estado de Estados Unidos sobre narcotráfico, en Argentina aumentó la cantidad de drogas que transitan por su territorio debido, entre otras causas, al éxito del Plan Colombia que forzaron a los narcotraficantes a buscar nuevas rutas de tránsito. El informe determina que Argentina es un país de tránsito de cocaína proveniente del Perú, Colombia y Bolivia con destino Europa, especialmente a España.

Por otro lado, el mismo informe señala que la escasa presencia de radares en las fronteras del norte argentino hace imposible controlar todos los vuelos provenientes de los países vecinos. La Justicia Federal a fines de febrero de 2006 descubrió 12 pistas de aterrizaje clandestinas en Santiago del Estero, operativo donde se detuvieron a dos policías acusados de liberar la zona. Se calcula que existen unas 700 pistas clandestinas en todo el país.

(fuente: www.sinpaco.org)

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