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jueves, 12 de noviembre de 2009

La puerta de salida

En la villa 21-24, de Barracas, funciona desde hace un año y medio el centro de recuperación de adictos San Antonio Hurtado, creado por iniciativa del padre Pepe Di Paola, el mismo que fue noticia cuando denunció públicamente la situación que estaba produciendo el paco en el barrio. Revista C compartió una semana junto al misionero y el terapeuta que llevan adelante el centro, por el que ya pasaron 135 personas. Salir, dicen, se puede.

Cualquiera de sus colegas diría que es un kamikaze. Pero él opina lo contrario. “Este taxi –dice– tiene buena prensa en el barrio. Y no es un símbolo de status, así que nadie lo va a tocar”. El auto avanza por Avenida Iriarte, dobla en Luna y encara hacia el centro de la villa 21-24, señalada como la más peligrosa de la Capital Federal. El que maneja es Gustavo Bareiro, y en la villa todos le dicen el Hermanito. Uno puede intentar llamarlo de otra forma, pero no hay caso: a la quinta vez que repita esa palabra, no habrá más remedio que rendirse.

–¡Hermanito! –le grita un pibe–. Quiero presentarle a mi hijo.

Y el Hermanito saluda a toda la familia, acepta un mate dulce, pregunta las novedades, da algún que otro consejo y se escapa. Va hasta un rancho a la orilla del Riachuelo y golpea las manos frente a una puerta abierta. Desde adentro preguntan
quién es.

–Soy yo, hermanita.

El Hermanito entra, atraviesa una cortina, busca en habitaciones vacías. En la última de todas, tapada con una frazada de felpa, una mujer llora. Él se sienta en el borde de la cama. La mujer se seca las lágrimas y habla.

–Conocí a un chico. Despues me enteré de que andaba con otra piba. Una que tiene HIV.

–Bueno hermanita. Levantate y vamos al centro de salud. Te hacés los análisis y en una semana te entregan los resultados.

El Hermanito sale, espera en la puerta. Mira el Riachuelo y piensa. La mujer adentro se peina, intenta ponerse linda. Se sube al taxi y sigue la ronda.

Desde hace un año, el Hermanito dirige el programa de recuperación de adictos que lanzó la Parroquia de la Virgen de Caacupé. “Me llamaron –aclara – aunque no soy un experto en adicciones. Soy misionero, y esto necesita un perfil comunitario”.

Su destino anterior fue Catamarca. Allá trabajó en zonas rurales, con temas que iban desde el alcoholismo hasta los conflictos de tierras. Lo convocó el Padre Pepe Di Paola, el cura que se hizo famoso cuando lo amenazaron por denunciar la situación del paco en la Villa 21-24.

El taxi recorre la villa todos los mediodías. Su primera tarea es juntar pibes en situación de consumo y llevarlos hasta el Centro de Día San Alberto Hurtado. El hogar es la puerta de entrada para lo que luego puede transformarse en una internación o un largo retiro espiritual en una granja que la parroquia construyó en General Rodríguez. “Usamos el método de los 12 pasos de alcohólicos anónimos, y eso de que ‘solo por hoy no voy a consumir’ –explica el Hermanito–. Y le agregamos todo lo comunitario: acompañamos a los chicos al médico, a que se hagan los documentos, los seguimos.”

En la jerga parroquial, “subirse al taxi” es pedir ayuda. El Hermanito dice que es un gran primer paso, y que hay que tener paciencia: incluso las recaídas son parte de la recuperación. Para entender, ofrece como ejemplo una película de Kurosawa, Los Sueños. En una de las escenas, un grupo de hombres escala una montaña en medio de una tormenta de nieve. Todos van atados entre sí. El camino es dificil, y algunos se duermen.

Aparece la muerte y les dice ‘la nieve es cálida, el hielo quema’. Parece el fin, pero uno se despierta. Como está atado a los demás, los ayuda a levantarse y se salvan. “Nosotros –dice el Hermanito– escalamos una montaña juntos. Lo importante es que el pibe no se desenganche, que siga ligado al grupo”.

Camino al hospital —donde se bajará la mujer que necesita los análisis— sube al taxi Diego. Dice que el sábado salió a dar una vuelta y terminó borracho. Habla con murmullos, un poco por la culpa, otro poco por la resaca.

–Quiero hacer buena letra, a ver si puedo traer a mi hija para que esté conmigo todo un fin de semana.

Cuando tenía cinco años, el padre los dejó en la calle: eran tres hermanos y la madre. Los chicos salieron a robar y a pedir limosna, hasta que juntaron para comprar un rancho. Allí, por un momento, Diego pareció zafar de su destino. Tenía 13 años y lo convocaron para protagonizar Las Tumbas, una película sobre la vida en los institutos de menores. Fue un tiempo soñado, en el que dejó la calle y compartió un set con Federico Luppi y Norma Leandro. “Yo –dice con orgullo– no tuve que estudiar nada. Me salía del alma”. Gracias a la película, ganó el Condor de Plata a la revelación masculina, pero nunca retiró el trofeo: el día de la ceremonia estaba ‘de gira’. Lo había estado durante toda la filmación, y nadie se había dado cuenta.

El 21 de julio de 1991, a pocos días del estreno, lo llevaron preso por tenencia. La cámara de diputados, la prensa y el mundo del cine reclamó por él. “Está cautivo –dijo Javier Torre, el director de la película– por haber participado en Las Tumbas”. Un mes después lo liberaron y apareció en los diarios. Tenía corte taza y cara de agobio. Más tarde le ofrecieron hacer una novela con Arnaldo André en Italia, pero ya estaba perdido.

Durante un tiempo se dedicó al poxirrán, hasta volvió a las pastillas, la cocaína, el robo. Sus amigos famosos no lo vieron más.

El segundo quiebre fue el 13 de marzo de 2000. Su novia estaba a punto de parir. Diego iba camino a la maternidad Sardá y se acordó de que tenía una piedra de pasta base en el bolsillo. Nunca había fumado. La probó y no se despegó más. La mujer tuvo una nena y se fue del barrio. Él terminó en un volquete. Fue su centro de operaciones
durante más de ocho años.

–Estaba todo el tiempo acá adentro, no salía para nada. Me cortaba los brazos y las piernas por bronca de lo que me había pasado con la película, por no poder estar bien con mi vieja. Cada tanto me internaba, pero nunca más de un día.

Ahora tiene 31 años y tantas llagas en los brazos que es dificil encontrarle un centímetro de piel sana. Mientras el taxi va y viene, Marcos llega al barrio en una moto chopera. La estaciona y sale en la Trafic de la parroquia a buscar más pibes. Si el taxi frena en todos lados, golpea puertas e inventa su propio camino, la camioneta funciona como un colectivo privado: recorre los pasillos más anchos y las calles del barrio para que los que quieran puedan subir.

–La camioneta –dice Marcos– es bastante nueva, así que le pusimos la imagen de la Virgen de Caacupé en la trompa, para que la gente la reconozca.

La función central de Marcos es dirigir la terapia de grupo. Allí aplica una serie de herramientas de alcohólicos anónimos y del couching ontológico, una técnica que hace furor en las empresas. Según la definición más difundida, el objetivo del coaching es “desarrollar la capacidad de acción de la otra persona. Un coach escucha los objetivos, observa sus acciones, detecta lo que falta para logar el éxito, y tiene conversaciones con la persona, lo que deriva en el logro de los resultados deseados”.

Pero un rato antes de hacerlo, el coach está al volante. En una esquina, un grupo de hombres acomodan unas chapas. Marcos frena y llama a uno por su nombre.

– Ese que está ahí –dice otro pibe desde arriba de la camioneta– es un maldito.

El otro se acerca. Es de esos tipos macizos por naturaleza. Morrudo y con cara de malo. Camina con pasos cortos, se bambolea. Marcos se baja la camioneta y lo abraza.

–Te vine a buscar. ¿Venís?

– No, mirá cómo estoy. No puedo ir a ningún lado.

El pibe regatea la vista, hace un puchero y se larga a llorar como un niño. Los que están adentro de la camioneta dicen “uuh, mal ahí”, como si hubiese errado el penal de su vida. Marcos promete volver mañana.

–El tipo –dice el mismo pibe de antes– vendía droga, es maltrador, golpeador. Y estaba llorando porque no puede venir al grupo.

Marcos intenta explicar. “En el grupo –dice– no se juzga, se acompaña. Cuando no juzgás, el otro abre el corazón, porque le estás dando una oportunidad. Es muy complicado que vos llegues a un destino diferente si vas siempre por el mismo camino. Nosotros generamos una bifurcación. ¿Cómo lo logramos? Primero a través del grupo, segundo a partir de distintas terapias, de generar confianza en sí mismo, con mucho cariño, mucho amor.”

El Hermanito, en cambio, explica el concepto en otros términos: “Nadie tiene autoridad para condenar al otro. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Solo Dios es bueno: nosotros somos piojos resucitados del universo”.

La camioneta y el taxi llegan al Centro de Día San Antonio Hurtado pasado al mediodía. El lugar –un galpón y una casa de habitaciones amplias al borde de la vía del tren– está a unas quince cuadras del barrio. Se inauguró en Semana Santa de 2008. En poco más de un año, pasaron por ahí 135 personas. “De esa gente –explica el Hermanito– algunos están acá, otros en la granja de Rodríguez, otros en consumo y otros en etapas más avanzadas. El porcentaje de recuperación es muy alto, porque acá no te desligás del chico. Como somos de la parroquia, seguimos a las familias desde el bautismo hasta el entierro”.

Ni bien llegan la camioneta y el taxi, se sirve la comida: estofado de arroz con pollo. Hay cerca de quince personas, la mayoría hombres. Ni bien terminan de juntar los platos, Marcos pide que hagan la ronda. Él se sienta en una posición en la que puede mirarles las caras a todos. Señala a cada uno, lo llama por el nombre y le pregunta cómo está. Como hay visitas, no pregunta intimidades.

Las historias más difíciles, el grupo las discute en privado. Al de barba le dicen Boris. Tiene 39 años.Marcos le pregunta si tiene algo que decir.

–Ayer fui a jugar a la pelota. Tomé una cerveza y me dieron ganas de fumar. Y me fumé siete porros.

Silencio incómodo.

–Pero hoy estás acá –responde Marcos– y es un momento en el que no consumís. Eso es un avance. Dejar de consumir está hecho de un montón de momentos como este.

Sigue el silencio. Un pibe grita ¡fuerza Boris!, con algo de timidez. Boris asiente. Marcos sigue con la ronda. Uno de gorrita cuenta que se prepara para ver a su familia. Estuvo internado, le fue bien, ahora consiguió trabajo y el próximo paso es recomponer el lazo con su hija. La ex mujer lo presiona para que vaya más seguido. Pero él no se siente listo.

–Hice un trabajo largo –dice – y no lo voy a pudrir ahora.

En un aparte, uno de los voluntarios da detalles. “Nosotros –dice– invitamos a no consumir y a resarcir lo que cada uno hizo. Algunos dejan de ver a su familia y van a dar la cara. Juan abandonó a su mujer embarazada y con un hijo. Cuando volvió, lo primero que quería hacer era verlos. Ahora empezó a ir una vez por semana y les lleva
plata. De a poco se está haciendo cargo”.

Cuando el grupo termina, todos se paran, achican la ronda y se abrazan para decir la oración final. “Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar aquellas que puedo, y sabiduría para reconocer la diferencia. Fuerza y adelante”.

Todas las mañanas, antes incluso que el Hermanito y Marcos, Víctor va hasta el Centro
Hurtado y cocina para todos. No cobra un centavo por hacerlo, pero trabaja con una seriedad casi obsesiva.

– Hago un servicio. Prometí que algún día iba a devolver el acompañamiento que me dieron. Además, vengo acá y me siento útil. Como dice Larralde: yo te ayudo porque siento la necesidad de hacerlo.

Víctor tiene 26 años, nació en un pueblo de Misiones, se crió en Villa 21 y empezó a recuperarse hace un año y medio. Dice que empezó a consumir a los ocho años en la terraza del colegio, que anduvo un tiempo dándole al poxirrán, y después se pasó a la cocaína. No tiene registro de su vida previa al consumo. “Mis únicos recuerdos son: padre alcohólico, madre golpeada. Y cuando abro esa puerta, tengo recaídas emocionales, que son como un vacío existencial. No le encuentro sentido a nada.” De adolescente pensaba que eso era el destino: que había gente que se dedicaba a trabajar y otra a robar y drogarse. Después cayó preso, estuvo un año y tres meses en Devoto, se enganchó con la pasta base y las cosas se pusieron peores.

–Una vuelta caí en la villa con una gira de base muy grande. Tenía como 700 pesos, y me perseguí tanto que no pude salir. Me encapsulé. Entonces empecé a fumar paco, que era lo que estaba a mi alcance. Ahí entré en un círculo vicioso. Tenía todos mis lugares, donde me daban fiado, donde me empeñaban cosas. Estuve cuatro años y medio sin salir.

Al poco tiempo estaba desnutrido. Empezó a tener problemas con los vecinos, hasta que cruzó la raya. Una de sus últimas peleas lo condenó: “Estaba re duro. Él me había cagado, lo fui a encarar, y era él o yo. Ya había lástimado a otra gente, y sentía que me esperaba una bala en cada pasillo. Mi hermano vio que estaba comprometido y me aguantó en la casa.” Hasta que Víctor aceptó la oferta de los curas, y se fue a internar.

“Tratamos de ayudar a mantener la esperanza, pero sabemos que ellos son los protagonistas, los que tienen que recuperarse –dice el Hermanito–. A veces, con todo el dolor del mundo, hay que dejarlos hacer. Lo que no puede fallar es que sepan que pueden contar con nosotros”.

Víctor estuvo en una granja en Campana y seis meses en la quinta de General Rodríguez. El 1 de Marzo volvió a la villa, a una casa de medio camino que construyó la iglesia. Allí, algunas noches encontraba a su cuñado fumando pasta base. Se sentía responsable por él: “Cuando lo veía, le sacaba la pipa y se la entregaba al Hermanito. Pero un día me tenté. Entré a sacarle la pipa y el olor me abrazó.” Fue la primera recaída. Estuvo tres días boleado, desde el jueves hasta el domingo.

–La recaída empezó cuando me la creí.

Se prometió que nunca más, pero hubo una segunda vez. Fue el 2 de junio, el día en que cumplía once meses sin consumo. Una vecina lo iba a ayudar a redactar un currículum. Quería ir a buscar trabajo. Salió de su casa y se encontró un descarte de 25 gramos de cocaína: dos tizas y media. Estaban aplastadas en un hueco entre dos baldosas, bajo la huella de una moto. Anécdotas de vivir en la misma cuadra que un narco.

–Tuve tres paros cardíacos. Me desperté en el hospital con un montón de cables y tubos. Quedé en silla de ruedas por un tiempo.

Aquella vez no lo fue a ver nadie. Al principio le dio bronca, pero después entendió: se tenía que hacer cargo de sus actos. Ya había pasado la parte en la que se sentía un héroe por haber derrotado al consumo, y ahora le tocaba lo más dificil; mantenerse en esa nueva vida con todo su pasado a cuestas: “Los fantasmas te persiguen a sol y a sombra. Yo estuve medicado por eso. Cuando conciliaba el sueño me aparecían las voces, los ruegos que pedían por favor. Son autoreproches también, y van a desaparecer cuando yo me perdone a mí mismo. Pero hay cosas que no me perdono, y que no puedo resarcir. Solo me queda hacer las cosas bien. Ahora, si yo me mando un paso en falso, me siento una mierda.”

En los últimos meses se puso de novio, alquiló una pieza y hasta consiguió un televisor. Cada tanto, el pasado vuelve de forma peligrosa: la semana pasada, cuando iba para el Hurtado, le pegaron un garrotazo y lo llenaron de puntazos. Por eso, dice, a veces le cuesta hacer planes futuro. Trata de vivir el día y avanzar paso a paso. Ahora planea pintar un mural en las calles del barrio: quiere representar el Gólgota de Cristo.

Su camino hacia la cruz.

Diego, el que alguna vez soñó con triunfar en el cine, está sentado en la cabecera de la mesa. Escucha en silencio las conversaciones de los demás, y cada tanto interviene. Dice que al principio no fue así, que los primeros días durmió en la puerta del Hurtado porque no podía casi moverse, y que después empezó a entrar para comer y acostarse en cualquier rincón.

Boris llegó a fines del año pasado. Él había estado cuatro años encerrado en otro barrio. Vivía de ‘los turistas’ que iban comprar cocaína a la villa. En marzo, los dos se fueron a la quinta de General Rodríguez. Volvieron mejor: Boris con ganas de salir adelante, Diego con el brillo en los ojos y la picardía que lo había convertido en un buen actor.

“Estuve en millones de lugares –dijo Diego– pero como ese nunca. Estás en medio de la nada y tenés espacio para correr, para pensar. Ahí probé estar un día sin consumir y dije ‘uh, que bueno que está esto’. Y acá estoy”. En la granja hay animales, una huerta y mucha tranquilidad. El secreto del éxito, opinan todos, es que fue construída por gente de la villa.

“Cuando derivamos a otras comunidades terapéuticas –dice el Hermanito– no podemos más que avisarles a los directores que estamos trabajando con ese chico. En Rodríguez es distinto: lo manejamos nosotros. Es una extensión del barrio”.

Aunque visto desde afuera suene a paradoja, el barrio juega un rol fundamental en la recuperación. En Villa 21 hay más de cuarenta organizaciones sociales, muchas de las cuales se hermanaron con el Hurtado. Los miércoles, por ejemplo, varios de los pibes del Centro de Día van a entrenar al Circo Social del Sur o a la escuela de Box que dirige la Fundación Temas.

Otro emblema de la recuperación son los padrinos: son voluntarios que se hacen cargo de una persona y lo siguen a lo largo del tratamiento tratamiento. Algunos los ayudan a ir al médico, conseguir ropa o trabajo, recomponer el lazo con la familia o en cosas mínimas, como ir al cine. “El tema –dice el Hermanito– es acompañar. Para hacerlo entrar, cada pibe necesita cosas básicas: tener documentos, hacerse los dientes. En el barrio siempre aparecen relaciones salvadoras. Hay una tradición de hacerse cargo del otro, de no dejarlo en banda”.

Ejemplos sobran. Vanesa es obesa, tiene 28 años y tres hijos: tuvo a la mayor a los 12 años, la segunda a los 14 y al varón hace cinco. Con el último pasó todo el embarazo en consumo. La hija del medio, que tiene 14, está embarazada. A fines de julio toda la familia se quedó en la calle. Un vecino venía de cartonear y la encontró. Como la conocía desde chica, le ofreció un rancho de dos por nueve que tenía en venta. “Quedate ahí –le dijo– hasta que encuentre un comprador.” Una semana después, Vanesa consiguió un subsidio habitacional: 500 pesos por mes para pagar un hotel. La idea fue del Hermanito:

–Escribimos un contrato donde se contaba la historia. El vendedor puso: “A Vanesa la conozco de chiquita, sé que es una buena persona y que necesita una casa. Yo me estoy mudando, aunque la pudiera vender al contado, se la vendo a ellas a cuotas”. De seña le dimos una heladera.

Pocos días más tarde, Diego volvió de la quinta de General Rodríguez y no tenía dónde dormir. Vanesa le hizo un lugar. El Hermanito colecciona esos momentos como joyas: los desmenuza, les intenta sacar enseñanzas. Casi que los convierte en parábolas: todo sirve para no perder la esperanza. “Objetivamente –dice–, la situación es muy desalentadora. Si ponés todas las variables juntas, alguno te diría que no vale la pena. El problema está desbordado. No hay un plan, no hay recursos del Estado. Son historias que derrotan a un alma y la entregan a la muerte. Y sin embargo, estos chicos han podido aguantar, pelean. Cada uno de esos hermanitos vale el mundo”.

martes, 10 de noviembre de 2009

Minguito le reza a la Virgencita

Virgencita, soy yo, el Mingo,
y te vengo a hablar en nombre de mi familia,
y de la barra de mi barrio, que es todo el país.
Vengo a ponerme de rodillas, Virgencita,
porque precisamo' que vos te lo chamuyés
a tu Hijo Jesús, que es el capo másimo
de todos nosotro', p’hacerle un par de mangazos
de laburo, de salú' y todo eso.
Y yo pensaba que como vos sos la mamá de Él,
no te va a decir que no, ¿viste?
Y, bueno, lo que yo como hijo tuyo te pido,
es que vos leás en los ojos de nosotros,
y allí solita se van a dechavar todas nuestra necesidade'...
Aunque sabemo que vos y Dio' saben perfectamente
que cosa precisamo cada uno...
Por eso, con solo poner tu santa mano sobre nuestro pecho,
vas a poder sentir nuestras angustias...
Vas a ver nuestras manos vacías
y nuestros ojos cargados de lágrimas.

Pero a travé' del llanto vas a poder ver
nuestras esperanzas que nacen de nuestra fe,
porque confiamos en vos y en vuestro Hijo.
Vos sabés que algunos de nosotros andamos precisados de salú',
que otros tenemos problemas en el hogar,
en el laburo, y también en nuestros sentimientos,
que a vece' se les da por andar a contramano.

Virgencita, vos que sos tan buena,
chamuyátelo a tu Hijo...
Te lo pedimos los hombres, las mujeres y lo' niño'
que se arrodillamo respetuosos
delante de vos, confiados.

Y tanta es la confianza que te tenemo',
que en este i'stante ponemo' todo
nuestro sueños en tus manos...
Te lo pedimos a vos,
que vivís florecida de Jesús...
Te lo pedimo por nuestros hermanos en Cristo,
por nuestro familiare', por nuestros amigos,
por los que están, y por los que ya se la picaron.
por nuestro gobernantes también te mangamo',
pa’ que les des claridá' de sabiola.

Te lo pedimo en el nombre del Padre,
Y del Hijo, y del Espíritu Santo.

PODASTA:

Yo sé bien que nosotro' también podemos
mangarlo a Dio' directamente,
Pero te usamo' de intermediaria,
Porque nuestros pedidos,
En tus labios suenan más dulces.

Perdoná tanta molestia.

MINGO


"Minguito Tinguitella" fue un personaje interpretado por el actor Juan Carlos Altavista, uno de los cómicos más grandes que hubo en la República Argentina.

Altavista nació el 4 de enero de 1929. Comenzó formándose en el Teatro infantil Labarden, y con el tiempo fue conociendo valores de la talla de Luis Sandrini, Narciso Ibáñez Menta, Francisco Petrone, Julia Sandoval entre otros. Su mujer Raquel Álvarez,le dio tres hijos: Maribel esposa del comediante Miguel Ángel Rodíguez, Ana Clara y Juan Gabriel.

"Minguito" surgió por una creación de Juan Carlos Chiappe. Era un ciruja que tiraba de un carro. Fue un exitazo en radio y en teatro. Luego Mingo se suma al programa televisivo "Polémica en el Bar", en donde actuó allí en varias temporadas junto a Fidel Pintos, Vicente Larrusa, Mario Sánches, Adolfo García Grau, Jorge Porcel, Javier Portales, entre otros. Con el tiempo, Mingo cambiaría sus pilchas en homenaje a su padre. "Minguito" era un porteño mal hablado, pero enternecedor. Fana de su vieja, de la Virgen y de Boca. En el programa "Operación Ja Ja" descollaba junto a Vicente Larrusa haciendo reportajes increíbles. Llegó a estar dibujado en la revista “La Voz del Rioba” durante mucho tiempo. Juan Carlos falleció el 20 de julio de 1989 de un ataque cardíaco. Murió trabajando mientras hacía “Vamos Mingo todavía!” en Canal 2. La gente aún recuerda sus frases “te vamo’ a levantar un manolito” “gomía”, “qué hacé', fosforito”, “qué hacé, tri-tri”.

(fuente: http://santamilonguita.blogspot.com/)

lunes, 9 de noviembre de 2009

¿Un infierno light?

Existen cristianos “light” que son partidarios de un infierno “light”: sin pena de daño, sin pena de sentido, sin eternidad y/o sin habitantes

Autor: P. Carlos M. Buela, IVE

Así como hay cerveza sin alcohol, café sin cafeína, sal sin sodio, azúcar sin glucosa, tabaco sin nicotina, hombres sin sustancia y sin humanidad, o sea, “sin fundamento, sin misión, sin fin último” (1); y estos son todos productos “light”; así existen, también, cristianos “light” que son partidarios de un infierno “light”.

Nos podemos preguntar, ¿qué es un infierno “light”? Es un “infierno” carenciado. Es un infierno “liviano”: sin pena de daño, sin pena de sentido, sin eternidad y/o sin habitantes. Sobre la base de estas cuatro carencias las variantes son muchas y las hay para todos los gustos. Algunos son plenamente “light” y sostienen las cuatro negaciones, otros son más medidos y aceptan sólo algunas variantes “light” o les ponen atenuantes.

En muchos textos de la Sagrada Escritura se fundamentan las verdades reveladas acerca del infierno. Pero, para mi intento, son suficientes tan sólo dos mitades de dos versículos. Se enseña la pena de daño, o sea, la privación de la vista de Dios, en “Apartaos de mí, malditos,…” (Mt 25, 41); la pena de sentido, o sea, el sufrimiento que proviene de cosas sensibles, en “ …id al fuego…” (id); la eternidad de las penas, que no terminarán jamás, en “…eterno.” (id); y acerca de sus habitantes: “Éstos irán al castigo eterno…” (Mt 25, 46). Para los que tenemos el convencimiento de que la Biblia es Palabra de Dios, no son necesarios más textos.

Las cuatro negaciones acerca del infierno:

Las cuatro negaciones acerca del infierno:

1. La privación de la vista de Dios o pena de daño
2. El castigo infligido a las creaturas o pena de sentido
3. La eternidad de las penas
4. El infierno “vacío”

En fin, no nos alcanzará la vida presente, ni aún la eternidad, para dar gracias a Jesucristo que “de Creador es venido a hacerse hombre, y de vida eterna a muerte temporal, y así a morir por mis pecados”108.

Nunca agradeceremos suficientemente la paciencia de Dios con nosotros que, por estar en vida, todavía tenemos la esperanza de conversión. Podríamos haber terminado nuestra existencia en esta tierra estando en pecado y Él no lo permitió.

Debemos seguir pidiendo, todos los días de nuestra vida, la gracia de las gracias, la gracia de la perseverancia final, como lo hacemos en cada Avemaría: “Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”.

Y mucho más inteligente que proponer dudas acerca del infierno, las cuales por otra parte hace siglos que han sido resueltas por los Santos Padres y Doctores, vivamos de manera que no vayamos a ir a él. Que siempre será verdad, “Que al final de la jornada/ el que se salva sabe/ y el que no, no sabe nada”.

(fuente: www.iveargentina.org)

domingo, 8 de noviembre de 2009

La generosidad de la viuda: Amar hasta que duela

Lectura del Santo Evangelio según San Marcos (Mc 12, 38-44)

En aquel tiempo, enseñaba Jesús a la multitud y le decía: "¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplios ropajes y recibir reverencias en las calles; buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; Se echan sobre los bienes de las viudas haciendo ostentación de los largos rezos. Estos recibirán un castigo muy riguroso".

En una ocasión Jesús estaba sentado frente a las alcancías del templo, mirando cómo la gente echaba allí sus monedas. Muchos ricos daban en abundancia. En esto, se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor. Llamando entonces a sus discípulos, Jesús les dijo: "Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos. Por que los demás han echado de lo que le sobraba; pero ésta, en su pobreza, ha echado todo lo que tenía para vivir".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

En aquellos tiempos, las autoridades religiosas de los judíos tenían la delicada misión de mantener la unidad y tradición del pueblo, basándose en el estudio de las Sagradas Escrituras y haciendo que sus compatriotas observen todas las Leyes. Escribas y fariseos habían adquirido el derecho de ser los respónsables de interpretar las Escrituras y conformaban la casta más importante del pueblo judío.

A lo largo de varios siglos, a pesar de ser el Pueblo Elegido por Dios, Israel sufrió crueles dominaciones por diversos imperios quienes los obligaron a trabajos forzados, les querían hacer olvidar a Dios para que se conviertan a sus creencias y hasta quisieron exterminarlos. En los tiempos de Jesús, los judíos estaban sometidos por el Imperio Romano, el cual tenía como política respetar tradiciones y cultos religiosos de todos los pueblos que dominaban.

Jesucristo cuestiona la corrupción de las autoridades religiosas de su tiempo y los deja en evidencia delante de todos. Los acusa de cuidar únicamente las apariencias para no despertar sospechas de sus no pocas afrentas.

Por otro lado, Nuestro Señor pone como ejemplo de generosidad a una pobre viuda, quien se acercó al templo para dejar limosna desde lo poco que tenía.

La lógica humana, tanto en aquellos tiempos como los de hoy en día, tiende a valorar las donaciones que hacen las personas que ostentan una posición económica privilegiada porque sus entregas suelen resultar impactantes antes los ojos de todos. Pero Dios no se queda en las apariencias, sino que conoce a fondo el corazón de todos y de cada uno de nosotros para poder observar la generosidad humana: para Él lo mucho o lo poco de lo que se entrega no es lo más importante, sino el grado de desprendimiento de la persona.

La Madre Teresa de Calcuta repetía "hay que amar hasta que duela", una frase que nos suena contundente y que ella hizo carne en el día a día de su admirable tarea apostólica. Amar siempre nos implica un desprendimiento de uno mismo, nos implica romper con egoísmos, dominar las pasiones, nos implica pensar no tanto en uno mismo sino en las personas que uno ama. Sabemos todos que vivir eso a cada paso que damos no es nada sencillo... pero ahí está Dios para animarnos desde la lectura de la Palabra, desde la oración y los sacramentos para asemejarnos a la generosidad que en Cristo llegó hasta la misma muerte en Cruz.

La lectura de este pasaje evangélico nos debe animar para reflexionar acerca de cuan generosos somos cotidianamente, qué tenemos que mejorar, qué nos queda por logar. Esa búsqueda no debe estar basada en la aprobación y felicitación de los demás, sino en la congratulación que Dios mismo siente cuando sus hijos toman el camino que nos marcó Jesús.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Pioneros, sueños de libertad tras una pelota de fútbol

Mucho podemos haber leído y quejarnos del sistema penitenciario argentino: que quienes allí van a parar viven hacinados, que allí no se recuperan socialmente y que, cuando salen, en muchos casos, reinciden en el delito. Muchas son las noticias que nos pueden preocupar por esas personas que, por una u otra circunstancia, cometieron algún crimen y deben cumplir condena tras las rejas.

En la Unidad Penitenciaria Nº 21 de Campana, Provincia de Buenos Aires, nació una alternativa muy positiva para quienes allí purgan sus penas tengan una nueva oportunidad: se formó "Pioneros", un equipo de fútbol integrado por presos y guardiacárceles que compite en la Liga de Fútbol Amateur de Campana, la cual está afiliada al Concejo Federal de la Asociación del Fútbol Argentino. El promedio de edad de los jugadores anda por los 22 años, aunque hay algunos de más de 30, varios de los cuales han integrado en algún momento de sus vidas las divisiones inferiores de clubes como Chacarita Juniors, Deportivo Morón, Tigre, Villa Dálmine y Almagro.

Este proyecto cuenta con una estructura similar a la de cualquier club de barrio: el entrenador es Marco Colazzo, empleado del Servicio Penitenciario y que cuenta con título habilitante de director técnico entregado por la A.F.A. Cuentan con la asistencia médica y preparador físico del la misma Unidad Nº 21; precisamente, Edgardo Sanabria, profesor de educación física, a cargo de los ejercicios contó que "Hacemos trabajos físicos los lunes, miércoles y viernes por la mañana con los detenidos y los martes y jueves a la tarde les toca a los empleados y miércoles y viernes por la tarde hay práctica de fútbol". Los dirigentes son las mismas autoridades del penal y hacen las veces de local en las canchas que tienen en la misma Unidad Penitenciaria.

El nombre del equipo responde a dos motivaciones, por un lado la denominación del barrio en donde está ubicada esa cárcel y, por otro lado, hace alusión a lo novedosa de esta iniciativa. Para poder integrar el equipo, los presidiarios deben cumplir con algunos requisitos de cursar algunos de los niveles formales de educación y mostrar buena conducta. Los colores de su camiseta no son casuales, según explicó Carlos Romero, Director de la Unidad Nº 21: “La camiseta es de un color azul, muy parecido a la de Cruz Azul de México, y tendrá a la derecha tres colores: verde, blanco y rojo, que representan esperanza, paz y pasión, en ese orden. Tuvimos que seleccionar entre muchos candidatos y a los que se mostraron más capacitados y quedaron en el equipo les otorgamos un carnet".

En declaraciones al Diario La Nación, Facundo Badaracco, arquero de Pioneros, aseguró que "Está bien salir un poco del encierro, cambiar de ambiente y relacionarnos con gente de afuera. Esto nos sirve para reinsertarnos en la sociedad. Lamentablemente estamos acá, por cosas de la vida, pero nos gustaría tener una revancha". Miguel Pañales, central y capitán del equipo, resumió su experiencia diciendo "Para mí, venir a jugar es una manera de irme a mi casa, porque hace 7 años que estoy acá y me quiero ir. Esto me ayuda a tener buena conducta y alejarme de los berretines". A su vez, Leonardo Gallo, un volante de 24 años, se ilusiona con lo mismo: "A la noche me pregunto qué hago acá. Me gustaría estar en una cancha, pero con mis hijos".

El clima se distiende entre los que están privados de su libertad y sus guardiacárles al compartir entrenamientos, partidos y sueños. Es un ejemplo real de que se puede motivar a los seres humanos, de que se puede creer en la gente. Sin duda, este es un camino concreto para la recuperación de esas personas que anhelan tener otra oportunidad y rehacer sus vidas. Ojalá este ejemplo se pueda tomar y aplicar en muchas otras unidades penitenciarias del país.

(fuente: www.cerromercedario.com)

viernes, 6 de noviembre de 2009

Se viene el Mallín Estilo de Varones -304- en Cordoba

Entre los días 12 y 15 de noviembre del corriente año, se desarrollará el Mallín Estilo de Varones en el Valle La Inmaculada, Provincia de Córdoba (un hermoso lugar en las sierras). En dicha vivencia, participarán adolescentes de distintos puntos de la Argentina.

Desde la Provincia de San Juan, partirán muchachos en compañía del Padre Ángel Ricardo Lobo y de Esteban Burgoa. La delegación sanjuanina se compondrá por:
  • Dante Hascher
  • Ignacio Moncho
  • Fernando Sanchez
  • Luis Figueroa
  • Alejandro Avendaño
  • Darío Campillay
  • Mariano Oviedo
Para enviar mensajes de apoyo a estos muchachos, se los puede enviar vía e-mail a andresgm_sj_307@hotmail.com

Recemos por el éxito espiritual esta vivencia, para que esos chicos puedan crecer en su relación con Dios y eso se transmita en sus familias y amigos.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Abby Johnson: De directora de centro abortista a defensora de la vida en Estados Unidos

Abby Johnson era hasta hace poco la Directora del Centro de abortos ubicado en la Bryan/College Station, Texas, perteneciente a la trasnacional Planned Parenthood, dueña de la caden a de clínicas abortivas más grande del mundo. Hace poco dejó esta actividad infanticida y ahora defiende la vida de los niños no nacidos.

Abby Johnson señala que "salí en buenos términos y simplemente cambié mi corazón sobre este asunto. En los últimos meses había visto un cambio en la motivación sobre el impacto financiero de los abortos y llegué a mi punto de quiebre luego de ver un tipo particular de aborto en ultrasonido".

En declaraciones a un medio local, Johnson indicó: "simplemente pensé no puedo hacer más esto. Fue como un flash que me golpeó. Y pensé. Esto es todo. Me siento tan pura de corazón. No tengo esta culpa, ni este peso encima. Por eso sé que esta conversión es sobre todo espiritual".

"Esta sorprendente conversión demuestra la importancia de la oración constante y pacífica que se realiza frente a las clínicas de aborto", comenta David Bereit sobre el caso, Director Nacional de la iniciativa 40 Días por la Vida.

Bereit relata además que "desde el inicio de la primera campaña de 2004, rezábamos por Abby –y por todos los trabajadores del aborto– para que se dieran cuenta de lo que el aborto realmente es, para que dejen este negocio sangriento. En este caso, esas oraciones han sido respondidas. Estamos muy orgullosos del valor de Abby para dejar la industria del aborto y anunciar públicamente las razones por las que la ha dejado".

Shawn Carney, Directora de la Coalición por la Vida y miembro del directorio de 40 Días por la Vida, ha venido trabajando con Johnson desde que dejara su trabajo en la clínica abortista el mes pasado ante cuya entrada ha comenzado a rezar.

"Verdaderamente –dice Carney– ha sido un testimonio del poder de la oración y del valor de Abby el hecho de dejar un trabajo que veía ya no podía realizar en buena conciencia. Ha sido una alegría para todos nuestros voluntarios que han rezado fuera de la clínica por la conversión de sus trabajadores contemplar que esta conversión efectivamente sucedió".

Johnson no es la única conversa del abortismo a la defensa de la vida como fruto de esta campaña de 40 Días por la Vida en este último año, pero sí la de más alto rango. Hay siete personas más.

Tras la salida de Abby Johnson, Planned Parenthood ha solicitado una orden de restricción contra ella y la Coalición por la Vida, el grupo que generó los 40 Días por la Vida que organiza vigilias de oración en su entrada desde hace cinco años.

(fuente: www.aciprensa.com)
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