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sábado, 7 de noviembre de 2009

Pioneros, sueños de libertad tras una pelota de fútbol

Mucho podemos haber leído y quejarnos del sistema penitenciario argentino: que quienes allí van a parar viven hacinados, que allí no se recuperan socialmente y que, cuando salen, en muchos casos, reinciden en el delito. Muchas son las noticias que nos pueden preocupar por esas personas que, por una u otra circunstancia, cometieron algún crimen y deben cumplir condena tras las rejas.

En la Unidad Penitenciaria Nº 21 de Campana, Provincia de Buenos Aires, nació una alternativa muy positiva para quienes allí purgan sus penas tengan una nueva oportunidad: se formó "Pioneros", un equipo de fútbol integrado por presos y guardiacárceles que compite en la Liga de Fútbol Amateur de Campana, la cual está afiliada al Concejo Federal de la Asociación del Fútbol Argentino. El promedio de edad de los jugadores anda por los 22 años, aunque hay algunos de más de 30, varios de los cuales han integrado en algún momento de sus vidas las divisiones inferiores de clubes como Chacarita Juniors, Deportivo Morón, Tigre, Villa Dálmine y Almagro.

Este proyecto cuenta con una estructura similar a la de cualquier club de barrio: el entrenador es Marco Colazzo, empleado del Servicio Penitenciario y que cuenta con título habilitante de director técnico entregado por la A.F.A. Cuentan con la asistencia médica y preparador físico del la misma Unidad Nº 21; precisamente, Edgardo Sanabria, profesor de educación física, a cargo de los ejercicios contó que "Hacemos trabajos físicos los lunes, miércoles y viernes por la mañana con los detenidos y los martes y jueves a la tarde les toca a los empleados y miércoles y viernes por la tarde hay práctica de fútbol". Los dirigentes son las mismas autoridades del penal y hacen las veces de local en las canchas que tienen en la misma Unidad Penitenciaria.

El nombre del equipo responde a dos motivaciones, por un lado la denominación del barrio en donde está ubicada esa cárcel y, por otro lado, hace alusión a lo novedosa de esta iniciativa. Para poder integrar el equipo, los presidiarios deben cumplir con algunos requisitos de cursar algunos de los niveles formales de educación y mostrar buena conducta. Los colores de su camiseta no son casuales, según explicó Carlos Romero, Director de la Unidad Nº 21: “La camiseta es de un color azul, muy parecido a la de Cruz Azul de México, y tendrá a la derecha tres colores: verde, blanco y rojo, que representan esperanza, paz y pasión, en ese orden. Tuvimos que seleccionar entre muchos candidatos y a los que se mostraron más capacitados y quedaron en el equipo les otorgamos un carnet".

En declaraciones al Diario La Nación, Facundo Badaracco, arquero de Pioneros, aseguró que "Está bien salir un poco del encierro, cambiar de ambiente y relacionarnos con gente de afuera. Esto nos sirve para reinsertarnos en la sociedad. Lamentablemente estamos acá, por cosas de la vida, pero nos gustaría tener una revancha". Miguel Pañales, central y capitán del equipo, resumió su experiencia diciendo "Para mí, venir a jugar es una manera de irme a mi casa, porque hace 7 años que estoy acá y me quiero ir. Esto me ayuda a tener buena conducta y alejarme de los berretines". A su vez, Leonardo Gallo, un volante de 24 años, se ilusiona con lo mismo: "A la noche me pregunto qué hago acá. Me gustaría estar en una cancha, pero con mis hijos".

El clima se distiende entre los que están privados de su libertad y sus guardiacárles al compartir entrenamientos, partidos y sueños. Es un ejemplo real de que se puede motivar a los seres humanos, de que se puede creer en la gente. Sin duda, este es un camino concreto para la recuperación de esas personas que anhelan tener otra oportunidad y rehacer sus vidas. Ojalá este ejemplo se pueda tomar y aplicar en muchas otras unidades penitenciarias del país.

(fuente: www.cerromercedario.com)

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