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domingo, 6 de octubre de 2013

"Auméntanos la fe"

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas
(Lc. 17, 5-10)
Gloria a ti, Señor

Los Apóstoles dijeron al Señor: "Auméntanos la fe". El respondió: "Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: 'Arráncate de raíz y plántate en el mar', ella les obedecería. Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: 'Ven pronto y siéntate a la mesa'? ¿No le dirá más bien: 'Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después'? ¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: 'Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber'".

Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.

I-Confianza en las dificultades.-La primera lectura está escogida en función de la llamada a la fe del evangelio. Pero la perspectiva desde la que Habacuc llama a la fe es diferente de la de Jesús, y conviene destacarlo. Habacuc presenta la fe como sostenimiento en medio de una situación dramática, cuando parece que todo se hunde: quien se sostiene en Dios, podrá vivir en medio de los conflictos, aunque todo se vaya al traste: al final, queda Dios. Esto lo podemos aplicar a nuestros conflictos cotidianos, en medio de los cuales podemos vivir confiados si de verdad creemos; pero también habrá que despertar la sensibilidad respecto a los conflictos más colectivos: hambre, pobreza, carrera de armamentos. Habacuc habla desde una situación comprometida en el camino de su pueblo. El creyente camina por el difícil camino personal y colectivo de la humanidad, convencido de que Dios le sostiene y que sostiene el camino de todos.

II-La fe como estímulo para ir hacia adelante.-La perspectiva de la fe en el evangelio de hoy es más bien la de un impulso para ir hacia adelante. Sostenidos en Dios, podemos hacer todo lo que sea necesario. La imagen surrealista que Jesús utiliza para resaltar esta fuerza de la fe, debe ser probablemente la imagen más exagerada de todo el evangelio, lo que denota el relieve que Jesús quiere dar a su afirmación. Y esta afirmación sería la segunda parte de lo que decíamos con Habacuc: el creyente camina por el difícil camino personal y colectivo de la humanidad, y camina por él con la fuerza de Dios, con la que puede andar este camino sin temor, siguiendo el estilo de Jesús, trabajando por el Reino de Dios.

III-La fe como reconocimiento de debilidad.-Detrás de estas llamadas a la fe, hay una premisa sin la cual no tendrían sentido: nosotros somos débiles, y necesitamos el sostenimiento de Dios. Si no fuéramos débiles, no lo necesitaríamos... Hablar de esta debilidad es en ocasiones peligroso, porque se entiende mal: no se trata de que, puesto que somos débiles, necesitamos a alguien que nos mande y nos diga lo que debemos hacer (así se justifican muchos estilos y sistemas totalitarios civiles y eclesiásticos); sino de que, puesto que somos débiles, nos queremos sostener en alguien que nunca nos fallará, y con el cual nos sentiremos fuertes para ir buscando el camino en medio de tantas perplejidades (las perplejidades continuarán, pero las viviremos acompañados de Dios). Quien no se siente débil, nunca tendrá el gozo de poder sentir la fortaleza de Dios que le acompaña.

IV-"Hemos hecho lo que teníamos que hacer".-La segunda parte del evangelio muestra la actitud que el creyente debe tener en todo lo que realiza "bien". El creyente no reivindica méritos ante Dios, ni se considera superior a los demás: el creyente reconoce que, en realidad, lo que ha hecho ha sido lo que tenía que hacer, porque Dios le ha dado fuerza. No se trata de que sea malo sentirse contento de la propia fidelidad, de la propia entrega, del propio esfuerzo al servicio del Evangelio: este sentirse contento no sólo es bueno, sino que es imprescindible para que lo que realizamos sea hecho con ganas y no sea un simple cumplimiento hipócrita; pero este sentirse contento debe ir acompañado del reconocimiento de que todo nos es dado.

VI-Un tesoro.-Pablo llama "tesoro" a la gracia y a le fe recibidas. A cada creyente le ha sido confiado este tesoro: el tesoro de la fe, el tesoro del Evangelio, el tesoro de la vida nueva de J.C. Un tesoro para ser amado, para ser conservado, para ser vivido, para ser transmitido en toda circunstancia de la vida, con la fuerza del Espíritu Santo.

J. Lligadas
MISA DOMINICAL 1989/19 
(fuente: www.mercaba.org)

sábado, 5 de octubre de 2013

Poniendo reglas a los "nativos digitales": desconectar para conectar

“En Twitter tengo 500 seguidores y yo también los sigo a todos porque si no me dejan de seguir” comenta una niña de 10 años durante una sesión de PTC en la cual estamos hablando de cómo aprender a navegar por internet. Mientras la escucho me pregunto si sus papás conocerán este dato, si le habrán planteado los riesgos que presenta aceptar desconocidos en las redes sociales y muchas otras preguntas pasan por mi cabeza recordando noticias de adolescentes amenazados o abusados por adultos que hacen contacto con ellos a través de internet. Además pienso, ¿qué podrá tuitear una niña de 10 años para tener 500 seguidores? Conseguir seguidores en Twitter es una tarea que requiere estrategia, dedicación y tiempo.

La realidad es que muchos padres ni siquiera saben cuál es el perfil de sus hijos en las redes sociales, porque estos no les dan acceso o porque ni siquiera les interesa estar ahí. Lo consideran una pérdida de tiempo o al ser “inmigrantes digitales” se sienten incapaces de dominar la tecnología.

Mientras los “nativos digitales” dominan el terreno, los adultos asumen posiciones variadas: se desentienden, prohíben, ponen reglas sin fundamento o en el mejor de los casos acompañan y guían a sus hijos en el mundo digital.

Definitivamente no se puede ser neutral al respecto aunque tampoco prohibir por prohibir. Conviene analizar lo que más le conviene a los propios hijos y tomar medidas que favorezcan su madurez y les ayuden a armonizar sus 5 dimensiones para poder crecer sanos y felices.

Jordi Busquet, sociólogo y principal investigador de un reciente estudio sobre la brecha digital entre adultos y adolescentes ha recomendado que lo óptimo es que los adultos “acompañen” a los jóvenes, aunque les pueda resultar difícil, puesto que el miedo y la prohibición no ayudan a los adolescentes, quienes pueden perder la confianza en los padres y camuflarse casos más graves como el asedio, que también han detectado. (Leer más en La Familia. Info artículo Los Adolescentes funden su mundo virtual con la realidad).

El psiquiatra francés Serge Tisseron, director de investigaciones de la Universidad de París Ouest Nanterre, ha propuesto la Regla 3-6-9-12 para orientar a los padres respecto al uso adecuado de la tecnología según la edad de los hijos y cuyos criterios han sido divulgados por la Asociación Francesa de Pediatría Ambulatoria (AFPA).

Los puntos son los siguientes:

1) Evitar las pantallas antes de los 3 años: El niño menor de 3 años no gana nada al exponerlo con frecuencia a las pantallas.

2) No utilizar consolas de juegos portátiles antes de los 6 años: Los videojuegos acaparan toda su atención en detrimento de otras actividades como la lectura, los juegos al aire libre e incluso el tiempo que pasa con sus amigos, sus papás y sus hermanos.

3) Nada de Internet antes de los 9 años y cuando deba ingresar estar acompañado de un maestro o de los papás quienes deben explicarles las tres reglas básicas del uso de Internet. Todo lo que se publica allí puede caer en el dominio público; todo lo que se sube a Internet quedará allí eternamente, y no todo lo que se encuentra allí es de fiar, por lo que deben consultarse otras fuentes porque no siempre es verdadera la información que se publica en la Red.

4) Internet sólo a partir de los 12 años: Los chicos podrán ingresar solos a partir de esa edad, pero su utilización debe ser con prudencia, los padres deben acompañarlo y definir reglas de uso, horarios y utilizar controles parentales.

Estos criterios son una excelente guía para aplicar de acuerdo con las edades de los hijos. Pero no son la única solución, muy importante es que los padres busquen alternativas para el uso del tiempo libre, de modo que los hijos estén ocupados en muchas otras cosas y la tecnología no acapare toda su atención. ¿De qué le sirve a un niño estar tres o cuatro horas dedicado sólo a ver fotos o a chatear en Facebook? Podría aprender un idioma o leer un buen libro. En nuestros talleres proponemos el reto de “Desconectar para conectar” y tanto los padres como los adolescentes proponen que podríamos dedicarnos a hacer deportes al aire libre, leer, cocinar, los juegos de mesa, actividades de servicio social, aprender un idioma, etc.

Nos encantaría recibir de nuestros lectores lluvia de ideas de cómo Desconectar para Conectar.

escrito por María Luisa Estrada 
(fuente: www.protegetucorazon.com)

viernes, 4 de octubre de 2013

Francisco llega a Asís y despierta las conciencias ya desde primeras horas de la mañana

En la visita a los niños discapacitados del Instituto Seráfico, el papa deja de lado el discurso preparado y lanza un llamamiento a abrazar "las llagas de Cristo" en los hermanos pequeños y que sufren. Mientras tanto crece a 150.000 el número de peregrino.

Asís, 04 de octubre de 2013 (Zenit.org) Así se ha despertado esta mañana a las 7.15 con el rumor de las hélices del helicóptero que traía al papa Francisco del Vaticano. Pero en realidad la ciudad está activa ya desde las primeras luces del alba. El pueblo de Umbría que vio nacer al santo patrón de Italia, del cual la Iglesia celebra la memoria, está literalmente asediada de peregrinos, periodistas, voluntarios, monjes, religiosas.

Son cerca de 150.000 las personas que se calcula que asisten a esta histórica visita del pontífice a su homónimo: 50.000 respecto a las previsiones de ayer, divididos entre el sagrado de la Basílica de Santa María de los Ángeles, donde el papa por el tarde encontrará a los jóvenes, y la plaza frente a la Basílica inferior de san Francisco, lugar en el que papa celebrará la misa a las 11.

Mientras monseñor Marino da las últimas indicaciones para preparar el escenario donde está el altar y una copia gigante del crucifijo de San Damián, más abajo, frente a la Basílica superior, una multitud de paraguas de colores se ha colocado frente a las pantallas gigantes que en estos instantes transmite las imágenes más significativas de los 7 meses de pontificado de Bergoglio: desde la elección el 13 de marzo hasta la JMJ de Río de Janeiro.

El día es gris, una ligera lluvia que va y viene, pero no afecta mínimamente al grupo de peregrinos colocados en los puntos estratégicos que atravesará papa Francisco. Asís es pequeña, las calles estrechas, las plazas contienen al máximo 8.000 afortunados que se han debido acreditar para obtener un sitio para sentarse. Por tanto cada uno se sumerge en el pensamiento que finalmente conseguirá toca y dar la mano al pontífice. O por lo menos podrá verlo de cerca y respirar este carisma que está sacudiendo la Iglesia y el mundo.

Lo confirma a ZENIT Domenica, una señora anciana de la provincia de Lecce, que junto a un grupo está de viaje desde las 20.00 de ayer para llegar esta mañana a las 6.30 y asegurarse la primera fila detrás de las numerosas vallas colocadas en cada esquina de la ciudad (en torno a 10 km en total). "Un buen sacrificio", sobretodo para una señora de una cierta edad, pero "vale la pena", afirma Domenica, llamada Mimina, porque "el deseo de ver al papa es muy fuerte". "Desde que fue elegido - añade - tengo en el corazón el deseo de verle y darle las gracias, porque este papa inspira confianza, amor, esto papa es todo".

La misma opinión tiene un grupo de mujeres Nápoles, que llegaron y cogieron sitio a las 4.00 de la mañana. "Este papa es un grande" dicen "y estamos aquí con la esperanza de verlo y escucharlo en directo lo que dirá en la misa".

Según uno de los responsables de la seguridad, muchas personas están aquí por devoción a Francisco, tanto el santo como el papa, pero muchos - observa con una ligero tono de cinismo - están aquí "por folklore", llamados por lo sensacional del evento.

Puede ser verdad, pero es difícil creer que tanta gente se moviliza de cada rincón de Italia y del extranjero solo para poder decir "también estaba yo". Y por tanto es útil también esto: ser llamados quizá por un gesto del santo padre o de la curiosidad de ver como es en directo, para después encontrarse allí, en el abrazo de la Iglesia, a escuchar las palabras de este pontífice que nunca deja indiferentes.

Como ha sucedido hace unas horas en el Instituto Seráfico, donde Francisco, acompañado por "mi hermano Domenico", el obispo Sorrentino, ha llegado alas 8.00 para encontrar a los niños afectados por graves discapacidades hospedados y alojados en el centro. Emocionados por las palabras de presentación de la presidenta Francesca Di Maolo, el papa ha dejado de lado el discurso programado y ha hablado de forma improvisada exhortando a "escuchar las llagas del mundo" y a ir al encuentro de "los sufrimientos de los más necesitados, de los más humillados, los más indefensos".

La llamada es sobre todo para los que "dicen ser cristianos", a gastar la propia vida "en defensa de los más pequeños que viven en la enfermedad y en el sufrimiento". "Aquí estamos entre las llagas de Jesús que son también un don para nosotros - ha subrayado - está presente y escondido en estos niños, en las llagas de estos pequeños, que tienen necesidad de ser escuchados, no solo para hacer noticias en los periódicos, pero siempre y sobre todo por aquellos que dicen ser cristianos".

El mensaje fuerte que todos se esperaban del santo padre en esta memorable visita de Asís y ya ha llegado, pronunciado con voz baja y conmovida, en lo que parecía solo un primer encuentro de apertura. Desde allí el padre se ha dirigido a la Sala de la Expoliación de san Francisco del Obispado, donde le escuchan le han escuchado los pobre de Cáritas diocesana.

Traducido por Rocío Lancho
(04 de octubre de 2013) © Innovative Media Inc.

Razones para ser santos

El Espíritu nos dice: Esta es la voluntad de Dios, su santificación (1 Tes. 4,3). Esto no se ha dicho solamente para los que viven en claustros y monasterios. Todo cristiano, esto es, todo bautizado, está obligado a ser santo por muchas razones:

1) Santo, porque lleva el santísimo nombre de cristiano.

2) Santo, porque es el hijo de Aquél que Es la esencia y el principio de toda santidad.

3) Santo, porque en el bautismo el cristiano recibe la gracia divina que es una participación de la santidad de Dios y hace de los bautizados que la conservan partícipes de la naturaleza divina. (2 Pe 1,4).

4) Santo porque, mediante el bautismo, el cristiano es miembro de una Cabeza que es Jesucristo, el Santo de los santos, y de su cuerpo místico que es la santa Iglesia.

5) Santo, porque al cristiano lo debe animar el mismo espíritu que a Jesucristo, su Cabeza, es decir, el Espíritu Santo. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo (Ro 8,9)

6) Santo, porque el cristiano debe estar revestido del mismo Jesucristo, es decir, de su santidad y de todas sus virtudes: los que habéis sido bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo (Gal 3, 27).

7) Santo porque se alimenta de la santa y divina comida que es la carne deificada y la sangre preciosa del Hijo de Dios.

8) Santo porque es el hijo de la Reina de los santos.

9) Santo, porque es el Hijo de los santos, de los patriarcas, profetas, apóstoles y demás santos que han contribuido a su nacimiento espiritual.

10) Santo, porque es instruido en una santa escuela, la Iglesia.

11) Santo porque hace profesión de seguir una ley santa, el Evangelio.

12) Santo, porque fue elegido por Dios para ser consagrado a El y ser irreprochable ante Él por el amor (Ef 1,4).

13) Santo, porque el Hijo de Dios lo ha rescatado para servir a Dios con santidad y justicia todos los días de la vida (Lc 1, 68.74.75).

(fuente: www.guadaluperadio.com)

jueves, 3 de octubre de 2013

Francisco en la audiencia general: 'Dios te dice: no tengas miedo de la santidad'

En la catequesis el santo padre ha hablado sobre la santidad de la Iglesia, no por nuestros méritos sino porque Dios la hace santa.

Ciudad del Vaticano, 02 de octubre de 2013 (Zenit.org) El papa ha continuado esta mañana las enseñanzas sobre la Iglesia en la audiencia de este miércoles. Una gran multitud de fieles venidos de todo el mundo esperaba al papa Francisco en la plaza para escuchar su catequesis. Incluidas las calles cercanas a la plaza, estaban repletas de personas que, a pesar del calor que aún protagoniza estos días de otoño en la ciudad eterna, entusiasmados acuden como peregrinos a san Pedro.

Tras haber profesado 'Creo en la Iglesia una', el papa ha recordado que añadimos el adjetivo 'santa', "y esta es una característica que ha estado presente desde el inicio en la conciencia de los primeros cristianos, que se llamaban simplemente 'los santos' porque tenían la certeza de que es la acción de Dios, el Espíritu Santo que santifica la Iglesia", ha explicado el santo padre. A este punto , Francisco ha desarrollado la catequesis en torno ha esta idea, explicando "¿en qué sentido la Iglesia es santa si vemos que la Iglesia histórica, en su camino a lo largo de los siglos, ha tenido tantas dificultades, problemas y momentos de oscuridad? ¿Cómo puede ser santa una Iglesia hecha de ser humanos, de pecadores?"

En primer lugar, se ha guiando de un fragmento de la Carta de san Pablo a los cristianos de Éfeso. "El Apóstol, tomando como ejemplo las relaciones familiares, afirma que 'Cristo ha amado a la Iglesia y se ha dado a sí mismo por ella, para hacerla Santa'". Esto significa, ha explicado el santo padre, que la "Iglesia es santa porque procede de Dios que es santo, le es fiel y no la abandona en poder de la muerte y del mal". Y ha añadido que "no es santa por nuestro méritos, sino porque Dios la hace santa, es fruto del Espíritu Santo y de sus dones".

Un segundo aspecto que Francisco ha explicado que el hecho de que la Iglesia esté formada de pecadores, no significa que la Iglesia es solo la Iglesia de los que son totalmente coherentes y los otros están lejos, "La Iglesia, que es santa, no rechaza a los pecadores", ha subrayado Francisco. Así mismo, "en la Iglesia, el Dios que encontramos no es un juez despiadado, sino como el Padre de la parábola del Evangelio". Además, ha añadido, "el Señor nos quiere parte de una Iglesia que sepa abrir los brazos para acoger a todos, que sea la casa de pocos, sino la casa de todos, donde todos podemos ser renovados, transformados, santificados por su amor, los más fuertes y los más débiles, los pecadores, los indiferentes, los que si sienten desalentados y perdidos".

Un última pregunta que ha dirigido el pontífice ha sido: "¿Qué puedo hacer yo que me siento débil, frágil, pecador?" a lo ha respondido "Dios te dice: no tener miedo de la santidad, no tener miedo de apuntar a lo alto, de dejarse amar y purificar por Dios, no tener miedo de dejarse guiar por el Espíritu Santo".

Saludo a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina, México, Panamá, Colombia y los demás países latinoamericanos. Invito a todos a no olvidar la vocación a la santidad. No se dejen robar la esperanza. Ustedes pueden llegar a ser santos. Vayamos todos por este camino. Vivamos con alegría nuestra fe, dejémonos amar por el Señor. Muchas gracias.

(02 de octubre de 2013) © Innovative Media Inc.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Que no te avergüence hablar de Dios

Pareciera que hablar de Dios causa un cierto conflicto e incomoda a muchos.

Entrada la época moderna hasta nuestros días se han proferido frases como: «Dios no existe», «Dios ha muerto», «La religión es el opio del pueblo» entre tantas y diversas expresiones que algunos, han fundamentado en su subjetivismo y que seguramente en momentos de tu vida te han cuestionado pues en la escuela o grupos sociales has escuchado estas expresiones que en cierta medida merman tu interés por conocer a Dios.

Además, pareciera que hablar de Dios causa un cierto conflicto e incomoda a muchos, pues sólo basta con salir a calle con algún crucifijo o signo de la fe en Jesús para que algunos se alcen en contra diciendo: “Eres un retrograda” o “ya viene el mocho y santurrón”, asimismo si por algún motivo quieres defender tu fe, no te bajan de subversivo pues estás en contra de la laicidad del pueblo. En este último punto debes saber que el Estado laico no es una realidad que la iglesia ignore, al contrario la promueve pues sabe que ambos, Iglesia y Estado, como sociedades perfectas, deben velar por el Bien Común de la sociedad, el problema radica cuando se quiere opacar la acción de Dios a través de la Iglesia y se impone, jactándose de mucha autoridad, un sistema que en lugar de defender la integridad del ser humano la denigran haciéndola objeto de leyes absurdas. No importa que muchos se incomoden cuando hablamos de Dios si radica en nosotros la búsqueda de un bien verdadero.


Es imprescindible hablar de Dios

« ¡No tengáis miedo! ¡Abrid más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo! Abrid a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas económicos y políticos, los extensos campos de la cultura, de la civilización y del desarrollo. ¡No tengáis miedo! ¡Cristo conoce lo que hay dentro del hombre! ¡Solo Él lo sabe! (…) Hoy con frecuencia el hombre está incierto sobre el sentido de su vida en la tierra. Permitid, pues –os lo pido, os lo imploro con humildad y confianza-, permitid que Cristo hable al hombre. Sólo Él tiene palabras de vida, sí, de vida eterna.» Estas palabras del Papa Juan Pablo II no dejan de ser actuales, son el compromiso que debemos adquirir como jóvenes pues nos impulsan a decir que en nuestro tiempo es imprescindible hablar de Dios. El hombre necesita reconocer su necesidad espiritual, pues solo allí, en su experiencia individual con Dios, puede saciar su sed de eternidad. “Antes de hablar de Dios, hay que hablar con Dios.”

Para tal fin es necesario que los jóvenes sepamos interpretar nuestro tiempo, que reaccionemos con un amplio criterio ante los problemas vigentes en nuestro mundo y no nos dejemos envolver por la inferencia que es como un cáncer que mata las voluntades y frena las aspiraciones más profundas de nuestro ser. Es necesario además descubrir que está en nuestras manos el compromiso de ir erradicando, con nuestro testimonio, tantos males que subyugan la libertad y oprimen la razón.

Es preciso que existan jóvenes que con su vida muestren a otros que es posible vivir sin vicios, sin violencia, sin depresión y que demuestren que la juventud es la edad de heroísmo, la edad de la generosidad, la edad del compromiso, la edad que capacita para darlo todo y sin reservas, donde las grandes decisiones se toman y donde las proyecciones son amplias cuando se tiene Dios por aliado. San Pablo nos da una clara exhortación cuando dice: «Que nadie te critique por ser joven; más bien debes ser un ejemplo para los creyentes en tu modo de hablar y de portarte, y en amor, fe y pureza de vida.» (1 Tm 4,12). Nuestra misión entonces radica en dar testimonio del Amor de Dios para con el hombre, construyendo, desde nosotros, una sociedad nueva y un mundo mejor.

¡Qué no te avergüence hablar de Dios, antes bien, lleva a Dios en tu vida!

escrito por Hno. Carlos Agustín Cázares Martínez, msp
(fuente: es.catholic.net)

martes, 1 de octubre de 2013

El sufrimiento, lugar de la esperanza


1. Sufrir con los demas nos abre a la esperanza

La grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre. Esto es válido tanto para el individuo como para la sociedad. Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana. A su vez, la sociedad no puede aceptar a los que sufren y sostenerlos en su dolencia si los individuos mismos no son capaces de hacerlo y, en fin, el individuo no puede aceptar el sufrimiento del otro si no logra encontrar personalmente en el sufrimiento un sentido, un camino de purificación y maduración, un camino de esperanza. En efecto, aceptar al otro que sufre significa asumir de alguna manera su sufrimiento, de modo que éste llegue a ser también mío. Pero precisamente porque ahora se ha convertido en sufrimiento compartido, en el cual se da la presencia de un otro, este sufrimiento queda traspasado por la luz del amor. La palabra latina consolatio, consolación, lo expresa de manera muy bella, sugiriendo un «ser-con» en la soledad, que entonces ya no es soledad. Pero también la capacidad de aceptar el sufrimiento por amor del bien, de la verdad y de la justicia, es constitutiva de la grandeza de la humanidad porque, en definitiva, cuando mi bienestar y mi incolumidad son más importante que la verdad y la justicia, entonces prevalece el dominio del más fuerte, reinan la violencia y la mentira. La verdad y la justicia han de estar por encima de mi comodidad e incolumidad física; de otro modo, mi propia vida se convierte en mentira. Y también el «sí» al amor es fuente de sufrimiento, porque el amor exige siempre nuevas renuncias de mi yo, en las cuales me dejo modelar y herir. En efecto, no puede existir el amor sin esta renuncia también dolorosa para mí; de otro modo se convierte en puro egoísmo y, con ello, se anula tanto a sí mismo como al amor.

2. Camino de consolación

Sufrir con el otro, por los otros; sufrir por amor a la verdad y a la justicia; sufrir a causa del amor y con el fin de convertirse en una persona que ama realmente, son elementos fundamentales de humanidad y su pérdida destruiría al hombre mismo. Pero una vez más, surge la pregunta: ¿somos capaces de esto? ¿El otro es tan importante como para que, por él, yo me convierta en una persona que sufre? ¿Es tan importante para mí la verdad como para compensar el sufrimiento? ¿Es tan grande la promesa del amor que justifique el don de mí mismo? En la historia de la humanidad, la fe cristiana tiene precisamente el mérito de haber suscitado en el hombre, de manera nueva y más profunda, la capacidad de estos modos de sufrir que son decisivos para su humanidad. La fe cristiana nos ha enseñado que verdad, justicia y amor no son simplemente ideales, sino realidades de enorme densidad. En efecto, nos ha enseñado que Dios –la Verdad y el Amor en persona– ha querido sufrir por nosotros y con nosotros. Bernardo de Claraval acuñó la maravillosa expresión: Impassibilis est Deus, sed non incompassibilis, Dios no puede padecer, pero se puede compadecer. El hombre tiene un valor tan grande para Dios que Él se hizo hombre para poder com-padecerse Él mismo con el hombre, de modo muy real, en carne y sangre, como nos manifiesta el relato de la Pasión de Jesús. Por eso, en cada pena humana ha entrado uno que comparte el sufrir y el padecer; de ahí se difunde en cada sufrimiento la con-solatio, el consuelo del amor participado de Dios y así aparece la estrella de la esperanza. Ciertamente, en nuestras penas y pruebas menores siempre necesitamos también nuestras grandes o pequeñas esperanzas: una visita afable, la cura de las heridas internas y externas, la solución positiva de una crisis, etc. También estos tipos de esperanza pueden ser suficientes en las pruebas más o menos pequeñas. Pero en las pruebas verdaderamente graves, en las cuales tengo que tomar mi decisión definitiva de anteponer la verdad al bienestar, a la carrera, a la posesión, es necesaria la verdadera certeza, la gran esperanza de la que hemos hablado. Por eso necesitamos también testigos, mártires, que se han entregado totalmente, para que nos lo demuestren día tras día. Los necesitamos en las pequeñas alternativas de la vida cotidiana, para preferir el bien a la comodidad, sabiendo que precisamente así vivimos realmente la vida. Digámoslo una vez más: la capacidad de sufrir por amor de la verdad es un criterio de humanidad. No obstante, esta capacidad de sufrir depende del tipo y de la grandeza de la esperanza que llevamos dentro y sobre la que nos basamos. Los santos pudieron recorrer el gran camino del ser hombre del mismo modo en que Cristo lo recorrió antes de nosotros, porque estaban repletos de la gran esperanza.

3. Completamos lo que falta al sufrimiento de Cristo

Quisiera añadir aún una pequeña observación sobre los acontecimientos de cada día que no es del todo insignificante. La idea de poder «ofrecer» las pequeñas dificultades cotidianas, que nos aquejan una y otra vez como punzadas más o menos molestas, dándoles así un sentido, era parte de una forma de devoción todavía muy difundida hasta no hace mucho tiempo, aunque hoy tal vez menos practicada. En esta devoción había sin duda cosas exageradas y quizás hasta malsanas, pero conviene preguntarse si acaso no comportaba de algún modo algo esencial que pudiera sernos de ayuda. ¿Qué quiere decir «ofrecer»? Estas personas estaban convencidas de poder incluir sus pequeñas dificultades en el gran com-padecer de Cristo, que así entraban a formar parte de algún modo del tesoro de compasión que necesita el género humano. De esta manera, las pequeñas contrariedades diarias podrían encontrar también un sentido y contribuir a fomentar el bien y el amor entre los hombres. Quizás debamos preguntarnos realmente si esto no podría volver a ser una perspectiva sensata también para nosotros.

escrito por Padre Javier Soteras 
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