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lunes, 14 de febrero de 2011

¿Existe el verdadero amor?

¿Existe el verdadero amor? Sí, búscalo, no te consueles con cualquiera, vales mucho y mereces ser feliz...

No abandones la esperanza. Dios te tiene lo que siempre has soñado, no renuncies a tus ideales, a tus sueños.

¿Qué no hay tiempo? ¿Qué ya no estás en edad? Nunca es tarde, que no te pase que por querer correr igual que los demás, nunca llegues a tu meta y sufras más por no haber sabido esperar a que llegara la persona indicada, esa persona que te hará crecer como persona, con la que vas a formar una bonita familia, que te comprende y que te da la paz y la tranquilidad que todos necesitamos, porque cuando una persona no te brinda eso ahora, nunca lo hará y quizás cuando te des cuenta de ello será demasiado tarde y tal vez no solo sufras tú, sino tus hijos también, ¡piensa en ello! Tus hijos merecen ser felices.

Recuerda que no todas las flores crecen al mismo tiempo, y una rosa no es más bella si crece antes y es la más grande, espera tu tiempo... Llegará ese momento.

Dios te dará la fe, esperanza y fuerzas para seguir adelante cuando sientas que ya nada te importa. Nunca dejes de creer en ti. Si alguien no cree en ti, Dios sí y no quiere que te adelantes a sus planes por desesperarte.

Nunca desfallezcas y continúa tu búsqueda mientras creas que puedes lograrlo, tendrás las fuerzas para intentarlo y lo encontrarás.

Búscalo con toda tu alma, busca a ese hombre sabiendo que lo encontrarás, ten fe, Dios no te va a fallar y lo encontrarás.

No sientas que has perdido cuando tus planes y sueños no alcanzan a cumplir tus anhelos, no desfallezcas y sigue buscando.

Cada vez que aprendes algo nuevo sobre ti o sobre la vida, has avanzado. No hagas nada que disminuya tu propio respeto.

El estar satisfecho con uno mismo es esencial para estar satisfecho con la vida, no te consueles con un amor a medias, busca un amor completo, que te haga sentir completo.

Si has buscado y no has encontrado, si has tratado pero no lo has conseguido, hoy Dios tiene para ti una buena noticia, el amor verdadero existe y es el dado por El mismo.

(fuente: www.motivaciones.org)

domingo, 13 de febrero de 2011

"No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud"

Lectura del Santo Evangelio según San Mateo (Mt 5, 17-37)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley. Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos. Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.

Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo. Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda. Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.

También han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No cometerás adulterio; pero yo les digo que quien mire con malos deseos a una mujer, ya cometió adulterio con ella en su corazón. Por eso, si tu ojo derecho es para ti ocasión de pecado, arráncatelo y tíralo lejos, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo. Y si tu mano derecha es para ti ocasión de pecado, córtatela y arrójala lejos de ti, porque más te vale perder una parte de tu cuerpo y no que todo él sea arrojado al lugar de castigo.

También se dijo antes: El que se divorcie, que le dé a su mujer un certificado de divorcio; pero yo les digo que el que se divorcia, salvo el caso de que vivan en unión ilegítima, expone a su mujer al adulterio y el que se casa con una divorciada comete adulterio.

Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No jurarás en falso y le cumplirás al Señor lo que le hayas prometido con juramento. Pero yo les digo: No juren de ninguna manera, ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es donde El pone los pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del gran Rey. Tampoco jures por tu cabeza, porque no puedes hacer blanco o negro uno solo de tus cabellos. Digan simplemente sí, cuando es sí; y no, cuando es no. Lo que se diga de más, viene del maligno". 

Palabra del Señor. 
Gloria a ti Señor Jesús.

Queridos hermanos y hermanas, que el Señor Jesús, el Dios de la vida los colme con su alegría y con su paz y que su gracia sea fecunda en sus vidas para dar testimonio de Él en medio del mundo.

El texto del Evangelio de hoy nos plantea el eterno problema de la letra y el espíritu de la Ley, de lo esencial y lo accidental, de lo permanente y lo variable.

Cuando Jesús dice a sus discípulos: “No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud”, se refiere a que viene a darle un sentido a la Ley, a darle fundamento. La primera afirmación del v. 17 muestra que la no abolición de la Ley no significa su cumplimiento mecánico y material. Darle plenitud es darle sentido y significado. El v. 17 enuncia que Jesús no ha venido a anular la Ley de Moisés ni las enseñanzas de los profetas, sino a darles su verdadero significado. Y nos pone cuatro ejemplos concretos al respecto:

1° Ejemplo (vv. 21-26). “No matar”: El discípulo de Jesús no puede contentarse con no matar, debe ser una persona que genere concordia, evitando que nadie se sienta ofendido.

2° Ejemplo (vs. 27-30). “No cometer adulterio”: el sentido pleno es que el discípulo no puede contentarse con no tener relaciones sexuales con la mujer de otro, sino que debe saber tener pureza de intenciones y vivir la castidad de corazón.

3° Ejemplo (vs. 31-32). “En caso de divorcio dar a la mujer un acta de separación”: es decir, que la proteja del ex marido; e un sentido va en la línea de reconocer y valorar la mujer; pero de lo que aquí se trata no es sólo del divorcio, sino de la mujer, pues el acta de separación garantizaba a la mujer un mínimo de reconocimiento y de valoración. Lo que Jesús está pidiendo es igualdad de reconocimiento jurídico y moral a la mujer que al varón.

4° Ejemplo (vs. 33-37). “Cumplir lo prometido bajo juramento”: en el sentido de ser personas de palabra. Pero va un poco más allá, y es que no hace falta llegar a juramentos, sino la firmeza en la toma de decisiones, cuando es SÍ, que sea SÍ, y cuando es NO, que sea NO.

Y Jesús continúa diciendo que “el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos. Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos”. Pues la Ley no es simplemente cumplir, sino vivir el espíritu de la Ley por la cual fue creada para servicio del hombre. Por eso, debemos vivirla y enseñarla no como los fariseos -que son en cierto modo esclavos de la ley y hasta se olvidan del prójimo por cumplirla-, sino que debemos actuar como Jesús nos enseña.

Las lecturas también nos presentan otro tema, el de la libertad y la responsabilidad humana en el obrar. Como dice el libro del Eclesiástico: “Si tú lo quieres, puedes guardar los mandamientos; permanecer fiel a ellos es cosa tuya. El Señor ha puesto delante de ti fuego y agua; extiende la mano a lo que quieras. Delante del hombre están la muerte y la vida; le será dado lo que él escoja”. Está en nosotros guardar y vivir los mandamientos de la ley de Dios, pues Él nos ha dado la libertad en el obrar, y por tanto debemos hacernos cargo de lo que decidimos con nuestra inteligencia y voluntad. Sí, porque es “infinita la sabiduría del Señor; es inmenso su poder y él lo ve todo. Los ojos del Señor ven con agrado a quienes lo temen; el Señor conoce todas las obras del hombre”, y no por eso nos obliga a hacer lo que no queremos, pero el Señor quiere que vivamos según su voluntad, que es la que nos hace libres en verdad. Nos invita a un camino de bien y de bondad, pues “a nadie le ha mandado a ser impío y a nadie le ha dado permiso de pecar”, somos nosotros los que al optar por el pecado estamos negándonos a la acción de su gracia.

Por eso, “dichoso el hombre de conducta intachable, que cumple la ley del Señor. Dichoso el que es fiel a sus enseñanzas y lo busca de todo corazón”.

Te pido y te pedimos Señor: “Favorece a tu siervo para que viva y observe tus palabras. Ábreme los ojos para ver las maravillas de tu voluntad”. “Muéstrame, Señor, el camino de tus leyes y yo lo seguiré con cuidado. Enséñame a cumplir tu voluntad y guardarla de todo corazón”.

Amén.

(fuente: http://mensajes-de-dios.blogspot.com/)

sábado, 12 de febrero de 2011

Abraham, padre de nuestra fe

Padre de muchos pueblos de ayer y de hoy

Con Abraham estamos delante de un personaje no sólo de gran importancia bíblica, sino también de un gran significado en nuestros días pues sobre él recae la admiración, el respeto y la identificación de al menos tres grandes religiones monoteístas.

Cristianos, musulmanes y judíos no pueden sino referirse a él como el padre común, si bien jugando un papel diverso en cada grupo.

Para el pueblo judío es el primer patriarca, el “padre de la estirpe”, entendida en sentido genético, además de padre de la fe; los musulmanes lo consideran un profeta, el cual ha transmitido el culto al verdaderos Dios, y se le atribuye el nombre de “amigo de Dios” (Khalil Allàh); para los cristianos es el ejemplo más significativo y modelo de “hombre de fe”, “es el padre de todos nosotros… y lo es ante Dios en quien creyó, el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que no existen.

Contra toda esperanza creyó Abraham que sería padre de muchos pueblos, según le había
sido prometido…” (Cfr. Rom 4, 16-18)




Apuntes históricos

Para hablar de Abraham tenemos que transportarnos a un periodo de la historia cercano al 1850 antes de Cristo y situarnos en la antigua Mesopotamia. Es decir, estamos, nada más y nada menos, que en el medio oriente, en todo el arco que recorre los ríos Tigris y Eufrates y la costa occidental del Mediterráneo, una zona conocida con el nombre de “el Creciente Fértil” y que hoy coincide con los estados de Kuwait, Irak, Siria, Israel y territorios palestinos.

Las investigaciones arqueológicas de esta zona parecen mostrar que a comienzos del segundo milenio antes de Cristo se ponen en movimiento por todo el creciente fértil numerosos pueblos y tribus. Buscan lugares donde asentarse, unos desplazan a otros y no son extraños los conflictos.

Las tribus semitas suben desde el desierto de Arabia o bajan desde las mesetas del Irán actual hasta establecerse en la ciudad de Ur, donde, como veremos, encontramos las primeras noticias de Abraham.



Si abres la Biblia…

Para encontrar la historia de Abraham en la Biblia, tienes que abrir el libro del Génesis. En él se narra el llamado “Ciclo de Abraham y su hijo Isaac” a partir del capítulo 12 y se desarrolla hasta el capítulo 25.

Verás que el Génesis no nos narra toda su vida. La primera noticia que tenemos de él es, en forma muy breve, una lista de datos que nos dicen que es hijo de Téraj, un hombre asentado en Ur de Caldea (al sur de la actual Irak). También sabemos que Abraham se casa con Sara, mujer estéril, y que no tenía hijos. Cuando su padre Téraj abandona Ur y se dirige hacia la tierra de Canaán (territorios de Palestina e Israel), Abraham lo acompaña, pero su viaje termina en Jarán (al norte de la actual Siria, en la frontera con Turquía). Y no tenemos más datos hasta que lo volvemos a encontrar en Jarán con setenta y cinco años. Momento en el que la Biblia empieza a contarnos su historia.

El tema principal de esta historia es la espera ansiosa, por parte de Abraham y su esposa Sara de un hijo que pueda prolongar la estirpe. Un hijo prometido por Dios que, por su parte, ha prometido también una tierra y numerosas bendiciones.

En esta espera, Abraham recorre durante años los territorios de Canaán, participará en batallas contra reyes, tendrá que viajar a Egipto, retornar de nuevo a Canaán, establecer pactos, aceptar tener un hijo de su esclava, construir altares y ofrecer sacrificios… hasta ver cómo nace y crece el hijo prometido a él y su esposa.



Padre de nuestra fe

Imaginémonos, por tanto, a un anciano de setenta y cinco años, llamado Abram, cuyo nombre significa “padre grande” y que, paradójicamente, no tiene hijos.

Hagámonos a la idea de un mundo en el que se adora a muchos dioses que no acaban de llegar al corazón de los hombres. Pero en el que aparece en escena un Dios que tiene un as debajo de la manga, tiene algo que decirle a este hombre sin hijos y se convierte en el protagonista de su historia. Dicho Dios entra en la vida de Abraham, lo llama y le da una orden y una promesa llena de bendiciones. Bendiciones precisamente a un anciano considerado lleno de maldiciones por no tener descendencia, es decir, no tener ni futuro ni destino.


“El Señor dijo a Abram: Sal de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, y vete a la tierra que yo te indicaré. Yo haré de ti un gran pueblo, te bendeciré y haré famoso tu nombre, que será una bendición… Por ti serán benditas todas las naciones de la tierra” (Gn 12, 1-2)

La suerte está echada. Dios tiene un plan lleno de futuro, un destino para este anciano y para toda la humanidad y pide la colaboración de Abram, sin presentarse, sin dar garantías de nada…

¿Aceptará Abraham? Abraham no abre la boca pero responde actuando: “Partió Abram,
como le había dicho el Señor…” (Gn 12,4)

Con esta llamada de Dios y con este gesto del anciano Abram de ponerse en camino sin pedir garantías ni explicaciones, empieza una historia de amistad y de mutua confianza. Pero también un camino de dificultades y de desesperación cuando, después de salir victorioso de una batalla, Dios le habla diciéndole que no tenga miedo, pues Él le protege: “El Señor habló a Abram en una visión y le dijo: No temas, Abram, yo soy tu escudo. Tu recompensa será muy grande. Abram respondió: Señor, Señor, ¿para qué me vas a dar nada, si voy a morir sin hijos…? No me has dado descendencia, y mi heredero va a ser uno de mis criados. Pero el Señor le contestó: No, no será ése tu heredero, sino uno salido de tus entrañas. Después lo llevó afuera y le dijo: Levanta tus ojos al cielo y cuenta, si puedes, las estrellas. Y añadió: Así será tu descendencia. Creyó Abram al Señor, y el Señor lo anotó en su haber” (Gn 15, 1-6)

Dios convierte el momento de desesperación en uno de los momentos más bellos de la historia de Abram. Abram se encuentra delante del cielo lleno de estrellas, con una promesa más grande que el número de estrellas. Y sin condiciones, de nuevo, sin garantías, y sin exigencias cree. Tal es el punto de partida de la fe de Abram y de sus hijos judíos, cristianos y musulmanes. Tal es el punto de partida de nuestra fe, que no es otra cosa que una acogida libre, una respuesta generosa y una actitud de confianza. El reto del pobre que se apoya totalmente en Dios y su Palabra.

Por eso, leer, meditar y contemplar la historia de Abram hoy tiene un gran significado para los que somos creyentes. Abraham es un eslabón, el primero, insustituible de la historia de la salvación, del plan de Dios para todos los pueblos del mundo. Por eso Dios quiso cambiarle el nombre: “Ya no te llamarás más Abram, sino que tu nombre será Abraham, porque yo te hago padre de una muchedumbre de pueblos” (Gn 17,5)

En su propio nombre nuestro anciano padre de la fe y amigo de Dios lleva escrito el destino.

escrito por Abel Domínguez, sdb
(fuente: www.salesianosbilbao.com)

Movimiento Círculos de Juventud. 40 años evangelizando a jóvenes y adultos

Es un Movimiento de Espiritualidad y Apostolado, dependiendo de la Jerarquía , con organización y metodología propia, que ofrece preferentemente a los jóvenes, durante los tres días del Eslabón, una particular experiencia del espíritu de Jesús y produce en ella vida nueva por la conversión y contribuyen con este cambio y transformación interior, a la edificación del Cuerpo Místico.

Una de las notas propias de todo carisma es el amor entendido como servicio a la comunidad (1 Cor 13). El Espíritu Santo en el amor o comunión entre el Padre y el Hijo. Esta comunión, expandida hacia los hombres, es amor que los une con Cristo y entre sí, por medio de la Iglesia. Es el sentido de todos los carismas y las fuerzas por las que el Movimiento CÍRCULOS de Juventud impulsa a sus miembros a integrarse en el esfuerzo pastoral de la Iglesia como parte fundamental de su compromiso bautismal para establecer el Reino de Dios entre sus hermanos.

La palabra “Movimiento” significa la vida de unos grupos o círculos de jóvenes que crecen impulsados por un mismo espíritu evangélico que surge de su propia dinámica de vida, para ser en CRISTO auténticos testimonios de su amor y misericordia entre sus hermanos.

Como Movimiento de Espiritualidad y Apostolado es el modo ordenando de cultivar la vida cristiana con los medios que le son característicos, a fin de que los jóvenes sean colaboradores eficaces en la tarea evangelizadora de la Iglesia local.

Tiene como fin principal:

a) La evangelización.
b) La formación.
c) La santificación de los jóvenes



Nace como Movimiento de Iglesia en respuesta a una realidad.

El M.C.J. nace como todo MOVIMIENTO DE IGLESIA, impulsado por el ESPÍRITU SANTO, quién obró en los corazones y las mentes de un grupo de personas, en el año 1970 en Mendoza.

Los jóvenes, inmersos en la apatía religiosa que los movía, y confundidos por una realidad social que los alejaba de Dios, (hipismo, comunismo, dictaduras, etc.) necesitaban una respuesta rápida y eficaz para despertar en ellos SED DE DIOS, para ser rebautizados y poder transformar el mundo, a través de un CRISTIANISMO QUE SEA VIDA (testimonial), poniendo énfasis en el SER antes que en el HACER, para lo cual elaboraron una propuesta propia, original, distinta.

En esa época...

En lo religioso:

* No estaban permitidos los instrumentos musicales que hoy usamos en Misa, ni que los jóvenes leyeran las lecturas.
* La gran mayoría de los jóvenes no se sentían identificados con la Iglesia y no encontraban un lugar en ella.
* La iglesia era un lugar donde se cumplían ritos familiares cada vez mas vacíos de sentido.-
* Estaba de moda un ateismo militante sosteniendo que “la religión es el opio del pueblo” (Marx).
* El pensamiento era fuertemente racionalista, se proponía como verdad solo aquello que pudiera demostrarse científicamente y por consiguiente “La Fe Religiosa” era vista como un recurso de los ignorantes y débiles.


En lo social y cultural

* Los jóvenes no se encontraban en el mundo de los adultos y comenzaron a formar uno absolutamente propio y diferente con su propia música, ropa y lenguaje.
* El respeto que las generaciones anteriores habían cultivado hacia sus mayores no solo se perdió sino que, además se transformo en una furiosa rebeldía contra las tradiciones de sus padres, sobre todo contra las tradiciones religiosas.
* La década de los sesenta estuvo marcada por la cultura Hippie, con algunas ideas muy buenas y valiosas como el pacifismo y el rechazo de la sociedad de consumo, pero tambien otras con consecuencias negativas, como el Amor libre y el uso de las drogas.
* Posteriormente este fenómeno Juvenil cambia de forma inesperada y abrupta con el llamado Mayo Francés del año 1968.
* A partir de ahí, durante la década de los setenta, en el ambiente juvenil mundial, se impusieron Movimientos revolucionarios que sostenían el Ateísmo y el Amor Libre casi como una religión y la opción por la violencia se presenta a los jóvenes casi como un imperativo moral.


Sin duda eran épocas muy difíciles y a la Iglesia le costaba mucho entender la situación y mucho mas dar una respuesta a semejantes conflictos. Toda esta realidad esta plasmada en el único documento fundacional del MCJ que hasta ahora hemos podido recuperar: El prologo del primer Estatuto del año 1974 cuyo titulo era “Antecedentes Esencia y Finalidad” de donde extraemos :

El Movimiento Círculos de Juventud quiere formar líderes de vida auténticamente cristiana que vivan intensamente la vida espiritual, intelectual y apostólica ­contribuyendo así, para que el mundo se restaure en Cristo.- Esta es la simiente evangélica que el Movimiento pretende sembrar humilde y esperanzadamente.

Aproximadamente a fines de la década de 1960, un sacerdote de la Diócesis de Mendoza por inspiración del Espíritu Santo solicita a un grupo de médicos integrantes de la Asociación de Médicos Católicos que prepararan para los Jóvenes Cuyanos, una serie de charlas sobre Educación Sexual, en respuesta a los planteos de ese momento.

Este contacto con los jóvenes, revelo que sus necesidades no se satisfacían solamente con una charla, sino que el problema era mucho más profundo, la falta de Cristo en sus vidas.

En enero de 1970, se convoca a este trabajo a algunos cursillistas, jóvenes de Acción Católica y señoras del Movimiento Familiar Cristiano. A partir de ese momento, Elías Nazar se aboca al trabajo de redactar los documentos y durante ese año va tomando forma el Eslabón mientras se preparaba el primer equipo en Mendoza, conformado por muchos amigos de Elías Nazar, muchos de ellos Militares o Ex liceístas.
El primer Eslabón, se llevo a cabo, los días 19 al 2l febrero de 1971, en la Casa de Retiros de Lulunta – Maipú – Mza.

En total ese primer Año se hicieron once eslabones en Mendoza, sin contar con los de San Rafael.-
El año 1972 termino en la Arquidiócesis de Mendoza con 22 Eslabones, 10 de ellos de chicas.

También En el año 1972, el Movimiento se había extendido a la Diócesis de San Juan y en el año 1973, llega a Córdoba, de la Mano de los Mercedarios, realizándose los primeros Eslabones en el Colegio León XII de Villa Rivera Indarte.

En el año 1974 el Movimiento se extiende Buenos Aires y Santiago del Estero, y en el año siguiente 1975 llega a la Arquidiócesis de Tucumán.

Así fue que en menos de cinco años, el MCJ era un Movimiento Nacional que desde Cuyo había llegado al Centro, al Norte y al Sur del país y cada acontecimiento en cada Diócesis reunía cientos de jóvenes entusiastas con una mística arrastrante y heroica.



QUIEN ES JESÚS PARA NOSOTROS - (EL CARISMA DEL MCJ)

Si el carisma es o implica contemplar el misterio de Cristo de un modo determinado, lo cual nos lleva a leer el mismo Evangelio de desde esa perspectiva, nos parece entonces que la pregunta primordial en este punto es ¿Quién es Jesús para los circulistas?

Esta pregunta fundamental la formula el propio Jesús a sus Discípulos en el evangelio de San Mateo 16, 13-20, ¿Quién dicen que soy Yo?.-

“...... Respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista, otros que eres Elías o Jeremías, o alguno de los profetas”.

Jesús les preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy Yo?”.

Pedro contestó: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”.

Jesús le replicó: “Feliz eres, Simón Hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los Cielos”.


Si bien la respuesta sobre quien es Jesús ya ha sido formulada por la Iglesia en esta primera formulación de Pedro, la persona de Jesús es un Misterio y por lo tanto inagotable, inefable e inabarcable.

De este modo, toda corriente o escuela de espiritualidad, acentúa o resalta un aspecto particular del mismo Cristo, en su misterio inagotable, y la experiencia de este aspecto de Jesús, no es fruto de una “construcción humana” sino de una revelación o inspiración especial que el Espíritu Santo regala a las “familias espirituales” del Pueblo de Dios para la construcción del Reino.

Ejemplos paradigmáticos en la historia de la Iglesia son las ordenes medievales como los Franciscanos que fundan su vida espiritual en la experiencia del Cristo Pobre y Fraterno, los Dominicos que acentúan la figura del Cristo Predicador, a los Mercedarios que sustentan su vida espiritual sobre la figura de un Cristo Liberador. Otros destacan la humildad, otros el silencio y la oración. La figura del Cristo obrero inspiro a muchos movimientos de trabajadores católicos, que basaron su espiritualidad en este aspecto.

El Espíritu Santo regala a un fundador o a una comunidad esta experiencia o visión particular del misterio de Cristo (carisma) , sobre el cual se funda una espiritualidad y un apostolado particular y esto es la que funda o constituye un “Movimiento”.-

“...esto no te lo ha revelado la carne ni la sangre...”

Incluso la Acción puede ser la misma que la otros movimientos (puede haber misioneros salesianos, franciscanos, verbitas o dominicos) o incluso distintas actividades dentro del mismo movimiento, pero el estilo de cada uno de ellos debería ser claramente particular y distintivo, si es que el movimiento tiene una identidad y promueve desde la misma una pertenencia.-

....sino mi Padre que está en los Cielos”.

El que –en definitiva- da la misión, a través de su Espíritu.-



EL CRISTO DE LOS CIRCULISTAS

Nos hacemos a nosotros mismos el interrogante de Mt 16, 13-20, ¿Quién Es Cristo Para Nosotros Los Circulistas? reiterando sobre este punto, la ausencia de otro documento de reflexión sobre el carisma y la espiritualidad del MCJ, que no sea el preámbulo del estatuto de 1974, - por lo cual, con mucha humildad y respeto ponemos a consideración de todos ustedes esta experiencia particular

Entendemos que la visión particular de Cristo, sobre la cual se sustenta la espiritualidad del MCJ esta centrada en la experiencia de amistad en Cristo es decir nuestro acento o la originalidad de nuestra experiencia encuentra su raíz en la experiencia del “CRISTO AMIGO”.

Así expresado este sintagma parece no decir casi nada y nos sentimos tentados a adicionarle algo que lo haga mas concreto: “... amigo de.........algo, amigo de los jóvenes,... amigo de los niños,.. de los pobre....o del cualquier tipo de persona a la que queremos destacar, relativizando “la amistad” a ese “destinatario de la amistad”

Pero, nuestro postulado procurara no caer en ese lugar común de adjetivizar la amistad, para intentar – en cambio - adentrarnos en su substancia. Para ello no tenemos una fuente mejor que la palabra de su autor.

Antes de eso es bueno aclarar que la amistad es siempre una experiencia intransferible como la vida misma, por eso buscamos la pautas en la fuente de la vida, Amor Eterno que se hace palabra (verbo) para transmitir la Vida de Dios de la forma mas profundamente humana y esa constelación de sentimientos, verdades, razones, opciones que nacen de la experiencia humana del Amor trascendente e incondicional es llamada por el mismo Cristo Amistad

Entendemos, desde la perspectiva de la experiencia (que implica algo así como dejarse atravesar) que mas allá de las cuestiones de cristología, mariología o eclesiologia o metodologica que se puedan aprender en los tres días de un Eslabón, el gran descubrimiento que los circulistas hemos experimentado en cada eslabón es que: ... NOS HA LLAMADO AMIGOS.-

Por eso postulamos - y sometemos a consideración de todo el MCJ - que la clave y raíz del Carisma del MCJ esta centrada en el capitulo 15 (todo) del Evangelio de San Juan, cuya medula, para los circulistas esta en el Versículo 15 del mismo.-


“Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes” Jn. 15,15

Este versículo nos permite leer todo el evangelio desde una clave de amistad para lo cual hay que precisar el sentido de esta palabra ya que, en el mejor de los casos el sentido común la asocia a un mero sentimiento, con consecuencias no siempre verdaderamente evangélicas

Para nosotros Cristo no es el amigo de ... sino que Cristo encarna el misterio mismo de la amistad y toda verdadera amistad tiene reminiscencias de Cristo, toda verdadera amistad tiene, el aroma de este misterio, y eso lo hace universal al mensaje por cuanto implica la “plenitud a todos los anhelos del hombre” aún del no creyente.-

para más información, visitar  www.historiamcj.com.ar

Plan Copartir: para “Lograr el sostenimiento integral y permanente de la obra evangelizadora...”

El Señor nos dice: "Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos..." (Mt 28,19). Esta exhortación de Jesús a evangelizar a todos los hombres no es una discreta invitación sino un auténtico llamado a realizar nuestra vocación cristiana.

La Iglesia, fiel a este llamado, renueva constantemente su compromiso evangelizador a través de innumerables obras de promoción humana, de asistencia social, de formación, de atención espiritual y sacramental. Cada comunidad trabaja por fortalecer sus lazos y vivir la comunión, brindar los sacramentos, hacer crecer sus instituciones, mantener su parroquia, misionar en el barrio, asistir a los más necesitados...

Esta enorme acción pastoral es posible gracias a la generosa participación de miles de personas que brindan su tiempo, su entusiasmo, su saber hacer y que colaboran desinteresadamente con dinero o bienes materiales.

Pero, así como es mucho lo que como Iglesia hacemos, también es mucho lo que no podemos realizar: a veces nos falta gente, otras no contamos con personas preparadas para tareas específicas, a veces no logramos organizarnos, nos suelen faltar recursos materiales, y generalmente no tenemos suficiente plata para atender la creciente demanda de la realidad.

Por lo tanto, llevar adelante la obra evangelizadora, supone buscar caminos, también “evangelizadores” para sostenerla y hacerla crecer.

El Plan Compartir nació y se está desarrollando para responder a la necesidad de sostener la obra evangelizadora, a través de medios que también son evangelizadores en sí mismos.

Te invitamos a que conozcas la propuesta y te sumes a ella.



Cómo surge el Plan Compartir

El tema del sostenimiento de la obra evangelizadora de la Iglesia estaba planteado entre los obispos desde hace algunos años.

En 1996 la Conferencia Episcopal Argentina encomienda al Consejo de Asuntos Económicos, presidido entonces por el Arzobispo de Resistencia, Mons. Carmelo Guiaquinta, que estudie la cuestión.

Se conforma un equipo de trabajo, se desarrolla una propuesta denominada entonces Proyecto Compartir, y meses después comienza a aplicarse en cuatro diócesis como experiencia piloto.

A la luz de las experiencias positivas, en 1997 la Conferencia Episcopal aprueba por unanimidad las líneas generales de Compartir. También aprueba el Planteo General para la Reforma Económica de la Iglesia en Argentina, donde se propone “asumir como idea madre de la solución la formación de una nueva conciencia en el pueblo de Dios –fieles y pastores- en cuanto a la comunión de bienes y a la manera de recaudarlos y administrarlos” (Nº 9) y se invita a las diócesis a sumarse al Proyecto Compartir (Nº 10).

Compartir nació así para una dar respuesta al problema del sostenimiento de la obra evangelizadora, con la idea de crear una nueva conciencia y de formar agentes de pastoral. Los obispos entendieron que este problema no era sólo económico sino fundamentalmente catequístico, y decidieron actuar sobre la causa y no sobre el efecto inmediato.

Al año siguiente, en 1998, la Conferencia Episcopal explicita el fundamento teológico-pastoral del ya denominado “Plan Compartir”, a través de la Carta Pastoral “Compartir la Multiforme Gracia de Dios”, y comienzan a sumarse nuevas diócesis.

Desde entonces los obispos han ratificado en distintas oportunidades la importancia de Compartir (en varias Asambleas Plenarias por ejemplo), y han buscado darle mayor impulso a través de las renovadas líneas pastorales de "Navega Mar Adentro" de mayo de 2003 (explícitamente en los números 63 y 89).

En 2002, al renovarse el Consejo de Asuntos Económicos, presidido por el Arzobispo de Mendoza, Mons. José María Arancibia (2002-2008), se propuso afianzar la marcha del Plan Compartir en nuestras diócesis, como parte de la nueva evangelización emprendida por la Iglesia en la Argentina.

Y el actual Consejo de Asuntos Económicos, presidido desde noviembre de 2008 por el Obispo Auxiliar de Buenos Aires, Mons. Joaquín Sucunza, se propone profundizar el trabajo que se viene realizando, buscando una mayor integración con las diversas realidades pastorales de nuestra Iglesia.



El objetivo del Plan Compartir


Compartir es un plan que busca crear una nueva conciencia en el Pueblo de Dios con respecto al tema del sostenimiento de la obra evangelizadora. Esta nueva conciencia se traduce en prácticas más solidarias, eficaces, transparentes y ejemplares, asumidas con mayor corresponsabilidad y vividas desde la pobreza evangélica.

Compartir propone una modalidad de trabajo y un conjunto de herramientas muy concretas que una comunidad parroquial o diocesana, adopta y adapta en función de su propio plan pastoral y de su propia realidad particular:

Como cada comunidad es única, cada una vivirá su “propio” Plan Compartir.


El objetivo general de Compartir es:

Lograr el sostenimiento integral y permanente de la obra evangelizadora de la Iglesia en la Argentina, creciendo en el compartir de nuestros tiempos, talentos y dinero, y renovando la cultura de gestión.



→ “Lograr el sostenimiento integral y permanente de la obra evangelizadora...”

Se entiende que el término sostenimiento no se reduce a lo económico, porque abarca también el trabajo de las personas que colaboran con la evangelización, sin las cuales sería imposible precisamente sostenerla.

Y agregamos integral y permanente porque no se trata sólo de afrontar los gastos fijos, sino también –por ejemplo- brindar un mejor servicio a los necesitados, asumir la formación de nuestros agentes pastorales, o dar mayor proyección a nuestros proyectos pastorales, con recursos estables en el tiempo.

De este modo, “lograr el sostenimiento” es un ideal dinámico que alude a un camino permanente, porque aunque contáramos con recursos suficientes, esa situación nos ofrecerá nuevos desafíos pastorales.

Notemos de paso que el sostenimiento no es un fin, sino un medio para realizar la obra evangelizadora. Así se evidencia nuevamente que Compartir no es un fin en sí mismo, sino que debe estar en función de la tarea evangelizadora de cada comunidad.



→ “...creciendo en el compartir de nuestros tiempos, talentos y dinero y renovando la cultura de gestión”

Así como el sostenimiento es la meta, crecer en el compartir y renovar la cultura de gestión son los medios para alcanzarlo.

Cuando hablamos de “crecer en el compartir...” estamos proponiendo trabajar para crecer en el espíritu de comunión de bienes, que es, en definitiva, el ideal de toda comunidad cristiana. Nuestras comunidades ya lo están viviendo: personas que brindan su talento, que ofrendan dinero y alimentos, que aportan su valioso tiempo. Lo que se busca es acrecentar el sentido de pertenencia y mejorar las condiciones para que más personas se sientan parte de la comunidad y brinden con alegría lo que son y lo que tienen.

Y cuando hablamos de “renovar la cultura de gestión” estamos proponiendo renovar la manera de hacer las cosas. Mejorar la organización, la participación, la comunicación, la administración. No son temas menores porque, por ejemplo, una mala administración nos puede llevar a desperdiciar recursos, o una deficiente organización nos puede llevar a duplicar esfuerzos.

Compartir propone un proceso de renovación orgánica y de conversión personal en nuestras comunidades que demanda convicción y perseverancia “Llevar adelante este proceso requiere un cambio de mentalidades, actitudes y prácticas. La reforma económica de la Iglesia ha de pasar necesariamente por la conversión al Evangelio de Jesús” (NMA 89).



Pilares que lo sustentan

Compartir se sustenta principalmente en una espiritualidad de comunión que brota del Evangelio. Esta espiritualidad marca el estilo de trabajo, la estructura que lo impulsa y la manera que se sostiene.

Pilares sobre los que se afirma [Carta pastoral “Compartir la Multiforme Gracia de Dios” Nº 29. Conferencia Episcopal Argentina, 1998]:

Corresponsabilidad: Un corazón convertido al Evangelio se siente naturalmente corresponsable con la obra evangelizadora de su comunidad. Esto implica, a su vez, esforzarse para que más personas participen activamente y se sientan parte importante en esta obra.

Solidaridad: Es el signo visible de que nuestro amor es efectivo y no meramente declamado. Un gran desafío es que la solidaridad se practique también entre comunidades. El espíritu de comunión de bienes tiene manifestarse en gestos solidarios intra e interparroquiales, y también intra e interdiocesanos.

→ Pobreza Evangélica: No es sólo austeridad, sino libertad espiritual en la posesión de los bienes materiales. Esa libertad que capacita para poseer con desprendimiento y dar con generosidad. Vivir el espíritu de pobreza implica también a administrar con sabiduría para aprovechar al máximo los bienes espirituales y materiales que se nos han confiado.


→ Eficacia: Consiste en buscar y aplicar los medios adecuados para alcanzar los fines. No basta con querer algo bueno, ni tampoco es suficiente hacer las cosas sobre la marcha. Se trata de buscar los medios adecuados, planificar con realismo, y llevar efectivamente a la práctica aquello que se pretende.


→ Transparencia: La rendición de cuentas en las comunidades cristianas es un signo de credibilidad. Como parte del problema del sostenimiento se debe al desconocimiento de cómo la Iglesia maneja sus recursos, la transparencia es una importante herramienta para la formación de una nueva conciencia en el pueblo de Dios.


→ Ejemplaridad: Es el testimonio que damos a través de nuestras obras. El modo de relación de las personas en una comunidad y la manera en que ésta se relaciona y administra los bienes materiales constituyen una catequesis más elocuente que cualquier discurso.


Estos seis valores se implican mutuamente, y convergen en un ideal que les da sentido y fin:

Demos testimonio de Cristo, unidos en la Eucaristía y en la comunión de bienes. O, expresado con las palabras del documento Navega Mar Adentro, “la comunión de las personas y las comunidades se logra también mediante el espíritu y la práctica de poner en común los bienes, con nuevas estructuras de participación y solidaridad”. (Nº 89)


para más información, visitar www.compartir.org.ar

viernes, 11 de febrero de 2011

Todos llamados a promover vocaciones en la Iglesia, dice el Papa

VATICANO, 10 Feb. 11 / 10:48 am (ACI/EWTN Noticias)

En su mensaje para la 48° Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones que se celebra el 15 de mayo, el Papa Benedicto XVI afirma que todo católico está llamado a promover las vocaciones en la Iglesia.

"Especialmente en nuestro tiempo en el que la voz del Señor parece ahogada por 'otras voces' y la propuesta de seguirlo, entregando la propia vida, puede parecer demasiado difícil, toda comunidad cristiana, todo fiel, debería de asumir conscientemente el compromiso de promover las vocaciones", afirma el Papa.

"Es importante alentar y sostener a los que muestran claros indicios de la llamada a la vida sacerdotal y a la consagración religiosa, para que sientan el calor de toda la comunidad al decir 'sí' a Dios y a la Iglesia", añade.

"Yo mismo los aliento, como he hecho con aquellos que se decidieron ya a entrar en el Seminario, a quienes escribí: 'Habéis hecho bien. Porque los hombres, también en la época del dominio tecnológico del mundo y de la globalización, seguirán teniendo necesidad de Dios, del Dios manifestado en Jesucristo y que nos reúne en la Iglesia universal, para aprender con Él y por medio de Él la vida verdadera, y tener presentes y operativos los criterios de una humanidad verdadera'".

En el texto dado a conocer hoy, el Santo Padre recuerda que el tema para esta jornada es "Proponer las vocaciones en la Iglesia local" y señala que el modelo para la promoción vocacional es el mismo Cristo quien "llama a sus discípulos a seguirle y los educa con amor y esmero".

"En primer lugar, aparece claramente que el primer acto ha sido la oración por ellos: antes de llamarlos, Jesús pasó la noche a solas, en oración y en la escucha de la voluntad del Padre, en una elevación interior por encima de las cosas ordinarias. La vocación de los discípulos nace precisamente en el coloquio íntimo de Jesús con el Padre".

Las vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada, prosigue, "son primordialmente fruto de un constante contacto con el Dios vivo y de una insistente oración que se eleva al 'Señor de la mies' tanto en las comunidades parroquiales, como en las familias cristianas y en los cenáculos vocacionales".

"La propuesta que Jesús hace a quienes dice '¡Sígueme!' es ardua y exultante: los invita a entrar en su amistad, a escuchar de cerca su Palabra y a vivir con Él; les enseña la entrega total a Dios y a la difusión de su Reino según la ley del Evangelio".

A quienes llama para su servicio, el Señor "los invita a salir de la propia voluntad cerrada en sí misma, de su idea de autorrealización, para sumergirse en otra voluntad, la de Dios, y dejarse guiar por ella; les hace vivir una fraternidad, que nace de esta disponibilidad total a Dios, y que llega a ser el rasgo distintivo de la comunidad de Jesús: 'La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, será que os amáis unos a otros'".

Benedicto XVI refiere además que "también hoy, el seguimiento de Cristo es arduo; significa aprender a tener la mirada de Jesús, a conocerlo íntimamente, a escucharlo en la Palabra y a encontrarlo en los sacramentos; quiere decir aprender a conformar la propia voluntad con la suya".

"Se trata de una verdadera y propia escuela de formación para cuantos se preparan para el ministerio sacerdotal y para la vida consagrada, bajo la guía de las autoridades eclesiásticas competentes".

Luego de recordar que Dios nunca deja de llamar a personas para que se entreguen por completo a la vida consagrada, el Papa recuerda la obligación de todos los ámbitos de la Iglesia para la pastoral vocacional.

"Para que madure en ellos una genuina y afectuosa amistad con el Señor, cultivada en la oración personal y litúrgica; para que aprendan la escucha atenta y fructífera de la Palabra de Dios, mediante una creciente familiaridad con las Sagradas Escrituras; para que comprendan que adentrarse en la voluntad de Dios no aniquila y no destruye a la persona, sino que permite descubrir y seguir la verdad más profunda sobre sí mismos; para que vivan la gratuidad y la fraternidad en las relaciones con los otros".

"Sólo abriéndose al amor de Dios es como se encuentra la verdadera alegría y la plena realización de las propias aspiraciones. 'Proponer las vocaciones en la Iglesia local', significa tener la valentía de indicar, a través de una pastoral vocacional atenta y adecuada, este camino arduo del seguimiento de Cristo, que, al estar colmado de sentido, es capaz de implicar toda la vida".

El Santo Padre se dirige luego a los obispos, a quienes los exhorta a promover las vocaciones sacerdotales con pasión y esmero; cuidando de manera especial aquellas diócesis en donde estas son escasas.

También alienta a los sacerdotes, a las familias y a los catequistas en no descansar en la tarea de la promoción vocacional como pide explícitamente el Concilio Vaticano II.

"Cada momento de la vida de la comunidad eclesial -catequesis, encuentros de formación, oración litúrgica, peregrinaciones a los santuarios- es una preciosa oportunidad para suscitar en el Pueblo de Dios, particularmente entre los más pequeños y en los jóvenes, el sentido de pertenencia a la Iglesia y la responsabilidad de la respuesta a la llamada al sacerdocio y a la vida consagrada, llevada a cabo con elección libre y consciente".

Finalmente recuerda que el cultivo es las vocaciones "es un signo característico de la vitalidad de una Iglesia local" e invoca la asistencia de la Virgen María "para que, con el ejemplo de su acogida al plan divino de la salvación y con su eficaz intercesión, se pueda difundir en el interior de cada comunidad la disponibilidad a decir 'sí' al Señor, que llama siempre a nuevos trabajadores para su mies".

Don Bosco educador

A los pocos meses de ordenarse sacerdote, comienza Don Bosco a visitar las cárceles de Turín. Esta experiencia marca el rumbo de sus opciones como educador. Él lo describe con estas palabras:

“Me horroricé al contemplar cantidad de muchachos, de doce a dieciocho años, sanos y robustos, de ingenio despierto, que estaban allí ociosos, atormentados por los insectos y faltos en absoluto del alimento espiritual y material. Constaté, también, que algunos volvían a las cárceles porque estaban abandonados a sí mismos. Quién sabe, decía para mí, si estos muchachos tuvieran fuera un amigo que se preocupase de ellos e instruyese, si no se reduciría el número de los que vuelven a la cárcel” (MO 111).

Éste fue el detonante que movió el corazón educador del apóstol de los jóvenes: hacer todo lo posible para que el joven no tuviera aquella horrible experiencia. Prevenir y adelantarse a las dificultades y problemas que fuera a encontrar: falta de instrucción, falta de preparación para el trabajo, falta de medios para divertirse conforme a su edad, falta de hogar, falta de afecto y ambiente de familia, falta de referencia parroquial y de curas que lo conocieran... falta de todo.

El 8 de diciembre de 1841 Don Bosco se encuentra con un joven, Bartolomé Garelli, que va a ser el primero en frecuentar las reuniones dominicales con el cura de Turín. En esta clave surgen los dos primeros contratos laborales firmados con jóvenes. Están fechados en 1851 y 1852. Ambos llevan la firma del patrono, del aprendiz y de Don Bosco. El patrono se compromete a enseñar durante tres años el oficio, a corregir al aprendiz con palabras y no con golpes, a dejarle libre los días festivos y a darle quince días de vacaciones. El joven promete trabajar con diligencia. Y Don Bosco ofrece asistencia y garantía para el buen éxito de la conducta del muchacho.

En 1853 Don Bosco comienza a reunir algunos grupos de jóvenes a los que ofrece aprender un oficio. Abre unos pequeños talleres de zapatería y sastrería. El primer maestro es él mismo. En pocos años puede comenzar otros talleres: encuadernación, carpintería, imprenta y cerrajería. Y el mismo trato y conocimiento de las necesidades de los jóvenes le hace escuchar sus peticiones de ampliar las enseñanzas que reciben, hasta llegar a poder estudiar los cursos normales en la propia casa de Don Bosco, y le hacen conocer también que algunos no tienen casa o carecen de condiciones para vivir en ella. Y Don Bosco hace que sus pequeños centros de diversión, religión y formación sean verdaderas casas de jóvenes.

Éste es el corazón abierto de un auténtico amigo y educador de los jóvenes. Un educador que no dejó escritos muchos libros sobre educación, pero sí dejó con claridad y fuerza su mismo ejemplo y algunas intuiciones escritas que son verdaderos secretos en el difícil arte de educar. Entre sus breves escritos sobre educación destaca un pequeño tratado donde él expone su “Sistema Preventivo”, en él trata de recoger sus experiencias como sacerdote y educador:

"Este Sistema Preventivo descansa por entero en la razón, en la religión y en la bondad, excluyendo todo castigo y humillación”. “El educador ha de hacerse amar de los jóvenes si desea hacerse respetar”. “La educación es cosa del corazón”. “Familiaridad y amistad con los jóvenes. El que quiera ser amado es necesario que demuestre que ama. El profesor que sólo aparece en la clase será un buen profesor, pero nada más. Pero si conoce a los alumnos y se interesa por ellos será, además, amigo y podrá influir en su vida”.

Para Don Bosco, este modo de educar se convierte en verdadero camino de santidad. “Don Bosco realiza su santidad personal en la educación, vivida con celo y corazón apostólico, y simultáneamente sabe proponerla como meta concreta de su pedagogía. Tal intercambio entre educación y santidad es un aspecto característico de su figura: es educador santo, se inspira en un modelo santo, Francisco de Sales, es discípulo de un maestro santo, José Cafasso, y entre sus jóvenes sabe formar un alumno santo: Domingo Savio” (Juan Pablo II, Juvenum patris 5).

(fuente: www.salesianosbilbao.com)
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