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jueves, 14 de junio de 2012

Buenos Aires: Más de 11.000 fieles comulgaron en el Corpus Christi porteño

Buenos Aires, 13 Jun. 12 (AICA) Unas 11.000 personas aproximadamente se acercaron a comulgar en la misa del Corpus Christi que presidió el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Mario Bergoglio, el sábado 9 de junio en la Plaza de Mayo.

Consultado el rector de la Catedral, presbítero Alejandro Russo, comentó que se habían consagrado 18.000 hostias en la celebración eucarística y al término de la Misa permanecían en los copones menos de siete mil formas consagradas.

La comunión fue distribuida en la plaza por 160 ministros extraordinarios de la comunión y unos 40 presbíteros.

Concelebraron la Santa Misa con el cardenal Bergoglio, todos los obispos auxiliares de Buenos Aires y más de 200 sacerdotes.

En la plaza había también sacerdotes confesando y en algunos casos había largas filas de penitentes esperando su turno.

En el peristilo de la Catedral había unos 50 abanderados de escuelas con banderas argentinas y papales. En las escalinatas cantó el Grupo de Música Litúrgica, con 40 integrantes, dirigido por el maestro Santiago Pusso, acompañado por guitarras, órgano, violín y flauta traversa.

En cuanto al público en general, hay que tener en cuenta de que en una misa no todos los asistentes comulgan, a lo que hay que sumar en el caso de la plaza turistas y paseantes que se acercan a ver una ceremonia en un espacio público, por lo cual cabe suponer que eran varios miles más los presentes en esta ocasión.

El Canal 21, del arzobispado porteño, transmitió toda la misa en directo, en conexión también con un canal de San Juan, otro de Concordia (Entre Ríos), y otro de San Rafael (Mendoza). Crónica TV tuvo un movil de exteriores para transmitir el acto, y además en un estrado frente a la catedral había camarógrafos del Canal 7 de la televisión pública, del canal de noticias de cable C5N y de otros medios.

Asistió al acto el director general de Cultos de la Ciudad, Alfredo Abriani. Entre otras personas, se vio a los ex legisladores Santiago de Estrada y Jorge Enríquez. Había también miembros de la tradicional Archicofradía del Santísimo Sacramento de la Catedral, con sus esclavinas moradas sobre los hombros.




Carteles y pancartas

Había muchos carteles, banderas, pancartas y cartelones en el acto. Los más grandes de estos últimos eran uno de la Juventud de Acción Católica (JAC) de San Felipe Neri, con los escudos de la JAC y un dibujo multicolor de la Sagrada Familia, y uno azul de Comunión y Liberación. Unos diez carteles llevaban la imagen de la Virgen de Schoenstatt. Otro cartel grande mencionaba la presencia de Gravida, entidad de “asistencia a la vida naciente”.

Otros carteles decían Movimiento Eucarístico Juvenil Iglesia Regina Martyrum, Liga de Madres de Familia Liniers, Colegio Padre Etcheverry Boneo, Escuela de Formación Básica en la Fe. Parroquia Nuestra Señora Madre del Redentor, Movimiento de Acampadas, Parroquia Santa Adela, Servicio de Pastoral Universitaria (SPU), etc.

En las rejas del jardín de la Curia, había un gran cartel que decía “Acción”. Era de la Acción Católica (ACA), y al lado tenía otro con la imagen de Carlos Gardel y la frase “Mi Buenos Aires querido”, del tango famoso, junto al escudo de la ACA.

Las patrullas de jóvenes scouts tenían banderines con lemas como “Hacia la cima” o identificaciones como “Patrulla Tobas”. Esta última era de un grupo de veinte jóvenes, de 14 a 17 años, que habían llegado caminando desde el Bajo Flores, de la parroquia San Saturnino y San Judas Tadeo, junto con un dirigente scout, Mariano, de 30 años.

En algunos casos, había chicas y muchachos que llevaban lemas en sus espaldas, grabados en sus camperas. Así, Agustina, de 17 años, llevaba el lema “Ya no vivo yo sino que es Cristo quien vive en mí”, inscripto en su campera blanca. Había venido con dos amigas desde Lomas de Zamora, porque habían visto la invitación por “la tele”. Ella estudia en el colegio Corazón Inmaculado de María y participa en el Movimiento Partida Juvenil.

Otros jóvenes llevaban en sus casacas otras leyendas, como Giuliana, de 17, del Colegio Nuestra Señora de Luján, de Villa Pueyrredon, y Gonzalo, docente de primaria en esa escuela, que habían venido en un micro con 50 jóvenes.

El padre Lorenzo de Vedia había llegado caminando con 60 personas desde la villa 21, de Barracas, y se volvían luego en un ómnibus. Algunos llevaban la identificación de un colegio anexo a su parroquia, la de Nuestra Señora de Caacupé, en Barracas, con alta presencia de inmigrantes paraguayos.

Amílkar, de 23 años, sostenía por una punta un cartelón de la Capilla Nuestra Señora de Copacabana, que pertenece a la parroquia Nuestra Señora de las Gracias, de Pompeya. Es catequista y trabaja en una estampería de prendas textiles. Es boliviano y hace ocho años vino de Cochabamba con sus padres y cinco hermanos.

Francisca, de 32 años, niñera, sostenía un estandarte de la parroquia Nuestra Señora de la Rábida, de la avenida Belgrano. Estaba con María José, contadora y catequista, de 24, y otros quince jóvenes que se reúnen los sábados por la tarde (Francisca confesó que ella es la mayor del grupo).

Patricia Latorre, contadora, estaba con su marido, Daniel Fernández Beschtedt, constructor; su padre, Jorge, químico, y su hija Belén, que estaba cerca de sus compañeras del colegio Etcheverry Boneo. Patricia dijo que todos los años la familia acude unida a la procesión del Corpus.




Envío misionero y oración de los fieles

Antes de la oración de los fieles, el cardenal Bergoglio realizó un envío misionero. Dijo: “En esta celebración arquidiocesana del Corpus Christi, en presencia del Pueblo de Dios, envío a la misión a los distintos movimientos apostólicos, para que siendo fieles a sus respectivos carismas, y teniendo en cuenta la organización de cada uno de ellos, estrechamente unidos a las asociaciones arquidiocesanas laicales, lleven el Evangelio de Jesucristo dando testimonio en la ciudad de Buenos Aires y enriqueciendo así el trabajo apostólico de nuestra Iglesia. Vayan y sean con entusiasmo discípulos-misioneros del Señor. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

En la oración de los fieles se pidió por quienes “por no poder estar con nosotros nos acompañan por medio de la radio y la televisión desde sus casas, desde los hospitales, sanatorios, geriátricos y cárceles”.

Se pidió “por toda la Iglesia para que siempre busque en la Eucaristía su fuerza verdadera”. También se oró por “los creyentes que asumen funciones de responsabilidad en la vida pública, para que, siguiendo las enseñanzas del Evangelio, en toda situación defiendan e impulsen el respeto de los valores humanos.”

Además se dijo: “Oremos por todas las intenciones de aquellos que nos han pedido hoy que recemos por ellos, a lo largo de las calles de nuestra Ciudad y que figuran en las urnas que presentan los jóvenes”. Las intenciones habían sido anotadas en papelitos a lo largo de las marchas que confluyeron en la Plaza de Mayo.



Procesión

Al concluir la Misa, la procesión con el Santísimo Sacramento dio una vuelta a la Plaza de Mayo, con cantos, agitar de pañuelos, vivas. Al pasar la procesión frente a la casa Rosada, todos rezaron la oración por la Patria, que empieza diciendo: “Jesucristo, Señor de la historia, te necesitamos”. Desde el micrófono, el presbítero Jorge Lettera, de la parroquia Santa Julia, de Caballito, invitó a rezarla: "El Santísimo Sacramento, el mismo Jesús Resucitado está pasando en este momento frente a la Casa de Gobierno. Pidamos juntos a Cristo el Señor, que bendiga a todos nuestros gobernantes para que sean instrumentos eficaces de la voluntad de Dios para su pueblo. Recemos con profunda fe la Oración por la Patria."



Confiar la ciudad a la Virgen de Luján

Al concluir la procesión, el cardenal rezó arrodillado en un reclinatorio, ante el Santísimo Sacramento expuesto en la custodia, a cuyo paso los fieles habían tirado una nube de pétalos de flores. El cardenal dio la bendición con el Santísimo. Luego, rezó ante la imagen de la Patrona de la Argentina esta oración:

“Querida Madre Nuestra, Virgen de Luján. A tu Inmaculado Corazón maternal vuelvo a confiar esta Ciudad de Buenos Aires. Te pido por cada uno de sus hijos. Tú nos conoces bien y sabemos que nos quieres mucho. Hoy, después de haber adorado a Tu Hijo Jesucristo, nuestro Hermano mayor y nuestro Dios, te pido que nos mires a todos y a cada uno de nosotros. Te pido por cada familia de esta ciudad. Te pido por nuestros niños y nuestros ancianos; por nuestros enfermos; por los que están solos; por los que están en la cárcel; por los que tienen hambre y no tienen trabajo. Por los que han perdido la esperanza; por los que no tienen fe. Te pido también por los que nos gobiernan y los que nos enseñan. Madre nuestra te pido que nos cuides a todos con ternura y nos contagies tu fortaleza. Somos hijos tuyos. Especialmente este año pongo en tus manos de madre a nuestra Arquidiócesis en estado de asamblea para que juntos podamos, dialogando y discerniendo, responder a las inquietudes de todos los que viven en Buenos Aires y llevar así hasta los rincones más lejanos de la ciudad el nombre de Jesús. Nos ponemos bajo tu amparo. No nos dejes solos en este momento. Confiamos en tu corazón de Madre y te confiamos todo lo que somos y tenemos. Y sobre todo, Madre, muéstranos a Jesús, y enséñanos a hacer lo que El nos diga. Amén.”

Al final, hubo vivas a la patria, a Jesús Sacramentado, a los obispos, al Papa. Entre otros himnos, se cantó “Cristo Jesús, en Ti la Patria espera”.

La pública expresión de fe, que este año llevó por lema "Pan de la unidad, Pan para la misión", culminó con la multitud entonando el Himno Nacional Argentino.



Obispo y scouts desarmando vallas y andamios

Al concluir el acto, miembros del grupo scout Santa Inés, de La Paternal, y otros jóvenes, corrían las vallas que habían sido colocadas alrededor de los sacerdotes concelebrantes. Coordinaba esa tarea el dirigente scout Jorge Castagna. Y quizá haya pasado inadvertido para el público que quien estaba trepado, a no poca altura, a unos caños de acero de un andamio descolgando las cortinas que hacían de fondo al altar era monseñor Eduardo García, obispo auxiliar de Buenos Aires, que poco antes había participado en la concelebración. (Jorge Rouillon)

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