"Hoy levantá la mirada, deja de lado lo que nos falta y dejémenos sorprender por este Dios que obra maravillas con lo poco" @Pjaviersoteras — Radio María Arg (@RadioMariaArg) julio 16, 2014
En el evangelio de Lucas se dice respecto de María que ella “guardaba todo en su corazón”, tenía una memoria agradecida de la obra de Dios, no solamente vinculada con ella sino una memoria de pueblo. El corazón mariano es un corazón memorioso, y en ella se nota que su boca habla de lo que hay en su corazón. El Magnificat de María es un canto de quien se sabe parte de un pueblo que siente la presencia de Dios que libera a los oprimidos y que sale al encuentro.
María nos enseña a entrar a esta corriente de gracia con la que el Señor nos bendice en un pueblo. En este sentido el Papa Francisco nos muestra toda una perspectiva de pertenencia a ser hombres y mujeres peregrinos en marcha. El pueblo mariano al que pertenecemos, la Iglesia, es un pueblo en Éxodo en búsqueda de los tiempos nuevos que vendrán. Y en la espera del cumplimiento de esas promesas, camina en esperanza. Y de esa esperanza brota la alegría: el cristiano camina en la esperanza con alegría. Nace de la certeza de que el Señor obra maravillas en medio de nuestras debilidades y pobrezas. Por eso María canta “mi alma Y todo esto “porque Dios ha detenido su mirada en la pobreza de su esclava”.
No se trata de un pueblo que hace todo bien y por eso Dios lo premia. Basta con leer la historia del pueblo de Israel para encontrarse con las contradicciones, el pecado y la rebeldía. En la genealogía de Jesús también aparecen personajes de todos los “pelajes”, como en nuestras familias. Sin embargo, con eso Dios hace maravillas.
Por eso la propuesta para hoy es levantar la mirada, dejar de lado lo que nos falta, a lo que no llegamos y nos dejemos sorprender por este Dios que obra maravillas con lo poco que tenemos. Dios ama lo pobre y lo sencillo. Y su amor incomprensible, desbordante de misericordia y de ternura nos sale al encuentro.
"Dios ama lo pobre y lo sencillo. Y su amor incomprensible, desbordante de misericordia y de ternura nos sale al encuentro" @Pjaviersoteras
María y su confianza en el que envía
San Ignacio invita a tomarse un tiempo para “reflectir”, para irse empapando de la belleza de la Palabra de Dios. Pasa algo así con los que rezamos y meditamos la Palabra tomando mate... María es una gran degustadora de la Palabra de Dios, lo va pasando por el corazón y allí lo guarda con memoria. La Palabra que habla y que además me dice algo a mí, y me doy cuenta que orar con la Palabra es orar con la vida.
Hay dos características en María: su obediencia en el “amén” y hasta el final. María no pertenece a la cultura descartable sino a las cosas que permanecen en el tiempo y se renueva. La memoria mariana y cristiana es una memoria histórica y existencial: “ella guardaba estas cosas en su corazón”. María es ella memoria del pasado, encarnada en el presente y atenta a los tiempos que vendrán. Y así es la mujer de la esperanza.
El Papa Francisco nos invita a salir, a poner la Iglesia en salida. No hay tiempo para mirarse al espejo, sino que hay muchos hermanos que esperan una palabra de consuelo, de servicio y de compromiso. Sabemos que hay un tiempo que vendrá que será mejor. Aún cuando el cristiano denuncia, derriba para construir y siempre en nuestro horizante está el tiempo que vendrá.
María en su memoria agradecida nos ayuda a mirar con alegría cuánta presencia y protección de Dios, aun en medio de la tormenta. Y eso nos impulsa a seguir caminando confiados en que el Dios que nos viene acompañando lo seguirá haciendo. En el corazón mariano encontramos el fuego de esperanza para atravezar las oscuras quebradas.
Nos dice San Juan de la Cruz que para llegar a Dios, aunque parezca contradictorio, hay que abajarse. Como el discípulo que a la mañana temprano abre el corazón para que Dios le hable. Así María escucha la voz de Dios, y aún cuando no entiende, en la fe se hace al querer de Dios. Esto es muy saludable para nosotros. Muchas veces en la vida nos encontramos preguntándonos “por qué”, “por qué a mí”, “no entiendo por qué esto me pasa a mí” sea en situaciones muy dolorosas o demasiado hermosas. A la Virgen le pasó lo mismo, y podemos decir que es “la fiel discípula de lo incomprensible”: ¿Cómo puede ser esto si yo no he convivido con ningún hombre?.
Nosotros también pasamos por noches oscuras. ¿Y cómo se sale? María encuentra la salida por lo alto, que viene por el lado del sí “hágase” y de la entrega de la vida... es la salida también desde la docilidad, del dejarse conducir por Dios.
¿Cómo hace el hombre para asumir lo que viene? “Hágase, que sea lo que Dios quiera.” Como San Agustín que reza “dame lo que me pides y pídeme lo que quieras”. Es una consciencia de que Dios nunca pide algo que vaya más allá de nuestras fuerzas y por ende es una invitación a la confianza. Cuando Dios da una misión Él mismo da la gracia para esa tarea. Se llama gracia de estado.
Dios nunca pide más de lo que podemos, y ésto nos pone en el marco de la confianza. Es la gracia que hoy queremos pedir: confianza. Que el sí de la Virgen venga a ganarnos el corazón. Que lo que me preocupa, me angustia, me pesa, no se cómo resolver... que esa carga pesada que no sabemos cómo acomodarla, la ubiquemos en la confianza. Que venga en este día mariano de la Virgen del Carmen a regalarnos un sí consciente de nuestras limitaciones y al mismo tiempo consciente de que si Dios lo pide y permite, Él mismo nos va a conducir. Y junto con la confianza la gracia de una gran libertad interior, sabiéndonos como un niño en brazos de su madre y se sabe cuidado, mimado y protegido.
"El corazón mariano es un corazón memorioso, y en ella se nota que su boca habla de lo que hay en su corazón" @Pjaviersoteras
El amor son obras
María nos muestra un camino de fidelidad y de confianza. Es propio del discípulo la fidelidad a lo que Dios pide, como vínculo desde el amor no desde el mandato. Y como fruto de esa caridad la entrega. Nadie cree por una razón o por una idea, sino que la fe brota desde un vínculo de amor. La entrega viene porque uno se siente atraído por alguien y no por algo. Cuando vamos creciendo en la caridad como don de Dios para el compromiso para con Dios y los hermanos, nuestra fe va creciendo. El vínculo de amor hace que nos vayamos entregando cada vez más en la fe a Dios.
María, tras su acto creyente de “hágase” al ángel, parte sin demora a visitar a su prima Isabel para ayudarla. Así como dice San Ignacio, el vínculo con el Señor se manifiesta más en obras que en palabras. De ahí que debemos terminar nuestro acto devocional de adoración eucarística, piedad, oración en gestos concretos de amor con quien más lo necesita.
En el encuentro del Papa con los carismáticos en Roma fue claro su mensaje a ir a la carne de Cristo. Tocar la carne de Jesús, es la eucaristía, pero también ir al encuentro de los que sufren. No nos podemos correr de eso. No puede haber un cristianismo que no se dedique a los pobres, sino es otra cosa. De hecho, dice el cardenal Martini, recuerda que el 80% del evangelio es el encuentro de Jesús con los pobres.
escrito por Padre Javier Soteras
(fuente: www.radiomaria.org.ar)
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