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domingo, 5 de septiembre de 2010

"El que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo"

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas (Lc 14, 25-33)

En aquel tiempo, caminaba con Jesús una gran muchedumbre y El, volviéndose a sus discípulos, les dijo: "Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, más aún, a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. Porque, ¿quién de ustedes, si quiere construir una torre, no se pone primero a calcular el costo, para ver si tiene con qué terminarla? No sea que, después de haber echado los cimientos, no pueda acabarla y todos los que se enteren comiencen a burlarse de él, diciendo: 'Este hombre comenzó a construir y no pudo terminar'. ¿O qué rey que va a combatir a otro rey, no se pone primero a considerar si será capaz de salir con diez mil soldados al encuentro del que viene contra él con veinte mil? Porque si no, cuando el otro esté aún lejos, le enviará una embajada para proponerle las condiciones de paz. Así pues, cualquiera de ustedes que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo.

Palabra del Señor.
Gloria a ti Señor Jesús.


Dios es exigente. Pero su exigencia no es opresiva, sino que se basa en el Infinito Amor que tiene a todos y a cada uno de nosotros.

A causa del pecado original, los seres humanos tenemos tendencia innata a pecar y, por ende, a alejarnos de Dios. Es por ello que el Señor ha venido a restaurar nuestra condición, lo cual implica que estemos dispuestos a recibir correcciones y sufrir en la lucha por asemejarnos a Cristo.

Seguir a Cristo no es para mediocres. Seguir a Cristo es una invitación para personas valientes, que son capaces de enfrentarse al mundo con tal de vivir el Evangelio.

Increíblemente, a muchas personas que dicen ser cristianas les molesta mucho la imagen de Cristo en la Cruz. Muchos prefieren quedarse con una imagen "light" de Jesús y lo ignoran cuando Él nos habla de cargar la Cruz, enfrentar los padecimientos de esta vida y sufrir en carne propia el rechazo del mundo a causa de su Nombre.

Cuando Jesús habla del amor que nos une con nuestros familiares, no lo dice en el sentido de que no debamos amarlos sino que esas relaciones afectivas no deben ser ocasión para alejarnos de Dios. Esta exigencia está en consonancia con el primer mandamiento bíblico que nos dice "Amar a Dios sobre todas las cosas".

Jesús nos pone como ejemplo a un hombre que construye una torre y al rey que mide su fuerza militar diciéndonos que ser cristianos significa ser concientes de que la exigencia es grande, el nivel de compromiso es alto... pero la recompensa en el Reino de los Cielos es infinitamente mayor.

No caminamos solos. Dios sabe de nuestras debilidades y limitaciones y así nos ama y nos asiste para que seamos capaces de vivir en Él. Dios nos espera en la oración y nos ofrece su mismo ser en los Sacramentos... ¡aprovechémoslo! ¡Ánimos!

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