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jueves, 20 de diciembre de 2012

María, modelo de oración

«...su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón». (Lc. 2, 51).

Muchas veces hemos oído que María es el modelo de mujer orante, y que intercesión suya obtenemos muchas gracias de Dios. Pero, ¿qué es la oración? ¿Cómo se hace oración? ¿De qué modo nos puede ayudar María a orar?

«La oración es la elevación del alma a Dios o la petición al Señor de bienes conformes a su voluntad. La oración es siempre un don de Dios que sale al encuentro del hombre. La oración cristiana es relación personal y viva de los hijos de Dios con su Padre infinitamente bueno, con su Hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo, que habita en sus corazones.» (Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, n° 534)

La oración no es éxtasis con elevaciones, o repetición rutinaria y distraída de palabras, sin decirlas desde el corazón. La oración es dejar que el corazón llegue a Dios. Es un encuentro entre un hijo y un Padre. La oración es acudir a quien puede remediar nuestras necesidades, y confiar plenamente en Él. Pero no basta sólo pedir; la oración debe ser un diálogo. A Dios le encanta que le platiquemos cómo nos ha ido en el día. La oración más sencilla, la que nace de un corazón humilde, es la que más agrada a Dios. La oración es un encuentro con Dios, con su amor y su misericordia.

En Jesús encontramos el mejor modelo para aprender a orar. Él, Hijo de Dios, se dirige a su Padre con confianza, con sencillez, con humildad, con amor. A Jesús le gustaba orar en lo alto de una montaña, en silencio de la noche o del amanecer: «El Evangelio muestra frecuentemente a Jesús en oración. Lo vemos retirarse en soledad, con preferencia durante la noche; ora antes de los momentos decisivos de su misión o de la misión de sus apóstoles. De hecho toda la vida de Jesús es oración...» (Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, n° 542).

En Jesús encontramos un corazón repleto de amor, que busca encontrarse con su Padre en la oración. Pero, «¿De quién aprendió Jesús a orar? Conforme a su corazón de hombre, Jesús aprendió a orar de su madre» (Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica n° 541).

Sí. En María, su madre, Jesús encontró una maestra de oración. Ella siempre estuvo en un continuo diálogo con Dios y en una actitud de escucha; por eso pudo escuchar la voz del ángel. La oración de María era un encuentro con Dios en su corazón. María vivía en oración porque vivía con Cristo, platicaba con Él con la más grande naturalidad y cariño.

¿Y cómo debemos orar nosotros, con nuestras familias? Acudiendo a Dios en medio de nuestra vida diaria, en medio del trabajo, del estudio, y de nuestras actividades. «La familia cristiana constituye el primer ámbito de educación a la oración. Hay que recomendar de manera particular la oración cotidiana en familia, pues es el primer testimonio de vida de oración de la Iglesia...» (Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica n° 565)

En la familia encontramos una buena escuela para aprender a orar. Por eso, los papás tienen el deber e enseñar a sus hijos la oración; pero no sólo con palabras, sino principalmente con su ejemplo. El modelo que los hijos encuentran en sus padres queda marcado para siempre. ¡Qué importante es que en toda familia haya un ambiente de oración, de encuentro con Dios!

«Se puede orar en cualquier sitio, pero elegir bien el lugar tiene importancia para la oración. El templo es el lugar propio... también otros lugares ayudan a orar, como «un rincón de oración» en la casa familiar, un monasterio, un santuario. Todos los momentos son indicados para la oración, pero la Iglesia propone a los fieles ritmos destinados a alimentar la oración continua: oración de la mañana y del atardecer, antes y después de las comidas, la Liturgia de la Horas, la Eucaristía dominical, el Santo Rosario, las fiestas del año litúrgico. .» (Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 566 y 567)

«Es necesario acordarse de Dios más a menudo que de respirar» (San Gregorio Nacianceno).

para reflexionar: ¿Cómo es mi oración? ¿Acudo a Dios solamente en las dificultades, o en todo momento, para agradecerle, platicarle y estar con Él? ¿Qué me enseña María? ¿Cómo voy a orar de ahora en adelante?

(fuente: www.virgenperegrina.es)

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