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lunes, 3 de diciembre de 2012

Tres vías para llegar al conocimiento de Dios: el mundo, el hombre y la fe

El peligro para la fe proviene del ateísmo práctico

Hace tiempo, el ateísmo era una elección intelectual fuerte, que había que sostener con convicción y con argumentos sólidos en un mundo (el occidental) en el que la fe cristiana «era el ambiente en el que todos se movían, la referencia y la adhesión a Dios eran, para la mayoría de la gente, parte de la vida cotidiana»; pero hoy se ha difundido un nuevo tipo de ateísmo «práctico», que no niega tanto las verdades de la fe, sino que simplemente las considera «irrelevantes» para la vida de todos los días.

Este nuevo tipo de ateísmo, según Benedicto XVI, representa hoy un fenómeno «particularmente peligroso para la fe». El Papa Ratzinger, durante la audiencia de los miércoles de esta semana, continuó con su ciclo de catequesis sobre el Año de la Fe. Después de haber reflexionado sobre el deseo de Dios que todos los hombres llevan en su interior, hoy describió tres vías para llegar al conocimiento de Dios, es decir, el mundo, el hombre y la fe.

El Pontífice comenzó hablando de las actuales difernecias con las que se encuentra la fe, «a menudo poco comprendida, contestada y rechazada». «En el pasado, en Occidente, una sociedad que se consideraba cristiana, la fe era el ambiente en el que todos se movían», recordó el Papa, pero a partir del «Iluminismo, la crítica contra la religión se ha intensificado; la historia se ha caracterizado también por la presencia de sistemas ateos, en los que se consideraba a Dios como una mera proyección del espíritu humano, una ilusión, y el producto de una sociedad distorsionada por tantas alienaciones». Y, a final de cuentas, «El siglo pasado ha sido testigo de un fuerte proceso de secularismo, en nombre de la autonomía absoluta del hombre, considerado como medida artífice de la realidad».

Se trata de un proceso que ha empobrecido al hombre, según Benedicto XVI, porque al oscurecer «la referencia a Dios, también se oscureció el horizonte ético, para dejar espacio al relativismo». Por lo que un hombre, «separado de Dios, se reduce a una sola dimensión», con un «reduccionismo» que, según el Papa, ha sido una de las causas «fundamentales de los totalitarismos, que han tenido consecuencias trágicas en el siglo pasado, así como de la crisis de valores que vemos en realidad actual».

La respuesta a esta evolución debe darse bajo el signo de la «dulzura» y del «respeto», y pasa necesariamente por tres vías: el mundo, que quiere decir recuperar la «capacidad de contemplar la creación, su belleza, su estructura. El mundo no es un magma informe, pero cuanto más lo conocemos, más descubrimos los mecanismos maravillosos, mejor vemos su diseño, vemos que hay una inteligencia creadora».

En segundo lugar se encuentra el hombre: «en el hombre interior habita la verdad" (True Religion, 39, 72). Este es otro aspecto que corremos el riesgo de perder en el mundo ruidoso y dispersivo en el que vivimos: la capacidad de pararnos y de mirar en lo profundo de nosotros mismos».

Por último, el Papa indicó la vía de la fe, que no es «un mero sistema de creencias y valores», sino «encuentro con Dios que habla y actúa en la historia y que convierte nuestra vida cotidiana, transformando en nosotros mentalidad, juicios de valor, decisiones y acciones. No es ilusión, fuga de la realidad, cómodo refugio, sentimentalismo -concluyó el Papa-, sino que es participación de toda la vida y es anuncio del Evangelio, la Buena Nueva capaz de liberar a todo el hombre».

escrito por Alessandro Speciale 
(fuente: vaticaninsider.lastampa.it)

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