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viernes, 8 de marzo de 2013

Acto de abandono (invitación de Jesús al alma)

¿Por qué os confundís y agitáis? Dejad que Yo me encargue de vuestros asuntos y todo se calmará. En verdad os digo que cada acto verdadero, ciego y pleno abandono en Mí produce el efecto que deseáis y resuelve las situaciones difíciles. Entregarse a MI no significa atormentarse, agitarse y desesperarse, dirigiéndome luego una oración inquieta para que Yo os siga; eso es transformar la agitación en plegaria. Entregarse significa cerrar plácidamente los ojos del alma, alejar las preocupaciones y recurrir a Mí para que Yo os conduzca, como un niño dormido en el regazo materno, a la otra orilla.

Lo que os desespera y os hace un Inmenso mal es vuestro razonamiento, vuestro pensamiento, vuestra preocupación y vuestra obstinación en resolver por vosotros mismos los problemas que os afligen.
¡Cuántas cosas puedo obrar cuando el alma, tanto en sus necesidades espirituales como materiales, recurre a Mí, me contempla y diciendo “OCÚPATE TU” cierra los ojos y descansa!

Obtenéis pocas gracias cuando os atormentáis para producirlas; en cambio, obtenéis muchísimas cuando, en oración, os ponéis plenamente en Mis manos. Vosotros oráis en el dolor para que Yo lo alivie, pero para que lo alivie según vuestros deseos... Os dirigís a Mí, pero queréis que Yo me adapte a vuestros propósitos; sois como los enfermos que, en lugar de pedir la curación al médico, le sugieren lo que debe hacer.

No os comportéis así, orad como Yo os he enseñado en el Padre Nuestro: “SANTIFICADO SEA TU NOMBRE” (es decir que seas glorificado en esta necesidad que tengo) “VENGA A NOSOTROS TU REINO” (es decir que todo lo que nos sucede a nosotros y al mundo concurra a Tu reino). “HAGASE TU VOLUNTAD” (o sea ocúpate tú). Yo intervengo con toda Mi omnipotencia y resuelvo las situaciones más difíciles. Por ejemplo, ¿la enfermedad se agudiza en lugar de aliviarse? No te desanimes, cierra los ojos y pídeme con fe: “Hágase tu voluntad, ocúpate Tú”. Te digo que Yo me ocupo, intervengo como médico y realizo un milagro cuando es necesario. ¿Ves que el enfermo empeora? No desesperes, cierra los ojos y ora: “OCÚPATE TÚ”. Te digo que Yo me ocupo.

Al abandono se opone la preocupación, la agitación y la obstinación en prever las consecuencias de un hecho. Es como la confusión que tienen los niños cuando pretenden que su madre se ocupe de sus necesidades pero al mismo tiempo quieren imponerse, entorpeciendo el trabajo de ella con sus ideas y caprichos infantiles.

Cerrad los ojos y dejaos llevar por la corriente de mi gracia, cerrad los ojos y dejadme obrar, cerrad los ojos y no pensad en el momento presente, alejad el pensamiento del futuro como si fuera una tentación.

Reposad en Mí 

Confiando en mi bondad y os juro por mi amor que, diciéndome con entrega: “OCUPATE TÚ”, yo me ocupo plenamente, os consuelo, os libero y os oriento. Y cuando debo conduciros por un camino diferente del que vosotros vislumbráis, Yo os preparo, os llevo en mis brazos, porque no hay medicina más potente que Mi intervención de amor. Yo me ocupo sólo cuando cerráis los ojos, pero vosotros permanecéis insomnes, queréis evaluarlo todo, analizarlo todo, pensar en todo y así os entregáis a las fuerzas humanas o, peor aún, a los hombres, confiando en su intervención. Esto es lo que obstaculiza mis Palabras y mis Proyectos. ¡Oh, como me duele veros agitados!

Satanás desea justamente esto: agitaros para alejaros de mi acción e impulsaros hacia las iniciativas humanas. Por eso debéis confiar sólo en Mí, descansar en Mí, entregaros plenamente a Mí. Yo hago milagros en proporción al pleno abandono en Mí y a vuestra despreocupación: ¡distribuyo tesoros de gracias cuando vosotros os halláis en extrema pobreza!

Si contáis con vuestros recursos, aunque sean pocos, o si los perseguís, os halláis en el campo natural, siguiendo el curso natural de las cosas, que a menudo está obstaculizado por Satanás.

Ningún pensador o analista ha obrado milagros, ni siquiera los santos.

Quien se entrega a Dios obra conforme a la voluntad Divina. Cuando veas que las cosas se complican, ruega cerrando los ojos del alma “JESÚS, OCÚPATE TÚ”. Y distráete, porque tu mente se agudiza... Y para ti es difícil distinguir el mal. Confía en Mí a menudo, distrayéndote de ti mismo. Compórtate así con todas tus necesidades. Obrad así todos y veréis milagros inmensos, continuos y silenciosos. Os lo juro por ml Amor: yo me ocuparé, os lo aseguro.

Orad siempre con esta predisposición de entrega y obtendréis una gran paz y grandes frutos, incluso cuando Yo os hago la gracia de la inmolación de reparación y de amor que impone el sufrimiento. ¿Te parece imposible? Cierra los ojos y ruega con toda tu alma: “Jesús, ocúpate TÚ”. No temas, Yo me ocupo. Y tú bendecirás tu nombre humillándote. Tus oraciones no equivalen a un pacto de entrega plena; recuérdalo bien. No hay novena más eficaz que ésta:


“OH JESÚS. EN TI ME ABANDONO, OCÚPATE TÚ”
ENTRÉGATE A MI CORAZÓN Y... VERÁS.

Quiero que creas en mi omnipotencia y no en tu acción, que trates de ponerme a Ml en acción y no a ti a través de los demás.

Busca mi intimidad, cumple mi deseo de tenerte, enriquecerte y amarte como Yo quiero. Déjate llevar, deja que pueda reposar en ti, manifestar en ti toda mi omnipotencia. Si permaneces cerca de Mí sin obstinarte en actuar por tu cuenta, en correr para salir o para decir que has cumplido, me demostrarás que crees en mi omnipotencia y Yo “obraré intensamente junto a ti cuando hables, camines, trabajes, ores o duermas, porque “a mis amados doy todo lo necesario, incluso mientras duermen” (salmo 126).

Si estás conmigo sin tratar de afanarte, sin preocuparte por tus necesidades sino pidiéndome con plena fe, Yo te daré todo lo que necesites, según mi Diseño eterno. Te daré los sentimientos que quiero ver en ti, te daré una gran compasión hacia tu prójimo y te haré decir y hacer lo que Yo quiera. Entonces tu acción provendrá de mi Amor. Yo solo, no tú con tu actividad, podré hacer hijos nuevos, que nacen de Mí. Podré hacer más hijos en la medida en que tú quieras ser un verdadero hijo, al igual que mi Unigénito, porque bien sabes que “si haces mi Voluntad serás mi hermano, hermana y madre” para que yo nazca en los demás; Yo haré nuevos hijos sirviéndome de los verdaderos hijos. Lo que tú hagas para logrado no es nada en comparación con lo que Yo hago en la intimidad de los corazones de aquéllos que aman.
“Permaneced en Mi amor... Si permanecéis en Mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis… y os será dado” (Jn 15) 

De la autobiografía del Pbro. Dolindo Ruotolo (1882-1970), terciario franciscano
(fuente: www.la-oracion.com)

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