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viernes, 17 de mayo de 2013

El Espíritu Santo consolador, santificador y abogado defensor

“Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros. No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros”. (Juan 14, 15 - 18)

Estamos siguiendo éste hermoso himno de oración de Veni Creator Spiritus de Raniero Cantalamesa en su comentario. Estamos agregando desde nuestra reflexión y compartir cotidiano familiar y cercano nuestra mirada sobre éste tradicional, rico y poderoso himno que clama al Espíritu que venga con su fuerza creadora.

Entrando en el segundo párrafo de nuestra oración te decimos te llamas el Paráclito el don del Dios Altísimo, fuente viva, amor, fuego y espiritual ungüento. Que significa ésta expresión “tu te llamas el Paráclito”. Eso que hoy hemos encontrado en la Palabra del texto que hemos elegido para ésta catequesis prepagándonos a disponer nuestro corazón a recibir con creces la Gracia del Espíritu Santo.

El primer punto de nuestro encuentro de hoy reza así: la obra santificadora del Espíritu Creador. La segunda estrofa del himno Veni Creator traducida al pie de la letra dice así:

Tu eres Paráclito don del Dios Altísimo, agua viva, fuego, amor y espiritual unción.

Empieza así una larga, dice Cantalamesa, y emocionada contemplación del Espíritu Santo. El Espíritu del que se habla ya es exactamente el Espíritu de la Gracia, el retorno a Dios y el Espíritu de la redención que actúa en plenitud en nosotros que somos comunidad eclesial.

A la invitación de la epíclesis, de la invocación Ven, visita, llena sobre la que hemos meditado la semana que pasó sigue ésta que es como un elogio al Espíritu Santo. Según el esquema tradicional el elogio es introducido por la forma Tu que y consiste en una serie de títulos que se dan al Espíritu, de méritos, de hechos en los que nos hacemos como eco para ser con El mismo que clama en nosotros para que desde El el Padre y Jesús nos de los dones que de su misma mano y de sus alas que se despliegan con poder en nuestro corazón podamos recibir todo lo que necesitamos.

El Espíritu Paráclito. No mencionamos sus cualidades solo que sea El fuego, agua, luz , amor, espíritu de unción, no la mencionamos solo para recordarlas. Mencionamos mucho más que cualidades que recordamos. Con esto estamos más que haciendo muy lejos de nosotros hacer adulación sino lo hacemos con ímpetu y sinceridad, gratitud y admiración, alabanza y entusiasmo.

Este elogio al Espíritu en nuestro himno por estos símbolos y estos títulos que extraemos no de cualquier lugar sino desde la misma Palabra de Dios nos da fuerza y así el Creador Espíritu Divino que actúa con poder valiéndose de las personas y yendo mucho más allá de ellas en un segundo momento es presentado como aquel que no solamente crea carismáticamente haciendo nueva todas las cosas sino que al mismo tiempo santifica.

Hay como un doble movimiento entre la primera y segunda estrofa de Veni Creador. El primer renglón o el primer movimiento que compartíamos la semana que pasó llamándolo Espíritu Creador es el que presenta el Espíritu Santo como una fuerza divina que irrumpe en determinadas ocasiones sobre las personas particulares o de los grupos haciendo capaz de acciones de servicio que están mucho más allá de la posibilidad de quien es instrumento en manos del Espíritu.

El Espíritu viene sobre una persona y la llena de sabiduría y de capacidad para embellecer el templo como dice Éxodo 31,3 viene sobre otra y le infunde el carisma de profecía como dice Miqueas 3,8 o le llena de dones de gobierno como dice Isaías 11,2 o de una fuerza física sobrehumana para liberar el pueblo como es el caso de lo que ocurrió con Sansón y viene relatado en Jueces 3,25.

Como actúa el Espíritu allí: irrumpiendo sorpresivamente y yendo a partir de la persona para beneficio del pueblo al que la persona sirve mucho más allá de lo que la persona por su propia fuerza podría hacer. Un testimonio de esto es de lo que hablábamos recién cuando iniciábamos recién nuestro encuentro en la catequesis de hoy es en la extensión de la red de Radio María.

Nosotros somos testigos que en tan poco tiempo desarrollar una red que nace de la nada y que estamos en 100 lugares solo con el aporte de la gente. Es un verdadero milagro Es presencia del Espíritu Creador. Hay un segundo movimiento además que éste Espíritu Creador profético, fuerte, con capacidad de gobierno que toma la vida de la persona y la trasciende. Es el Espíritu santificador al que hace mención hoy justamente el segundo párrafo de la oración Veni Creator

Es el Espíritu que santifica en los Profetas, en los Salmos. Por ejemplo en Ezequiel donde Dios anuncia les daré un corazón nuevo, les infundiré un Espíritu nuevo. Infundiré mi Espíritu en ustedes y haré que vivan según mis mandatos. El Espíritu que crea, santifica, hace a la persona feliz, plena. No pasa a través de ella, viene y se queda. Es como una dimensión complementaria de la fuerza creadora del Espíritu.

Es la que estamos buscando ahora en éste tiempo de impulso de la presencia del Espíritu creador para que se consolide un proyecto en el corazón de los oyentes, en la obra que el Señor nos ha confiado para desarrollar un Espíritu de santidad en el corazón mismo de nuestro quehacer al servicio de la evangelización a través de ésta obra que ha aparecido como nueva en caridad y comprometida con los medios de comunicación social para la construcción de un mundo nuevo.

Ya no solamente verla nacer. Ahora consolidarla y no desde sencillamente la gestión eficaz sino desde el desarrollo de la vida de la Gracia en el corazón mismo de todas las comunidades que se van configurando alrededor de cada antena donde está la señal de Radio María y toda el área de cobertura de quienes se sienten invitados a no sencillamente a escuchar sino a formar parte de éste proyecto de Buena Nueva que ha irrumpido maravillosamente en el corazón de nuestra patria.

Ahora llega el tiempo de darle lugar al Dios que viene a hacer nueva todas las cosas no solamente a crearlas sino a recrearlas. Les daré un corazón nuevo, les infundiré un Espíritu nuevo. Ustedes serán mi pueblo yo seré su Dios. Una Gracia de santificación. Es a la que hoy particularmente prestamos atención. El Espíritu no solamente crea, el Espíritu también santifica.

Nos sorprende hoy el nombre con el que el Espíritu Santo es llamado en la oración Veni Creador y sobre el cual nos hemos detenido para juntos reflexionar. La oración dice así. Espíritu Paráclito, tu que te llamas Paráclito.¿ que significa?. Un nombre nacido de la experiencia. La consolación. Este es el segundo título de nuestro encuentro. Además, el nombre y concepto Paráclito aplicado al Espíritu Santo no es tan extraño es más bien un término peregrino, dice Cantalamesa.

Se trata de la culminación de todo una línea de pensamiento bíblico que no es un pensar divagado sino que brota de la experiencia. Es un pensar centrado en la experiencia de éste modo de estar presente en el Espíritu como Paráclito. En el Antiguo Testamento Dios es el gran Paráclito, ¿que quiere decir Paráclito? es el gran consolador de su pueblo. Soy yo quien te consuela Israel Le dice así literalmente Dios a su pueblo: Yo soy tu Paráclito en Isaías 51,12. Aquel que consuela como una madre Isaías 66,13.

Este consuelo de Dios o éste Dios del consuelo como dice Romanos 15,5 se ha encarnado en la personade Jesús de Nazaret que se define asi mismo como el primer consolador. El texto que hemos compartido en Juan14,15 si ustedes me aman cumplirán mis mandamientos, dice Jesús. Yo rogaré al Padre y El les dará otro Paráclito. Es decir que El es el primer Paráclito.

El gran consuelo de su pueblo está en Jesús de Nazaret que en Lucas aparece como aquel que viene a sanar los corazones heridos y a proclamar un año de Gracia y que a lo largo de toda su vida pública se ha dedicado al ministerio del consuelo, de los pobres, de los afligidos, oprimidos por el pecado, los que viven distantes de Dios, los que están excluidos por sus heridas, su lepra, su mudez, su sordera. Jesús es el gran testigo del consuelo. Aquel que continúa la obra de Cristo y que lleva a cabo las obras comunes de la vida en la Trinidad es el Espíritu Santo como el consolador.

El otro consolador como le llama Jesús hoy en el Evangelio. Toda la Iglesia después de Pascua ha tenido una experiencia viva y fuerte de éste Espíritu consolador, defensor, aliado a las dificultades internas y externas en las persecuciones, en los juicios, en la vida diaria. En el libro de los Hechos de los Apóstoles encontramos ésta dimensión la Iglesia se consolidaba dice el texto viviendo en fidelidad al Señor llena del consuelo del Espíritu Santo. Consuelo que es paz, también es defensa.

Que sea Paráclito el Espíritu significa que sea consolador decíamos pero también una traducción rica podemos decir que el Espíritu consolador es abogado. Es el que consuela defendiéndonos. La presencia de la continuidad de la vida de la Gracia del Espíritu en la comunidad eclesial por continuar el misterio de Jesús es el que nos defiende del acusador. El Espíritu Santo es intercesor abogado.

Es el Espíritu de Dios el que tiene ésta polivalencia significativa y en el término Paráclito además de ser reconocido como consolador y reconocido como abogado defensor la cosa se hace evidente cuando pasamos del mundo latino donde el tener que traducir el griego se ve obligado a elegir uno u otro significado. En el comienzo de la Iglesia la significación del Espíritu como abogado fue muy clara por los tiempos de persecución. En los tiempos de persecución de la vida eclesial el Espíritu aparecía como el que defendía para el que era mal visto y acusado fuera testigo.

Esto Ireneo II lo ven claro. El clamaba al Espíritu Santo. Se levanto para protestar sobre el modo que se había llevado a cabo el juicio. Inmediatamente fue añadido al grupo de los condenados bajo la acusación de ser el abogado de los cristianos. Con razón pues tenía en al gran abogado, dice Eusebio, el historiador, al Paráclito, que es el Espíritu Santo. San Ireneo cuando escribe Dios ha dado a la Iglesia, dice el, el Paráclito, que donde tenemos al acusador también tengamos al abogado defensor.

Al salir de la era de la persecución se nota un cambio de actitud de Paráclito. Se presenta a dar normalmente el sentido de consolador. San Buenaventura hace una comparación entre consuelo del mundo y del Espíritu Santo cuanto defensor y Paráclito. En el corazón humano cuando uno tiene percepción de registro de lo que pasa por su interioridad se da cuenta que cuando actúa el mal Espíritu intentando atacarnos viene bajo la forma del que acusa, del que levanta el dedo para esto hay uno que nos defiende y que es nuestro abogado. Invocarlo una y otra vez como abogado y defensor es ponerle un muro al mal Espíritu que busca con el dedo acusador amedrentarnos, hacernos sentir menos, aplacar el ímpetu del Espíritu que nos quiere fuertes en la lucha y en el combate. No nos dejemos ganar por el que nos acusa interiormente.

Invoquemos a nuestro Paráclito Espíritu consolador, abogado y defensor.

escrito por el Padre Javier Soteras 
(fuente: www.radiomaria.org.ar)

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